Primera Parada Así que la tarde del Cine Teatro estuvo colmada de madres que lograron convencer a sus niños o niñas que lograron convencer a sus madres. Miriam es casi una institución ahí. Conocida por mover a la comunidad al ritmo de las propuestas artísticas y culturales de los más variados estilos. Una incansable trabajadora que munida de celular en mano, invita, agita y convoca.
Párrafo aparte merecen las chipas, pasta frola y empanadas caseras de Doña Ofelia. Ovacionada al ingresar al camarín provista de sus fuentes con las masas más tradicionales de nuestra región. Un público eufórico muy similar a la energía desbordante de los cuenteros. El final feliz se lo llevó el grupo de niños y niñas del hogar, invitado especial a compartir esta ronda de la palabra frente al telón. A la noche la cena la hicieron cuatro ciudadanos comprometidos con el servicio a su comunidad. La Comisión del Rotary atendió a los 8 narradores como si fueran los enviados de los cuentos más maravillosos que existieran nunca jamás.
A la mañana siguiente, salimos en dos grupos. Mitad de cuentacuentos para un lado, mitad de cuentacuentos para el otro. 100 años cumplía la Escuela que los esperaba cubierta de flores de las verdaderas y paredes decoradas con las de cartulina. Emoción grande fue ver que en uno de los pizarrones se lucía un Tutú de tiza de colores cual si fuera el pase mágico para que las nubes aguanten hasta que canten el feliz cumpleaños que marcaría el final de la función.
La briza de lluvia se hacía notar pero la expectativa nublaba la vista y apurados partían a conocer uno de los paseos más maravillosos de toda la Provincia. La Hoja de Ruta, la misma a la que a lo largo del camino parecería
mágica, marcaba que debíamos llegar hasta El Soberbio. Ya en ruta, las gotas comenzaron a ser cada vez más grandes y en un momento la lluvia no cesaba. Las pocas noticias que llegaban era que había Alerta Meteorológica.
Encontrar algunos árboles caídos al costado de la ruta nos decidió a llegar directo al Lodge. Un lugar tan encantador como cualquiera de los jardines de esos cuentos de castillos donde seríamos los reyes y las reinas. Cuando el agua cesó, se convocaron los valientes para llegar hasta el Moconá. Las distintas intensidades de verde se hacían más notorias. El Parque Provincial los esperaba con los brazos abiertos y un grupo de héroes se dió el gustito de ingresar por la espesura mientras lloviznaba para que se les pegue un poco de selva pinchuda.
Al regreso, un baño tan caliente como el café con leche que tomaríamos acompañado de calza virada, la denominación brasilera de nuestras típicas torta fritas o chipa cuerito como le dicen acá. Una mesa grande cuya comida dejaba al descubierto la fusión de las costumbres de inmigrantes y criollos. Marchamos rumbo al recientemente inaugurado Salón de Usos Múltiples de la Biblioteca Gabriela Mistral. Ahí nos enteramos que era la primera actividad artística que hacían. ¡Con razón los vecinos estaban tan revolucionados!
Otra mesa de sabores combinados nos esperaba: choricitos con farofa y limón mandarina; cerdo y mandioca frita. El cuentacuentos de Venezuela estaba feliz de poder degustar la famosa bebida cola mientras que la Elvia Pérez disfrutaba de esa raíz a la que en su tierra llaman Yuca. Cargamos energía para amanecer temprano. Teníamos que ir al encuentro de la Aldea Jejy y aún no sabíamos que la persistencia de la lluvia convertirían nuestro viaje en una verdadera aventura por las picadas. Un safari donde el chofer Héctor, se llevaría todos los aplausos de la jornada.
El contraste de vivencias, culturas, lenguajes y costumbres era notoria. Pero el arte de contar historias es universal y de larga raigambre en la vida de los pueblos, ahí no existen las inclemencias del tiempo. Tampoco importaba si las sonrisas eran Mbyá o criollas. Estábamos en comunión para comunicarnos con y sin palabras. Se armó una verdadera ronda cuentera donde prevalecieron los cuentos de manos, los juegos en grupo y hasta los sones cubanos.
Partimos rumbo al pueblo para llegar hasta la colorida Escuela Educación para las Primaveras. Montada en una típica casa de madera intervenida con pintadas y murales. Nuevamente se armó la ronda y se acercaron hasta los perros. Los cuentos sobre la oscuridad, la música caribeña, la destreza en la interpretación, los juegos de palabras hicieron que ni se note el retraso del almuerzo. Tras dedicar un cuento especial que los alumnos de Martín recitaban junto a Elvia Pérez, hubo saludo improvisado por el cumpleaños de Camilo y ya nos dispusimos a degustar la gallinada hecha a lleña en las ollas de hierro.
Era martes y no un martes como cualquiera. Hacía días se había decretado Paro General Nacional lo que aumentaba la normal tranquilidad de la siesta de San Vicente. El salón había abierto exclusivamente para nosotros. Antes de entrar intentamos sin suerte disimular lo colorado, que se nos había quedado pegado mucho más profundo que en las zapatillas. Un grupo pequeño pero participativo intervenía en cada cuento con entusiasmo logrando dar cuenta de sus expresiones de alegría.
En la punta del mapa Casi en la punta de nuestra Provincia, justo al límite con Brasil, un pueblo nuevo que creció con el trabajo de inmigrantes suizos, polacos y donde aún habita persistente el portuñol. Pasamos por el Parque Uruguaí y en el trayecto hubo bautismo de mate, con más suerte para el paladar de Edgar Ojeda de Venezuela que el de la española Eva Andujar.
A la mañana siguiente nos esperaba la Escuela N°840 del Barrio Villa Nueva. Nos habían contado que era una escuela muy necesitada y allí nos dirigíamos para prestar atención. La primera infancia fue el público por excelencia. Sus caritas se encendían y la Presidenta del Parque disfrutaba desde la improvisaba platea como si fuera una más. El conmovedor cierre fue con entrega de presentes de ambas partes.
El Cine Teatro Municipal iba recibiendo a familias tipo, niños con tías, niñas con abuelas, maes amigas, algunas teatreras y un bebé que valía por muchos. Su llanto se coló tanto en la función que Daniel Hernándes, conocido por captar el ánimo del público, lo incorporó en alguna que otra oportunidad. Los cuentacuentos fueron super aplaudidos y terminaron con coreografía al ritmo de lo que se había convertido en la canción oficial de la delegación: “…son de arriba, son del medio y son de abajo”.
Nuestro periplo culminaría en el Instituto Línea Cuchilla de Ruiz de Montoya. Hace cuatro años que ininterrumpidamente sus pupilos esperan la llegada de los cuentacuentos del mundo. Se volvió tan clásica la visita que una muchacha joven se acercó para contarnos que era egresada y había venido exclusivamente a oír narrar. Que había conocido hace dos años la Ruta del Cuento y desde ese día se había vuelto fan. Una Roxana Del Castillo canchera contó sobre tatuajes.
Es que los adolescentes suelen ser un desafío para los artistas. Sobre todo para aquellos que no se dejan influenciar por las leyes del mercado, las tendencias o la moda. Así que ya en el viaje estaban un poco alborotados con lo que se viviría como la última presentación por los caminos del interior. Sin embargo la función fue muy sentida. Los jóvenes atendieron, se rieron, participaron animadamente y hasta se acercaron a uno de los cuentacuentos para tomarse fotos y preguntarle cómo llevaba adelante su tarea.
Esta institución es referente en la Provincia por brindar educación de calidad en valores, disciplina y formación específica para la familia agraria cuidando el medio ambiente y conviviendo con los pueblos originarios. Luego de pasar por la tienda de artesanías, degustar un rico agasajo con dulces producidos en la escuela, regresamos a nuestro destino final.