Arquitectura Dominicana |1961-1978|

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LOS TIEMPOS DE LA LIBERTAD 1961-1978

Gustavo Luis Moré


5.1

La construcción del sistema democrático dominicano Trujillo cae en mayo de 1961, dando paso a un proceso de inestabilidad política que comienza a redefinirse con las elecciones ganadas por Joaquín Balaguer, 5 años más tarde. Escribe Pérez Montás: “Del 14 de junio de 1959 al 30 de mayo de 1961, día del tiranicidio, transcurrió un tormentoso calendario de desgracias. Ambos hechos están registrados en sendos monumentos levantados frente al mar. A partir de 1961, la ciudad recobró su nombre y sus ciudadanos su libertad”.1 A la muerte de Trujillo el Dr. Joaquín Balaguer ostentaba la presidencia de la República. En su comparecencia ante la asamblea de las Naciones Unidas, en NYC el 2 de octubre de 1961, Balaguer señalaba: “Tras la caída del hombre que personificó durante 30 años el Estado dominicano, está naciendo un estado de derecho. El edificio de la dictadura se ha desplomado, y sobre sus ruinas hemos empezado a edificar, con paciencia y sin alardes demagógicos, un régimen fundido en los viejos moldes que nos legaron los fundadores de la República”. Metafórica alusión a lo que sería su vocación de constructor de la incipiente democracia que se inauguraría en el país pocos años más tarde. Durante este trayecto se trata de establecer un sistema democrático, proceso iniciado por un Consejo de Estado instaurado el 1 de enero

Doble página anterior: Corredor de acceso al edificio de la Rectoría en el recinto de la PUCMM en Santiago. 1971. Francisco Camarena et al. Foto Onorio Montás. Vista aérea de la Plaza de la Independencia, en Santo domingo. 1976-78. Rafael Tomás Hernández y Christian Martínez. Foto Onorio Montás. Atrio central del edificio de la Biblioteca en el recinto de la PUCMM en Santiago. 1971. Francisco Camarena et al. Foto Onorio Montás. Escultura “La Rosa de los Vientos” en la Plaza de la Cultura, Santo Domingo, c.1973. Christian Martínez. Foto Ricardo Briones. Interior del Auditorio Principal, Banco Central de la República Dominicana. 1974. Rafael Calventi. Foto Ricardo Briones.

de 1962 con el propósito de garantizar la celebración de elecciones libres en diciembre de ese mismo año. Éstas son ganadas por el Prof. Juan Bosch, quien es derrocado 7 meses más tarde debido, primordialmente y entre otras cosas, a la orientación de su política por rumbos demasiado revolucionarios para el

Escorzo del Monumento a la Restauración en Capotillo. 1986. Rafael Calventi. Foto Onorio Montás.

status quo imperante: el fantasma de la revolución cubana transitaba clandestinamente en la geopolítica caribeña del momento. Después del fallido intento institucional relanzado por el Triunvirato, la revolución civil de abril del 65 intenta sin suerte retornar a Bosch al poder, provocando la segunda intervención estadounidense en el siglo y la inmediata organización de las elecciones, celebradas en junio de 1966. Años más tarde, después del combate, José Rafael Lantigua escribe: “Ahora ya los hechos estaban consumados. Abril fue sólo un grito de heroísmo, una noción de patria, un estandarte de sueños sobre la multitud, y quizás tan sólo, una canción de protesta contra los silencios de una nación dormida”.2 Como es lógico suponer, poco se realiza en términos de obras de arquitectura en este tiempo. Es una

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Edificio originalmente realizado para el Bank of America en Santo Domingo, hoy ocupado por el Hard Rock Cafe. 1970. William Reid Cabral y Guillermo González. Foto Ricardo Briones. Aeropuerto Internacional de las Américas. 1962-1968. Fred Goico. Foto Onorio Montás. Conjunto del Banco Central de la República Dominicana desde el suroeste. 1974-1978. Rafael Calventi. Foto Ricardo Briones.

etapa de transición en la que regresa al país, poco antes o poco después, un notable puñado de jóvenes arquitectos, tales como Eugenio Pérez Montás (1933), Roberto Bergés (1933-2006), Fred Goico (1936) y otros, entre los cuales un grupo importante, que ha sido identificado como parte del “Eje Italia”,3 por haberse formado en ese país en las disciplinas del diseño, del urbanismo o de la restauración de monumentos: Manuel Salvador –Doy– Gautier (1930), Erwin Cott (1936), Víctor Bisonó (1933), Vital García, Milán Lora (1938), Leopoldo Franco (1940), César Iván Feris (1940), Esteban Prieto (1950) y Rafael Calventi (1932),4 quien habría de incorporar, después de sus experiencias en los talleres de Marcel Breuer, I.M. Pei y Pierre Dufeau, una nueva manera, más rigurosa, más exigente y sofisticada, de practicar la arquitectura dominicana de esta primera tardomodernidad. Es justo decir, rigor, exigencia y sofisticación demostrados también por muchos de sus coetáneos. Reflejo de la política de la Alianza para el Progreso es el proceso de reingeniería institucional integral al que fue sometida la estructura operativa del Estado dominicano por el Consejo de Estado. En pocos años son creadas o transformadas la Liga Municipal Dominicana, los Ayuntamientos, el Instituto Nacional de la Vivienda (INVI), el Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INDRHI). Se inician planes reguladores para varias ciudades, entre ellas, el de Higüey, que fue dirigido por Eugenio Pérez Montás. Se establece la Oficina de Planeamiento Urbano del Distrito Nacional, con Manuel Salvador Gautier como director, Rafael Calventi subdirector y Víctor Bisonó al frente de los estudios básicos. Esta oficina se desarma a raíz del golpe de estado a Bosch en 1963. Luego sería reformada bajo otros criterios. Uno de los hechos más sobresalientes del momento fue la consolidación del método de concursos para la obra pública y también la privada, conformando un itinerario nunca antes conocido en el país. Vista en la distancia y en contraste con los legítimos reclamos por democratizar la práctica que han acompañado a la profesión desde estos tiempos, la realidad es que en pocos años se someten a concurso las siguientes obras:5

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En primer plano, la fachada este del Auditorio y a la derecha al fondo, la Torres de Oficinas del Banco Central de la República Dominicana. 1974. Rafael Calventi. Foto Ricardo Briones. Maqueta original para el conjunto habitacional de las Canchas de Polo, en las inmediaciones del Hotel El Embajador, Santo Domingo. 1973-1976. Pedro José Borrell et al. Archivo Pedro José Borrell.

El Aeropuerto de las Américas en Punta Caucedo, ganado por Fred Goico en 1970. La conveniencia de este proyecto había sido determinada en años anteriores. Los laboratorios, dormitorios y otros edificios de la UASD, ganados por Rafael Calventi y Fred Goico en 1962, conocidos como “La Ruina” entre los que frecuentan el Campus. El edificio para el Ayuntamiento de Baní, ganado por Fred Goico en 1962 y posteriormente ejecutado por Luis Despradel.

La Sede del Banco Hipotecario Dominicano, ganada por Plácido Piña a fines de los 70 y luego rediseñado radicalmente. El concurso para los apartamentos de la Cancha de Polo del Hotel Embajador, ganado por Luis Despradel y Pedro José Borrell en 1974. El desarrollo turístico de la Playa de Najayo. El edificio del Ateneo de Santiago, ganado por Nelson Viñas, en 1976.

El edificio de la Cruz Roja Dominicana, ganado por Cott y Gautier en 1964; proyecto no realizado.

El Hipódromo, ganado por Rafael Calventi, declarado desierto.

El Concurso de Vivienda Social organizado por el CODIA,6 ganado por Rafael García.

La Catedral de la Vega, ganada por Cott y Gautier en 1978, después asignada a Erwin Cott.

El Mercado de la Avenida Duarte, ganado por Rafael Calventi en 1969.

La Nueva Casa Club del Country Club, ganada por Pujadas y Armenteros en 1979.

La urbanización y viviendas para la Falconbridge, dominado por Mariano Sanz entre otros concursantes que también construyeron sus proyectos, en 1969.

El Banco Central de la República Dominicana, ganado por Rafael Calventi en 1971, terminado 3 años

rrell, en 1982 y la Embajada de Italia, ganado por Eduardo Lora y Angel Giudicelli, en 1984, estos últi-

te ejecutado con otra concepción por Pedro José Borrell.

Ing. Juan Bernal. Foto Archivo OGM.

mos no ejecutados. Durante todo este período, la huella más notoria se advierte en el ámbito urbano, sobre todo en las ciudades de Santo Domingo y Santiago.

El Estadio Olímpico, ganado por Fred Goico, José Antonio Caro y Danilo Caro, en 1972.

Desde su fundación en 1957, la empresa Nacional de Contrucciones –NACO– definió una exitosa ruta

El Palacio de los Deportes, ganado por ICANTROBAS, en 1972.

de proyectos inmobiliarios desarrollando paulatinamente los dos millones de metros cuadrados adqui-

El Velódromo Olímpico, ganado por Haza y Pellerano, en 1972. Fue diseñado por el arquitecto colom-

ridos a la familia Hernández a RD$1.60 el m2. NACO se convierte en el nuevo centro de negocios de la

biano Anderson, de Cali, en colaboración con Mariano Sanz. La propuesta de Borrell, considerada ga-

ciudad capital gracias a una sabia estrategia de inversiones liderada por el Ing. Juan Bernal, con Ama-

nadora, fue desestimada ante el cúmulo de obras que manejaba al momento.

ble Frómeta como arquitecto principal. A las 40 casas realizadas en 1964 le siguen otras 48 en 1965,

El edificio sede del CODIA, ganado por Pedro José Borrell en 1972.

Ateneo de Santiago, 1976. Nelson Viñas. Foto Gustavo Luis Moré.

dicos, como el de la sede para la Rosario Dominicana, ganado por Moré, Marranzini y García Pecci en 1985,7 no ejecutado, o los privados organizados por la Central de Créditos, ganados por Pedro José Bo-

La Sede del Banco Popular Dominicano, ganada por Rafael Calventi a fines de los 70, y posteriormen-

Hospital Regional del Este en San Pedro de Macorís. Vista aérea. c. 1982. Rafael Calventi. Archivo Rafael Calventi.

No es sino hasta 1985 que el Estado dominicano promueve nuevos concursos, cada vez más esporá-

El Edificio de Oficinas del Estado -Huacal-, ganado por Pedro José Borrell en 1970.

más tarde.

Escorzo en picada del Edificio de Oficinas del Estado, mejor conocido como El Huacal, en Santo Domingo. 1970-1973. Pedro José Borrell. Foto Onorio Montás.

a pesar del terrible momento por el que atravesaba la economía nacional. En 1968 se construye el primer bloque de un piso en el borde oeste del Centro Comercial Plaza NACO junto a la torre del Edificio

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Maqueta del conjunto original de Plaza NACO y el edificio La Cumbre. c.1968. Amable Frómeta. Foto Archivo OGM.

La Cumbre. En 1970 se fabrica el bloque este, paralelo al primero, al que se le añade un segundo pi-

Vista aérea del conjunto urbano de Honduras. c.1968. Rafael Tomás Hernández, Hernández y Mondesí. Archivo Rafael Tomás Hernández.

riorismo de Frómeta.

Vista aérea de un conjunto de viviendas públicas en Santo Domingo. Rafael Tomás Hernández, Hernández y Mondesí. Archivo Rafael Tomás Hernández.

so en 1972. El bloque este incluye el modernísimo Cine Plaza, uno de los mejores proyectos de inte-

Con el éxito de la iniciativa se comienzan proyectos de mayor riesgo, como el conjunto de 8 torres multifamiliares dispuestas paralelamente en sentido este-oeste, construidas secuencialmente a partir de 1975. Concebido como una unidad urbanística integral, el sector de NACO contempló una serie de servicios tales como: escuela –La San Judas Tadeo–, hospital –el Militar de las Fuerzas Armadas–, hotel –el Hotel NACO 1 y el 2–, estación de policía, el Club NACO, etc. Su integración al tejido vial es posiblemente su mayor logro a diferencia de otros desarrollos suburbanos tan comunes en esa época en otros países. En el dominio público, Balaguer institucionaliza la práctica de los barrios de vivienda subvencionada en sectores marginales, política que se refleja de manera aguda en el tejido de muchas de las ciudades del país. No hubo centro urbano que no fuera dotado de edificios multifamiliares, –como fueron comúnmente llamados entonces– conjuntos provistos de la infraestructura de servicios básicos para la vida ciudadana. Rafel Tomás Hernández (1932), de la firma Hernández y Mondesí, es quien lleva las riendas en los ensayos por definir una arquitectura de mínimo costo y máxima expresión plástica, dentro de los simplificados modelos propios de esta tipología. Barrios como Honduras, Matahambre, fueron espacios de interesante trazado y articulación con las tramas existentes. Las operaciones de resemantización y recualificación de áreas centrales, tales como la Plaza de la Trinitaria, o eventualmente, el vertiginoso proyecto que alteró radicalmente la fisonomía de Santo Domingo con el nuevo eje de la principal arteria esteoeste de la capital, la avenida 27 de Febrero, fueron también escenarios para esta arquitectura habitacional de acompañamiento, tan característica de estos años.

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5.2

Puesta al día de la arquitectura oficial. Joaquín Balaguer y su política de “varilla y cemento” Los llamados “doce años de Balaguer”, de 1966 a 1978, demarcan en el territorio dominicano una impronta ineludible en el desarrollo de la arquitectura y el urbanismo nacionales.8 Las obras públicas se multiplican siguiendo la política de “varilla y cemento” del Dr. Balaguer, experimentado estadista formado en la corte de Trujillo, pero con rasgos intelectuales propios. Balaguer supo escoger bien, en esta etapa, a sus arquitectos. La lista de proyectos destacados es larga y abundante.

Sugestiva imagen del conjunto de oficinas del Estado en Gazcue, Santo Domingo. Se aprecian el Banco Central, el “Huacal”, la Secretaría de Finanzas (Ramón Trueba), Seguros San Rafael, la torre para Expo 70 (Amable Frómeta), hoy ocupada por la DGII, entre otros edificios relevantes de la zona. Foto Onorio Montás.

Los edificios de Calventi, los edificios de los hermanos José Antonio y Danilo Caro Ginebra –hijos del maestro moderno Caro Álvarez– tales como la Biblioteca Nacional (1971) y el Museo del Hombre Dominicano (1973); el academicista Teatro Nacional (1973) del veterano Teófilo Carbonell; el Edificio de Oficinas del Estado, de Pedro José Borrell (1944); el Museo de Arte Moderno (1973), de José Miniño (1945-2006); el de Historia Natural (1974), de Héctor Tamburini, Miguel Vila (1943-2005) y Federico Fondeur; el Estadio Olímpico (1974) de Fred Goico (1936) y muchos más, definen un nuevo paisaje urbano que acompaña a los políticamente añejos entornos trujillistas con los nuevos enclaves urbanos tales como la Plaza de la Cultura, el Centro Olímpico Juan Pablo Duarte, el Parque Zoológico Nacional de Eugenio Pérez Montás y Manuel Valverde (1947-1988); el Parque Botánico y la Plaza de La Trinitaria de Benjamín Paiewonsky; el Parque Mirador del Sur de Pérez Montás y Valverde, Christian Martínez et al.; la audaz reconfiguración del eje vial de la 27 de Febrero, la realización de los ya comentados edificios multifamiliares para la creciente población y muchos otros proyectos, son fundamentales para entender la República Dominicana de hoy. Muchas de estas obras requieren ser estudiadas con detenimiento. Balaguer produce desde su gestión varios ámbitos paralelos de acción. Mientras se armaba, por un lado, el sistema institucional para la salvaguarda de la arquitectura histórica, por otra parte, se desarrollaba nueva arquitectura de calidad y se dominaba los territorios urbanos con una pasión nunca vista en la historia. La lista descrita en el párrafo anterior es, en realidad, excluyente y limitada. El momento inicial corresponde a una plástica de transición entre el moderno internacional de los años 50 y el brutalismo que estaba expectante a la vuelta de la esquina. Las fronteras entre la blanca racionalidad de la Biblioteca Nacional (actualmente en proceso de remodelación y ampliación) y el clasicismo ex-

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Fachada frontal de la Catedral de La Vega, realizada por Pedro Mena (1990) en base al proyecto original de Erwin Cott (1968). Foto Jochi Marichal. Museo del Hombre Dominicano, Plaza de la Cultura en Santo Domingo. 1973. José Antonio Caro Alvarez, José Antonio y Danilo Caro Ginebra. Foto Onorio Montás. Museo de Historia Natural, Plaza de la Cultura en Santo Domingo, 1974. Héctor Tamburini, Federico Fondeur y Miguel Vila. Foto Onorio Montás. Galería, hoy Museo de Arte Moderno, Plaza de la Cultura en Santo Domingo. 1975. José Miniño. Foto de Onorio Montás.

presionista del Museo del Hombre Dominicano se desdibujan frente a obras como el Huacal (brutalista) o el Teatro Nacional (clasicista), para sólo citar ejemplos extremos. Es el momento de la arquitectura de autor, de la expresión libre resultante de la posibilidad de elección frente a las propias demandas del proyecto. No existe ya tal cosa como una arquitectura nacional única, capaz de expresar simbólicamente una supuesta dominicanidad. Los sueños inspirados de Gazón, quien apenas publicaba sus proclamas para una arquitectura de raigambre local quince años atrás,9 parecían un siglo distantes en el tiempo.

El diseño de la nueva sociedad: rutas de la modernidad en la arquitectura dominicana La influencia de Pier Luigi Nervi y de los estructuralistas italianos del momento se hace evidente en obras como la Capilla del Orfanato de Haina (1965, el sobresaliente conjunto de la Shell/CONALCO en Santo Domingo o la Catedral de La Vega (Cott y Gautier), esta última terminada una década más tarde por Pedro Mena (1952), actuando sobre los cimientos y las muraturas del proyecto eventualmente asignado a Cott, de evidente estilización kahniana. Incluso la obras cumbres de Calventi recurren al vocabulario del hormigón visto y son las estructuras elevadas a su máxima expresividad poética. La asociación de Cott y Gautier produce muchas obras de calidad, sobre todo en el universo doméstico. El legado del trabajo realizado por esta pareja de renombrados arquitectos va más allá del campo de la práctica. Ambos han ocupado, sobre todo Gautier, posiciones institucionales o cargos públicos. Ambos han tenido una vida de entrega a la mejoría de la cultura arquitectónica dominicana. Calventi actúa en sus años tempranos dentro de la oficina de planificación del campus de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, pero es su gran talento como diseñador que le confiere la oportunidad de realizar obras de gran calidad y vanguardismo. Inicia su carrera con la Residencia para la Embajada de Francia en la República Dominicana (1963), síntesis de una estética corbusiana racionalista y los postulados espaciales del organicismo, lamentablemente demolida para dar lugar a un estacionamiento comercial. El Mercado Nuevo de

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Biblioteca Nacional, Plaza de la Cultura en Santo Domingo. 1971. José Antonio Caro Alvarez, José Antonio y Danilo Caro Ginebra. Foto Onorio Montás. Estructura de la cubierta de la Capilla del Orfanato de Haina. 1968. Cott y Gautier. Archivo Erwin Cott. Conjunto Shell CONALCO, Santo Domingo. 1970. Cott y Gautier. Archivo Erwin Cott.

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Detalle del altar, Capilla del Orfanato de Haina. 1968. Cott y Gautier. Foto Onorio Montás. Maqueta del proyecto original para el concurso de la Catedral de La Vega. Cott y Gautier. Archivo Erwin Cott. Maqueta para el edificio típico de Escuelas Públicas. Cott y Gautier, c.1970. Archivo Erwin Cott.

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Vista aérea del Estadio Olímpico en Santo Domingo. 1974. Fred Goico. Archivo CARALVA.

la Avenida Duarte (1969), el conjunto del Banco Central de la República (1971-1978), el Palacio de los Depor-

tros de la ciudad capital, donde previamente operaba una terminal de poca envergadura. Las virtudes del es-

tes de Santiago (1979), el Monumento a la Restauración (1987) y el Hospital Regional de San Pedro de Maco-

quema, basado en una barra longitudinal cubierta de una losa plegada de hormigón armado y dos satélites pa-

Palacio de los Deportes de Santiago. 1978. Rafael Calventi. Foto Onorio Montás.

rís son sus encargos públicos de mayor trascendencia. El volumen de la Torre del Banco Central, realizado cui-

ra el movimiento de pasajeros y aeronaves, han sido evidentes hoy a más de 40 años de su concepción. En

dadosamente en hormigón color crema, especialmente desarrollado para el proyecto, resuelve junto al edificio

Santo Domingo realiza, además, el edificio de la Clínica San Rafael de la avenida Bolívar (c.1975), los edificios

del Auditorio una manzana del sector de Gazcue, creando una sutil tensión diagonal entre las masas arquitec-

para el City Bank (1967), el Banco Metropolitano, la IBM, el Hotel Continental (1978), el Banco Hipotecario Finan-

tónicas y los espacios abiertos, una novedosa solución adaptada a las circunstacias contextuales poco frecuen-

ciero, etc. Su hábil manejo de los aspectos tecnológicos del proyecto no son traducidos literalmente a la estéti-

te en esos años. Valga recordar el complejo del hoy desaparecido World Trade Center, en Manhattan, también

ca del mismo, evitando los exhibicionismos Hi-Tech de moda y optando a su vez por una expresión veraz y po-

organizado planimétricamente en diagonal. El edificio del Banco Central ha representado por más de tres dé-

tente de la estructura. En este aspecto, sus obras cumbres siguen siendo el Aeropuerto y el Estadio Olímpico.

cadas el paradigma de la buena arquitectura dominicana de estos años, con sus interiores de alta operatividad,

Manolito Baquero (1925-1981) y Gay Vega, ya establecidos, actuando intermitentemente por separado o en du-

sus finos acabados y el equipamiento totalmente controlado. Las casas del Arq. Calventi, particularmente la

pla, desarrollan conjuntos turísticos y edificios de gran escala e impactante presencia urbana. Baquero constru-

Mastrolilli (1977) y su propia residencia en Bella Vista (1981), pueden ser representativas de la más sofisticada

ye el edificio de oficinas de Seguros San Rafael –desarrollado siguiendo un riguroso estudio del impacto y la con-

arquitectura doméstica del período, resueltas con una admirable integración a la naturaleza, el uso del poten-

secuente protección del asoleamiento en su fachada frontal hacia el poniente– y, junto a Milán Lora –quien reci-

cial espacial como definidor de ambientes internos y el sabio manejo de materiales en composiciones expresi-

be el encargo–, diseña el zigzagueante volumen para el edificio del Hotel Sheraton (1977) en el Malecón. Los in-

vas, modernas y tropicales a la vez. Además, Calventi escribe un volumen pivotal que resume el estado de la

teriores de los espacios públicos de esta reluciente obra tuvieron gran impacto en el momento de su inaugura-

práctica de la arquitectura dominicana en el momento. Arquitectura Contemporánea en la República Domini-

ción, y fueron ejecutados con la ayuda de la diseñadora Virginia Cabral, excelente profesional del área y esposa

cana es sin lugar a dudas el más completo recuento realizado en el país hasta la fecha sobre ese tema.10

del Arq. Lora. A su prematura muerte, Baquero deja terminada la redacción del proyecto para la Clínica Yunén

En el año 1974 se realizan los XII Juegos Centroamericanos y del Caribe, ocasión propicia para la ejecución del

en la Avenida Bolívar, construida sin modificaciones esenciales15 años más tarde, evidenciando así la calidad

Parque Olímpico Juan Pablo Duarte, en el espacio que antes ocupaba parcialmente el aeropuerto General An-

del proyectista y su capacidad de previsión. Vega demuestra también su fineza con piezas de armoniosa factu-

drews. El emplazamiento general es atribuido por algunas fuentes al Ing. García Saleta. Varios edificios de impor-

ra como el Banco Nacional de la Vivienda (1975) y la Superintendencia de Seguros. En un equipo ampliado con

tante factura se destacan, principalmente el del Estadio Olímpico, diseñado por Fred Goico en la esquina no-

Manuel –Tin– Polanco (1933), diseñan los edificios para la Casa Haché en Santo Domingo y Santiago (1978).

roeste del polígono. Goico se forma con Louis Kahn en Philadelphia en los años 60 y realiza, durante su produc-

También en Santiago, junto a Fernando Battle, Vega ejecuta el Hospital Regional José María Cabral (1978), una

tiva carrera, un grupo de obras de gran calidad y riguroso control. Entre ellas figura el nuevo Aeropuerto de las

de las instalaciones mejor logradas en esta tipología de la edilicia pública. Hoy en dia, el archivo de planos y do-

Américas, su primer proyecto ganado por concurso, convenientemente situado en Punta Caucedo a 25 kilóme-

cumentos del Arq. Vega reposa catalogado en el Archivo General de la Nación. Su pequeña casa familiar en el

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Detalle del pórtico periférico del Estadio Olímpico, 1974. Fred Goico. Foto Onorio Montás. Edificios de Oficinas Seguros San Rafael. 1978. Manuel Baquero Ricart. Foto Onorio Montás.

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Superintendencia de Seguros en Santo Domingo. 1978. Edgardo Vega Malagón. Foto Onorio Montás. Edificio Haché en Santo Domingo. 1978. Edgardo Vega Malagón, Manuel Baquero Ricart y Manuel Polanco. Foto Onorio Montás. Arq. Edgardo Vega Malagón. Foto de Onorio Montás Banco Nacional de la Vivienda, Santo Domingo. 1975. Edgardo Vega Malagón. Foto Ricardo Briones. Hotel Sheraton, hoy Meliá en Santo Domingo. 1977. Millán Lora y Manuel Baquero Ricart. Foto de Onorio Montás.

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Edificio Galerías Comerciales, Santo Domingo. 1979. Eduardo Selman. Foto Jorge Selman. Perspectiva del conjunto del Banco Hipotecario Dominicano, hoy BHD, en Santo Domingo. El bloque bajo original es de Plácido Piña (1979) y la Torre de Eduardo Selman (1985). Archivo Eduardo Selman.

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Ensanche Ozama es considerada por muchos amigos de Gay y admiradores de su obra, como una de las jo-

UASD, dentro del grupo de diseñadores del momento. Ganado por concurso, el Edificio de Oficinas del

yas del diseño doméstico moderno dominicano. Frecuentemente asociados a este grupo de autores y con una

Estado (1970), mejor conocido como “El Huacal” –obedeciendo a la costumbre de contratar “botellas” o

gran obra en el área de los interiores arquitectónicos, se destacan en este período los profesionales Felipe Goi-

empleos innecesarios en los puestos públicos de la administración central– este slab brutalista refleja los

co (c.1920-1980) y Gianni Cavagliano (1939). Su aporte real está aún por ser documentado a fondo.

postulados de la arquitectura de la época, identificada con los edificios de Paul Rudolph y con otros pa-

Después de haber realizado varias residencias de elegante y suave modernidad, Eduardo Selman (1941),

radigmas latinoamericanos como el influyente edificio del Ministerio de Educación de Le Corbusier, Lucio

educado en Suiza, realiza un conjunto de residencias en condominio de gran acierto en la margen norte

Costa, Oscar Niemeyer, et al. en Río de Janeiro. Su fluida planta baja y sus volúmenes esclavos de la to-

del nuevo Parque Mirador del Sur. Pero es su edificio para Galerías Comerciales (1979), que establece

rre principal, trabajada como un paralelepípedo simple protegido por brisesoleils contra el elemento climá-

un hito en la arquitectura del momento, no sólo por constituirse como pieza urbana de potente presen-

tico, elementos tan propios de la cultura latinoamericana, confieren a este edificio su particular identidad.

cia, sino por su rica estética de planos inclinados, franjas horizontales y su bien lograda gama cromática

Junto a Pedro José actúa su talentoso hermano Rodolfo (1946-1978) hasta su temprano fallecimiento, en

de grises. Luego realiza la iglesia de San Judas Tadeo, el edificio de Teleantillas y el de IEMCA, la Torre

una numerosa serie de hermosas casas de intrigante geometría, dispersas por los sectores de NACO y

BHD (1983), el edificio actualmente ocupado por el INVI, las Galerías Residenciales, la Torre del Parque

Piantini. Borrell practica también como consultor urbano, siendo el autor de un importante estudio realiza-

(1986), e Intempo, entre muchos otros proyectos de promoción inmobiliaria, posiblemente los mejor lo-

do para encauzar el desarrollo de la ciudad de Santo Domingo en 1978.11 Participa posteriormente en el

grados arquitectónicamente dentro de esta modalidad de producción.

diseño de varias edificaciones y en el planeamiento del ejemplar campus de la Universidad Católica Ma-

Roberto Bergés (1933-2007) desempeña un papel protagónico como decano de la Facultad de Arqui-

dre y Maestra en Santiago. Sus edificios para empresas privadas tales como la Universal de Seguros, la

tectura y Urbanismo de la UNPHU y también como autor de varias casas y edificios públicos, tales como

Torre Popular, el edificio Corporativo del Grupo E. León Jimenes, el Centro Cultural Eduardo León Jimenes,

la sede del Consejo Estatal del Azúcar, de la Corporación de Empresas Estatales y del Instituto Nacional

en Santiago, el Banco de Reservas de la 27 de Febrero, la Ferretería Americana y muchos otros, son pro-

del Azúcar, edificios localizados todos en el entorno gubernamental del Centro de los Héroes de la ciu-

bablemente su área de excelencia más reconocida. Años más tarde desarrolla otro proyecto público: el

dad capital. Su obra se inicia con un hermoso edificio para la Joyería Di Carlo en la Calle El Conde, cu-

Acuario Nacional. Éste fue resuelto por medio de una serie de pabellones abiertos, de estudiada escala y

yo interior era una de las paradas obligatorias en los recorridos por esta arteria histórica de la capital.

respetuosa presencia urbana, vinculados más bien al paisaje costero caribeño que a la ciudad misma.

Posteriormente ejecuta su proyecto para la Biblioteca de la UNPHU y todo el conjunto de la Plaza de la

La pequeña dimensión no le es ajena. La Casa del Río es una seductora pieza de arquitectura de made-

Salud, junto a su hijo Robertico. Esta es una de las últimas obras desarrolladas por el presidente Bala-

ra absolutamente integrada a la naturaleza, montada sobre un tenaz arroyo que se entrega a las aguas

guer, aprovechando los terrenos del antiguo hipódromo Perla Antillana, en el ensanche La Fe.

del Atlántico, en El Portillo, Samaná. Hoy, La Casa del Río pertenece a la familia Prieto y se encuentra

Pedro José Borrell representa a la generación emergente, producto del nuevo plan de estudios de la

perfectamente conservada a pesar de haber sido realizada hace más de veinte años.

Estudio para un edificio de oficinas y estación de transferencias del transporte urbano, en Santo Domingo. c. 1985. Eduardo Selman. Archivo Eduardo Selman. Fachada norte, Casa del Río en Las Terrenas, Samaná. 1984. Pedro José Borrell. Foto Gustavo Luis Moré Planta, Casa del Río en Las Terrenas, Samaná. 1984. Pedro José Borrell.

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Chase Manhattan Bank en Santo Domingo, hoy Banco León. 1975. William Reid Cabral. Foto Archivo Reid Cabral. Casa Nader en el Sector Piantini, Santo Domingo. José Manuel –Nani– Reyes. 1966. Foto Francisco Manosalvas. Ampliación del Chase Manhattan Bank en Santo Domingo, hoy Banco León. 1984. William Reid Cabral y Skidmore, Owings and Merryll. Foto Archivo Reid Cabral. Sede de la Asociación La Nacional de Ahorros y Préstamos en Santo Domingo. 1980. William Reid Cabral. Foto Onorio Montás.

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5.3

El impacto en la estructura urbana Con el cambio de modelo político, se inicia una estrategia dual, tanto privada como pública, para atender el grave problema de demanda de infraestructura ocasionado por la espiral migratoria de la posdictadura. El barrio de Los Prados es uno de los proyectos privados que alcanza notable éxito. Pablo Mella, quien se había iniciado en Puerto Rico como urbanista, propone en su ensayo de diseño urbano en el barrio de Los Mina (1960), un moderno asentamiento basado en la tipología de lotes y servicios en el

Vista aérea parcial del Parque Mirador del Sur, en Santo Domingo. En primer plano se aprecia el conjunto de la Cancha de Polo, en las inmediaciones del Hotel Embajador, y el incipiente desarrollo inmobiliario posterior de la zona. Al fondo, Metaldom y parte de la costa capitalina del Mar Caribe. Foto Stefano Topuntoli, 1991.

que alojó a 50,000 habitantes en 8 meses. Produce diseños para Los Pinos, Los Ríos, Los Cacicazgos, Los Jardines e innumerables urbanizaciones, creando una serie de trazados de carácter orgánico, íntimamente acoplados a la morfología del terreno, que se identifican con facilidad en la creciente cartografía de la época. Hay un texto sorprendente sobre su extenso trabajo en el Apéndice G de La Ciudad del Ozama, obra citada del Arq. Pérez Montás. Como hemos señalado, Rafael Tomás Hernández es uno de los protagonistas principales del período. Es escogido por el Presidente Balaguer para la realización de un parque que habría de aprovechar los terrenos desocupados del aeropuerto General Andrews, razón por la que visita Jamaica, México y algunas ciudades de los Estados Unidos para estudiar casos similares. Su esfuerzo se concentra en dos áreas principales: la vivienda y la urbanización pública. En esta última realiza proyectos de trascendencia, tales como la urbanización de Honduras, nuevo esquema de diseño total de exitosa factura, pionero en establecer propuestas de adaptación al terreno integrando tipos arquitectónicos mixtos en un conjunto coherente y sano. A este proyecto le siguen muchos otros, como el de los edificios acompañantes a su nuevo trazado para la avenida 27 de Febrero, el hecho de intervención urbana más trascendental del momento. Hernández sigue actuando hasta el último minuto de manos del Presidente Balaguer. En sus períodos de gobierno que ocupan los años 1986-1996 completa el sistema del Cinturón Verde de la Ciudad de Santo Domingo con su importante proyecto para el Parque Mirador Norte, un sensacional pulmón de 5 millones de metros cuadrados bordeando la margen paralela superior del Río Isabela.12 De nuevo Pérez Montás recuerda: “Hacia 1970 el proceso anotado se había consolidado en una reali-

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dad tanto desde el punto de vista vecinal como vial. Nuevos vecindarios o ensanches ocuparon los terrenos de La Esperilla y Mata Hambre, así como la superficie del desaparecido aeropuerto General Andrews. En aquella área se configuraron la avenida 27 de Febrero, la avenida John F. Kennedy y la prolongación de la avenidas Bolívar y Sarasota, que acentuaron el crecimiento hacia el oeste. Hacia el norte se multiplicó la ocupación de los quebrados terrenos del sector Arroyo Hondo, donde surgieron, además, La Agustina, Cristo Rey, La Puya, Altos y Cerros de aquel arroyo, así como muchos otros barrios ocupados por toda la estructura social, desde muy ricos hasta muy pobres. Estos últimos asentaron una población marginal en depresiones topográficas y altozanos ribereños de los ríos Isabela y Ozama, así como arroyos y manantiales que, de haberse preservado, hubieran constituido envidiables zonas verdes integradas a los indispensables recursos del patrimonio natural de toda la región”.13 A este panorama febril de cambios sucedidos en corto tiempo, se dedican recursos tanto estatales co-

Conjunto de edificaciones que conforman el Parque Olímpico Juan Pablo Duarte, realizado por el Estado en la ocasión de los Juegos de 1974. A la izquierda el sector de NACO, y al fondo los terrenos del Hipódromo Perla Antillana, en el ensanche La Fe, y las instalaciones de la Sociedad Industrial Dominicana. Foto Stefano Topuntoli. Vista aérea de la Plaza de la Cultura, en Santo Domingo. Foto Onorio Montás. Vista parcial del Cementerio de la Máximo Gómez, Santo Domingo. Foto Stefano Topuntoli. Vista parcial del Parque Mirador del Este, Santo Domingo. 1990. Al fondo el Faro a Colón. Foto Stefano Topuntoli.

mo privados. Una especie de concertación inevitable, contagiada por el clima de libertad postiranía, parecía dirigir los esfuerzos. Urbanísticamente, los grandes espacios obedecen a una misma filosofía: aprovechar los espacios disponibles heredados de la Era de Trujillo y transformarlos física y semánticamente en espacios públicos de uso intenso y gran representatividad ciudadana. La disposición de las piezas de arquitectura no obedece a patrones particularmente evidentes, sino más bien a la facilidad de actuar en el terreno siguiendo la ruta del menor esfuerzo, tanto en la Plaza de la Cultura como en el Parque Olímpico, los dos desarrollos estatales de mayor envergadura en el contexto capitalino. Los antiguos criterios del diseño urbano basados en ejes integrados a la ciudad existente, ordenamientos geométricos y perspectivas monumentales, como los de la UASD, la entrada monumental de Santiago y La Feria de la Paz, de 1955, se abandonan por otro, suelto, libre, aparentemente moderno. Los diseños paisajísticos y de espacios abiertos de Benjamín Paiewonsky han demostrado poseer

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“Catedral” de bambúes en el Parque Botánico Nacional. 1976. Benjamín Paiewonsky y Mamoru Matsunaga. Foto Ricardo Briones.

enorme atractivo y permanencia a través del tiempo. En su trabajo del Parque Botánico Nacional se

una serie de edificios habitacionales que, junto a otros dispuestos en la margen norte del parque, acom-

advierte un control experto y una devoción al lugar verdaderamente admirables. Éste es, en realidad,

paña a una serie de embajadas. Pedro José Borrell realiza en el conjunto de la Cancha de Polo torres de

Jardín Japonés del Parque Botánico Nacional. 1976. Benjamín Paiewonsky y Mamoru Matsunaga. Foto Ricardo Briones.

uno de los parques botánicos más bellos de América Latina, con sus pavimentos de ladrillo y piedra

apartamentos integrados a la naturaleza del parque circundante.

de río, sus sinuosos caminos y sus numerosas palmas Guanito. Mamoru Matsunaga, un singular ni-

Christian Martínez (1939), arquitecto formado en Roma, hijo del ingeniero Bienvenido Martínez Brea

pón que adopta Trujillo para entrenar a sus tropas élites en las artes marciales orientales, nos lega den-

(1912), realiza algunas obras de singular impacto. Hacia 1972 termina la reestructuración del Parque In-

tro del mismo Botánico su hermoso espacio del Jardín Japonés, híbrido ejemplar de formas clásicas

dependencia, polémico proyecto que demuele la hermosa glorieta de principios de siglo –atribuída a Ne-

y naturaleza tropical. El escultórico árbol de Anacahuita que domina el estanque y la bóveda de bam-

chodoma– y despoja al parque de su tropical y frondosa vegetación. A pesar de este abrupto cambio de

búes continúan asombrando a los visitantes de este seductor lugar, treinta años después de su inau-

carácter, el proyecto es exitoso al rescatar el baluarte de la Puerta del Conde y sus murallas conexas y

guración.14

al disponer de los restos humanos de los Padres de la Patria: Juan Pablo Duarte, Francisco del Rosario

El Parque Zoológico es una obra maestra de reestructuración de un territorio dilapidado, ya que en este

Sánchez y Ramón Matías Mella, en un elegante y marmóreo mausoleo. Martínez ya había realizado unos

lugar, situado en uno de los codos de la ciudad en su entrega al Río Isabela, cercano a la antigua Fábri-

paneles y esculturas plásticas de hermoso cromatismo, instalados en el Aeropuerto de las Américas y en

ca Dominicana de Cemento (1947), se encontraban minas de extracción de caliche, actividad que había

la Biblioteca Nacional. Su obra de mayor escala es la Plaza de la Independencia, en el encuentro de las

configurado un temario de escultórica expresividad, sabiamente apropiado por sus autores, Eugenio Pé-

nuevas avenidas 27 de Febrero y Luperón, espacio monumental presidido por una colosal Bandera Na-

rez Montás y el lamentablemente ido a destiempo Manuel –Manolito– Valverde (1956-1998). En él actua-

cional, enmarcada por un arco de hormigón visto a la manera del de Saarinem en Saint Louis, diseño

ron otros arquitectos, como Guillermo Santoni (1936-2008), quien ejecuta la pajarera, disponiendo una

que organiza en su entorno 4 edificios gubernamentales asignados al taller de Rafael Tomás Hernádez.

malla de acero de grandes dimensiones a manera de enorme e imperceptible jaula. El Parque Mirador

Martínez logra, con un sólo gesto, articular el espacio de la dominicanidad del pasado y la del presente

del Sur se convirtió en el espacio lúdico de uso masivo de mayor aceptación en la ciudad de Santo Do-

en dos polos opuestos del territorio en la ciudad capital.

Detalles paisajísticos del Parque Zoológico Nacional, 1976. Eugenio Pérez Montás y Manuel Valverde Podestá. Archivo Eugenio Pérez Montás. Conjunto de viviendas sociales en Santo Domingo. c. 1978. Foto Stefano Topuntoli.

mingo. Tres equipos fueron asignados, de este a oeste: el de Christian Martínez, el de Pérez Montás y Valverde, y el de Rodolfo Diestch. El proyecto de este parque asume, veinte años después de su polémica redacción original, las ideas del Plan Regulador de Ramón Vargas Mera para Ciudad Trujillo, el cual disponía de un gran parque longitudinal aprovechando la presencia del farallón rocoso que se extiende en toda su dimensión oriente-poniente sobre la ciudad de Santo Domingo. En su testero este, en los antiguos terrenos de la Cancha de Polo del Hotel Embajador, se lleva a cabo un concurso para escoger

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5.4

Transición o continuidad... Uno de los personajes más influyentes en toda la escena relativa a la obra pública es sin dudas el Ing. Bienvenido -Bebecito- Martínez Brea. Ya durante los años de la dictadura, “Bebecito”, como es conocido por todos en el ambiente político y profesional, había comenzado un trabajo tesonero y constante en la

Plaza de la Trinitaria y entorno. Al fondo el edificio de Pasaportes, hoy ocupado por la Cámara de Cuentas. Santo Domingo. Benjamín Paiewonsky, Rafael Tomás Hernández, Teófilo Carbonell et al. Foto Onorio Montás.

realización de los más variados proyectos. Actuando desde su oficina en el mismo Palacio Nacional, es él quien acompaña los deseos más íntimos de estos dos tenaces gobernantes. Una memoria publicada en 1996, a raíz de la exposición “Legado de un Estadista” realizada por la Oficina de Ingenieros Supervisores adscrita al Poder Ejecutivo, dirigida por el mismo Ing. Martínez, escribe: “Nacido para construir y triunfar, Bienvenido Martínez Brea es, sin dudas, el ingeniero bajo cuya supervisión y dirección profesional se han levantado más obras públicas, las que, distribuidas por toda la geografía nacional, satisfacen a plenitud las necesidades de la ciudadanía con instalaciones deportivas, escuelas, edificios de oficinas gubernamentales, iglesias, proyectos habitacionales, centros comerciales y otros tipos de edificaciones. (...) Nativo de San Pedro de Macorís, realiza sus estudios de Ingeniería en la Universidad de Santo Domingo, graduándose en 1935. El entonces Presidente Trujillo dedica un agasajo a los egresados de esta promoción que obtuvieron las mejores calificaciones, y entre éstos se encontraba Martínez Brea, quien logra la admiración y simpatía del gobernante, iniciándose así una larga relación de amistad y trabajo, depositando Trujillo en él su confianza para la construcción de importantes obras que todavía a más de 40 años continúan cumpliendo cabalmente sus finalidades, lo cual pone de manifiesto que se construyeron con responsabilidad y ética profesional y además con visión futurista. Entre estas obras sobresalen: El Palacio de Bellas Artes, Estadios Quisqueya, Cibao, Tetelo Vargas y los de la Escuela Normal Presidente Trujillo, hoy Juan Pablo Duarte, y el de la Universidad de Santo Domingo. Igualmente construyó el recientemente desaparecido Hipódromo Perla Antillana. (...) En razón de su vasta experiencia, lealtad y amistad con el Presidente Balaguer, retorna con él al Palacio Nacional en 1966, y recae en su persona la ingente tarea de hacer realidad los más grandes sueños de engrandecimiento patrio del inigualable estadista, materializados en obras que van desde mo-

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dernas escuelas hasta la majestuosidad del Faro a Colón y la total desarrabalización y embellecimiento de la margen oriental de la ría del Ozama, magno proyecto que revaloriza el centro de la ciudad de Santo Domingo”.15 Bebecito Martínez escribe un largo capítulo en la obra pública nacional. Su presencia es continua en el tiempo y ubicua en el territorio, y su modo de proceder frente al manejo de la contratación para el diseño establece un patrón todavía difícil de transformar en las instituciones oficiales.

Teatro Nacional. Plaza de la Cultura de Santo Domingo. 1974. Teófilo Carbonell. Foto Onorio Montás. Sala de la República del Teatro Nacional. Plaza de la Cultura de Santo Domingo. 1974. Teófilo Carbonell. Foto Onorio Montás. Ayuntamiento de Santiago de los Caballeros. Santiago, 1971. Teófilo Carbonell. Foto Ricardo Briones.

Diplomáticamente antagónico a Brea, Teófilo Carbonell ejecuta varias obras públicas fundamentales del período, tales como el Ayuntamiento de Santiago, el Teatro Nacional, el Gran Teatro Cibao, el edificio de oficinas públicas llamado “El Huacalito” y, fundamentalmente, la versión definitiva del Faro a Colón, monumento construido por el Presidente Balaguer para coincidir con la celebración en 1992 del V Centenario del Descubrimiento. Su trabajo como proyectista privado en varios edificios de apartamentos en el sector

de Gazcue le valió un gran prestigio como diseñador celoso y detallista. Se cuenta que siempre quiso dibujar él, personalmente, sus planos arquitectónicos, sin confiarlos a otros colaboradores, como es la práctica común en este oficio. Su inicio como arquitecto del Estado se lleva a cabo con la restauración de la Casa de Caoba, residencia privada del Presidente Trujillo en las inmediaciones de San Cristobal. Carbonell pocas veces aceptó dar conferencias sobre su obra. Fue durante la celebración de la VI Bienal de Arquitectura de Santo Domingo en 1996, una de esas pocas ocasiones en que sí lo hizo. De allí extraemos esta reveladora cita, capaz de explicar la manera tan frecuente de practicar arquitectura pública en el país: “Con ese cuidado en el detalle, en la ejecución de las obras, inicié mi ejercicio en el

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área de la vivienda, hasta que un hecho fortuito marcó mi vida profesional. Laboraba yo en la Oficina del Ingeniero Asesor al Servicio del Presidente de la República, donde había tenido desavenencias con el encargado. Llegó la orden del Generalísimo Trujillo para reparar su Casa de Caoba y el Director halló propicia la ocasión para el desquite. Me llamó diciéndome: “Prepárese, Carbonell, que usted es el que va, para que se joda”. Trasladé mi residencia a San Cristóbal, a fin de permanecer en la obra cada minuto de labor. Tuve que instruir al personal y cada detalle se ejecutaba en mi presencia. Trujillo era un observador acucioso y un crítico conciso, directo. Al finalizar el encargo me mandó llamar y dijo: “Arquitecto, ¿usted se atrevería a encargarse de la reparación de todas mis casas?” La respuesta fue el inicio de una colaboración profesional que se extendió hasta su muerte. Se me encargó el diseño de tres asilos, uno de los cuales construí; innumerables obras de ampliación o adecuación de edificios públicos y la construcción de grupos de viviendas en el Barrio de Mejoramiento Social y en el Ensanche Luperón, entre otros.

Altar de la Patria en el Parque Independencia, Santo Domingo. Mausoleo de los Padres de la Patria. 1978. Restauro y obra nueva de Christian Martínez. Foto Ricardo Briones. Edificio de la Cámara de Cuentas, Santo Domingo. 1988. Diseño de Erwin Cott y Luis Despradel, con Teófilo Carbonell como contratista. Foto Ricardo Briones. Arco de la Bandera Nacional en la Plaza Independencia, Santo Domingo, 1976. Christian Martínez et al. Foto Gustavo Luis Moré Sede del Partido Reformista en Santiago de los Caballeros, una obra de gran abstracción en el panorama iconográfico del momento. c.1974. Cuqui Batista. Foto Lowell Whipple.

La misma entrega al trabajo que me abrió el camino con Trujillo, lo hizo con el ex-Presidente Dr. Joaquín Balaguer. Trabajaba yo en la construcción del Ayuntamiento de Santiago, hacia 1969, cuando en una visita no anunciada, el Dr. Balaguer se presentó a la fábrica al mediodía. Me encontró, manguera en mano, rociando un relleno y me preguntó: “¿Usted, no come?” Yo respondí: “Señor, yo no como, lo estoy imitando a usted”. El día de la inauguración de esa obra, me encargó el proyecto del Teatro Nacional. Recuerdo el entusiasmo de mi esposa y amigos al felicitarme mientras yo, consciente de las dificultades y complejidad del tema, pensaba: “Hasta aquí llegaste, Carbonell (...)”.16

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5.5

El proceso de restauración del patrimonio monumental de la nación De extraordinaria visión política, el presidente Balaguer ordena en su mandato transitorio y a pocos días del tiranicidio, la restauración de la casa del patricio Juan Pablo Duarte, iniciada por Víctor Bisonó en 1961. La sustitución de los íconos de la dictadura se ponía en marcha y se ensayaban los actos que habrían de ponerse en escena poco después.

El Fuerte San Gil y Murallas de Santo Domingo (1540). Al centro, el monumento a la Independencia Financiera. Tomás Auñón, 1944. Foto Luis Nova.

Pocos años más tarde, una vez restituido el sistema democrático en el año de 1966, se inicia un proceso de importante gestión institucional en el aspecto de la valorización del patrimonio arquitectónico nacional. No sólo fueron llevados a cabo proyectos de nueva factura sino, paralelamente, las obras de restauración de los grandes monumentos y los antiguos edificios de la Ciudad Primada y de otros sitios históricos. Esta iniciativa fue realizada a través de la labor de la recién creada Oficina de Patrimonio Cultural (1967) y de la Comisión para la Consolidación de los Monumentos de Santo Domingo en 1972, a raíz del terremoto del 71, dirigidas por Manuel del Monte y por el venerado Don Moncito Báez López Penha, decano de los restauradores dominicanos. Don Moncito había ya comenzado el proceso de restauro en Santo Domingo durante la época de Trujillo, a raíz del terremoto de 1946. El trabajo de estos pioneros dominicanos ha sido ejemplar en la escena latinoamericana y ha permitido la revalorización de los relevantes espacios históricos del país. El programa se potencializa con la planificación racional de los recursos patrimoniales en la zona, terminado en 1967 por los arquitectos Pérez Montás, Cott, Gautier y otros, publicado en 1973,17 y posteriormente encauzado por el Plan Regulador de la Zona Colonial, redactado por Gautier en los 80 para la Oficina de Patrimonio Cultural, durante la gestión del Arq. Esteban Prieto Vicioso al frente de la Oficina de Patrimonio Cultural. Estas acciones fueron respaldadas con la creación y el trabajo continuo del eficiente capítulo dominicano del ICOMOS, por la publicación del estupendo boletín Casas Reales18 y por el enérgico apoyo demostrado por las administraciones del Dr. Joaquín Balaguer hacia la conservación de los centros históricos dominicanos, en particular el de Santo Domingo. Los arquitectos más renombrados de la época, interesados en el tema de la restauración arquitectónica,

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Portal del Monasterio de San Francisco en Santo Domingo. Rodrigo de Liendo, c.1521. Restauro de Víctor Bisonó, 1978. Foto Ricardo Briones. Conjunto de casas en Las Atarazanas, Santo Domingo. Restauradas por Manuel Delmonte et al, 1968. Foto Jochy Marichal. Interior del Hotel Nicolás de Ovando, Santo Domingo. Restaurado por la Oficina de Patrimonio Cultural c.1970, convertido en hotel en 1998. Foto Jochi Marichal.

fueron asignados como conservadores oficiales ad vitam de monumentos específicos. La situación re-

ros trabajos notables realizados por la Oficina de Patrimonio Cultural, timoneada por Manuel del Monte

sultante, vigente hasta hoy, es: Eugenio Pérez Montás y Esteban Prieto Vicioso, a la Catedral de San-

Urraca.

to Domingo.

César Iván Feris

El 14 de febrero de 1987 fue cerrado para su peatonización el eje histórico de la calle El Conde. Esteban

Iglesias, al Convento y Monasterio de Los Dominicos. Teódulo Blanchard y Erwin Cott, al Convento de

Prieto Vicioso, director de la OPC, llevó este proceso hasta la iniciativa de regularizar la sustitución de le-

Santa Clara. Víctor Bisonó, al Convento y Monasterio de Los Franciscanos. Christian Contín, al Hos-

treros en el Centro Histórico en su conjunto, en combinación con el ADN.

pital de San Nicolás de Bari. Teódulo Blanchard, a la Fortaleza Ozama, el Fuerte de San José y el lien-

El extraordinario patrimonio republicano de las ciudades de Santiago de los Caballeros y de Puerto Pla-

zo este de murallas monumentales.

ta, debió esperar una ocasión posterior. La Catedral Santiago Apóspol fue intervenida desde 1987 a

Manuel Salvador Gautier, al Convento y Monasterio de Las Mercedes.

Luis Eduardo Delgado, a las Puertas de la Misericordia y los lien-

Esteban Prieto, a la Casa de Palavé.

William –Billy– Reid, a la Ermita

1992, como parte de un proyecto urbanístico de transformación integral de su entorno, por los arqui-

Rafael –Chichí– Ricart, a la Iglesia de San Carlos.

Roberto Bergés, a la Iglesia del

tectos Tácito Cordero y Raymundo López, al frente de un equipo de profesionales que contó con la par-

Moncito Báez se encargó del Fuerte de San

ticipación destacada del artista Bismack Victoria, entre otros. Su obra escultórica para la Capilla de los

Gil, del Ingenio de Nigua y de otras obras. El Alcázar de Colón fue recuperado por el arquitecto mexi-

Inmortales resume una de las intervenciones paradigmáticas de ese momento en la arquitectura domini-

cano Carlos Flores Marini después de los daños ocurridos durante la Guerra de Abril. Tanto este edificio

cana, a pesar de lo polémico que resultó finalmente todo el ambicioso proceso, nunca felizmente termi-

como el Convento de los Jesuitas, convertido en Panteón Nacional, habían sido previamente reconstrui-

nado. El Arq. Roberto Bergés transforma a su vez en el período de 1978 a 1982, el Parque de Puerto

dos –en el caso del primero– o acondicionados a su nuevo uso por el arquitecto español Javier Barroso

Plata, devolviendo la demolida glorieta o quiosko central, reconstruído en base a documentos del nota-

en 1954-1956.

ble período victoriano en esa ciudad, y la Estación Terminal de Ferrocarriles, totalmente realizada en

Fuera de la ciudad capital, José Ramón –Pusiso– Prats hizo la restauración de la Iglesia de Bayaguana;

estructura metálica.

Teódulo Blanchard, la del Fuerte de San Felipe en Puerto Plata; y Manuel del Monte, la Casa de Ponce

Hoy en día, el valioso patrimonio dominicano es entendido como un conjunto histórico de más de cinco

de León en Boca de Yuma. El Arq. José González dedicó sus energías al apasionante rescate de los fuer-

siglos, por lo que se asumen obras relevantes del siglo XX dentro del potencial catálogo de monumen-

tes y ruinas de La Vega Vieja, donde existe una ciudad entera aún por descubrir.

tos nacionales. La defensa de este relevante inventario de espacios y obras se ha ampliado hasta con-

Este sistema de asignación ha demostrado ser provechoso, lográndose con él una especie de celo pa-

tar con el respaldo de varias instituciones profesionales privadas, como en el caso del ICOMOS, CARI-

ternal permanente, capaz de mantener el ojo avizor sobre estas importantísimas estructuras, íconos in-

MOS, el DOCOMOMO, el Grupo Nueva Arquitectura, PROGAZCUE, y la FEWP, entre otros.

zos de murallas oeste y norte. de San Gregorio. Carmen.

Leopoldo Franco, al Hospital de San Lázaro.

Espacio conmemorativo en la Catedral Santiago Apóstol, Santiago de los Caballeros. 1994. Restauro y nueva obra de Tácito Cordero et al, esculturas de Bismarck Victoria. Archivo Bismarck Victoria. Ingenio de Boca de Nigua, San Cristóbal. Restaurado por el Ing. José Ramón Báez López Penha, 1977. La simetría del conjunto permitió un creativo restauro en que fue reconstruída una mitad de la estructura y consolidada la otra. Foto Ricardo Briones. Hermosa fachada principal de la Iglesia de San Carlos, Santo Domingo. Foto Ricardo Briones.

discutibles del patrimonio artístico y cultural dominicano.19 El proceso incluyó decenas de casas coloniales, siendo el conjunto de las Atarazanas uno de los prime-

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5.6

Santiago de los Caballeros: tradición y modernidad Mientras tanto, esta importante ciudad, corazón del Cibao, la de los 30 Caballeros, se organiza democráticamente y recibe, entre muchas iniciativas más, el positivo impacto de uno de los proyectos educativos más logrados en la cultura nacional: la creación y desarrollo de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra. Fundada bajo la gestión de la pujante Asociación para el Desarrollo de Santiago (hoy APEDI) –institución ciudadana que merecería, por su vigorosa acción, páginas enteras en la reseña del desarrollo regional, en principios

Sala de Lecturas en la Biblioteca Central de la PUCMM, Santiago de los Caballeros. 1975. Francisco Camarena et al. Foto Onorio Montás. Relieve de Domingo Liz en el edificio del Roxy, en la calle El Conde, Santo Domingo. Cuqui Batista, c.1956. Foto Lowell Whipple.

y luego nacional–, establece criterios de asentamiento, diversos a los anteriormente conocidos en los campus universitarios de la UASD y la UNPHU, mayormente de carácter urbano. La PUCAMAYMA obedece a una planificación de campus abierto, integrado a la pródiga naturaleza cibaeña, en el que se disponen, con criterios eminentemente paisajísticos, las piezas arquitectónicas de apoyo. El conjunto, si bien disperso, crea una agradable y funcional atmósfera para el estudio y la relajación. En su materialización participan los arquitectos Pedro José Borrell, el influyente y sólido Francisco –Cuqui– Batista (1925) –quien realiza el edificio primario para el Centro de Estudiantes–, Gerardo Ulate y destacadamente el arquitecto mexicano Francisco Camarena (1928). Es este autor quien logra plasmar una arquitectura de modernísima institucionalidad, dotada de innumerables detalles en su cuidadosa y poética factura. Usando la paleta del corbusianismo brutalista tan frecuente en estos años, logra sin embargo enraizarla en la cultura santiaguera de manera definitiva. Sus quiebrasoles de tabla de palma, sus calados, sus vestíbulos abiertos magistralmente secuenciados, los volúmenes conectados en perfecta articulación, hacen de los edificios de la Rectoría (1974), la Biblioteca (1971), la Torre de Agua (1972) y el Auditorio, cuatro obras paradigmáticas de esa ciudad. Posteriormente ejecuta la Alianza Francesa y en pleno centro histórico, en similar lenguaje, el edificio para la Asociación Cibao de Ahorros y Préstamos. Durante estas décadas, Santiago estructura tímidamente su crecimiento en la periferia del Centro Histórico, aunque éste, sin lugar a dudas, haya sido muy intervenido por nuevas obras, que muestran –tal como ha venido ocurriendo en otros polos urbanos del país– poco respeto a las características morfológicas y a la escala de su tradicional arquitectura, tanto a la de carácter colonial, como a la del exquisito victoriano que aún se admira en contados ejemplares dispersos en el tejido. No es sino hasta la década

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Torre de la escalera del cuartel de bomberos de Santiago. Cuqui Batista, c.1976. Foto Lowell Whipple.

de los años 80 y 90, cuando se produce un cambio de actitud hacia la misma y se empiezan a rescatar

Edificio del BNV en Santiago de los Caballeros.1986. Cuqui Batista. Foto Gustavo Luis Moré.

paseos internos a las manzanas, de gran valor ambiental.

Edificio Casa Haché en Santiago de los Caballeros. 1980. Edgardo Vega y Manuel Polanco. Foto Onorio Montás. Torre de oficinas de la Asociación Cibao de Ahorros y Préstamos, 1975. Santiago de los Caballeros. Francisco Camarena. Foto Onorio Montás.

viejas casonas, almacenes y a bordar una amalgama de intervenciones en torno a patios, corredores y

De este período es, por ejemplo, el Edificio de Oficinas Estatales Don Antonio Guzmán Fernández, que posee atributos formales y materiales típicos del predominio brutalista de la época, y el Edificio de Oficinas y Centro Comercial de la Casa Haché, de Manuel Polanco y Gay Vega. La obra de Cuqui Batista refleja una plástica de mayor dinamismo, asumiendo una visión del proyecto basada en el análisis programático despojado de todo prejuicio, lo que le permite obtener resultados de gran creatividad y fuerte noción de contexto. Este método, que descansa en posibilidades creativas infinitas y en un discurso apasionado y firme, parece haberle brindado a él y a su selecto grupo de jóvenes seguidores, valiosas oportunidades. Varios de sus edificios, notablemente realizados en hormigón visto, particularmente los Jardines Metropolitanos 1 y 2 (1974), definen un circuito inevitable de calidad en el Santiago contemporáneo. Su pequeña casa, una obra de nívea orfebrería en bloque de concreto a la vista (1964), es uno de los espacios de mayor intimismo y seducción hechos en la arquitectura habitacional dominicana. Mientras estudia en Ciudad Trujillo, participa en el equipo que desarrolló innumerables edificaciones escolares dentro del Plan de la Secretaría de Educación, siendo el Dr. Joaquín Balaguer Secretario de Estado y el Ing. Bebecito Martínez jefe de la Oficina de Ingenieros. También de su autoría son los proyectos para el Cuartel de Bomberos (de exquisito plasticismo geométrico), y la sede del Partido Reformista, de cubista abstracción. En estos años inician sus prácticas con sonado éxito arquitectos de la talla y el prestigio de Nelson Viñas (1942), uno de los más solventes y reconocidos, quien basa su obra en un espíritu del lugar y en la calidez de sus espacios. Su trabajo, mayormente habitacional y privado, ha cubierto, sin embargo, una amplia gama de encargos de muy variada naturaleza. Graduado en la UASD en 1966, se instala en Santiago

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y vence en una serie de concursos de obra pública que lo establecen como uno de los principales autores de la ciudad, hasta el día de hoy. Un aspecto ineludible es el de la cultura del jardín santiaguero.20 De los muchos espacios lúdicos del país, ninguno posee la belleza y la vitalidad del jardín desarrollado por don Gustavo Tavares (1925-2006) en su residencia Villa Pancha, construida paralelamente con el jardín en 1925. Esta es, sin exagerar, la

Una vista del jardín de Villa Pancha, en Santiago de los Caballeros. c.1925-2008. Gustavo Tavares. Foto Lowell Whipple / Archivo AAA. Otro aspecto del jardín de Villa Pancha, en Santiago de los Caballeros. c. 1925-2008. Gustavo Tavares. Foto Lowell Whipple / Archivo AAA.

Capilla Sixtina de los jardines caribeños. Sus manos y su experiencia mantuvieron con devoción y esmero día a día esta obra de arte natural en continua evolución; así como también crearon los jardines, esta vez institucionales, para el Instituto Su-

Jardín de la residencia de la familia Bermúdez Madera en Santiago de los Caballeros. c. 1970-2008. Elba de Bermúdez. Foto Lowell Whipple / Archivo AAA.

perior de Agricultura, en el que Billy Reid y el nicaraguense Rafael Urtecho participaron destacadamente como arquitectos. La sabia disposición de árboles de corpulenta presencia, distribuidos en la suave y gentil topografía suburbana –generalmente samanes, flamboyanes “machos”, caobas, ceibas, robles y otras especies endémicas sabiamente elegidas– constituye la estructura que luego se esculpe superficialmente con un sotto bosque de helechos, enredaderas, palmas y todo un universo paradisíaco de especies nativas. Igualmente hermoso es el gran jardín de don Eduardo León Asensio (1919-2006), el cual tiene una presencia aún mayor en la ciudad. Su diseño recrea la fisonomía típica de los campos de golf, con su particular topografía dominada por el volumen de la casa principal. Otro jardín ejemplar es el de doña Elba y don J. Armando –Poppy– Bermúdez, con su ensoñadora residencia diseñada –más bien florecida en el mismo terreno– por Billy Reid.

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5.7

Los nuevos protagonistas: la generación de todos Nuevos autores surgen en la escena.21 Son los tiempos en que la UASD y, posteriormente, la nueva escuela de la UNPHU comienzan a dar sus frutos. Entre los egresados de la primera se destacan personalidades como Mariano Sanz (1935), Luis Despradel (1943-2002), Luis Schiffino (1945), Eduardo Rozas, An-

Secretaría de Estado de las Fuerzas Armadas. Santo Domingo, 1978. Luis Despradel. Al fondo uno de los edificios que conforman la Plaza de la Independencia, de Rafael Tomás Hernández. Foto Onorio Montás.

tonio Casanovas (1947), Plácido Piña (1945), Rafael Martínez, Nelson Viñas, Angel Giudicelli; de la segunda, José Horacio Marranzini (1937), Nelson Toca (1945), Cristóbal Valdez (1947), Raúl de Moya (1951), Atilio León (1951), Radhamés Díaz, entre muchos otros. Todos sin excepción han producido obras de envergadura a partir de los años 60, cada uno de ellos con una plástica identificable y coherente. Sanz se distingue por una estética racional temprana que eventualmente se libera y asume planos inclinados a la singular manera del mexicano Agustín Hernández, como la del Banco Nacional de Crédito en la avenida Lope de Vega (1983) y la Terminal Turística de Sans Souci (1976), ambas diseñadas dentro del despacho de Haza y Pellerano, una de las firmas de contratistas privados más exitosa y calificada del período. Obras tempranas incluyen el Listín Diario (1972), el Cementerio Cristo Redentor (1973) y más de 300 unidades de viviendas desarrolladas como promotor en la firma de Sanz y Guzmán. Despradel nos lega una abundante producción y, al igual que Schiffino, utiliza el repertorio de la ortogonalidad y la rigurosidad racionalista, no tan lejana a otros autores de la escena regional paralela, como en el caso de Sierra, Cardona y Ferrer, en Puerto Rico.22 Ver por ejemplo, el bien logrado edificio del Club de Oficiales de las Fuerzas Armadas (1970), de Despradel, y los múltiples edificios habitacionales y comerciales construidos por Schiffino en su actividad de promotor inmobiliario. León, formado en la UNPHU y en Florencia, Italia, maneja el vocabulario de las composiciones volumétricas diagonales, particularmente en boga en los 70, con incomparable destreza y extraordinaria tectónica en el uso de los materiales. Su sensibilidad por la combinación de ladrillos, hormigones y lienzos blancos fue muy bien concretizada en una serie de proyectos habitacionales de exquisita presencia urbana. Cristóbal Valdez, esencialmente urbanista, dirige un equipo de jóvenes arquitectos en las labores de reconstrucción del frente marino de Santo Domingo, después de las devastaciones producidas por el

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Edificio sede de Bancrédito en Santo Domingo, hoy TRICOM. 1978. Mariano Sanz. Foto Onorio Montás.

ciclón David en 1979, con sonado éxito en su gestión en la Dirección General de Planeamiento Urba-

Edificio de apartametos en la avenida Anacaona, en Santo Domingo. c. 1979. Mariano Sanz. Foto Onorio Montás.

dedicado principalmente al área del diseño urbano y el turismo. Sus entregas como autor y su parti-

Iglesia del Colegio Evangélico Central en Santo Domingo, c.1984. Raúl de Moya. Foto Onorio Montás. Edificio del Banco Hipotecario Financiero, hoy Instituto Nacional de Ciencias Forenses. Santo Domingo, 1984. Fred Goico. Foto Onorio Montás.

no del ADN. Su trabajo posterior, hoy en día potenciado por sus hijos Michelle y Gustavo, ha estado

cipación en muchos debates públicos han sido representativos y determinantes en varias situaciones conflictivas en el escenario profesional. En el caso de Piña, su primera obra notoria –después de algunas incursiones destacadas en el ámbito doméstico– fue el correctísimo volumen del Banco BHD, ganado por concurso en el año de 1978.23 Piña asume la estética del hormigón visto y los muros cortina con sutil elegancia. De exquisitas proporciones, resuena en el espacio urbano como un instrumento bien afinado. Sus múltiples proyectos domésticos, tanto de habitación individual como colectiva, le han deparado gran prestigio. Otras de sus obras dignas de mención son el Pabellón Recreativo del Santo Domingo Country Club (1984), de febril eclecticismo posmoderno; el controlado volumen del edificio Domus (originalmente sede de una empresa privada dedicada al mobiliario) frente a un prado verde de gran centralidad en el sector de NACO; y una serie de delicadas residencias vacacionales, iniciada con El Edículo (1983), una pequeña pero inspirada solución de vivienda de playa en Juan Dolio, posteriormente seguida de la magistral Casa en La Cuaba y varias casas de montaña de fina artesanía en su diseño. Piña también ha transitado por el área de la crítica editorial. Fue responsable de la Revista del CODIA24 en una ocasión y posteriormente aparece como editor de las 100 Hojas de Arquitectura,25 compendio de los trabajos semanales del Grupo Nueva Arquitectura, publicados en el Nuevo Diario.

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El diseño en la obra pública Un aspecto importante es el de la obtención del encargo para la obra pública. Muchos de los edificios

Edificio de Oficinas del Estado Don Antonio Guzmán Fernández, Santiago de los Caballeros. 1979. Rafael Veras et al. Foto Onorio Montás.

más emblemáticos han sido y son actualmente concursados, práctica obligatoria en algunos países y desconocida en otros, valga citar los casos extremos de España y Puerto Rico. Sin embargo, la manera más frecuente en que se otorgan obedece al sistema de asignación directa. El Colegio Dominicano de Ingenieros, Arquitectos y Agrimensores (CODIA) realizó grandes esfuerzos para eliminar esta práctica durante buena parte de los años 70. Ha sido igualmente negativa para el desarrollo de la profesión la práctica de englobar el proceso de di-

Casa de la familia Rivera Rodríguez en la calle Pedro Henríquez Ureña, Santo Domingo. Manuel Baquero, 1975. Foto Onorio Montás. Casa García en el sector de NACO, Santo Domingo. 1969. Vital García. Foto Onorio Montás. Casa Pol, también en NACO. c.1976. Edgardo Vega Malagón. Foto Onorio Montás.

seño con el de construcción, colocando el trabajo del arquitecto en un segundo plano frente al contratista y minimizando la trascendencia del acto creativo. Sin duda alguna, esta práctica ha incidido negativamente en la calidad de muchas obras, pues abre un espacio para la distorsión de las ideas, la inadecuada terminación de la obra y la transferencia al ingeniero constructor de calidades, funciones y responsabilidades que no le corresponden. Han de crearse dispositivos institucionales más rigurosos para reducir esta situación a su mínima expresión, precisando el auténtico rol de cada disciplina.

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5.8

Las nuevas modalidades de producción El aspecto singular de mayor trascendencia en el desarrollo del urbanismo y la arquitectura en estos años es, posiblemente, la institucionalización del procedimiento de acceso a financiamientos hipotecarios. Un nutrido grupo de ingenieros civiles, arquitectos y promotores, actuando independientemente o en asociaciones, inician una contabilidad cada vez más rica de edificios de apartamentos y locales comercia-

Edificio de apartamentos Dolmen, en la José Amado Soler, Santo Domingo, c.1978. Juan Pérez Morales. Foto Ricardo Briones. Planta del Centro de Otorrinolaringolía Dr. Espaillat Cabral, en Santo Domingo. c.1974. José Horacio Marranzini.

les, en torres cada vez más audaces, en bloques compactos o en la consabida tipología de bloques en “L” o en “U” de 4 niveles, dependientes de las dimensiones del lote y de la normativa instaurada por las autoridades municipales y fiscalizadoras, tales como la DGPU/ADN y el Banco Nacional de la Vivienda. Más allá de la débil urbanidad definida por estos últimos esquemas, la realidad es que configuraron una nueva imagen de vigorosa presencia en los principales centros urbanos del país. Algunas empresas destacadas por la consistente calidad de sus propuestas fueron las del exitoso Juan Bernal, gestor del central desarrollo de NACO, con Amable Frómeta a la cabeza del taller de diseño y, posteriormente, Manolito Baquero. Como hemos visto, este desarrollo hoy puede ser identificado como el verdadero origen del Polígono Central, consideración que se asume sobre todo por las caracterícticas propias del proyecto urbano y sus virtudes espaciales. Una larga lista puede ser redactada citando empresas con nombres tales como Minier Pimentel y Asociados, Constructora Delta, Di Carlo Almonte y Mejía, Selman y Asociados, Covinfa, Mena Lajara, Bisonó, Hasbún y Asociados, Koury+Guzmán –promotores de la pionera torre KG en la Abraham Lincoln–, Sanz y Guzmán, Christian Maluf, DICONFO –empresa dirigida por la destacada Arq. Mercedes Sabater de Macarrulla en el área de diseño, coautora de la Torre del Sol–, Constructora Peña, entre muchos otros. Roberto Carvajal Polanco (1953) se establece hacia el fin del período de estudio contando con un catálogo actual de más de 300 obras realizadas y muchas otras en preparación. Dentro de este panorama, la obra singular de José Andrés Urtecho (1939-1992) es digna de mayor precisión. Graduado en la Universidad de Guadalajara en 1968, viene en ese mismo año al país a colaborar en la planificación del campus de la PUCMM. Ya vimos como en Santiago diseña varios edificios en el Institu-

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Torre del Sol, avenida Bolívar, Santo Domingo. Mercedes Sabater de Macarrulla y DICONFO. Foto Ricardo Briones.

to Superior de Agricultura –el Aula Magna, los Laboratorios y los Dormitorios de Estudiantes– en un lengua-

Edificaciones localizadas en el cruce de las avenidas 27 de Febrero con Winston Churchill, en Santo Domingo. Sobresalen el conjunto BHD, el entonces Banco del Comercio, hoy Scotiabank y las obras de lo que se convertiría en Plaza Central. Foto Onorio Montás.

no centro histórico, y el Centro Médico Cibao. Santo Domingo es en realidad su escenario de mayor ac-

Conjunto de hoteles e instalaciones en Playa Dorada, Puerto Plata, con la montaña Isabel de Torres en el fondo. Foto Peter Beuse.

je racional de arraigada y sencilla expresión. Allí también diseña el emblemático Hotel Camino Real, en ple-

tuación. Su participación como consultor independiente y en los talleres de diseño de varias empresas inmobiliarias, arroja un saldo de miles de unidades habitacionales en un proceso tronchado por su temprano fallecimiento. Nombres tales como los condominios Cris-Car, Los Ríos, Biltmore, Bisonó, Rosmil, urbanizaciones y residenciales como el Parque del Este (500 viviendas), Hainamosa (800), Santo Domingo I-VII (1,100) y un extenso listado forman parte del inventario de esa arquitectura coral, de acompañamiento, que define hoy el tejido urbano de la ciudad en muchos de sus barrios. Su proyecto más destacado es posiblemente el campus y los edificios principales del Instituto Tecnológico de Santo Domingo (INTEC). El importante apoyo dado por el Estado dominicano desde el 1970 al desarrollo de la infraestructura tu-

rística a través del departamento de INFRATUR del Banco Central, tanto en Santo Domingo como en otros polos, singularmente en las cercanías de Puerto Plata al norte, de Barahona al sur y de Higüey al este, promovió una nueva planificación de menor densidad y con un carácter notoriamente más abierto al anteriormente establecido en las tipologías hoteleras públicas de los años 40 y 50. El estudio base para la posterior normativa fue originalmente realizado por la firma inglesa Shankland Cox, con fondos del BID y del Banco Mundial. No se trata ya de la consabida fórmula del bloque arquitectónico anclado en el paisaje (como se prefería hacer, por ejemplo, en el Hotel Plaza, en Santo Domingo); se define un nuevo paradigma, vigente aún, que le desmiembra y le organiza en el lugar con el menor impacto visual y ambiental

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Interior de la sede de Industrias Nigua, en Santo Domingo, 1975. Esta obra singular de Miguel Vila demostró su estética vinculada a las obras de Camarena en la PUCMM, Santiago. Foto de Jochi Marichal. Iglesia y plaza central en Altos de Chavón, La Romana. 1978-1984. Roberto Coppa et al. Foto Ricardo Briones. Casa Montagu, en Casa de Campo, la Romana. c. 1980. Marcos Aldaco. Foto Onorio Montás.

posible. Los arquitectos Mario Lluberes (1938) –hijo del arquitecto del mismo nombre, citado en la Cuar-

clave de fantasía, híbrido de pueblo toscano en el Caribe, ideado como lugar de ensoñación en el que

ta Historia de este libro–, Luis Gamborena y Luis Simpson (1948), entre otros, desempeñaron dentro de

alojar artistas en residencia, visitantes distinguidos y, eventualmente, realizar conciertos de calidad mun-

INFRATUR un rol importante en este proceso pionero en la planificación dominicana, en el que fueron lle-

dial en su bien logrado anfiteatro a la usanza grecorromana, causó un gran impacto en toda la región, no

vados a cabo los primeros estudios científicos de manejo del territorio y de los recursos naturales existen-

sólo en el país. Inicialmente criticado como un “falso” fuera de contexto –comparado a la población de

tes. El proyecto piloto, Playa Dorada, en Puerto Plata, requirió de una inversión inicial importante en in-

Guatavita en las sabanas bogotanas– Chavón se ha convertido con el paso de los años en un asenta-

fraestructura y la realización de algunas edificaciones para atraer los eventuales inversionistas privados que

miento turístico amable y acogedor, proveyendo al nuevo desarrollo de Casa de Campo de una especie

hoy hacen de este desarrollo, junto a los de Sosúa y Cabarete, en la misma costa, uno de los polos de

de “centro histórico” referencial, que de alguna manera dota de gravedad al conjunto. Obra del arquitec-

atracción más dinámicos del país.

to italiano Roberto Coppa, contó con el concurso de los arquitectos Tony y Danilo Caro, de CARALVA, en

Parcialmente producto de esta iniciativa, los jardines comienzan a ser estudiados e integrados a la arqui-

muchas de las obras de infraestructura y habitacionales.

tectura. Uno de los proyectos que tuvo una marca innegable fue el del arquitecto norteamericano William

Varios profesionales dominicanos se dedican notablemente a la disciplina del paisajismo, entre ellos: Jo-

Cox para Casa de Campo, en La Romana, y posteriormente su vigoroso e influyente Hotel Santo Domin-

chi Russo (1942-1993), Rafi Vázquez (1933), Miguel Vila (1943-2005), Rosángela Bobea (1952) y Mamo-

go (1976), una de las instalaciones hoteleras clásicas en las rutas del turismo capitalino, organizada en tor-

ru Matsunaga (1936). Russo configura en torno a su trabajo un grupo de estetas de demostrada capa-

no a patios de escala urbana suave y gentil y, nuevamente, preciosa jardinería. En la Historia siguiente de

cidad artística y crea un universo poético de gran impacto en la cultura nacional. Una de sus obras más

volumen,27

se explica con detalle la influencia de esta singular edificación. Proyectos tales como el

coherentes es la del jardín para las casas de la familia Moya, del Arq. Leopoldo Franco, en Cuesta Her-

de la casa Montagu del afamado arquitecto mexicano Marco Aldaco en Punta Águila, o los acercamien-

mosa. Suyo es también el paisajismo de Eurotel en Playa Dorada, de Oscar Imbert, pionero en este tipo

tos al tema hotelero de Imbert, en Punta Cana, resumen la potencialidad del tema turístico dominicano

de tratamientos de las áreas intersticiales hoteleras. Rafi Vázquez ha creado un paraíso en su casa co-

con calidad suficiente como para prever el futuro hoy en día realizado. Imbert, por ejemplo, ha desarrolla-

lonial de tres pisos frente a la Catedral y es el autor de numerosos jardines en hoteles, residencias y edi-

do un extenso catálogo de obras en la región, principalmente habitacionales de alta factura y arraigada

ficios públicos. Bobea se ha reconocido principalmente por su labor en el paisajismo del enclave de Ca-

sensibilidad, convirtiéndose, podría decirse sin exagerar, en el arquetipo tácito a seguir en muchas insta-

sa de Campo, uno de los lugares de mayor atractivo en el circuito vacacional dominicano. Matsunaga es

laciones hoteleras y privadas en el país. Su sobrino Antonio Segundo Imbert ha sabido recoger lo sem-

responsable de articular una mágica síntesis entre el típico jardín japonés y el jardín tropical. Su obra más

brado por Oscar y dotarlo de una nueva dimensión, más contemporánea y minimalista, como se verá.

reconocida es la del Jardín Botánico. Junto a ésta, otras de carácter institucional y doméstico han in-

La verdadera razón o motivo que llevó al empresario Charles Bludhorn, presidente de la Gulf+Western

fluenciado grandemente la cultura paisajística local.

este

Casa Diego de Moya en Santo Domingo. c.1980. Leopoldo Franco; jardines de Jochi Russo. Foto Onorio Montás. Uno de los hoteles en Playa Dorada, Puerto Plata. Foto Jochi Marichal. Arbol de Anacahuita en el Jardín Japonés, Jardín Botánico Nacional. 1974. Mamoru Matsunaga. Foto Ricardo Briones.

Dominicana, a realizar el conjunto de Altos de Chavón es realmente ignorada. La verdad es que este en-

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5.9

Las metáforas de la historia y la crisis de la generación moderna Después de dos reelecciones y doce años en el poder, se reduce temporalmente la magia de Balaguer en el manejo de los destinos nacionales. Son, además, tiempos de cambio en la escena arquitectónica internacional. Surge una nueva generación de la posmodernidad. Son los momentos propicios para la

En primer plano, el Pabellón Recreativo del Santo Domingo Country Club, 1984, de Plácido Piña. Al fondo el Club House principal, 1984 de Rafael Martínez, Pujadas y Armenteros. Foto Onorio Montás.

reflexión provocada por Venturi,28 Rossi,29 Jencks30 y muchos autores más, emergentes en el país a través de la obra de Miguel Vila (1943), Apolinar Fernández (1948), Pedro José Alfonso (1941), Plácido Piña (1945), Marcelo Alburquerque (1949), Bichara Khoury (1947), Harry Carbonell (1949), William –Pichi– Vega (1948), Fernando Ottenwalder (1953), Juan Emilio –Juanín– Pérez Morales (1950), Angel Giudicelli (1951), Oscar Imbert (1953), Eduardo Lora (1953), Antonio Hernández (1952), Chito Rodríguez Zorrilla (1954), Carlos Jorge (1955), Carlos Reid (1956), Gustavo Luis –Cuquito– Moré (1956), Raymundo López (1953), Tácito Cordero (1955) y muchos jóvenes más, que definen una nueva actitud frente a la realidad: son los tiempos de la rebeldía ante el Moderno, de la redefinición de una identidad autónoma, basada en las posibilidades de relectura del tiempo y del espacio propios.31 La mirada es introspectiva, regional, crítica. Los paradigmas cambian, la modernidad es otra, incluso aún hoy, se está por descubrir. El Grupo Nueva Arquitectura establece su Hoja de Arquitectura semanal y su revista Arquivox,32 abriendo un espacio intelectual que en poco tiempo alcanza resonancia regional, no sólo nacional. Sin saberlo, este grupo de jóvenes se convierte en el vehículo de motor de cambios insospechados. Mientras acontecía este flujo incontenible de proyectos, la academia procuraba mantenerse al día. Las nuevas facultades de la UNPHU, la PUCMM y otras que eventualmente surgieron, elevaron las opciones profesionales de estudio a más de 8 escuelas, algunas de ellas previsiblemente efímeras. La UNPHU se constituye en la escuela que produce los autores más destacados, basando su filosofía en una visión conceptual de la práctica instalada en la síntesis entre las artes y las ciencias y en la configuración de profesionales integrales, diestros tanto en la práctica como conocedores de la teoría y la historia. Procuraba definir el perfil de un arquitecto hábil en su oficio y responsable ante los reclamos de una sociedad en pleno proceso de construcción. En 1973, la UNPHU realiza con gran éxito el Seminario Santo Domingo 2000,

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Conjunto de apartamentos en el Parque Mirador Sur, Santo Domingo. 1974. Atilio León, CCC. Archivo Atilio León. Sección del Malecón de Santo Domingo intervenida después del Ciclón David, 1979-1981. Cristóbal Valdéz et al. Esta zona frente al antiguo Partido Dominicano fue detallada y construida por Apolinar Ferneandez de Castro. Archivo Cristóbal Valdéz.

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desarrollando un revelador análisis prospéctico sobre el futuro de la ciudad capital. La UNPHU estrena en

El desarrollo paulatino de los polos turísticos es efectivamente un segundo flujo que ha adquirido un ver-

el país las primeras cátedras e investigaciones programáticas en torno a la historia de la arquitectura do-

tiginoso ritmo de crecimiento. Punta Cana, Bávaro, Bayahíbe, Juan Dolio, Boca Chica, Puerto Plata, So-

minicana, extendiendo el ámbito tradicional de estudio de la colonia hasta nuestros días.33 Tres decanos

súa, Cabarete, en fin, toda la geografía dominicana, principalmente costera, ha recibido inversiones lo-

memorables sobresalen en su desarrollo: el primero, Roberto Bergés, seguido por Luis Eduardo –Pipí–

cales y extranjeras de gran impacto en la economía nacional. El itinerario de infraestructuras arquitectó-

Delgado (1941) y Atilio León.

nicas aún está por ser estudiado de manera coherente por la crítica local e internacional.

La UASD tuvo una sucesión de decanos notables (Calventi, Gautier, Fermín, García, Fernández, Sánchez

Otros esquemas, tales como las zonas francas, comienzan a ser explorados en esta época, de gran pre-

Córdoba, etc...), que a su vez mantenían prácticas muy fértiles en la esfera privada. Allí se asumían las

sencia en casi todos los centros urbanos capaces de permitir el acceso de la mano de obra a este mo-

diversas influencias internacionales con total apertura. Tres intereses se destacan: El Método Lógico ins-

delo de explotación. El aspecto cualitativo del proyecto es, sin embargo, poco notable o inexistente, sal-

taurado por Eduardo Rozas, proveniente de Cuba. (Geoffrey Broadbent viene al país como resultado del

vo en escasas excepciones.

encanto producido por sus teorías metodológicas);34 la visión social ideológicamente comprometida pro-

Dramáticamente, el proceso de arrabalización de áreas marginales aumenta, con peligroso saldo pen-

movida por Ramón Martínez, también de afiliación académica cubana, desde sus cátedras de Historia

diente de la administración pública. Los variados proyectos redactados sucesivamente por las agencias

de la Arquitectura; y, posteriomente,35 la búsqueda de una arquitectura climática y ambientalmente cons-

municipales y centrales han sido incapaces de detener esta mancha de informalidad resultante de los

ciente, conceptos defendidos por los profesores Luis Lajara, Rafael Arvelo, Rogelio Batista y otros, algu-

ineficaces procesos de desarrollo y concertación nacionales.

nos de ellos egresados de escuelas francesas.

Ante los destrozos ocasionados por el ciclón David en el territorio nacional, particularmente en el male-

A fines de los años 70 se evidencian determinados flujos de actividad arquitectónica, algunos de los cua-

cón de Santo Domingo, la nueva administración central del PRD, organiza un proceso de reconstrucción

les se han consolidado y constituyen hoy la base del catálogo existente, a ser expuesto en el capítulo si-

que deja huellas. Una de ellas, es el esfuerzo dirigido desde el Ayuntamiento del Distrito Nacional por

guiente de esta obra.

Cristóbal Valdez y un selecto grupo de jóvenes arquitectos, en la redefinición del paisajismo del borde

La inversión en bienes raíces, apoyada por algunas normativas que persiguen el ordenamiento y la den-

costero capitalino. Por vez primera se ensaya en el país una propuesta de diseño urbano moderna, arrai-

sificación del territorio urbano, es posiblemente el flujo más poderoso. En Santo Domingo, avenidas co-

gada en su espacio y su tiempo. La arquitectura siempre ha sido considerada un arte concreto, de sóli-

mo la 27 de Febrero, la John F. Kennedy, la Bolívar, la Anacaona, la Sarasota, son destinadas por la le-

do impacto en el espacio. Su naturaleza proyectual es, sin embargo, otra, más bien sustentada en la ima-

gislación municipal a recibir un mayor coeficiente de edificabilidad. Calles secundarias, terrenos baldíos,

ginación. “Hoy más que ayer y menos que mañana...”, “...vive de ilusión la realidad...”36 Proféticamente,

extensiones situadas al margen de la ciudad formal, comienzan a ser impactados por el mayor índice de

escribe Pedro Vergés en el afiche conmemorativo a la destrucción del Hotel Jaragua en 1985: “Somos

crecimiento urbano jamás visto en la historia, hasta ese momento.

en el planeta la huella de los hombres en la luna”.37

Biblioteca Central de la UNPHU, Santo Domingo. 1982. Roberto Bergés. Foto Ricardo Briones. Vista del conjunto formado por los hoteles Santo Domingo sur (William Cox, 1976) y norte (Guillermo González, 1955). Foto Onorio Montás. Afiche de la galería Boynayel realizado por el artista Rafael Álvarez en ocasión de la demolición del Hotel Jaragua, 1985. Archivo AAA. Foto Ricardo Briones.

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