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Mis padres se separaron...
sin tener a papá ya mamá juntos. Tres Lágrimas Inevitables.
Cuando tus padres se separan pasan tres cosas inevitables dentro tuyo:
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1).- «NO PUEDO MÁS, ¿POR QUÉ TUVO QUE PASARME AMÍ?» (TRISTEZA).
De pronto se fue. Ya no está. Papá o mamá dejó el hogar... ¿por qué? «Todos tienen a su papá, ¿y yo? ¿Por qué esto tiene que pasarme a mí?» La tristeza y la depresión te visitan apenas comienzan los problemas en casa y se adueñan de tu corazón cuando ocurre la separación. Cuidado, es normal ponerse triste, porque uno ama a sus padres. Pero el problema es dejarse dominar por la tristeza, ymuchasveces lo hacemos.
2).- «POR MI CULPA... POR TU CULPA... POR NUESTRA CULPA PASÓ ESTO» (CULPA).
Otra cosa que sucede es que te sientes culpable. «Se fueron por mí», «Yo podría haber hecho algo para evitar que se divorciaran». O tal vez le echas la culpa a tus padres: «Mamá no lo cuidó, por eso él se fue con su secretaria. Papá no amaba a mamá, ¿para qué se casó con ella?» Y así elaboramos una lista sin fin d e c u l p a b l e s , y m e n t a l m e n t e establecemos un juicio sin piedad contra todos, buscando aliviar la carga de enojo que tenemos adentro.
... Pero te puedo asegurar que esto no resuelve para nada las cosas.
3).- «¡YO LOS VOY A VOLVER A JUNTAR!» (SALVADOR).
Apenas ocurre la separación, y también en varias ocasiones más, te sientes responsable de hacer algo para unir nuevamente a tus padres, como si fueras el salvador. Esto es muy común entre los que somos hijos de Dios.
Nos creemos los delegados por el Señor para restaurar las cosas, lograr que nuestros padres vuelvan a amarse y así tener una familia exitosa. Y entonces empieza nuestro plan: hablarle bien a papá de mamá y viceversa, concretar salidas, decirles qué lindos son, pedirles que se unan por nuestro bien (el de sus h i j o s) A l g u n o s l l e g a n a d e c i r : «¡arrepiéntanse porque se van al infierno!»
Ahora, si bien es cierto que Dios puede u s a r t e c o m o i n s t r u m e n t o d e reconciliación (y de hecho ha ocurrido en muchos hogares), no somos nosotros ni nuestros esfuerzos los que cambiarán sus corazones. Sólo Dios puede hacerlo.