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La voz del rioba
En la vereda del barrio se destaca la casita de chapa amarilla. Todos sabemos de qué se trata, es parte de nuestra vida cotidiana desde hace décadas. La llamamos kiosco, parada o puesto de diarios y revistas. Fiel exponente de una época en la que periódicos, revistas, fascículos y libros se vendían por miles, sobreviven al paso del tiempo y a los vaivenes económicos defendiendo su lugar en la escenografía urbana. Acercarse a ella en busca de noticias, novedades y aventuras fue, es y será un momento especial para los empedernidos lectores de la palabra impresa. El puesto de diarios y revistas suele ser destino obligado en una salida familiar por el barrio, “aunque sea para mirar” dicen a veces los más chicos, y casi siempre terminan levándose algo entre sus manos con una sonrisa. Y algunos adultos fanáticos de las colecciones no se quedan atrás.
A pesar de la caída de la demanda de diarios y revistas producto de las transformaciones tecnológicas, que modificaron los patrones de consumo de los medios gráficos a través de internet, se mantiene una clientela de lectores fieles. Algunos buscan en diarios y revistas la contextualización y el análisis de la coyuntura política, económica y social a cargo de periodistas de vasta trayectoria, que no encuentran en medios digitales. Según estudios, el diario continúa siendo en nuestro país una de las principales fuentes de información y de formación de la opinión pública. Durante el siglo XX las publicaciones periódicas desempeñaron un papel fundamental en el diálogo político y cultural de nuestro país. Surgidas en la convulsionada etapa de construcción del Estado y la nacionalidad en una puja constante por el sentido de los hechos, ya a mediados del 1900 supieron responder con diversidad de ediciones a la demanda de un público en ascenso proveniente de las clases medias, que mostraba interés por los temas políticos y culturales.
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El desarrollo del periodismo siempre estuvo atravesado a su vez por la lógica empresarial orientada al mercado y por los intereses políticos y económicos más diversos. Desde hace más de una década los medios a nivel mundial están atravesando una profunda crisis estructural, enfrentada por la tradicional industria gráfica modificando la producción de contenidos y creando multiplataformas para responder a los nuevos hábitos de consumo digital. En tanto la prensa impresa, ante la necesidad de retener lectores y captar nuevos mercados, se ve obligada a innovar para comunicar más allá de la lectura rápida que ofrecen en general las ediciones digitales
En este contexto, en muchos casos las paradas de diarios y revistas que lograron sostenerse intentan diversificar la oferta para adaptarse a los cambios vertiginosos. Algunos incorporan servicios como carga virtual y tarjeta SUBE, entre otros. La mayoría de sus propietarios llevan décadas en el oficio y algunos son nuevas generaciones de una misma familia. Testigos de la historia del periodismo y del país, por sus kioscos han visto pasar clientes que, pese al avance de la tecnología, aún hoy conservan la tradición de comprar el diario en papel, alguna revista o colecciones de libros. Los llamados popularmente canillitas, eslabones fundamentales en la cadena de la comunicación, suelen incentivar la curiosidad y la lectura en los clientes. Son personas que generan confianza, a las que se consulta de manera cotidiana por los temas más diversos. Es común verlos dialogar con vecinos y transeúntes de distintas características, ocupaciones y edades. Son parte esencial de la cultura del barrio. El dramaturgo uruguayo radicado en Argentina, Florencio Sánchez, estrenó en 1903 el sainete Canillita, apodo de un personaje, niño vendedor de diarios que usa pantalones cortos que dejan ver sus delgadas piernas (canillas). Desde entonces, la imagen y el oficio del canillita fueron retratados en innumerables tangos, películas y telenovelas. La difusión masiva de los diarios desde mediados del siglo pasado convirtió la tarea en un oficio. Con nuestros colegas profesionales que viven la noticia en el lugar donde ocurre y junto a los canillitas, que palpan el sentir del vecino en el día a día y llevan nuestra palabra a los lectores, celebramos el 7 de Junio el Día el Periodista. Curioseando, preguntándonos qué buscan los clientes en el puesto de diarios, y qué tiene éste para ofrecerles.
Los viejos vecinos de Los Hornos habrán visto crecer a Carlos Nieva, está en la parada de diarios y revistas de 137 y 66 desde los 12 años. El comercio pertenece a su familia desde hace más de 50 años y en 2012 Carlos se lo compró a su madre. También lleva adelante su kiosco de golosinas junto a la parada desde hace más de 20 años.
Carlos cuenta que su clientela es de personas mayores de 30 años. “Piden todo”, asegura. “Los clientes de 30 a 40 años llevan para ellos, vienen decididos, buscan colecciones de automovilismo o de aviones o Terminator para armar, que son caras, o tanques de guerra”, detalla.
En su parada Carlos ofrece diarios locales y nacionales, revistas –muchas con moldes, de tejidos-, colecciones para primaria y secundaria, para pintar y didácticas, para las maestras de todos los ciclos. “Todo vuelve”, sostiene.
La revista Genios ya es un clásico, y Pepa sigue en carrera. “Las docentes a veces piden Anteojito y Billiken, que hace más de 15 años que no salen. Usan internet pero hay cosas que necesitan recortar, por ejemplo, por eso vienen a buscarlas y llevan otras. Pero información como la que tenían esas revistas ya no existe”, afirma Carlos.
La clientela de esta parada está compuesta por más mujeres que varones. “Ellas llevan revistas de entretenimiento como sopa de letras y crucigramas, también de tejido y de moda. Los varones compran el diario, algún libro de historia, de literatura”, explica
Hugo Guillermo “Bocha” Orlandoni, de 65 años, lleva 47 en la parada de diarios y revistas de Camino Parque Centenario y Avenida Arana, en Villa Elisa. Entre las 6 y las 20 horas lo encontrarán en su espacio, nunca solo, siempre habrá un amigo, un vecino, un comerciante que se acerca a charlar y a compartir unos mates. “Acá siempre hay gente charlando, los domingos a la mañana hay 4 ó 5 personas tomando mate conmigo”, cuenta. Su esposa María Alejandra Vilches atiende el kiosco de golosinas en la misma vereda. Bocha explica que “el papel tiene un público cautivo que es el de más de 50 años, llevan el diario El Día, El Plata, Popular, Crónica, Clarín, las revistas Noticias y Caras –a veces para un familiar internado-, también Caras y Caretas, Living. La gente más grande lleva revistas de entretenimiento como palabras cruzadas y sopa de letras, muchas veces por indicación médica para agilizar la mente. Después de la pandemia piden mucho sopa de letras y mandalas, siguiendo consejos de psicólogos y psiquiatras”.
Muchos padres jóvenes incentivan la lectura en papel en sus hijos pequeños. “Los jóvenes usan el celular pero para los chicos compran Genios y Jardín, y a veces algún libro para ellos”, señala Bocha. También vende bien los libros didácticos para aprender a pintar y los que son para niños que ya pintan. “Algunos para pintar traen juegos, otros stickers. Deciden los nenes, la mayoría se los vende la tele y algunos eligen acá entre lo que ven”, aclara. Algunos clientes piden sugerencias sobre lecturas, y en verano más sobre libros. Las colecciones de libros más pedidas son las sagas de suspenso, que se publican de manera quincenal o cada veinte días. “Tenemos buenos clientes de colecciones de autos para armar - hay 3 ó 4 personas que coleccionan los mejores autos de turismo carretera VW-, también jeeps y barcos como el Titanic, libros, National Geographic. Colecciones para armar un muñeco como Terminator. El cliente reserva la colección y se la guardamos”, relata Bocha y cuenta que “Clarín sacó una colección con ollas, para el Día del Padre un pack con vino y copa; Pastelería en casa trae un molde savarín, así conviene. Para las maestras de primer y segundo ciclo salen en forma mensual Jardineras. Son los que más se venden, por suerte tenemos esas opciones. Y muchas cosas que vende la televisión como Paw patrol, la patrulla canina de Nickelodeon, que viene con una lupa”, detalla. La combinación de la crisis económica y la posibilidad de acceder a la información y a las lecturas a través de la tecnología produjeron en los últimos años una caída del 50% en las ventas. “Muchos no compran el diario los domingos porque cuesta $
Carlos. Siempre tiene variedad de libros en la parada o los encarga a la Cooperativa o a las editoriales. Señala los cambios que observa en los lectores a través de los años desde su amplia trayectoria y experiencia. “Los niños y jóvenes de 10 a 22 años leen en el celular hasta que descubren el papel, a partir de esa edad buscan libros acá o en bibliotecas. El adulto intelectual redescubre el celular pero sigue buscando el papel, y el adulto mayor lleva el diario y colecciones, desde cocina hasta Terminator, son clientes fijos”, afirma.
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También resalta un dato particular sobre los mandalas. “Los llevan los dos extremos, el nene con problemas de concentración o de motricidad fina y la señora mayor, los médicos los recomiendan para mantener la cabeza activa, igual que los crucigramas o sopas de letras. Además, cuando se jubilan si no tienen una idea de hacer algo se van quedando”, subraya.
650. Antes tenía clientes que los domingos llevaban 2 ó 3 diarios. Muchos preguntan precio, por ejemplo las revistas para pintar van desde los $ 300 hasta los $ 1.700”, señala Bocha.
La oferta de libros en su parada es de novedades y a pedido. Tiene textos de Isabel Allende, Claudia Piñeiro, Henry James, Conan Doyle, Mark Twain entre los infantiles; cuentos en miniatura; colecciones de crímenes y misterios para adultos. Entre los comics Nippur de Lagash; los de Marvel con un juguete. También discos de pasta, ahora está Queen en el puesto, ya vendió The Beatles, entre otros; El arte de tejer, anual, trae un ovillo de lana; también revistas de costuras y de bordados. “Algunas señoras llevan novelas. A veces piden sugerencias pero siempre decide el cliente”, asegura Bocha.
Cuando comienza el año, el horóscopo y las predicciones se venden muy bien. “Horangel es el más pedido, luego Ludovica Squirru. Y en el cambio de año piden mucho los almanaques poster de Gimnasia y de Estudiantes, el que más se vende; y también agendas. Hay público para todo y todo tiene una salida. Lo que está se vende”, enfatiza Bocha.
Ndice De Profesionales
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