Ganemos málaga documento nº 1 del grupo de urbanismo

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1 COMISION DE URBANISMO DE GANEMOS MALAGA PROPUESTA PARA EL PROGRAMA ELECTORAL DOCUMENTO NÚMERO 1 (ver notas al final del texto) «las técnicas políticas del capitalismo consisten, sobre todo, en destruir los lazos mediante los que un grupo encuentra los medios de producir, en un mismo movimiento, tanto las condiciones de su subsistencia como las de su existencia. Es decir, separar las comunidades humanas de la infinidad de cosas, piedras y metales, plantas, árboles de mil usos, dioses djins, animales salvajes o domésticos, medicinas y sustancias psicoactivas, amuletos, máquinas y todo el resto de seres en compañía de los cuales los seres humanos constituyen mundos» (Tiqqun). El capitalismo declara obsoleto todo aquello que va a destruir, también cuando afirma la puesta en valor de algo, que será destruido en su ser. Este proceso de desecación progresiva tiene su sede fundamental en las metrópolis que son “punto de concentración máxima de esas técnicas políticas del capitalismo”. En los países centrales, los cambios sociales se han producido como acentuación de los procesos de individuación, que disuelven y disgregan la relación individuo-sociedad y crean las condiciones para la disolución de lo social, caracterizada por el binomio individualización/estrechamiento de las redes sociales de pertenencia (no virtuales) se especifica en una nueva incertidumbre (ontológica) (U. Beck). El consenso sobre el objetivo de un equilibrio social basado en el bienestar colectivo ha sido sustituido por una atmósfera insolidaria que rompe con la cohesión social al acentuar el contenido aislado y autogobernado de las biografías personales. 1. PREÁMBULO. 1.1. El presente documento requiere este preámbulo donde se explica el origen de las posiciones que aquí se mantienen por parte de sus redactores. Creemos que en la dialéctica entre el deseable objetivo de la eficacia de los mensajes (políticos) y la propia génesis de los mismos conviene que se abra como mínimo un campo relativamente denso, espacio intermedio que explicita y proporciona transparencia y permite comprender, haciendo cauce para el preguntat... De lo contrario estaríamos permanentemente discutiendo sobre consignas y lugares comunes. 1.2. La sociedad dispone de unas instituciones, a las que financia, como lugares de reflexión especializada, que ni pueden ni deben perderse. Sin embargo, esta Comisión de Urbanismo (en cuyo seno un pequeño grupo recibió el encargo de redactar el presente documento) tiene una conciencia clara del papel que cabe asignar a los saberes expertos y renuncia expresamente al proceso clásico según el cual serán expertos de todo tipo, incluídos los políticos, quienes diseñen y definan los contenidos de lo que debe ser discutido, prefigurando así tanto los temas como la senda misma de los debates, cuando se producen. Por el contrario, lo que desea esta Comisión es encontrar las claves a través de las cuales la intervención de la ciudadanía sea completa, tanto en térmimos de crear los contenidos de un futuro programa como, por lo que se refiere al mismo, definir y propiciar las formas de intervención de la ciudadanía en el proceso efectivo de gobierno de la ciudad. El objetivo: que los ciudadanos asuman el papel protagonista en la conducción, conformación y prefiguración de la ciudad. 1.3. Por tanto, el saber experto asume la función de apoyo, de lugar donde se prepara y se da forma técnica y técnico-jurídica a las demandas ciudadanas expresas, no imaginarias. 1.4. Consideramos que nos encontramos ante un momento histórico e inédito: por primera vez, desde el inicio de la Transición, parece darse una masa crítica suficiente para producir un cambio que deberá tener contenidos muy complejos. 1.5. En este sentido, entendemos que se trata tanto de una nueva metodología como de unos contenidos que tendrán dificultades para expandirse en el interior de la ciudadanía, desde el momento que carecemos de muchas respuestas, y especialmente cómo formular las preguntas adecuadas. Trás décadas de despolitización


2 organizada y de hegemonía del argumentario neoliberal del individualismo como fín ultimo y modelo de conformación de lo social, no hay una conciencia seria de la necesidad de hacerse cargo de lo nuestro que se apoya en la dificultad de percibir la ciudad como globalidad. De este modo, en el mejor de los casos, las demandas ciudadanas se circunscriben a sus ámbitos más inmediatos (la calle, el barrio...) y con unos contenidos concretos (equipamientos, zonas verdes, etc) que no ponen en duda las formas de gerenciar y hacer ciudad como algo al margen de la ciudadanía. Aunque también es cierto que los daños mas directos de la crisis han hecho germinar multitud de formas colaborativas y ampliado el campo de visión de las demandas sociales como formas de defensa ante la destrucción de elementos claves para el mantenimiento de las formas de vida. 1.6. De lo anterior deducimos la necesidad de una propuesta política que contiene necesariamente una didáctica. ¿Cómo? El objetivo es literalmente acrecentar nuestra autonomía; lo que no es disponer efectivamente de autonomía sino situarla en perspectiva y con una exigencia de tiempo: «es una cuestión de construir las condiciones para que una ofensiva pueda alimentarse sin extinguirse, estableciendo las solidaridades materiales que permitan sostenerse» (Tiqqun). Creemos que no hay cambio real sin constitución de una potencia material común. 1.7. Incidir en la posibilidad de abrir un proceso, difícil, flexible y donde todos no estarán interesados y no podrán ser obligados a estarlo ni a participar activamente. El mismo proceso deberá ir determinando contenidos, tiempos y objetivos. Consideramos que la acción política a medio y largo plazo puede desencadenar una nueva atmósfera. 1.8. Aquí no proponemos una actitud defensiva como podría ser la recuperación nostálgica del pasado. Creemos que nos encontramos ante una oportunidad histórica: recuperar gradualmente lo perdido, en cuanto sustrato de nuestra creatividad actual, construyendo la ciudad desde abajo. 1.9. En este documento se advierten algunas cuestiones de partida, a las que conviene proporcionar transparencia, entre ellas: el derecho a la ciudad, la justicia espacial y el entendimiento de la ciudad como soporte de la vida y lugar donde esta transcurre y, a su vez, trata de dar cuenta de la potencia que encierra (producir y reproducir la vida en la ciudad). 2. DE LA CIUDAD . 2.1. Necesitamos dar cuenta del carácter de la ciudad. ¿Qué es exactamente la ciudad? ¿Qué sabemos de ella? La ciudad es un concepto polisémico y es, en si misma, un proyecto clave de lo humano. La ciudad ha sido siempre el proyecto del buen lugar. Un proceso que se puede configurar desde la acción política. Sin embargo no cabe duda de que, en las dos o tres últimas décadas, se ha diluido la vinculación entre ciudad y proyecto social. Se ha dicho que estamos culturalmente programados para entender la ciudad como una estructura física dentro de la que se desarrollan las relaciones humanas. Sólo en segundo lugar entendemos la ciudad como el propio sistema de relaciones humanas que crea tanto las estructuras sociales como las físicas. La forma principal de ver la ciudad que consiste en considerarla como artefacto físico no es una simple consecuencia del indudable peso de determinados profesionales (arquitectos, ingenieros, geógrafos etcétera): La instrumentalización de la ciudad como cosa visible es una de las muchas expresiones de la mentalidad cientificista y tecnológica que nos domina. 2.2. Pero a su vez la lógica tecnocrática está supeditada a la economía de corte empresarial, por lo que la ciudad se nos presenta como un mecanismo para la acumulación indefinida de capital. 2.3. La ciudad es un proyecto que incluye el futuro. Es sabido que en nuestra sociedad se ha impuesto una temporalidad de corta perspectiva que influye «en la medida en que la aceleración tiende a anular el tiempo de espera, de los períodos para pensar y reflexionar, [provocando que] el tiempo largo de la estrategia resulta imposible» (Tiqqun). La democracia se ve gravemente afectada por la velocidad del tiempo social y la temporalidad marcada por los procesos electorales. Se reduce el horizonte temporal de atención al puro presente, de modo que todos los problemas que no se adapten a estas condiciones son tratados de manera


3 improvisada o según esquemas prefijados. La soberanía política queda restringida a la soberanía de los electores. El interés general queda reducido al interés electoral (una voluntad concreta). Sin embargo, el interés general es, también, una realidad intemporal, lo único que puede justificar proyectos a largo plazo, medidas que no vayan tanto a resolver como a configurar marcos para abordar futuras soluciones. Enfrentar este problema reside o parte de dos asuntos: la intervención constante de la ciudadanía superando su arrinconamiento como pura voluntad concreta, y la posesión compartida de un proyecto urbano (como manifestación de la ciudad que se desea) expresamente al margen del corto plazo. 2.4. El proyecto de la ciudad como territorio del autogobierno no puede existir sin el diálogo. Asentar la ciudad sobre el diálogo y las conversaciones implicará el empoderamiento ciudadano, es decir, crear las condiciones adecuadas (los procedimientos) para dar campo a la intervención ciudadana. En definitiva, en este momento no se trata de hacer un catálogo de reivindicaciones o propuestas concretas, que no se excluyen, sino generar una dinámica para pensar y decir la ciudad de otra manera, un nuevo relato (mas deseo que lista de necesidades). En cierto modo, responder a la pregunta sobre qué (n)os gustaría que fuera la ciudad. Sin embargo, la posibilidad del diálogo y las conversaciones no se restringe al ámbito descrito. La flecha del diálogo se amplía para entenderse en relación con el mundo de la vida, de todo aquello que posibilita la vida (el agua, el aire, los seres vivos... ). El diálogo convoca, reune y sitúa. Rompe con lo monológico y aislado. Introduce formas de transparencia e impulsa la creatividad de los convocados (la ciudadanía). Construir la ciudad con el diálogo, las conversaciones y la reflexión implica asumir la idea de la ciudadanía como aquella que interviene, lo contrario de aquella que participa para elegir entre ciertas opciones construídas por otros. 3. REFERENTES PROMOTORES. Partimos de los referentes que enunciamos seguidamente. Estos enunciados desempeñan distintas funciones: son el suelo que posibilitará un programa expresado con mayor o menor cercanía de los tradicionales; constatan demandas ciudadanas perfectamente conocidas, aunque no siempre expresadas con claridad suficiente; forman parte de diagnósticos profundos que son habitualmente ignorados; y, finalmente, pueden dar contenido y forma a nuestros mensajes políticos en ruptura con las formas convencionales. Son referentes promotores a partir de los cuales se enhebran todo tipo de cuestiones. Los llamamos promotores en cuanto desencadenan otros y se enhebran entre ello, formando la necesaria trama conceptual para el movimiento del pensamiento. 3.1. La ciudad de los cuidados Es un aspecto central de la propuesta pero presenta una enorme dificultad en su enunciación y aclaración. A lo largo de su evolución el capitalismo ha ido eliminando o, en todo caso, estrechando las formas de desenvolvimiento de lo social en un proceso imparable que alcanza los procesos mas contemporáneos de individualización. En cierto modo, el proceso podría ser enunciado en el largo tránsito desde la comunidad al individuo aislado, donde se incluyen tanto las transformaciones del hogar, su extensión y sus funciones, asi como el estrechamiento de las redes sociales no virtuales. Pero, este asunto, clave en la ciudad que habitamos, requiere mas precisiones, con independencia de que en un documento final lo que aquí presentamos se reduzca a lo que aquí escribimos. En realidad, nos referimos a que estamos insertos en una crisis de la reproducción social, es decir, nos encontramos con crecientes dificultades para poner las condiciones que hagan posible colmar las expectativas materiales, afectivas y relacionales de la reproducción. El deterioro de tales condiciones, como hemos dicho, no obedece estrictamente a la crisis actual, aunque esta sea insoslayable por la urgencia que impone. El deterioro de las condiciones de la reproducción social se produce a partir de tres procesos vinculados: el


4 aumento generalizado de la precariedad vital, la proliferación de situaciones de exclusión y la multiplicación de las desigualdades sociales hasta el punto de llegar a un proceso de hipersegmentación social. El horizonte que se propone sería el de una ciudad de los cuidados mútuos, donde todos en la medida de lo posible nos responsabilizamos de todos. El análisis de los cuidados y de su forma histórica de presentarse permite el cuestionamiento del sistema económico dominante desde su raigambre en la vida cotidiana (la ciudad). Sin embargo, no se trata sólo de dicho cuestionamiento sino también de la transformación de las condiciones a partir de las cuales muchos de los cuidados se producen en el ámbito del hogar, se entienden al margen de lo colectivo y son resueltos por las mujeres (no es una casualidad que la ciudad propuesta por las mujeres exhiba significativas diferencias respecto la que ahora conocemos). El epicentro de los cuidados es el cuerpo. Su enumeración rermite a una complejidad casi inabarcable de aspectos materiales, afectivos y relacionales. En el orden de lo mas material: la reposición de energías (la alimentación y sus múltiples tareas asociadas); la higiene, la prevención y asistencia de la enfermedad; el vestido (la apariencia y los trabajos de lavado, planchado...); la limpieza y el orden del hogar; el orden interno y el mantenimiento de una confortabilidad cuyos umbrales son indeterminados. Inmateriales: las normas para ciertos modos de reproducción de valores y la transmisión de pautas, la educación y los modelos relacionales. Además, el hogar es el lugar de la afectividad, al menos en el plano ideal. Parece evidente que han constituido y constituyen un campo sin el cual la vida no sería posible pero, a la vez, ha sido ignorado y no se contabiliza en ninguna economía, cuando son su condición de posibilidad. De este campo se deducen intervenciones desde la política y desde lo que podríamos llamar las políticas urbanas (y municipales) en campos muy diversos, que convendría estudiar. Es el caso de la destrucción de la familia tradicional, que condujo a la aparición de los equipamientos de todo tipo, como manera de atender funciones imposibles de ser asumidas por la familia nuclear moderna especialmente por los no pudientes. Estos cuidados fueron asumidos por agentes exteriores, instituciones públicas o asociaciones privadas. Sin embargo este desplazamiento, aparte de resolver un problema gigantesco, tiene una cara menos satisfactoria, dado que ha supuesto que las decisiones sobre su promoción y gestión se sitúen lejos de los directamente afectados. A esto se añade que el proceso de acelerada mercantilización, margina sus originales objetivos pues las personas a las que se ofrecen sus servicios no son ciudadanos, sino clientes, es decir, gente que la puede comprar. Proponemos un trabajo político que incluye un hondo contenido didáctico relativo a los cuidados. Al referirnos a los cuidados queremos señalar algo que supera la mera intervención conjunta de los ciudadanos en el proyecto de la ciudad y su gestión, es decir, de lo que expresa de uno u otro modo la esfera de la acción política clásica. Si los contenidos de la acción política quedan superados se debe entender que, paralelamente, también la pura disponibilidad de los llamados sistemas generales de equipamientos y servicios en tanto que dispositivos de inclusión social y bienestar social, que suponen una forma de reparto de la riqueza de orden compensatorio o redistributivo, no es suficiente. Lo que se propone como objetivo es una comunidad guiada por los afectos y, por tanto, de las atenciones concretas al otro, no circunscritas exclusivamente al ámbito del hogar. En ese sentido, no viene a dar cuenta de la actual crisis de la reproducción social sino que se refiere a la implicación de cada uno de nosotros con el otro inmediato, con los otros, como subversión o respuesta al tipo de ser humano que viene construyendo el neoliberalismo con éxito notable. 3.2. La ciudad saludable No es exagerada la afirmación de que nuestra sociedad produce muchos malestares, que luego define como patologías físicas, sociales o psíquicas. Para ellas produce remedios que lejos de curar, cada vez más, reproducen y agudizan los mismos presuntos males, creando además otros. Mecanismos reactivos contra el caos generados por el propio capital, que a su vez son la ocasión de nuevas mercancías.


5 La salud de la población no debe ser sólo un tema de las redes de los centros sanitarios, sino un asunto transversal que afecta desde la contaminación hasta los ruidos urbanos. En esta tesitura se sitúa la cuestión de la conflictividad urbana, ejemplificada por la obsesión securitaria, que supuestamente combate la delincuencia, cuando a menudo lo que hace es criminalizar el conflicto social. La ciudad aparece como un conjunto de edificios y espacios públicos, cercados con vallas cada vez más impenetrables, a la vez que la vida social manifiesta un deterioro creciente, en su interior tanto como en su exterior. Esto favorece que sean centros monofuncionales, gestionados con criterios de estricta utilidad política o mercantil, cada vez más separados del resto de la ciudad y faltos de vida; a lo que se suma la fragmentación y el hurto de grandes extensiones de espacio libre a los ciudadanos. Como ejemplo del potencial de una política alternativa se adjunta una propuesta que con toda la intención denomina su autor «Equipamientos sin nombre». Esta misma función han ejercido tradicionalmente los mercados municipales. En este sentido su potencial es enorme, pues además de ayudar en estos tiempos de crisis económica, puede contribuir notablemente a lo que se ha venido planteando como soberanía alimentaria. 3.3. La ciudad como bien común La expansión del capitalismo se produce apropiándose y colonizando los espacios comunes creados por todos (incluyendo la misma naturaleza), con el resultado de que lo que estaba al servicio de la producción y reproducción de la vida se pone ahora bajo la soberanía de intereses privados cuyo fin primario es el beneficio propio y no el de la comunidad. Esa lógica ha conducido a la ocupación y destrucción del suelo rural, la construcción incontrolada de infraestructuras, especialmente las de transporte, la edificación de millones de viviendas y edificios de todo tipo, con la ilusión puesta en una demanda siempre creciente que ha terminado por colapsar, agravando de paso la situación de la vivienda para una impresionante cantidad de familias con modestos recursos. La idea que empieza a extenderse es que no hace falta ocupar más suelo, extender la urbanización o construir más, que existen viviendas y edificaciones, e incluso infraestructuras, más que suficientes. La rehabilitación, reutilización y reciclaje se imponen en prácticamente todos los aspectos: economía, sostenibilidad, reducción de materiales no renovables y consumo de energía fósil, impactos paisajísticos… Pero todo ello con una condición fundamental, la de poner límites a los mecanismos económicos creadores de escasez, lo cual pasa indefectiblemente por el control comunitario (y por tanto radicalmente democrático) de lo que sostiene la vida de todos, lo común. La urgencia de gestionar con inteligencia los límites, pero desde la potencia de lo común, se pone particularmente de manifiesto cuando pensamos en la relación de la ciudad con la naturaleza. De este modo el concepto de límite será la base de nuestro entendimiento de las relaciones entre ecosistemas y dinámica urbana. Hay una «primera naturaleza», original y anterior a cualquier grafía humana, y una «segunda naturaleza», la producida por el hombre, es decir, la artificial. La naturaleza que habitamos no es nunca ni primera ni segunda, sino más bien una compleja mezcla de las dos. Dicho de otro modo, la artificialidad contiene las respuestas activas de los ecosistemas a las interferencias, incluidas las de grado cero (su aniquilación o degradación, según los casos). La aplicación del concepto de límite supone una determinada posición respecto de los modelos de crecimiento disponibles (dominantes) y remite a cuestiones centrales, tales como la ya mencionada rehabilitación como opción principal, la elección de infraestructuras objeto de políticas activas, la definición por parte de la ciudadanía del tipo de relaciones que desea mantener respecto de los ecosistemas, incluyendo su reconstrucción. Otra derivada del concepto de bien común puede aplicarse al patrimonio heredado. Un legado que a todos pertenece, pero que acaba en caricatura, inerte escenario de un espectáculo turístico, cuando se trata como simple mercancía, vaciando de vida el centro histórico de nuestras ciudades.


6 3.4. La ciudad y el tiempo Pensar los tiempos que no son el tiempo cronológico y uniformemente acelerado (exigencia de que cada vez todo sea más rápido) que necesita capital para no caerse. Este asunto capital exige un tiempo de desarrollo del que ahora no disponemos (¡ay!). Sólo esbozar algunas ideas. Tiempo-duración, el que necesitan las cosas para madurar por sí mismas. El tiempo del recorrido no tiranizado por el punto de destino. El tiempo o los tiempos sociales, y por ello capaces de ser socialmente modificados, lo que implica pensar la comunicaciones y los transportes públicos, la accesibilidad, los cronousos urbanos, los equipamientos, nuestras relaciones con las estaciones y los ritmos urbanos. Tiempo del acontecimiento, como significaría la recuperación de la fiesta frente a los espectáculos promovidos, tras su captura por los poderes o las manifestaciones colectivas de la ciudadanía en los espacios públicos. 3.5. La ciudad y la belleza Entendemos fundamental introducir este tema aunque no demos, muy probablemente, con las palabras adecuadas, apuntando, como antes, algunas ideas sueltas. Aquí «belleza» no se ciñe al término convencional o clásico, aunque lo abarca. Con ello queremos nombrar aquello que está más allá de lo utilitario, del cálculo de cualquier tipo, que tendría relación con la alegría de vivir y con el disfrutar de la buena compañía de las cosas de este mundo, de sus criaturas y de nuestros semejantes. Llama la atención que muchas de las personas que habitan barrios que, desde una mirada externa no se consideran precisamente como bellos, lo aprecian, se sienten bien ahí. La vida que los colonizó ha conseguido, con el tiempo como aliado, hacer de esos espacios urbanos, que en un principio eran feos, lugares entrañables para sus habitantes. Resulta elemental defender y acrecentar la belleza del paisaje privilegiado de esta ciudad, una naturaleza que nos ha llegado transformada por la acción humana, pero que ahora se contempla sólo como mercancía, por lo tanto manipulado como belleza que no es para todos. Al hablar de belleza como un derecho no lo hacemos aludiendo a normas y leyes; pero si es cierto que los instrumentos jurídicos y los procedentes de los demás saberes están obligados a luchar por la belleza. Y por último belleza en el sentido de fruto (que se da sin contrapartidas a los demás) de la creatividad, como facultad de todo ser humano, como derecho, entendido tal como hace un momento hemos expuesto. 4. LOS MEDIOS En esta fase primera consideramos que más importante que el contenido de lo que debería o podría conseguirse es el cómo se haría eso: los medios nos interesan ahora más que los objetivos, dado que serán los ciudadanos quienes los decidan. Sospechamos que hay legislación y normativa de sobra para hacer muchas cosas. Probablemente mediante simples ordenanzas puedan regularse muchos aspectos que carecen de respaldo legal suficiente en este momento. También conocemos experiencias de un uso imaginativo de la legislación existente e incluso aprovechando los vacíos legales. Con toda probabilidad existe una gran cantidad de experiencias y conocimientos que podemos aprovechar, que se dan tanto en nuestro país como en muchos otros que se enfrentan a problemáticas similares. Es cuestión de buscar y componer, sin olvidar devolver los favores a ese común global que abarca todo el planeta. Al respecto sabemos, por lo que es práctica habitual en muchas ciudades europeas, que no es baladí conseguir


7 un patrimonio de suelo suficiente para poderlo usar como instrumento eficaz para influir en el precio de mercado de terrenos y edificaciones. Pero es posible que en estos momentos sea más útil utilizar los inmuebles (terrenos y edificios) municipales actualmente sin uso o infrautilizados, absteniéndose, en lo posible, de construir, y destinar los vacíos urbanos para generar espacios de relación social, lugares para los niños y mayores, para practicas deportivas, para huertos urbanos, etcétera. El control de la gestión, o la gestión misma de estos espacios, debería confiarse a agrupaciones de vecinos que operaran, mediante el apoyo municipal, con autonomía. La misma idea podría aplicarse a muchos otros lugares de titularidad pública. El programa municipal por lo que respecta a sus contenidos territoriales y urbanos (urbanísticos) debería expresarse en cuatro escalas diferentes: la escala metropolitana, entendiendo con claridad el papel que cabe atribuir a la centralidad (Málaga-ciudad) en el territorio. A su vez, entender Málaga-ciudad como centralidad metropolitana supone tanto la superación del marco exíguo de referencia impuesto por la planificación regional (Plan Subregional de la aglomeración de Málaga) como la posesión de un instrumental que permite estrategias para mejor fundamentar políticas destinadas a la activación de una economía productiva deseable. Por su parte, una escala intermedia puede ser la base de determinadas políticas para mejorar todo tipo de dotaciones. En este sentido, probablemente la actual división en distritos tendrá que ser reconsiderada. Por su parte, la escala barrio se constituye en el centro de la acción municipal tendente a cumplir allí el derecho ciudadano a la intervención y la centralidad, la salud, la belleza (semantización de los espacios de vida). Finalmente, la escala doméstica, los espacios de habitación para la intimidad que es exigido por el tiempo propio de las personas y su entorno social más cercano (la familia, pero no siempre). No queremos acabar sin referirnos a los trabajadores que integran los organismos municipales. Nuestra actitud debería granjearse su colaboración y participación activa (pues ellos sufren nuestro mismo malestar), especialmente en relación con los cambios que requieran dichos organismos. Málaga, 29 de octubre de 2014 Notas 1. Este documento es el número 1 de la serie que producirá el grupo de Urbanismo de Ganemos Málaga, le sigue el número 2 que es una versión breve del presente, habiéndose editado el archivo en formato PDF el 26 de noviembre de 2104. 2. Se edita bajo una licencia Creative Commons con estas condiciones: Reconocimiento – NoComercial – CompartirIgual (by-nc-sa): No se permite un uso comercial de la obra original ni de las posibles obras derivadas, la distribución de las cuales se debe hacer con una licencia igual a la que regula la obra original. 3. Son autores del texto: Alfredo Rubio, Eduardo Serrano y José María Romero Siendo resultado del trabajo del grupo citado, del que son miembros (por orden alfabético del apellido): Daniel Barrera, José Antonio Cabezuelo, Amaranta Gargari, Enrique España, Ismael Fernández, Rubén Mora, Alicia S. Morales, José Antonio Pendón, Inmaculada Pérez de Guzmán, Ildefonso Narváez, Fernando Ramos, Naser Rodríguez, José María Romero, Alfredo Rubio, Nicolas Senegats y Eduardo Serrano


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ANEJO EL PROYECTO POLÍTICO DE UN ESPACIO SIN NOMBRE PARA LA CREACIÓN COLECTIVA EN LA ESCALA BARRIO. Alfredo Rubio Díaz, Departamento de Geografía, Universidad de Málaga. arrubio@uma.es

Haciendo un poco de historia, es decir, volviendo hacia atrás, aparece claro que, desde sus inicios, la Junta de Andalucía tuvo que hacer frente a una suerte de desierto respecto de las políticas culturales en Andalucía. No voy a escribir aquello de que no existía cultura pues es mas que obvio que no puede darse un pueblo, una comunidad, que no la posea. Pasados los años la Junta ha dispuesto líneas de actuación; ha creado políticas específicas; implementado equipamientos, impulsado, a través de instrumentos y acciones diversas, la creación; ha codificado el patrimonio cultural inmaterial; organizado e impulsado nuevos profesionales y agentes, etcétera. Por tanto, ha generado una cartografía real de indudable valor. Sin embargo, lo que se planteaba no era aquello que se entiende como lógico: la acción política tiene que definir unas metas y llegar a ellas a través de instrumentos adecuados. Si se analizan esta relación parece mas que obvio que se han conseguido resultados brillantes. Probablemente sea en este campo que se dispone de realidades específicas resultado de una buena gestión que ha proporcionado los frutos necesarios. Se ha cubierto una etapa caracterizada por la construcción de unas infraestructuras de las que Andalucía carecía. Ahora se abre otra, no tanto vinculada a una construcción a partir de un desierto preexistente como de creación e invención de nuevas formas de intervención pública. La política cultura tiene que incidir en la transformación de los andaluces de espectadores y consumidores -objetivo clave de las industrias culturales dominantes y de los procesos y procedimientos de mercantilización exhaustiva de este ámbito- en creadores. Este paso requiere matizaciones: no se trata de negar el valor de nada de lo realizado sino de confirmar la necesidad de introducir un nuevo componente coherente con la idea de activar la creación social. No tengo duda alguna sobre los efectos colaterales que este cambio de perspectiva pueden desencadenar. 2. PUNTO DE PARTIDA. Por otra parte, en los foros donde estamos presentes, se viene produciendo una convergencia masiva de las intervenciones respecto de la consideración del barrio como territorio de la intervención urbanística y de la ordenación urbana. Lugar de la vida cotidiana, de la experiencia, y de las relaciones. Justamente de esa convergencia es de donde surge la propuesta de estos espacios sin nombre. Su ideación, pues no se supera en el texto el umbral de esa condición, se nutre de la pura observación de la vida en los barrios. Como geógrafo urbanista los conozco y frecuento, y no me refiero exclusivamente a aquellos que pueden calificarse como problemáticos. A estas alturas me parece mas oportuno investigar la normalidad que su contraria. En muchos de ellos se observa la ocupación por segmentos sociales de ciertas centros y actividades. Confluencia de gentes de la mas diversa procedencia, resultado de procesos y dinámicas sociales complejas . Me refieron a los centros de adultos, aunque no en exclusividad. Sus demandas transcienden ampliamente de las que dichos centros pueden proporcionar por múltiples razones. A su lado, una parte importante de las unidades de los equipamientos educativos están infrautilizados respondiendo a cronousos lógicos. Por tanto, a la vista están demandas y vacíos.


2 3. ABRIR UNA NUEVA LÍNEA DE INTERVENCIÓN DIRECTA EN LOS LUGARES DONDE SE DESENVUELVE LA VIDA EFECTIVA DE LOS CIUDADANOS.. 3.1. LLEGAR DIRECTAMENTE A LOS BARRIOS. La realidad social, las tendencias observables en los modelos de crecimiento urbanos y sus consecuencias en la intraciudad, la progresiva pérdida de los valores y las prácticas que inducen lo relacional y, lo que resulta mas evidente, la superación de los marcos de referencia anteriores, producto de todo tipo de déficits, es decir, el aumento de la calidad (relativa) de las condiciones de nuestras ciudades y poblaciones, permiten pensar en una nueva línea de intervención respecto de las políticas culturales, adecuada con dicha madurez. Se trata de llevar la cultura directamente al corazón de nuestros barrios con la intención de activar la creatividad social, lo que provocará ciertos impactos colaterales de alto contenido estratégico respecto de posibles y futuras posiciones socialdemócratas. 3.2. CARÁCTER Y OBJETIVOS DE LA LINEA DE INTERVENCION DESDE LA POLITICA CULTURAL. Las ciudades se van conformando físicamente como territorios de ruptura con el sentido (social), consecuencia de la combinatoria del par crecimiento demográfico/crecimiento físico discontinuo bajo los efectos territoriales y sociales del neoliberalismo. En cuyo interior proliferan "estilos de vida" incomunicados e incomprensibles entre sí que, a su vez, transcurren sobre texturas físicas desiguales (sedes distintas). Surgen y proliferan los espacios acotados y aislados que ponen en duda la existencia real y efectiva de la ciudad como totalidad perceptible y hacen imposible cualquier idea o sentimiento (social) de (co)pertenencia. La línea significa una intervención directa en las ciudades destinada a utilizar equipamientos hoy disponibles, sobre la base territorial y la escala de los barrios, donde sea posible activar la creatividad social, incardinada en la idea de inducir capital relacional (aumento de la extensión y calidad de las redes sociales). El objetivo es dotar a la población de un lugar donde directamente producir obra material e inmaterial. Algunas de las características y de los procesos que pueden producirse en estos lugares aún sin nombre son los siguientes: 

lugar de encuentro y uso intergeneracional. Nuestra sociedad ha sido descompuesta en segmentos que, en muchos casos, se han revestido de cualquier identidad. Una sociedad segmentada tiene dificultades para co-producir la realidad. Observando los centros de adultos es fácil dar cuenta de coexistencias intergeneracionales incluso en las mismas aulas. Los espacios que proponemos pueden ser usados por distintas generaciones y, en algunos casos, pueden compartir actividades. La segmentación, las diferencias en las identidades y otros etcéteras borran la posibilidad de lo común (y de la ciudadanía).

lugar de lo intercultural. Se busca una configuración nueva -uno de los sentidos de la idea de hibridación y de la interculturalidad- producto del fundido de unos con los otros, fundidos múltiples. Creemos, con independencia del deseo, de la ética e, incluso, de una posición moral, tal objetivo no es una cuestión general, sino un asunto de casos particulares. Dicho de otro modo, la hibridación que vendría a ser una configuración social nueva, sólo lo será de casos individuales [particulares] y literalmente pendientes del tiempo. Las razones son culturales: el excesivo uso de este concepto ha acabado por desvirtuarlo. Se aplica a la instrucción, al decir que alguien no tiene cultura cuando se quiere decir que carece de instrucción y formación en algo particular. También se dice de ciertas actividades, por ejemplo las artísticas y similares de la sociedad espectacularizada (industrias culturales, la cultura como actividades artísticas). O, por finalizar, se habla de cultura empresarial e institucional para referirse a ciertas prácticas, saberes y formas de hacer, generalmente reflejadas simbólicamente en sus imágenes corporativas. Esta proliferación y descentramiento del concepto conduce a su banalización. En un sentido estricto, la cultura [de un grupo] es un contenedor autista. Muchos de nuestros barrios son las sedes de coexistencia entre población de origen heterogéneo. En los centros de adultos, que utilizamos otra vez como lugar de nuestra experiencia, confluyen culturas


3 distintas y, en la práctica cotidiana real, intercambian rituales festivos, músicas, comidas, cosmovisiones. Magrebíes, subsaharianos y europeos del Este coexisten de un modo positivo, aunque no exento de problemas, entre ellos y con jóvenes y ancianos locales. Es todo un experimento social que podría producirse de un modo mas coherente en estos lugares sin nombre a los que aludo. Sólo el conocimiento del otro puede conducir a la resolución de los conflictos reales y latentes que conocemos. 

lugares para la experiencia del compartir. Nuestras necesidades no son aquellas a las que nos han acostumbrado los dispositivos capitalistas. “La necesidad no es nunca necesidad de una cosa sin ser al mismo tiempo necesidad de mundo “(Tiqqun, 2.009). Pero, también, “la necesidad no es mas que el nombre de una relación por la cual un ser sensible concreto hace existir tal o cual elemento de su mundo“(Tiqqun, 2.009). Por eso, parece fundamental la inclusión de un análisis de la necesidad, que incluya las posiciones del grupo Tiqqun y aquellas que, en su momento, pensó J. Ortega y Gasset. Me refiero a los habitantes de las metrópolis. Las subjetividades metropolitanas solamente experimentan caprichos. Por eso el capitalismo satisface como nadie la necesidad de cosas pero “no propaga universalmente mas que la insatisfacción: porque para satisfacer la necesidad de cosas, debe construir los mundos” (Tiqqun, 2.009). Los flujos de la inmigración también ingresan en esta atmósfera.

lugar cotidiano productor de politización, entendiendo este asunto como participación activa en los asuntos que interesan al común. “Una modalidad fundamental de existencia de todo esto -escribió A. Badiou refiriéndose a acontecimientos cercanos en el tiempo - es la creación de lugares políticos. Un lugar político es un lugar en el que tiene lugar el acontecimiento político masivo al que da existencia en una dirección universal. Un acontecimiento político no puede tener lugar en todas partes; un acontecimiento político tiene lugar en un lugar”. Frente a la desmovilización permanente respecto de los asuntos que conciernen, las opciones para los próximos años parecen pasar por la activación política de los ciudadanos. Esta opción tiene naturaleza estratégica para la izquierda y no presupone opción partidaria alguna. Por tanto, estos lugares se presuponen prácticas diversas que conducen directamente a una democracia ampliada, una reelaboración de las prácticas de la participación social, que implicaba tanto el espacio (barrio) como el derecho a la modificación de lo existente, incluyendo la creación artística colectiva. Por tanto, lo que se plantea no es exactamente una participación cualquiera sino la intervención, que no guarda relación directa ni con la democracia formal ni con la gobernanza.

lugares superadores de ciertos marcos de referencia, sin que ello signifique ningún tipo de posicionamiento crítico respecto de peñas, cofradías e instituciones diversas y sus supuestas actividades culturales. Estos espacios pueden ser perfectamente sedes de otro tipo de actividades capaces de producir sincrónicamente sociedad civil, cohesión, capital relacional, creaciones y nuevo patrimonio inmaterial.

lugares para la autogestión. Aun que no me gusta mucho la palabra es expresiva de la conducción de estos centros por parte de sus usuarios potenciales. Sólo desde esta perspectiva los ciudadanos experimentarán y entenderán que son participes directos en los procesos de creación de materialidades e inmaterialidades. La forma de inclusión posibilitante del uso deberían ser programas concretos e historiales de actividades en su caso. La idea de corresponsabilidad no excluye la asistencia técnica e incluye los solapamientos con las actividades de otros equipamientos ya existentes. Si tales solapamientos se producen deberán ser resueltos adecuadamente. Por ejemplo, los grupos de lectura pueden ser asistidos desde el sistema de las bibliotecas públicas generando relaciones que pueden perfectamente concluir en un aumento del uso de las mismas. Las visitas a los museos pueden ser acompañadas de la visita del museo al barrio. Las sinergías parecen posibles.

terminales para la difusión del resto de las líneas de la política cultural.

No encontraremos una concreción de lo que el habitar pudiera ser como respuesta a las condiciones del hábitat. En lo urbano obra, el concepto de habitar se resuelve en la idea del habitar poético. Por una parte, el derecho a la diferencia y, singularmente, el entendimiento del desarrollo precisamente como creación de diferencias, en abierta oposición al binomio homogeneización/homologación presente en las metrópolis


4 (genéricas) y, por otra, el habitar en términos de coexistencia y cuido con las cosas, los otros y la naturaleza. Todo ello supone una nueva racionalidad y otros valores. Por tanto, se trata de construir una estela de lugares habitables en las distintas escalas del territorio de lo urbano, donde la escala barrio parece la adecuada para este tipo de nuevos equipamientos. La ciudad es obra más próxima a la obra de arte que al simple producto material. Lo es como realización en unas determinadas condiciones históricas Pero estas no son suficientes para explicar lo que nació de ellas. Las condiciones permiten y delimitan las posibilidades [las potencialidades] pero, al ser socialmente interpretadas, lo producido estará mas allá de las relaciones de causalidad que habitualmente de ponen a la vista. También lo contrario, es decir, suponer que determinados efectos que se han producido en una ciudad podrán ocurrir en otra si se reproducen las condiciones de aquella. 4. UNA SINTESIS SOBRE UN ESPACIO SIN NOMBRE PARA LA CREACIÓN COLECTIVA EN LA ESCALA BARRIO. Lo que ponemos a la vista no supera el estadio de la pura idea. No hemos dispuesto del tiempo oportuno para desarrollarla tanto en términos de su concreción como de sus objetivos y forma de funcionamiento. También pedimos disculpas por la redacción, muy apresurada. En síntesis, proponemos considerar lo siguiente: 1. Crear un nuevo instrumento de política cultural directamente dirigida a los barrios de nuestras ciudades. 2. Que dicho instrumento procede de la invención de un nuevo equipamiento destinado expresamente a la creación social en todas sus formas materiales e inmateriales. 3. Sin embargo, presupone que el funcionamiento de este nuevo instrumento puede contribuir decisivamente a: el aumento del capital relacional (mezcla intergeneracional e interculturalidad por hibridación y ruptura respecto del liberalismo existencial); la experiencia del compartir proyectos e ideas (aumento de la cohesión); aumento de la politización (participación activa en los asuntos que interesan al común); la superación de ciertos marcos de referencia muy cristalizados y escasamente innovadores (las peñas, por ejemplo) y, finalmente, pueden ser las oportunas terminales para la difusión de las restantes líneas de la política cultural. 4. Que su implementación requerirá tanto de una mejor concreción como de su modelización mediante su aplicación en algunos barrios de tipología física y social diversa. Tras ese proceso de prueba tal vez sea posible su oportuno despliegue como instrumento general. Si este último supuesto sucediera, sus unidades tenderán a constituirse como red en el tejido urbano mediante su correcta planificación e inserción en dicho tejido, en términos de accesibilidad, calidad, y austeridad, y, por otra parte, se vincularán con las redes sociales virtuales. 5. Este equipamiento puede utilizar algún otro preexistente en el horario adecuado. En su defecto, podrá utilizar o reutilizar otros inmuebles y espacios disponibles o, finalmente, crear directamente el soporte (equipamiento). 6. Dicho equipamiento será de gestión directa por sus usuarios a partir de ciertas condiciones. 7. La Administración podrá suministrar asistencia técnica e impulsará la colaboración con otros equipamientos, instituciones y servicios especializados. Málaga, 31 de enero de 2012 - 20 octubre 2014.


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