"Cuentos Xtra ilustra2" - IÑIGQ (Stgo2011)

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IÑIGO QUEZADA SOTO Autor, ilustrador y cuenta cuentos Nació el 12 de enero de 1987 en Santiago de Chile. Es Licenciado en Artes de la Universidad de Playa Ancha de Valparaíso. Creador de cuentos ilustrados y cómics. Tarotista y creador del proyecto-naipe Corazón de Tarot. Integrante cuenta cuentos del Colectivo Atrapa Cuentos. Co-Director de arte y música experimental del Proyecto Screamermaid. Co-Director del Proyecto Insékula Performance y Coordinador de BienStar / terapias, gourmet y arte sano. naxo_quezada@hotmail.com www.ignacioquezada.jimdo.com

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CUENTOS XTRA ILUSTRA2 1. La rata y la serpiente 2. La inesperada noche de Xetl 3. Lavando el auto una tarde de domingo 4. A través de la ventana 5. Nací a$í 6. En la bañera 7. Ternura de nacer 8. Alacranes parásitos 9. Menú de hoy: Apéndice 10. La esponja perdida 11. Las liebres enamoradas 12. Ana y las hadas del té 13. Alén: Luz en un Planeta oscuro Material Xtra 14. Libertad (Autor desconocido) Mural que fotografié (año 2006) en el Parque Cultural Ex-Cárcel de Valparaíso antes de la remodelación / Hoy Parque Cultural de Valparaíso.

Registro propiedad intelectual numero 217.944. Dirección de Bibliotecas, archivos y museos. Departamento de derechos intelectuales. Santiago de Chile 2012 3


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La Rata y la Serpiente Dedicado a Rabitt

Rata corría buscando refugio de la lluvia. La tormenta se había desatado de un segundo a otro. Llego hasta la base de un viejo árbol, vio unas enormes manzanas rojas que brillaban en la altura y su estomago rugió al instante. Sin darse cuenta, mientras las alcanzaba a saltitos, una enorme Serpiente se abalanzó sobre ella. Rata rápidamente esquivo, la Serpiente se azoto contra las duras rocas. Rata se quedo inmóvil, los ojos casi se le escapaban del pequeño cráneo y el corazón le bombeaba a mil. Al ver que la Serpiente no se movía, se acerco lentamente y la olfateo. La Serpiente se había dañado gravemente. Rata como pudo, de a pequeños tirones, la arrastro hacia un agujero en la base del árbol. El viento cada vez azotaba más intensamente y tenía que aferrarse al cuerpo del reptil para no salir volando. Así fue como Rata se quedo allí cuidándola. Trepo y mordisqueo trocitos de manzana que guardaba en sus pequeños cachetitos. Bajo y alimento a la Serpiente reiteradamente. Varios días después cuando la Serpiente recobro por completo la movilidad y Rata entraba en el agujero con frescos trocitos de manzana, la Serpiente de un bocado la engullo. En el interior de las fauces Rata pensaba: - Bueno... – Suspiro - La vida a veces no es justa. En ese momento la Serpiente la regurgito y comenzó a limpiarla con su ágil lengua y aprovecho de darle unos besitos de agradecimiento. Desde ese día Rata gano una excelente amiga y compañera de viaje.

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La inesperada noche de Xetl Xetl, era una hada de los bosques tropicales de un planeta similar a la Tierra, pero muy de lejos de ella. Esa tarde volaba ágilmente sobre el húmedo suelo de aquel bosque oscuro. Recolectaba polvo mágico de los hongos fluorescentes que allí crecían. Con ellos preparaba pociones sanadoras para la gente de su pequeña aldea, cuyos habitantes vivían en las copas de los arboles más altos de la zona. Esa tarde vio una luz celeste-blanquecina en las grietas profundas, bajo y bajo hacia aquella hermosa luz, se acerco aleteando silenciosamente, atenta a las vibraciones de los otros seres en las tinieblas. De pronto y sin aviso una energía brillante apareció frente a ella, la agarro fuertemente de pies y manos, por más que lucho no podía soltarse. La extraña energía la arrastro hasta tocar el piso y poco a poco fue envolviéndola. Era la energía enredadera que empezaba a alimentarse de su nueva víctima.

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Lavando el auto una tarde de domingo Alejandro se arreglo el pelo en el reflejo de la ventana del auto nuevo. Sacaba brillo con orgullo al capot de su nueva adquisición. Justo en ese momento recibió un golpe por atrás, era la pelota de goma de su pequeña hija Hilda, quien se reía y le apuntaba con el dedo. - ¡Juguemos Papá! – Decía la niña y daba saltos. De pronto la alarma del auto comenzó a sonar. Alejandro apretó una y otra vez el botón para apagarla, pero no paraba. El auto del vecino empezó a sonar, los de acá y allá también al unisonó. A la lejanía aumentaba el bullicio drásticamente, era como si todas las alarmas de los autos a la redonda se hubieran activado al mismo tiempo. Los perros ladraban y aullaban desesperados. Hilda corrió a los brazos de su padre. Alejandro la levanto y abrazo con cariño. Estaba sorprendido. Extrañado. El vecino le hizo señas, las cuales el respondió encogiéndose de hombros. La gente que en ese momento transitaba se quedo inmóvil de la impresión, se miraban unos a otros, como preguntándose: ¿Qué sucede? De la nada los motores comenzaron a rugir y el ruido del ambiente se torno aun más intenso. Hilda se asusto. Así fue como de improviso el auto del vecino se incrusto en la casa de al lado con todo y dueño. En medio de los gritos el auto se azotaba una y otra vez contra la casa. Alejandro no podía creer lo que había visto y lo que estaba pasando. Hilda comenzó a gritar y se abrazo fuertemente a su padre. Todas las sensaciones de un día común y corriente de verano se habían transformado rápidamente en 9


caos y miedo. De pronto frente a ellos estaba su propio auto acelerando motores. AmenazĂĄndolos. Alejando atino a correr hacia la casa, saco del bolsillo unas llaves, eran las del auto. Las lanzo lejos. MetiĂł la mano en el otro bolsillo y saco la llave de la puerta de entrada. Las manos le temblaban. Hilda seguĂ­a llorando en descontrol. Puso la llave en la ranura. Se le cayeron las llaves.

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A través de la ventana Sara preparaba el almuerzo. De pronto escucho una fuerte, extraña y constante vibración que la hizo mirar hacia el techo. En ese momento su pequeño hijo, Tomas, entro corriendo y le pregunto que era ese extraño sonido. - ¡Mamá! ¿Qué es eso? Ella lo miro y se encogió de hombros. Tranquilamente hecho las dos tazas de agua hirviendo a la olla del arroz, la tapo, bajo la llama y le puso un tostador. Sonrió mirándolo a los ojos. – Tal vez sean alienígenas que llegaron a ¡invadirnos! ¡Wuaaa! ¡Jajaja! – Exclamo con entusiasmo. El pequeño niño la miro con temor. Tomas guardo silencio. El sonido se detuvo unos segundos y volvió más intenso y cambiando de frecuencia, haciendo que las ventanas vibraran intensamente. Ambos rieron nerviosos. De pronto Sara miro hacia la ventana y vio a un aterrador Ser de piel oscura. Tenía grandes ojos y estaba ahí parado atento, mirándolos. Ella se quedo congelada. Tomas grito de terror. El extraño Ser estaba inmóvil. Realizando un mínimo gesto. Movió la cabeza hacia un lado y pestaño, como analizándolos. Sin aviso dio un salto hacia donde ellos estaban. Traspaso la ventana sin quebrarla, como si fuera inmaterial. Sara agarro fuerte de la mano a Tomas y salió corriendo. En el pasillo estaba el coche donde dormía su pequeño bebe de apenas unas semanas. Lo tomo rápidamente. Salió corriendo hacia la calle. Vio de inmediato como las demás personas corrían despavoridas. La intensa vibración seguía creciendo. Sara miro al cielo. 13


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NACÍ A$I ¿Dónde estoy? ¿Qué es lo que soy? Cuando tenga fuerzas intentare moverme… Tac… tac… Si golpeo, tal vez pueda romper, necesito más tiempo… Tac… tac… clac… clac… ¡ahora sí! Veré que ocurre… crac… crac… Hooo! Mucha luz!, no puedo abrir mis ojos… ¡Pío, Pío, Pío, Pío, Pío, Pío, Pío, Pío!… ¿Qué es ese ruido?… oooh… son muchos… muchos otros… ¿Qué es todo este lugar? ¿Porque estamos aquí? Me tiembla todo… qué difícil es moverme… ¿Dónde estaré? Esta cosa se mueve hacia donde nos llevaran… ¿¡¡¡Que sucede!!!? ¡¡¡Me duele todo!!! Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! Crac!… crac!… crac!… crac!… crac!… crac!… crac!… crac!… crac!… crac!… crac!… crac!… crac!… crac!… crac!...

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En la bañera Pensando en mi pasado. Pensando en mi presente y también en mi futuro, me acorde del patito de goma con el que jugaba cuando mi madre me bañaba en la bañera. Me acorde del colegio, el liceo y también del trabajo esclavizador en la oficina. Allí el tic-tac y la corbata eran mi estresante cadena. De pronto aparecieron los Mil ojos caleidoscópicos. Sentí como si flotara como si mi espíritu estuviera evolucionando muy rápidamente. La luz blanca lo lleno todo y muchos colores del arcoíris aparecieron formando fractales. ¿Dónde estoy? ¿Estaré soñando? ¿Por qué no puedo despertar aunque quiera? ¿Qué paso? Recuerdo que estaba en la bañera…

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Ternura de nacer ZOXA se dirigió hacia el compartimiento luminoso y tibio en donde dormía su pequeña y verde cría. Encendió el triturador, tiro de la palanca suavemente y un bocado de su comida favorita fue directo hacia su gran hocico abierto. - Mmm – Fue su única exclamación. ZOXA saboreo placenteramente, disfrutando cada bocado. En ese momento la pequeña y verde cría despertó y empezó a chillar. ZOXA la miro tiernamente y puso cuidadosamente el aparato alimentador de pequeñas criaturas. Apretó el botón iluminado, mientras tanto el pequeño sonreía, chillaba y empezó a moverse alegremente. Estiro su larga lengua y su jugo preferido ya estaba a dos centímetros de su verde paladar.

Esta ilustración es la Portada del Disco de Nicolás Estany: “Ternasir” (2011)

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Alacranes parásitos Una nave interestelar viaja por el espacio. Sus tripulantes, ocupados en sus maniobras y coordenadas de viaje, no sospechan que están llevando a un peligroso polizonte. En la superficie exterior de la nave una madre Alacrán parasito prepara su viscoso nido. Sus millones de verdes huevos están a punto de eclosionar. Lo que tampoco saben es que esta raza parásito se reproduce muy rápidamente y que además posee un poderoso veneno mortal. Lo que ni siquiera se imaginan los sistematizados terrestres es que esta nave se infectara completamente en siete horas y que irremediablemente caerá de lleno en una poblada ciudad del planeta Tierra. Tic tac… tic tac

Esta ilustración es la contra portada del Disco de Nicolás Estany: “Ternasir” (2011)

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Menú de hoy: Apéndice HANTA, el ratón, corría rápidamente por el inmenso y maloliente vertedero. El estomago le rugía y aun no había encontrado nada para comer. - Ayer a estas horas ya estaba saboreando unos huesitos deliciosos de pollo - Chillaba mientras escarbaba un pequeño cerro de basura. Se entusiasmo cuando encontró un túnel entre los desperdicios, se interno poco a poco hasta lo más profundo. De pronto se quedo quieto y empezó a mover los bigotes mientras olfateaba a su alrededor. - ¡Aja! Aquí hay algo sabroso que no se va a escapar - Seguía chillando mientras buscaba entre un montón de agujas, envases de medicamentos y guantes ensangrentados. Así fue como encontró un fresco apéndice humano. - ¡Este es mi día de suerte! - Pensó mientras intentaba alcanzarlo con las pequeñas patitas. Cuando lo logro, tironeo lo más fuerte que pudo hasta que el apéndice salió por completo. Hanta estaba feliz. - Que grande… y es toda para mi… que alegría. Dio un par de bocados y cerró los ojos. - ¡Mmm! Que delicia – Decía mientras saboreaba. Decidió dejar un poco para más tarde. Cuando salía del agujero se encontró de frente con una enorme paloma gris. El ave lo quedo mirando y después miro el apéndice. - ¡No! Ni te atrevas- Grito Hanta amenazante. La paloma dio un zarpado y tomo con el pico el apéndice. Hanta le dio una bofetada en la cara y la paloma la soltó. El ratón salió corriendo y el ave tras él. Corrió y se escondió hasta perderla de vista. 23


Cuando ya creía que estaba todo en calma aparecieron dos moscas negras, enormes y peludas. Cuando vieron que Hanta llevaba el apéndice entre los dientes, comenzaron a llamar a otras moscas. Llegaron por lo menos 30 moscas. Entre todas se ayudaron hasta quitarle a tirones, escupos y golpes el apéndice al pobre Hanta. El pobre quedo tirado de espaldas embarrado con todo tipo de residuos malolientes que le lanzaron. - ¡Guaja! ¡Es toda nuestra! – Rieron las moscas y se fueron volando. La paloma apareció al poco rato y comenzó a picotear la cabeza de Hanta. A lo lejos se escuchaba como las moscas se reían y celebraban el banquete que se iban a dar. Cuando llegaron a la guarida de Gran Jefe, llevaron el apéndice directo a la cochina para ser preparada. El jefazo de las moscas, que era enorme, estaba en el interior de una tapita de botella. Mientras tanto una hormiguita echaba agua sucia en su interior y una chinita le masajeaba el cuello. - ¡Gran jefe! ¡Gran jefe! Encontramos algo delicioso para la comida de hoy- Anuncio con orgullo la mosca segunda al mando. - ¡Bien hecho! ¿Es algo muy delicioso?- Pregunto intrigado Gran jefe. - ¡Sí! Pues, es lo más delicioso que hemos encontrado en semanas Gran jefecito - Decía la mosca mientras sonreía con entusiasmo y ponía cara de mosquita muerta. - Mmm… me has dejado con curiosidad, pero no me digas que es… quiero que sea una deliciosa sorpresa. 24


Diciendo esto, Gran jefe escupió en sus manos y se peino la cabeza, después se hundió en el agua turbia. Mientras tanto en la asquerosa cochina de las moscas el Chef Le Moscardón preparaba el apéndice. Lo relleno con restos de comida podrida, lo baño con salsa agria de leche cortada y le agrego polvo de costras seleccionadas. Solo faltaba el toque final. Un pedazo de lunar de pelo. El Chef contemplo su obra de arte culinaria. Y justo en el momento en que daba un suspiro de orgullo, recibió un fuerte golpe desde atrás en su cabeza y cayó al piso sin hacer ruido. Era Hanta que volvía por lo suyo. Olio con ganas el apéndice y se saboreo. Le rechinaron los dientes de alegría y casi se le escapan los redondos ojos de la emoción. Lo tomo entre sus manitos y en lugar del apéndice puso un trozo de excremento perruno. Cubrió el recipiente con una tapa y saco arrastrando al Chef aturdido. Una vez en el exterior silbó despacito y apareció volando la paloma gris. Hanta se subió de un salto a Ella. El pajarraco antes de emprender el vuelo, vio a la pequeña mosca desmayada, allí tan quieta y de un solo picotón se la trago. Después de eso salió volando por encima del basural. Hanta se fue masticando todo el viaje con una enorme sonrisa de felicidad. Cuando la mosca segunda al mando entro a la cochina, vio el recipiente tapado, lo cogió y lo llevo seguro a donde estaba Gran jefe. La enorme mosca cuando vio venir la sorpresa, se escupió otra vez las manitos y empezó a sobarlas de emoción. Agradeció la delicia que estaba a punto de probar. Gran jefe levanto la tapa y quedo decepcionado al instante. 25


- ¿Qué? – Pregunto. Miro molesto a la mosca segunda al mando que tanto le había entusiasmado. Las otras moscas que habían traído el apéndice no lo podían creer y se miraban unas a otras nerviosas. - ¿Esta es la deliciosa sorpresa?- Pregunto otra vez Gran jefe. La mosca segunda al mando se quedo sin palabras. No sabía que había pasado y sonreía nerviosamente. - Jejeje… lo que pasa Jefecito… es que… esta… es… es… una delicia cremosa de… un… un… ¡un Poodle! Si… y esta súper bien alimentado Señor… uno de raza... es de una mansión..." - Dijo sudando de los nervios. Gran jefe lo miro extrañado y probó un gran bocado. Saboreo largamente. - A mi me parece que… esto es… es... – Siguió saboreado - ¡La misma mierda de todos los días!

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La esponja perdida Había una vez una esponja extremadamente limpia. Vivía en una cocina extremadamente limpia. En una gran casa extremadamente limpia. Su cuerpo era de color verde y azul. Era especial, se sentía perfecta. Todos los días la esponja en cuanto escuchaba el sonido de la loza aproximarse a la cocina, se preparaba interiormente y pensaba: - Otro día más de frotar mi bello y esbelto cuerpo con fina porcelana del oriente, cerámica gres y ahora con todo orgullo, con la nueva porcelana europea que trajo la Madame de Paris. ¡Qué delicia! ¡Sí! La esponja se sentía tan afortunada de estar en el mejor momento de su vida, tan nueva, tan limpia, tan perfecta. - Por favor Señora asesora del hogar póngase guantes, no me toque así directamente con sus manos, seria atroz... ¡atroz! La esponja cumplía muy bien su trabajo durante el día y en las noches se recostaba seca a pensar en su extremadamente limpia y perfecta vida. Un día se celebro el cumpleaños del niño de la casa. Como en todas las ocasiones escucho el sonido de los platos, se levanto y espero dispuesta para frotarse. Pero esta vez, no era la Señora asesora de la casa, era una pequeña niña la que traía la loza. La miro y dio vuelta la cara haciéndole un desprecio. La niña dejo los platos en una mesita, miro a la esponja, miro hacia el otro lado y su mano fue directa a tomarla. La esponja miro aterrorizada y grito: 29


- ¡Ni se te ocurra! ¡No! Demasiado tarde la esponja fue metida en una bolsa plástica que tenía migas de pan. Además fue introducida en el bolsillo de la chaqueta de la niña. La esponja no lo podía creer. -¿Qué pasa? ¡No! Arrrg… ¡Qué asco! – Decía mientras con asco se sacaba un pelo de la boca. La niña salió de la cocina. Sonrió una vez que llego al comedor y le dio un beso en la mejilla al cumpleañero. Dijo adiós con una reverencia a los adultos presentes. - Que adorable - Se escucho entre los padres presentes. Cuando iba saliendo estiro la mano hacia una mesa, tomo un par de dulces y salió de la casa. Siguió a su mamá, se subió al auto y al sentarse aplasto a la esponja contra el asiento. – ¡Malcriada niña! - Dijo molesta la esponja con la cara todo doblada. Una vez que llegaron al departamento de la niña, esta fue directo a la cocina. Metió la mano en su bolsillo, saco y tiro la bolsa con la esponja al lavaplatos. Despertó con el golpe. Y sintió como se empapaba con un líquido pegajoso y maloliente. Comenzó a gritar desesperada. - ¡Oh my goxxx! ¡Esto es el apocalipsis!- Gritaba. Salió a tirones de la bolsa mojada, manoteando el plástico que se le pegaba al cuerpo. Una vez que estuvo libre, se limpio lo que más pudo con las manitos y cuando se dio la vuelta no pudo contener el grito.

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- ¡Aaaa! ¡Santa espuma! Había una esponja común, de esas amarillas, ahí tirada pudriéndose. Sobre ella había dos oscuras y brillantes cucarachas que se la estaban comiendo. Ambas se quedaron mirando con el grito. - Hey man. ¿Qué es lo que te pasa a ti Bro? ¿Ah? ¿Ah?- Pregunto Tama la cucaracha. La esponja las miro, no respondió nada, trago saliva y sacudió su pie, del cual salió volando un trozo de fideo mojado. - ¿Tama? ¿Te diste cuenta de algo?- Pregunto Xana la otra cucaracha. - ¿Qué cosa Bro? – Respondió Tama. - Llevamos una semana entera comiéndonos a Willy y mira lo que acaba de llegar frente a nuestros ojos – Dijo Xana y una sonrisa les ilumino a ambas el rostro. - Mmm, solo falta que le demos unos toquecitos especiales de sabor – Dijo Tama. Ambas cucarachas corrieron hacia la esponja. Al verlas venir encima salió corriendo con cara de espanto. Pero a los cinco pasos resbaló con un pedacito de cascara de tomate y se dio un chapuzón en el agujero del desagüe lleno de juguito de platos. Las baratas al llegar a su lado comenzaron a aventarle más y más materia podrida. - Mmm. ¡Sí! Con estos delicados sabores quedara más sabrosa – Dijo Tama. Ambas reían y gozaban de su suerte. - ¡Aaah! ¡Esto debe ser una pesadilla! ¡No lo puedo creer! ¡Esta no es mi perfecta vida! – Gritaba desesperada la esponja. 31


Se levanto, agarro un tenedor y amenazo a las cucarachas. Las piernas le tiritaban pero se armo de valor. De pronto a la cocina entro la niña a buscar un vaso de agua. En ese momento la esponja soltó el tenedor y de un gran salto llego hasta la cara de la niña. Del solo golpe las gotas de suciedad salpicaron la pared. Una vez que se subió a la cabeza de la niña se agarro de las pequeñas trenzas pelirrojas y las tiro como si fueran riendas. La niña gritando, salió corriendo pasillo adentro y se azotó contra una puerta cerrada. Al despertar la niña abrió lentamente los ojos y lo primero que vio fue la verde cara de una furiosa esponja mirándola. - ¿Te acuerdas de mí pecosa niña? - Pregunto enojadísima la esponja. La niña movió la cabeza asintiendo. Estaba abobada y no le sacaba los ojos de encima a la esponja. - Bueno, me alegro, que bien que te acuerdes de mí, ¡Porque yo me acuerdo perfectamente de ti! – Grito la esponja mientras se sacudía la suciedad. - Solo quiero que ahora me hagas un pequeñito favorcito, siii. ¿Me entiendes? – Dijo muy suave la esponja, respiro profundo y grito: - ¡Quiero que me lleves de regreso a mi casa! La niña cerró los ojos con el grito. Asintió rápidamente con la cabeza. - Pero, primero me bañas con tu mejor lavalozas, le echas unas gotitas de cloro y me estrujas bajo un chorro caliente de agua limpia. ¡Ok! – Diciendo esto, la esponja la apuntaba con el dedo directo a la cara. Así fue como la niña la baño con esmero, la estrujo y la metió en una bolsa limpia.

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Invento una mentirilla a su mamá, pidiéndole que la llevara a la casa del cumpleañero, porque se le había quedado su nueva tablet. Una vez en la casa de la esponja, la niña corrió hacia la cocina, miro hacia todos lados, saco la bolsa del bolsillo, dejando suavemente a la esponja en el limpio lavaplatos. Cuando la niña iba saliendo de la cocina, una cuchara le golpeo la espalda. Cuando miro hacia atrás la esponja miro para otro lado y se puso a silbar. - ¡Uf! Que duro día el de hoy. Por fin estoy en mi hogar nuevamente, limpia y tranquila como siempre, soy tan, pero tan... – Se detuvo. Escucho un extraño ruido y miro con atención. - ¿Tama? ¿Cómo llegamos a este lugar? ¡Hey flaco! ¡Sí! ¡Tú flaco! ¡Tú! ¡Oye! ¿Sabes a dónde podemos encontrar algo rico para comer? – Dijo Xana. Las cucarachas estaban de regreso. La esponja no lo podía creer. Tomo rápidamente un tenedor y gritando, fue corriendo directamente hacia los insectos.

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Las liebres enamoradas Idea original de Miguel Alejandro Fernández

El amanecer iluminaba y calentaba de a poco los fríos espacios al interior de un extenso bosque. Los arboles iniciaban su canto mágico, aquella canción matutina que despertaba armoniosamente a los habitantes del lugar. Silbaban y se movían lentamente como para entrar en calor. Con la melodía, La aldea de los conejos eléctricos empezaba a despertar y las orejitas se movían a ras del suelo. Mostrándose blancas desde las pequeñas entradas a las madrigueras. De pronto a lo lejos se escucho un sonido poco familiar en el bosque. Era una fuerte vibración. Así fue como algo irrumpió estruendosamente, moviendo violentamente y rompiendo el follaje de los arboles en las alturas. Era una avioneta de color rosado que se metió de lleno en la espesura del bosque. Las orejitas asomadas de los conejos eléctricos desaparecieron en cosas de segundos. Asustados se escondieron de inmediato. La avioneta quedo atorada en las alturas. - ¿Amor? ¿Amor? ¿Estás bien?- Una vocecita salía desde la avioneta. Era una pequeña liebre gris, quien tocaba y movía a su compañera liebre copiloto. - ¡Respóndeme! ¿Qué te pasa?- Ahora empezaba a chillar con miedo. Su cara estaba evidentemente preocupada. De pronto se escucho otra vez y estaba muy molesta. - Señorita se suponía que nos llevarían a nuestro Hotel después de este paseo turístico aéreo. Nunca nos hablaron de este… lugarcillo. Frió, húmedo y sucio. Además ¿Como saldremos de aquí? ¿Donde 35


está la escalera? Supongo que habrán taxis o un aeropuerto cerca ¿verdad?" – Hablaba el Ave del paraíso, que estaba en los asientos de atrás de la avioneta. Estaba muy incómoda con la situación. A su lado estaba su respetado esposo. También un Ave del paraíso, quien tenía las alas puestas en la cara y tiritaba del miedo. - Mi pajarito exótico ¿que se supone que haremos ahora? ¿Cuánto efectivo traes? Seguro que esta gentuza nos pedirá en demasía para salir de aquí Decía el ave del paraíso sin sacarse las alas de la cara. - ¡Pueden callarse! ¡No ven que mi liebrecita no responde! Seguramente se pego demasiado fuerte en la cabeza - Decía asustado el roedor gris. De pronto la avioneta se desenredo de varias ramas y bajo violentamente. La liebre desmayada cayó al vacío, mientras que las manitos de la otra, no alcanzaron a agarrarla. Las aves del paraíso gritaban despavoridas y batían las alas. Justo en el momento en que la liebre cayo, paso una alta jirafa. Llevaba puesto muchos collares de variados colores y formas. La liebre que caía, se deslizo como en un resbalin por el largo cuello. Al llegar a la parte de la cadera salió aventada por los aires y en ese preciso momento apareció un oscuro búho que la agarro velozmente en el aire, usando sus grandes garras. - ¡No! ¡Déjala pajarraco!- Gritaba la liebre que estaba en la avioneta con la cara en pánico. El búho descendió y comenzó a mirar a la desmayada. La movía de un lado para otro, mientras decía: - ¿Me la como? O ¿no me la como? ¿Me la como? O ¿no me la como? ¿Me la como? O ¿no me la 36


como? Mmm ¿Qué hago? La liebre en la avioneta estaba desesperada y desde las alturas le tiraba ramas, hojas y otras cosas que encontraba en la cabina. Al mismo tiempo gritaba y lloraba. Le corrían los mocos. De la nada, el Búho mando un fuerte chillido y se estremeció varias veces soltando a la liebre gris. Extrañamente salió volando despavorido y choco con varias ramas antes de poder perderse en el espeso follaje del bosque. Todos quedaron mirando extrañados lo que había pasado y desde el suelo apareció un par de orejitas blancas. Un conejo eléctrico se había descargado con el búho. Salió presuroso, olio a la pequeña liebre gris y chillo llamando a los demás. Así fue como apareció otro par de orejotas. Eran de otro conejo eléctrico, que era bastante más grande, el cual se acerco a la liebre y puso sus patitas en el pecho peludo de la liebre. Dio unos golpecitos eléctricos y la liebre despertó de un salto. Miro a su alrededor asustada. - ¡Amor mío! ¡Ellos te han ayudado! ¡Gracias a esas patas que no están hechas llaveros! ¡Estas a salvo!Gritaba entusiasmado la liebre en la altura. La que despertó en el suelo la miraba confundida y le sonrió sin saber qué pasaba. Después todos los viajeros bajaron de las alturas. Las liebres se abrazaban y besaban sin parar. Las Aves del paraíso se limpiaban las plumas y no dejaban de quejarse. - Pobre liebrecita, casi se la comen, que bueno que estamos a salvo mi Madame Charlotte, creo que pondremos una queja en la agencia de viaje – Decía Charles el ave del paraíso.

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Pero, cuando estaban organizando la forma de salir de allí, escucharon a la distancia unos gruñidos muy desagradables y amenazantes. Los conejos eléctricos pararon atentos sus orejas. De repente comenzaron a vibrar los dientes sonoramente de una forma extraña. La jirafa al mismo tiempo quedo con la mirada perdida hacia el extraño ruido. - ¿Qué es eso? ¿Es el metro?… ¿Verdad? - Pregunto asustada Madame Charlotte la distinguida ave del paraíso. Mientras les temblaban las rodillas. - ¡Corran! ¡Son las Ocas cazadoras - Grito la jirafa aterrada y sin dudar corrió a todo galope perdiéndose en la vegetación. Los conejos eléctricos se escondieron en las madrigueras e inmediatamente desde adentro pusieron grandes piedras a modo de tapones quedando así muy protegidos. - ¿Escucharon lo que dijo? Ocas cazadoras – Dijo tragando saliva la liebre que ya se recuperada del desmayo. Las Aves del paraíso corrieron a las entradas de las madrigueras, golpeaban con otras piedras y gritaban pidiendo ayuda. - Señores lugareños por favor sean tan amables de… ¡dejarnos entrar! Los gruñidos eran cada vez más intensos y era posible escuchar como la vegetación se movía violentamente en las proximidades. - ¡Tenemos que irnos ahora!- Dijo la otra liebre. Los cuatro corrieron rápidamente y bien juntos como en una manada. Las Aves del paraíso no podrían creer que llevaban las patitas llenas de mugroso barro. 38


A medida que se internaban en el espeso bosque, vieron como otros animales también corrían. Así fue como se formo una inmensa manada que corría para sobrevivir y alejarse del peligro inminente. Mientras más avanzaban más cerca escuchaban a las Ocas cazadoras y sus gruñidos aterradores. De pronto se sentían tan, pero tan próximas que se metieron entre la maleza y se quedaron quietos sin hacer ruido alguno. Así fue como de entre la espesa vegetación apareció la cabeza puntiaguda de una Oca cazadora. Escuchaba atenta y se movía lentamente observando todo a su precavido paso. Las liebres y las Aves del paraíso tiritaban de miedo entre las ramas y las hojas.

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De pronto una Oca abrió ampliamente el pico, de donde afloraron sus impresionantes dientes similares a los de las pirañas. Se queda quieta un segundo haciendo un extraño sonido. Así fue como de un solo y rápido movimiento agarro a una pequeña rana escondida. La mastico en menos de un segundo y la trago. Se saboreo con placer. Comenzó a graznar y a mover fuertemente las alas de manera que el viento que levanto movió la maleza dejando al descubierto a varios de los animales escondidos. En menos de un segundo todos los animales corrieron rápidamente buscando otro escondite y por sobre todo sobrevivir. Tras ellos decenas de Ocas cazadoras aparecieron amenazantes. Las liebres y las Aves del paraíso, mientras corrían, escuchaban como crujían huesos de los animales que quedaban atrás. De pronto frente a ellos se presento un enorme acantilado. Varios de los animales e insectos cayeron, otros se lanzaban y algunos se aferraron de los bordes para no caer. Madame Charlotte comenzó a aletear descontrolada y gritaba más fuerte que las veces anteriores. En ese momento las liebres se miraron entendiendo el mensaje. - ¡Vuelen! ¡Vuelen! - Les decían las liebres a las Aves del paraíso. - ¿Volar? Eso es de aves corrientes. ¡Hace décadas que no volamos! – Respondió Charles. Las liebres corrieron hacia ellas y empezaron a empujarlas hacia el abismo. - ¿Qué están haciendo? ¿Qué hacen? Preguntaban sorprendidas y asustadas las aves.

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Y justo en el preciso momento en que resbalaron, a consecuencia de los empujones, aparecieron decenas de picos dientudos tras la vegetación picoteando todo a su alcance. Las liebres se aferraron a las patitas de las aves del paraíso, las cuales hacían su mayor esfuerzo para volar. Varios animales se lanzaron, cayendo al vacio, y otros eran atrapados antes de saltar. - ¡Uhuuu! – Decía Madame Charlotte. - ¡¿En qué momento dejamos de volar querida?! Comentaba excitado Charles. Las liebres miraban al vació, en donde habían rocas afiladas a cientos de metros abajo. - Amor. Casi nos atrapan – Decía una liebre gris a la otra. Y de la nada la liebre, que se había desmayado antes, se empezó a resbalar y no lograba aferrarse. - ¡Me voy a caer! ¡Debemos bajar! ¡Me estoy cayendo! – Gritaba desesperada la liebre. Así fue como cayó rápidamente al precipicio. La liebre que aun estaba sujeta no lo podía creer. - ¡Otra vez! ¡No puede ser! – Dijo llorando. Estaba destrozada. Así fue como apareció nuevamente el Búho, aquel electrocutado, quien agarro a la pequeña liebre en el aire. - ¿La salvo? O ¿no la salvo? ¿La salvo? O ¿no la salvo? ¿La salvo? O ¿no la salvo?" – Decía mientras volaba con la liebre entre sus garras. Giraba su cabeza en 360 grados. Se elevo y después bajo a toda velocidad.

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- Aunque podría también aventarla al vació, ver como se estrella contra las rocas puntiagudas y después bajar a comer un poquito. Mmm. Ñami, ñami. ¿Tengo hambre? O ¿no tengo hambre? ¿Tengo hambre? O ¿no tengo hambre?- Se volvió a preguntar. Justo en ese momento sin darse cuenta fue directo contra una rama alta de un pino y choco en seco. La pequeña liebre salió volando a toda velocidad. Por suerte paso entre las ramas de varios árboles sin golpearse. Fue a parar justo sobre una larga carretera, en donde cayó dentro de la carga de un pequeño camión. El pequeño animal reboto en el contenido y quedo acostada patitas arriba con los ojos cerrados. De pronto abrió un ojo y empezó a sentir un aroma delicioso que la lleno de placer. Al mirar con ambos ojos se dio cuenta que estaba envuelta en verde alfalfa. Miro hacia el cielo y vio como descendían las aves del paraíso y su enamorada liebre gris. Se abrazaron los cuatro y rieron felices por su gran suerte. A lo lejos se escuchaban los graznidos de las ocas cazadoras desde lo alto de la montaña.

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Ana y las Hadas del Té Una mañana Ana Escarlata se despertó asustada sintiendo la luz del Sol sobre su pálida piel. - ¡Mierda! casi termino rostizada – Grito, se levanto rápidamente y cerró la cortina. Ana era una Vampira. Se miro la cadera. Le ardía mucho. Tenía una fea quemadura por la luz del Sol. La piel estaba rojiza. - Si descanso un poco más, esa herida sanara. Diciendo esto, se metió otra vez a la cama de negras sabanas y se durmió. Llegado el anochecer se despertó por un ruido extraño ruido. Abrió los ojos y escucho como al interior de su ropero algo se movía. Lentamente fue hacia el mueble y justo en el momento en que iba a abrir la puerta, alguien le hablo desde el exterior de la habitación. - ¡Ana! ¡Ya pues! Los clientes esperan- Decía la voz de una mujer. El ruido al interior del armario se detuvo. - ¡Voy en un minuto! – Gritando esto, cogió una maleta negra y salió corriendo a los vestidores. Estos estaban en el piso de abajo. Mientras cerraba la puerta de su habitación volvió a escuchar los ruidos al interior del ropero. Salió extrañada. En el vestidor, se vistió con un corset bien apretado y se cubrió con un abrigo negro. Se perfumo el cuello, las muñecas y la entrepierna. Junto a Ella había otras seis mujeres. Ella también se preparaban para el show nocturno. - ¡Ana es tu turno!- Le gritaron desde afuera.

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Ana espero tras el escenario. Cuando sonó la música, apareció con una actitud muy sexy moviendo las caderas al caminar, hizo varios pasos de baile y se saco el abrigo. Se tomo de la barra vertical, se deslizo en ella y dio varios giros. En el público había decenas de tipos que le gritaban piropos y le silbaban. El lugar era un bar bastante oscuro. Las chicas bailaban y además prestaban otros servicios especiales. Esa noche Ana estaba muy aburrida de su rutina y no tenía ganas de trabajar. Mientras bailaba un tipo bastante mayor se acerco al escenario mostrándole un montón de billetes y empezó a mover la lengua de manera insinuante. En su interior Ana estaba asqueada, pero sonreía mostrando su mejor actitud. La dueña del Bar, Doña Elizabeth, una mujer cincuentona y durísima de carácter, le hizo un solo gesto. Lo que solo significaba: - “Atiende al cliente durante y después del baile, que ese tipo esta forrado en plata” Ana sentía que no tenía escapatoria de aquel lugar. La deuda que tenía con Doña Elizabeth había crecido en los últimos meses. Decidió no acercarse al hombre y fue directo a la barra vertical. Se levanto y comenzó a girar otra vez en ella. La dueña volvió a hacerle el gesto, pero Ana ya no la miraba, ignorándola por completo. Para mala suerte de Ana, la quemadura que se había hecho durante el día comenzó a rasparse, fue tanto el dolor que no aguanto una vuelta más y cayó azotada contra el piso. Todos los tipos quedaron mirando, sorprendidos. Un guardia la ayudo a salir del escenario. Ana cojeaba.

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- ¡Ana! ¡Mira que has hecho! Has dado una pena terrible. Además perdiste a ese excelente cliente. Ese viejo cada vez que viene deja buen dinero en mis cajas y tú la has cagado – Decía furiosa Doña Elizabeth, moviendo las manos enérgicamente. - Lo siento mucho, lo siento Madame Elizabeth. Ana lloraba, pero en su interior no le importaba y solo quiso dar lastima para no trabajar esa noche. Así fue que sobre exageró la cojera para no salir al escenario. - ¡Ana! Eres la más linda de mis mujeres, espero que para mañana te sientas mejor. Recuerda tus deudas conmigo, no se pagaran solas. Vete a tu habitación a descansar y que no se vuelva a repetir. Ahora tendré que buscarle otra chica a ese viejo – Dijo Doña Elizabeth que estaba enojadísima. Una vez en el interior de su habitación. Ana cerró la puerta con pestillo y camino sin esfuerzo de lo más normal. Fue al baño y se mojo la cara. Tomo una toalla y la paso sobre su rostro. Fue a la cocina y lleno una pequeña tetera con agua, la puso a calentar. Cuando el agua estaba hirviendo, dirigió su mano hacia unas hierbas de manzanilla que tenia sobre la mesa, y justo en ese momento volvió a escuchar los ruidos al interior del ropero. Se quedo mirando. Se acerco lentamente y cuando iba a abrir la puerta, se asusto, ya que alguien le hablo otra vez desde afuera. - Ana ¿Estás bien? – Hablo una mujer. Era su vecina de habitación. - ¡Sí! Gracias Fran – Respondió.

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En ese momento solo le importaba los misteriosos sonidos que provenían del armario. Abrió la puerta del mueble lentamente y cayó un paquete de papel, era de color amarillo y estaba anudado con lana de color rojo. - “Este es el té que compré hace unas semanas en esa feria que hicieron los gitanos antes de irse” – Pensó. Lo recogió. Saco un pequeño puñado de las hojas y se preparo un té. Mientras lo bebía suspiraba pensando cómo iba a salir de aquel lugar. - ¡Oh! Universo. Ayúdame. Haz algo para que pueda salir de este lugar. Haz algo para poder pagar la deuda a Doña Elizabeth y ser libre nuevamente Decía en voz baja mientras daba pequeños sorbos al té. Cerró las oscuras cortinas y se preparo para dormir. Llegando el amanecer se durmió entre aquellas negras sabanas. Tuvo extrañas pesadillas que la agitaron fuertemente. Soñó con el Sol, se veía de pie frente a él. Miraba hacia atrás y veía como un grupo de oscuras personas venían por ella. La perseguían. Pero, justo en el momento en que intentaba escapar, no podía moverse y todo su cuerpo empezaba a quemarse por los rayos del Sol. Gritando de dolor. Quedaba reducida a cenizas. Ese día, durante el sueño de Ana, algo muy especial estaba pasando a su frio cuerpo. De pronto, desde el interior de su boca, empezó a salir una pequeña manito. A la cual le siguió una segunda y después todo un pequeño cuerpecito. Aparecieron así, de esa misma forma, tres pequeñas hadas. Tenían la piel de distintos colores, una era celeste, otra era verde y la tercera morada. 48


Al salir por completo tenían las alitas húmedas, por lo tanto no podían volar y se sobaban las manitos porque tenían frió. - Que frió hace al interior de esta mujer, estoy congelada... ¡Brrruuu!" – Dijo Milena la celeste. - Tendremos que hacer té para pasar el frió y conjurar antes que despierte - Dijo Sibila la verde. - ¡Vamos! - Dijo la Amanda la morada. Aplaudieron tres veces y las hojas de té del paquete amarillo volaron alrededor de ellas. Girando armoniosamente. Entonces dijeron unas hermosas y extrañas palabras en voz baja. Apareciendo de esta forma, frente a ellas, una pequeña tetera y unas tacitas para el té. Aplaudieron otras tres veces, dijeron otras palabras y el agua de la tetera ya estaba hirviendo. Se sentaron, se sirvieron el té en las tacitas y tomaron tranquilamente hasta entrar en calor. Mientras tanto conversaban y se reían. Ana dormía profundamente. - Que bien ya tenemos las alas secas. Podemos empezar – Dijo Milena la celeste. A lo cual respondieron todas, golpeando una vez más, tres veces las palmas. Al hacer esto, la tetera y las tacitas desaparecieron. Las hadas se elevaron al instante moviendo las alas rápidamente dejando así un rastro de polvo brillante a su paso. Comenzaron a girar velozmente justo a la altura sobre el rostro de Ana. Y mientras lo hacían cantaban en extrañas lenguas que entrelazaban en una rítmica y sonora melodía que duro varios minutos. Bajaron hasta el rostro de Ana. Dibujaron, mientras bajaban, una espiral con el polvo brillante que dejaban a su andar.

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Las tres hadas tocaron la frente de Ana y siguieron cantando. De pronto empezaron a realizar varias preguntas en voz alta. - Ana. ¿Qué es lo quieres? - Preguntaron. Ana abrió los ojos como mirando al infinito y respondió. - Quiero ver la luz del Sol sin miedo a morir. Ana pertenecía al clan de los vampiros, por lo tanto la exposición a la luz del día era mortal. - Ana. ¿Qué es lo que quieres? - Volvieron a preguntar. - Quiero salir de este lugar – Respondió otra vez.

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- Ana. ¿Qué es lo que quieres? - Preguntaron por última vez. - Quiero pagar todas mis deudas y ser libre – Respondiendo esto, Ana cerró los ojos. - Ana. Lo que realmente quieres te es concedido. El Único verso te ha escuchado. Él te contiene y nos contiene a todos. Él transforma todo y te transforma ahora… a ti - Diciendo esto las tres hadas fueron absorbidas por el cuerpo de Ana, se desvanecieron a través de la piel de su pecho, desapareciendo por completo. Ana despertó lentamente. Todavía era de día. Se quedo sentada en la cama pensando en los extraños sueños que había tenido. Estaba aturdida. De pronto se miro el pelo. En ese momento quedo sorprendida. Su cabello negro y liso se había transformado en pelirrojo. Estaba ondulado y brillante. Se levanto de un salto. Miro sus manos, que ya no estaban pálidas, sino rozadas y se veían hermosas. Fue hacia el antiguo ropero, abrió una de las puertas en donde había un antiguo y gastado espejo. Estaba todo tapado por abrigos negros que Ana aventó lejos. Al mirarse quedo sorprendida. Enmudecida. Por primera vez, en toda su vida, pudo ver su reflejo. Sonrió. Se desnudo y contemplo su nuevo cuerpo con gran felicidad. - ¿Cómo es posible que pasara esto? – Se pregunto. En ese instante recordó las vocecillas de su sueño. - “Ana. Lo que realmente quieres te es concedido. El Único verso te ha escuchado. Él te contiene y nos contiene a todos. Él transforma todo y te transforma ahora… a ti” 51


Sonrió y mientras caminaba hacia la ventana dijo: - “Quiero ver la luz del Sol sin miedo a morir” Corrió lentamente las oscuras cortinas y la luz del Sol entro iluminando su rostro y después todo su cuerpo desnudo. La sensación cálida la hizo inmensamente feliz. - Esta es la sensación más hermosa que he sentido en toda mi oscura vida –Dijo emocionada. Respiro y exclamo: - “Quiero salir de este lugar” Volvió a sonreír. - Con esta nueva forma nadie podrá reconocerme. Dijo y rápidamente tomo una maleta negra. Camino directamente hacia el ropero y mientras abría la otra puerta, algo cayó desde el interior. Era una pequeña bolsita roja de terciopelo. Ana tomo la pesada bolsita. La abrió y vació el contenido sobre la cama. Varias monedas de oro cayeron brillantes y sonoras. - “Quiero pagar todas mis deudas y ser libre” Diciendo esto se puso a llorar de felicidad por un buen rato. Lleno la maleta con ropa y sus pertenencias más preciadas. Sin embargo, no pudo encontrar el paquete amarillo con el té de los gitanos. Recordó las palabras de la anciana que le vendió el té. - “Este té es muy especial, calma el alma y te hará feliz, si sabes cómo pedirlo todo es posible” Después de ordenar su equipaje, fue directo a la habitación en donde dormía Doña Elizabeth. Dejo 3 monedas de oro sobre el velador y una nota en donde le daba las gracias por recibirla. 52


Por alimentarla y por darle trabajo. Le explicaba que no volvería y que viajaría por el mundo. Visito también la habitación en donde dormían las otras bailarinas, dio una vuelta y se fue. Al abrir la puerta hacia la calle, el Sol, la ilumino por completo. Ana iba cargada de felicidad y abundancia. Sentía la libertad correr por sus venas. De pronto a lo lejos, se aproximaba una carreta. Ana le hizo señas y cuando el jinete paro, el hombre le pregunto: - ¿Dígame Señorita? ¿Qué se le antoja a la Dama? Ella le entrego una moneda pequeña de oro, al hombre le brillaron los ojos. Ana le pidió que la llevara lo más lejos posible de aquella ciudad. El tipo sonrió y se bajo de la carreta. Subió las maletas de la mujer y le ayudo a subir. - Mi Lady sus deseos son ordenes – Dijo agradecido. La carreta partió y Ana avanzaba por el polvoriento camino. Miraba su nuevo presente, lleno de luz y oportunidades. El horizonte se presentaba frente a ella, sintiendo el Sol en la cara, repitiendo una y otra vez: - Gracias Universo por ayudarme.

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Alén: Luz en un Planeta oscuro Dedicado a Alén y a su mamá Daniela Varas.

Esta historia comienza en un remoto, escuro y frio punto del Universo. Inicialmente era solo un punto. Una micro manifestación de la energía. Un chispazo de luz. Un milagro, que provoco el nacimiento de un Ser único e iluminado. Al ser creado por la luz, Alén quedo suspendido, flotando tranquilo en el tiempo y en el espacio. Tenía la forma de un pequeño bebe humano. Nació con un gran poder. Toda oscuridad alrededor suyo, podía ser apartada solo con un abrir y cerrar de ojos. Miro a su alrededor y la oscuridad se aparto. Comenzó así a moverse por intuición. Recorrió amplias distancias, hasta que diviso un pequeño punto de luz casi invisible en medio del Cosmos. Se acerco velozmente hasta que pudo contemplar al pequeño planeta de color marrón. En cuya superficie solo era posible ver numerosas nubes de polvo marrón. Alén no pudo con la curiosidad y avanzo de inmediato. Al entrar en la sofocante atmósfera todas las nubes de polvo que lo rodeaban se transformaron en blancas, húmedas y frescas formaciones. Alrededor del cuerpo de Alén se podía apreciar a simple vista una esfera de energía blanca que transformaba todo a su paso. Solo con el contacto. Mientras descendía hacia la superficie del planeta, no le era posible ver el suelo, la toxicidad del ambiente era impresionante. Había una tormenta monumental de polvo y viento, que al parecer era interminable. Al tocar el piso, la tierra cambio de color inmediatamente.

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Desde el húmedo pisar de Alén aparecieron verdes brotes que crecieron rápidamente de manera sobrenatural. Hasta ese momento de su vida, Alén, había crecido mágicamente y ya tenía la forma de un niño de aproximadamente un año de vida. Gateo desnudo, descubriendo el lugar, cada espacio nuevo que alcanzaba era purificado. Limpiándose al instante y los nuevos brotes generaban una suave alfombra natural de pasto. De pronto, escucho algo que crujía entre el polvo del ambiente, avanzo hacia el ruido y descubrió a un hombre ciego, brutalmente desnutrido y sucio. Esta persona estaba tirada en el suelo, vestía harapos y masticaba un pedazo de pierna humana que tenia agarrada entre sus manos. La pierna estaba podrida y llena de polvo. El zombie masticaba y gruñía de placer. Aquel sobreviviente al sentir la presencia de Alén, olfateo como si fuera un roedor hambriento y se arrastro por el piso buscando a su presa. Abría la boca para dar mordiscos y en ningún momento soltó la pierna podrida. Alén se acerco gateando sin ningún miedo. Así fue como el hombre al entrar en contacto con la esfera de energía que rodeaba al niño, se transformo instantáneamente. Todo su cuerpo se regenero. Cambio la textura, el tono y la estructura de su piel completamente. Sus cabellos brillaban y su mirada resurgía de las tinieblas. Los harapos y la pierna podrida se desvanecieron convirtiéndose en polvo. Quedo ahí desnudo, recostado sobre suave y verde pasto. Los helechos, las enredaderas, las flores y los frutos crecieron en segundos abrazándolo en plenitud. 58


Respiro profundamente el aire fresco y se puso de pie. Se miro las manos, se toco la cara y comenzó a llorar de felicidad. Podía sentir como su cuerpo estaba completamente regenerado. Intento decir algo y de sus cuerdas vocales nació la nueva voz. Fue justo en ese momento en que vio por primera vez a Alén, que ya tenía la forma de un niño de 5 años, estaba de pie y se acerco al hombre. Lo miro directo a los ojos y lanzo una energética e inocente sonrisa. El hombre se arrodillo frente a él y llorando le dio las gracias. La esfera de energía alrededor de Alén había crecido considerablemente y ahora el hombre también poseía una. Igual en forma y en efectos. El niño lo tomo de la mano y caminaron juntos mientras que alrededor de ellos crecía la vegetación. El ambiente se limpiaba mágicamente con cada pisada. Así fue como ante ellos apareció un oscuro bosque mutilado, el cual comenzó su transformación, sin detenerse, hasta renacer en su totalidad hermosura. La frondosa vegetación se abrió frente a ellos. De pronto, animales e insectos de todo tipo aparecieron de entre aquella vegetación. Aves, liebres, ciervos, ratones y hasta un enorme felino fueron los primeros en acercarse a ellos. Las mariposas monarcas volaron libres y en centenares por los cielos. Alén los acaricio con dulzura y ellos tranquilos se dejaron amar. Alrededor de cada nuevo ser se formaba una esfera de energía. A medida que más seres aparecían, más se propagaba la positiva transformación, haciendo que todo renaciera a su alrededor. Saltaran, galoparan, nadaran o volaran, la transmutación los seguía.

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De pronto, entre las lejanas nubes de polvo apareció el celeste cielo, limpio y puro, presentándose virgen la Luna llena. La luz sagrada entro e invadió cada espacio oscuro y en ese momento fue posible apreciar las ruinas de unas antiguas construcciones. Oscuras como fantasmas, que se mostraban como siluetas muertas, metalizadas y oxidadas. Huellas de anteriores habitantes de aquel planeta marrón. Alén al ver estas construcciones se acerco interesado. Ya tenía la forma de un joven de 10 años. Cuando llego al borde de la estructura de cemento y metal. La toco, y esta se desvaneció haciéndose polvo. Así fue, como la esfera de energía de Alén creció aun más, haciendo que toda la mega estructura circular se desvaneciera. Era una antigua represa. Generando la caída de un viscoso torrente, un liquido oscura, denso y maloliente que contenía la construcción. Alén se acerco a las orillas de este río espeso, se agacho y toco el oscuro elemento con sus manos. El torrente se hizo inmediatamente transparente. Cristalino, liviano, hermoso y bebible. El agua, sangre vital de aquel planeta, llenaba de vida su cauce. A medida que este maravilloso elemento avanzaba, transformaba todo a su paso, generando enormes venas que purificaron la tierra. La vegetación, los animales y los seres humanos sobrevivientes se volvían a nutrir. Siguió su camino hasta llegar al Mar. De repente, a la distancia, entre el polvo y los altos edificios abandonados, Alén diviso una silueta. Alguien se acercaba lento y a tropiezos. Cuando llego al borde de la gran esfera purificadora, entro en ella, transformándose al instante. Era una joven y hermosa mujer. 60


Desnuda y de rodillas sobre la verde vegetaci贸n que la recibi贸 suavemente, la mujer se miro las manos y se toco el rostro. Las flores la envolvieron, entreg谩ndole una hermosa visi贸n de colores y dulces aromas. 61


Naturalmente empezó a reír de alegría. Alén se acerco curioso, llego al lado de la joven, ella lo miro sonriente y sorprendida. A ese punto de la vida de Alén, ya tenía la forma de un joven de 25 años. Ayudo a la mujer a ponerse de pie y cuando pudo verla completamente, le llamo mucho la atención un bulto bajo la piel de la mujer. Ella estaba embarazada. Alén toco su barriga y la miro directo a los ojos. La mujer acaricio el rostro de Alén. - ¿De dónde has venido hermoso Ser de luz?" – Pregunto la mujer. Alén indico al cielo con el dedo. Ella miro hacia donde el mostro. - ¿Cómo te llamas? – Volvió a preguntar ella. Alén no tenía palabras, aun no las entendía, pero él entendía otras formas de comunicación, así que simplemente levanto los brazos y señalo todo a su alrededor gritando fuerte: - ¡Alén! ¡Alén! ¡Alén! Varios animales e insectos volaron alrededor de ellos mostrando la magia y la grandeza de la naturaleza viva. Así fue, como desde el espacio era posible ver como aquel planeta marrón renacía desde las oscuras capaz de nubes. Transformándose gradualmente en un hermoso planeta azul de blancas nubes y verdes tierras. La lluvia comenzó a caer sobre el rostro sonriente de Alén, quien ya tenía la forma de un hombre de 33 años.

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“Libertad” (Autor desconocido) Mural que fotografié (año 2006) en el Parque Cultural ExCárcel de Valparaíso antes de la remodelación / Hoy Parque Cultural de Valparaíso.

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