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LA COMUNIDAD COMO SUJETO DE LA CATEQUESIS
Siguiendo la lógica de la iniciativa de Dios que decide revelarse y que desemboca en el envío que Jesús hace a su Iglesia para anunciar el Evangelio, la catequesis solamente se puede entender como una acción eclesial. Es la Iglesia la que tiene que catequizar como continuadora del mandato de Jesús. “La comunidad cristiana es el origen, lugar y meta de la catequesis. De la comunidad cristiana nace siempre el anuncio del Evangelio, invitando a los hombres y mujeres a convertirse y a seguir a Jesucristo. Y es esa misma comunidad la que acoge a los que desean conocer al Señor y adentrarse en una vida nueva. Ella acompaña a los catecúmenos y catequizandos en su itinerario, catequético y, con solicitud maternal, les hace partícipes de su propia experiencia de fe y les incorpora en su seno”. No podemos perder de vista que “la comunidad cristiana es en sí misma catequesis viviente”. Presentándose a los ojos de los demás, anuncia ya una manera de vivir y de organizarse, unos valores, un Evangelio vivido. Muchas veces puede haber contradicción entre la catequesis que se imparte por lo que se es y ve y la catequesis que se da de manera más teórica. ¿Qué queremos decir cuando decimos que la catequesis es acción eclesial? La Iglesia es el sujeto de la catequesis “El verdadero sujeto de la catequesis es la Iglesia que, como continuadora de la misión de Jesucristo Maestro y animada por el Espíritu, ha sido enviada a ser maestra de la fe”. La Iglesia es la que conserva en su seno, en su vida, en su memoria, en su tradición el mensaje de Jesús. La Iglesia es la que anuncia, celebra, vive y transmite en la catequesis las palabras y gestos de Jesús a quienes deciden seguirlo. Es la Iglesia la que ha recibido la misión de anunciar. “La Iglesia transmite la fe que ella vive”. No se inventa la Iglesia el contenido de lo que anuncia y al que anuncia, Jesucristo. Lo que transmite es la fe que ella vive”. No se inventa la Iglesia el contenido de lo que anuncia y al que anuncia, Jesucristo. Lo que transmite la Iglesia no es intención suya, sino “don” recibido y vivido por ella misma. Lo recibe para entregarlo. Ni le es extraño el Evangelio que predica ni le es ajeno a su misma vida, ya que el Evangelio transforma la vida de quién lo acoge, y con su fuerza interior, transforma continuamente a la Iglesia misma: “Evangelizadora, la Iglesia da a otros lo que ella misma ha acogido, comprendido y vivido, y lo da en la medida que lo comprende y lo vive. Todo ello plantea exigencias en aquellos que son llamados a realizar la catequesis: de recibir, de afirmar la fe hoy y de transmitirla”.