La Comunidad Cristiana como hogar de la catequesis* El Señor Jesús, por medio de la acción del Espíritu Santo, nos ofrece el regalo de la «comunión» (koinonia). Y este regalo lo encontramos, concretamente, en la comunidad cristiana. La «comunión» es rasgo central de la identidad de la Iglesia Católica. Esta, como sabemos, se hace cercana a las personas en las múltiples iglesias particulares (diócesis), que constituyen para los discípulos la comunidad cristiana referencial. Pero, a su vez, ésta se visibiliza en la rica variedad de comunidades cristianas inmediatas, en las que los cristianos nacen a la fe, se educan en ella y la viven. Estas son:
la familia,
la parroquia,
la escuela católica,
los movimientos y experiencias asociativas,
las comunidades eclesiales de base,
la piedad popular.
Ellas son los «lugares» de la catequesis, es decir, los espacios comunitarios donde se realiza la catequesis. La comunidad cristiana es el origen, lugar y meta de la catequesis. De la comunidad cristiana nace siempre el anuncio del Evangelio, invitando a los varones y mujeres a convertirse y a seguir a Jesucristo (martyria). Y es esa misma comunidad la que acoge a los que desean conocer al Señor y adentrarse en una vida nueva, reconociendo a los demás miembros como “hermanos” (koinonia). Ella enseña cómo alabar y rogar, junto a otros o individualmente, al Señor de la Vida (leiturgia), y, con solicitud maternal, les hace partícipes de su propia experiencia de receptora de los regalos del Señor, y los envía a santificar el mundo ejercitando la caridad (diakonia). La catequesis siempre es la misma. Pero estos «lugares» de catequización la colorean, cada uno con caracteres originales. Es importante saber cuál es la función de cada uno de ellos en relación a la catequesis.
De todos los “lugares de la catequesis” que se señalaron, ¿cuál ha sido el más relevante en mi maduración de la fe? ¿en qué dimensión? ¿Por qué?
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Basado en CONGREGACIÓN PARA EL CLERO, Directorio General para la Catequesis, 1997, nº 253-254.