El Reino de Dios ¿Qué vino a hacer Jesús?
El Reino de Dios ¿Qué vino a hacer Jesús? Jesús vino a traer el Reino de Dios. En una lectura sencilla del Evangelio podemos ver desde los inicios del ministerio de Jesús, en las propias palabras del Maestro que dice: "El tiempo se ha cumplido y el Reino está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva" (Mc 1, 14-‐15; cf. Mt 4, 17; Lc 4, 43) Este mensaje fundamental es expresado en los evangelios sinópticos de modo contundente indicando la importancia que esta nueva realidad que Jesús dice traer, tiene en su propio ministerio. Propiamente el anuncio y el establecimiento de esta nueva realidad son el objetivo del ministerio de Jesús que dice acerca de sí mismo “porque ha esto he sido enviado” (Lc 4,43). Entonces la pregunta que surge es: ¿Qué es el reino? ¿qué implica que el reino haya llegado? La gran promesa que Dios había hecho a Israel era la de constituirlo en Pueblo, del cual él mismo iba a ser su Rey. Precisamente los ha sacado de Egipto para que le rindieran culto como Pueblo. Desde el inicio de la constitución de Israel su propio origen como nación se relaciona directamente con un vínculo particular con Dios. Este el “Pueblo escogido” (Dt 7,7-‐9), la “Nación santa” (Ex 19,6). Así la nota distintiva de la identidad histórica de Israel, en relación con los pueblos circundantes, es que Dios los ha apartado y los ha hecho el pueblo de su propiedad. Sólo en vistas a la relación especial que tienen con Dios se comprende el origen y el desarrollo de la historia de Israel. De ahí que ante las contrariedades que van surgiendo a lo largo de la historia, Israel continuamente es llamado a restablecer la relación fundante con Dios. Sólo desde ahí se puede auto-‐comprender y más aún, sólo en la presencia y acción de Dios radica su esperanza. Y esto tiene que ver con el significativo hecho de que como se ha dicho, Israel sólo se entiende como Pueblo de Dios, su naturaleza y su fin dependen del lugar que ocupa Dios en medio de ellos, de la relación que el pueblo mantiene con Dios. Esta relación se expresa en la Alianza que Dios ha establecido con ellos por medio de Moisés. Dios se compromete a estar siempre con ellos y a asistirlos en toda necesidad y ellos se comprometen a cumplir los preceptos que Dios les ha mandado guardar, como la forma más plena de vivir esta relación de cercanía con Dios. La infidelidad del Pueblo, el pecado, el rompimiento de la Alianza por parte del pueblo produjo en la historia de Israel que Dios los haya entregado al fruto de sus propias acciones, porque en definitiva el mismo pueblo se negaba, con sus obras a acoger la acción que Dios quería realizar en medio de ellos. Material elaborado para el curso de Introducción a la Catequesis de Iniciación Cristiana de adultos online.
El pueblo insistía en ir detrás de otros dioses, insistía en mezclarse con los idólatras, perseveraba en no guardar integralmente los preceptos de la Alianza, y por sobre todo, en poner su confianza en sus propias fuerzas o en medios que no son los que Dios ha querido para que ellos realicen su historia. Pese a esto, Dios permaneció fiel, y ante cualquier muestra de arrepentimiento y conversión salió al encuentro de Israel, rescatándolos de las manos de sus enemigos, volviendo a constituirlos en Pueblo de su propiedad. Así el poder soberano de Dios sobre Israel se demuestra en la multitud de acciones que realiza en favor de su pueblo. Pero este reino parece nunca terminar de constituirse plenamente. Se observa que una de sus notas es la tensión permanente entre la realización plena y el fracaso del proyecto, debido a la respuesta humana.
Israel sólo se entiende como
De ahí que para su establecimiento pleno Israel esperase una intervención directa de parte Dios, que se había mostrado siempre fiel.
medio de ellos, de la
Pueblo de Dios, su naturaleza y su fin dependen del lugar que ocupa Dios en
relación que el pueblo
Por eso no es coincidencia que Jesús asumiera esta mantiene con Dios. categoría teológica para definir su acción de parte de Dios. Él realiza la promesa de ser “Dios con su Pueblo”, de la instauración definitiva del reinado de Dios en medio de los hombres, no ya limitado a un solo pueblo, sino desde este pueblo abierto a toda la humanidad a través de la mediación que el Nuevo Israel, la Iglesia cuerpo de Cristo, realiza en medio del mundo, como signo, semilla e instrumento del Reino, hasta que “Dios sea todo en todos” (Cf. 1Cor 15, 28)
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