Motivación y aprendizaje en los procesos formativos La motivación y el aprendizaje son dos conceptos fuertemente ligados. El aprendizaje depende en un buen grado de la motivación, más constantemente que de otros elementos que podemos considerar, por ejemplo, la capacidad intelectual o la personalidad. En el campo de psicología del aprendizaje, se ha ido pasando de teorías conductistas, centradas en el esquema “estímulo-‐respuesta” que valoraban poco el papel del sujeto en el aprendizaje o biologicistas, que colocaban toda la responsabilidad del aprendizaje en la evolución y maduración del sujeto, a teorías de carácter cognitivo, que rescatan fuertemente el papel del sujeto en su propio aprendizaje en interacción y diálogo con las estrategias pedagógicas y estímulos externos. Algunos conceptos que podemos rescatar de estas teorías son los siguientes1: •
Aprendizaje significativo. Formulado inicialmente por Ausubel y ampliamente desarrollado posteriormente, centra la atención en el hecho de que el conocimiento se integra cuando se establecen esquemas significativos para el sujeto. Esto es, el conocimiento no se acumula sin jerarquizar, sino que se estructura en redes de significado. Será más fácil asumir un conocimiento, un hábito o una actitud (aprender) cuando éste resulta significativo para el sujeto, por insertarse en un esquema más amplio de significados o por su relevancia afectiva y vital. Aprender será no sólo incorporar contenidos sino organizarlos significativamente. Esto resulta relevante para la formación en la fe: no todos los contenidos tienen igual importancia, y una adecuada formación habrá de ayudar a organizarlos de forma jerarquizada y significativa para la vida de la persona. Esta jerarquización y significatividad permitirá la integración fe-‐ vida.
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Aprendizaje mediado, basado en la perspectiva planteada por Vygotski. Éste hace hincapié en la diferencia entre lo que denomina “zona de desarrollo actual” (lo aprendido e incorporado autónomamente) y “zona de desarrollo próximo, o potencial” (lo que el sujeto puede realizar con ayuda). En esta zona de desarrollo próximo se sitúa el aprendizaje, y requiere de mediadores. Los formadores y el grupo son los principales mediadores para el aprendizaje, los que hacen que la zona de desarrollo próximo se vaya ampliando y convirtiendo en aprendizajes adquiridos. El aprendizaje cooperativo está en estrecha relación con esta perspectiva.
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Aprendizaje dialógico, desde la perspectiva y la práctica desarrollada por P. Freire, y especialmente relevante en el caso de las personas adultas. Un aprendizaje basado en el diálogo permite incorporar significativamente los nuevos contenidos y actitudes con el bagaje de conocimientos, experiencias y saberes prácticos de los adultos a los que hacíamos referencia antes. El ser humano no está “vacío” ante el aprendizaje, sino que cuenta con toda una riqueza vital, experiencial y cognitiva que ha de entrar en diálogo con lo nuevo que se le plantea para producir aprendizaje real y personalizado.
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cf. BUENO, J.A. y CASTANEDO, C. Psicología de la educación aplicada, Ed. CCS, Madrid, 1998.
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El autoconcepto y la autoestima son de gran importancia para el desarrollo del aprendizaje, ya que tienen una gran incidencia en la motivación. Es preciso facilitar un autoconcepto y una autoestima positivos y realistas desde nuestra concepción de la persona como imagen de Dios y llamada a la plenitud, y también limitada y herida por el pecado, y desde la perspectiva del adulto como ser abierto e invitado a crecer permanentemente.
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La motivación, como hemos señalado, será de gran importancia en los procesos formativos. Dado que se trata de procesos formativos voluntarios, podemos suponer una alta motivación de partida. Sin embargo, es preciso conocer las motivaciones específicas de las personas que acuden a la formación. Existen motivaciones intrínsecas (deseo de crecimiento, formación y relación) y extrínsecas (necesidad de prestar un buen servicio o deseo de ser considerado social o eclesialmente). Hemos de crear diseños de formación que sean motivacionales, que entronquen con las motivaciones iniciales de las personas y vayan abriendo nuevos espacios de motivación.
Fuente: Plan de Formación para Laicos, Arquidiócesis de Santiago (www.inpas.cl).