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Prólogo

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Epílogo

Epílogo

María Teresa Nicolás Gavilán

Vicerrectora Académica y de Innovación Educativa Universidad Panamericana, Campus México

“El futuro se forja hoy en la educación de los jóvenes. ¿En qué debemos innovar las universidades?”1

Si queremos un México – y un mundo- mejor para todas y todos, tenemos que planearlo, dialogarlo y construirlo en las universidades, porque es en ellas donde se forja el activo más valioso: los jóvenes. El futuro está en el presente y tiene rostro joven. Los jóvenes son el futuro en presente, por eso la educación de los jóvenes es la educación del futuro y en ellos quiero centrar mis reflexiones.

En la Universidad Panamericana creemos que el futuro de la educación consiste en formar hoy a las mujeres y a los hombres del mañana. Los profesores universitarios estamos obligados a pensar, ver y soñar cómo será el mañana para trazar el camino que nos llevará al futuro que queremos. Este camino es la educación y se concreta en nuestro modelo educativo. Un modelo educativo que es firme en sus principios e innovador en sus prácticas. En este libro encontrarán algunas de las experiencias destacadas sobre innovación educativa.

Si la educación es un proceso, una ruta, que recorren juntos el profesor y el educando, la mejor analogía que encuentro para hablar de la educación del futuro es “la carrera espacial”. Esto es así por tres motivos; en primer lugar, porque en la educación se cumple la célebre frase de Neil Armstrong “lo que puede ser un pequeño paso para un estudiante –realizar un trabajo en equipo– es un gran paso para la humanidad, porque se forjarán personas tolerantes, incluyentes, creativas”. Así lo entendemos también en el Centro de Innovación Educativa de Campus México y por eso el logotipo es un astronauta.

La analogía espacial también se justifica porque consideramos que la educación es una misión de acompañamiento, más importante que viajar a las estrellas, ya que cada joven universitario es un universo con su soles –momentos brillantes– y con su hoyos negros –momentos de sufrimiento–. De un modo científico, que suena a poesía, Francis Halzen sentenció: “Usted y yo estamos hechos de polvo de estrellas”.

Por último, considero que es una misión riesgosa, como la carrera espacial, ya que nos enfrentamos a problemas de diversos estilos dentro del ecosistema en el que nos movemos; la pandemia actual es un claro ejemplo, y muchas veces tenemos que ir en “rescate” de los distintos miembros de nuestra comunidad académica –profesores, alumnos y personal administrativo– respondiendo a la llamada apremiante “Houston: tenemos un problema”.

Quiero proponerles cinco claves para trazar el plan de vuelo espacial de la educación del futuro en las instituciones de educación superior: permanen-

1 Algunas reflexiones en honor de los 10 años de creación del Centro de Innovación Educativa de la Universidad Panamericana campus México.

te, emocional, humana, flexible y personalizada. Estas características que presento surgen del estudio de las propuestas de numerosos colegas de México y del extranjero, así como de mi experiencia personal y de mi equipo de trabajo.

Me adelanto a responder una cuestión que se pueden estar preguntando: ¿y la tecnología?, al exponer las características mostraré cómo la tecnología puede ser un aliado muy positivo. No obstante, considero que en sí misma no es una característica clave, ya que siempre tendrá un carácter instrumental y por eso es importante que las instituciones educativas revisemos constantemente nuestras plataformas educativas y el uso de tecnologías en el aula.

La educación debe ser considerada como permanente en dos sentidos: espacial y temporal. En primer lugar, en un sentido espacial, porque los jóvenes –ellos de modo particular, aunque es una característica del homo sapiens– están aprendiendo en todos los entornos, ya sean presenciales o virtuales. El universo físico y la red son una “híper aula” donde se ofrecen conocimientos teóricos y prácticos. Sin embargo, no todo lo que se enseña logra educar, y es por esto por lo que, frente a los que promulgan la muerte de las universidades, sustituidas por cursos online, les respondo sencillamente: no, se requiere el arte de saber educar para poder formar a nuestros jóvenes. Los educadores somos los “trabajadores artesanales” que “potenciamos a los alumnos”. Esto nos da un sello distintivo como comunidad universitaria. Porque –como señala Winston Churchill–, “la actitud es una pequeña cosa que hace una gran diferencia”. Este amor por la enseñanza, no se queda en la epidermis de un perfil profesional, sino que está tatuado en el corazon del auténtico maestro que se afana en sus estudiantes.

El segundo aspecto, temporal, se refiere a la necesidad de continuar aprendiendo siempre. En el complejo panorama del mundo actual, que cada vez cambia más rápido y de modo disruptivo, es necesario seguir aprendiendo y actualizándose durante toda la vida. Esta característica nos afecta a todos, debemos ser universitarios no sólo los años específicos que pasamos en la universidad, sino durante toda nuestra vida; volver a las aulas –de modo presencial y remoto– con la actitud del que quiere comprender los complejos problemas para buscarles soluciones. La tecnología puede ser una gran aliada, como lo ha demostrado en esta pandemia.

La segunda característica es la educación emocional, considerada en dos perspectivas: enseñar con las emociones y dar educación emocional. Ambas perspectivas tienen un retraso histórico en la cultura educativa occidental que empieza a ser “abatido”. Como señala el doctor en Medicina y Neurociencia Francisco Mora, la clave no está en fomentar las emociones en el aula, sino en enseñar con emoción, porque el aprendizaje que va acompañado de experiencias emocionales positivas es el que perdura. Por lo tanto, un campo de estudio emergente para los profesionales de la educación puede ser la neurodidáctica, una disciplina que además de estudiar el funcionamiento del cerebro también se centra en los entornos de aprendizaje o en la psicología. Su objetivo es llegar a entender cómo funciona el cerebro para captar la motivación y la atención del estudiante, capacidades que tanto anhelan los propios docentes en sus clases. En este sentido, el acceso a nuevos recursos y de las pedagogías emergentes permitirá que más profesores implementen tecnología en clase, sobre todo aquella que ayude a la motivación, retención y experiencia vivencial en el aula.

También es importante considerar que se debe fomentar la inteligencia emocional, es decir la capacidad de percibir, expresar, comprender y gestionar las emociones. Esta educación emocional implica una preparación mayor para el docente, quien puede no haber recibido educación formal o informal sobre la inteligencia emocional. Así se percibe en el ámbito internacional, ya que como señala la OCDE en un documento reciente, el problema para lograr el cambio reside en que desarrollar estas capacidades cognitivas, sociales y emocionales exige un enfoque muy diferente del aprendizaje y la enseñanza, y una nueva categoría de enseñantes.

Una tercera característica, que puede sorprender a alguna o alguno, es que sea una educación humana. Me refiero a que cada uno nacemos como miembros de nuestra especie, pero tenemos que “aprender a ser humanos”. El universitario actual vive en una modernidad líquida, desde el enfoque propuesto por Bauman, es “una entrada que apuesta a explicar la fluidez como una metáfora regente de la etapa actual de la era moderna”. En esta misma línea de pensamiento, Lipovetsky argumenta cómo “la lógica económica ha barrido a conciencia todo ideal de permanencia; la norma de lo efímero es la que rige la producción y el consumo de los objetos”. La educación universitaria debe preparar a nuestros jóvenes para ser las mujeres y los hombres del futuro, un futuro que algunos han descrito como volátil, inestable, complejo y ansioso (VICA). Esta educación para el futuro va más allá de conocimientos adquiridos a través de la memoria, y que se pueden encontrar en un “clic”; es preparar a los alumnos en las habilidades blandas que les permitan no sólo sobrevivir sino ser agentes de cambio, convertir el futuro y para esto deben aprender a convertirse.

El concepto de aprender a convertirse –que propone la UNESCO– busca poner de manifiesto “una filosofía de la educación y un enfoque pedagógico que ve el aprendizaje como un proceso de desarrollo permanente que se da de manera continua y a lo largo de toda la vida (…) la idea de aprender a convertirse hace referencia a la necesidad de desarrollar la capacidad de imaginar una vida buena y plena”.

Esta conversión nos lleva de la mano a la cuarta característica: la flexibilidad. Como también señala la UNESCO “enseñar en términos de “convertirse” equivale a evocar una línea de pensamiento que hace hincapié en los potenciales, rechaza el determinismo y expresa una apertura flexible a lo nuevo”. Esta flexibilidad se puede concretar en varios elementos del proceso educativo universitario. Por lo que se refiere a los contenidos educativos, es oportuno considerar dos aspectos: por un lado, los planes de estudio deberán adaptarse a las nuevas realidades, teniendo en cuenta el desarrollo de habilidades y competencias blandas adicionales a las académicas y por otra parte se deben fomentar materias extracurriculares que complementen el aprendizaje durante la carrera del alumno. Esto permitirá a las universidades ser competitivas ante la oferta externa. En cuanto al docente, existe una práctica que está en peligro de extinción: La clase magistral desaparecerá y el profesor se convertirá en guía del alumno. La innovación pedagógica en el ámbito de la enseñanza debe fluir en el seno de la comunidad, el aprendizaje debe ser cooperativo y colaborativo. La tecnología y las estrategias didácticas se deben enfocar a las metodologías activas.

La última característica es que el aprendizaje debe ser personalizado; a esta conclusión han llegado los 645 expertos internacionales entrevistados para una encuesta, a la que ha tenido acceso EL MUNDO, que define cómo será la escuela en 2030. El informe ha sido realizado por la Cumbre Mundial para la Innovación en Educación (Wise, en inglés), un think tank formado por 15.000 sabios y promovido por la Fundación Qatar.

En la Universidad Panamericana, mi alma mater, compartimos la convicción de que la educación de cada persona individualmente considerada es la mejor manera de propiciar el auténtico desarrollo de la sociedad. Es importante acompañar a cada estudiante para que desarrolle su mejor versión de sí mismo. Este proceso personal debe ser creativo, entendiendo por “creatividad proceso de tener ideas originales que tienen valor”, como señala Robinson en su famoso libro, El elemento. Descubrir tu pasión lo cambia. La tecnología puede contribuir positivamente en este aspecto ya que los programas en línea permitirán cada vez más la personalización del aprendizaje del alumno, permitiendo que el estudiante tome más control sobre su aprendizaje y responda a sus propias necesidades.

El centro de nuestro modelo educativo son nuestros estudiantes. Los jóvenes que han accedido a la universidad desde el año 2000 a la fecha,

han recibido diferentes denominaciones entre las que se encuentran: Nativos digitales, Homo Zappiens y Gamer Generation, entre otras; a la luz de los recientes acontecimientos mundiales, esta generación será recordada por algunos como los jóvenes “Pandemials”. ¿Cuáles son los rasgos comunes que caracterizan a los jóvenes nacidos entre 1980 y 2000? Esta generación –que habita en un entorno líquido, efímero y vertiginoso– se distingue por la fugacidad, la tendencia a la búsqueda de riesgos, el cambio en los modos de relacionarse, la individualización de los criterios éticos y el cuestionamiento de las normas, el paso de la ética de los deberes a la ética de los derechos y el avance tecnológico de la revolución digital, entre otros.

El reto de educar a los “Pandemials” requiere de las instituciones de educación superior, educadores “vacuna” que promuevan una educación que genere los más poderosos anticuerpos, estos son las convicciones, que defino como ideas clavadas en el corazón.

Quiero terminar estas reflexiones que he compartido con ustedes con una pregunta personal: ¿Qué vas a hacer tú en el presente para educar a los jóvenes? ¡Ellos son nuestro futuro!

El único instrumento que los hombres tenemos tanto para perfeccionarnos como para vivir dignamente es la educación.

– Santo Tomás de Aquino

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