El escenario de las migraciones
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¿Por qué migran las personas?
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2009
Este trabajo ha sido realizado basándose en las siguientes publicaciones: GIMÉNEZ Romero, Carlos. (2003) “Qué es la inmigración”. Ed Integral. Colectivo IOE. (1999) “Inmigrantes, trabajadores, ciudadanos. Una visión de las migraciones desde España”. Universidad de Valencia.
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A manera de introducción… Imagínese en la siguiente situación: suponga que el lugar donde usted vive con su familia está golpeado por la mala calidad de vida, la falta de empleo y oportunidades, la inseguridad, la corrupción de los gobiernos. Usted confía en que las cosas mejoren, es optimista, se involucra en los asuntos de su comunidad para intentar que las cosas cambien, hace sus propios proyectos de vida, o hasta piensa en comenzar su propia empresa, aunque sea pequeña, con tal de ofrecer a su familia cierta estabilidad… pero pasa el tiempo y por mucho que usted se haya esforzado en estudiar una carrera profesional, o buscado un empleo digno que le permita sacar adelante a su familia, o intentado cambiar las cosas en su entorno, esa oportunidad simplemente no llega.
¿Qué hará?...
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Un día, usted escucha de un lugar en el que, aunque trabajase en un empleo muy modesto, podría ganar dinero suficiente para cubrir las necesidades de su familia: alimentación, vivienda, educación. Es más, si trabajase más horas y ahorrase al máximo, podría hasta conseguir dinero suficiente para poner en marcha esa pequeña empresa que había planeado... el único inconveniente es que debe separarse de su familia, de sus hijos, de sus padres y hermanos por mucho tiempo, hasta años, para trabajar en un lugar totalmente desconocido, donde puede que hablen otro lenguaje, incluso hasta le desprecien, le persigan. Puede que el viaje mismo ponga en riesgo su propia vida.
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Pasan los años y la situación no parece cambiar y si lo hace, es para peor. El dinero no alcanza, se empieza a hacer frecuente pedir préstamos que se van acumulando. Y no es que le gusten los lujos o el derroche. De hecho, ya ni se acuerda cuándo fue la última vez que se compró ropa o se fue con su familia de paseo… y ni hablar de vacaciones. Se desespera, a veces pierde toda esperanza en el futuro y se pregunta por qué la vida es tan injusta. Ya no encuentra nada alentador. Usted tiene que hacer algo.
Contenido A manera de introducción… ................................................................. 2 EL ESCENARIO DE LAS MIGRACIONES .................................................. 4 La perspectiva global ............................................................................ 4 ¿Son los movimientos migratorios un fenómeno nuevo el mundo? ......................................................................................... 4 Un ejemplo vivo de flujos migratorios ......................................... 6 Teorías globales acerca de las causas y motivos de las migraciones .................................................................................. 9 La perspectiva del migrante ............................................................... 16 La dimensión personal del migrante como actor y sujeto social .... 16 La dimensión laboral y jurídica ....................................................... 20 La perspectiva de la población receptora .......................................... 22 Efectos de los procesos migratorios ............................................... 23 CONCLUSIONES .................................................................................. 25
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Algunas cuestiones especiales de política e integración sociales ... 25
EL ESCENARIO DE LAS MIGRACIONES La perspectiva global ¿Son los movimientos migratorios un fenómeno nuevo el mundo?
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Podríamos decir que el período de las migraciones internacionales modernas se sitúa en los últimos cinco siglos, y podemos dividir este período en otros cuatro sub-períodos diferenciados: el primero desde el comienzo de la constitución de la economía-mundo hasta el despegue de la industrialización capitalista, el segundo comienza con la constitución del libre mercado de mano de obra y se interrumpe debido al impacto de las dos guerras mundiales, el tercero marca un nuevo auge con la expansión del capitalismo de posguerra, y el cuarto (década de los setenta hasta ahora) se caracteriza por la globalización económica, que se traduce en migraciones más diversificadas y en aumento.
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Frecuentemente, sobre todo en los países ricos, los discursos que se escuchan comúnmente dan a entender que el fenómeno migratorio es cosa reciente, cuando en realidad el movimiento de poblaciones es tan antiguo como la historia humana. Estos discursos parecen olvidar un hecho muy elemental: desde su origen como especie, los grupos de personas eran nómadas que establecían su residencia en función de los recursos disponibles. De hecho, algunos expertos fijan la fecha de las migraciones importantes hacia unos cuatro mil años atrás.
Este trabajo estará centrado en el contexto de este último subperíodo, donde queremos subrayar el concepto de globalización, especialmente en el plano económico, donde el todo flujo de capital, de mercado de trabajo, del proceso de producción, organización, información y tecnología opera simultáneamente a escala mundial. Esto significa que no hay economías nacionales ni políticas económicas nacionales separadas. Todo lo contrario. Las tendencias son las de: a) movimiento de capital con inversiones en países del Sur, que moviliza mano de obra en el terreno laboral y crea nuevos vínculos materiales e ideológicos; b) Las grandes ciudades se convierten en centros neurálgicos del capital financiero que a su vez genera demanda de mano de obra polarizada en el sector servicios; y c) los países ricos se convierten en el principal destino de inversiones, que a su vez genera más demanda de trabajadores, demanda dirigida a la población extranjera… con todo esto, es inevitable que la globalización económica incremente los flujos migratorios.
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Hemos querido comenzar con el proceso de globalización mundial porque este marca fuertemente el contexto de los flujos migratorios actuales, no solo desde la perspectiva global, sino las mismas experiencias y proyectos de vida, como iremos descubriendo más adelante.
Un ejemplo vivo de flujos migratorios Siempre es interesante analizar el contexto histórico de cada país en el que se dan los flujos migratorios, pues estos contextos nos hacen ver otras perspectivas. Por considerar un ejemplo, podríamos hablar acerca de la migración en España partiendo de los cambios económicos que experimentó este país a partir de las últimas tres décadas, pero perderíamos de vista algunos datos interesantes si no analizamos su contexto histórico. Por ello, recordemos las migraciones en la historia de España unos siglos más atrás, a partir del siglo XV.
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La emigración española también marca una etapa importante en la historia del país. Recordemos el período de la emigración española hacia el interior de Europa, cuyo principal destino fue Francia a raíz de la Primera Guerra Mundial. Otros desplazamientos fueron hacia el norte de África, especialmente a Argelia y Marruecos en el siglo XIX donde coexistían los residentes permanentes con la emigración temporal. Y otro período célebre fue la emigración a América, donde se estiman que emigraron unos 3,5 millones de españoles hacia Argentina, Brasil, Uruguay, Cuba, México, Venezuela y el Caribe.
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A veces parece olvidarse que, allá entre los años 1492 y 1850, la historia de España estuvo fuertemente marcada por los flujos de personas y también por los intentos por controlarlos. De hecho, destacan dos acontecimientos importantes en estas fechas: la reconquista frente al dominio musulmán por un lado y el descubrimiento de América por otro, iniciando un proceso de colonización. No solo allí, sino también en Asia, con la conquista española en Filipinas, y con un correspondiente tráfico de esclavos provenientes sobre todo de China, Japón, Malasia y Filipinas misma.
La gran novedad de las últimas décadas en el caso español es simplemente un cambio de dirección en los flujos migratorios. Actualmente estamos en la parte de la historia marcada por la aparición de inmigración a España. Se afirma que España ha pasado de ser un país de emigración a un país receptor de inmigración en tendencias generales, y esto es cierto respecto a las tendencias, pues actualmente la población inmigrante solo llega al 10% de la población total en España. Surge entonces la primera pregunta: ¿por qué causa más alarma este flujo migratorio en España que los otros flujos migratorios?
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En el marco mundial el contexto de referencia para España es el de la Comunidad Europea, y es conveniente tener presentes los datos de la población inmigrante en el resto de esos países comunitarios cuando se escuchan discursos que dan a entender que la migración es una ‘invasión’, ‘amenaza’ o ‘avalancha’ y que traspasa un supuesto ‘umbral de tolerancia’. Si esto fuese así, entonces esa intolerancia sería sumamente marcada en países como Suiza o Austria, donde el porcentaje de población migrante pasa del 14 y el 22 por ciento, eso sin tomar en cuenta otros países, como Kuwait o los Emiratos Árabes Unidos, donde la población inmigrante alcanza el 60 y 70 por ciento.
Los 10 países europeos con mayor población extranjera. 2008. Fuente: EUROSTAT
Países por proporción de población inmigrante. 2005
% de inmigrantes respecto al total de población nacional
1.660.000 1.234.000 10.144.000 4.790.000 1.638.000 6.471.000 5.408.000 974.000 719.000 2.519.000
22,8 14,9 12, 3 10, 7 10,5 10,1 8,9 8,6 6,9 4,2
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Suiza Austria Alemania España Países Bajos Francia Reino Unido Grecia Bélgica Italia
Cantidad de inmigrantes
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Fuente: World Population Policies 2005
¿Por qué migran las personas? Teorías globales acerca de las causas y motivos de las migraciones Una vez contextualizado este escenario global en que se desarrollan los flujos y procesos migratorios, es momento de introducir conceptos teóricos. Explicaremos algunas de las teorías globales más comunes en las que los expertos están más o menos de acuerdo. Estas son la teoría de la modernización, la teoría de la dependencia, y la teoría de la articulación y transnacionalismo, que ha generado en la reciente teoría de sistemas y redes. Teoría de la modernización
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Desde este enfoque, se entiende que el desarrollo de toda sociedad conlleva a una evolución natural desde lo rural a lo urbano, desde el subdesarrollo al desarrollo, de lo tradicional a lo moderno. Se asume que esta evolución se divide en escalas de desarrollo de menor o mayor grado y que los países o regiones, si adoptan medidas adecuadas y se esfuerzan, entonces podrán mejorar su situación tarde o temprano. Sobre este supuesto, las migraciones son un factor de modernización. O en otras palabras un proceso de mejora desde una situación de partir desde la pobreza y subempleo a otra de llegar a una mejoría.
Bajo la teoría de la modernización, el migrante es un emprendedor, un agente de su propio cambio e innovación. Y la migración es simplemente un camino desde el subdesarrollo al desarrollo, que combina factores de expulsión y atracción. Entre los factores de expulsión se consideran las condiciones de vida: subempleo, bajos ingresos, baja calidad de vida. También están los de índole social, político, e ideológico, tales como la falta de libertades, violencia, represión, persecución, o también los factores específicos de género, especialmente en las mujeres que migran. Por el lado contrario, los factores de atracción son aquellos que existen en las sociedades de recepción, como la demanda laboral, la necesidad de mano de obra, un Estado de Bienestar, libertades democráticas, ausencia de guerra… lo que es interesante destacar es que, bajo este enfoque, los factores de expulsión y atracción están estrechamente interconectados, cosa que a veces se suele olvidar en algunos discursos que, por una u otra razón, prefieren solo ver los factores de expulsión.
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La principal crítica a la teoría de la modernización es hacia su lógica lineal, idealizadora, individualista. Al poner la migración solo como un camino entre lo peor hacia lo mejor, es incapaz de explicar por qué no se emigra de cualquier punto del planeta a otro cualquier punto del planeta, cuando, como los hechos demuestran, se migra solo de ciertos países –incluso regiones específicas- a otros ciertos países concretos. Los migrantes no proceden de todas partes, sino de ciertas áreas, tampoco se asientan en cualquier sitio, sino solo en regiones concretas de las sociedades receptoras.
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Críticas hacia esta teoría
Siendo esta una característica distintiva, la teoría de la modernización queda limitada. Otra crítica es el enfoque de esta teoría: la unidad de análisis es la persona que migra y su objeto de estudio es la adaptación del migrante, dejando de lado los contextos económicos y políticos. Agregamos a esta crítica el hecho de que todo pareciera indicar que la migración no existe por causa de un proceso de ‘evolución natural’ hacia una mejora, sino todo lo contrario, es porque no existe mejora que existe la migración… y de esta lógica aparece la siguiente teoría.
Teoría de la dependencia
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Bajo este supuesto, las migraciones son un simple flujo de mercancías, la mano de obra barata y materia primas desde los países y regiones dependientes hacia los países dominantes. El flujo migratorio supone un mecanismo de extracción de renta y beneficio económico que a la vez empobrece a los países emisores, no solo por la mano de obra y materias primas, sino por la llamada ‘fuga de cerebros’ que provocan pérdidas de recursos claves en sus desarrollos.
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La teoría de la dependencia pone el enfoque en la ‘otra cara de la moneda’. Si la teoría de la modernización, ponía el énfasis en que existe una ‘evolución natural’ del subdesarrollo al desarrollo, la teoría de la dependencia pone al desarrollo y al subdesarrollo en un terreno de desigualdad y subordinación a partir de la riqueza y el poder, y por tanto, de la dependencia de unos a otros: ‘Si estás desarrollado es a costa de mi subdesarrollo’.
Esta teoría ha sido útil porque saca a la luz nuevas formas de correlación entre las migraciones y la desigualdad internacional y ha sido capaz de demostrar los beneficios y pérdidas entre los países emisores y receptores. Por tanto, si se quiere evitar o reducir las migraciones, hay que intervenir en las causas que la provocan, logrando una mayor igualdad internacional en los terrenos políticos y económicos, avanzando hacia una interdependencia en términos de igualdad. Críticas Lo que no acaba de convencer a los expertos acerca de esta teoría es el negativismo o pesimismo desde el que es articulada, por quedarse en el análisis de las estructuras globales de tipo económico y político, y por concebir al migrante como un sujeto pasivo. Tampoco es capaz de explicar el por qué de la concentración de los flujos migratorios en regiones concretas.
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Se refiere a la articulación de los modos de producción, los sistemas de relaciones técnicas y sociales de producción, distribución e intercambio de bienes. Desde el surgimiento del modelo de producción capitalista, este ha alterado y subordinado otros medios de producción existentes. Desde ese enfoque, las migraciones son concebidas como procesos de configuración de nuevas relaciones, conexiones y redes entre origen y destino. Incluso el mismo migrante mantiene redes con su país de origen.
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Teoría de la articulación y transnacionalismo
Esta vinculación es de tal fuerza que también genera campos sociales transnacionales, es decir, realidades familiares, comerciales, políticas, sociales, culturales que llegan a traspasar la lógica y límites de los Estados-nación, de esta manera los migrantes son transmigrantes, cuya vida transcurre entre dos mundos sociales, geopolíticos y culturales, lo que deriva a una teoría más refinada, la teoría de los sistemas y redes. Algunos aspectos sobre los que arroja luz esta teoría son la disparidad entre las oportunidades del país de origen y las expectativas que ven los migrantes en otros países, los estímulos constantes que las redes y los medios de comunicación presentan desde el mundo rico, los factores de atracción que cobran fuerza especialmente en los familiares y amigos ya establecidos en el extranjero, siendo el migrante un eslabón de la cadena y el papel clave de estas redes a la hora de elegir un destino. Críticas Esta teoría es más reciente y arroja luz en buena parte del proceso migratorio que las otras teorías no podían explicar. A pesar de ello también tiene sus limitaciones. Entre estas que colocan al migrante como un objeto –un eslabón- y no un sujeto que puede tomar su propia decisión de migrar o no migrar.
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La teoría de la articulación tampoco puede explicar, al igual que las teorías anteriores, el por qué la gente NO migra y decide quedarse en sus lugares de origen, dado que una vasta parte de las sociedades permanecen en sus entornos.
Una vez que hemos analizado las principales teorías acerca de los procesos migratorios, introduzcamos otros elementos que también caracterizan a las migraciones actuales. Estos son la movilidad, la bipolaridad, el asentamiento, la durabilidad y la finalidad. La movilidad. Ya hemos mencionado que la movilidad de los humanos no es algo reciente sino que su historia va muy ligada con desplazamientos. Esta movilidad no es solo de origen biológico, sino cultural, y aprendizaje situacional transmitido en las generaciones. Pues bien, existen diferentes tipos de desplazamientos, por una parte tenemos las migraciones por necesidad, o por la búsqueda de libertad, pero también existen los desplazamientos impuestos, como la esclavitud. Otras más son los desplazamientos inducidos por causa de los gobiernos de algunos países, e incluso los desplazamientos voluntarios. Gran parte de los desplazamientos ‘modernos’ suelen estar fuertemente condicionadas por factores económicos y sociopolíticos, e influenciadas por las políticas y normas gubernamentales. Bipolaridad. En una migración siempre existe una dicotomía: un proceso de salida y alejamiento de un lugar físico y social, con todo lo que ello conlleva, y otro proceso de llegada, en un contexto nuevo, y generalmente desconocido e influido por nuevas normas legislativas, pautas culturales, usos y costumbres, historia…
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Asentamiento. La llegada de la persona migrante necesariamente incluye un proceso de ubicación, de estancia, permanencia y asentamiento. El aprendizaje del nuevo entorno implica contar con un mínimo apoyo relacional, por lo menos en las primeras fases.
Durabilidad. Los desplazamientos suelen distinguirse entre las migraciones temporales y las migraciones permanentes. Con todo, el denominador común es la temporalidad, y esta temporalidad o duración de la experiencia migratoria no suele estar fijada de antemano. Es importante tener este dato en cuenta, ya que muchas veces, cuando se suele estudiar la migración, se malinterpreta la temporalidad. Cuando se le pregunta a un migrante si aspira a quedarse, podría contestar que sí, pero lo cierto es que puede que esa sea su intención sin que eso indique de hecho que así será: los proyectos migratorios pueden ser fácilmente alterados.
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Otros elementos más que se relacionan con los anteriores son: globalización, donde prácticamente ninguna zona del mundo queda al margen de las corrientes migratorias transnacionales. Diversificación, donde no existe un modelo único de migración; aceleración, pues los flujos migratorios se multiplican a un ritmo notable y no cesa de crecer, especialmente durante los últimos 20 años, y por último la feminización, un elemento clave dado que las mujeres ahora se encuentran en todas las regiones y en todos los tipos de flujos migratorios, aunado a las ramas laborales que demandan mano de obra femenina. A lo largo de este trabajo todos estos elementos se evidencian de una u otra forma.
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Finalidad. Por último, toda la odisea de migrar no es solo porque sí. Tiene una finalidad, un motivo, y según ese motivo, el migrante tomará un camino u otro. Por ello, mientras los motivos para migrar sean puramente económicos para algunos, también existen motivos políticos, represión religiosa, debido a catástrofes naturales, incluso por estudios o hasta jubilación. Debemos también mencionar a aquellas migraciones ‘colaterales’, que son las que hacen las personas para reagruparse con su familiar que habría migrado anteriormente. Con lo cual, es imposible generalizar dado que cada migración responde a unas necesidades y finalidades específicas.
La perspectiva del migrante La dimensión personal del migrante como actor y sujeto social Cuando analizamos los procesos migratorios desde una perspectiva global, es difícil que con esos ‘enormes radares’ podamos verificar absolutamente todos los aspectos implicados. ¿Cambiaría la imagen si ‘bajamos a pie de calle’ a analizar las migraciones desde otra perspectiva? ¿y cuál perspectiva? Una de las debilidades de los enfoques teóricos globales es la de considerar a las personas migrantes como una masa, o como algo abstracto. No es que estos enfoques no sirvan, por supuesto que ayudan a entender los procesos principales, y justamente ese es su límite, que son capaces de identificar procesos globales. Sin embargo, cuando hablamos de migraciones estamos hablando también de personas con deseos, intereses, derechos, deberes. De individuos particulares con sus propias historias y relaciones. Por tanto, el migrante, en tanto que persona e individuo, es un principal protagonista.
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Y es que la migración no es nunca una experiencia indiferente sino intensa. La persona –preparada o no- tiene que dejar su vecindad, su comunidad, su familia, despegarse de los amigos para entrar a otro país y resolver los miles de nuevos problemas que surgen, aparte de los propios del día a día. Todo ello supone un esfuerzo considerable sobre todo en la primera fase de llegada.
Cuando la migración es clandestina, la realidad se torna bastante más cruda y dramática, incluso implica un riesgo a la integridad física, a su propia vida. La migración, por tanto, suele estar acompañada de grandes dosis de soledad, nostalgia, desilusión e incertidumbre, cosa que rara vez aparece en los medios de comunicación masivos. La experiencia migratoria es también una historia de ilusión, mejora, aprendizaje positivo y hasta de éxito personal y familiar. Los contextos históricos y sociales ciertamente condicionan los flujos migratorios en gran manera, sirven de marco de acción. Pero estos de ningún modo determinan las acciones individuales de las personas, ni sus estrategias. Por ello, al analizar las migraciones, deben tenerse en cuenta a las personas que migran como actores y sujetos sociales, pues ellos son los que elaboran y ejecutan los proyectos migratorios en función de otros elementos como los valores culturales, sistemas de género, estructuras familiares, etc. La combinación de todos estos factores junto con los condicionantes macrosociales da lugar a las diversas trayectorias migratorias.
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Desde su perspectiva, se pueden distinguir los siguientes motivos por los que una persona decide migrar: migrar para asegurar la supervivencia de la familia, para promocionarse personalmente, por la aventura, por seguir a una pareja sentimental, y para encontrarse con familiares ya emigrados.
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Ahora bien, ya habíamos mencionado antes a la diversificación y a las motivaciones como factores comunes en los flujos migratorios, pero ¿cómo influyen estas a la perspectiva personal del migrante? Puesto que la migración no es un producto de la casualidad, dirijamos la mirada a los principales proyectos personales y sus motivaciones, y analicemos ahora las experiencias migratorias desde la perspectiva de la persona migrante.
Es importante aclarar que no se trata de hacer una clasificación o ‘etiqueta’ de cada migrante, pues es común que no haya un solo motivo o tipo, sino una interacción o mezcla de ellos, dependiendo de cada situación. Veamos un poco más cada uno de estos. Migrar para asegurar la supervivencia de la familia, especialmente de los hijos. En este caso, la motivación es principalmente económica, y las estrategias serán dirigidas a maximizar el ahorro y minimizar los gastos con el fin de enviar remesas. Todo se subordina a este objetivo y, bajo esta lógica, podemos entender por qué, por ejemplo, el o la migrante mantiene algunas prácticas como la alimentación monótona, organizarse para disponer tiempo para trabajar más, vivir compartiendo pisos, habitaciones o hasta camas. Cabe aclarar que a veces se malinterpretan estas estrategias como si fuesen pautas culturales, cuando en realidad no lo son.
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Quien ha migrado por esta razón lo hace porque sus expectativas de vida ‘moderna’ son más altas de lo que su entorno local puede ofrecerle, y por tanto espera alcanzarlas en otro lugar. Generalmente son jóvenes que en su entorno conviven con su familia de origen y cuando migran, pueden seguir dependiendo del apoyo de su familia. El proyecto de este migrante combina la motivación económica con el proyecto personal de autopromoción. Así, el migrante no gastará toda su energía en el trabajo, al objetivo económico, sino que desarrollará actividades –incluyendo aquellas que aumenten su formación profesional- y relaciones sociales que faciliten su integración en la sociedad de destino.
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Migrar para promocionarse personalmente, mientras apoyan la familia de origen.
Migrar por la aventura. Normalmente este espíritu ‘aventurero’ está ya presente en el entorno local del migrante, con lo que es fácil y ‘normal’ gestar la idea de migrar. En estos casos, la persona migrante no tiene ningún reparo ni en el tipo de empleo que ha de hacer, ni en la posición social que ocupe, aunque sea descendente con respecto a su lugar de origen, ni en el lugar de destino, puede ser ahora uno, después otro… con tal de ‘conocer mundo’. Migrar por seguir a una pareja sentimental. Aquí la decisión de migrar no suele estar tomada por el diseño de un proyecto propio, sino por el proyecto de vida de otra persona, con lo cual es frecuente que haya en principio poco entusiasmo, a veces resignación. Este tipo de migraciones suele presentar algunas problemáticas para la persona, dado que sus relaciones tienden a quedar circunscritas a un ámbito muy reducido, como el doméstico, produciendo una situación de aislamiento, especialmente para quienes no hablan el lenguaje local. Migrar para encontrarse con familiares ya emigrados.
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Un caso similar al anterior, puesto que no es un proyecto autónomo. La diferencia está en que la inserción y las relaciones sociales son relativamente más fáciles, por ejemplo, al asistir a la escuela o buscar un empleo.
La dimensión laboral y jurídica Otra de las dimensiones a tomar en cuenta son las referentes a las cuestiones laborales y jurídicas, ya que, inevitablemente, el proceso de incorporación del nuevo migrante pasa por ellas. Algunos de los estereotipos más difundidos son que el migrante solo debe trabajar en aquellos sectores de baja cualificación, puesto que no está preparado para desempeñar otro trabajo, y a la misma vez, que los trabajos desempeñados por el migrante son un reflejo de su pobre preparación. Estereotipos totalmente infundados dado que en realidad existe una gran diversidad de perfiles profesionales y capacidades laborales.
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Unida a la dimensión laboral tenemos la dimensión jurídica. El migrante puede encontrar las puertas abiertas y con generosidad, o cerradas y con restricciones, siendo esta última condición la que más se ajusta al panorama actual. Por ello, el estatus jurídico se convierte no solo en un requisito legal, sino en toda una señal de identidad y diferencia respecto al autóctono y muchas veces hasta en su obsesión. Se distinguen prácticamente entre dos categorías: quienes tienen papeles y quienes no.
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De hecho, si el migrante está ocupado en empleos de baja cualificación es precisamente porque esos son los sectores laborales que el país receptor dispone para ellos reservando los mejores para los autóctonos. Ese condicionamiento no es algo producido por el migrante, sino por el mercado laboral y las políticas del Estado, y al migrante no le queda otra cosa que aceptarlo si quiere sobrevivir.
Para el inmigrante que tiene papeles significa vivir en un intrincado laberinto de situaciones jurídicas, ramificados para prácticamente cada situación que frecuentemente se llegan a extremos que rayan en lo absurdo.
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Para el que no tiene papeles, bien porque entró al país clandestinamente, o se quedó en el país después de entrar como turista o bien no pudo renovar su estancia, las consecuencias de la irregularidad no se hacen esperar: a nivel personal, encontramos un estado psicológico de incertidumbre total, miedo y perplejidad que carcome la autoestima. A nivel social existe una imposibilidad de realizar su vida normal, desde actividades tan cotidianas como caminar libremente por la calle, tomar el autobús, abrir una cuenta bancaria, hasta impedir el acceso a una vivienda (aún en alquiler), empleo en condiciones, acceso a recursos públicos. En definitiva, una situación que le envía a la invisibilidad total y que automáticamente le coloca en una situación de vulnerabilidad, exclusión y explotación. Baste ver en los medios de comunicación los frecuentes casos de abusos y hasta tragedias cometidas hacia estas personas.
La perspectiva de la población receptora Queremos introducir esta perspectiva en el análisis, dado que no es común tomarla en cuenta cuando se habla de las migraciones. Las sociedades receptoras nunca forman una pluralidad infinita, pero tampoco una identidad única y homogénea sino que categorizan su entorno en términos de pertenencia a unos grupos u otros. Así pues, se abren dos grandes grupos: ‘nosotros’ y ‘los otros’, etiquetando a la persona migrante como ‘el otro’. Estas categorías aparecen espontáneamente como antagonistas, aunque no sean construidas con las mismas reglas. Veamos algunas lógicas construidas sobre esta base.
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Lógica culturalista. Esta lógica no se articula en torno al argumento nacional, sino a la diferencia cultural, a partir de dos supuestos: que las culturas son universos cerrados, inmodificables, y que existen culturas incompatibles que no pueden coexistir pacíficamente.
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Lógica nacionalista. Desde esta lógica, los espacios y sociedades se enmarcan dentro de un Estado-nación, cuya función es cuidar y defender el cuerpo social que habita dentro de sus límites territoriales. Lo normal aquí es que cada quien debe vivir en su propio espacio estatal-nacional y por tanto, la llegada de personas que no corresponden a ese hábitat son considerados como una ruptura al orden establecido. No hay que confundir esta postura con ser racista, pero sí con dar prioridad a los nacionales en el acceso a recursos. Desde esta postura, los extranjeros son vistos más como consumidores de recursos de la sociedad autóctona que como productores de riqueza.
Por tanto, haciendo a un lado cualquier otra dimensión, la única forma de que dos culturas ‘no compatibles’ coexistan es mediante la asimilación o la segregación absoluta, siendo los ejemplos por antonomasia el de la sociedad española VS la etnia gitana, o el de la sociedad estadounidense blanca VS la negra, en EEUU. Justamente esta es la lógica que está detrás de la tesis del “choque de civilizaciones”. El etnocentrismo y racismo también se suelen manifestar bajo esta lógica. Lógica igualitaria. Esta lógica surge como antagonista a las otras dos, ya que parte de la defensa de la igualdad básica de los seres humanos. Los derechos humanos han de ser universales sin importar las fronteras estatales, y los discursos van desde la igualdad de oportunidades en el terreno económico, el paternalismo humanista, hasta la crítica acérrima del actual orden social.
Efectos de los procesos migratorios
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En los lugares de origen a nivel local podemos mencionar la situación de alivio, esperanzas, envío de remesas e innovación que produce en el entorno más próximo de la persona que decide migrar. Supone un factor paliativo de los problemas existentes en el lugar de origen. Si hay presión demográfica o desempleo, la migración se convierte en una válvula de escape. Si hay represión, se trata simplemente de supervivencia.
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Tampoco queremos dejar de lado un breve apartado sobre los efectos de los procesos migratorios, ya que la migración produce impactos no solo en los países receptores, sino también en los emisores, desde impactos a nivel local hasta nivel global. Mencionaremos brevemente algunos de ellos.
Otro de los impactos más importantes a escala global son precisamente las remesas enviadas al lugar de origen, convirtiéndose estas en un factor de desarrollo, no solo familiar, sino incluso regional y nacional, contribuyendo al aumento del bienestar social y siendo un factor de influencia y cambio político. Amén del intercambio de cultura que conlleva al estar en contacto personas de diversos lugares de origen. En los lugares de destino, también tienen mucho que aportar: aumento demográfico, especialmente en los países donde la población está envejeciendo. Este aumento conlleva un impacto fiscal favorable a la seguridad social, permitiendo que el bienestar continúe, y sirviendo como reemplazo de la población activa que se jubila. La contribución económica y laboral es también indiscutible en el servicio doméstico y en el cuidado de las personas mayores, y qué decir tiene de la facilitación que permite que las mujeres y los jóvenes de las sociedades receptoras puedan no solo acceder a una mejor educación formal, sino incorporarse al mercado de trabajo, y acceder a puestos más altos o cualificados.
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Las personas migrantes también aumentan la diversidad cultural de aquellas sociedades a donde van, aumentan la riqueza cultural y permite conocer nuevas ‘estrategias de vida’, entre otras.
CONCLUSIONES Algunas cuestiones especiales de política e integración sociales Todas las personas, sin importar su origen, tienen necesidades que deben ser satisfechas. Necesidades elementales como alimentación, vivienda digna, educación, asistencia sanitaria, y al resto de recursos y bienes de la sociedad donde viven. Pero ¿cuán igualitaria es la distribución de los derechos para acceder a estos recursos? ¿Tienen los mismos derechos las personas migrantes? ¿cuán preparados están los sistemas públicos para atender a una población tan diversa? Estas son las cuestiones que más deben importar en un Estado de Bienestar.
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Con los flujos migratorios, un nuevo sujeto ha surgido en los Estados receptores de migración, sujeto que está siendo ignorado por esos Estados. Se hace necesario que los Estados reconozcan que sus responsabilidades no pueden ser eludidas y que adapten los sistemas públicos a las necesidades reales de la población de facto -autóctona e inmigrante-, con independencia de un estatuto jurídico. Esto es especialmente cierto cuando las personas migrantes no solo no consumen tantos recursos como pareciese, sino que aportan, y mucho, a mantener un Estado de Bienestar, como se ha señalado antes. Pero las políticas seguidas hasta el momento han sido, más bien, de control de flujos, de cierre de fronteras, de represión y estigmatización a las personas migrantes como si fueran delincuentes.
Una verdadera integración debe facilitar el acceso a todos los recursos públicos estableciendo un plano de igualdad entre toda la población sin importar el origen de cada persona, como sucede en el caso del sistema sanitario en algunos países, cuyo acceso es universal. Permitir la participación de los inmigrantes en la toma de decisiones, especialmente aquellas que les conciernen más directamente. Gestionar el pluralismo, adaptando los servicios públicos a las particularidades y fomentar activamente un cambio en la sociedad receptora, pues la integración no cosa de una sola parte, sino de todas las involucradas. La integración es pues, una generación constante de cohesión social y convivencia intercultural, mediante procesos de adaptación mutua entre dos sujetos jurídica y culturalmente diferenciados. Se hablaba antes del factor temporalidad, y aquí este cobra más importancia, dado que entonces cabe preguntarse, ¿por cuánto tiempo un migrante lo es? ¿hasta siempre? ¿nunca dejará de serlo? ¿no es también un trabajador, un padre o madre, vecino o vecina? ¿nunca se integrará? ¿qué ocurrirá con sus hijos?
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Si se aborda -por ejemplo la dimensión laboral- desde esa temporalidad, se debería conseguir que las diferencias entre los trabajadores autóctonos y migrantes fueran las correspondientes al estatuto jurídico y a la identidad cultural, pero no en lo concerniente a salarios, contrataciones, condiciones de trabajo o formación ocupacional. De esta manera se abre la puerta al proceso integrador real como incorporación en igualdad de derechos, deberes y oportunidades.
En la vida cotidiana, esa integración social se puede promover también cuando se reúnen pequeños grupos de paisanos en lugares públicos con el fin de satisfacer la necesidad de verse, de saber del otro, informarse sobre los acontecimientos de los países de origen, los parientes, etc. Pero estas reuniones se suelen ver con cierto recelo por la población autóctona. Se plantea entonces un reto de convivencia social. Entender lo positivo de esas reuniones, así como activar normas de convivencia básica mediante el diálogo sería una buena forma de fomentar políticas de integración social, desde el pluralismo cultural, superando las tendencias homogeneizantes, aceptando y celebrando esa diversidad, y defendiendo dos ideales: la igualdad y no-discriminación, y el respeto a la diferencia.
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¿Y qué hay de las dificultades generadas a raíz de la migración como los de vivienda, convivencia, racismo, abusos, tráfico de personas, etc.? Pues bien, hay que tomar en cuenta que todo fenómeno social siempre representa dificultades. Sin embargo hay que desligar estos problemas como propios de la inmigración. Suelen ser más bien, retos, desafíos, dificultades compartidas con la población autóctona. Por ejemplo, la habilitación de viviendas, o la organización del sistema educativo siempre son dificultades presentes, haya inmigrantes o no. O si existe delincuencia, hay que sancionar al delincuente, sin importar su origen, pero no podemos achacar a todos el delito de otros.
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Hablando de las familias e hijos, es importante tener en cuenta que la experiencia migratoria se vive de forma muy diferente entre padres e hijos porque las pautas culturales aún no están tan arraigadas en el caso de los pequeños, mientras que los progenitores ya vienen con una cultura de origen conformada. Lo que hay que evitar entonces, es que los jóvenes terminen marginados en una especie de ‘limbo’ de identidades, sino perfectamente integrados como parte de ambas culturas, ‘la de aquí y la de allá’.
Con todo, buena parte de los ‘problemas de la inmigración’ en realidad quiere decir que las cosas no se están haciendo bien. De lo contrario, entonces gran parte de esos problemas simplemente se evitarían. Esto apunta pues, a una deficiente política de inmigración e integración, sea por el sistema económico abusivo, o bien por la ignorancia y falta de educación de grupos específicos en la población. Todo comienza por cambiar la percepción sobre la migración, dejar de verse como un ‘problema’ incluso una ‘amenaza’ y comenzar a verse como una oportunidad, como un fenómeno, una situación estructural. Dejando de lado las barreras que suponen el origen, la cultura, la nacionalidad, o la religión. Una gran oportunidad, oportunidad para las personas que llegan a trabajar; oportunidad para sus familias, tanto de sus lugares de origen como la que llevan consigo; oportunidad para las familias de los países receptores al cuidar de sus personas mayores, al permitir a los jóvenes de ambos lados continuar formándose, al permitir a las mujeres acceder a un empleo; oportunidad para la economía local al permitir a las pequeñas empresas sobrevivir, y para la economía de sus países al permitirles crear nuevos empresas; oportunidad para enriquecer culturalmente a la sociedad receptora.
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Si se logra cambiar esa percepción entonces todos los panoramas cambiarían significativamente.