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Perspectivas de industralización
Perspectivas de industrialización
Entender el intento desarrollista de los años 60 en Argentina exige revisar y contemplar las medidas políticas y económicas ejecutadas a partir de la década del 30, dado que los procesos de este tipo no son fruto de una decisión cortoplacista ni se impulsan de un día para el otro.
Apenas como un repaso, cabe señalar que el crecimiento industrial en la región experimenta un punto de quiebre con la caída de la Bolsa de Nueva York en 1929 y la posterior crisis global, motivo de una drástica disminución de las inversiones extranjeras en el país y de la exportación de productos agropecuarios.
La implantación del modelo económico de Industrialización por Sustitución de Importaciones (isi), adoptado tras la Gran Guerra, se acentúa con la Segunda Guerra Mundial. La asunción de gobiernos nacionalistas en Latinoamérica empuja la creación de fábricas tendientes a conseguir el autoabastecimiento e incentivar el mercado local. Para hacerlo, el Estado brinda subsidios al capital nacional, coloca aranceles a los productos foráneos y mantiene un tipo de cambio elevado que facilita, a su vez, la exportación. La industria se libera parcialmente de la tutela agropecuaria y abre paso a una gradual diversificación: mientras baja la participación de los alimentos en la producción total, suben otras, como la textil, la química, la mecánica, la metalúrgica y la de los insumos para la construcción. Por primera vez en la historia, en 1944, la industria de valor agregado interviene en la formación del Producto Bruto Interno (PBI) con un porcentaje superior al correspondiente a la agricultura y la ganadería juntas: 22,8% y 20,1%, respectivamente.
Pero ¿qué pasa en Mendoza? Desde finales del siglo xix, el ferrocarril cambia radicalmente la estructura económica y posibilita la instalación de algunas fábricas en el interior, vinculadas en un principio a la vitivinicultura. Se fundan así los Talleres Metalúrgicos Enrique Pescarmona (1907) –proveedores de equipos, repuestos y compuertas de hierro fundido para canales de irrigación– y la Constructora Cartellone (1918) –ejecutora de piletas, cisternas y lagares–.
A mediados de los años 30, en Palmira ocurre un hecho excepcional: la creación de la Sociedad Industrial de Motocicletas Argentina (sima), la primera productora de motos de América del Sur sin licencias ni tecnología extranjeras. Este caso, pionero en la fabricación en serie de industria semipesada, tiene como origen la radicación en la provincia del francés Pablo Ramonot.
Con una holgada experiencia en un taller galo de material ferroviario y el objetivo inicial de dedicarse al cultivo de la vid, apuesta por fabricar arados. Empujados por la necesidad de movilizarse, sus hijos Enrique y Alberto –quienes lo acompañan en el emprendimiento– le adosan un motor a sus bicicletas de trabajo. Esta solución casera es el eslabón primario de un futuro impensado. La repercusión obtenida es tan abrumadora que los propietarios de los diarios Los Andes y La Libertad piden decenas de velomotores para la distribución de sus periódicos. Sorprendidos por el éxito, los hermanos deciden ir más lejos y producir la Ramonot: una moto con tracción a polea, sin embrague ni caja de velocidad. Hasta 1946 y con un centenar
1. Pieza informativa de la Uvexpo (1971). Con un despliegue singular, la Feria Internacional del Vino se presenta en una estructura inflable de gran escala ubicada en el Parque Cívico. Se promocionan las empresas de los sectores vitivinícola, imprentero y de producción no convencional. Arquitectura efímera: Carlos Bruguera. Diseño de marca: Marcel Vernhes.
2. Vista del taller Colbo (década del 60). Moldes para colado. 3. Sección esmaltado de Colbo (década del 60). La fábrica aumenta los recursos de producción y la variedad de piezas cerámicas. Calles Las Cañas y 25 de Mayo, Guaymallén. Diseño: Colette Boccara. de empleados activos, sima comercializa más de 3000 unidades de cuatro modelos distintos –incluido uno para competición que supera los 100 kilómetros por hora– en San Juan, San Luis y Buenos Aires.
La accesibilidad de su precio es un aliciente para transformarse en el vehículo de los trabajadores y los jóvenes. Solo basta con ir un domingo al mediodía al parque General San Martín para comprobarlo: frente a las esculturas de los Caballos de Marly, son decenas de personas las que se reúnen a correr carreras con sus coloridos ciclomotores.
Por esos años, los gobernadores Faustino Picallo (1946-1949), Blas Brisoli (19491952) y, en especial, Carlos Evans (1952-1955) acompañan las políticas de carácter estratégico plasmadas en los Planes Quinquenales peronistas. La ejecución de proyectos viales, hidráulicos y eléctricos, así como escuelas, hospitales y sedes gubernamentales, origina cuantiosas sociedades mendocinas ligadas a la obra pública y la infraestructura productiva.
Entre las firmas más importantes figuran Durablock (1947) –rebautizada años más tarde como Cimalco– y Carbometal (1949). La primera produce elementos de hormigón premoldeado para instalaciones hidráulicas, líneas eléctricas de alta, media y baja tensión y tecnificación del agro; la segunda, carburo de calcio empleado en soldaduras y elaboración de pvc. Con planta en Godoy Cruz, Pescarmona amplía la oferta y funda en 1946 Construcciones Metálicas Pescarmona (cmp), para el diseño y la producción de estructuras metálicas y de equipos electromecánicos.
Dentro del rubro de la madera, surgen la carpintería artesanal evg (1946), que en 1973 incorporará la producción en serie; y la maderera Cuyoplacas (1948), que décadas después y bajo la marca Platinum será la primera en vender modelos económicos listos para ensamblar en el hogar.
El Estado, lejos de desatender la vitivinicultura, acrecienta año tras año su intervencionismo: en 1954 la provincia compra el 51% de las acciones de Bodegas y Viñedos Giol, que en 1965 adquirirá en su totalidad, y en 1959 crea el Instituto Nacional de Vitivinicultura (inv), organismo encargado de fijar las normas para el funcionamiento vitivinícola y favorecer, con altos aranceles aduaneros, la posición de los industriales argentinos en el mercado interno. Naturalmente, esto fomenta actividades asociadas, como la del vidrio hueco encarada por Rayén Curá (1947), que en la década del 60 supera la realización de 80000 botellas diarias.
Con la asunción de Arturo Frondizi como presidente en 1958, se instaura un programa basado en la reapertura al capital extranjero. La importación de tecnología y el asentamiento de empresas multinacionales son parte del plan de reducción del déficit energético y de reanimación de la industria, cuya tecnología está seriamente desfasada. Aunque corta, su gestión abre un camino de modernización de los procesos productivos, pensado para dar mejores respuestas a los problemas cotidianos.
Mendoza transita este modelo con un abrupto incremento de su producción petrolera, lo que redunda en beneficios económicos. El aumento poblacional convive con cambios en la fisonomía urbana, la renovación del transporte público y la propagación de galerías comerciales. Mientras tanto, la llegada de la televisión muta para siempre la manera de comunicar.
La considerable inversión destinada a la producción de artefactos se verifica en la fabricación local de máquinas de planchar refractantes, planchas industriales y lavarropas a paleta a cargo de Miguel Lahoz; las cocinas de acero inoxidable y las estufas enlozadas de Industrias Viasso; y hasta las heladeras de la marca Andesmar.
Por su lado, el emprendimiento conducido por Colette Boccara deja atrás la autoproducción como experiencia formativa del oficio e ingresa en el mundo de la mediana industria, plataforma necesaria para ganar cierta masividad. En 1960, abandona el taller ubicado en su casa y muda a Guaymallén las instalaciones de Colbo, registrado en 1965 como Colbo Gres Cerámico. Con la adquisición de maquinarias, la consecuente expansión de la capacidad productiva y la incorporación de Matías –hijo del matrimonio Boccara-Jannello– a la gestión, consigue desarrollar nuevas líneas y comercializar a nivel nacional e internacional.
Boccara tiene un compromiso innegociable con el principio forma-función. Además de la calidad estética, es notable la resistencia al impacto mecánico y térmico de su vajilla de gres cordillerano. Por todo esto, Colbo recibe en 1967 la Etiqueta Roja de Buen Diseño del Centro de Investigación del Diseño Industrial (cidi) y un reconocimiento especial en la sección de Industrias no convencionales de la Uvexpo 1971.
Empresas como la de mobiliario Only (1939) también se ven favorecidas en su primera etapa por las políticas económicas encaradas desde el Estado. Con una fortísima presencia en las licitaciones estatales, sucursales de venta en Buenos Aires y representantes en La Plata, Rosario, Córdoba, Tucumán, Salta y San Juan, entre otras ciudades, equipa un sinfín de obras públicas y privadas. La firma, dirigida en sus diferentes gestiones por Iván Bacsinszky, por su yerno Gastón Noguera –quien le da el mayor impulso– y, en la etapa de cierre, por sus nietos, fabrica diseños propios y
4. Vista aérea de la fábrica Only (1976). Planta industrial de producción de mobiliario con una superficie de 15000 m2, equipada con maquinarias automáticas para carpintería y metalurgia. Carril Rodríguez Peña 2395, Godoy Cruz.
5. Afiche cidi 72 Muestra de Diseño Industrial en Mendoza (1972). Offset a dos tintas, 60 x 21,5 cm. La diagramación presenta las Etiquetas del Buen Diseño, distinciones codiciadas en el ámbito de la producción nacional otorgadas por el cidi. Diseño: María Luisa Facorro. un generoso catálogo de licencias foráneas, como las del danés-estadounidense Jens Risom y de la firma alemana Planmöbel Eggersmann kg.
Así como en los años 50 el consumo de la clase trabajadora está signado por la búsqueda de productos con una inacabable vida útil, en las décadas siguientes la finalidad cambia. A la inclusión social alcanzada, que amplía el poder adquisitivo en un sector destinado históricamente a cubrir solo sus primeras necesidades, se suma el vertiginoso arribo de las modas y la obsolescencia simbólica. Frente a una oferta de mobiliario atomizada, el indestructible mueble de madera sólida o de chapa metálica abandona muchos hogares.
La evolución de Only es sostenida. Con casi 200 empleados –entre profesionales, técnicos y administrativos–, en 1971 importa máquinas automáticas de Alemania e Italia, lo que le confiere a su planta de Godoy Cruz capacidad industrial para concretar cualquier tipo de equipamiento. Por sus instalaciones, con el correr del tiempo, transitan tanto diseñadores de oficio como egresados universitarios: Alberto Arias van Lierde, Oscar Champagna, Mario Echegaray, Rolando Espina y Mario Seguí son algunos. Su estrategia comercial para las líneas de muebles de oficina y de hogar contempla dos opciones: una económica y otra de alta gama. A tono con los modos contemporáneos de montaje en seco, a partir de la década del 60 incorpora la venta de tabiques modulares de aluminio para la subdivisión de ambientes en plantas libres, aptos para oficinas y otros espacios que demandan flexibilidad.
Con relación a los nuevos métodos constructivos, la industria del hormigón premoldeado y pretensado transita un fenómeno interesante: hacia mediados de los años 70, hay tres establecimientos de elementos estructurales prefabricados, casi 50 edificios y numerosas bodegas materializadas con ese recurso. A diferencia del resto del país, donde se usa para proyectos de mayor escala, en la provincia cuyana forma parte de la edificación corriente.
Asentado en Mendoza desde 1959, el ingeniero italiano Diego Franciosi hace aportes sustanciales para el desarrollo de esta tecnología. Como director de la firma scac y de un estudio privado de consultoría, levanta en la calle Garibaldi de la capital provincial la primera torre mendocina armada con piezas precomprimidas y calcula y provee los postes centrifugados de las fachadas y las vigas pretensadas de las losas de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Mendoza (fau-um).
Ayudado por José Cartellone, Franciosi crea la firma prear, una productora de vigas Ypsilon, columnas y otros elementos diseñados por él para el alzado rápido y económico de obras de envergadura. La chimenea de equilibrio de la Central Hidroeléctrica de Futaleufú –por entonces la más grande del mundo– y cuatro puentes del camino a Chile, en la localidad de Puente del Inca, los utilizan. Recibe, incluso, premios internacionales por las innovaciones aplicadas al sistema de precompresión en piletas de vino, donde fusiona el pretensado vertical de los paneles curvos laterales con el postesado horizontal.
Otro loable espécimen de elementos estándar es la Casa Cimalco (1970-1972), de los arquitectos Eliana Bórmida, Manuel Diez y Mario Yanzón para Emma Cartellone y Alberto Zuccardi. Su concepción material se vale de la producción de Cimalco: losas
nervadas alivianadas, bloques para muros y sistema de losetas y viguetas de hormigón pretensado. Esta experiencia antecede a la solución integral de construcción pesada que ofrecerá la empresa en los años 80, denominada Casa Fuerte y planificada por Ema Zuccardi, con la que se instalarán miles de viviendas de clase media en toda la Argentina bajo una dinámica de llave en mano, ajena a la dilación de plazos y los incrementos imprevistos de costos que supone la edificación tradicional.
En este contexto, la tecnología utilizada en obras como la Terminal de Ómnibus de Mendoza (1969-1972), delineada por Gilberto Olguín, Hugo Alba, Osvaldo Cocconi, Miguel Guisasola y Agustín Reboredo, no resulta aislada. Para el caso, impsa –la antigua cmp– se encarga de producir la estereoestructura tubular metálica de su cubierta.
La coyuntura tiene su correlato en acciones institucionales. Una de las más relevantes ocurre en 1969 en el Museo Municipal de Arte Moderno (mmam): «Diseño Industrial Exposición». Organizada por Amado Muñoz, director del dd de la fa, uncuyo, exhibe no solo trabajos de los alumnos y libros especializados, sino también, y por primera vez en la provincia, una selección de productos distinguidos por el cidi.
El prestigioso Centro, dependiente del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (inti) de la Secretaría de Industria, funciona entre 1962 y 1988, con un breve período de inactividad entre 1974 y 1976. Establecido en Buenos Aires, nace para difundir la disciplina mediante exposiciones, concursos y seminarios de alto nivel impartidos por referentes globales. Durante sus 24 años, en los que reconoce el «buen diseño» de cientos de artículos, pasa por su comité ejecutivo una gruesa parte del elenco de profesionales de la época, como Susi Aczel, Frank Memelsdorff, Carlos Méndez Mosquera, Rodolfo Möller, Pablo Tedeschi, Ignacio Pirovano, José Rey y Basilio Uribe.
En 1972, en ocasión de la 2a Reunión de Directores de Centros y Jefes de Laboratorios del inti, el cidi desembarca en el Banco de Mendoza con una megamuestra de 400 m2. Su director, Möller, destaca en el discurso inaugural la importancia del diseño para lograr bienestar y plantea la intención del Centro de erigirse como interlocutor del consumidor, buscando reafirmar su sentido crítico y su exigencia de calidad, requisitos ineludibles para elevar el nivel de la industria y hacerla más competitiva en el mercado exterior. En el evento se proyectan dos cortos audiovisuales sobre el inti, Metrología dimensional y Clima y vivienda, y se reparte un desplegable.
Entre las 170 piezas presentadas hay textiles Visconti; cristales Querandí; cubiertos Perel; mobiliario Buró, Interieur Forma y Eugenio Diez; electrodomésticos Atma, Aurora y Siam Di Tella; equipos de audio Televa, Tonomac y Noblex; una calculadora Fate; una soldadora Tauro; cartelería Fototrama y una lancha del astillero Regnicoli. Pese a la presencia de 33 empresas de renombre y a su carácter inédito, el acontecimiento pasa inadvertido en el ámbito académico.
El camino emprendido por continuas gestiones que tienen –con matices– cierto consenso sobre la fuerza de la industria para generar puestos de trabajo se interrumpe en 1976 con la última dictadura. La imposición de una economía de libre mercado, basada en el endeudamiento externo y la exportación de materias primas sin valor añadido, deja atrás los aciertos alcanzados por la virtuosa sociedad entre diseño y producción nacional para abrir paso a la importación desmedida de bienes de consumo.
6-7. Exposición del cidi en el Banco de Mendoza (1972). Se exhiben más de 170 productos de 33 empresas. Presenta un panorama de la producción nacional con los mayores exponentes del diseño industrial y gráfico de la época. Si bien se trata de una muestra de gran envergadura, cuenta con poca repercusión en el medio local. Av. San Martín y calle Gutiérrez, Ciudad de Mendoza.