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La larga travesía de la humanidad
E
l reciente descubrimiento del entierro humano intencional que data de 78 mil años en Kenia, África, de un niño de unos tres años hallados en una cueva en Panga Ya Saidi, permite inferir que el hombre primitivo poseía ya en aquellos tiempos conocimientos rudimentarios de la conservación de un cuerpo humano y de una medicina ultra elemental, que evolucionó a través de los milenios hasta llegar a la cultura egipcia.
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No contamos con ningún documento que nos diga sobre los médicos de los hombres primitivos, pero los huesos que hemos hallado en sepulturas antiquísimas nos proporcionan toda la información.
Restos de individuos que vivieron hace millares de años nos muestran que muchos de ellos sufrieron lesiones terribles y que los médicos de aquel entonces supieron curarlos por completo.
Se han encontrado cráneos a los que se había quitado el hueso dañado y sustituido por uno nuevo. Un cirujano, a la primera ojeada, puede asegurar si la operación fue o no favorable o fallida.
Los hombres primitivos eran salvajes que vivían en lucha continua con las fieras y con sus semejantes. Su vida debió de ser desesperadamente dura y cruel.
Hasta hace poco tiempo se supuso que la cirugía había empezado, en rigor, con los egipcios y así ha quedado confirmado. Imhotep, el primer gran médico de Egipto, vivió casi tres mil años antes de Cristo.
En la medicina general como ciencia, los antiguos eran muy ignorantes. La medicina era una práctica que abundaba en cantos, conjuros, exorcismos y supercherías.
Muchos siglos más tarde, un expatriado israelita practicó el noble arte en las tierras del Nilo: Moisés. No elaboró con sus propias manos medicinas para los enfermos. Pero tenía un conocimiento de las leyes de la salud e hizo que sus seguidores rigieran su conducta por mandamientos para su bienestar físico y espiritual, que los mantuvo en vigor en el curso de los cuarenta años de sus peregrinaciones por el desierto.
Gracias al análisis de los huesos de Mtoto el niño de Kenia y del suelo circundante se confirmó que el cuerpo fue untado con ungüentos vegetales y cubierto con tierra protegiéndolo. La hazaña del Homo sapiens, lo maravilloso es ver cómo el saber humano a través de los milenios se abrió paso partiendo desde esos procedimientos sencillos de como embalsamar un niño hace 78 mil años, hasta nuestros días en que ya son rutinarios los trasplantes de órganos, la clonación, la procreación in vitro, y la elaboración de vacunas en tiempo récord de un año para vencer una pandemia muy delicada.
No obstante, como lo demuestran los hallazgos de Kenia, era capaz de sentir compasión y ternura en su corazón. Curaba a su allegado herido durante meses mientras sanaba y lo alimentaban. La mujer asistía al guerrero doliente.
Toda esta cirugía primitiva era muy tosca e imperfecta y habrían de transcurrir milenios para adquirir la habilidad para trepanar un cráneo o hacer una amputación.
En la medicina general como ciencia, los antiguos eran muy ignorantes. La medicina era una práctica que abundaba en cantos, conjuros, exorcismos y supercherías.
Muchos siglos más tarde, un expatriado israelita practicó el noble arte en las tierras del Nilo: Moisés. No elaboró con sus propias manos medicinas para los enfermos. Pero tenía un conocimiento de las leyes de la salud e hizo que sus seguidores rigieran su conducta por mandamientos para su bienestar físico y espiritual, que los mantuvo en vigor en el curso de los cuarenta años de sus peregrinaciones por el desierto.