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Enfermeras y enfermeros, símbolo de humanismo y responsabilidad social ante la pandemia

Enfermeras y enfermeros, símbolos de humanismo y responsabilidad social Ante la pandemia

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l pasado 12 de mayo, el Presidente de México Andrés Manuel López Obrador inició su conferencia con una “felicitación afectuosa, cariñosa” a todas E las enfermeras y enfermeros, porque en momentos difíciles como los que enfrentamos con la pandemia del coronavirus “son los que están en los hospitales salvando vidas”.

El Secretario de Salud, Jorge Alcocer Varela, por su parte, reconoció la entrega y profesionalismo de ese gremio al recordar a una apasionada de esta actividad «qué mejor hoy, 200 años de vida de haber nacido, de Florence Nig-

htingale. Es el símbolo de la enfermería, pero más que en símbolo, se convirtió en ese figurativo de una lámpara, un faro y una luz en los hospitales, sin ellas un hospital se mantiene oscuro y no trabaja como debe ser».

En tanto nuestro Director General, Luis Antonio Ramírez Pineda, expresó su más amplio reconocimiento y gratitud a sus 25 mil 700 enfermeras y enfermeros, símbolo de la responsabilidad social y el compromiso humano ante la batalla contra la pandemia de COVID-19, donde no pocos han sucumbido a este mal que se enfrenta en el mundo.

Por ello, agregó, el ISSSTE rinde homenaje al personal de este sector que día y noche trabaja incansable; sobre todo a los que «lamentablemente han fallecido salvando otras vidas durante la pandemia. Su ejemplo de valor, les enaltece ante sus familias y quedará grabado en la memoria colectiva de México», puntualizó el funcionario.

Las enfermeras y enfermeros que laboran en las mil 167 unidades médicas del Instituto son nuestros aliados más importantes en esta lucha contra la pandemia y saldremos adelante gracias a ellos, por lo que les expresamos nuestro sincero respeto y respaldo.

¿Quién fue Florence Nightingale?

Al retomar la remembranza que hizo Alcocer Varela podemos decir que Florence Nightingale nació en Italia el 12 de mayo de 1820, sus biógrafos la describen como menudita, pero con la energía de un ciclón; esa fuerza la llevó a “inventar” y organizar por sí sola la asistencia sanitaria a los soldados en el frente de Crimea. Vivió entre las enfermedades de aquella época como el tifus, que estuvo a punto de llevarla a la tumba.

Y cuando en el hospital no quedaba sitio ni para medio hombre, y sabiendo que estaban llegando ochocientos entre enfermos y heridos, hizo reconstruir en pocas horas un ala del cuartel que había sido destruida por un incendio, pagando a los obreros de su bolsillo porque la administración militar se negaba a ello.

Con ese carácter que la caracterizaba, Florence Nightingale, organizó la reconstrucción del hospital como si tuviese profundos conocimientos de arquitectura, cocina, medicina, pero, sobre todo, de psicología, ya que para cada uno tenía las palabras justas, tanto para los generales como para los ordenanzas; sobre todo para quienes llamaba “mis hijos” y que no eran mucho más jóvenes que ella: eran los soldados a quienes tenía que curar; prepararles, tal vez, para la curación, o tal vez, por desgracia, para su muerte.

Un legado y estandarte de enorme responsabilidad que heredó a todos y todas las enfermeras del presente; hoy principalmente a quienes están al frente de una batalla contra un enemigo invisible como lo es el COVID-19 y que tantas muertes sigue cobrando.

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