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Adrián Zapata

Adrián Zapata

Editorial

El desafío perenne de la impunidad

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El 26 de enero recién pasado el profesor universitario, ex magistrado y ex presidente de la Corte Suprema de Justicia, abogado José Arturo Sierra González, fue víctima de un ataque criminal, que le causó la muerte.

La alevosía con la que se condujeron los asesinos, a plena luz del día y en una arteria citadina muy transitada, reproduce las prácticas de quienes confían en la persistencia, en nuestro país, de un ambiente de total impunidad.

La convulsa historia de Guatemala está llena de hechos sangrientos como el que costó la vida al distinguido jurista Sierra González, y en virtud de esa penosa experiencia nacional, hay fundados temores de que su caso se sume a una amplísima lista de hechos no aclarados y sin castigo.

Pero el que esto pueda ser así no disminuye las dimensiones trágicas de este nuevo hecho de sangre, que enluta a su familia, al gremio jurídico, a las numerosas instituciones del Estado a las que sirvió y a la comunidad académica de la Universidad de San Carlos de Guatemala, de la que formó parte durante muchos años.

Al grito de “¡muera la inteligencia!”, el señorío del crimen y la impunidad segó una vida ejemplar. Pero el propósito de los autores materiales e intelectuales de este crimen será vano, porque la huella de luz, profesionalismo y fe en la justicia alimentada por José Arturo Sierra González, perdurará en tanto persista el empeño de las y los guatemaltecos de buena voluntad en construir una sociedad

tolerante, respetuosa del ser humano, justa y fraterna.

Corresponde a las instituciones responsables de la investigación y persecución penal del delito, la tarea de aclarar este nuevo crimen. Poco ayudan las especulaciones, muchas veces echadas a rodar para desinformar y desorientar a la opinión pública.

Sin embargo, no debería escapar a la atención de la comunidad universitaria y nacional el contexto político en cual se produjo el magnicidio. El momento político es de crispación y de profundas tensiones, derivadas de la incapacidad del liderazgo estatal para encontrar salidas inteligentes a la crisis institucional y política en que se encuentra sumido el país. Las más altas esferas del gobierno están siendo permisivas con los discursos de odio, con las mentalidades subyugadas por los fantasmas de la guerra fría y la contrainsurgencia, que no dudan en esgrimir el chicote autoritario del Estado finquero, cuyos más conspicuos representantes vieron siempre con recelo a los universitarios probos, como Sierra González.

¿Asistimos al tránsito de la violencia simbólica hacia la violencia activa con fines de mantener inconmovible el estado de impunidad que se está derrumbando? ¿Con la muerte violenta del prestigioso jurista se desea enviar un mensaje para desalentar la participación en decisivos procesos de recambio institucional, específicamente en el Ministerio Público? Las y los universitarios, no solamente de la USAC, debemos estar atentos. Hay signos ominosos en el horizonte.

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