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Editorial

En memoria de Margarita Carrera

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Enredada en sus reclamos de justicia, en sus abismos de incomunicación e intolerancia, acicateados por la muerte y el sepelio exprés de quien fuera gobernante de facto, general Efraín Ríos Montt, para la mayoría de la sociedad guatemalteca pasó casi inadvertido el fallecimiento de una gran mujer y una gran universitaria: Margarita Carrera Molina.

Ocurridos ambos decesos con un día de diferencia –el 31 de marzo, la académica; el 1 de abril, el militar– el de Ríos Montt desató el encono, la diatriba y la apología del odio en las redes sociales: la Guatemala enfrentada consigo misma, renuente a cualquier atisbo de conciliación, no tuvo espacio, en cambio, para apreciar la pérdida nacional que significa la partida de Margarita Carrera. ¡Triste condición de este paraíso del monólogo y la sordera!

Nacida el 16 de septiembre de 1929, Margarita Carrera se describió así misma –desde muy joven– como “un ser humano responsable, con un hondo sentido del deber y una vocación bien definida”.1 Esa vocación fueron las letras, las humanidades y, nacida de ambas, la docencia.

Tenaz, madura e independiente –otros de los rasgos de su personalidad anotados por ella misma– no resulta extraño saber que Margarita Carrera fue la primera mujer graduada en Letras en la facultad de Humanidades de la Universidad de San Carlos de Guatemala (1957) y que, diez

1. Carrera, Margarita (2006) Sumario del recuerdo. Memorias (1929-1981). Guatemala: Fondo de Cultura Económica. Pág. 64.

años más tarde –en 1967– fue la primera mujer en ser admitida en la Academia Guatemalteca de la Lengua.

Ambos logros, en una sociedad marcada por el patriarcado machista, bastarían para situar a Margarita Carrera como un símbolo de la reivindicación aún pendiente de las mujeres guatemaltecas. Pero su vida fue mucho más allá: desde sus primeras colaboraciones en las páginas de Nuestro Diario y El Imparcial (a finales de la década de los 40) hasta sus últimas columnas en el matutino Prensa Libre, dejó una huella profunda en la poesía, el ensayo, la novela y el periodismo de Guatemala.

Con razón, en 1996 fue galardonada con el Premio Nacional de Literatura Miguel Ángel Asturias, en tanto que la USAC le otorgó, en el año 2000, la Medalla Universitaria en reconocimiento a su labor docente, iniciada en la facultad de Humanidades en 1957.

Docencia que ejerció también en las universidades Rafael Landívar y Del Valle, labor sobre la cual la propia Margarita Carrera escribió: “A las tres universidades en donde espero haber dejado huella alguna, mi más profunda gratitud. Asimismo, a mis amados (as) alumnos (as), con quienes me identifico”.2

Como dijera de ella Francisco Albizúres Palma: “…estamos frente a una mujer en quien el intelecto y la capacidad creadora se han ido afirmando y depurando, en busca de la excelencia, mientras que simultáneamente abre las ventanas de su alma a las más variadas dimensiones de la cultura y a los avatares de esta centuria que nos ha tocado vivir”.3

2. Carrera, Margarita (2007) “Mi gratitud a las universidades”, en Prensa Libre, 20 de diciembre de 2007. 3. Albizúres Palma, Francisco (1998) “Liminar”, en Carrera, Margarita (1998) Antología personal de poesía. Guatemala: Editorial Cultura.

Cuando se escriba la historia de la cultura guatemalteca de la segunda mitad del siglo XX y los primeros lustros del siglo XXI, el nombre y la obra de Margarita Carrera ocuparán un lugar destacado, revelándose por fin la profundidad de su pensamiento y el mensaje que nos dejó cuando escribió:

He roto con los sustantivos y sus criptas de silencio. Me he marchado solitaria sin el pronombre y el verbo.

La gramática ha llorado su triste forma gris su río seco la historia de su litoral desierto.

Porque nada vale tanto como este grano de vida este sentirse libre de la norma el precepto la mentira.4

4. Carrera, Margarita (1998) “He roto con los sustantivos”, en Acevedo, Anabella & Aida Toledo (1998) Para conjurar el sueño. Poetas guatemaltecas del siglo XX. Guatemala: Abrapalabra / Universidad Rafael Landívar. Pág. 29.

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