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Editorial

Cita con la renovación institucional

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En la fecha de cierre y publicación de esta edición de Revista Análisis de la Realidad Nacional, 2 de mayo de 2018, las y los estudiantes, docentes y profesionales egresados de la Universidad de San Carlos de Guatemala (USAC) fuimos convocados para la elección de los cuerpos electorales que, en junio próximo, habrán de elegir a la persona que tendrá la representación legal y la rectoría de nuestra tricentenaria casa de estudios superiores.

Toda elección a los puestos de conducción universitaria es trascendente, pero en la coyuntura histórica por la que atraviesa Guatemala, la designación de un nuevo rector (o una primera rectora) cobra especial importancia, pues la crisis política e institucional que vive el país –con particular agudeza desde 2015– interpela a la universidad pública.

La gravedad y profundidad de esa crisis actualiza la demanda social de responder al mandato de la Constitución Política de la República de promover “por todos los medios a su alcance la investigación en todas las esferas del saber humano” y cooperar “al estudio y solución de los problemas nacionales”, según reza el Artículo 82 constitucional.

Más allá de las opciones programáticas de la y los candidatos a ocupar la rectoría de la USAC en el período 2018-2021, las actuales condiciones históricas del país impelen a que la única universidad del Estado se plantee la necesidad de avanzar en el camino de su renovación institucional. Ruta ineludible, si es que la USAC desea realmente cumplir con el citado mandato constitucional.

Ruta ineludible, además, si es que la USAC desea ser congruente consigo misma y con su historia contemporánea: nuestra universidad actual es hija y heredera de señeras luchas y conquistas democráticas del pueblo de Guatemala. Su autonomía y su beligerancia ante los embates de las expresiones retrógradas de la vida nacional, no son ni fueron concesiones graciosas de las fuerzas de la oscuridad y la opresión. Se alcanzaron, se defendieron y se sostuvieron –durante años aciagos de la historia nacional– por el sacrificio hasta de la propia vida de centenas, acaso miles, de sancarlistas.

Tal es la línea de base, el punto de partida, para la cita que la USAC tiene con su propia renovación institucional: no para entregarla a la mercantilización y el uso privilegiado del conocimiento; no para el beneficio de unos cuantos, sino para poner el conocimiento, la investigación, la cultura y la ciencia al servicio del bien común.

Congruencia necesaria, también, con las corrientes internas de renovación forjadas en la misma USAC, simbióticamente, con la lucha ciudadana contra la impunidad, por la transparencia y contra la corrupción: los mayores contingentes en las históricas movilizaciones sociales de 2015 y en las de septiembre de 2017 fluyeron de la Universidad de San Carlos, en todos aquellos lugares del territorio nacional donde hay presencia de nuestra institución.

Dicho de otra manera: sin vanguardismos anacrónicos, pero con reconocimiento de la realidad sociopolítica del país, la USAC fue –en gran medida– el alma de aquellas movilizaciones sociales; de manera que nuestra universidad no puede traicionarse a sí misma y por eso, en los próximos cuatro años y los sucesivos, tiene una cita ineludible con su propio proceso de reforma interna, con su propia renovación institucional.

Solo por esa vía de transformación interna, autónoma y democrática, podrá la USAC hacer efectivo su más caro lema institucional: “id y enseñad a todos”.

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