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RESEÑAS a) apellido, nombre, año, titulo, lugar de edición: editorial. Capítulo. Páginas.

Jasone Cenoz Iragui, El concepto de competencia comunicativa, Instituto Cervantes, 1997-2015. Pág. 18 b) Introducción: descripción general del documento (súper estructura) El documento aborda las competencias comunicativas y lingüísticas, desde varias perspectivas teóricas, en donde se muestran distintas acepciones y se el concepto de competencia comunicativa se va ampliando y dotando de nuevos rasgos característicos de la misma. Se menciona que el concepto de «competencia comunicativa» tiene su origen en el concepto de «competencia de la lingüística» teórica en el marco de la gramática generativa, pero también ha recibido la influencia de teorías de la antropología y la sociolingüística. Por lo tanto, se trata de un concepto que, del mismo modo que los de adquisición de segundas lenguas o enseñanza de lenguas, tiene un carácter interdisciplinar (Cenoz, 1996).

c) contenido: explicación detallada de cada apartado (mínimo 3 contenidos generales) 1. La competencia lingüística La teoría lingüística se centra principalmente en el hablante-oyente ideal de una comunidad de habla completamente homogénea que conoce su lengua perfectamente y al que no le afectan condiciones irrelevantes a nivel gramatical como las limitaciones de memoria, las distracciones, los cambios de atención y de interés y los errores al aplicar su conocimiento de la lengua a la actuación real (Chomsky, 1965: 3). Para Chomsky, la competencia es el conocimiento que el hablante-oyente tiene de la lengua, y la actuación es el uso real de la lengua en situaciones concretas. Está interesado en estudiar la competencia, no la actuación, su interés se dirige al desarrollo en una teoría lingüística centrada principalmente en las reglas gramaticales. En1980, reconoció que además de la competencia gramatical, también existe la competencia pragmática; esta referida al conocimiento de las condiciones y al modo de uso apropiado conforme a varios fines, y aquella, la competencia gramatical, referida al conocimiento de la forma (Chomsky, 1980: 224). El concepto de «competencia lingüística» está unido al conocimiento de la lengua por parte de los hablantes monolingües nativos. El concepto de «hablante nativo ideal» es difícil de aceptar puesto que no todos los hablantes de una lengua son competentes y pueden distinguir oraciones gramaticales de oraciones no gramaticales. El concepto de competencia propuesto por Chomsky supone una abstracción e idealización, que no tiene una relación directa con la capacidad y habilidad


para utilizar una o varias lenguas en la comunicación interpersonal por parte de hablantes monolingües y plurilingües en sociedades multiculturales. 2. Competencia lingüística y competencia comunicativa La reacción al concepto de «competencia» de Chomsky se centró en resaltar el carácter social de la competencia y la importancia de que los enunciados sean apropiados al contexto en el que tiene lugar la comunicación. Lyons (1970: 287) considera que: La habilidad de utilizar la lengua con corrección en una variedad de situaciones determinadas socialmente es una parte tan central de la competencia lingüística como la habilidad de producir oraciones gramaticalmente correctas. Hymes (1972) considera que la competencia lingüística es insuficiente porque los enunciados deben ser también apropiados y aceptables en el contexto en el que se utilizan: Hay reglas de uso sin las cuales las reglas gramaticales serían inútiles. Del mismo modo que las reglas sintácticas pueden controlar aspectos de la fonología, y las reglas semánticas quizá controlar aspectos de la sintaxis, las reglas de los actos de habla actúan como factores que controlan la forma lingüística en su totalidad Hymes propuso el concepto de «competencia comunicativa», que incluye las reglas de uso a las que hace referencia. En él incluye el significado referencial y social del lenguaje, y no solo se refiere a la gramaticalidad de las oraciones, sino también a si estas son apropiadas o no en el contexto. Para Hymes la competencia comunicativa presenta cuatro dimensiones: el grado en que algo resulta formalmente posible (gramaticalidad), el grado en que algo resulta factible, el grado en que algo resulta apropiado y el grado en que algo se da en la realidad. Por lo tanto, podemos ver que conceptos como ser apropiado o aceptable forman parte, al igual que ser gramaticalmente correcto, de la competencia comunicativa. Saville-Troike (1989: 21) opina que la competencia comunicativa incluye, además, aspectos de la comunicación, tales como hablar con personas de distintos estatus, conocer rutinas en la alternada de turnos u otros relacionados con el uso de la lengua en contextos sociales específicos. La competencia comunicativa no es solamente una extensión de la competencia lingüística, a la que se le han añadido las reglas relacionadas con el uso. El concepto de «competencia lingüística» se refiere al conocimiento de determinadas reglas mientras que la competencia comunicativa incluye además la habilidad o la destreza para utilizar ese conocimiento. Esta habilidad para usar el conocimiento puede distinguirse de la actuación, aunque solamente la actuación sea observable. La competencia es, en este sentido, conocimiento y habilidad, mientras que la actuación es lo que el hablante hace en el acto de comunicación. Otra diferencia importante entre las competencias lingüística y comunicativa corresponde al carácter dinámico de la segunda frente al carácter estático de la primera. La competencia lingüística es innata, tiene base biológica, es estática, tiene un carácter absoluto y no implica comparación. La competencia comunicativa es un concepto dinámico que depende de la negociación del


significado entre dos o más personas que comparten hasta cierto punto el mismo sistema simbólico. Además, la competencia comunicativa tiene un carácter relativo y no absoluto y los diferentes usuarios de la lengua pueden presentar distintos grados de competencia comunicativa. La competencia comunicativa, por lo tanto, tiene base social y es específica del contexto en el que tiene lugar la comunicación. 3. Modelos de competencia comunicativa Modelos de competencia comunicativa, que reflejan el desarrollo de la lingüística aplicada y la importante influencia de la pragmática y el análisis del discurso. 3.1. El modelo de Canale y Swain (1980) Tratan de ir más allá de la competencia gramatical como objetivo de enseñanza y como evaluación en adquisición de segundas lenguas. Distinguen tres componentes de la competencia comunicativa. La competencia gramatical incluye «el conocimiento de los elementos léxicos y las reglas de morfología, sintaxis, semántica a nivel de gramática de la oración y fonología». Este componente se centra directamente en el conocimiento y la habilidad requeridos para comprender y expresar con exactitud el significado literal de los enunciados. La competencia sociolingüística. Permite usar la lengua según las normas de uso y las normas de discurso que sirven para interpretar los enunciados en su significado social. Las reglas socioculturales de uso especifican el modo en el que se producen los enunciados y se comprenden de forma apropiada respecto a los componentes de las secuencias comunicativas. El conocimiento de las normas de uso de registro y estilo nos permiten, dirigirnos de forma adecuada cuando existe distancia social al entablar una conversación con un desconocido o cuando hay diferencias de edad o de estatus. La competencia estratégica. Este componente «está formado por las estrategias de comunicación verbales y no verbales cuya acción se requiere para compensar las dificultades en la comunicación debidas a variables de actuación o a competencia insuficiente». Tanto los hablantes nativos como los estudiantes de lenguas utilizan estrategias para hacer frente a las limitaciones que impone su conocimiento o a los problemas para acceder a determinados elementos lingüísticos que pueden surgir en el mismo acto de la comunicación. En general, los hablantes no nativos tienen este tipo de problemas con más frecuencia que los hablantes nativos. Algunas de las estrategias comunicativas más frecuentes incluyen (Manchón, 1993): Ajustar el mensaje utilizando un término en el lugar de otro. Utilizar mímica o gestos para hacerse entender. Describir un objeto cuando se ignora su nombre. Acuñaciones léxicas. Canale elaboró el concepto de «competencia socio-lingüística» y la diferenció de la competencia discursiva: La competencia sociolingüística se refiere a la caracterización de las condiciones que determinan qué enunciados son apropiados en determinadas situaciones. Hemos señalado ya algunos ejemplos de problemas referentes a la competencia


sociolingüística a los que cabe añadir la utilización de algunas distinciones en la lengua. La competencia discursiva se refiere al modo en el que se combinan formas gramaticales y significados para obtener un texto hablado o escrito unificado. La unidad del texto se consigue por medio de la cohesión en la forma y la coherencia en el significado. Tal y como señala Canale (1983), la cohesión se refiere al modo en que las oraciones se unen estructuralmente y facilita la interpretación de un texto. 3.2. El modelo de Bachman (1990) El modelo de Bachman proviene del área de la evaluación de lenguas dentro de la adquisición de segundas lenguas y trata de establecer las distintas dimensiones de la competencia comunicativa. En este modelo se distingue competencia organizativa y competencia pragmática La competencia organizativa, incluye las «habilidades relacionadas con la estructura formal de la lengua para producir o reconocer frases gramaticales correctas, incluyendo su contenido proposicional y ordenándolas para formar textos» (Bachman, 1990: 87). Estas habilidades son de dos tipos: La competencia gramatical, que incluye la competencia de uso lingüístico y es similar a la competencia gramatical de Canale y Swain (1980). La competencia textual, que incluye el conocimiento de las convenciones para unir enunciados de manera que formen un texto. Este componente es similar al de competencia discursiva de Canale (1983), pero Bachman lo presenta de forma más elaborada. La competencia textual incluye la cohesión y la organización retórica. La cohesión se refiere a las formas de marcar explícitamente las relaciones semánticas, como la referencia, la elipsis o la cohesión léxica. La organización retórica se refiere a la estructura conceptual general del texto y está relacionada con el efecto del texto en el usuario de la lengua (Van Dijk, 1977). Las convenciones de organización retórica incluyen métodos comunes de desarrollo, como la narración, descripción, comparación, clasificación y análisis del proceso. Las habilidades relacionadas con la competencia organizativa se refieren a la organización de las señales lingüísticas que se utilizan en la comunicación y al modo en el que estas señales se usan para referirse a personas, objetos, ideas y sentimientos. La competencia pragmática se refiere a las relaciones entre signos y referentes y también a las relaciones entre usuarios de la lengua y contexto de comunicación. La competencia pragmática incluye dos dimensiones, la competencia ilocutiva y la competencia sociolingüística: La competencia ilocutiva implica el análisis de las condiciones pragmáticas que determinan si un enunciado es aceptable o no. Se refiere a la relación entre los enunciados y los actos o funciones que los hablantes intentan realizar por medio de los enunciados. Se distinguen funciones ideativas, manipulativas, heurísticas e imaginativas. La competencia sociolingüística se refiere a la caracterización de las condiciones que determinan qué enunciados son apropiados en determinadas situaciones y determinan el registro, variedad dialectal y referencias culturales. Este componente es similar al concepto de «competencia sociolingüística» de Canale y Swain (1980).


En una versión más reciente del modelo, Bachman y Palmer (1996) introducen algunos cambios en la competencia pragmática y consideran que tiene tres componentes: i) el conocimiento léxico, que anteriormente estaba incluido en la competencia gramatical; ii) el conocimiento funcional, que se refiere a las relaciones entre los enunciados y las intenciones comunicativas de los hablantes, y es similar, pero más amplio, que el concepto de «competencia ilocutiva» y iii) el conocimiento sociolingüístico que ya había sido considerado en la versión anterior del modelo. Bachman también incluye la competencia estratégica y describe los mecanismos por los que esta competencia funciona. Para ello, aplica el modelo de producción del habla de Faerch y Kasper (1983) e incluye los siguientes componentes: valoración, planificación y ejecución. En una versión modificada del modelo (Bachman y Palmer, 1996) se refiere a la competencia estratégica como estrategia metacognitiva. El modelo es considerado como una aportación importante en el área de la evaluación. 3.3. El modelo de Celce-Murcia, Dornyei y Thurreu (1995) Este modelo incluye los siguientes componentes: La competencia discursiva se refiere a la selección, secuenciación y organización de palabras, estructuras, frases y enunciados para obtener un texto oral o escrito unificado. Las subáreas que contribuyen a la competencia discursiva son: cohesión, deixis, coherencia, estructura genérica y estructura conversacional inherente a la alternancia de turnos. La competencia lingüística se corresponde, en términos generales, con el concepto de «competencia gramatical» de Canale y Swain (1980). El uso del término «competencia lingüística» en vez del de «competencia gramatical» se debe al deseo de indicar explícitamente la inclusión en este componente del léxico y la fonología además de la gramática. Asimismo, se otorga una gran importancia a las construcciones formulaicas como parte de la competencia lingüística. La competencia accional (también llamada pragmática e ilocutiva) ha sido definida como la «habilidad para transmitir y entender el intento comunicativo al realizar e interpretar actos de habla y funciones lingüísticas» (Celce-Murcia, Dörnyei y Thurrell, 1995: 17). La competencia accional incluye el conocimiento de funciones del habla y actos de habla y se aproxima al concepto de «competencia ilocutiva» de Bachman (1990) y de competencia funcional de Bachman y Palmer (1996). La competencia sociocultural se refiere al conocimiento que tiene el hablante para expresar mensajes de forma apropiada en el contexto sociocultural de la comunicación. Los componentes de la competencia sociocultural incluyen los factores del contexto social (variables de los participantes y variables situacionales, etc.), factores estilísticos (convenciones de cortesía, grados de formalidad, etc.), factores culturales (conocimiento de la forma de vida en la comunidad, conocimiento de diferencias regionales, etc.), factores de comunicación no verbal (por ejemplo gestos, uso del espacio, etc.). El concepto de «competencia sociocultural» se aproxima al concepto de «competencia sociolingüística» de los modelos anteriores, pero la descripción de sus componentes es más completa.


El modelo sitúa la competencia discursiva en una posición central que relaciona la competencia lingüística con la accional y la sociolingüística. Los hablantes también necesitan la competencia estratégica, un inventario de estrategias utilizadas para resolver problemas o para compensar las deficiencias en otras competencias. El modelo de Celce-Murcia, Dörnyei y Thurrell (1995) tiene gran interés por el peso relativo de los componentes, la posición central de la competencia discursiva y por centrarse en la interacción entre los componentes. Además ofrece una descripción detallada de cada uno de los componentes de la competencia comunicativa. 3.4. Comparación de los tres modelos Al comparar los tres modelos presentados podemos observar que el concepto de «competencia sociolingüística» originalmente propuesto por Canale y Swain (1980) es el que más se ha desarrollado para dar lugar no solamente a la competencia sociolingüística o sociocultural, sino también a la competencia discursiva o textual y a la competencia pragmática o accional. Canale (1983) ya separó la competencia discursiva de la sociolingüística y en los otros dos modelos se incluye también la competencia accional o pragmática. De este modo, Canale (1983) considera que la competencia sociolingüística incluye a la pragmática, mientras que Bachman (1990) cree que la competencia pragmática incluye a la sociolingüística. Celce-Murcia, Dörnyei y Thurrell (1995) consideran las competencias sociolingüística y pragmática como independientes, pero relacionadas entre sí y con el resto de las competencias. Tal y como señala Cenoz (2000), algunos investigadores han optado por distinguir entre dos dimensiones de la competencia pragmática: la pragmalingüística y la sociopragmática (Leech, 1983; Thomas, 1983) o el componente pragmalingüístico y el filtro cultural (Blum-Kulka, 1991). El componente pragmalingüístico se refiere a aquellas estructuras específicas y funciones que las distintas lenguas utilizan en la realización de los actos de habla. El componente sociopragmático o cultural se refiere al grado de correspondencia que los actos de habla tienen con las condiciones y situaciones específicas en las que se produce la comunicación. Por lo tanto podemos ver que hay cierto solapamiento entre las dimensiones y esto explicaría las distintas clasificaciones. Otro aspecto importante en la comparación de los modelos es la interacción entre los distintos componentes. De este modo, podemos observar que para Celce-Murcia, Dörnyei y Thurrell (1995), la relación entre las dimensiones representa un aspecto importante del modelo y la competencia discursiva tiene un papel principal. El desarrollo de las dimensiones discursiva y pragmática en estos modelos refleja la importancia que han adquirido el análisis del discurso y la pragmática en los últimos años, hasta ser considerados como áreas fundamentales de la lingüística teórica y aplicada. Estos componentes son también esenciales en la adquisición y enseñanza de lenguas. 4. La multicompetencia Teniendo en cuenta los modelos de competencia comunicativa incluidos en la sección anterior, los estudiantes de una segunda lengua deben alcanzar no solamente un dominio de la fonética, del vocabulario y de la gramática, sino también de otros aspectos de la competencia comunicativa. Deben ser capaces


de emitir y comprender actos de habla apropiados al contexto, comunicar a un nivel textual que vaya más allá de la frase y debemos utilizar estrategias adecuadas para mantener la comunicación. De forma similar, Cook (1992) ha propuesto el término multicompetencia para referirse a una forma única de competencia que no es necesariamente comparable con la de los monolingües. Según Cook, los hablantes de L2 no deben ser considerados como imitadores de monolingües, sino como poseedores de formas únicas de competencia. Herdina y Jessner (2000, 2002) también recalcan el carácter dinámico de la competencia bilingüe, que cambia como resultado de la interacción de los subsistemas lingüísticos que reflejan las necesidades comunicativas de los usuarios. Aunque todos los componentes que forman parte de la competencia comunicativa (lingüística, pragmática, sociolingüística, discursiva y estratégica) son necesarios para la comunicación efectiva en varias lenguas, la competencia plurilingüe también presenta algunas características especiales que la distinguen de la monolingüe. Aunque los hablantes plurilingües necesitan todos los componentes de la competencia comunicativa, normalmente no precisan desarrollar todos los componentes para todas las situaciones comunicativas en todas sus lenguas. 5. La adquisición y enseñanza de la competencia comunicativa Hickmann (1995) ha señalado que la adquisición de la competencia discursiva se inicia a edad muy temprana. Apunta además que los niños, incluso con menos de dos años, incluyen información de tipo temporal en sus producciones orales y que pueden seguir diferentes rutas en la adquisición de la competencia discursiva dependiendo de las características de la lengua que están aprendiendo. En los últimos años la adquisición de las distintas dimensiones de la competencia comunicativa ha atraído el interés de la investigación que se lleva a cabo sobre adquisición de segundas lenguas y sobre la enseñanza de lenguas. La pragmática del interlenguaje y el análisis del discurso han tenido un importante desarrollo en la investigación y analizan el modo en que los hablantes no nativos adquieren competencia sociolingüística, pragmática, discursiva y estratégica (Kasper y Blum-Kulka, 1993). En la enseñanza de segundas lenguas y lenguas extranjeras también están adquiriendo una mayor importancia estas dimensiones de la competencia situándose entre los principales objetivos de la enseñanza de lenguas y logrando que los libros de texto incluyan cada vez más actividades relacionadas con las distintas dimensiones. El concepto de «competencia comunicativa» tiene implicaciones pedagógicas a distintos niveles: a) los objetivos de aprendizaje; b) las estrategias de enseñanza y la autonomía en el aprendizaje; c) la evaluación. Las estrategias de enseñanza y la autonomía en el aprendizaje. Es importante que el profesorado enseñe aspectos específicos relacionados con las distintas dimensiones de la competencia y además que dé la oportunidad de acceder a textos orales y escritos que se han producido en contextos naturales. Una de las estrategias importantes en el caso de las competencias sociolingüística, pragmática y discursiva puede ser la comparación con la primera lengua. Además, es importante que el alumnado pueda llegar a tener cada vez más autonomía en el aprendizaje y para ello el profesorado debe trabajar para que el


alumnado sea cada vez más consciente y reflexione sobre la importancia de aprender estas dimensiones. La evaluación. El concepto de «competencia comunicativa» y sus dimensiones deben ser una parte integral de la evaluación, tanto de la evaluación continua realizada por el profesorado a lo largo del curso como de la evaluación final, en algunos casos externa. De hecho, uno de los modelos más importantes de competencia comunicativa se ha desarrollado desde el área de la evaluación de segundas lenguas. d) conclusión: del autor y la conclusión crítica personal Conclusión El concepto de «competencia comunicativa» destaca los aspectos de la competencia relacionados con el contexto en el que se produce la comunicación y, además, considera que esta tiene lugar a un nivel textual y no simplemente oracional. Su desarrollo en los últimos años ha tenido importantes implicaciones en los ámbitos de la adquisición y enseñanza de lenguas. Los distintos modelos de competencia comunicativa tratan de describir y relacionar las diferentes dimensiones de la competencia, es decir, tratan de contestar preguntas del tipo ¿qué es la competencia comunicativa? o ¿de qué elementos consta la competencia comunicativa? El concepto de «multicompetencia» plantea un problema de índole diferente y de gran actualidad: ¿qué grado de competencia comunicativa podemos adquirir en varias lenguas no nativas? Este concepto presenta una perspectiva muy interesante, crítica con la visión más tradicional del aprendizaje de lenguas, en lo relativo a las posibilidades de alcanzar competencia nativa en la lengua objeto. Hoy en día es evidente que los estudiantes de segundas lenguas y lenguas extranjeras deben aprender a utilizar la lengua en un contexto adecuado, transmitir y comprender intenciones comunicativas, elaborar y comprender textos orales y escritos y disponer de recursos para superar las dificultades de la comunicación. El reto actual consiste en que sean capaces de adquirir estas dimensiones de la competencia en varias lenguas y en relación a sus propias necesidades comunicativas. Puedo llegar a la conclusión de que la competencia comunicativa no se desarrolla por sí sola, sino es que es un proceso que requiere del desarrollo de otros tipos de competencia de tal forma que cada una la complemente, es necesario el desarrollo de la competencia comunicativa ya que esta nos permite establecer relaciones con nuestros pares de manera efectiva.

CONCEPTO DE COMPETENCIA Carmen Grimaldi Herrera El término competencia procede de “competente”, término incluido en los primeros trabajos de N. Chomsky sobre la “forma del lenguaje”. Es un concepto clave en su teoría, independiente de cada lengua, y explica la habilidad humana


para aprender la primera lengua. La competencia es la realidad mental que respalda la ejecución (performance), el uso que el hablante hace de su lengua. Para Chomsky, la competencia, la lengua, no está en los cerebros de todos los individuos, sino en el de uno, ideal. El término competencia se ha extendido a varias disciplinas humanas con un sentido amplio de “conocimiento”, “saber”, “capacidad”, referido no sólo al estrictamente lingüístico verbal sino a los correspondientes a los muchos otros códigos de comunicación. Los dos textos analizados tratan de explicar el término competencia, sin embargo el Segundo se refiere únicamente al significado que pueda tener la palabra, y el ser un hombre competente sin especificar el área, mientras que la primer lectura hace una conjetura de varias aportaciones de diversos autores sobre el término competencia comunicativa, misma que se debe desarrollar a la par y en complemento de varias competencias. Mismas que en unión forman una sola competencia, la cual servira de base para el desenvolvimiento del hombre en sociedad.


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