Gloria Isabel López Mtz V semestre
Mi primera experiencia como maestra egresado de la Escuela Normal. Mi primer día de trabajo, me encontraba un poco nerviosa, pero también estaba muy entusiasmada por conocer mi nueva escuela, mis primeros alumnos como maestra titulada. Durante el camino a la comunidad, por mi mente pasaban un sinfín de cosas sobre cómo serían aquellos hermosos angelitos, les daría gusto veme, los padres me ayudaría, ay tantas cosas bellas que imaginada, cuando de pronto el chofer del camión me despertó casi a gritos y con un tono amable me dijo: Aquí es señorita, ya ha llegado a su destino, tal vez alguien venga por usted. Una sensación de adrenalina recorrió por todo mi cuerpo, había estado esperando esto durante todas las vacaciones, así que me bajé del autobús, tomé mis maletas y comencé a caminar sin esperar a nadie, recuerdo que la persona que estaba sentada a un lado de mí durante el camino, me dijo que para llegar a la escuela, tenía que pasar por la calle empedrada, que era la principal, después vería la tienda de Doña Blanca, giraría a la derecha, después a la izquierda y caminara un poco más hasta llegar a la plazuela, que de ahí el jardín de niños se podía apreciar bastante bien. Me dijo también que los habitantes eran buenos, sólo que ya no confiaban en los foráneos, que me cuidara mucho y que si en verdad iba a ayudar a la comunidad ellos lograrían aceptarme y hacerme parte de su vida. Durante mi trayectoria al jardín, pude observar como los habitantes de aquella comunidad, se admiraban al verme pasar y se decían entre dientes algunas cosas sobre mi llegada supongo, a mí no me importó eso, por lo que a todos les dirigí un cordial saludo y una sincera sonrisa. Cuando llegué a la plazuela, coloqué mis maletas en el piso, me detuve un momento a contemplar el lugar, y de pronto delante de mí, estaba el jardín, mi expresión cambió de inmediato. Caminé a toda prisa hacia aquel lugar, pude entrar porque no había puerta principal, tan sólo el jardín estaba marcado con unas cuantas tablas ya desgastadas por el clima y el tiempo transcurrido, quien sabe cuánto tiempo tendrán ahí, pensé, Dejé mis maletas en lo que se suponía era la dirección, porque en realidad estaba llena de cajas, parecía que alguien la estaba utilizando como bodega, pasé a los otros dos salones que eran un poco más grande, pero estaban todos desordenados y sucios, tenían poco material didáctico y poca iluminación y ventilación, tal vez por
Gloria Isabel López Mtz V semestre
el periódico que cubría los vitrales, parecía como si hubieran pasado siglos sin haber alguien ahí. Mientras me imaginaba como quedaría mi salón, a los lejos se escuchaba un murmullo, de pronto ya estaban frente a mí un grupo reducido de personas, quienes amablemente dijeron, “bienvenida maestra”, que bueno que ha llegado. Les sonreí, les dije algunas palabras de agradecimiento, me presenté y comencé a hacer algunas preguntas sobre su comunidad, el jardín y el tiempo que tenía sin ser atendido. Mientras me platicaban sobre su forma de vida, les propuse ayudarme a limpiar el lugar en donde estudiarían sus hijos, formamos equipos y nos dividimos las secciones a limpiar. Después de un rato de arduo trabajo, el lugar quedó como un lugar nuevo. Casi al retirarse les pedí que al día siguiente llevaran a sus hijos al jardín y que corrieran la voz por todo el pueblo. Al día siguiente desperté muy temprano, no sabía la cantidad exacta de habitantes, pero sí esperaba más de 10 niños en el aula, me sentía un poco triste de ver la poca participación, sin embargo la clase fue todo un éxito, nos dedicamos a conocernos y a conocer el lugar en donde ellos habitaban. A la salida, pude ver como varias madres de familia observaban desde la esquina nuestra salida, eso sería tal vez una buena señal, y en efecto al día siguiente tenía un aula llena de pequeños angelitos, que me reafirmaron él por qué soy educadora.