LAS CINCO PATAS QUE NO TIENE EL GATO
Me acostumbro a no verte en mis mañanas al lavabo sin resto de jabón al café fuera de la cama a no ladrarle al desamor Y ahora que soy una en mis delirios y ahora que el silencio pisa firme y ahora que soy agua entre los dedos me acostumbro a los nudos del revés Me acostumbro al diario y sus canciones a lo que otros llaman soledad Y soy hielo en el whisky y soy soda de mi propia sed Me acostumbro a la lluvia en mis cristales al sol tibio en mi piel a mí surco de ida y vuelta a la espera de ir al mar a beber Y ahora que soy aire y soy alas y soy nada Y ahora que me quedan menos vida Me acostumbro a besar la madrugada sin los pasos del ayer.
Ya no busco tu nombre Al final del día guío mis pasos al pesebre y la paja Las estrellas se apagaron Con perros que ladran al otro lado del río El bambú no es bambú si ningún peso aguanta
Porque ya no te quiero ni tan libre ni tan digna Porque te quiero desconocida liberada de la tierra y con espinas expuesta a la sombra y al sol Porque empezar de cero es sentir ese temblor Porque te quiero con heridas y roturas para saborear ese reducto que eres tú Esa soledad de café en la mañana Ese brazo que tiembla al ofrece soporte Porque no es la estrella que más brilla la más hermosa Porque te quiero sin la máscara de la alegría enterrando con dignidad el dolor y el sabor a alcohol Con abrazos tímidos, esparcidos pero reales Sin ser perfecta Con la hermosura que sólo observo yo.
Es invierno porque la nieve calienta al abrigo de dónde no hay manta. Es invierno porque tu falda no sacude el perfume que apresura el encuentro, y la chimenea se muere en ascuas de un nuevo tronco. Es invierno porque la brisa baña y oxigenan todo lo que el sol quemó y esa taza reposa sin el café a dos por la nimiedad de párvulos en el recreo. O quizás todo es equívoco porque aún crecen rosas si te nombran.