DECIMOPRIMER ASALTO
NUNCA PONGA LOS HUEVOS EN UNA SOLA CESTA La importancia de diversificar al máximo los ingresos familiares durante los primeros años
Diversificación de ingresos Toda empresa puede precisar cierto tiempo antes de producir beneficios. Matizaremos esto en la última parte, pero es importante abordar algo que nunca se tiene en cuenta en las escuelas de negocios. Se trata de la conexión que hay entre las necesidades materiales del emprendedor y la capacidad de su negocio para satisfacerlas. En el caso extremo, el del emprendedor que comienza, la situación puede ser mucho más sangrante, pues necesita una cantidad de dinero cada mes, no ya para colmar sus aspiraciones, sino para subsistir, para vivir: hipoteca, gastos corrientes, colegios, seguros, etc. Hay casos donde un negocio ha fracasado por las necesidades perentorias de la persona que lo sostiene. Casos en los que, con un poco más de tiempo, la empresa o negocio quizá hubiese fraguado. Pero como el emprendedor ha agotado sus ahorros y necesita seguir viviendo, se ve obligado a buscar trabajo por cuenta ajena y a abandonar antes de tiempo un proyecto que, con unos meses más, hubiese llegado a buen puerto. Por eso es fundamental, antes de emprender, poner los huevos en más de una cesta, como dice el refrán. Hay dos modos de diversificar los ingresos: uno a través del ahorro propio; y dos, mediante el salario del cónyuge. ¿A qué me refiero por ahorro propio? Pues a que es preferible no emprender hasta no contar con un «colchón» que permita cubrir nuestras necesidades personales mientras el negocio arranca. Y, para ello, hay que ahorrar el tiempo que haga falta antes de lanzarse a la aventura. Por ejemplo, recuerdo que yo esperé varios años para iniciar mi negocio. Hice los siguientes cálculos. Yo, en aquel entonces (año 1996 y sin hijos), podía pasar con 600 euros al mes. Justito, pero pasaba. Lo que hice fue apartar poco a poco una cantidad que me permitiese vivir de mis ahorros durante dos años, incluso en el supuesto de que la nueva empresa no facturase nada. Me vendí, sin beneficios, un pisito que había adquirido, pues no quería tener una hipoteca mientras emprendía. No quería ataduras que me forzasen a claudicar antes de tiempo. Eso fue una tranquilidad, pues me dio una autonomía total a la hora de tomar decisiones. Éstas no vinieron condicionadas por mis propias necesidades, sino por las de la empresa. José María Ruiz Millet me dijo: «En mi sector, la medicina, yo aconsejo siempre contar con un colchón económico base de dos años. Y pasar cinco años más con mucha paciencia». Pero éste puede no ser el caso de muchas personas que o bien están en paro, o bien a duras penas pueden ahorrar y, aun así, desean emprender.
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