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OPINIÓN
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Luis de Haro Director general de iSanidad
El colectivo de los profesionales sanitarios está sufriendo el Covid de manera muy pronunciada. Ni el médico, la enfermera, el farmacéutico o el odontólogo se han pronunciado a favor o en contra de aumentar las restricciones sociales. No es su cometido, su cometido es afrontar las consecuencias de la pandemia y tratar de mejorar la situación de cada uno de sus pacientes.
La incidencia acumulada está, a estas alturas, peor que el año pasado. El 10 de diciembre de 2020 “cayó” a 196, y este año ya estamos rondando los 300. De todas maneras, hay grandes diferencias porque no todo es incidencia acumulada. En diciembre de 2020 todavía se daban 700 fallecidos en una semana, muy lejos de las cifras de esta semana, que se han dado “sólo” 105. La alta vacunación y la mejora de los tratamientos están detrás de esta mejoría.
Sin embargo, todavía es necesario reducir esa creciente incidencia acumulada, por cuestiones de salud y por cuestiones económicas. Es fundamental para que haya menor circulación del virus y para que haya menos posibilidades de mutación. Hay tres restricciones básicas que sí sirven para salvar al médico, a la enfermera, al farmacéutico y al odontólogo: gel, mascarilla y distancia social, las conoce todo el mundo, pero la relajación con ellas es creciente, tanto como lo es la cifra de la incidencia acumulada.
Está claro que a las autoridades sanitarias no se les escucha suficientemente. Hay decenas de campañas de las comunidades autónomas pidiéndolo, pero hace falta un trabajo global. En un paseo por Madrid, Burgos, Valencia o cualquier pueblo de España es fácil ver que ni la mascarilla ni la distancia social son ya habituales. Tampoco lo es el uso del gel hidroalcohólico a la entrada de los comercios.
La situación actual es un riesgo y necesita de ciertas reglas. Los epidemiólogos han llegado a la misma conclusión, junto a las vacunas no hay que bajar la guardia. Es necesario volver a imponer gel, mascarilla y distancia social. Estas son las tres restricciones que salvarán al médico, a la enfermera, al farmacéutico y al odontólogo.
Estas restricciones también sirven para salvar a la cajera, al del banco, al portero de casa y tantos otros. Gel, mascarilla y distancia social, junto a la vacunación, es una responsabilidad de cada uno.
La batalla por el buen uso de los antibióticos en Cirugía Bucal y Odontología. Dr. Daniel Torres
Como se han ocupado de inculcarnos a todos los odontólogos durante nuestros años de formación, los antibióticos son fármacos que han salvado la vida a millones de personas desde que Alexander Fleming descubriera accidentalmente la penicilina el siglo pasado. Por otra parte, nos han transmitido que el manejo de los antibióticos, al igual que el de otros fármacos -no dejan de ser drogas con efectos secundarios y contraindicaciones-, debe estar siempre ligado a estrictas normas de uso.
Pese a que estas ideas serían repetidas por cualquier profesional, con independencia de que lleve 5 o 50 años ejerciendo, lo cierto es que cada vez estamos encontrando una mayor resistencia a los antibióticos. El caso dramático de una paciente estadounidense que falleció en 2016, a causa de una infección provocada por una bacteria resistente a 26 antibióticos diferentes, es un muestra de ello. Aunque las muertes actuales producidas por resistencias a antibióticos se cifran en 700.000 al año, frente a las 1.200.000 producidas por accidentes de tráfico o las 8.200.000 del cáncer, la progresión de esta problemática predice que los fallecimientos anuales por esta causa ascenderán a 10.000.000 en 2050, lo cual da una idea de la gravedad del problema al que nos enfrentamos.
Esta amenaza a la salud general ha movilizado a la OMS y a otras organizaciones internacionales, poniendo en marcha distintas medidas, como A European One Health Action Plan against Antimicrobial Resistance (AMR), a nivel europeo; el Plan Nacional contra la Resistencia a los Antibióticos (PRAN), a nivel nacional, o la Estrategia de Implantación del PRAN en Andalucía, entre otros programas a nivel regional en nuestro país. En este contexto, hay que señalar que el 10% de los antibióticos que se prescriben en nuestro país son por motivos odontológicos. Parece una cifra pequeña, pero no lo es tanto si lo observamos desde el prisma de que el 59% de las prescripciones de los dentistas son antibióticos.
En los ensayos clínicos realizados acerca de su uso en infecciones odontogénicas se observa que a mayor calidad del ensayo, menor es la evidencia de beneficio del tratamiento antibiótico, indicándose que la decisión de recetar antibióticos dependerá de la presencia de infección sistémica y de las características del paciente (inmunodeprimidos). En el caso del uso de antibióticos de forma profiláctica, se ha identificado que más del 80% de las prescripciones eran innecesarias.
Nos encontramos pues con una situación cuya posibilidad de mejora es amplia, pero lastrada por la existencia de distintos enfoques en la prescripción de antimicrobianos y la dificultad para vehiculizar e implementar políticas antibióticas, ya que la asistencia está atomizada en prácticas individuales. Ante ello, las autoridades deben reforzar la formación de los dentistas, crear herramientas en forma de guías de práctica clínica y, como en el caso de Andalucía, deben incluir su cumplimiento en las inspecciones de las clínicas dentales. En este sentido, la Consejería de Salud de la Junta de Andalucía ya incorpora entre sus ítems a revisar por la inspección en las clínicas dentales la confirmación de una adecuada prescripción antibiótica. De este modo, el inspector puede entrar en la historia clínica de cualquier paciente y confirmar que, ante una prescripción antibiótica, se identifica el diagnóstico y se hace referencia al protocolo según el cual el tratamiento implementado está basado en la evidencia.
A nivel andaluz se sigue como principal protocolo la Guía Terapéutica Antimicrobiana del Área Aljarafe, aunque técnicamente se podría utilizar cualquier otro protocolo avalado por una entidad o sociedad científica. La Guía Terapéutica Antimicrobiana del Área Aljarafe está disponible en el portal de Guías de Práctica Clínica del Sistema Nacional de Salud desde 2011 y es guía de referencia en el Plan Nacional contra las Resistencias desde 2017. Por tanto, no parece un mal punto para empezar a mejorar este aspecto de nuestra práctica clínica.