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OPINIÓN
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Luis de Haro Director general de iSanidad
El anuncio de que Sanidad saca a audiencia e información pública la Orden Ministerial que actualiza la cartera común de servicios sobre salud bucodental suena bien. Parece todo un avance, pero solo lo parece. La realidad es que el objetivo es incrementar las prestaciones con un enfoque fundamentalmente preventivo, así lo dice el propio Ministerio. Por otro lado, en un comunicado, se asegura que el plan de prevención servirá para que la población disminuya los gastos de “ir al dentista”, no se habla de inversión.
El programa para un Gobierno de coalición presentado por Pedro Sánchez y Pablo Iglesias incluía 14 puntos sanitarios. Entre ellos se encontraba la “atención a la salud bucodental de la población en cartera de servicios del SNS”. De momento pueden decir que están camino de cumplirlo, pero es cierto que todavía muy al principio. El problema son los 5.423 millones de euros que son necesarios para financiar la asistencia bucodental según el estudio Propuesta para una ampliación inclusiva de la asistencia bucodental en España de Vitaldent. Probablemente el Ministerio se centra en el enfoque preventivo porque sí hay suficiente presupuesto para comunicación, no para la asistencia bucodental. De hecho, el proyecto de Presupuestos Generales del Estado para 2021 incluía una exigua partida de 49 millones de euros destinada a las comunidades autónomas. La ampliación de los servicios de salud bucodental de la sanidad pública tiene presupuesto, pero sí, solo para prevención.
El Consejo Ejecutivo de la OMS también acogió con beneplácito el borrador actualizado de la estrategia mundial sobre salud bucodental. También este borrador, que se aprobará en breve, se centraba en el apartado preventivo. Y prevenir está bien, sobre todo cuando no tienes presupuesto.
El plan de salud bucodental del Ministerio se limita a la prevención porque no tiene aportación económica
Cuando se han publicado propuestas para salud bucodental se han tenido en cuenta los datos epidemiológicos. No solo se trata de atender las dos patologías más frecuentes como son caries y enfermedad periodontal. También hay que tener en cuenta todas las demás (gingivitis, úlceras, maloclusión…) y otras relacionadas como enfermedades cardiacas o diabetes.
Es cierto que es mejor prevenir que curar, pero es que sin presupuesto solo se puede prevenir. Si se cumplen los planes de salud bucodental del Ministerio habrá nacido un ratón, a falta de lo que aporten las Comunidades Autónomas.
Internet, ¿un riesgo para la salud pública bucodental? Alejandra Llorente y Gilberto Pérez (COEM)
Alejandra Llorente de la Morena Odontóloga y vocal de la junta de gobierno del COEM
Gilberto Pérez Miembro de la asesoría jurídica del COEM
La digitalización de la sociedad ha supuesto, sin duda, una importante fuente de avances para nuestra sociedad y la odontología/clínicas dentales no se han sustraído de los importantes avances tecnológicos que se han sucedido en los últimos años.
Ahora bien, internet es un ámbito en el que es complicado establecer unas reglas y, sobre todo, ejecutarlas y poder controlar los excesos y las ilegalidades que determinadas empresas cometen amparándose en la situación que permite la red (anonimato, transnacionalidad, inexistencia de una normativa clara y desarrollada, régimen de responsabilidad de los prestadores de servicios intermediarios –marketplaces, alojadores…–, etc.).
Tras unos años haciendo un seguimiento de la situación de internet desde el COEM se han detectado una serie de riesgos que, actualmente, se encuentran descontrolados y que pasan por la comercialización directa al paciente de los siguientes productos: alineadores plásticos de ortodoncia, productos blanqueadores con un elevado nivel de peróxido de hidrógeno, férulas de descarga y otro sinfín de productos que son puestos en manos del paciente sin control alguno por parte de un odontólogo.
La comercialización de esos productos hace fluir en la red una serie de ideas completamente perniciosas: (i) Que el odontólogo es prescindible (total o parcialmente), que se puede sustituir por internet, por el contacto directo entre la empresa y el paciente (se vende que todo es más fácil, que no es necesario pasar por la clínica, y más barato, sin intermediarios); (ii) que el uso de determinados productos es seguro, porque es fácilmente accesible por el paciente, sin moverse de su domicilio; (iii) que el paciente se puede auto diagnosticar y proporcionarse tratamientos para su salud bucodental. Se está produciendo un atentado a los consumidores como pacientes y una banalización de la profesión odontológica.
Es evidente, que el hecho de que una persona pueda recibir en su casa, a través del comercio electrónico y las grandes plataformas casi cualquier cosa, no puede implicar que se pueda poner en manos del consumidor como paciente determinados productos. De hecho, la normativa prohíbe dichas conductas (que en muchos casos tienen incluso la consideración de delito contra la salud pública), pero precisamente la utilización de internet hace difícil aplicar la normativa y establecer los controles necesarios, por diversos motivos.
La globalización que genera, en la que a los pacientes les pueden estar tratando o vendiendo productos desde cualquier lugar el mundo; los canales que se utilizan, hacen muy complicado establecer controles efectivos. Se comercializa a través de plataformas de comercio electrónico (que teóricamente no son responsables), el vendedor final no se identifica fácilmente; el canal de reclamación del paciente se estrecha absolutamente (no hay odontólogo, no hay seguros, el proveedor está en el extranjero…), la desprotección es manifiesta; las empresas comercializadoras se mueven con una total impunidad, siendo muy remota la posibilidad de exigir responsabilidades, por no decir que imposible.
Ante esta situación, es necesario que los poderes públicos desplieguen y desarrollen políticas que tengan como finalidad un mejor control de los prestadores de servicios digitales al efecto de proporcionar a los consumidores/pacientes una seguridad suficiente. Quizás el nuevo marco normativo que se viene impulsando desde la Unión Europea (en el denominado Digital Services Act Package) sea una buena oportunidad para ello, pero es importante actuar antes de que sea demasiado tarde, tal como ha sucedido en todos los escándalos en el ámbito dental que se han producido en los últimos años.
Y, sí, internet es un riesgo, y no pequeño, para la salud bucodental.