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ESPECIALIDAD DE FAMILIA

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VACUNA PFIZER

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Hacer la especialidad de familia y comunitaria para llegar a urgencias: “Es un problema que en cada promoción vemos más”

De los más de 100 residentes de medicina de familia y comunitaria que terminaron su formación especializada en Castilla y León el pasado mes de mayo, apenas 25 aceptaron el contrato que la Consejería de Sanidad les ofrecía para incorporarse a los equipos de atención primaria. Muchos de los nuevos adjuntos prefirieron irse a urgencias hospitalarias. En la provincia de Orense 12 residentes de familia y comunitaria han terminado su formación, pero solo uno aceptó el contrato que el Servicio Gallego de Salud le ofrecía. El resto, excepto dos que volvieron a sus lugares de origen, se han ido a ejercer en urgencias.

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En Castilla y León apenas 25 de los 100 médicos que terminaron en mayo la especialidad en medicina de familia y comunitaria aceptaron contratos en primaria, muchos prefirieron irse a urgencias

Es una realidad que las unidades docentes de medicina de familia ven cada año. Y cada vez con más frecuencia. Cuenta la Dra. Sandra Pardo, jefa de estudios de la Unidad Docente de Familia y Comunitaria en Orense, que los nuevos adjuntos que rechazaron el contrato que les ofrecía Galicia, “que no es malo: un año prorrogable a tres, limitado a una zona básica de salud y con dos guardias mensuales”, apunta, le explicaron que tenían claro que hacía la especialidad de familia y comunitaria para dedicarse a urgencias hospitalarias. “Esto es un problema que en cada promoción que sale vemos más, al margen de los contratos que se les ofrezcan”, advertía hace unos días en el marco del XXVII Congreso de la Sociedad Española de Medicina General y de Familia (SEMG), en Mallorca.

Allí mismo, la Dra. María Albadalejo, tutora de residentes de la especialidad en la isla, contaba que dos tercios de los 48 residentes que empezaron como R1 de familia y comunitaria en septiembre, dijeron que su objetivo es urgencias. “Es mucha gente, asusta pensarlo. ¿No se han mirado el programa formativo de la especialidad?“, reflexionaba.

Dos tercios de los 48 residentes que empezaron como R1 de familia y comunitaria el pasado septiembre en Mallorca, dijeron que su objetivo es urgencias

“¿Qué cantidad de residentes de familia hacen esta especialidad porque no existe la de urgencias?”, se

preguntaba esta misma semana el Dr. Rafael Rubio, jefe de residentes del Complejo Hospitalario de Toledo, durante una mesa redonda sobre docencia MIR. En su opinión, “dentro de que familia no es perfecta para hacer urgencias, sí puede ser la más completa”. Para la Dra. Albadalejo “la mayoría coge la especialidad con números de orden no tan bueno y cuando algo no es primera opción…además, el sistema no apuesta por la atención primaria”.

Detrás de la elección de algunos de estos MIR de familia y de las preguntas que se hacen los tutores está una de las controversias del momento, que lleva años sobre la mesa: la creación o no de una especialidad de urgencias. Las sociedades científicas de atención primaria, junto a internistas e intensivistas se oponen a la creación de esta especialidad. Aunque también hay voces que plantean que podría ser una buena solución. “Igual así lo que tendríamos en las unidades docentes sería más honesto y transparente, aunque igual no tendríamos tantas plazas”, opina la jefa de estudios de la unidad docente de familia y comunitaria en Orense. Dra. Cubillo: “Si yo no hubiera rotado en un centro de salud, en la vida se me hubiera ocurrido elegir familia. La hubiera percibido como un fracaso, así se me inculcó en la facultad durante seis años”

Dr. Rubio: “¿Qué cantidad de residentes de familia hacen esta especialidad porque no existe la de urgencias? Dentro de que familia no es perfecta para hacer urgencias, sí puede ser la más completa”

En estos días se están adjudicando las plazas MIR de los nuevos residentes que se incorporan a sus centros sanitarios en dos semanas. Este mismo miércoles, de los 4.000 primeros aspirantes que han elegido, solo 133 optaron por medicina de familia. Es verdad que es la especialidad con mayor número de plazas, con gran diferencia, son 2.338 las vacantes ofertadas, como apunta al otro lado del teléfono la Dra. Elvira Callejo Giménez, profesora de la Facultad de Medicina de Valladolid. “Hay especialidades en las que todavía no se ha escogido ninguna plaza. No se han elegido tan pocas plazas de familia y comunitaria en comparación con las que ofertan el resto de especialidades”.

Pero sí reconoce que “es verdad que quedan muchas plazas para los últimos números y que no se eligen demasiadas entre los que consiguieron los primeros números de orden”. ¿Por qué ocurre esto?

“Medicina de familia y comunitaria no está presente en las facultades, es una gran desconocida en la carrera. Si yo no hubiera rotado en un centro de salud, en la vida se me hubiera ocurrido elegir familia. La hubiera percibido como un fracaso, así se me inculcó en la facultad durante seis años”. Así cuenta su experiencia la Dra. María Cubillo, que acaba de terminar su residencia en esta especialidad en Salamanca.

La presencia de la medicina que se hace en atención primaria en la Universidad “es una batalla que se lleva muchas décadas peleando”, recuerda la Dra. Elvira Callejo. Ella coordina la Asignatura de Medicina de Familia y Comunitaria que se imparte a los alumnos de Medicina en Valladolid. Se imparte desde 1997, en principio como asignatura optativa.

Según explica la profesora, desde 2014 es una asignatura obligatoria de tres créditos en el segundo ciclo de la carrera y cuenta con otra, también obligatoria desde 2015, que son las prácticas tuteladas de MFyC. Además, en tercero, algunos alumnos realizan sus prácticas medico-quirúrgicas en centros de salud. Hace siete años lograron crear una unidad docente de la materia y desde 1998 cuentan con cuatro profesores asociados que son médicos de familia.

Pero esta no es la realidad de todas las facultades de medicina en España. Pese a que la implantación de la asignatura se generalizó a través de una orden ministerial en 2008 y se hizo obligatoria en la formación de grado con la llegada del Plan Bolonia, su implantación es desigual. Según un estudio publicado en 2018 en la Revista de Investigación y Educación en Ciencias de la Salud, la medicina de familia y comunitaria se enseñaba como asignatura independiente en 18 de las 40 facultades de medicina.

Medicina de familia y comunitaria se enseñaba como asignatura independiente en menos de la mitad de las facultades de Medicina en 2018

En otras 13, se impartía asociada a otras materias más o menos afines, como urgencias o preventiva. En nueve facultades no había rastro de medicina de familia y comunitaria en sus planes de estudio. Estos datos no se corresponden con un perfil médico como el de atención primaria que supone en torno al 30% de los médicos que demanda el sistema sanitario en España, según figura en un artículo publicado en 2019 por la Dra. Verónica Casado, una de las especialistas que más ha trabajado por incluir esta enseñanza en la universidad.

“Como dice Verónica Casado, uno no se enamora de lo que no conoce“, recuerda la Dra. Callejo, “yo he sido tutora de alumnos de tercero que tienen su primer contacto con el paciente en primaria y se quedan con la boca abierta. Les llama muchísimo la atención ese contacto tan directo, poder tener esa visión integral, saber todo lo que le pasa al paciente a todos los niveles de salud”.

Esta visión integral del paciente es algo que suele faltarle a los egresados de Medicina, que salen de la universidad “con una visión especializada de todos los problemas de salud y que no controlan las fases iniciales de las enfermedades más comunes. Eso se nota, cuando viene los residentes y ven a una persona con dolor articular piensas primero en una artritis reumatoide o en un lupus y no en cosas más habituales, porque no las conocen”, explica la Dra. Callejo. Tampoco ayuda que la mayoría de profesores que imparten la asignatura de la especialidad en la universidad no son especialistas en medicina de familia y comunitaria y “no conocen la realidad del día a día en atención primaria”.

Por otra parte, la falta de financiación que arrastra la atención primaria, las agendas interminables de pacientes y el poco tiempo que queda para la investigación, no contribuyen a mejorar la práctica diaria del médico de familia “para que resulte más atractiva como especialidad”, reconoce la profesora. Una vez que estos recién licenciados entran en la especialidad, pasan más tiempo en el hospital que en el centro de salud. Esta era una de las quejas de una de las residentes que esta semana participaba en una mesa de debate sobre el sistema MIR organizada por el Colegio Oficial de Médicos de Toledo.

Unos días antes, en el Congreso de SEMG, la Dra. Pilar García Ledo, vicepresidenta de la sociedad científica y jefa de estudios en la Unidad de Docencia de Medicina de Familia y Comunitaria en Lugo, explicaba que hay un problema de falta de tutores. “Cada vez faltan más médicos en los centros de salud y, por tanto, faltan más tutores. Por eso cada vez más los residentes se van a trabajar a los hospitales y no se quedan en atención primaria”. A este hecho se suman las ventajas que ofrece un contrato de urgencias hospitalarias. “Cuando les ofrecen un contrato en el que trabajan de cinco a siete días al mes, sobre todo si es de fuera o le permite una conciliación familiar, es difícil competir con eso”, admite la Dra. Callejo.

Dra. Callejo: “Cuando les ofrecen un contrato en el que trabajan de cinco a siete días al mes, sobre todo si es de fuera o le permite una conciliación familiar, es difícil competir con eso”

Por otro lado, la profesora admite que es cierto que hay personas que hacen medicina de familia “porque les gustaría trabajar en urgencias”. Pero cuando pasan unos años, muchos vuelven. “La urgencia tiene muchas veces un desgate que hace que puedan optar a un cambio a un equipo de primaria, sin dejar de hacer urgencias, porque en un centro de salud también hay que atenderlas”, explica. Quizá es el caso de la Dra. Cubillo, que pese a haber elegido familia y comunitaria por vocación, al terminar su residencia ejerce como adjunta de urgencias hospitalarias en Salamanca. “Yo tengo claro que volveré a primaria”, afirma convencida.

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