# 06 Coordinación: Doris Arenas / Edición: Carlos Sánchez Diseño: Argelia Juárez / Corrección: Rosy Orozco
Hermosillo, Sonora, México
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31 DE OCTUBRE 2014
Cortázar, cazador de crepúsculos
Leer
Rayuela
era leer un manual de cómo vivir la vida Carlos Sánchez
A
noche dio una conferencia sobre Julio Cortázar, escritor argentino, el mayor exponente del estilo, el constructor de la vanguardia, el versátil, el implacable talento en la inclusión del lenguaje, el lunfardo, por ejemplo.
Anoche Gabriela Vidal quien también es argentina y también escribe y hace cine, y ejerce la docencia, habló del autor de Rayuela. Lo hizo en el Auditorio Rosario Castellanos de la Feria del Libro Hermosillo 2014. Allí los espectadores apreciando imágenes de películas inspiradas en la obra de Cortázar, allí el entendimiento, el descubrimiento de algunas regiones de la propuesta literaria de Julio. Desde allí también, esta conversación con Gabriela, quien conoce a la perfección el mundo, los mundos cortazarianos. --Gabriela, el nombre de la conferencia: Cortázar, cazador de crepúsculos, qué lindo título, ¿no? --Es de Cortázar, no es mío. Él fue el que escribe ese texto precioso en Un tal Lucas, donde se declara que si fuera cineasta sería un cazador de crepúsculos y sus películas serían absolutamente tediosas y nadie las produciría porque sería solo poner una cámara frente a un atardecer. --¿Cómo llega a tu vida, a tu mirada?, ¿cómo es el encuentro con Julio Cortázar? --Es un encuentro tardío, porque a Cortázar lo leí a los veinte años, a los veinticinco, a los treinta, cuando vivía en Argentina. Yo a los veintiocho me vine a México y abandono a Cortázar, lo cambio por Rulfo. No, lo dejo allá en mi juventud, y lo dejo en mi juventud junto a los pecados de juventud, me digo: a eso no se vuelve, Cortázar fue. Y me equivoqué, cuando volví a Argentina definitivamente a quedarme, aparece la universidad pública de nuevo en mi vida ofreciéndome seminarios y la posibilidad de hacer un doctorado en letras, y el ofrecimiento viene de la mano de Cortázar, primero fueron sus novelas, luego sus cuentos, luego sus libros misceláneos y es un Cortázar al que asumo con una madurez de la mitad de la vida, es otro Cortázar, él es muy cercano, es un escritor lleno de referencias eruditas pero a la vez es como estar hablando con un amigo. A la mitad de la vida asumo un Cortázar como yo: lleno de incertidumbre, de cambios de giro en la vida, en un momento fue anti cronista, luego apoyó a Cuba, luego ya no quiere apoyarla, luego a los sandinistas, siempre un Cortázar demasiado humano, porque la política no es humana y uno sí, y él se va desilusionando, como nos pasa a todos, desenamorando, y aferrándote a otra cosa, porque tienes que aferrarte, porque sientes que el mundo tiene que ser cambiado. No sé, siento a un Cortázar muy cercano a mí. --¿Qué texto de Cortázar es el que más te ha tocado, o cimbrado?, ¿cuál es el texto que siempre está contigo? --Los textos que siempre están conmigo son los cuentos, sobre todo de El final del juego, Axolotl, La noche boca arriba, esos cuentos
los platico con mi hijo de cinco años, nos gusta contarlos, él me lo cuenta a su manera, yo a la mía, nos recuerda nuestra vida en México, esos son los que me acompañan siempre, y el texto que fue para mí el gran descubrimiento es La prosa del observatorio, que es del año 1972, es breve, un librito pequeño con fotos que tomó Cortázar del observatorio de Jaipur, en la India, creo que ese viaje lo hizo visitando a Octavio Paz, justamente, que era el embajador, y de quien era amigo, y es un texto raro, seductor, revolucionario, erótico, político, humano; habla del cambio metafísico, habla del cambio en todos los sentidos y de lo que no podemos entender, lo que vemos y no vemos, dónde tenemos que poner la mirada para ver esto, cómo no pudimos ver que las anguilas se reproducían a mil y pico de metros de profundidad, cómo pudimos en algún momento decir que las anguilas salían del barro porque no podíamos ver cómo se reproducían; es un texto para mí muy movilizante y su lectura tiene la agilidad del poema, entonces es por momentos casi una bola de nieve que te va arrastrando, es un texto difícil pero a mí me iluminó la mitad de mi vida porque te hace reflexionar sobre el tiempo. --Rayuela, ¿qué te dice o qué me dices de ella? --Rayuela es de los textos que ha quedado atrás en mi juventud, y continúa allí. Yo me acuerdo que leer Rayuela era como leer un manual de cómo vivir la vida, de cómo había que escuchar jazz, había que beber determinado güisqui. Rayuela era eso: un manual de juventud, de vivir la vida, de ser escritor; para mí es eso, vivir la bohemia, es un estado de juventud.