Instituto Sonorense
de
Cultura
La Voz de álamos Información desde los portales Vol. 3 Año 5 Álamos, Sonora, México
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26 de enero de 2014
Por primera vez la OFS interpreta a Wagner en un programa diseñado para su lucimiento Juan Arturo Brennan
D
La segunda parte de esta Gala de la Filarmónica fue diseñada para el lucimiento conjunto de la orquesta y de la soprano canadiense-americana Othalie Graham: Wagner, Wagner y más Wagner. Para la Filarmónica de Sonora, los puntos cimeros del programa fueron la espectacular y divertida obertura de la ópera Rienzi, y dos números orquestales más que fueron presentados a la manera en que suelen interpretarse en los teatros de ópera. Es decir, la Cabalgata de las valkirias seguida sin pausa del espeluznante canto de guerra y rabia Hojotoho! que canta Brunhilda en La valkiria; y para concluir el compacto y atractivo programa, el Preludio y la Muerte de amor (Mild und Leise es su título oficial) de ese portento de ópera que es Tristán e Isolda. En ambas piezas, así como en el aria Dich, teure Halle de la ópera Tannhäuser, Othalie Graham demostró que es, en efecto, el tipo de soprano heroica, potente, guerrera, que se necesita para la cabal interpretación, no solo vocal sino también teatral, de los demandantes y espectaculares roles wagnerianos. En entrevista posterior al concierto, la maestra Graham afirmó que el agotamiento vocal después de cantar estos repertorios no es tan severo si uno sabe, como ella lo sabe, cantar no solamente con la voz sino, como mandan los que conocen y saben, con todo el cuerpo. Para rematar, Othalie Graham cantó fuera de programa un aria de la Turandot de Puccini, hecha con la misma potencia y solidez que sus interpretaciones de Wagner. Aquí quedaría simplemente la pregunta: ¿qué tan propio es cantar, cualquier cosa, después de la Muerte de amor de Tristán e Isolda, donde se acaban la vida, el amor y la música, y nada hay más allá? Horas antes, en el Templo de la Purísima Concepción, ocurrió un muy satisfactorio recital de violín solo a cargo de Adrián Justus. La primera parte, protagonizada por la incomparable música de Johann Sebastian Bach, luciendo especialmente esas dos joyas
GALA DE LA FILARMÓNICA
espués de la noche inaugural al aire libre de este FAOT 2104 en sus treinta años, la actividad musical nocturna regresó a su hábitat usual, el patio del Palacio Municipal de Álamos. El título de la actividad de anoche: Gala de la Filarmónica. En efecto, si bien estuvo presente la participación de dos voces de soprano, la parte del león se la llevó la Orquesta Filarmónica de Sonora, a través de un programa diseñado especialmente para su lucimiento. De inicio, bajo la batuta de Enrique Patrón de Rueda, se interpretó ese dulce y a la vez brillante número que es La mañana, de la espléndida música incidental de Edvard Grieg al Peer Gynt teatral de Henrilk Ibsen. De inmediato fue evidente que la OFS se había superado respecto a su actuación de la noche anterior, en la que la tenue frontera que hay entre lo popular y lo populachero impidió quizá un mejor rendimiento. Después, una de las sorpresas más agradables que recuerdo en las programaciones recientes del FAOT. La soprano Penélope Luna evitó el camino trillado de la acumulación de caramelos operísticos complacientes, y ofreció en cambio una importante pero casi desconocida obra del repertorio vocal: el hermoso (y muy difícil) Concierto para soprano coloratura y orquesta de Reinhold Gliére. No hay poesía, no hay texto, no hay asociación extra-musical ninguna, de modo que la soprano puede (y debe) concentrarse íntegramente en una línea vocal pura, de amplios y extensos arcos, y muy demandante en el manejo de los registros. Fue esta apenas la segunda vez que Penélope Luna presenta en público esta singular obra, y afirma que es su intención seguir cantándola hasta tener un dominio pleno de la partitura. Por lo pronto, fue evidente que la joven soprano preparó la pieza de Gliére a conciencia, y que la cantó con convicción. Las aristas que quedan por pulir quedarán resueltas sin duda en sus siguientes presentaciones del Concierto para soprano coloratura del compositor ruso.
del repertorio que son el Preludio de la Partita No. 2 y la Chacona de la Partita No. 3. En estas y las demás piezas de Bach, el destacado violinista se mostró conocedor y respetuoso de los parámetros de ejecución del repertorio barroco, sin llegar a utilizar las técnicas de la práctica de ejecución historicista. Aun así, Adrián Justus se permitió un par de guiños personales al fraseo y la articulación, sin desvirtuar ni pervertir el espíritu de Bach. La segunda parte de su recital fue protagonizada por doce de los diabólicos 24 Caprichos del igualmente diabólico Niccoló Paganini, intercalados con algunas narraciones y observaciones del violinista. Para culminar, un inteligente arreglo del propio Justus al clásico tango El choclo, con ciertas referencias que, no por fugaces, fueron menos identificables, como por ejemplo un toque inconfundible del estilo instrumental de Ástor Piazzolla. Hay que señalar que el público del FAOT aún da muestras de cierta inmadurez, ya que interrumpe aplaudiendo entre los movimientos de las obras que se presentan en secciones. Ocurrió por la mañana en Paganini, ocurrió en la noche en Gliére. Aunque parezca un asunto menor, es necesario ir poco a poco formando a los asistentes para evitar que tales exabruptos atenten contra los cantantes, el director, la orquesta, la música misma, el público, y la continuidad de los conciertos.