31de enero la voz de alamos

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Instituto Sonorense

de

Cultura

La Voz de álamos Información desde los portales Vol. 8 Año 5 Álamos, Sonora, México Juan Arturo Brennan

E

s tradición que los recitales que se programan en el Templo de la Purísima Concepción de Álamos sean fundamentalmente de música instrumental, en el entendido de que la música vocal está reservada para las cotidianas galas en el Palacio Municipal. Ello no impide, sin embargo, que de cuando en cuando se escuchen voces en la nave del Templo. Tal fue el caso del recital del día de ayer, protagonizado por la soprano Michelle Dickey y el organista Agustín Carmona. Lo primero que hay que señalar es que la combinación de voz y órgano es una mezcla a la que no estamos muy acostumbrados, y resulta que es una propuesta muy atractiva, sobre todo en el contexto de hacer música en una iglesia. Por otro lado, es preciso señalar que la soprano Michelle Dickey tiene una voz, un estilo y un repertorio que tiene poco o nada que ver con las sopranos de perfil operístico que hemos estado escuchando en las galas del Palacio Municipal. La suya es una voz fina, delgada, lírica, apta para un cierto tipo de repertorio asociado sobre todo con la música antigua y, en buena medida, con música más moderna que apunta hacia estilos y expresiones del pasado. Una parte sustancial de lo que cantó ayer Michelle Dickey fue música religiosa en latín, anclada en compositores intachables como Caccini, Pergolesi y Mozart. Cantó también dos “éxitos” más recientes de música religiosa como el Panis angelicus de Franck y el Pie Jesu de Fauré. Todo ello, muy pulcramente cantado con un estilo contemplativo, quizá espiritual y con una emisión vocal que, a falta de otro adjetivo, podríamos calificar como “voz angelical”. Para que se entienda, varios de los asistentes, incluyéndome, pensamos de inmediato al escucharla en la cantante Charlotte Church. La parte final del recital de Michelle Dickey tuvo puntos diversos de interés. A saber, por ejemplo, una contemplativa obra del inglés Geoffrey Burgon, con reminiscencias de música antigua. También, para los nostálgicos, una linda versión vocal (titulada Nella Fantasia) de la famosa pieza El oboe de Gabriel, extraída del espléndido soundtrack escrito por Ennio Morricone para el filme La misión (Roland Joffé, 1986). Y para los nostálgicos sin redención (también me incluyo), el añejo Concierto para una voz de Saint-Preux. Sí, ese mismo que cantaba Danielle Licari y que en México llegó a ser un éxito radiofónico en estaciones como Radio 620 y similares; prehistoria pura. En suma, un recital que complació al público, con Michelle Dickey acompañada con tino y discreción por Agustín Carmona. Lástima que el órgano del

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FAOT 2014: Sublimes voces y presencia escénica

31 de enero de 2014

Templo de la Purísima Concepción esté un poco decrépito y desvencijado. A ese noble instrumento le urge mantenimiento. La gala vocal de anoche en el Palacio Municipal tuvo como protagonistas a la soprano Angel Blue y al barítono Andrew Cummings, con el experto acompañamiento de James Demster en el piano. Ambos, cantantes muy altos, de fuerte presencia escénica, misma que aprovecharon para actuar prácticamente todo lo que cantaron, cosa que siempre se agradece, sobre todo cuando de música operística se trata. Desde la primera pieza con Andrew Cummings, el potente prólogo de los Payasos de Leoncavallo, se notó con claridad esa buena vocación histriónica, que tuvo dos puntos culminantes: el desgarrador, dramático dueto de Germont y Violetta de La Traviata de Verdi, y el frívolo y delicioso Lá ci darem la mano del Don Giovanni de Mozart. Muy verosímil, también la incursión de Angel Blue en un número de la zarzuela Las hijas del Zebedeo, de Chapí, a cuya buena ejecución ayudó el año que la soprano pasó en España acercándose a este género de cualidades tan propias. Como era lógico esperar, dos de los momentos más destacados de la presentación de Angel Blue fueron su contenida y lírica versión a Summertime, del Porgy y Bess de Gershwin, y un sólido spiritual que cantó fuera de programa. Para su propio encore individual, Andrew Cummings dejó a un lado su vena actoral para hacer una versión profunda y contenidamente expresiva del Lied de Robert Schumann titulado Lágrimas silenciosas. Él mismo se encargó de cantar, con igual conocimiento de causa, un trozo del musical South Pacific de Richard Rodgers, haciendo con eficacia los necesarios cambios de estilo. Juntos, cantaron fuera de programa un dueto de ese gran compositor de teatro musical que es Andrew Lloyd Webber. Entre otros momentos a destacar en el recital de anoche, habría que mencionar la interpretación de Angel Blue del aria Ebben n’andró lontana de la ópera La Wally de Catalani, una pieza de culto desde que se dio a conocer masivamente a través de la inquietante película Diva (1981) del director francés Jean-Jacques Beineix. Sin duda, el público se conectó cercanamente con estos dos cantantes (y con el pianista James Demster también), sobre todo por la ya mencionada vocación actoral de ambos. Al ser entrevistados después de la gala, ambos se refirieron a algo importantísimo, de lo que ya se ha hecho mención en este espacio: para ser plenamente exitoso, el cantante debe cantar con todo el cuerpo, no sólo con la voz. Angel Blue y Andrew Cummings lo demostraron fehacientemente con palabras y con hechos.


Información desde los portales

Vol 8.

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Fernando Delgadillo

VIERNES 31 de enero de 2014, Álamos, Sonora

Estudiantina Dr. Alfonso Ortiz Tirado

MÚSICA QUE ES TRADICIÓN P

or los callejones de Álamos se extiende la música. Suenan los panderos, el acordeón, el contrabajo, las guitarras. Es tradición que después de la noche de gala en el Festival Alfonso Ortiz Tirado, la estudiantina que lleva el nombre del doctor alamense construya el toque alegre donde todos cantan. Desde hace 25 años, la Estudiantina Dr. Alfonso Ortiz Tirado es motivo de divertimiento, de alegría, es motivo también de formación de músicos. Primero fue Juan Vidal Castillo, él tuvo la idea, él formó a los primeros chavos. Vinieron luego otros años, la transformación en el repertorio musical, la inclusión de más integrantes. Hoy su director es Rafael Figueroa, “el Paye”, quien toca acordeón. En sus no más de treinta años de existencia, “el Paye” se encarga de conducir los programas, establecer la organización del grupo y por supuesto: complacer las peticiones de la gente.

Tiempo ventanas Textos: Carlos Sánchez / sonarquevemos@gmail.com

L

a multitud espera por el cantautor. Son las nueve de la noche y aunque el concierto está programado para las nueve y media, ya no hay asiento vacío. La tercera llamada es puntual. Como un juglar, Fernando Delgadillo se aposenta en el Callejón del Templo. Cuenta sus canciones. Al compás de guitarras hilvana la crónica, la historia desde su creación, el recorrido musical compuesto en 27 años y que ahora comparte en el 30 Festival Alfonso Ortiz Tirado. Fernando Delgadillo toca la guitarra y con el sonido de fondo advierte de lo que se trata: “De presentar gran parte de lo que tenemos, del disco que acabamos de publicar, este trabajo lo hicimos en septiembre, el lanzamiento, y vamos a hacer unas piezas para que tenga su difusión y tenga su repercusión emotiva si lo merece”. Delgadillo es flanqueado por cuatro guitarristas, compañeros de viaje en este concierto donde el disco que presenta lleva por título Tiempo ventanas. Y el contenido de este ejemplar es una puerta a la calidad interpretativa del cantante, a su actitud lúdica y espontánea. A la habilidad para construir con palabras las historias como impulso y argumento para la composición y el canto. Primavera es el título de la primera canción. El clima ad hoc, un vientecillo lento y agradable se pasea por el callejón. Allí donde ya los espectadores encuentran el canto; los pormenores en acordes y versos. El concierto avanza y Delgadillo elocuente da pie en cada una de sus rolas con la anécdota aquella donde surge la canción.

“La canción trata más que nada de retratar lo que vienen siendo la temporada de semana santa en el año de 2011, es un disco que se llama Tiempo ventanas de manera que cada canción va a intentar retratar un instante, este es un sentir más o menos de cómo sucede esta semana santa en la populosa ciudad de México, que es donde ahorita estamos nosotros viviendo”. La canción que interpreta se llama Semanario, el público a petición del cantante, acompaña las estrofas con el sonido desde sus manos. Golpes que aportan ritmo y es entonces cuando ocurre la colectividad musical. Al término de la canción no faltan las risas, los festejos, la solicitud de un título que quizá en lo sucesivo del concierto complacerá. Quizá. Esta noche de callejón el intérprete de la trova contemporánea en México, aparte de contar y cantar el contenido de Tiempo ventanas hace un paseo hacia los anteriores discos. Un viaje impostergable llega cuando ya trae la historia de la ocasión en que manejó un velerito que se consiguió. Entre pairos y derivas es el tema que la gente corea. Y bailar despacito, en la similitud de un remo sutil a bordo de la embarcación. Fernando Delgadillo, incansable en su decir, hacer y cantar. Un concierto que se postergó hasta la media noche, un concierto donde la constante fue la crónica lúdica y romántica. El vuelo de almas como pájaros. Los espectadores complacidos al observar el canto en el callejón, desde el tiempo, desde las ventanas donde la literatura se hace canción.

Con un repertorio de rescate de canciones de antaño y también con canciones actuales, la Estudiantina es la cereza del pastel para quienes gozan de rondar los callejones empedrados de Álamos. Tradición feliz en este Festival. Ramsés Acuña es percusionista, integrante desde hace 17 años de la Estudiantina, toca castañuelas y ahora cuenta su orgullo de ser tuno. “Para mí el ser tuno, el ser parte de esta estudiantina es un orgullo. Crecí aquí, mi adolescencia y lo poco que llevo de mi adultez lo he vivido aquí, y yo pienso que si no hubiera estado en la estudiantina no sé qué sería de mi vida ya que ha sido una escuela, más que la música me ha enseñado a convivir con las personas y ser tuno es parte de mi vida”. --¿Por qué se denominan tunos? --Cuando llegan las tunas a México se transforman en estudiantinas pero es una tradición netamente española, allá se les llama tunas y la persona que tocaba en ellas pues era el tuno que es un título del ambiente musical y al que se le dice así es porque se sabe mucho repertorio, porque toca varios instrumentos, porque no se cohíbe ante nada, vive la música y vive la vida también. Así la historia de Ramsés y su participación en la Estudiantina Dr. Alfonso Ortiz Tirado, la cual cuenta actualmente con 17 integrantes. Y esta noche de conversar y observar, de sentir y bailar, la Estudiantina ya va rumbo a la Plaza de Armas, lugar donde termina su recorrido; allí los paseantes que se adhieren a los cantos solicitan como es costumbre una más. Otra más. Cada noche para iniciar el recorrido, el burrito “Gaspar” ya cargó en sus aparejos las botellas de vino, que su amo repartirá a quienes les acompañan en este viaje musical por entre los callejones alamenses. Antes de finalizar, la Estudiantina comparte la canción Espíritu alamense, emblema de la casa, una composición del maestro Juan Vidal: La tuna Ortiz Tirado los acompañará / en las callejoneadas del festival / la plaza, la alameda / en su gente sentirán la calma del pueblo / que Álamos les da / la plaza, la alameda, la iglesia sentirán / esto que de nuestras voces vierten ya…

Festival Cultural Alfonso Ortiz Tirado 2014


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