#3 fanzine udpd 2018

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DUDAS AL MARGEN ¿Cuando un cuerpo se vacía, de qué se vacía? ¿Por qué hablar del cuerpo? ¿El cuerpo habla? ¿El cuerpo es un tema? ¿El cuerpo es sólo el humano? ¿Mi cuerpo es distinto del tuyo? ¿El cuerpo juega, yo juego? ¿El cuerpo es varios cuerpos? ¿Tienen cuerpo el alma, el pensamiento, la palabra?

22 de abril 2018 Colabora en el Fanzine. Escríbenos al correo medios@isc.gob.mx

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Edición: Alejandra Olay Coedición: Marreyna Arias Diseño: Argelia Juárez Fotografía: Juan Casanova

“Este programa es público ajeno a cualquier partido político. Queda prohibido el uso para fines distintos a los establecidos en el programa”.

La danza como experiencia y diálogo

Dédalo Artes Escénicas

Samantha Leyva

A casi nueve años de su formación, el colectivo Dédalo Artes Escénicas surgió de la inquietud de dos jóvenes para expresarse. Dentro de sus propuestas, han buscado variar y cambiar, pues consideran que siempre se deben afrontar a retos constantes en búsqueda de crear coreografías diferentes. Con su propuesta titulada Ocaso, Dédalo Artes Escénicas, se hará presente en la Muestra Internacional Un Desierto para la Danza; el grupo subirá al foro del Teatro de la Ciudad este domingo 22 de abril, con una pieza que consideran más desnuda que su trabajo habitual.

¿Cómo es que surge Dédalo Artes Escénicas, y en especial, la coreografía Ocaso? Pedro Núñez: Dédalo surgió por una inquietud para expresarnos. No teníamos claro una línea, algo que quisiéramos perseguir o algo que fuéramos abordar constantemente en cada pieza, pero ahora que veo en retrospectiva durante estos nueve años, siempre hay algo de humor negro al que suelo tener cierta inclinación, y creo que este mismo se ha reflejado en varias de nuestras piezas. También hay una cuestión de crítica social y política, y siendo parte de la sociedad, me fijo en estas cosas que también me preocupan. En el caso de esta pieza, teníamos alrededor de dos años explorando cuestiones de movimiento, es decir, que todos los movimientos en la cotidianidad tienen que ver, o se podrían reducir a las acciones de empujar o jalar. Entonces, con diferentes partes del cuerpo empezamos a hacer una exploración y de ahí surgió esta idea de generar todo con el cuerpo, porque al utilizar otros recursos, como video, ayuda a expresar todo más fácil y no dejamos que la audiencia sienta o forme su propio criterio. Zuleima Burruel: Sí, hemos tenido una tendencia a esta cosa político-social de criticar sin ser directos, pero que muestra una preocupación por decir algo que es muy evidente, y que justamente para eso es el arte, pues es una herramienta que utilizamos para expresarnos a través del cuerpo. Sin embargo, Ocaso es diferente: se trabaja con algo más personal que le otorga al público esta posibilidad de conectar con la pieza de maneras diferentes. Tú vas a ver y quizá te encuentras en una situación si-

milar. Entonces te conectas de esta forma personal; pasas a identificarte con los bailarines en escena y regresas a casa con algo que te dejó la coreografía. ¿Cuál es la perspectiva que tienen sobre la danza contemporánea en Sonora? Zuleima Burruel: Siempre que vamos a un lugar fuera tratamos de ver mucha danza, porque nos interesa saber qué está pasando en otros lugares. No varía mucho, pero es curioso porque aquí hay más tiempo para crear. Entonces, los coreógrafos se toman tiempo durante los procesos, lo que hace que se le dé más peso a sus trabajos. Pero lo que siento que disminuye o que más cambia, es el público. La danza ha tenido una gran evolución pero el público no ha evolucionado con ella, no está preparado para recibir nuevas propuestas, quieren seguir viendo lo de antes. Eso es lo que siento que pasa en Sonora; que el público no se ha terminado de involucrar, es todo un proceso que tiene que avanzar en conjunto y quizá no hemos ido al mismo paso. ¿Qué propone Dédalo para acercar al público? Pedro Núñez: La danza tiene que ser una experiencia y una forma de comunicarse de individuo a individuo, tiene que plantear dudas. Tal vez la resistencia de la gente a la danza contemporánea es el problema. Muchas veces es más fácil echar la culpa a las instituciones y otorgarles esta responsabilidad de que ellas son las que tienen que generar público y no; como artista también se tiene que trabajar en ello.

Hemos tenido varias actividades y nos encontramos trabajando para aterrizar un proyecto de mostrar algunas piezas en escuelas, y después, de alguna u otra forma, hacer que los niños acudan al teatro y adquieran estas experiencias. Para ustedes, ¿qué es la danza? ¿Qué significa bailar? Zuleima Burruel: Es comunicar… Darle una opción a otra persona de saber que se puede expresar de diferentes formas. La danza es controlar tu cuerpo, y si lo sabes controlar, eso te da confianza, y a partir de ahí puedes hacer lo que quieras, eso te motiva. Todos deberíamos hacer danza, todos deberíamos bailar; no para dedicarte a ello, pero sí para tener confianza en ti mismo. Pedro Núñez: La danza me jaló porque vi las posibilidades que tenía mi cuerpo, vi cómo me cambió. Una de las razones por las que empecé a hacer coreografías era porque ahí encontré un medio de expresión para mí, para decir cómo me sentía o para presentar temas que quería tratar y dialogar sobre ellos. Cada pieza que he hecho la considero un diálogo de dos, el que está interpretando y el que está viendo: el espectador. Entonces, es un medio de expresión. Hay cosas que me cuesta trabajo decir o expresar en mi vida cotidiana, pero al momento de estar en un escenario, me quito estas cosas de estar pensando en mis deberes como adulto. Simplemente el estarme moviendo, el estar ejecutando, el estar haciendo y también al estar creando, formulamos temas para dialogar.

El Corpus y el vacío Edgar García Véjar

Comienzo mi intervención para este segundo día hablando un poco sobre el cuerpo como tema absoluto. La aseveración, compleja y simple al tiempo, pone sobre la mesa gran cantidad de posibilidades de manifestaciones para evidenciar esta máxima del arte vivo. La vida, la muerte, y cualquier otro pilar temático del arte pasan por el cuerpo (humano), el filtro único de nuestra percepción sensorial y consciente, el margen que nos une (y diferencia) al resto de las cosas. Aún si habláramos de un mundo sin cuerpos humanos, existe el cuerpo del resto de las cosas, y el corpus mismo que se compone de los fragmentos en que se disocia el mundo. El cuerpo, entonces, no sólo el humano, sino el de todo lo táctil e incluso de lo no definible por márgenes, vendría a ser todo aquello que es perceptible y por tanto, para nosotros que recibimos el mundo, resulta en absoluto por su presencia universal. ¿A qué viene esta introducción? La obra, El cuerpo vacío de 4x4, pareciera buscar una operación que ponga en evidencia tal aseveración, casi axiomática, en una escala adaptable para escenarios, y con una serie de elementos que adornan a la vez que ponen en jaque la delgada línea entre la cosificación y nuestra jerarquía como cuerpos humanos. Muestran además viñetas y relaciones que parecen personalizar tal operación, para darle tratamiento desde su mirada particular, desde la historia de sus cuerpos. Si lo logran, no lo sé, pero pude ver el constante intento de equiparar una suerte de esencia del espacio sonoro, espacio teatral (haciendo uso del escenario y la sala), y sus

cuerpos (los de los bailarines). Menciono estos últimos elementos porque son los que me parece que entraron a tal dinámica; había otros objetos en escena, como el vestuario, la luz, una chica que funcionó como tramoya y panelista, un discurso grabado que, aunque hace referencia a distintos cuerpos (de humanos y de cosas), hace aparecer de pronto, una serie de referencias e imágenes simbólicas que me parecieron difíciles de asociar con el resto de la pieza; estos últimos elementos, creo, aportaron poco en la tarea de mantener el vacío con el que se buscaba filtrar al resto de los complementos. Ese vacío que a ratos se adornaba de guiños, muecas y dibujos construidos con lucidez y fuerza, aunque con sospechosa precisión humorística, aludiendo más al gag que al improvisto. Ese vacío, que habría de funcionar como receptor y punto de partida para explayar la comunión de cuerpos en el escenario, se diluía entre el artefacto teatral, aunque se rescataba, y lo señalo porque me parece aplaudible, en los momentos de silencio, de calma. La obra resultó entretenida, fuerte, capaz de llevar distintos ritmos, pero extrañamente revestida. Creo que la pieza puede explotar la potencialidad del cuerpo, ya no como tema, sino como absoluto, en tanto se limpie el terreno para ampliar su posibilidad de abrirse y presentarse como un todo, o como un nada. Aplaudo el vigor de los intérpretes, deseándoles que encuentren el modo de que el cuerpo, sin más, brote de entre el remolino de voces que sostienen en su pieza.


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