LA Voz de Álamos, 26 de enero

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Instituto Sonorense

de

Cultura

La Voz de álamos Información desde los portales Vol. 4 Año 6 Álamos, Sonora, México

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26 de enero de 2015

FAOT 2015

TRES CONCIERTOS ESTELARES

Juan Arturo Brennan

L

a tercera jornada de la edición 2015 del Festival Alfonso Ortiz Tirado resultó particularmente rica e instructiva, con tres eventos estelares que, además del éxito de cada uno de ellos, presentaron una enorme diversidad de propuesta artística. A mediodía, en el Templo de la Purísima Concepción, se presentó el grupo argentino Chifladas Tango, un quinteto triplemente temerario y atrevido. Son cinco mujeres, dedicadas a un género musical que ha sido provincia tradicional de machos y que, además, siempre ha tenido una importante faceta misógina; evitan el instrumental tradicional del tango, omitiendo bandoneón, piano, violín, contrabajo, y se presentan con tres flautas y dos clarinetes; y por si ello fuera poco, proponen y ejecutan un programa que cubre un amplio rango de la historia tanguera, y dejan fuera a Ástor Piazzolla, cosa a la que pocos se atreven hoy día. Además de esta temeridad, resulta que las cinco ejecutantes de Chifladas Tango son muy buenas instrumentistas, que los arreglos de sus tangos, valses, milongas y boleros son bastante buenos, y que la presentación y desarrollo de su concierto son de gran sencillez y pulcritud. El repertorio, asimismo, muy instructivo, ya que junto a clásicos indiscutibles como El esquinazo, El choclo, Caminito y Por una cabeza, ofrecen tangos antiguos y modernos menos conocidos, para ilustración y deleite del público; el repertorio de este programa de Chifladas Tango incluyó tangos escritos por compositores cuyas cronologías cubren más de 120 años. En suma, una sesión de tango (complementada al final con Bésame mucho y Piel canela) muy entretenida y muy disfrutable, presentada por cinco mujeres argentinas muy profesionales, muy agradables y luminosas.

Por la noche, en el Palacio Municipal, la primera gala formal del FAOT 2015, a cargo de la notable soprano alemana Simone Kermes. De entrada, se le agradece el haber conformado un programa sin caramelos ni caballitos de batalla para públicos poco exigentes; por el contrario, su selección de arias (muy difíciles todas, por cierto) de Porpora, Mozart, Donizetti, Verdi y Bernstein devino en una lección muy completa de estilos y temperamentos musicales, todas ellas cantadas con lujo de técnica, afinación y expresividad. En la conferencia de prensa previa a su recital, Simone Kermes había anunciado que habría adrenalina y fuegos de artificio esta noche, y vaya que tuvo razón al decirlo. Además de ser una excelente soprano, es una actriz competente, atrevida y explosiva que no teme expresar cabalmente (aún sin el complemento teatral completo de una ópera) el significado profundo del texto más allá de las palabras, interactuando intensamente con el director, la orquesta y el público, sin por ello perder la concentración, la precisión ni la musicalidad. Fuera de programa, Simone Kermes interpretó sendas arias de Offenbach y Broschi (el hermano del castrato Farinelli) y se despidió con una delicada y conmovedora versión del aria Lascia ch’io pianga (’Deja que llore’) de la ópera Rinaldo de Händel, como muestra cabal del enorme registro musical y expresivo que maneja. Hacia el final de este magnífico recital, no faltó la voz discordante y plañidera que le pidió cantar ese enorme lugar común que es la multi-repetida Granada, a lo que Simone Kermes, afortunadamente, se negó. En lo que se refiere a la Filarmónica de Sonora, fue satisfactorio constatar los progreso que ha realizado desde su presentación en el FAOT 2014, así como el buen entendimiento que

tiene con su director titular, Christian Gohmer, músico inteligente y muy completo, que representa una de las vertientes importantes del relevo generacional en el ámbito de los podios de nuestras orquestas. Y para finalizar un día lleno de buena música, el Callejón del Templo recibió al cantante estadunidense Earl Thomas, importante exponente del blues contemporáneo, un blues que si bien está basado en la raíz profunda del género, se percibe como una propuesta actual y distinta. Me parece que ello se debe, sobre todo, a la combinación que Thomas hace del blues tradicional con algunos conceptos del rock, bien expresados tanto por él como por su banda, de formación rockera tradicional: guitarra, bajo, teclado y batería. Al escuchar el concierto de Earl Thomas quedó claro que, sin perder la esencia fundacional del blues, él prefiere una visión más extrovertida y optimista, menos triste y melancólica, que la del blues 100% tradicional. Cantó principalmente composiciones originales suyas, con algunas interpolaciones de grandes creadores del blues, y entre ellas me causó particular impresión una de las poquísimas canciones de blues que alcanzaron (allá en mis tiempos de adolescente) una difusión respetable en la radio comercial mexicana, la trágica Oda a Billy Joe, en una versión muy distinta a aquella, que era cantada por Bobbie Gentry. Parte de su espectáculo, muy bien recibida por el público, consistió en el tradicional descenso del escenario para la convivencia (y la selfie) con los asistentes. Ciertamente, el sabroso blues de Earl Thomas merecía una asistencia mayor a la que hubo esa noche en el Callejón del Templo.

2015 – 2


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