La Voz de Álamos, 28 de enero

Page 1

Instituto Sonorense

de

Cultura

La Voz de álamos Información desde los portales Vol. 6 Año 6 Álamos, Sonora, México

www.festivalortiztirado.gob.mx

28 de enero de 2015

A

Reseña de dos conciertos Quinteto Maculli y Noche de la Universidad de Sonora

Juan Arturo Brennan

la usanza tradicional, la parte medular de la programación de la quinta jornada del FAOT 2015 se inició a mediodía en el Templo de la Purísima Concepción, con uno más de los conciertos instrumentales que suelen ser la materia prima de esa sede. En esta ocasión, el grupo protagónico fue el Quinteto Macuilli (“cinco” en lengua náhuatl), que propuso un programa ciertamente atractivo conformado por música de teatro (Broadway) y de cine (Hollywood). Con su clásica dotación de flauta, oboe, clarinete, fagot y corno, el quinteto abordó partituras de gran atractivo para el público, provenientes de películas como El golpe, La novicia rebelde, El padrino, La lista de Schindler, La misión, Frozen, y obras de teatro musical como Los miserables, Cats y Evita, con un par de excursiones al mundo más académico de la ópera; la famosa Habanera de Carmen, de Bizet, y una selección de temas de Porgy y Bess, de Gershwin. De entrada se impone decir que las ejecuciones fueron de primer nivel gracias a la pericia individual de los miembros del Macuilli; de hecho, cuatro de ellos habían participado brillantemente en la noche de gala del día anterior como socios y cómplices del Cuarteto Latinoamericano. Sin embargo, el concierto no resultó un éxito total debido a una causa literalmente ajena a los intérpretes: mientras que algunos de los arreglos fueron de primer nivel (la música de Joplin, Morricone y Gershwin, por ejemplo), otros resultaron de apenas mediana calidad, llegando incluso a desvirtuar algunas de las cualidades originales de estas músicas conocidas, reconocidas y admiradas. Fuera de programa, el Quinteto Macuilli ofreció, con la misma eficacia con que ejecutó el resto del repertorio, atractivas piezas de Schifrin (Misión imposible) y Mancini (La pantera rosa), condimentados con un par de divertidos toques de humor escénico. Más allá de la diversa calidad de los arreglos, el concierto resultó muy satisfactorio, y en el contexto de una labor de conjunto muy estimable, destacó la presencia solista del oboísta Miguel Salazar en la interpretación de la conocida pieza El oboe de Gabriel, de la banda sonora de la película La misión. Por la noche, en el Palacio Municipal, se llevó a cabo la tradicional Noche de la Universidad de Sonora, uno de los eventos que, en lo personal, me resultan más esperados e interesantes en cada edición del Festival Alfonso Ortiz Tirado. En esta ocasión, el formato de la Noche de la Unison tuvo la singular característica de que contó con la presencia de cuatro sopranos, Rosa Dávila, Paulina González, Vianney Lagarda y Jessica Pacheco, en un variado recital con el acompañamiento de Héctor Acosta al piano. Al interés primordial de poder escuchar cuatro jóvenes voces de la misma tesitura, se añadió un programa de amplio espectro, que cubrió algunas áreas fundamentales de la historia de la música vocal, a través de compositores emblemáticos: la mélodie francesa representada por Poulenc y Fauré; el Lied alemán con Schubert; la canción italiana de concierto con Arditi; la ópera clásica con Mozart; la ópera del alto romanticismo con Strauss; el verismo con Puccini; el bel canto con Donizetti; la gran ópera francesa con Gounod; la opereta con Franz Léhar; la zarzuela con Serrano y Moreno Torroba; y para coronar esta variedad de repertorio, canciones latinoamericanas (en arreglos de Héctor Acosta) cantadas al final del programa por las cuatro sopranos. Faltaría tiempo y espacio para desgranar toda la música cantada esa noche por las cuatro jóvenes sopranos, pero sí es posible hacer algunas observaciones generales. Por ejemplo, que la probable abundancia de repertorio italiano en sus estudios pareciera cohibirlas un poco cuando de música en otros idiomas se trata. También, que como suele ocurrir en estas “presentaciones en sociedad” que son las Noches de la UNISON, iniciaron un poco tensas y preocupadas, pero para la segunda parte del programa ya estaban cantando con más aplomo y soltura. Paulina González entendió bien y supo comunicar el ambiente sonoro

sutil y un tanto decadente de la música de Poulenc. Rosa Dávila se mostró más segura y confiada en la música de Gounod que en la de Fauré. Parece claro que a Jessica Pacheco le queda bien el temperamento musical y dramático de la zarzuela, a juzgar por la convicción con que abordó la pieza de Serrano que le tocó cantar. En cuanto a Vianney Lagarda, hay que decir que a lo largo de la velada se mostró como la mejor actriz entre las cuatro sopranos programadas, asumiendo con frescura y naturalidad las exigencias escénicas (limitadas por tratarse de un recital) de los textos de Fauré, Arditi, Puccini y Léhar que abordo a lo largo del recital. Por cierto, las jóvenes sopranos afirmaron que el repertorio elegido para esta Noche de la Universidad de Sonora fue confeccionado básicamente por sus tutores, de acuerdo con el momento de desarrollo académico por el que está pasando cada una de ellas. Como siempre, asistir a esta Noche de la Unison resultó un placer especial por la oportunidad de atestiguar el estado de guardan estas jóvenes voces en pleno florecimiento, estas obras en proceso del ámbito de nuestros intérpretes de música vocal. La sesión musical hasta aquí reseñada fue precedida por la ceremonia de entrega del reconocimiento al Maestro Sonorense a Marybel Ferrales, comprometida tutora de varias generaciones de cantantes sonorenses, quien con evidente emoción retribuyó la cálida recepción del público cantando con potencia y convicción la canción Nunca digas, de Jorge del Moral. De una lógica impecable resultó el hecho de que este premio se le entregara a una maestra con esa trayectoria justamente la noche en que cantaron las cuatro jóvenes sopranos universitarias.


Información desde los portales

Vol. 6

La Voz de álamos

www.festivalortiztirado.gob.mx

MIÉRCOLES 28 de enero de 2015, Álamos, Sonora

A mitad del camino

Recuento de las noches de canto Carlos Sánchez

A

l alba despierta la ciudad. El gorjeo de las aves es síntoma de vida y marca la pauta para el retorno de actividad. Al calor de un café las palabras fluyen, las miradas auscultan. Los niños recorren el camino hacia la escuela. Álamos es una fiesta que inició el veintitrés de enero. Con el concierto del coterráneo Arturo Chacón, el Festival Alfonso Ortiz Tirado ofreció su primer canto. Vino al día siguiente la voz de Eugenia León. Narración constante de lo que somos, el rescate de compositores que hilvanan el repertorio de nuestro cancionero. Muchas voces a la par de Eugenia, quien recibió la Medalla Alfonso Ortiz Tirado. Al lado de ella, la Orquesta Filarmónica de Sonora y un convite a bailar al son de mambos. Y quiso el programa del FAOT que los espectadores viviéramos un domingo de impacto. Desde las dos de la tarde y hasta la media noche. Primero en el atrio del Templo de la Purísima Concepción, el quinteto de alientos Chifladas Tango vino a compartir su idiosincrasia, la cultura argentina, el rescate también de los protagonistas del tango y su historia. El mismo domingo, en Palacio Municipal, durante la noche de gala, Simone Kermes, soprano, soltó la voz, relajó su cabellera, bailó mientras las notas le acompañaban en su canto. Christian Gomher dirigió la orquesta, se acopló a la propuesta de Kermes; juntos armaron una ejecución perfecta. Al final de la noche de gala, en el Callejón del Templo, un río de voz se desbocó. Earl Thomas no sólo interpretó temas de blues, se repartió con honestidad contumaz. De un brinco se instaló en el pasillo del callejón, entre los espectadores cantó a capela. Recibió abrazos, como una ofrenda, la gratitud. Canto y baile. Combinación perfecta. Pero Thomas no se iría sin antes interpretar la canción de sus sueños, la que más le toca el corazón. La interpretó allí, sentado en proscenio, en torno de él, los espectadores le rodearon a similitud de una reunión de barrio, antes de que la noche arrebatara la oportunidad de la última canción. Cierre catártico en preámbulo de lunes. La jornada en su engranaje, y no parar hasta llegar al Mercado de Artesanías, allí donde la muestra culinaria, musical, es siempre un guiño que seduce. Aquí violines para crear sones. Golpes de extremidades que construyen baile, la reiteración de la cultura indígena, el pronunciamiento de lo que se es, a lo que se aspira seguir siendo. Ya picados y en la barra no falta la tortilla de garbanzo, mientras transcurre la otra canción. Un taco de carne con chile, o ya de plano un plato de wakabaki, ese platillo fuerte y tradicional. Martes y la ambientación callejera constante. Golpes a ritmo de objetos reciclados. Por la noche el reconocimiento a Marybel Ferrales. Allí mismo, en Palacio Municipal, Noche de la Universidad de Sonora y el talento novel de cuatro sopranos: Rosa Dávila, Paulina González, Vianey Lagarda y Jessica Pacheco. Colofón con Alejandro Filio. La inteligencia en el discurso acompañado de guitarra. A mitad del camino. FAOT una oferta que fluye. Ya se asoma el treintaidós.

Alejandro Filio

ofrece un concierto entrañable Por Astrid Arellano

Á

lamos, Sonora. Entre acorde y acorde, vamos acordándonos de las canciones; tomamos nuestras manos como escenario para existir, para cantar; se detiene el reloj sobre nosotros, la luna irrepetible nos mira desde arriba y se acomoda sobre el escenario para escuchar más de cerca. Alejandro Filio en el XXXI Festival Alfonso Ortiz Tirado 2015, ofreció un concierto entrañable y el Callejón del Templo lo sintió en sus muros, en sus piedras; inundado de gente. Los rasgueos de la guitarra surgían tenues, leves; luego desesperados, apasionados. La noche se volvió íntima; el trovador conversaba con cada uno como si se estuviera en un pequeño bar; su repertorio preparado pasó a segundo término cuando a partir de la cuarta canción, empezó a complacer con las peticiones de los viajeros que llegaron hasta este Pueblo Mágico para vivir este preciso y precioso instante.

Las canciones-historias nos hablaban de amor: de aquel que se le tiene a unos ojos verdes del color de la mañana; del amor a Hera caminando en la hierba, mutando de diosa a mujer; del amor a unos zapatos pegaditos a otros; del amor a unos brazos de sol; del amor a una madre que ya no está. Las canciones estaban allí, puestas a disposición del enamorado que las necesitara. Esas canciones también eran para los enamorados de su país; de los padres que despiertan a sus hijos cada mañana con la intención de convertirlos en mejores mexicanos de lo que ellos son; de la esperanza y la paz que nacen al cantarle a México; de la importancia de las canciones y los sueños, porque son más fuertes que lo que nos mentirán, “porque los buenos somos más”. Y es que no importa que digan que está trillado hablar de amor, y mucho menos, cantarle.

Festival Cultural Alfonso Ortiz Tirado 2015


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.