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9 de agosto 2018 Colabora en el Fanzine. Escríbenos al correo medios@isc.gob.mx

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Edición: Alejandra Olay Coedición: Marreyna Arias Diseño: Argelia Juárez Fotografía: Juan Casanova

RAFAEL EVANS

DESDE EL TEATRO GRITARLO TODO: ESA CRUELDAD QUE EL DESIERTO DESCUBRE L. Carlos Sánchez Hace rato que se manifiestan desde la independencia. Su nombre lo rubrica. Colectivo Independiente Punto Tres. Hace un buen que con su trabajo amplían el mapa de la escena en nuestro estado. Son de Obregón. Y hacen teatro. De la mano de Rafael Evans, esta compañía, que recientemente han sido acreedora del Programa Nacional de Teatro Escolar, se nos asoma cuas incansable. Una puesta y otra más y más. Constancia y rigor. Dice la raza, los de la comunidad teatral, que los del Colectivo están haciendo cosas muy chilas. Intervienen espacios, forman a chavos (en este caso su más reciente trabajo fue con niños de la etnia yaqui), acuden a comunidades y hacen comunidad. Desde la escena. Hoy les toca al Colectivo participar en la Muestra Estatal de Teatro 2018, con el montaje Ser o no serlo o el arte de la crueldad bajo la mano de Shakespeare. Este es un trabajo que se gestó en el contexto de Lunas de Urano, que dirige la maestra Hilda Valencia en su colectivo Andamios Teatro. Y esta es una conversación con Rafael Evans, sobre la puesta:

--Teatro desde cualquier lugar del mundo. Y bien hecho. Lo digo pensando en tu tierra, el Obregón, Sonora.

--Rafael, la propuesta es un volver al origen, al teatro de carpa, esa es la impresión que me da. Cuéntame la premisa, el punto de partida, los por qué.

--Todas las lecturas que tuviste que pasar para llegar a la construcción de este texto. ¿Cuándo empezaron, cómo fue?

--El punto de partida es hablar de la violencia, hablar desde cualquier tiempo, desde cualquier búsqueda, de esa violencia que vemos todos los días aparecer en nuestra ciudad. Entre metáforas y estos emblemáticos villanos de los clásicos de Shakespeare se construyó Ser o no serlo, o el arte de la crueldad bajo la mano de Shakespeare, que me ha hecho ir y venir en reflexiones, en textos, en una investigación profunda al comportamiento de la crueldad, de esa crueldad que respiramos todos los días, esa crueldad que el desierto descubre. Este proyecto nació en el festival Las Lunas de Urano de nuestros amigos de Andamios Teatro, teatro clásico como germen, el teatro clásico con una mirada de nuestros tiempos. --¿Cómo se logra hacer un equipo de estas magnitudes, con estos actores? --Es un equipo entregado, amoroso, comprometido con el conflicto. Aranza kawaminami, Juan Estrada, Daniel Iván campos, Samhir Avendaño, Gustavo Ballesteros y Heben-Ezer Bobadilla me acompañan en este viaje que nos encanta hacer, hablar de nuestro contexto. También estoy seguro son personas que están comprometidos con nuestra ciudad, con esta construcción que apela a la rebeldía, a romper con las convenciones y la intervención de un clásico a manera de robo.

--O Teatro para el mundo, en este mundo que nos ha tocado enfrentar con la bandera del teatro, siempre desde el teatro gritarlo todo, incendiar las conciencias, abrazar las mentes y estrujar corazones. El teatro en Obregón es esperanzador y desde esa esperanza se lanzan nuestras creaciones. --¿Qué significa estar en la Muestra Estatal de Teatro? --Para Aranza es un sueño, para Daniel una responsabilidad, para Juan un reto y para Samhir es una nueva aventura. Para mí es una fiesta, un encuentro entre creadores, la posibilidad de escuchar otros lenguajes, otras formas, otros modos. La muestra estatal este año, es muy variada, es el esfuerzo de muchos y la motivación de otros tantos. La competencia entre grupos es una excusa, la verdadera competencia está en unirnos para formar públicos.

--Muchas lecturas, sobre todo el regreso a los clásicos, después me saturé de referencias filosóficas, estadísticas sociológicas y una cantidad de posturas ideológicas sobre este autor que en la escuela veneramos. --En esta obra existe la irreverencia sobre los clásicos, sin ser ofensivo ni irrespetuoso, la irreverencia sobre ti mismo. ¿Por qué y para qué? --La irreverencia es un axioma en este proceso. Ser irreverente con poesía, con datos de mi contexto, con voces de hoy es lo que me toca, es lo que tengo que hacer, no puedo dejar de hablar de un clásico que sigue prediciendo, que me sigue conmoviendo aún en el contexto “metálico bala” en el que habito.


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LA LOCURA DE UN GEMIDO QUE ES PECADO Por L. Carlos Sánchez Es cuando la mente hace lo suyo. Encuentra veredas y se instala en ese rincón al que llamamos locura. Debe ser la inteligente protección. La resiliencia. Porque si la emoción se hace añicos, ¿qué nos queda por hacer? Huir de los otros. Acompañarse de los objetos que son recuerdo. Significado de lo que más se aprecia. Porque cada uno de los recuerdos representan la vida. El latido más trascendente. Hay en una caja una nota de periódico. Los años que son historia. Las fotografías que implican la pasión por el cine. Un arcoíris metafóricamente aprehendido para siempre. Monalisa es la obra que se presentó el miércoles por la noche, en contexto de la Muestra Estatal de Teatro Sonora 2018. Nos congregamos allí, en el Teatro de Casa de la Cultura, de Hermosillo. Acudimos al encuentro con la locura y sus motivos. El más puntual: la desolación. Roberto Corella, autor de la obra, y Paquita Esquer, los actores de esta puesta, bajo la dirección de Rennier Piñero, nos exponen a dos personajes por demás complejos. La complejidad que les construyen los dolores. Uno, el del personaje varón, que es un taxista, tiene como argumento para la desgracia la desaparición de su hijo, un chavo de veintidós años víctima del tsunami que es la desaparición forzada, puesta de moda en esta era. Y desde siempre. Ella, la mujer cuyo apellido es misterio, nos revela con su mirada el aullido interior que le quema las entrañas, todo esto a partir de la represión, el desamor, el abandono. La infancia y sus tormentas de una cultura social por demás engreída y mezquina que se nos advierte eterna. Que desgracia. La palabra es un vehículo toral en esta puesta. Porque de ahí emerge todo. La historia desde la mirada del dramaturgo, lo que nos quiere decir y los por qué. Siempre anteponiendo el compromiso social, atisbo de lo más íntimo, lo que ocurre dentro de la emoción. Lo dicen con los cuerpos, con la voz, con las miradas, porque actuar es un oficio. En cada frase un ay nos desgarra, nos advierte, nos cuestiona. ¿De qué estamos hechos? De pronto la narrativa se nos revela como una novela, en cada frase un capítulo que nos eriza los sentidos. En el ir y venir de la historia que nos cuentan, a veces en diálogos, la mayoría en monólogos, recurrimos también a la historia nuestra, esa, por ejemplo, donde una gallina representa el acto más cruel, paradójicamente con su muerte se convierte en el alimento de la familia. “Pero la gallina aun sin cabeza no deja de moverse”. Elocuente, contundente. La infancia una y otra vez. El destierro. Los temores. La sociedad y sus pestes de sí mismas en cuyas acciones refrenda la capacidad de perturbar al otro por cómo es. La diferencia que irrita, porque no se conduce bajo el molde establecido. Porque los parámetros de gente bien no se cumplen. Sin esposo, sin hijos. ¿Quién es ella, qué hará en su casa de puertas y ventanas cerradas? El dolor punza en las sienes. La ausencia del hijo que de la nada desaparece, es un pasaje siempre abyecto. El móvil para desenfundar y apagar las vidas de quienes se supone están para protegernos. Luego vendrán las consecuencias. Aparte de la irrefrenable pena, la otra pena que significa condena y se llama cárcel. Porque se busca lo que se ama. Porque la impotencia es un impulso. Y matar.

Estuvimos allí. Llenándonos de historias. Vimos y sentimos la poética existencia del placer y su represión. Un gemido que es pecado. Aprendido y dicho mil veces. Los dedos de un ciego que auscultan la vida en la entrepierna de una niña. Sin violencia, con inocencia en ambos. Descubriéndose. El ciego, al que me lo llevo puesto en la imaginación. Con su cigarro siempre encendido, con su cuerpo ardiendo, con la incomprensión y el dedo que lo señala. Porque es un ciego que solo sirve para quebrar leña. Paquita Esquer algo tiene en la mirada que nos hace estremecer. Con habilidad, con pasión, hunde sus entrañas en el personaje. Los hace emerger en medio del escenario. Y no nos queda más que conmovernos y lamentarnos de la historia que es infancia, lo que hizo desencadenar en la locura, en la acumulación de objetos como lo más preciado de su existencia. El temor que funda la lejanía del amor, la lejanía del abrazo. La inseguridad que construyen esas frases como demonios y con las cuales le perturbaron la inocencia. “El placer es malo. Lo único bueno es trabajar”. El recuerdo que habita en los objetos cuando no se tiene con quién compartir, con quién dialogar. Otra vez cerraré un texto sin haber dicho toda la conmoción que me causa una puesta en escena, en este caso la de Monalisa. Porque se me quedan las palabras clavadas en el pecho, porque jamás completaré una cuartilla perfecta. Solo debo escribir a manera de aclaración y antes del punto final, que ese gobernante al que se hace referencia en la obra, y que es el responsable de la muerte de cuarentainueve niños, que no, no ha pagado por sus acciones, por sus infamias. En la puesta el personaje que es taxista lo grita a los cuatro vientos, como un acto de sanación. Pero no, ese gobernante no ha pagado su acto de crueldad. Y este acto de crueldad, es también el móvil para la mayor desolación de ella, la siempre desgarrada y desgarradora Monalisa.

GOZO Y SUFRIMIENTO EN ESCENA Por Marreyna Arias Actor, maestro y director escénico, Vicente Benítez es egresado de la primera generación de la Licenciatura en Artes, opción Teatro de la Universidad de Sonora. Su interés con adentrarse en las diferentes etapas del ser humano lo ha llevo a trabajar con niñas, niños, jóvenes y adultos en la Universidad de Sonora, CESUES y CEDART. Ha dirigido Las Criadas, Moby Poeta Ballena, Los negros pájaros del adiós, La casa de Bernarda Alba, entre muchas otras. Por tercera ocasión expone su trabajo en la Muestra Estatal de Teatro Sonora, este año presenta En la boca del lobo de la autora contemporánea Bárbara Colio. Platícanos de la obra En la boca del lobo Son tres imitadoras de cabaret, dos de ellas muy experimentadas y tienen una catarsis con la llegada de la nueva trabajadora que debuta una noche en el lugar; la obra presenta todas las situaciones y circunstancias, con un enfoque de degradación en todos los sentidos ¿Cuál es la trayectoria de la Compañía teatral del Sótano? Nuestra primera obra fue Las cridas, que por cierto, participó también en la Muestra cuando todavía no se seleccionaba para ir a representar a Sonora; luego hicimos una obra para adolescentes que se llama Mobye poeta ballena, y este es nuestro tercer montaje. ¿Cómo se conforma? Este grupo está integrado en su mayoría por egresados de los Talleres libres de la Unison, trabajamos con diferentes textos y ahorita nuestro interés es enfocarnos en textos contemporáneos. Como director ¿Qué temas te interesan? Temas muy actuales para que el público se pueda conectar como creadores escénicos, historias humanas, muy realistas. Me gusta trabajar para todas las generaciones, infancia, adolescentes y adultos, porque para mí es importante trabajar con todas las etapas del ser humano. ¿Por qué elegiste este texto? Yo ya había leído la obra, cuando empezamos a trabajar y al ver que eran puras mujeres en el grupo hice una selección donde la incluí y se la presenté a las actrices, pero ellas la seleccionaron. ¿Cómo te sientes trabajando con ellas? Desde que estaba en la licenciatura trabaje con puras mujeres, se dio la casualidad de quedar con puras compañeras (ríe), entonces me resulta fácil

trabajar con ellas, yo espero que a ellas también les sea fácil trabajar conmigo, estamos conformando un buen equipo, creo que nos comunicamos bien y vamos persiguiendo el mismo objetivo. Eres parte de la primera generación de la Licenciatura en Artes, esto implica una nueva generación de trabajo ¿Qué responsabilidad ha implicado? De repente sí me lo han hecho sentir, el ser egresado de la primera generación marca, incluso a los compañeros que han egresado de las otras generaciones: se tiene que mejorar el arte escénico en Sonora, porque se supone que para eso existe una licenciatura para generar profesionales del teatro y debemos estar más comprometidos. Para mí sí significa un compromiso, sí una responsabilidad, pero trato de no sentirlo como tal, porque a lo mejor al estar preocupado nos podemos perder esta parte de que hay que disfrutar. ¿Qué implica para ti el escenario? Es un tanto contradictorio, hay una dualidad, los artistas en general lo sufrimos y lo disfrutamos, porque querámoslo o no, en nuestro trabajo sí recibimos una retroalimentación, en este caso del público, y lo hacemos enfocados a recibir buena respuesta; entonces este proceso que vamos viviendo, en la creación de una obra de teatro, se vuelve una especie de sufrimiento pero al mismo tiempo un gozo. ¿Qué esperas esta tarde? Que en este escenario (Teatro íntimo), estemos en este camerino, que las actrices estén en La boca del lobo y que el público puedan conectar con Mina, Lucrecia y Amparano, para que vean que estos seres humanos, que independientemente de la profesión que tengan, buscan al igual que todos la felicidad. Ellas disfrutan trabajar en el cabaret pero al mismo tiempo se vuelve un sufrimiento, y como ellas dicen “No te metas a La boca del lobo porque…cuidado”.

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