Danzine 5 de abril

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danzine Publicación de Un Desierto para la Danza

Vol 2

=6

Hermosillo, Sonora, México

www.undesiertoparaladanza.gob.mx

05 de abril de 2014

=MUERTE DEL AUTOR =DANZA LIMINAL

E Hayde Lachino

l problema con la danza es que, con bastante más frecuencia de la que sería deseable, se le consigna al limitado lugar del espectáculo, un ámbito en donde hay que “deslumbrar”, “conmover”, “entretener” a espectadores cómodamente arrellanados en sus asientos. La danza también es un arte que participa del pensamiento contemporáneo, en todo caso después de Marcel Duchamp y Merce Cunningham hay formas de pensar la escritura coreográfica que nada tienen que ver con las formas que la tradición tiene como válidas. Tener que afirmar esto una y otra vez resulta lamentable. En México constantemente hay que defender el derecho de los coreógrafos a la experimentación, a la validez de esa danza que se coloca en zonas liminales, en donde las obras se aproximan al performance, a las artes visuales y que por lo mismo, exige de los creadores un vasto conocimiento de lo que hoy ocurre en diversas disciplinas. Quien exige que la danza “divierta”, “emocione” o “cuente historias”, reduce posibilidades y de hecho se coloca en un lugar reaccionario, pues la nuevas formas en el arte obligan a la construcción de nuevas percepciones, con lo cual otros conocimientos del mundo aparecen y con ello pedagogías y políticas nuevas son posibles; en todo caso la experiencia estética es el libre juego de las facultades, nos dice Kant, esto es, un lugar en donde la razón es también convocada. El arte no sólo atiende a la contemplación de lo bello, sino también a formas cognitivas, que también generan conocimiento. Con la muerte del autor, aparece la potencia de la escritura y en este acto el lector (yo digo espectador) vuelve a su lugar: aquel en donde se participa activamente del acto creativo, completando el signo, así reflexiona Roland Barthes para incitar a una nueva relación con la escritura que permita salir de un arte que se despliega de forma horizontal, en el transcurrir de una anécdota, una querer decir del autor, para ir al encuentro de una escritura vertical, que profundiza y penetra a través de capas y capas de significación. =6 es una ejemplo de una pieza que en sí misma es una investigación puntual en torno al espacio, una suerte de “cuaderno de artista” en donde Benito González investiga la profundidad del espacio. En un gesto que se repite una y otra vez, cualquier mínima variación permite percibir las posibilidades del espacio, el carácter móvil del mismo. El espacio vacío en la escena es abordado como la página en blanco, sobre ella se ejerce una escritura rigurosa con claras formalizaciones, de eso se trata la escritura coreográfica: formalizaciones de usos del espacio, del tiempo y del movimiento. Sólo que mientras el artista plástico realiza sus apuntes en un cuaderno, el coreógrafo lo hace en el escenario. Un cuaderno de artista es el lugar en donde éste plasma sus inquietudes estéticas, es una zona de preguntas, de investigación sobre la materia del arte. Aquí se trata de una escritura obsesiva, en donde el autor se diluye, ya no hay un algo que decir en sentido transitivo, como nos dice Barthes, ya no hay un algo que el espectador debe decodificar, un largo camino que va de la zona de butacas, cruza la escena y llega hasta el autor; no, aquí la escritura está desnuda de todo artificio, es escritura coreográfica sin más. =6 se coloca en un terreno absolutamente contemporáneo, que dialoga con diversas corrientes de pensamiento estético.


Hermosillo, Sonora, México

danzine

04 de abril de 2014 Foto: Juan Casanova / Diseño: Argelia Juárez / Corrección: Rosy Orozco

Carlos Sánchez

=6 La rutina: acontecimiento inevitable que tantas veces me ha provocado mirarme los botones de la camisa. Anoche me ocurrió de nuevo.

MIRAR PARA ENCONTRAR

Vol 2.

Coordinación: Doris Arenas / Edición: Carlos Sánchez

C

omo en la literatura. En esa plaza y bajo ese árbol. Con ese libro. La lectura en la mirada y la búsqueda de respuestas. Leemos para acompañarnos, para no estar solos. Leemos para encontrar. Miramos para encontrar.

Mirar la danza tiene sus riesgos. Los asumo. Y me asomo cada vez a Un Desierto para la Danza con el deseo de encontrar. De que las propuestas sobre el escenario me generen preguntas. Para no dejar que la mente me lleve a temas que me hostigan. Como el tema de la violencia, por ejemplo. Inevitable este acontecimiento permanente que me subyuga. La violencia Inevitable porque apenas asomar los ojos sobre los bailarines y a la rutina presente. Y el viaje, la lectura de lo que uno observa como arte, es a partir de las obsesiones, la formación, la infancia siempre presente. Entonces allí el hostigamiento, el acoso, la convocatoria para hacerme la introspección, el sonsonete de aquellas palabras machacando el rumbo hacia la excelencia como persona, lo que luego supe nunca quise ser. La pulcritud en el vestuario, la insistencia en la construcción del movimiento acorde, el ensamble perfecto, los zapatos nuevos. Esa gota de agua en la piedra que de tanto tiempo acaba por perforar. Así mi historia ante =6. Sumergido en el dejarme llevar, en el querer encontrar, la necesidad angustiante de siempre intentar entender, no, más bien siempre intentar sentir. Estuve allí, esperando la sorpresa, el golpe de música que como un baldazo de agua me encendiera los sentidos. Estuve allí mirando cómo un zancudo o dos o tres de pronto también construían una coreografía. La repetición me llevó al letargo, a entender y saber que las rutinas estarán presentes por siempre en la vida. La rutina: acontecimiento inevitable que tantas veces me ha provocado mirarme los botones de la camisa. Anoche me ocurrió de nuevo. =6 me trasladó otra vez a la búsqueda de pulcritud, a la insistencia de ese discurso social: “Hágalo bien, déjese ahí, no se dé por vencido, persevera y verás, la gente de bien, inténtalo de nuevo, inténtalo de nuevo. Ya me aprendí las tablas de multiplicar. Me salen de corridito y de memoria”. Hoy desperté pensando en que anoche hubo danza. Y que en mis sueños de ojos abiertos pude ver a un grupo de muchachos vestidos de pingüinos intentando provocar, queriendo ser la ruptura de una coreografía repetitiva en la cual los bailarines ejercieron con zapatos nuevos. No sé por qué al salir del teatro en mi mente me rondó constante esta frase: “La mentira repetida mil veces se convierte en verdad”.

BAILAR EN EL DESIERTO Heriberto Duarte Rosas

Nicolás Rivera es actor de profesión. Ha participado en varios montajes y actualmente prepara un monólogo. Está en una constante búsqueda y exploración de nuevas alternativas, en este caso, la pieza de la segunda noche de Un Desierto para la Danza. =6, una coreografía de Benito González. --¿Cuál fue tu sentir esta noche? --Bien, todo un proceso de dos meses de ensayos, parece que la gente lo recibió bien. Pensé que mucha gente se iba a salir, pero no. --¿Con qué te quedas? --Pues muchas interrogantes por la pieza; la propuesta aún no la entiendo o no la termino de entender. Fue un proceso de ir aprendiendo secuencias, pero como intérprete me quedo en que nosotros no tuvimos la exploración de llegar a ciertas secuencias porque fue una pieza que originalmente se montó con la gente del Centro de Producción de

Danza Contemporánea (CEPRODAC), en el Distrito Federal. Entonces, ellos sí tuvieron todo el proceso de laboratorio y de exploración. --¿Qué significa bailar en el desierto? --Es muy gratificante, muy emocionante. No soy bailarín, he tomado algunas clases por la licenciatura que estudié, pero soy más actor. Es muy emocionante, nunca lo había hecho en un festival tan grande. Nicolás es egresado de la Universidad de Sonora, donde hoy en día labora como responsable del foro como iluminador y sonido. También desempeña un puesto en el Instituto Municipal de Cultura, Arte y Turismo (IMCATUR). Manifiesta sentirse muy bien tanto en la danza como en el teatro. Afirma que están muy ligadas, ya que en la danza contemporánea hay teatro y en el teatro hay danza.

UN DESIERTO PARA LA DANZA 2014

--¿Por qué en las artes? --Entré a licenciatura sin haber visto una sola obra de teatro. Tenía una inquietud muy grande, que no la había llenado con ninguna otra cosa que había hecho. Había intentado estudiar comunicación, matemáticas, medicina; estuve en una escuela militar, busqué varias opciones. Pero siempre tenía una inquietud. Veía cine, sobre todo siempre me llamó la atención y veía cosas que me dejaban y me aportaban algo. Y no me decidía. Pensaba: no voy a ganar dinero, no voy a hacer nada más. Y un día me animé, hice el examen, quedé, pasaron los años y aquí estoy picando piedra. --¿A dónde consideras va el Desierto para la Danza? --Ya son veintidós años del Desierto, lo que es muy importante. Creo que Hermosillo, que Sonora se enriquece mucho con este tipo de festivales. Nos da proyección a nivel nacional e internacional; pocos lugares tienen festivales que duran tanto y que son de calidad.


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