Danzine 7

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danzine Publicación de Un Desierto para la Danza

Vol. 7

Hermosillo, Sonora, México

ISCsonora

22 de abril de 2015

www.undesiertoparaladanza.gob.mx

Traducir las emociones del cuerpo

Heriberto Duarte Rosas

L

a intervención fuera del teatro es de Foco alAire producciones, dirigidos por Marcela Sánchez Mota y Octavio Zeivy. El contexto es Un Desierto para la Danza, edición 23. La presentación es: LOStheULTRAMAR, una apuesta grande a que el cuerpo comunique sin algarabía, rostros cambiantes de expresión, de la carcajada al llanto, de la indiferencia al coraje. Edgar Espinoza, intérprete creativo de Foco alAire producciones, comparte un poco más acerca de la obra: --¿Cuál es el proceso de construcción para llegar a lo que hoy presentan? Fue hace ya algún tiempo, fue pensado para el premio de

danza INBA-UAM, que se ganó con esta pieza, en 2013. A partir de ahí la obra empieza a crecer en formato, en un principio era de veinte minutos, después se alargó a cincuenta, luego en un formato de más de una hora, hasta llegar a hacer versiones de diez, quince minutos. La idea es que la obra se presente en la calle, en espacios públicos o alternativos, muy pocas veces se ha presentado en teatro. --¿Cómo se logra llegar al personaje de la puesta? Partimos desde un proceso que es una técnica de teatro que se llama máscara corporal, que más que nada se basa en traducir las emociones del cuerpo a la expresión corporal, es esto y el rostro. La obra también está impreg-

nada de cuestiones sociales, políticas y sobre todo humanas, es el ser humano en la actualidad; el ser humano contenido, con toda esta cargas de emociones que nunca explotan. Te hablo un poco del vestuario: son todas estas cosas que llevamos impuestas, de la sociedad, de la política y que cada vez nos van oprimiendo más. --¿La música? Un trabajo de edición del maestro Octavio Zeivy, captura en un principio la Chicha, una música psicodélica muy bonita, me parece que del Perú, la idea es que sea repetitiva. Danza para todos en Un Desierto para la Danza 2015 (16 al 25 de abril).

Una margarita brotó en el Desierto Astrid Arellano

A

l salir de la función nocturna del martes en Un Desierto para la Danza, nos encontramos en una banca de la Universidad de Sonora. Luisa Castro, la que regresa y brota en el escenario, la que extiende sus raíces y se alisa los pétalos, transmutada en una inmarcesible margarita, nos cuenta: --Sabemos que te dedicas a la docencia y que dejaste el escenario por un rato; hoy regresas con Margarita danza aquí, ¿qué es lo que sientes al estar de vuelta? A la docencia me he dedicado desde hace mucho rato, siempre he estado de alguna manera u otra en la docencia, me encanta enseñar. También he estado en la gestoría cultural un buen rato, y sí, estuve bailando bastante durante una larga etapa de mi vida; ahora surge esto con David Barrón, que en realidad es un trabajo que teníamos juntos desde hace rato, y que por una razón u otra no se había podido estrenar. Se dieron las circunstancias ahora y pues yo encantada de la vida de volver a trabajar con David, yo pienso que no he dejado de trabajar con él, siempre estamos en contacto. Y bueno, estoy encantada de pisar el escenario del Desierto.

--¿Ya te hacía falta regresar a bailar? No precisamente que me hiciera falta, porque de alguna manera he estado presente en escenarios, tal vez no en un escenario como un foro de la manera tradicional, un teatro. Pero sí de otras maneras, a partir de performances, de intervenciones o también a través de mis alumnos, a través de la gente con la que he trabajado. Sí lo extraño, extraño el nervio, o esa pequeña ansiedad que te da cuando ya sucede algo así, que de repente crea una expectativa, un anuncio de que vas a bailar, de que la gente te está esperando; eso es lo que yo creo que me da nervio, pero no es el nervio lo que extrañaba. En verdad estoy muy contenta de regresar. --Dicen que cuando dejas de sentir nervios o esa cosquillita, es cuando debes de abandonar lo que haces, ¿no? Pues no sé, pero yo creo que siempre hay un sentir, no sé si sea nervio o qué, pero hay un sentir por estar ahí, estar pisando y hablando con la gente de algún modo, hablando con tu cuerpo, hablando con tu mirada, hablando con lo que tú eres, con tu presencia. Entonces, llámese nervio, llámese una ansiedad, llámese una emoción, lo puedes llamar de muchas maneras pero yo creo que siempre hay algo.

--Háblanos de Margarita danza aquí, ¿qué vamos a ver más tarde? Margarita danza aquí es el nombre del proyecto de David, podríamos decir que es su grupo, pero en realidad es el proyecto en el que él invita a personas para trabajar, es su manera de expresarse por medio del movimiento. Lo que van a ver, somos Claudia Carrillo, Zahaira Santacruz, y yo, Luisa Castro, con varias versiones de las “margaritas” que David ha creado. No somos las únicas tres margaritas, como él nos llama, hay varias más. David ha estado trabajando en diversas partes del país, con más gente aquí en Sonora, y para esta ocasión, recientemente estuvo trabajando con nosotras y decidió hacer esta serie de margaritas. Podría ser una serie más larga, podría ser más corta, pero decidió que estas tres margaritas eran las que iba a poner aquí en el escenario. -¿Qué margarita te toca interpretar? Me gustaría que la gente lo viniera a descubrir, pero es una margarita que está viviendo determinada etapa de su vida. Digamos que es una margarita que tiene más experiencia, o que ha pasado por varias cosas en la vida, y que está viviendo esa etapa en la que se da cuenta de qué cosas vivió.


Vol. 7

Hermosillo, Sonora, México

Coordinación: Doris Arenas / Edición: Carlos Sánchez

danzine

22 de abril de 2015 Diseño: Argelia Juárez / Corrección: Rosy Orozco / Fotos: Juan Casanova

Magdalena Frías

espíritu de época

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Acerca de Cuatro modulaciones sobre degradación

Cuatro filtros sin filtro

Edgar García Véjar

l Desierto de este año hizo una apuesta llamativa y que debe aplaudirse: abrir sus puertas a los que, con su visión, dan pie a que la coreografía continúe desarrollándose con fuerza en nuestro estado. Cuatro jóvenes coreógrafos con posturas y personalidades muy particulares, trabajaron bajo un mismo concepto y acabaron por unir sus piezas en un despliegue de luz y sombra, que dejó asomar el trabajo colaborativo, pero sobre todo su visión individual. Cuatro coreografías con líneas de investigación propias dieron paso a un programa que, bajo parámetros conceptuales y estéticos similares, nos mostró los contrastes entre la manera de trabajar que tiene cada uno. La propuesta, atrevida y libre, dejó ver cómo cuatro piezas trataban de colaborar, de encontrar un ritmo funcional para todas, y alentar la fluidez de las diversas muestras de energía que sobre la escena se desdoblaron, una tras otra. Se pudo apreciar un viaje sutil entre la repetición, la acumulación de acciones emotivas, trazos definidos en función del concepto, colaboración y ritmos anclados al escucha, degradación tras cuatro filtros coreográficos. Personalmente, creo que el hecho de unirlas no como una misma pieza (pues no fue lo que ocurrió), pero sí en un mismo espacio que les relacionaba en gran medida, así fuera o no la intención, afectó la solidez que cada obra presentaba por sí misma, dándonos el efecto de fragmentación, como si aquellas fueran porciones de trabajos que en conjunto intentaban lograr algo, pero individualmente tienen caminos aún muy largos que recorrer en su desarrollo. Me parece entonces que se debió invertir más trabajo en la conjunción de las ideas, para lograr que estas funcionaran como grupo, más allá de si la degradación era su punto de partida, pues como resultado nos mostraron abiertamente sus inquietudes coreográficas personales, sus maneras de resolver ese ejercicio al que fueron expuestos. El programa tuvo una carencia de puntos de contraste en cuestión de energía, aunque los intérpretes lograron transitar de un ambiente a otro según la exigencia de la pieza en turno. La progresión de sus estados, y su soporte para que las piezas se mantuvieran, son de notarse, y se aplaude que lograran llevar a cabo ese tránsito entre ideas, formas y particularidades creativas. Sin duda, el desarrollo de estas piezas da para mucho material, y seguramente generará inquietudes entre sus creadores que siguen hacia una solidez en sus trayectorias coreográficas. Lograron de momento abrir un espacio para la conjunción de opiniones y la entrada de nuevas voces al escenario, con una edificación nacida desde su enfoque, fresco, latente, prometedor.

Una noche gris:

Magdalena Frías

C

uatro modulaciones sobre degradación se presentó en el Centro de las Artes, un espacio abierto que permite un encuentro más directo entre intérprete y espectador. Incluso los ángulos para mirar cobran dinamismo. En ese espacio expuesto hay cierta igualdad. Si llevamos la degradación fuera del teatro se interponen ante nosotros varios significados, desde la realidad orgánica hasta la espiritual, que nos evoca las circunstancias de un espíritu de época y su sentido se hace extensivo a las cosas para revestirlas de cierto tono despectivo. En la ejecución se integran movimientos del cotidiano bajo esta premisa y, así, se entretejen motivos visuales que llevan al cuerpo a mostrarse alterado, cortado, torcido, desequilibrado. La repetición es otro recurso de esta misma circunstancia. Ya a principios del siglo XX, Baudelaire nos hablaba del spleen: “el Tedio anegado de un llanto involuntario”, esa melancolía existencial sin causa aparente que permea a los individuos como una situación natural al desmejoramiento del mundo y sus especies. En Cuatro modulaciones

sobre degradación este “fenómeno del espíritu” se apodera en su totalidad de la escena y se agota, se explota, no hay variaciones. La obra parece tener cuatro momentos unidos por esta degradación, pero sin diferenciaciones porque se ubican en una lógica que se desgasta. Estos detalles provocan que haya cierta disgregación, y que la escena se torne repetitiva en su ánimo, un tanto pesada en las transiciones de un motivo a otro. Por otra parte, logra imágenes inquietantes y la atmósfera es creada por los colores y reproducción en serie que se imbrica con las masas, es decir, la duplicación bajo la lógica de la generación de una tendencia en su pretensión global. Estas situaciones se muestran dicotómicas: por una parte, tenemos un recurso que unifica la escena, y por otra, unas escenas que exponen cierta falta de integración total atenuada precisamente por tal repetición. Con espíritu de época nos referimos a un ánimo cuya presencia se extiende a cómo los sujetos artistas asimilan su contexto y lo escenifican. Cabe preguntarnos, cuál fue la labor de construcción que los coreógrafos sonorenses nos presentaron, porque en la realización efectiva de la coreografía hubo elementos que no llevaron a la resignificación de esa degradación. Tuvo aciertos, la inclusión de los intérpretes al primer cuadro, las figuras creadas en el último y su confrontación simbólica contra la pared, y la interacción de dos intérpretes cuando se enfrentan como en un diario reunirse y desencontrarse, con esa melancolía que le viene natural al olvido y la desolación, asimismo, la unificación de los integrantes en un color neutral: el gris. Como espacio de exploración y de intercambio, inaugura en Un Desierto para la Danza 23 un campo de posibilidades, donde las generaciones nuevas muestren su trabajo, y se vaya generando un registro histórico que abona a la investigación de la danza en el estado. Es un espacio de reflexión artística y un estimulador generacional, que permite a nuevas propuestas tener voz. Esto lleva a Un Desierto… a formarse como motivo simbólico, puesto que lanza guiños a la danza en Sonora y le permite incluirse en una tradición que lleva 23 años. La Muestra Internacional asume así una responsabilidad con el arte y con la formación, como generador de experiencias. El Desierto… rompe su hermetismo. Bienvenido sea el espacio, bienvenidos sean los coreógrafos. ¡Felicidades!

Mientras bailo no puedo juzgar. No puedo odiar, no puedo separarme de la vida. Solo puedo estar alegre y entero. Es por ello que bailo.- Hans Bos.

UN DESIERTO PARA LA DANZA 2015


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