Fanzine mrtn 2017 issuu

Page 1

5 de octubre de 2017

Este programa es público ajeno a cualquier partido político. Queda prohibido el uso para fines distintos a los establecidos en el programa.

Escríbenos al correo medios@isc.gob.mx

WWW.ISC.GOB.MX

Edición: Alejandra Olay Coedición: Marreyna Arias Información: Carlos Sánchez, Samantha Leyva, Gustavo Moreno Corrección: Óscar Grajeda Diseño: Argelia Juárez Fotografía: Juan Casanova

Sonora representará a la región noroeste en la Muestra Nacional de Teatro 2017

E

l escritor sonorense Sergio Galindo representará a la región en la Muestra Nacional de Teatro, a celebrarse a finales de noviembre en León, Guanajuato. El director del Instituto Sonorense de Cultura (ISC), Mario Welfo Álvarez Beltrán, le entregó un reconocimiento al dramaturgo luego de que su obra No ser sino parecer, dirigida por Paulo Sergio Galindo y montada por la compañía Juílas Teatro, resultara ganadora de la Muestra Regional de Teatro Noroeste 2017. Álvarez Beltrán comentó que las cuatro obras teatrales que se presentaron fueron de muy alta calidad, lo que dificultó la labor del jurado, ya que todas mostraron grandes contenidos e interpretaciones. “Muchas felicidades. Por parte del Instituto Sonorense de Cultura nos sentimos muy agradecidos y muy honrados en que sea Sonora quien represente a la región noroeste en la Muestra Nacional de Teatro, a desarrollarse a finales de noviem-

bre, principios de diciembre en la ciudad de León, Guanajuato”, expresó. El escritor galardonado, Sergio Galindo, agradeció el reconocimiento y aseguró que es un honor el que Sonora encabece la representación de la región Noroeste en la Muestra Nacional de Teatro. “Muchas gracias. Gracias al Instituto Sonorense de Cultura, gracias a los técnicos de este teatro, gracias a todos ustedes por estar aquí. Vamos a representar con mucho ímpetu, con mucho cariño, con mucha pasión al noroeste una vez más a nivel nacional, gracias”, enfatizó. El jurado eligió como obra suplente a Devaneo: Fragmentos de vestigios para recorridos posibles, escrita y dirigida por Calafia Piña, de la compañía Escénica Colectiva, originaria de Baja California Sur. Ellos se presentarán en la Muestra Nacional en caso de que la compañía seleccionada no pueda participar.

Las obras que completaron el programa de esta Muestra Regional fueron Mi abuelo, escrita y dirigida por Teresa Díaz del Guante y montada por la compañía La Terca Teatro (Sinaloa), y Prohibido sentarse como señorita, obra escrita por Gilberto Corrales, dirigida por Miguel Rodríguez y llevada a las tablas por la compañía Teatro en el Incendio (Baja California). En la ceremonias de premiación estuvieron presentes el director de Cultura en Baja California Sur, Christopher Alexter Amador Cervantes; el coordinador del Muestra Regional de Teatro del Noroeste, programa Creadores en los Estados, de la Dirección General de Vinculación Cultural de la Secretaría de Cultura, Augusto Molina Heredia; los coordinadores de Artes y Artes Escénicas del ISC, Mariana González Gastélum y Oswaldo Sánchez Valenzuela, respectivamente; y los integrantes del jurado Juan Carlos Bonet, Rodolfo Ortega y Flavio González.

En la política y en el teatro no importa ser, sino parecer Por Gustavo Moreno*

L

a compañía Juílas Teatro –antes conocida como Compañía Teatral del Norte– ha contribuido a la actividad escénica sonorense por más de veintidós años. Sus puestas en escena han hecho reír y reflexionar al público en diferentes escenarios a lo largo y ancho del estado de Sonora, dentro de la República Mexicana y también en otros países; han tenido presencia en festivales de talla nacional e internacional y su amplio repertorio ha logrado integrar más de veinte producciones. Su más reciente obra teatral, titulada No ser sino parecer, original del dramaturgo, actor y director Sergio Galindo, y bajo dirección de su hijo Paulo Sergio Galindo, contó con buena asistencia en la función que ofrecieron el pasado miércoles 27 de septiembre en el Teatro de la Ciudad de la Casa de la Cultura de Sonora, en la función inaugural de la Muestra Regional de Teatro del Noroeste 2017. No ser sino parecer estrenada en agosto de

2016, ha tenido buena aceptación, aunque también ha desatado críticas con respecto al abordaje de las temáticas y al arquetipo de sonorenses “comunes”. Desde el momento en que el telón abrió, la escenografía ingeniosa y atractiva a la vista, atrapó la atención. Un remarcable trabajo técnico que más tarde sería acompañado de la original y exquisita música de Javier Durazo. La historia versa sobre un actor que suplanta a un candidato a la presidencia de un pueblo de la sierra de Sonora, donde ponen en manifiesto varias de las situaciones que amenazan al país y al mismo estado. Con temáticas como la corrupción, el narcotráfico y la pobreza, Sergio Galindo crea personajes que rápidamente es posible asociar con actores de la realidad. Si bien la obra es un reflejo del acontecer político con situaciones que los sonorenses pueden identificar de inmediato en la trama, me

parece que difícilmente una persona originaria de otro estado podría relacionar. La obra explora temáticas como el machismo, la discriminación y la violencia, bajo y desde esa óptica de los Galindo, con un reflejo estereotipado de la sociedad sonorense. Sin duda, la producción juega un papel muy importante. La excelente iluminación por parte de Emilio Zurita y la escenografía cumplía con todas las necesidades de cada escena, esta última a cargo de Sergio Villegas, quien ha participado en obras musicales como Hoy no me puedo levantar y Mentiras el musical. Cabe resaltar las actuaciones de Sergio Galindo, Francisco Verú, Paulo Galindo y Saúl Barrios, en todo momento impecables y bien definidas. El vestuario también es digno de ser mencionado en esta y cualquier otra opinión que se quiera dar de la puesta en escena, pues la combinación de colores en los atuendos que

portaban cada uno iba acorde al ambiente en el que el director pretendía inducir desde el principio. No ser sino parecer es, efectivamente, una dura crítica a la sociedad por la manera en la que actúan los personajes en ciertas situaciones. También es una crítica dura a los políticos, quienes han perdido credibilidad y quedan como una especie de actores que ganan a costa de la mentira. No Ser Sino Parecer resultó seleccionada para representar a la zona noroeste en la 38 Muestra Nacional de Teatro, a realizarse en León, Guanajuato del 23 de noviembre al 2 de diciembre de 2017. *Estudiante de séptimo semestre en la carrera de Ciencias de la Comunicación de la Unison. Realiza sus Prácticas Profesionales en la coordinación de Información Cultural del ISC


MUESTRA REGIONAL DE TEATRO NOROESTE 2017

En entrevista, la autora y directora de la obra Mi abuelo, presentada por La Terca Teatro habla de sus influencias y la forma en cómo el teatro ha tocado su vida

” Los dolores se heredan”: Teresa Díaz del Guante Por Carlos Sánchez

E

l teatro como una introspección de lo que se es. Decir la vida desde el ombligo de uno mismo. Universalizar la mirada, los acontecimientos, las obsesiones, la herencia que nos marca los rumbos a seguir.

tu abuelo fue de cacería, traía el rifle en la mano, no aguantó el peso de las botas, le dio un infarto y se murió”. Yo tenía trece años cuando mi mamá me lo contó, fue una imagen que ya nunca me la quité.

Teresa Díaz del Guante explora en las tablas, dramaturgia, escenario, los dolores y alegrías. La analogía del mar cabe de manera perfecta en sus conclusiones.

A partir de ahí empecé a escribir, con el tiempo empecé a tener la curiosidad de mi árbol genealógico;

Mi abuelo (La Terca Teatro) se llama el trabajo unipersonal que presenta en el contexto de la Muestra Regional de Teatro que ocurre en Hermosillo. De su contenido y los motivos de esta puesta es la conversación. Pásele: Teresa, ¿cómo es que el teatro toca a las puertas de tu vida? —En mi infancia tuve contacto con el arte, pero solamente con la danza y la música. Fue en la universidad cuando entré a estudiar Administración de empresas. Justo en los primeros días de clases que ofrecen talleres de teatro, alguien por ahí opina y me dice: “Eres bien gestosa, deberías inscribirte”. Me inscribí en los talleres de teatro y desde entonces ya no lo solté; esto en el lugar donde nací: Mazatlán. Al paso del tiempo, ¿cuáles han sido tus influencias? —Cuando estaba todavía en Mazatlán, el teatro que hacía era amateur, es muy diferente el teatro que se hace en Culiacán, hay otro nivel. Pero cuando el TATUAS iba a Mazatlán a dar función, era toda una sorpresa, y en Sinaloa es referencia obligada hablar de Óscar Liera, y Óscar Liera va junto con la historia del TATUAS. Tuve la fortuna de ver en el Teatro Ángela Peralta Los negros pájaros del adiós, de Óscar Liera, de las últimas obras que se dirigió por el TATUAS. Se me hizo muy impresionante, un texto que habla de Mazatlán. Para mí fue muy fuerte porque justo la obra describe una calle donde a las seis de la tarde vuelan los pájaros que vienen del mar y anidan en las palmeras de esa calle. Esta fue una imagen que difícilmente saqué de mi cabeza porque ¿cómo este hombre, que no es de Mazatlán, tiene el poder para decir algo que nosotros toda la vida vemos y quizá ya lo pasamos por hecho? Al tiempo me tocó ver un trabajo que me impresionó mucho: Las chicas del tres y media floppies y era dirección de Fito (Rodolfo Arriaga) y venía una chava, increíble actriz, Itzel Navidad, se me hizo un trabajo impresionante.

me di cuenta que había poca información. Cuando llegaron las redes sociales me di a la tarea de buscar el apellido Díaz del Guante, que no es muy común. Me topé con una persona que vive en San Diego, California. Por azares del destino me di cuenta que es medio hermano de mis abuelas. Empecé a construir y a tener datos y una ruta de la familia. Cuando tuve la información suficiente empecé a construir Mi abuelo, una pieza personal, biodrama, abordada desde mi historia, pero en términos de creación, de ficción, lo que hago es que ciño cosas que vivió mi mamá, lo que viví o escuché, las ciño como si todo me pasara a mí. —¿Qué experimentas antes de tercera llamada? —Justo hoy le decía a una de mis asistentes siento que se me está yendo el texto”. Siempre que voy a entrar a escena, tengo la sensación de que se me olvidó todo. Siempre tengo esa sensación. No tengo una carrera larga, pero en un principio era algo que me ponía mal y corría y buscaba el texto y me lo quería aprender en cinco minutos. Con el tiempo me di cuenta que era parte de un proceso en donde el cuerpo sabe y la mente se conecta de manera inconsciente porque ya vamos a entrar a escena.

¿Qué es lo que detona para que construyas el montaje Mi abuelo? —El artista es artista porque tiene necesidad de decir algo. Puedes hablar del mundo entero, pero siempre lo vas a hablar desde ti, es algo que me queda claro; encaras el mundo y lo que no te gusta, desde ti.

—¿Cuál es el punto de quiebre en este montaje? —El entender que somos el resultado de los que están antes de nosotros, y que los dolores se heredan. Cuando se habla del exilio, de todo lo que viene después, de lo que sufrió mi mamá al no tener familia; eso lo heredé. No tengo tías, y descubrir que también padecía todo eso, en modo diluido, a nivel personal, ha sido muy fuerte. En escena, por ejemplo, cuando abordo el momento en que mi abuelo muere y mi mamá tenía doce años en ese entonces, pero es hasta los veintiséis, que al ir saliendo de su casa, una mujer se desvanece, mi mamá la cacha y la mujer muere en los brazos de ella, entonces a mi mamá le cae el veinte, en ese momento, de que su papá murió.

Entré en un periodo creativo, de cinco años a la fecha, donde empecé a explorar mis mundos y mis asuntos pendientes, para de ahí entender el mundo. Cuando estaba adolescente, muchos de los abuelos de mis amigos empezaron a fallecer, por causas naturales. Un día llegué a la casa y pregunté por qué no tengo abuelos. Mi mamá me dijo: “Es que

—¿Cuáles son los significados del mar en tu vida? —En mi familia todos llegaron a México por mar, todos vivieron en puerto. El mar para mí es tan grande como el dolor y la alegría. En mi vida ubico el dolor y la alegría en el mismo nivel, y creo que el mar es así.

Cuando convocan a la Licenciatura en Artes en Culiacán, yo no lo pienso dos veces. En ese momento en que yo estaba en Mazatlán, el teatro de Culiacán tenía mucha fuerza. Visitaban mucho Mazatlán y era mi referencia obligada. Por eso me fui a la Capital, pensando en todo eso. Sí puedo hablar de Óscar Liera, pero en mi caso tendría que hablar de Fito, porque es mi referencia.

SONDEO Mi abuelo

Estuvo muy padre. Me entró el sentimiento porque también tuve esa conexión con mi abuelo aunque yo si lo tuve presente. Para que ella lo escribiera, dirigiera y lo presentara estuvo muy padre, muy bonito.

la nostalgia de lo que no ¿Qué hacer con la nostalgia por lo que no se vivió? El arte es un remanso que se avizora como refugio. Queda claro, en la propuesta teatral de La Terca Teatro, Mi abuelo, donde Teresa Díaz del Guante analiza su contexto, explora la historia de su vida cuyo origen es el exilio y vuelve a ser la niña que todo indaga para luego exponerlo. En el escenario. El teatro como una vía del reconocimiento de lo que se es. Los dolores, las ausencias, la familia que se reduce a una ruta fotográfica expuesta en la plástica del montaje, porque parecería ser que un álbum como recuerdo de la existencia es lo único que se tiene. El recuento del núcleo familiar en cuadros que son impresiones antiguas. El rescate de la memoria. Y la muerte. Ese abismo al que se llega regularmente de súbito, no por elección, se convierte en lo imposible, el acto de jamás realización, nunca esa persona para encontrarse a la salida de clases, como sí ocurre con los compañeros de aula. El abuelo que no, el alcahuete que jamás, la añoranza que sí. Perenne. Teresa Díaz del Guante conduce su vida hacia los escenarios, por un azar del instante, desde la universidad, cuando alguien le susurra al oído que el teatro podría ser su vocación. El cambio de carrera como profesión es inminente. Y desde entonces andar los caminos de la expresión oral y física. Con las emociones todas para decir lo que obsesiona, duele, felicita. Y la vimos allí, en el Teatro Emiliano de Zubeldía, en contexto de la Muestra Regional de Teatro cuya sede es Hermosillo, Sonora. Con la escenografía límpida, puntual, con la poética de la luz que alumbra los elementos: la sugerencia de un barco en mar revuelo, la analogía del interior y sus avatares, la búsqueda del ser que es ella misma: Teresa. La identidad que es extravío por la ausencia de una familia numerosa, el desarraigo de sus antepasados.

Me encantó el marcaje de cuándo va construyendo la carretera con la hoja, el barco Sinceramente fue muy hermoso y mis respetos para ella. La verdad, qué valor de contar esa historia tan hermosa.

En Mi abuelo habita la mancuerna perfecta cuando se elige la nómina del equipo. Cada cosa en su lugar: la música entrañable, la iluminación exacta, la importancia de la puntualidad porque también construye parte esencial de la obra. Todos los elementos cuentan dentro de un montaje. Mi abuelo contiene la introspección, y en la actriz vive la potencia de un juglar que de pronto nos lleva de la mano hacia el monte, nos describe la mirada de un animal generoso que converge con la mirada del abuelo. Porque la poesía dice más con lo que esconde. Es entonces que el espectador, en ese momento crucial, interpreta con silencio el ruido de un disparo que quién sabe cuál es su destino final. La poética de las manos sobre el agua, el símbolo que representa un par de zapatos, la magistral marea que sugiere hacia el horizonte la disposición y el manejo del escenario. Desde la ventana de un camarote, desde la silla que es elemento para transitar la vida, mirando las líneas verdes sobre la carretera que se dibujan en la mirada de la niña que es Teresa. Hay en Mi abuelo la crítica a lo pequeño que como personas somos, los dardos abyectos del racismo, padecerlos por el color de la piel, y la metáfora que son dos frijoles y un arroz. La inteligencia en el texto. Decir lo que duele e incomoda. La linda generosidad que es este país, el cual abre las puertas a españoles (mediante una tregua como exilio) pero mata a sus estudiantes. No obstante que Teresa es descendiente de esos exiliados, conoce el terreno que pisa, dice lo que pasa. ¿Qué sería o de qué serviría el arte si no incluye la autocrítica, lo que somos y seremos? En Mi abuelo de pronto nos vamos encontrando todos. Porque también un día la infancia, la ausencia, el deseo. La implacable desazón por lo que no ha podido ser. Y no será.

Amena y entretenida. Se mostró una calidad teatral por parte de la actriz.

Muy bien presentada, muy buena dicción, muy buena producción. A mí me gustó mucho.


5 DE OCTUBRE DE 2017

Entrevista con

Calafia Piña Barcos de papel, devaneo, deriva, naufragio, profundidades inconclusas

Por Carlos Sánchez

C

omo una consecuencia de la ciudad que habita, en su mirada se refleja la paz. Oriunda de ese territorio que es la arena, la concreción peninsular. La Baja California, Sur. Calafia Piña es actriz y directora de teatro. En la construcción de la escenografía, para la presentación de Devaneo, en el cuidado de los detalles previos a su participación en la Muestra Regional de Teatro que se realiza en Hermosillo, Sonora, Calafia hace una pausa para atender la conversación. El rictus afable, como agua serena. Calafia viste con una falda color blanco despreocupado, su blusa es de manta, calza con teguas. Comodísimas. —Calafia, ¿cómo llega el teatro a tu vida? —Empecé a estudiar teatro, sobre todo por hobbie, en la ciudad de La Paz, con el maestro Alfonso Álvarez Bañuelos y su grupo Altaira. En la casa, nuestros padres, nos inculcaron el asunto de las bellas artes, y estudié piano, danza, cuando me di cuenta de que me hacía falta probar el teatro, en la prepa, fue cuando empecé con el grupo Altaira. Tenía ganas de irme a la Ciudad de México, pero era como un cambio muy abrupto. Después sí, me fui a Jalapa, a estudiar la Licenciatura en Teatro, luego regresé a La Paz, luego me volví a ir, a Bogotá, Colombia, a hacer una maestría en teatro y artes vivas. Ahora sigo en La Paz. Calafia cuenta los antecedentes de la compañía en la que trabaja: —La compañía se llama Escénica Colectiva, se fundó en 2005 en Xalapa, a raíz de un proceso que comenzamos con el maestro Abraham Oceranski en Teatro Estudio T, con un montaje que se llama Las sillas, de Ionesco, desde entonces la compañía, entre que estamos a distancia, se ha fraguado un grupo más compacto desde La Paz. —¿Cuáles fueron los detonantes para que surgiera Devaneo? —En el 2016, Mayra, que es una de las actrices de la obra, me preguntó si podíamos montar algo: desde hace un tiempo he estado trabajando a parir de los materiales biográficos y escriturales que pueden generar los actores mismos, es decir que la obra también se vuelve bastante actoral, y cómo eso se puede volver un tejido donde la ficción y lo biográfico hacen la trama. Empezamos a indagar sobre su material biográfico, sobre sus imágenes, de pronto sentí que hacía falta otra presencia, masculina, y Michael, que es un gran amigo, de formación bailarín, que vive en La Paz, apa-

SONDEO

Devaneo: fragmento de vestigios para recorridos posibles

reció en escena y lo invitamos a subirse al barco, y así fue que empezó a ser más extenuante este trabajo de recabar materiales. Después vino el laboratorio en el espacio mismo. La dramaturgia se fue conformando a partir de que yo tenía ciertas provocaciones desde la intuición, se las empecé a lanzar y ellos a probar en escena, yo iba escribiendo, fue una cosa tremenda porque el mismo material se convirtió en una selva que después tuvimos que empezar a limpiar. —¿Qué te significa participar en esta Muestra Regional de Teatro del Noroeste 2017? —Venir a Sonora para mí es importante, porque siento que nuestro estado, Baja California Sur, y La Paz, en específico, hemos vivido en una especie de extraño anonimato, quizá por esta condición insular que tenemos y me parece que es importante visibilizarnos como territorio teatral, también, como territorio artístico, habemos tres o cuatro personas, y más, estoy hablando del ámbito del teatro, pero hay personas que están en otras disciplinas como las artes visuales, la danza, la literatura, que están produciendo obras y no sé si por la misma situación geográfica o por una cosa como inconsciente, asumida en general en el país, nos quedamos en el margen. Para mí es importante estar siendo parte de esta visibilización de los cuatro estados del noroeste, y por otro lado el cruce de diálogos que se puede dar entre los cuatro estados que somos. Creo que es importante, más allá de los esfuerzos institucionales, que nosotros como grupos podamos procurar diálogos, clínicas, intercambios, y empezar a abolir o transformar esta circunstancia donde a los grupos nos ponen a competir, o sentimos que tenemos que competir y si hay un ganador entonces los otros son menos, creo que es un cultura que no ha sido del todo positiva, no es solamente de este tipo de muestras o encuentros, el ser humano vive siempre en esta cosa de tratar de ser el que gana.

Extraer de los rincones internos lo que allí habita y lastima o hace bailar La estética es determinante cuando de arte se trata. Dependiendo el look que se le imprima a la edificación de lo que se expone, será el resultado final: la seducción del espectador. En Devaneo, obra de teatro que dirige (y en la que actúa) Calafia Piña –Compañía Escénica Colectiva, Baja California Sur–, la definición plástica es regocijo para la pupila. Sus colores llaman a la alegría, el trazo escenográfico un altar de pulcritud: cada cosa en su lugar. Esta propuesta de la desolación, que ocurre en un aeropuerto, vino a Hermosillo para participar en la Muestra Regional de Teatro del Noroeste 2017. Desde el principio la búsqueda se manifiesta, decir las ideas con recursos fuera de convencionalismos, experimentar incluso con la voz que se vuelve un código entre los personajes-protagonistas. Acudimos en esta puesta, como espectadores, al resultado de un laboratorio donde las emociones se convierten en parte fundamental del planteamiento. El yo como punto de partida que a la postre se convertirá en ella, él, tú, nosotros, ustedes. Lo comentó Calafia, la directora, actriz, en entrevista previa a la función, que las provocaciones desde su voz, para con los involucrados en el montaje, es la cumbre de lo que ahora atestiguamos con Devaneo. Interesante se vuelve la libertad como punto de partida para este ensamble de experiencias. De pronto

el espectador también es la conclusión de sus experiencias, porque el arte inevitable se vuelve un reflejo de lo que somos. El teatro rubrica el devaneo que acontecemos desde siempre. Y tal vez al que deseamos continuar como una aspiración. Al principio, la obra coreográfica remite a un programa de danza contemporánea: la destreza, la habilidad de los actores (Mayra Martínez, Michael Richter) que bailan: acontecimiento por demás plausible. La confusión y el caos, a todos nos toca ser Josef K. ese protagonista de El proceso de Kafka, en un momento de nuestras vidas, a todos se nos extravían los entendimientos, sin embargo, no dejamos de luchar para encontrarlos y retomar el rumbo de lo que somos, el proyecto inaplazable. Interesante como en Devaneo que es el teatro, la vida de los actores se vuelve la dramaturgia. Y un monólogo para dosificar las tormentas con la herramienta esencial del ser humano: la palabra. Extraer de los rincones internos lo que allí habita y lastima o hace bailar. Una ballena varada es la analogía de la estática en el lugar donde nunca pasa nada. La purificación del sentimiento al compartirlo, porque si no se dice quizá se eternice, y la búsqueda del hálito no puede esperar. Devaneo –como reza en la sinopsis del programa–: tres pasajeros con derecho a perder el tiempo, su espera, su olvido, su huida.

—¿Qué te dice la palabra mar? —Botellas con mensajes encapsulados, barcos de papel, devaneo, deriva, naufragio, profundidades inconclusas, territorio desconocido, origen universal. —Más allá del teatro, ¿qué cosas te hacen feliz? —Estar con mi hija, verla crecer. Estar en mi tierra disfrutando a mi familia, mirar al mar, mirar un atardecer, poder encontrar cómplices que de manera inusitada e inesperada aparecen de una forma tan noble en esa ciudad donde es muy difícil concretar un trabajo artístico. —¿Cuál es el momento crucial de Devaneo, que sufres o gozas? —Dentro del proceso, cuando empezamos a darnos cuenta que la obra nos estaba interpelando más allá incluso de la escena, y dentro de la puesta en escena, cuando nos damos cuenta de la ruptura que proponemos y el religue que estamos intentando bordar con el espectador cuando también lanzamos la pregunta de para qué hacemos esto que estamos haciendo y para quién trabajamos.

Muy absorbente, atractiva, entretenida.

La verdad me pareció una propuesta súper interesante, fuera de lo común, fuera de lo que esperaba. Me encantó, me quedé demasiado emocionada. Me encantaron esas cositas audiovisuales que manejaban.

Conforme se fue adentrando en el tema, me pareció muy emotiva, como que te mueve y te ubica en una realidad que no todo el tiempo queremos ver. Los problemas sociales que hay en nuestro país. De alguna manera, explícitamente, da a entender las cuestiones laborales que vivimos día a día y al final te das cuenta que pasas toda una vida trabajando y siempre hay un espacio probablemente para hacer algo que realmente quieras hacer.


www.isc.gob.mx

Decir con el

cuerpo

Miguel

La exploración, la búsqueda. Un lenguaje que rompe los convencionalismos. Decir con el cuerpo. Construir una rendija desde la intuición, la garra, esa energía que da la pasión, la jovialidad. Despertar dentro de un escenario para compartir la entraña de los años de infancia.

Rodríguez

Esas cuestiones de homofobia, misoginia, racismo, a nadie le hacen bien

Teatro en el Incendio se llama la compañía. Vienen de Tijuana, participan en la Muestra Regional de Teatro, cuya organización corresponde a Sonora.

Por Carlos Sánchez Miguel Rodríguez es actor y director. Visita, junto a sus compañeros, la ciudad de Hermosillo para presentarse en marco de la Muestra Regional de Teatro. Prohibido sentarse como señorita es el título de la obra. —La historia del nombre de la compañía, oriunda de Tijuana, Baja California, Miguel la describe: Cuando elegimos el nombre, hace seis años, fue por una cuestión intuitiva, por lo que puede sugerir a esta cuestión de todo lo que está pasando. Hablo desde mi perspectiva: el fuego siempre me ha interesado, creo que el fuego tiene la virtud de destruir o alumbrar, de dar calor, entonces, ¿cómo usas ese fuego? Puede ser autodestructivo y puede tener esa lectura de que es lo que está pasando en nuestro país en muchos sentidos, pero si le das la vuelta a ese mismo fuego, puede ser el mismo bien, el camino, la luz, el calor. Y sobre los motivos para el montaje, expone: —El germen principal es que yo siempre he pensado que no hay una sola manera de hacer las cosas, después, más involucrando en este proyecto, empecé a cuestionarme cómo soy hombre, yo, no en lo que me han dicho que soy o se supone que debo ser. Empecé a abordarlo desde ahí. Además, afortunadamente, en otros proyectos que he trabajado con mujeres, que me dirigen o son mis colegas, esta vez lo trabajé desde otro lado, se generó otra energía, otro discurso. Quería saber qué opinaban mis compañeros, cómo lo han vivido, una cierta cantidad de vivencias que a pesar de que seamos como de la misma región, de una edad similar, somos muy diferentes. En la compañía solemos trabajar los proyectos en laboratorio, elegimos un tema que nos parezca pertinente, que nos esté moviendo en ese momento de nuestras vidas, lo consensamos, hacemos prueba y error y ahí se va develando el material, es una mezcla entre el discurso de lo que queremos decir, del contexto que está en la vida, y las herramientas del teatro, del performance, todo fusionado de manera que es una creación diferente. —¿Este montaje te resuelve de manera interior algunas cosas? —Creo que me resuelve algunas cosas. De entrada, encuentro un eco con otros seres humanos, primeramente, con mis compañeros de escena, en este trabajo colectivo, y ahora que ya hemos tenido varias presentaciones, sin duda encuentro ese eco con los espectadores, con muchos de ellos, con esas personas que al final se acercan y comentan algo, o simplemente sin necesidad de palabras se ve cómo están experimentando el suceso que está aconteciendo en escena. Eso, por un lado, el eco inmediato. Y claro que al estar dirigiendo una obra hay un proceso también intelectual en el que te tienes que cuestionar a ti mismo, no puedes engañarte a ti mismo. Creo que todavía, sin duda, quiero seguir en esa búsqueda de ver qué más hay. Por momentos me genera paz y por momentos me genera todo lo contrario, creo que sigo en la búsqueda todavía, pero esto llegó en el momento en que tenía que llegar a mi vida.

Se abre el telón de Teatro de la Ciudad de Casa de la Cultura. Corrijo, desde que el espectador se posa en su butaca, el telón está abierto, los actores en escena, la sugerencia de competir en una carrera, el movimiento hacia la meta. Competir, siempre competir. Prohibido sentarse como señorita es el nombre de la obra, la cual se oferta como un planteamiento conceptual y contemporáneo, por su versatilidad encajaría también de manera perfecta en Un desierto para la danza.

—Creo que sí, creo que la frontera permite que haya personas con más conceptos, más ideas, más permisivas, afortunadamente, o más que permisivas, más incluyentes. Tengo muchas ganas de presentarme en Hermosillo, la función es hoy a las siete, estoy entusiasmado por la pertinencia del tema. Quizá me equivoco, pero mi apreciación personal es que en esta región todavía hay problemas de homofobia, de misoginia, todo lo que es apartar, dividir, y hay que detenernos a ver por qué, porque si en otras regiones de nuestro país se está pudiendo ser más inclusivo, pues debe ser así, más que tolerante, se debe entender y aceptar de una manera natural: todo. Creo que hay problemas y hay que decirlo, verlo, pensarlo, que esas cuestiones de homofobia, misoginia, racismo, a nadie le hacen bien. —¿El teatro en tu vida es una vía para desarrollar un compromiso social y contribuir a la misma sociedad? —Espero que sí, creo que sí, precisamente por eso trabajo de esta manera con mi compañía de Teatro en el Incendio, es algo que siempre nos ha interesado y siempre nos cuestionamos por qué estamos haciendo esto, para qué, siempre eso es lo principal, lo qué nos mueve. De hecho siempre, siempre, a pesar de que llevamos seis años juntos, antes de cada función nos recordamos los unos a los otros para no dejarnos que nadie se salga de la raya del por qué lo estamos haciendo, porque de repente está toda esta cuestión de estar en este festival, que también es importante porque accedemos a otro público, a otra región. Lo importante es recordarnos que esta es una labor en equipo y debe tener una pertinencia

El cuerpo como un apunte poético. No encontramos aquí la construcción convencional de un diálogo que desenvuelve la anécdota de una dramaturgia convencional. La dramaturgia se da en las acciones, en la plástica misma de la obra. La poesía, la poesía. Un montaje de manera integral que se hace y se asume en el riesgo de proponer otros caminos para el decir. Encontramos aquí el compromiso vital que debe contener el arte. Desde el inicio, con la proyección de esas imágenes (donde el pene es molestia para algunos espectadores, algunos que no aguantan el embate y se retiran de la sala) sabemos que la complacencia es un término inexistente en este trabajo. Y qué bueno. Desde el inicio, insisto, la acción de competencia nos sugiere la cultura en la cual hemos sido formados. Luego un golpe discreto que da uno de los competidores a su compañero de al lado, de facto nos lleva a la crueldad de esos años don-

de fuimos víctimas o victimarios. Desplazar al otro para seguir avanzando, o simplemente desplazarlo como un ejercicio de poder. Prohibido sentarse como señorita es el llamado a cuentas. Los saldos que arroja la violencia interpuesta por el varón que somos. “La educación” de la que hemos sido objetos, un molde arcaico, un juguete para el ejercicio de la ira y el poder. Está aquí, entre muchas cosas más, con recursos por demás ingeniosos, la devastación que acontece en la noche de boda, el acontecimiento trágico de él contra ella. A manera de símbolo, una piñata vestida de novia. La representación más ejemplar de la historia de violencia que inicia al decir sí ante un cura, con la sonrisa como emblema de gente de bien, la celebración y aprobación social. Aquí no hay fiesta de celebración, hay la condena del espectador, el juicio mortal para ese personaje que uno intuye ha declarado ser gay. A la horca, el destierro. Y curioso, premeditado, nunca jamás volver al escenario, ni para agradecer, ni para mirar los aplausos cuando la obra llega a su fin. Siempre que el impulso, de escribir sobre lo que miro, me aprehende, siempre sé que no diré todo lo que deseo. Porque no cabe en un texto toda esa conmoción que genera la contemplación de una obra. Como es en el caso, los saldos, de presenciar Prohibido sentarse como señorita. Solo atisbo a lo que mi capacidad o incapacidad, puede decir. Encontré aquí, en esta propuesta, los retratos de la infancia, los caminos equívocos donde se funda el carácter, la personalidad, las consecuencias que a la postre caben de manera perfecta, en una sola palabra: infelicidad. Cuánta violencia ejercemos todos días. Quién se salva de esto, cómo se logra. En la memoria habita como un grito, un empellón. Anoche nos lo refrendaron los integrantes de Teatro en el Incendio, con este llamado inminente a la reflexión.

—¿Qué tendría que ocurrir para que dejáramos de ser educados como nos educan? —Son cuestiones, aunque suenen a clisé, de empatía. Creo que hay que cuestionarnos sobre cómo se siente el otro, cómo es eso que él está viviendo y de verdad intentar sentirlo en uno mismo. Como en esta cuestión que te comentaba en el inicio: no podemos vivir de una sola manera, creo que la sociedad tiene la necesidad de ponernos en cajitas, quizá para funcionar de manera práctica, pero eso a muchas personas no les ayuda en nada, les acota, en todo caso, eso es lamentable, deberíamos ser auténticos y considerados. —¿La idiosincrasia de las personas es dependiendo de la región en que se viva, hay más apertura en la frontera, donde tú radicas que es Tijuana, por ejemplo?

SONDEO

Sondeo Prohibido sentarse como señorita

Me gustó mucho la temática que se manejó. La vi desde un punto de vista muy personal y me pareció muy padre porque me sentí reflejada en ciertas imágenes que tengo de niña, de gente que conozco. Sentí empatía.

Gabriela Clementina, 27 años

Me pareció una obra en la que logré conectar rápido por la temática. Creo que hablaba de estos grupos vulnerables o del patriarcado en general y la representación del hombre como figura absoluta en una familia y en una sociedad. Me pareció muy interesante verlo de esta manera: ver hombres hablando de lo que es ser hombre en el Norte, bueno, en todo el país, tal vez en toda Latinoamérica. Me gustó la estética, el vestuario, la escenografía. Daniel Borbón, 26 años

La obra me pareció muy buena, me gustaron mucho todos los recursos utilizados con el cuerpo y la temática porque es algo de lo que se hablan mucho. Deja un mensaje muy importante.

La obra me pareció muy buena, me gustaron mucho todos los recursos utilizados con el cuerpo y la temática porque es algo de lo que se hablan mucho. Deja un mensaje muy importante.

Luisa Galindo, 20 años

Luisa Galindo, 20 años


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.