Instituto Sonorense
de
Cultura
La Voz de álamos Información desde los portales Vol. 8 Año 6 Álamos, Sonora, México
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30 de enero de 2015
Virtuosismo y pasión:
la música española brilló en la séptima jornada del FAOT 2015
V
Juan Arturo Brennan
iolín y guitarra no es una combinación particularmente usual en el campo de la música de cámara, aunque sí hay un repertorio interesante para este par de instrumentos. Sin ir más lejos, hay que recordar al diabólico violinista genovés Niccolò Paganini, quien además llegó a tocar la guitarra de manera más que competente, y escribió algunas obras interesantes para violín y guitarra. Fue precisamente esta combinación la que se presentó ayer a mediodía en el Templo de la Purísima Concepción en Álamos, a través del violinista Alexandre Da Costa y el guitarrista Alexandre Éthier. El programa que ofrecieron tenía una intención muy clara, la difusión de la música española: de las trece obras programadas, doce eran españolas. Por otra parte, es interesante notar que ninguna de las piezas del programa es original para la combinación de violín y guitarra, sino que fueron concebidas para otras dotaciones. A lo largo del recital, los dos Alexandres se mostraron como intérpretes poseedores de una técnica de alto nivel, y de una buena comprensión del estilo de la música española que abordaron. Los mejores resultados estuvieron concentrados en dos fragmentos de esas dos enormes obras de Manuel de Falla que son El amor brujo y La vida breve. Igualmente satisfactoria su interpretación de una nana sefardí tradicional y tres de las sencillas pero conmovedoras canciones populares de Federico García Lorca. Dato interesante: dos de los mejores momentos del recital fueron las piezas que interpretaron Da Costa y Éthier de manera independiente: la hermosa Asturias de Albéniz en guitarra sola, y la conocida Chacona de Vitali en violín solo, única obra no española de todo el programa. Por cierto, esta Chacona de Vitali fue tocada por Alexandre Da Costa en un arreglo de Frédéric Chiasson que ciertamente no le hace falta a la pieza, que es más que autosuficiente en su versión original. Por la noche, con todo y la amenaza de lluvia, el Callejón del Templo registró una nutrida asistencia para la representación de la ópera Carmen, de Georges Bizet, una de las más famosas y gustadas obras de todo el repertorio. Por razones bien comprensibles, esta Carmen se presentó en una versión abreviada, reducida a un par de horas de duración, conservando las escenas fundamentales de la narración de este fatal triángulo amoroso entre una gitana rebelde, un soldado desertor y un torero exitoso. Es bien sabido que el escenario del Callejón del Templo es pequeño y restringido,
a pesar de lo cual la parte teatral de la ópera fluyó con agilidad y buen ritmo. En general, se apreció que los limitados recursos de la producción fueron empleados para su máximo aprovechamiento, y algunas de las restricciones de espacio fueron resueltas con imaginación. Además de la ágil dirección concertadora de Christian Gohmer, el buen flujo teatral de esta Carmen fue ayudado por el trabajo del director de escena Luis Miguel Lombana y la coreógrafa Jessica Sandoval, quienes sin recurrir a los excesos hiperactivos de algunos de sus colegas, plantearon un desarrollo de movimiento que impidió que la ópera cayera en los baches que suelen aquejar a otras producciones. Incluso, en algunas de las escenas en las que están involucrados los contrabandistas y su banda, se lograron momentos de buen humor que aligeraron el trayecto de la ópera. Los tres papeles centrales de esta ópera española del francés Bizet fueron encarnados por Lydia Rendón (Carmen), Dante Alcalá (Don José) y Luis Castillo (Escamillo), éste último recién galardonado con el Reconocimiento al Talento Joven 2015. ¿Qué se puede decir del desempeño vocal de estos tres protagonistas? Que en lo general se apreció como correcto y profesional, con buenos momentos de pasión y enjundia aunque, como siempre, quedará la duda del verdadero rendimiento de las voces debido a la necesaria amplificación que se utilizó para esta Carmen. A mitad de la función se presentaron algunos problemas técnicos con el sonido, que fueron prontamente resueltos; a cambio, hay que mencionar un par de momentos de la ópera en que, desde la consola de audio, fueron propuestos algunos detalles de control que potenciaron ciertos efectos de distancia y profundidad que fueron muy bienvenidos. Me parece importante resaltar el hecho de que esta Carmen, que fue muy bien recibida por el público en el Callejón del Templo, se realizó con una mayoría de talento sonorense entre sus participantes. Aunque esto ya no es novedad (pero habrá que seguir insistiendo en ello), en estas dos funciones del jueves en el FAOT 2015 el comportamiento del público fue particularmente grosero e irrespetuoso, cosa que no es necesariamente responsabilidad de la organización del festival, en la medida de que ese público desconsiderado insiste en ignorar los consejos y advertencias de buen comportamiento que suelen anunciarse en cada sede. ¿Qué hacer con este problema?