Cruce 257

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Actualización, a través del Simposium de Educación

Al frente del Centro Universidad Empresa

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Cristóbal Casillas

Semanario informativo del ITESO

14 de febrero de 2005. Año VI. Número 257

Amor,

entre química, biología y psicología Priscila Tamariz

El amor siempre llega a nuestras vidas tan rápido y fugaz como la flecha de Cupido. Al estar enamorados relucimos una serie de sentimientos como la alegría y el entusiasmo, observamos el mundo de diferente manera y “las cosas más triviales, se vuelven fundamentales”, como diría el poeta Mario Benedetti. Sin embargo, lejos de la cursilería amorosa se esconde un gran misterio, que sin darnos cuenta, desata una revolución química y psicológica en nuestro cuerpo. Hay una frase anónima que se entromete en la boca de todos, la cual dicta que “el amor eterno dura tres meses”, dicho que se apoya en la opinión de algunos científicos, entre ellos el psiquiatra Michael Leibowitz (director de la Clínica de Trastornos de la Ansiedad, en Estados Unidos), quien asevera que el estado de enamoramiento dura de seis meses a dos años, a causa de la gradual disipación de los químicos cerebrales, entre éstos, la feniletinalamina (FEA). Haciendo fe a estas teorías, sería fácil suponer que si Romeo y Julieta no hubieran muerto, antes de cumplir el año de casados ya se habrían divorciado. ¿Pero cuáles son esas pulsiones que dan vida a la constante expresión de “hay química entre nosotros”? La teoría neuroquímica (a manos de Leibowitz), avala que el enamoramiento es una sucesión de descargas neuronales (las que controlan nuestras emociones), entre ellas, la “electricidad” que sentimos cuando nos besan o abrazan. Consecuente está la atracción por las moléculas olorosas del tipo de las feromonas, que se originan en las glándulas de las axilas, pezones y la región genital, y el efecto químico regido por las hormonas. El mentado “flechazo amoroso” es un mero aspecto cognitivo, pues almacena la información que recabamos de nuestra pareja. Por ejemplo, la idea del objeto de amor se convierte en un pensamiento fijo y todo lo que sucede se relaciona con la idea del amado, hasta provocar que “soñemos despiertos” y fantaseemos con aquella persona que nos roba los suspiros. Psicológicamente, el enamoramiento también se explica desde el punto de Marcel Proust, quien afirma que las personas se “enamoran del amor”, pues estamos ensimismados con el deseo de amar que se nos olvida la razón principal de la unión: la pareja. El amor es tan complicado que no se puede reducir solamente a estudios de la psicología o la ciencia (aunque el poeta Charles Baudelaire, en sus Cohetes, 1851, escribió que: “el amor se parece mucho a la tortura o a una operación quirúrgica”). Hay diversos factores alrededor del mito amoroso. Desde Platón en su Banquete, donde se hablaba del ser andrógino destinado a encontrar

su otra mitad, hasta Jean Paul Sartre, quien dicta que “amar es desear ser amado”. El humano necesita y ha deseado vivir o incluso morir en nombre de la persona amada. Como añade Laura García Magaña, jefa del Centro de Acompañamiento y Estudios Juveniles del ITESO, “todos queremos ser amados y, en el mejor de los casos, también amar”.

La danza de las moléculas El enamoramiento es la consecuencia del efecto de alguna molécula olorosa que provoca un aumento de los neurointermediarios y hormonas en el tronco cerebral, el hipotálamo, la hipófisis y el lóbulo límbico. Cuando termina esta danza de moléculas sobreviene el desenamoramiento y, en este momento, las endorfinas darán lugar al sosegado cariño marital. Alberto Orlandi, en El enamoramiento y el mal de amores

En la Biblioteca: Biología de las pasiones Jean-Didier Vincent Barcelona, Anagrama, 1987. 152. 4 VIN Mariana Riemann

El enamoramiento y el mal de amores Alberto Orlandini México, Fondo de Cultura Económica, 1998 305. 313 ORL La química del amor. El rincón de la ciencia http://centros5.pntic.mec.es/ies.victoria.kent/Rincon-C/Curiosid/Rc-51.htm


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