Entre 1601 y 1606, en un caso único en la Historia de España, Valladolid sustituyó a Madrid como capital del Reino. Durante ese lustro la ciudad tuvo que hacer frente a los complicados retos que exigía su nuevo rango y la paralela reorganización geoestratégica del Estado, tales como la instalación de la propia Corte o la elección de un Palacio Real del que se carecía en esos momentos. Otro de ellos, igualmente importante aunque hasta ahora no se había estudiado de manera integral, fue la creación de una serie de ámbitos de recreo para los reyes, orbitando alrededor de la nueva capital y que sustituyesen a los que se habían dispuesto en torno a Madrid el siglo anterior. Javier Pérez Gil ofrece una visión de conjunto de todo este proceso y sus consecuencias con el fin de explicar el complejo fenómeno de la capitalidad y su impacto sobre la ciudad y el territorio.