NO SON CUENTOS
NO SON CUENTOS
Juan José Bocaranda E.
Windmills International Editions, Inc. California - USA – 2011
NO SON CUENTOS 1
Juan José Bocaranda E.
Autor: Juan José Bocaranda E. Writing: 2013 Edition Copyright 2013: Juan José Bocaranda E Diseño de Portada: WIE Dirección General : Cesar Leo Marcus Imagen de portada: Juan David Bocaranda Windmills International Editions, Inc. www.windmillseditions.com windmills@windmillseditions.com
ISBN 978-1-304-50862-1 Renuncia de Responsabilidad International Windmills Edition, sus directores, empleados y colaboradores, no se responsabilizan del contenido de este libro. Los puntos de vista, opiniones y creencias, expresados en el mismo, representan exclusivamente, el pensamiento del autor, y propietario del Copyright. Todos los derechos reservados Es un delito la reproducción total o parcial de este libro, su tratamiento informático, la transmisión de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro u otros métodos, su préstamo, alquiler o cualquier otra forma de cesión de uso del ejemplar, sin el permiso previo y por escrito del titular del Copyright. Únicamente, se podrá reproducir párrafos parciales del mismo con la mención del título y el autor. All Rights Reserved It is a crime the total or partial reproduction of this book, his computer treatment, nor the transmission of any form or for any way, already be electronic, mechanical, neither for photocopy, for record or other methods, his lending, rent or any other form of transfer of use of the copy, without the previous permission and in writing of the holder of the Copyright. Only, they can play the same partial paragraphs with reference to the title and author
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A Dámaris, mi querida esposa. A nuestros hijos, Juan José, José Esteban y Juan David. A nuestro nieto Sebastián. A la memoria de mis padres, José Raimundo y Margarita Lucía. A la memoria de mis suegros, Esteban y Carmen. A mi gran amiga y colega Dra. Luisa Amelia Rodríguez Zamora.
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JUAN JOSÉ BOCARANDA ESPINOZA
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Nació en Boconó, Estado Trujillo, Venezuela, el 24 de noviembre de 1937. Casado. Tres hijos. Abogado. Profesor (jubilado) de la Universidad Central de Venezuela (Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas).Jubilado, también, del Tribunal Supremo de Justicia (antigua Corte Suprema de Justicia), en cuya Sala de Casación Penal, como Abogado Asistente, tuvo a su cargo durante doce años, el estudio de los expedientes y la elaboración de los respectivos proyectos de sentencia. Analista de Información Jurídica (Informática Jurídica). Autor de poemas. Autor de obras jurídicas y de otra naturaleza. Su obras más recientes, publicadas por Windmills Edition, California, USA, son: Ius-ética, El Derecho Del Nuevo Milenio, Paradigma Para La Transmutación Universal Del Estado y Del Derecho Paradigma Moral Necesario y los Modelos Económicos en el Siglo XXI El Regreso del Gallo Implume Cantos Meridiales, Simplemente un Caminante, Mazorca de Luz Brindis de Luz por la Mujer Amada. Con título El Caballero de la Luz, publicó, en 1985, una Vida de San Juan Bautista de La Salle, pedagogo y fundador de las Escuelas Cristianas.
Otras obras suyas son: Paralelismo gramatical (Latín y Castellano); La Filiación Adulterina; Derecho de Amparo e 5
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Inamovilidad del Juez; La Ley de Protección al Consumidor; Guía Procedimental de la Ley de Sometimiento a Juicio y Suspensión Condicional de la Pena; Análisis Flujográfico del Recurso de Casación Penal; Manual Teórico-Práctico de Derecho; Código de Ética Profesional del Psicólogo; La Situación Legal de los Hijos Extra-matrimoniales; Análisis y Consideraciones sobre el nuevo Código Civil de Venezuela; El Régimen Legal Venezolano de la Libertad en Prueba; La Comunidad Concubinaria en el nuevo Código Civil; El Ejercicio Legal de las Profesiones de la Salud; Los Recursos Procesales Penales y su proyección hacia el campo de la Libertad en Prueba; La Ley Orgánica de Salvaguarda del Patrimonio Público; El Régimen de los Bienes Matrimoniales en el nuevo Código Civil; Breve Curso de Ética Profesional; Códigos de Ética Profesional para los Técnicos Medios y Superiores de la Fundación La Salle de Ciencias Naturales; La Ley Antidrogas; Cuadernos de Derecho para el indígena venezolano (La Mazorca de Luz -La Mujer con Luz de Miel-El Hambre y Las Piñas del Dios Sabeba); La Separación Fáctica de Cuerpos; Guía Informática del Código Civil en materia de Familia y Sucesiones; Un Nuevo Poema Pedagógico; Aproximación al Estudio de la Sana Crítica; Derecho de Familia (Tres tomos); La Presunción de Comunidad Concubinaria; La Oratoria Forense; La Técnica del Interrogatorio; La Comunidad Concubinaria ante la Constitución de 1999.
ÍNDICE 1- DON QUIJOTE (EL CAPÍTULO EXTRAVIADO)… 21 “La Amistad y El Desquite” 6
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2- El SOMBRERO DE RITO ALCUNA… 24 3- DESDE MI MÁS ACÁ (1)… 30 4- EL GURÚ Y EL ELEFANTE… 31 5- EL HOMBRE QUE SE TOPÓ CON DIOS… 32 6- EL EMBARAZO DE MARÍA TOTUMAS… 34 7- LOS DICHOS DE LOS SABIOS… 36 8- LA YERBA DE ZOPOCÁS… 37 9- LA CASA DESIERTA… 39 10- EL CURA DE LA LUCHA LIBRE… 42 11- LA NOCHE DE LEONIDAS PAZ… 44 12- EL PRIMATE… 47 13- EL ALACRÁN… 48 14- ANTIPARABÓLICAS… 50 -El predicador en cama -Las cucarachas gozosas -Puertas francas -La ley del perdón -El futuro 15- GENÉTICA ESPIRITUAL… 54 16- EL PESO MUERTO… 55 17- CIENCIA Y CONCIENCIA… 57 -Las ratas generosas -La genetización 18- CANTÍNFLATE… 59 19- UNA VIEJA CARTA… 60 20- EL MEDALLÓN DE LOS DIOSES… 61 21- DESDE MI MÁS ACÁ (2)… 63 22- COMPARTIR… 64 23- LA INVASIÓN DE LAS NAVAJAS… 66 24- LA GUASACACA DEL DIABLO… 69 7
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25- LOS MISERABLES… 72 -El hambre meritoria -El ascenso de María -La última lámpara de Aladino -Los tres mosqueteros -El extravío del apellido -El recogelatas -Pero, ¿quién era Valentín? -Las calles de la noche 26- LA SORDERA… 79 27- MONEDAS AL AIRE… 80 -Autoalabanza -Exceso -La invasión mongólica -Los aspavientos -Zalamerías -Tu conciencia -Independencia y dignidad -Abuelengos -Proyecta la imagen -Los recuerdos -Los favores -“Buena persona” 28- NUEVE CAMELLOS… 85 29- EL COMPRESOR… 88 30- LOS NIÑOS HOJALATA… 90 31- EL DESCENSOR… 92 32- EL ARTE DEL BRUJO NEMESIO… 94 33- LA CRIATURA… 95 8
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34- DE LOCOS… 97 - El loco Nero -El subibaja de los locos -Loco de amor y frustración -El “filoloco” 35- ABORTO Y CONFIRMACIÓN… 104 36- “EL JUEZ DE LA PAZ ETERNA”… 105 37- LA MULETA PARLANTE… 108 38- LA ESCARDILLA DE LENCHO LEÓN… 111 39- LA ENCANTADA… 112 40- PERRUNAS… 116 -Que pase el perro -Amor de perro -Firifira -Los tres Broncos 41- LA CULEBRA DE ESCULAPIO… 122 42- LA FLECHA… 123 43- PALABRAS DE ALMAGRANDE… 125 44- CEFERINO… 127 45- SIMPLEX… 129 -Madera -Rasurar la vida -Reencarnación -Matrimonio -La Orden de Malta -El pincel de Rómulo -Testigos podridos -Arcángel Amoroso 46- LA PARTIDA… 135 -La muerte digna 9
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-Evanescencia 47- DESDE MI MÁS ACÁ (3)… 136 48- LOS CASCOS DE LA MUERTE… 138 49- EL BORRACHO… 140 50 - MOHAHANDAS SANJONILDAS… 142 51- LOS REOS… 143 52- SIQUISIQUIS… 145 -Por mi sano gusto -A cada quien lo suyo -Creídos y engreídos -Para bachaco… -Gratitud -Aberración 53- JUSTICIA… 148 54- MUNDO PERFORADO… 149 55- PRIMITIVISMO… 151 -El perfil del hombre primitivo -Breve lección de derecho cavernario 56- EL DIABLO EN CAMISÓN… 153 57- EL ÁRBOL DE PORFIRIO… 155 58- LA ORACIÓN DEL AGUA… 157 59- EL HOSPITAL… 159 60- LA TABLA… 161 61- EL CIEGO… 163 62- EN EL OMBLIGO DEL MUNDO… 165 63- “LA DROMEDARIA”… 166 64- EL APOTEGMA ARISTOTÉLICO… 169 65- DOBLE CONVERSIÓN… 170 66- LOS ARBOLARIOS… 173 10
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67- LOS ETERNOS… 176 68- EL DEVORADOR DE NIÑOS… 179 69- SAPIENTIA SUMMA… 181 -Desinhibición -Homo réquetesapiens 70- EL PAGO… 182 71- MONADAS… 184 -Monadológicas -La mona viajera -La mona obesa -La mona Gloris -La doctora mona -Monálogo sobre la Belleza -Escogiendo mujer 72- PACTO CON LOBOS… 194 73- EL GEN DE PAJA… 197 74- LAS PALABRAS OLVIDADAS… 199 75- EL MENDICANTE… 200 76- TANITA… 202 77- ENTRE BARBARAZOS… 204 78- NO NACÍ PARA VIVIR MUERTO… 207 79- ¡!!AAAGGGUUUAAA!!!... 208 80- JUCUJUCU… 210 81- MENSAJE CON BEETHOVEN… 212 82- EL GURÚ ACHACOSO… 214 83- LA ENCUESTA DE LAS PULGAS… 215 84- EL ANILLO… 216 85- CADÁVER INSEPULTO… 217 86- DE LAS CHUPACABRAS… 218 -La chupacabras y el chupacabrón 11
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-La causa ultrafeminista -La infiltración de las chupacabras. El chupacabrismo. 87- EL REINADO DEL ABSURDO… 221 88- EL PINTOR CREYENTE… 223 89- MAL DE CORAZÓN… 225 90- EN COSITOMO PARA SIEMPRE… 228 91- MI PADRINO… 230 92- ¿…Y…?... 232 93- PRETENSIONES… 233 -Vivo retrato -El ladrón cómodo -¡Qué voltios! 94- LA CONQUISTA… 235 95- SINESIO… 237 96- LA NOCHE DE LA RAZA… 239 97- LA OBRA DEL JUEZ… 241 98- EL TUMOR… 244 99- LA IGLESIA DE CRISTO EL INSURRECTO… 247 100- HIPÓLITO, EL SACRISTÁN… 249 101- LA ESCLAVA Y EL CAPATAZ… 251 102- LA SILLA DE RUEDAS… 252 103- EL RETRATO DEL BANQUERO… 255 104- EL ÁRBOL INÚTIL… 257 105- LOS JUECES REGIOS… 259 106- DESDE MI MÁS ACÁ (4)… 260 107- LA CHAMARRA DEL MUERTO… 26 108- SUEÑOS… 264 -Cuestionario indiscreto -El burro consejero 12
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-Nectario -Secuestro -Lógica sebastiánica -El gran repoblador - A toda tierra 109- EL INCENSARIO DEL NILO… 269 110- BUSHIDA CHIITO PAYAKA… 271 111- LA VIRTUD VICIOSA… 272 112-EL PADRE DE LOS DEMONIOS… 273 113- COCHINO GURMÉ… 275 114- LAS UBRES DEL MATRIMONIO… 277 115- EL SANADOR DE RELOJES… 278 116- EL MONJE DE GHAJANAJAH… 279 117- LA INVERSIÓN Y LA RECOMPENSA… 281 118- EL DISCURSO… 283 119- EL LETRERO OXIDADO… 284 120- KAI-KAI… 285 121- EL NIÑO Y LA MARIPOSA… 286 122- EL COMODATO… 287 123- MAGIA NEGRA… 289 124- ¿EXTRATERRESTRES?... 291 -“Los plásticos” -El hombre rata 125- EL DOCTOR PONCHERAS… 295 126- LA MULA DIABÓLICA… 297 127- EL MOTORIZADO QUE VESTÍA DE NEGRO… 299 128- LOS HOMBRES DE PAJA… 301 129- EL HALLAZGO DEL TESORO… 304 130- LA LEY ESTÓLIDA… 305 131- PECADO DE LUCRO… 306 13
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132- EL HOMBRE ROTO… 307 133- DESDE MI MÁS ACÁ (5)… 308 134- BANDERA NEGRA… 309 135- MEJOR NO DECIR NADA… 310 -¿Cuándo te vas a morir, mamá? -La catira saludable 136- LA MULA DE TROYA… 311 137- LA CAUSA PROFUNDA… 312 138- COSAS DE TOROCOJÓN… 313 -No, padre -Siguir -El día de San Pablo -Las mártires de Torocojón -El cura de los guacales -Las vacas no son reses -El hisopo -El fantasma guardián -Las auyamas de doña Elodia 139- LA GRAN PELOTA… 319 140- EL VACÍO… 320 141- EL MENSAJE… 322 142- EL SANTO QUE APRENDIÓ A LEER… 324 143- EL VUELO DEL AVECHUCHO… 326 144- LOS ÁNGELES CANTORES… 328 145- BASMA, LA SONRISA DE LA MUERTE… 330 146- LOS CLAVIJO… 331 147- MAGISTRATURA… 333 148- LA JUEZA EN LA CORNISA… 335 149- EL REY TILILE… 336 14
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150- HECHO CUMPLIDO… 338 151- LA VISITA… 339 152- EL GINECÓLOGO ALEMÁN… 341 153- LA FELICIDAD… 343 154- HILDA… 344 155- EL EBANISTA… 346 156- LA ASAMBLEA DE LOS MUERTOS… 349 157- LO INESPERADO… 351 158- TEODORA… 352 159- PLÉTORA DE CANTO… 354 160- LAS VERDADES PURGANTES… 356 161- LA CENA IMPERIAL… 357 162- LAS DOS CARAS DE DIOS… 359 163- EL FUGITIVO… 361 164- LA APARIENCIA… 362 165- PANCHITO ZK1 Y YO…. 364 166- EL AGENTE 00207…. 365 167- CAROLINA LA MUSTIA… 366 168- UNA DAMA DEL PALEOLÍTICO SUPERIOR… 367 169- LAS HERMANITAS PUYANA… 368 170- LA MONJA BARBUDA… 370 171- LA ALEGRÍA… 372 172- LA MUJER ARAÑA… 373 173- PUJANZA…. 374 174- EL LIBREPENSADOR… 375 175- MONSEÑOR MANDRILES… 377 176- ASÍ GRITÓ ZARATUSTRA… 380 177- LA TRETA DEL BORRACHO… 381 178- TODO LO QUE ES…¿ES?... 382 179- HOMO SILVATICUS… 384 . 15
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180- EL CAJÓN DEL CARPINTERO… 385 181- NI DESPUÉS DE MUERTO… 386 182- FRASES CÉLEBRES… 387 183- LAS PREGUNTAS DEL PROFETA… 391 184- EL PULPO… 392 185- LA CAJA DE GALLETAS… 393 186- LA FLOR DE CAYENA… 395 187- EL RÍO REBELDE… 397 188- DIENTES DE SABLE… 398 189- EL PRISIONERO DE “LA BOTELLA”… 399 190- LA NARIZ DEL ALCAIDE… 401 191- LOS JUGUETES ALEGRES… 404 192-FRAY SOLFEGGIO … 405 193- MENUDENCIAS… 408 -¡Ufff! -Raquel Aldana -El maestro -Voto de castidad -Como queráis -Elefante blanco -Trina -El salto -La llave -Adolfo y Agapito -Nítida -Lluvia de besos -La madre Tiburcia -El padre de las Lucas -La trampa 16
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-La carga de ajos -La cornada -Chocolates para la merienda -La cucaracha -La viudita -El tío -Suicidio colectivo -Modestia -La palabra clave -Las antiabuelas -El cheque -Paranoia -La agenda de Chiripa -Santa paciencia -Carucho -Los zapatos -La mujer que era muy buena -El hombre justo -La escalada -Como los niños -El cambio -El egoísmo -Esto y aquello -El privilegiado -El péndulo -La mula de Troya -El juez mosca -Mosca con la Moral -El portero -Samplegorio 17
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-La modelo -Todo en latín -Cuanto menos…más… -Ahora no… -Y así murió -El universo del libre albedrío -¡Ésa serás tú! -Pichirres y generosos -Heráldicas y genealogías -La esposa de Cristo -Nivel de la consciencia -El montón -El cuadrúpedo -Las tijeras -La zorra -Normalidad -El congreso de sabiondos 194- SISIBORI… 439 195- EL ABORTO DE LA HUMANIDAD… 441 196- Y DALE QUE DALE…442 197- EL ABOMINABLE BOROKOKKA… 444 198- LA INTRUSA… 446 199- DESFACHATEZ… 448 200- YO, RAMÓN EL BURRO… 449 201- CONDENA Y RESCATE… 453 202- EL NEGRITO JESÚS… 454 203- EL HOMBRE DE LA RANITA… 456 204- EL BURRO DE ATILA… 458 205- CHIRIQUÉ YETACÚ… 460 18
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206- VÉRTICE… 461 207- EL CANTO DE LOS MOMOYES… 462
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1- DON QUIJOTE (EL CAPÍTULO EXTRAVIADO). “LA AMISTAD Y EL DESQUITE”. (En el depósito de una librería de Alcalá de Henares, clausurada por causa de los recortes presupuestarios y de otras desgracias políticas y económicas, acaba de ser descubierto un proyecto de nuevo capítulo de El Quijote, a propósito de la ingratitud de Ginés y de otros galeotes, así como de la amistad y del desquite). ……………. “Bien te decía, amigo Sancho, que la ingratitud es el pecado que más castiga el Cielo y que por su causa está que revienta la capacidad del infierno, donde los diablos atormentan con saña sin igual a la gente mal agradecida, tanto más cuanto desean que los ingratos sufran el doble. No hay que olvidar cuánto amaba Dios a Luzbel y a los demás ángeles que cayeron en rebeldía, quienes no supieron corresponder a esta 20
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deferencia, violando las leyes del Creador, en vez de reconocer la magnitud de aquella gracia. Porque tanto se fija Dios en la criatura bien agradecida, como en la maldita que no agradece, desconociendo la bondad de la que se le hace merced. Debes tener presente, amigo mío, que la ingratitud es una desviación pecaminosa que condena al hombre por cuanto pesia ser más propia de animales traicioneros y ponzoñosos, la asume éste, quien de esta manera rebaja su naturaleza contrariando la voluntad de Dios, que ha sido la de dar a cada rama su nivel y jerarquía. Dígote estas cosas y te las repito, porque he decidido ir en busca del tal Ginés o Ginesillo, que lo mesmo me da que sea de Pasamonte o de la China, que de Parapilla o La Pepilla, pues el fementido canalla me las ha de pagar con creces y recreaciones, por la grave afrenta que ha venido en desmedro, menoscabo y duda de mi dignidad de caballero y, sobre todo, en ofensa al sagrado deber de la gratitud. -Lo de los caballeros está que chuta –atinó a decir Sancho, abrumado por tan extensas parrafadas-¿pero qué decir de quienes no somos caballeros?. Quienes no somos sino escuderos tal vez no sintamos las afrentas, pero sí las palizas, porque tenemos más cerca las costillas que las vergüenzas. -Bien valen tus oservaciones, Sancho. Con ellas veo que también tú estás de acuerdo en que sigamos y persigamos a nuestro ingrato vapuleador y le demos pronto alcance y merecido desquite. Porque hemos de alcanzalle, no solamente por la grave paliza de la que nos hizo padecer y sufrir, sino, desde ya, por la falta de gratitud que sin maldita razón desencadenó contra nuestro esqueletaje. Y lo mesmo hemos de buscalle y hallale en la Umbría que en las Sajonias, aunque para mí debe estar de nuevo en las galeras, destino natural de todos los follones. Pero, Sancho, al escuchar estos férvidos razonamientos, mientras procuraba calmar al asno y consolar a Rocinante, temiendo nuevas, inútiles y 21
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peligrosas aventuras, depuso los asuntos de venganzas, caballeros o burreros, y dijo, con tono melifluo y pacificador: -Mirándolo, señor, con mejor ojo, no dejo de pensar que no es de buenos caballeros el desquite por las afrentas o por las palizas, ni de buenos cristianos no perdonar ni olvidar. No bien hubo escuchado el de la Triste Figura éstas que consideró “escapadas felonas”, dijo a su escudero con voces firmes y actitud fiera: -No esperaba tal de tí. Que no es de amigos excusar las ofensas, ni justificar al ofensor, ni apaciguar al ofendido. Porque la amistad se debe a la verdad, como a la luz el sol y la infinita bondad a Dios. El amigo verdadero otorga al ofendido y lo sustenta en su propósito justo y lo alienta y le provee. La amistad es siempre positiva. Es acción, nunca omisión. Es principio, no excepción. La amistad falsa se delata y se traiciona a sí mesma con propuestas torpes e insinuaciones absurdas. Las amistades falsas van cayendo como las hojas secas aunque no las menee el viento: caen por propia inclinación. Hasta que el bosque es una extensa estera de hojarasca putrefacta, y sólo permanece en las ramas una que otra hoja verde y fuerte. ¿Eres de éstas, Sancho, tú? ¿De qué lado aguijas? Depón las excusas. El buen amigo está presto y dispuesto a sumar y multiplicar y no a restar ni dividir, quiero decir, no a escurrir los bultos, sino a secundar la lucha en bien de la justicia cuando más se le requiere y precisa. Y algo debo advertirte por tu bien y para la salvación eterna de tu alma: jamás confundas nobleza con justificación cobarde, ni caridad cristiana con bobaliconería sospechosa. Porque también de justificadores cobardes y de nobles falsos se nutre el infierno y se refocilan diablos con diablas. Y no me vengas con aquello de que “quien perdona olvida”. Porque quien olvida, deja de lado los engaños, las traiciones y las malas experiencias y facilita que quien se las causó se las cause de nuevo. O, más brevemente, al que no quita la mano se la vuelven a pisar. 22
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Debo advertirte que el desquite por la dignidad y por la gratitud, no es, por lo que a mí atañe, vulgar venganza, sino rescate por lo justo: es retornar las cosas a su lugar natural. No incito a la venganza, sino que llamo a las puertas de la justa justicia. Entristecióse inmensamente Sancho ante estas razones, tanto, que gimiendo y conteniendo a penas duras el ímpetu del llanto, sólo osó decir: -Perdone Ud. Señor Quijote, mi torpeza, hija de mi poco saber y rustiquez, y no por torcida voluntad ni corazón malqueriente. -Bien, amigo.Comprendo tu desliz. Pero, debemos salir ahora mesmo en busca del hijo de la p… de ese Ginés de los Pasamonos, de quien habremos de cobrar la ofensa a la dignidad y la vileza contra la gratitud. Porque a los follones, aunque sea a palos, hay que enseñarles que gran parte de la dignidad del hombre toca a la gratitud y que su contraria, la ingratitud, debe ser castigada por el valor de los caballeros”. 2-El SOMBRERO DE RITO ALCUNA Rito adquirió la inmortalidad por mérito propio. No se supo que estuviera enfermo alguna vez. Desdentado, flaco, siempre sonriente y bondadoso, iba de uno a otro lado arrastrando la pobreza, pero sin quejarse ni maldecir. Martillos, pegalapega, clavos, tachuelas, alambres, cabuyas, cables, cucharas de albañil, cuchillos de zapatero, leznas de talabartero, alicates de electricista, tijeras de latonero, serruchos de carpintero, brochas gordas y astrolabios de marinero: era su “cajón de los trabajos”. Todo lo transportaba en un carro de madera y latón. Se anunciaba con una bocina de viento que, con quejidos lastimeros ( ataruuuga uuuga uuuga), iba repartiendo tristeza, como el pequeño autobús modelo “Pa”, fabricado por Ford, cuando pasaba por la polvorienta carretera. Pero, vayamos a lo que más llama: el portentoso sombrero de Rito. 23
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El sombrero fue una deferencia y una merced muy especial de San Caracciolo del Piamonte, al pueblo de Timbisay, del cual era patrono. Entre el santo y el párroco, Angelo Fiore, existía un vínculo muy especial, porque ambos eran italianos y dialogaban en el más puro latín ciceroneano, y porque el sacerdote estaba cerca de la beatificación. En sueños, San Caracciolo le exigió al párroco que a su “hijo más preciado”, Rito, se le coronase con el sombrero en plena misa, el día de las fiestas patronales, siguiendo “per quanto possibile”, el ritual utilizado en la coronación de Napoleón como emperador de los franceses. Y agregó: -Hago todo esto porque no soy un patrono momificado sino en pleno vigor, que desea rescatar a este pueblo de la tristeza que lo agobia desde su fundación. Quiero brindar a Timbisay un permanente motivo de alegría, y para ello un sombrero musical que me ha sido inspirado en el Cielo por los Ángeles del Bel Canto. Nadie mejor para portarlo que mi hijo Rito, el más fervoroso de mis devotos…Timbisay, a partir de ahora, será otro”. El sombrero le fue impuesto el día de San Caracciolo de 1.900.com. Era de alas super-anchas y cucurucho extralargo, retorcido como un torniquete puntiagudo. En él se observaban orificios, desde la penumbra de los cuales se escuchaba desde ya el bullir de la vida. Ese día, apenas cesaron los cohetes de la festividad del santo, Rito salió a la plaza ostentando su corona. Vinieron de no se sabe dónde, tres canarios, dos turpiales y un lorito criollo, que se sentaron al borde del ala del sombrero. Bajo la batuta del lorito, quisquillosamente exigente y melenudo, cantaron a capela, entonando en latín un himno solfeggio, en honor a Rito coronado. Y lo hicieron con letra, ritmo, armonía y melodía tales, que muchos hubieran deseado tener grabadores para apresar tanto portento. Después se supo en el pueblo que algunos turistas avispados habían grabado aquella maravilla musical y se habían enriquecido con la venta de CDs, de traducción simultánea. Hasta rodaron una película (“Los pájaros cantores de 24
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Viena”), que treinta años después sería proyectada en el “Teatro Rito Alcuna” de Timbisay. Finalizado el himno, canarios, turpiales y lorito quedaron sobre el redondel del ala, semejando una de esas fuentes de agua adonde acuden las aves a beber. Incitados por el lorito, cantaban y aleteaban llenos de alegría. La gente no quería retirarse. Pero, las aves tomaron posesión de sus huecos en el cucurucho del sombrero, y se echaron a dormir. Sin embargo, a Rito le dio por bailar, por su cuenta y riesgo. Más alegre que un charro. Espetándose como los gallos mexicanos. Y haciendo gargarismos musicales que hubiesen podido competir con el Aceves Mejías de los mejores tiempos. Ese día jamás pudo ser olvidado. Para presumir, el cronista del pueblo tomó debida nota y muchas fotografías, que envió a la prensa y publicó en varios de sus blogs de Internet. La cámara municipal nombró a Rito, “hijo musical de Timbisay”, y decretó una estatua, que aún permanece firme y aseada, a la entrada norte del pueblo, y la cual puede ser visitada por los turistas, con la condición, por ordenanza, de que le depositen flores nuevas, no de cartón. Además, decidieron darle el cargo de “difusor musical de la patria”, a raíz de lo cual se paseaba por el pueblo para disipar la tristeza donde quiera que estuviera agazapada. Como los pájaros cantores vivían en el sombrero, había música disponible a todo instante y a pedir de bocas: un turista norteamericano se inspiró en el sombrero musical de Rito e inventó, primero, la rockola, y, después, los tocadiscos portátiles. Cuando alguien estaba muriendo, primero llamaban a Rito que al médico o al cura, para que las ondas musicales de sus pájaros, le abrieran caminos hacia el cielo. Además, el beneficio colateral para los deudos que, en vez de ponerse a llorar, se ponían a bailar en pleno velorio y alrededor de la tumba. Todos temblaban frenéticos durante largas horas, mientras el 25
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sombrero giraba como un tornado de luces, notas y colores y Rito se agitaba como una de las palmeras de la plaza con vientos de tempestad. Debido a esta práctica de amenizar los velorios y los entierros con las aves canoras, se tornó frecuente que las almas de los familiares siguieran morando en sus casas, viviendo exactamente como antes, con la única diferencia de que, si habían sido prisioneras de un cuerpo físico, ahora eran de presencia sutil, como los lampos. Tal fue la fama de Rito como “hombre orquesta”, que realizó una presentación extremadamente exitosa en el “Carnegie hall” y dos en la parroquia natal de San Caracciolo, donde le fue regalado un atril de plata y oro, con adornos de alabrastro, para que cantara con los pájaros en la misa dominical. La Onu, la Unesco y la Otan también tuvieron el honor de recibir y escuchar a Rito. Por su parte, la propia reina de Inglaterra lo armó “caballero de hierro”, en la famosa Abadía de Westminster. Mareado de tanto girar, Rito rechazó ofertas de Hollywood, de los cineastas europeos y de la India, y retornó a Timbisay, tratando de volver a su antiguo trabajo de servicios múltiples. “En este mundo, decía, hasta los pájaros cansan”. A lo anterior se sumó la división del grupo musical en dos: de un lado, los canarios, apegados a las tonadas tradicionales y clásicas; del otro, los turpiales, iconoclastas, empeñados en imponer la cantaleta del raparrapan, que acaba con los grupos, estrangula el canto y apaga la luz. Finalmente, el lorito, frenético por mantener la unidad del grupo bajo una sola batuta, lo cual lo sumía en tal angustia existencial, que hubo necesidad de llevarlo a los psiquiatras. Un día Rito fue al centro de la plaza y encendió los motores del sombrero. Como un helicóptero supersónico, se elevó y se elevó hasta que se perdieron en las nubes. 26
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El pueblo vistió de luto porque pensó que lo perdían para siempre. En el frente de cada casa fijaron lazos inmensos con forma de mariposas negras. Los perros sumaron la manifestación de su dolor, dándose a llorar por turnos, día y noche, con aullidos de lobo que helaban el corazón y atraían a los turistas. Sin embargo, aunque tal vez no sea muy bueno en eso de caridades, el pueblo tiene fe y sobra de esperanza. Así, para dejar en claro la lealtad a Rito ausente, la gente quiso sustituir su realidad física por la ilusión de su presencia. Por eso decidió levantarle altares. Algunos recogieron firmas con la súplica, al sacro colegio de cardenales, de que Rito fuera canonizado bajo el padrinazgo del patrono del pueblo, y por vía rápida, ya, antes de que se les enfriara el guarapo de la devoción. Pero, un domingo después de misa, una nube fue descendiendo desde muy alto, como un águila inmensa, y se posó en el centro de la plaza: era “el Sombrero”. Rito puso pies en tierra dando brinquitos como los paracaidistas más profesionales. Le dio la bienvenida una ola de sombreros de cogollo,
que, cantando como pájaros, revolotearon sobre el pueblo
durante todo el día. ¡Rito estaba de regreso, y con pájaros de trova nueva!. Bien lo había predicho San Caracciolo: “Timbisay será otro a partir de ahora”… El nombre de Timbisay quedó únicamente para el papeleo oficial. En la vida cotidiana, el pueblo pasó a ser llamado por propios y extraños, “Pueblo Alegría”. Y es que la alegría y la música del “Quinteto de San Caracciolo” constituían una sola unidad, monolítica y vibrante, cuyas ondas compenetraban el suelo, saturaban el agua, formaban parte natural del aire y se sembraban en el ser y en la sangre de quienes nacieran en esa “tierra de la buena gracia”. Nacer en Pueblo Alegría era un privilegio, una bendición. De ahí que muchas madres, a punto de dar a luz, poco antes de romper fuente, 27
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procuraran pisar tierra dentro de los linderos de ese pueblo bendecido por Dios. Porque al percibir las vibraciones telúricas, los hijos nacerían alegres, sonrientes y dicharacheros, con el don de una alegría que no los abandonaría ni en las situaciones más difíciles ni en las circunstancias más negativas de la vida. Además, la vocación inevitablemente musical: el que no sería compositor, director o virtuoso del canto o del manejo de algún instrumento musical, por lo menos sería melómano y hasta musicólogo, como profesor de teoría musical o de la historia de la música desde los primeros tiempos. Hoy, en Pueblo Alegría, bajo la dirección de un lorito totalmente recuperado, aunque no menos quisquilloso, los pájaros de Rito cantan sin fin. Tú, si tienes un poco de sensibilidad, imaginación y sentimiento, los puedes escuchar. Pero, te aconsejo no vayas en carnavales, porque la música diabólica es la que prevalece, y los pájaros de San Caracciolo se retiran a las montañas, de donde regresan varios días después de la “octavita”. Por lo demás, en las noches de mucha neblina, Rito y Luz Caraballo se dan cita en la plaza de Timbisay. Enamorados y novios, comen cotufas sin sal, cantan, gritan, danzan, ríen, y te invitan a bailar.
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3-DESDE MI MÁS ACÁ (1). Fallecí en mi pueblo el 24 de febrero del 2003, a la edad de cincuenta y tres años. Es decir, para ustedes, pertenezco al “mundo de los muertos”. Sin embargo, les diré que jamás, pero jamás, me había sentido, como ahora, en la plenitud de la vida. Tanto, como que es ésta la verdadera vida. Y en tal forma me siento y me percibo que no me queda sino afirmar, rotundamente, que, pese a lo que todos suponen, son ustedes los que están en el mundo de los muertos. Ustedes están en el mundo de los muertos. De los morituri –podrían decir como los gladiadores cuando iban a matarse en la arena frente al CésarLos morituri, “los que han de morir” porque no les quedan opciones, salvo la de fallecer para venir a la eternidad después de trascender la muerte. Porque, ¿quiénes más muertos que los que caminan hacia el fin de la vida, sin que puedan impedirlo ni la edad, ni el poder, ni el saber, ni la dignidad, ni la riqueza? ¡Pues ustedes! No yo…pues ya pasé por eso… Como la muerte todo lo trastoca, lo conmueve y lo revuelve, resulta que ha invertido mi situación: lo que hasta hace cierto tiempo era para mí “el más allá”, es ahora mi “más acá”, de tal manera que, desde mi perspectiva, son ustedes los que viven en el más allá.
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4-EL GURÚ Y EL ELEFANTE Un sabio maestro se preguntó por qué no hacer partícipes a los demás de sus logros espirituales, después de tantos años de meditación. Así, pues, decidió salir a predicar de pueblo en pueblo. Pero, estando viejo y con pocas fuerzas, lo hizo utilizando como transporte un robusto elefante. Cuando llegaba a los pueblos, la gente se agolpaba en la plaza, pero, todos, dejándose arrastrar por las apariencias, trataban como sabio al elefante, y como animal al sabio, quien era breve de estatura, escaso de peso y de humilde presencia. El anciano optó por regresar al monasterio, arrepentido de su intento y a la vez comprendiendo que la necia humanidad está en creciente declive, sojuzgada por la ley de las apariencias. Y pensó: si alguien coloca un burrote al lado de un sabio enclenque y humilde, la gente invertirá la realidad, tomando por sabio al burrote, y por burrito al sabio. Si coloca a una vaca al lado de una mujer buena, inteligente y preparada, pero humilde y de baja estatura, la gente invertirá la realidad y abrazará a la vaca, y dejará de lado a la humilde mujer... Guiado por estas razones y compadeciendo a la humanidad incrédula, descarriada e inclinada a la perversión, bajo el dominio de los vicios, ciega ante la verdad, decidió incluir en sus meditaciones y plegarias
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cotidianas, algún mantra sagrado capaz de enrumbar la senda del hombre hacia la luz. Ese mantra no fue om namo narainaia, ni om sri ramaya, ni om sri majá u otro tradicional o milenario, sino éste, más humano, elocuente, moderno, sentido, popular e inmediato: “Al carajo esos soburros”.
5- EL HOMBRE QUE SE TOPÓ CON DIOS Cuando, en la vieja Grecia, el Oráculo de Delfos comenzaba a comunicarse con Apolo, un anciano andaba de un lado a otro, revisando, escudriñando, deteniéndose a pensar: buscaba la causa de las causas de todo lo existente, de lo grande y de lo pequeño, de lo muy alto y de lo muy bajo, de lo bueno y de lo malo, de lo hermoso y de lo feo. Sin embargo, no sabía por dónde comenzar la tarea que se había propuesto y en la que se le iba la vida. Fue a Mileto, donde un sabio, llamado Anaxímenes, le dijo que el origen de todas las cosas es el aire, cuando se condensa o se rarifica; y lo despidió con diplomacia. Después se entrevistó con Pitágoras, en Samos: le dijo que el origen de todo son los números, y le pidió disculpas: estaba muy ocupado sacando cuentas. Otro le dijo que la causa causarum era el fuego. Otro, el agua. Otro, la tierra. No. No estoy de acuerdo –dijo para sí el anciano-. Porque, por mucho que se profundice, no es posible que el fuego, de naturaleza destructiva, pueda ser causa de la existencia de las cosas, cuando justamente las destruye. Tampoco el agua, porque ni el agua ni el fuego pueden haberse causado a sí mismos…Y así, fue contra-argumentando respecto a los demás elementos: los números, el aire, etc.. 31
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Una tarde, casi al anochecer, vio que de entre la arena de la playa sobresalían hermosos destellos, como parpadeos de sol. Se acercó, apartó con los dedos la arena, las pequeñas piedras y las conchas de caracoles, y tomó, entre el pulgar y el índice, una especie de gema diminuta, pero muy potente, que despedía mucho calor. Durante toda la noche, sentado en la playa, examinó la gema en la palma de la mano, y, como se trataba de algo que no podía definir, lo llamó ápeiron, “lo indefinido”. Pero, también, “lo ilimitado”, pues notaba que la substancia pugnaba por salirse de sus manos, como buscando expandirse en todas direcciones, con evidente tendencia a convertirse no ya en simple círculo, sino en esfera de luz. Y se le iluminaron el corazón y el cerebro: la causa de todo lo que existe y puede existir, es el ápeiron. Una substancia tan infinita que no tiene comienzo ni tiene fin. Es eterno por esencia. Una substancia ilimitada, como sólo puede serlo una substancia extensible, multiplicable, como lo demuestran el universo, y la variedad de las aguas, de los bosques, de los árboles, de las flores y de las razas de los hombres. De esta manera, concibió el ápeiron como un ser todopoderoso y eterno, y lo llamó “Dios Uno”, reconociéndolo más allá de la duda y de la muerte, más allá de la esencia pasiva de la tierra y del azote invisible de los vientos; más allá de los dedos y de la uñas del fuego. Porque el ápeiron se unifica, se concentra y se abre en la creación como una flor oculta. Es un cristal minúsculo sólo en apariencia, pues todo lo reduce, lo expande y lo proyecta. El ápeiron fue el preanuncio del Dios creador del Universo. Pero, los libros no lo pintan así…
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6- EL EMBARAZO DE MARÍA TOTUMAS Froilán Linaza, el único policía de Las Lajas, era brusco en el trato y excesivamente suelto en el decir. Por ello, siempre desubicado, no distinguía en presencia de quién estaba para “hablar como lo hace el pueblo”. Por ejemplo, cuando el Arzobispo, acompañado del Nuncio Apostólico y del gobernador del Estado, visitaron el pueblo, Froilán utilizó un lenguaje procaz, que dejó turulatos a las eminencias, quienes disimularon con carrasperas, mientras se miraban entre sí en silencio. Froilán vestía uniforme blanco fosforescente y cachucha con luces neón intermitentes. Según el concejal que lo propuso, esta vestimenta contribuiría a disminuir los robos, pues los ladrones verían a la autoridad desde lejos y optarían por abandonar el intento. Además, empuñaba un rolo, precedente de los lanzallamas, útil para aporrear y para arrojar chorros de negrohumo maloliente, a una distancia considerable, provocando náuseas y evacuaciones inmediatas al más valiente. Debido a esto Froilán se consideraba el hombre de más poder en el pueblo, y suponía que ello le daba derecho a tener dos mujeres: la esposa, Julia Totumas, y la concubina, hermana de ésta, María Totumas. Ambas, como él, eran de ese mismo pueblo, donde vivían los tres en la misma casa. Julia, delgada, menuda y laboriosa. María, retaca, obesa, de vientre notoriamente distinguido, floja como la que más. Dormía hasta muy entrada 33
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la mañana; desayunaba con voracidad lo que le había preparado la hermana, y se iba a la puerta de la casa a ver pasar moscas, hasta que la llamaban la hora del almuerzo, la del “puntal” y la de la cena, intercalados todos estos menesteres por las respectivas paradas en la puerta…a ver pasar moscas…Y así por los siglos de los siglos. Una mañana, Luisa, la mujer del médico rural, le preguntó si era posible que María trabajara en su casa siquiera medio tiempo, en labores de limpieza. Y él, que tenía sus razones, le respondió: -Yo creo que no, señora. Es una mujer muy haragana. No hace sino comer, dormir y pararse todo el día en la puerta de la casa…a ver pasar moscas. De todas maneras, hable con ella. Cuando Luisa le hizo la propuesta, María le respondió: -No puedo. Todas las tardes, cuando Froilán viene del trabajo, me encuentra parada en la puerta (viendo pasar moscas) y me regaña “!Epa, María, no trabaje tanto! Es que me tiene mucha consideración... Luisa, bastante ingenua, le comentó a Froilán: -Debe ser que María sufre mucho debido al embarazo. -¡Cuál embarazo? -¿No está embarazada? Por la barriga que tiene, debe estar a punto de dar a luz…Por eso se siente cansada… -¡Ja,ja,ja! ¡!!¿Embarazada!?! ¡Será de manteca…! -¿Está seguro, señor Froilán? Yo creo que está equivocado… -¡Claro que no, señora!. ¿Me lo va a decir a mí, que soy el dueño de mis “vacas” y quien las conoce, las cuida y las ordeña? -Es verdad, señor Froilán. Se me olvidaba que usted es el vaquero en su vaquera…
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7- LOS DICHOS DE LOS SABIOS Un hombre creía en forma absoluta en los dichos de los sabios. Era de aquéllos que suelen utilizar frases hechas, para presumir, a su vez, de profundos, originales y sabiondos. Frases hechas, además incompletas. El sujeto creía en forma absoluta en aquello de que “la verdad os hará libres”. Palabras que utilizaba fuera de contexto, pues el Maestro Jesús había dicho, realmente: “Si os mantenéis en mi Palabra, seréis verdaderamente mis discípulos, y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres”. Lo cierto es que, apoyándose en aquellas palabras incompletas, ( “la verdad os hará libres”), llevó una denuncia grave, de corrupción administrativa, ante un Tribunal integrado por corruptos. Pero, los Jueces, en lugar de condenar a los culpables, lo recluyeron a él en la mazmorra más recóndita. La tal verdad no sólo no lo hizo libre, sino que le generó la muerte, después de doloroso sufrimiento. En la pared dejó escritas con sangre estas palabras: “todas las verdades son relativas, salvo la verdad de Dios”.
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8- LA YERBA DE ZOPOCÁS Sobre el nombre del pueblo se acumuló el trabajo sudoroso de los vencidos. Fueron surgiendo de la nada casas amplias y lujosas para los hombres de a caballo, chozas medianas para los soldados y los funcionarios, y barracas-chiquero para los esclavos. Se crearon las instituciones fundamentales del Estado y de la religión. Se aprobaron leyes ambiguas, anchas para los dueños y reducidas y ominosas para la gente sometida. Construyeron cárceles y potros de tortura para los rebeldes. Y a la orilla del pueblo se fue formando, por obra de su propia espontaneidad, el cementerio, que vino a ser como un segundo pueblo, igualmente dividido y selecto. Pero, a pesar de todos los esfuerzos, el pueblo no progresaba, y permaneció durante siglos en un hueco profundo adonde no llegaba el sol, bajo una inmensa roca que aplastaba toda idea de avance, toda iniciativa, todo esfuerzo de superación. Una suerte de manto negro y pegajoso imprimía sobre los moradores la apariencia de fantasmas lerdos, taciturnos y torvos. Apareció un hombre extraño. Provisto de aparatos nunca imaginados, buscó la causa de aquella maldición inexorable. Hasta que dio con la existencia de una planta que el pueblo había llamado desde siempre “yerba del Diablo”, cuyas hojas estaban cubiertas de pelos picantes y desprendían una substancia fétida y viscosa, generadora de pústulas y llagas incurables. La “yerba del Diablo” justificaba su nombre. Insidiosa, hacía que sus raíces se fueran hasta muy profundo y se extendieran, reptando como 36
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serpientes, para enroscarse de las raíces de las demás plantas, en cuya sabia inyectaban el veneno pernicioso. Y así se iniciaba aquella cadena alimenticia: las plantas envenenadas eran consumidas especialmente por las madres, por lo que el morbo era absorbido por los recién nacidos a través de la leche materna. También los animales eran afectados, porque se alimentaban con el producto de aquellas plantas. A su vez, el estiércol de los animales contenía las semillas, y las planta maligna tomaba posesión de la tierra y se multiplicaba sin fin. De esta manera, concluyó el sabio, el Diablo todo lo domina con estricta planificación, en este pueblo inmundo y maldito. Analizada la substancia viscosa en los laboratorios mejor dotados del mundo, se determinó, mediante el estudio del ADN, que la planta contenía genes infinitamente perversos, dotados de vida propia, lo que les permitía hacer de las suyas por su cuenta, incrementando el mal con el descontrol y el caos. Los gérmenes perversos eran el egoísmo, el odio, la envidia, la perversión, la mezquindad, la mala intención y la miseria espiritual. Pero, sucedió algo infinitamente increíble y asombroso, y fue que cuando se pretendió exterminar la planta, todos, todos los habitantes, todos, todos, se opusieron a cuchillo y muerte. La planta se había consubstanciado con lo más profundo de su ser, y estaban convencidos de que quitarles la planta era arrancarles el alma y restarles la vida.
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9- LA CASA DESIERTA Antes de casarme con mi actual esposa, Iris, viví en la ciudad de… donde ejercí mis primeros años como médico cirujano. Allí me correspondería ser partícipe de una realidad inquietante, por decir lo menos… Frente a la casa donde yo vivía había una quinta que desde un comienzo me resultó extremadamente atractiva. Era amplia, de dos plantas, de vistosos colores amarillo y azul, que brillaban reduplicados bajo el sol ardiente característico de esa ciudad. Sin embargo, me causaba extrañeza que, al transcurrir de los meses, siguiera vacía, como si nadie estuviese interesado en vivir allí. De vez en cuando algunas personas la visitaban, no sé si con la idea de adquirirla o de ocuparla en arrendamiento. Pero luego tornaba la soledad. Que recuerde, estuvo arrendada en dos oportunidades en el lapso de dos años, pero por muy breve tiempo. Una ocupación duró apenas dos meses, aproximadamente, y otra –la más reciente- sólo quince días, lo cual me llamó poderosamente la atención, porque parecía encerrar una realidad misteriosa. Una tarde la dueña de la casa donde yo vivía nos dijo a uno de sus hijos, a la esposa de éste y a mí, que esa noche se realizaría una sesión espiritista para establecer cuál era la causa de aquella soledad. Se incorporó en el médium el espíritu de un ser atormentado, que pretendió derribar las velas y los velones encendidos al efecto, oponiéndose a que rezáramos a favor de su alma. Hubo que llamarle la atención con severidad y advertirle que tendría que marcharse si persistía en esa actitud hostil. 38
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Una vez tranquilo, le pregunté dónde estaba, cómo y por qué. Me respondió: -Ando en total oscuridad y siento mucho miedo. Porque ando y no sé por dónde. No hay ni una pequeña luz que me permita ver el camino. Estoy así por Aquél, que me tiene aquí –dijo, con cierta carga de odio, alzando el brazo para señalar a lo Alto. -¿Por qué se le ve con la cabeza inclinada hacia la izquierda? -Porque del otro lado estuvo el nudo de la soga con la que me quité la vida. -¿Dónde y cuándo? -Eso fue en el llano. Hace trece años. -¿Por qué anda molestando en esta casa? -Porque una enemiga de la dueña me contrató para que impida que la alquile. -¿Cómo lo impide? -Asustando a la gente. -¿Usted fue el que le agitó la escalera al muchacho cuando subía a coger unas goteras? -Sí. Yo quería que se cayera y se matara. Lo que pasa es que se agarró duro y se bajó rápido. -¿Usted asustó a la señora que vivía aquí últimamente? -Sí. Le “resoyé” en una pierna como un perro y le ladré con furia. -¿Por qué Usted le sirve a la enemiga de la dueña de la casa en esa forma? -Porque ella me contrató. -¿Cómo los contratan? -Lo engañan a uno como a un niño, con pendejadas. Me prometió unas medallitas y me las dejó en un rincón.
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Le ordené que se quedara tranquilo mientras rezábamos el rosario por él, para que viera la luz. Trató de resistirse... Cuando finalizamos, me dijo: -Estoy empezando a ver la luz. -¿Quiere que le encendamos un velón? -¡No! Un velón no, porque me encandila mucho. Una velita de ésas de a centavo. -¿Quiere que sigamos rezando por Usted? -Sí. Por favor, récenme otro rosario mañana. Le rezamos a la misma hora el rosario la noche siguiente y la tercera noche. Finalizado el tercer rosario, me dijo: -Les estoy muy agradecido. Ahora estoy viendo el camino por donde ando. A partir del día siguiente, la casa estuvo en paz y no pasó mucho tiempo para que la habitase una familia, ninguno de cuyos miembros dijo haber sido perturbado en alguna forma, jamás. Cuando, dos años después me casé y me fui de esa zona, aquella casa de hermosos colores que espejeaba el sol con tanta brillantez y esplendor, se mantenía habitada por las mismas personas.
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10- EL CURA DE LA LUCHA LIBRE Un día llegó al pueblo el párroco nuevo. Era la antítesis del padre Antonio, quien se retiraba después de cincuenta años de sacerdocio. El padre Nicolás era joven y desde un principio la gente intuyó que se trataba de un cura muy dinámico, despierto y creativo: no andaban equivocados. Muy pronto demostró con hechos los ecos de las corazonadas. Puso a vibrar al pueblo. Lo sacudió casi como un vendaval si se tiene en cuenta la tranquilidad espesa que había imperado mientras estuvo el párroco saliente, a quien el viejo y ruinoso templo pudo haberle caído encima el día menos pensado. Con decir que los huecos de la torre, del coro y del baptisterio y las trojas de la casa cural, eran criaderos de numerosos murciélagos que solían interrumpir el rezo del rosario todas las noches. Al parecer consideraban óptima la ubicación, ya que vivían en la iglesia y también podían irse a la plaza del frente, para asistir a la retreta de los domingos y cabecearles los clarinetes a los músicos. Y eso sin hablar de las lechuzas, que no pocas veces dejaron caer lo suyo justamente sobre la cabeza de los oficiantes o de los monaguillos. Como le sucedió una vez nada menos que al señor obispo, a quien tuvieron que retirar por la puerta de emergencias, ubicada detrás del altar mayor. Así, pues, Nicolás comenzó por donde debía: por la reconstrucción del templo. Realizó colectas, organizó corridas de toros, promocionó sanes, rifas y proyecciones de películas, y anduvo por varios lugares del país, incluyendo la capital, hasta que consiguió construir una iglesia de corte nuevo, moderno, resplandeciente, sin lechuzas y sin murciélagos. Y, como en una suerte de milagro, hasta logró, no se sabe cómo, dotar la torre con un flamante reloj, que despertó el interés de todos los habitantes, sin descontar a 41
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los campesinos, quienes iban de visita al pueblo, viajando desde sus lejanos hogares, sólo para saber cómo son y cómo suenan los relojes de las iglesias. Para abreviar: Nicolás fue el promotor inicial de la apertura de vías de penetración para que se facilitase el transporte de los campesinos y de sus productos al pueblo; creó en su propia casa un centro de pernocta para que los campesinos estuviesen los sábados, a boca de jarro del mercado, en lugar de tener que salir de sus casas, con los frutos y los animales, a las 2 y 3 la mañana; creó escuelas y colegios; sostuvo fuerte campaña para que los campesinos tuvieran consciencia de los perjuicios de los techos de paja, criaderos del temible chipo, causante del mal de chagas, y de otros animales ponzoñosos, y para que sustituyeran esos techos por láminas de zinc. Finalmente, creó una institución para la niñez abandonada, adonde fueron a parar muchachos provenientes de diversas regiones del país. Pero, la gente es ingrata. Si no están recibiendo beneficios en forma directa, personal y permanente, echan tierra los favores recibidos, por cuantiosos que hayan sido. Además, poco les interesa la obra social, para la comunidad en general. Son ellos y nadie más que ellos. Después de tantos beneficios para el pueblo y de treinta años de servicio, no sólo le dieron la espalda sino que fueron más allá, hasta la agresión verbal, a las ofensas, sólo para respaldar al obispo cuando le quitó la parroquia y lo arrojó a la inopia. Porque era un cura con personalidad y de aquéllos que se despojan de la única túnica que poseen, por favorecer a los demás. Muy pocos tan caritativos y desprendidos como él. Podemos asegurarlo…. Había emprendido una lucha con libertad e independencia de criterio, y ello tuvo un precio…
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11- LA NOCHE DE LEONIDAS PAZ -¿Usted no ha visto a un policía darse a la fuga? Pues lo va a ver. ……… En el pueblo de Misqueselles llamaban “zuqueses” a las luciérnagas, “valentones” a los policías y miedo al miedo. Leonidas Paz era uno de esos policías llamados “fieros”, de los que pasaban por ser auténticos machos, capaces de enfrentar a pie firme, mano dura, y carácter amurallado, toda clase de peligros, toda, fuesen quienes fuesen los autores y fueran cuales fueran las circunstancias. Por esto, la gente podía entregarse al sueño con la mayor confianza, en la seguridad absoluta de que estaban protegidos como por Dios mismo, en sus vidas y en sus propiedades. Para ellos policía cobarde era una contradicción radical, un absurdo, un imposible, un imposible metafísico. No estaba en su imaginación un policía con la medias chorreadas por el miedo. Leonidas había probado merecer esa confianza, pues durante veintidós años había montado guardia cumpliendo con ese deber de patria, como Dios manda, los buenos esperan y malos temen. Incluso, había comenzado por demostrar denuedo en la lucha contra las malas costumbres, apresando borrachos presumible peligrosos, lo cual ya implica cierto grado de valor, porque no se sabe con qué se va a topar. Pero, es que borrachos era lo único que había por allí, en un pueblo sano, donde nunca se tenía noticia de la perpetración de hechos graves. La valentía de Leonidas se había puesto de manifiesto con alto tenor, cuando no existía ningún tipo de alumbrado público. Una noche Leonidas terminó la guardia a la una de la madrugada. Pero, en vez de dormir con los borrachos, como siempre, decidió hacerlo con su mujer y sus hijos. 43
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Salió animado de la comandancia. Cuando había recorrido unas dos cuadras, le pareció sentir pasos detrás de él, y como un gemir lejano. No le dio importancia. Siguió caminando. Tres cuadras más, y creyó percibir los pasos más cerca. Lo bañó cierto escalofrío, pero siguió andando. Poco después, un llanto más cercano y también los pasos más fuertes, como arrastrar de alpargatas…Sin embargo, no se detuvo, tampoco volvió la cabeza. ¿Por qué? ¡Un valentón como él iba a sentir miedo!. Cuando estaba como a once cuadras de la comandancia “las cosas fueron arreciando”. Entonces sí se detuvo y giró hacia atrás…!Y qué vio!… Una mujer fosforescente cuya cabellera parecía una peluca de lombrices agresivas. Estiró los brazos hacia él, tratando de agarrarlo con unas manos extraordinariamente alargadas, como de cera transparente. Abrió una boca cargada de dientes afilados, de la que salió, primero, un chillido alto, intenso, estridente, y luego un llanto profundo, sentido, como arrancado de lo más hondo del alma, mientras lo miraban ojos llenos de fuego y humo. A la vez, el llanto de un niño asido de la falda de la madre y quien también tenía su canto. ¡Era la Llorona! Leonidas quedó clavado como un poste. Sentía una corriente vibratoria en todo el cuerpo. Le temblaban las piernas. Las rodillas se le doblaban. El corazón le iba a reventar. Se volvió rápidamente y comenzó a correr a grandes zancadas, como si lo arrastrara el viento. ¡Qué diría la gente, si lo viese correr así, como todo un zucumbás persiguiendo gallinas!… Sintió, literalmente, como si “ella” le estuviese pisando los talones. De improviso, “el niño” se quedó retrasado y comenzó a dar alaridos de muchacho malcriado, pidiendo a la madre que lo esperase.“Máaamaaa, máaama, búbaa! Y la Llorona, llorona como todas las madres, regresó por él. Leonidas creyó que se había salvado. Pero, la Llorona, con el hijo colgándole de una mano, corrió a galope tendido, como yegua en recta final, y no sólo le dio alcance sino que se le adelantó, para colocársele de frente. Mas era tal el 44
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ímpetu de Leonidas, que traspasó el cuerpo sutil y escalofriante de la Llorona, por lo que quedó húmedo, pegajoso y oliendo a bejuco de playa durante varios días… La cosa empeoró a un más porque Leonidas, en el encontronazo con el cuerpo de la Llorona, sin proponérselo se llevó al niño colgando de una mano. ¡Y ahí fue cuando hubo furia de Llorona para rato!, pues creyó que el policía pensaba quedarse con aquel bello muchacho. Y acentuó la persecución, dando más volumen a los gritos, aun cuando Leonidas se había sacudido de la mano aquella especie de gelatina con melcocha… Y pensar que todavía le faltaban como veinte cuadras para llegar a su casa, ubicada en las orillas del pueblo. Recordó que a una cuadra de donde iba, quedaba la casa de su tía Rosario. Corrió todo lo que pudo y embistió contra la puerta, de tal forma que la tranca transversal interna se partió en dos y las hojas quedaron expandidas…y él cayó en el centro de la sala. Al día siguiente pidió la jubilación, porque “ya estaba viejo y cansado”. Aun hoy, mi padre conserva en el pueblo la fama de “valentón”. Así lo atestigua una placa en la sede policial de Misqueselles.
12- EL PRIMATE 45
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Qué de cosas he visto últimamente. Unas parecen totalmente absurdas e increíbles. Otras, disparatadas o ridículas. Sin duda, caminamos hacia la locura colectiva. Por ejemplo. Hace pocos días me acerqué con un amigo a un expendio de comida rápida. Por supuesto, el lugar estaba repleto. Era la hora del almuerzo y los hambrientos no lo ocultaban, Allí notamos cómo un cliente recién llegado, saludó a un empleado del establecimiento, llamándolo “primate”. -¡Hola, primate! -¡Hola! ¿Cómo le va? Y lo atendió en forma instantánea y esmerada, dejando burlados a los demás clientes que estaban allí primero. Parece mentira –dije a mi amigo- lo ofende y encima lo atiende con tanto esmero, sin tomar en cuenta el orden de llegada. No hay derecho... -Sí. Lo llamó“primate” . -Creerá, el muy bruto, que es un elogio de jóvenes modernos. -O quizás lo considera pariente cercano, algo así como “primo”, no muy lejos de los primates. -Debe ser “primo” en ruso o en polaco -O supone que lo cree “primo y vate”. -Pero, tampoco estemos tan seguros de que, si en lugar de llamarle “primate” le hubiese dicho una palabra claramente ofensiva, el empleado hubiese sido menos diligente. -Un país de contradicciones hasta cómicas…
13- EL ALACRÁN 46
NO SON CUENTOS
Un abogado al que llamaban “El Alacrán”,
nvejeció
prematuramente, hasta que a los 55 años de edad, le reventó el corazón. Frenético, arrojaba espuma cada vez que veía en otros algo que él no tenía o no podía tener, o algo que otro era y él jamás llegaría a ser. Cuando se enteraba de que una persona iba a estudiar Derecho, tenían que llevarlo a terapia intensiva, pues le atacaba una crisis demencial. Como la envidia es la enfermedad de los estólidos, no sólo perniciosa sino también contradictoria, andaba con una lupa descomunal buscando motivos para sancocharse el hígado. Así, solía preguntar a sus colegas cómo les iba en el ejercicio de la profesión, para comparar su éxito con el bienestar ajeno y adquirir un efervescencia estomacal de quinto patio. ¡Y cómo chillaba cuando algún abogado cometía el error de decirle que acababa de publicar un libro¡… Sí –agregó mi abuelo-, estúpido negocio ése de andar envidiando. Porque el envidioso nada gana y todo lo pierde. Agota sus energías físicas y psicológicas en un esfuerzo permanente e inútil. Le ocurre como en el cuento aquél donde el sapo, envidiando la estatura del toro, quiso alcanzarlo y de tanto aventarse explotó en mil pedazos, en el más estúpido de los suicidios. Por algo dijo Sócrates que la envidia es la suciedad del alma; un veneno, que consume la carne y seca el tuétano de los huesos. Pero, lo peor de todo es que el envidioso ignora que cuando envidia está rindiendo tributo silencioso y torcido al valor de la persona envidiada. Y prosiguió diciéndome: La envidia es un animal con doble dentadura. Una dentadura externa y otra interna. Con la primera, se dedica a destrozar vidas ajenas, socavando, envenenando, creando mal ambiente, desprestigiando, enlodando reputaciones, sembrando cizaña, buscando dividir, enemistar e inocular en los demás el morbo de su esencia putrefacta. Con la segunda dentadura, el envidioso se muerde y destroza sus propias entrañas. 47
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Lo que espera al envidioso no es la vida sino la muerte. El envidioso se suicida en forma lenta. Vive enfermo y no sabe por qué. Padece de taquicardias, de úlceras, de indigestión....Porque la envidia es un animal de diezmil anos, y destila por todos los orificios al mismo tiempo, contaminando la sangre. Finalmente, expresó: La envidia es propia de los estúpidos, porque el envidioso nada gana y todo lo pierde, hasta la salud y la vida…Pero ¿quién lo convence de esto, si por encima de todo es torpe? Envidiar es la forma más estúpida de suicidarse, porque se hace con venenos corrosivos y ocultos. Como le sucedió al abogado Julio Antonio Terán, apodado “El Alacrán”, a quien le explotó el corazón porque era tan grande su envidia rabiosa, que una noche, sin querer, se clavó su propia ponzoña.
14- ANTIPARABÓLICAS Quien no los conoce, que los compre… 48
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El predicador en cama Un predicador insistía en la doctrina de las apariencias: el hombre, en la medida en que tiene consciencia de que todo en este mundo es ilusorio, realizará los desapegos en busca de un mundo superior: el Mundo de la Realidad. Pero, un día amaneció aquejado por gravísimos dolores. El médico le dijo: -Recuerde que, como Ud. tanto predica, el dolor no existe, puesto que es sólo apariencia, y lo imperfecto es ilusión. Él respondió: -¡Es increíble! La apariencia se hace sentir exactamente igual que la realidad. Siento en la ilusoria rabadilla una apariencia de tizón que quema como todo un ilusorio cacho de los diablos. Las cucarachas gozosas Crediticia era asidua y fanática. Asistía a las charlas que todos los domingos y demás días de fiestas de guardar, musitaba una instructora de metafísicas. -No pequéis. Toda vida debe ser respetada. Es la ley. Nadie tiene derecho a suprimir la vida de los seres humanos, de los animales, ni de las plantas. En cuanto a las cucarachas, también merecen conservar la vida. Si las matáis os crearéis karmas espantosos. Cuando os quepa en suerte tener abundancia de esos envidiables heterometábolos paurometábolos de tan hermosa y atractiva factura, concentrad vuestra mente; llamad a una de ellas, tal vez la líder, por su nombre (que alguno debe tener) y rogadle que os preste atención. Tomareis asiento. Le ofreceréis un bocadillo. Luego le diréis con pausada, meliflua y clara voz: hermana, hermana, en la próxima no encarnéis en ese nivel ni en esa facha. No estáis en el lugar correcto. 49
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Marchaos de inmediato de esta casa, sanas y salvas, para no tener que adoptar medidas severas. Crediticia acató al pie de la letra tales instrucciones. Mientras trató de darle a una cucaracha una charla de buen comportamiento, se le escapó a toda carrera, se ocultó no se supo dónde, y la casa se cundió y se cundió y se cundió de cucarachas gozosas. Felices porque había una ley que las protegía aunque ellas lo ignoraban. Puertas francas Un hipermetafísico dice: -Pancracio. los ladrones penetraron en tu casa y te robaron porque tú los atraes con tus excesivas precauciones. Colocaste rejas a puertas y ventanas. Todo lo revisas antes de irte a la cama. Con tus temores creas un pensamiento que los atrae. Pancracio guardó silencio y al día siguiente quitó no sólo las rejas sino también las puertas y las ventanas. Los ladrones jamás regresaron. ¿Para qué iban a regresar si ya no quedaba nada que pudieran robar? La ley del perdón Una mujer dueña de una pequeña librería orientada hacia temas de la Nueva Era, manifestaba ser creyente, al pie de la letra, de la llamada “ley del perdón”. Convencida de que perdonar no puede ser, en absoluto, sino olvidar, reputaba como pecado mortal afirmar lo contrario: “yo perdono, pero no olvido”. Ante esta frase, saltaba de rabia, arrojaba espumas multicolores por todos los orificios corporales, y tenían que llevarla de urgencia a los cardiólogos. Un día alguien le solicitó un crédito por una alta cantidad de libros. Pero, pasaron largos meses y el mal cliente no se dejó ver en la librería. Finalmente apareció, mas no para pagar, sino para solicitar otro crédito. La 50
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señora guardó silencio, zarandeada por la duda y pensando para sus adentros: no me ha pagado, es cierto, pero la ley espiritual me dice que debo perdonar y olvidar…Decidió cumplir la ley y le otorgó el nuevo crédito. El cliente no pagó jamás y ello fue uno de los elementos fundamentales de la quiebra del negocio. Llorosa, le preguntó a un amigo: ¿Y ahora qué hago? Él le respondió: -Siga perdonando y olvidando… El futuro Una predicadora de la Nueva Era que se soltaba en largas elucubraciones sobre el “vivir sólo el presente”, solía terminar sus exposiciones por televisión, con las palabras; “Ya lo sabes: no desperdicies las energías pensando en el mañana”. Pero, al llegar a casa encontró una llamada de la Administradora porque estaba retrasada en el pago del alquiler; del Colegio, porque debía dos mensualidades; de la Concesionaria porque tenía acumuladas tres cuotas por la compra del automóvil. Se fue a su habitación, se recostó en la cama y se dijo con toda firmeza: no desperdiciaré mis energías pensando en esas bagatelas. Debo vivir plenamente mi presente. Sin embargo, en ningún momento la realidad de aquellas deudas y sus problemas la abandonaron. Por el contrario, se le acumularon en el subconsciente…: el futuro fue, entonces, su presente… Porque aquello de que seamos como “los pájaros que no siembran ni cosechan, ni acumulan en graneros, y sin embargo el Padre los alimenta”…suena muy bonito como poesía…pero…no trabaje usted para que vea…
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El problema no está en creer o no creer. El problema es caer en el dogmatismo, en la exageración y en el fanatismo, que arrastran a la estupidez…
15- GENÉTICA ESPIRITUAL Un anciano cuidaba carros frente a un restaurant. Una tarde almorzamos allí un amigo y yo. Mi amigo le pagó por su trabajo. Pero,
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cuando yo pretendí pagarle un complemento, el anciano rechazó amable pero rotundamente la segunda propina. -Les agradezco, pero no es justo que me paguen otra vez. Mi espíritu, mi dignidad, no me lo permiten. Ya recibí el pago por mi servicio- nos dijo, mientras se alejaba el automóvil. Una lección muy extraña, porque el cien por ciento de quienes cuidan carros o ejercen oficios similares, no sólo reciben, sino que también tratan de arrebatar. Ni el carácter, ni la honradez, ni el sentido moral, ni las virtudes, ni la sensibilidad espiritual, y ni siquiera la simple urbanidad y la decencia, se venden en el mercado ni, tampoco, se adquieren en las universidades. Vienen del hogar, sí, en la medida en la que los padres y los abuelos y los bisabuelos y los tátaras los hayan poseído. Porque es asunto de la genética espiritual, del ADN que hayamos forjado en nuestro ser trascendente a lo largo de muchas reencarnaciones de rectificación, de correcciones, de superación. Es de ahí –no de los títulos, ni de los abolengos- de donde viene la diferencia entre ser un patán o un santo, una persona consciente, buena y generosa o un ser abominable y demoníaco, de ésos que tanto abundan….
16- EL PESO MUERTO -¿Usted no cree en cosas espirituales? – me preguntó Guillermo, el mejor amigo que he podido tener- Pues le voy a referir: 53
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Como Ud. sabe, soy un agricultor criado y formado en el campo por padres y abuelos que nacieron, vivieron y murieron en “El Maciegal”, que Ud. también conoce. No sé leer ni escribir. Soy dado a creer con facilidad en ciertas cosas y en ciertos hechos de naturaleza espiritual, aun en contra de lo que enseña la fe católica que profeso. Yo tenía una tía, de nombre Luisa Antonia, la preferida entre todas mis tías, pues fue la que más tomó parte en mi crianza y con la cual trabajé en las labores del campo con mayor frecuencia. Se enfermó gravemente, de improviso, y falleció a los pocos días. Cuando estaba en el hospital, me dijo había roto con su novio, Raimundo, porque había descubierto que la engañaba con otra mujer. No me atreví a comentarle nada al respecto y, más bien la tranquilicé desviando la conversación hacia otros temas. Falleció y cuando, finalizada la misa, nos disponíamos a llevar el féretro hacia el carro fúnebre, sucedió algo increíble para muchos de los presentes: mientras un hombre se aprestó para levantar la urna por la parte delantera, Raimundo quiso hacerlo por el otro extremo, del lado de la cabeza. Pero, no obstante el mucho esfuerzo, no logró levantar el féretro ni un centímetro, a pesar de que era un hombre fornido y corpulento, capaz de cargar dos sacos de maíz al mismo tiempo. Viendo lo que sucedía, opté por llevar la urna, y así lo hice con suma facilidad, pese a mi corta estatura y poco peso. Y, tal como si estuviese trasladando una pequeña y liviana silla, la trasladé hasta la plaza donde estaba el carro, frente a la iglesia. Otras cosas admirables me habían ocurrido por esos días: en la madrugada del día en que rindió el último suspiro, (a las siete de la mañana, después de recibir la santa comunión), soñé que ella, muy hermosa, entre luces de bellos colores, y vestida de azul con lentejuelas de plata, extendía los brazos mientras, sonriendo, me decía: Mira, ya estoy curada.
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Cuando fui a su lecho de muerte, me le acerqué llamándola por su nombre, aun cuando aparentemente había expirado varias horas antes. Me brindó un largo suspiro, tal como si me hubiese estado esperando para irse al Cielo…
17- CIENCIA Y CONCIENCIA Las ratas generosas ¿Quién ama las ratas? 55
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El eminente profesor de la Universidad de Lovaina, Pierre de la Choucutte, pondera y alaba el alma generosa de las ratas. No porque se haga eco de algunas damas de la nueva era, que todo parecen aceptarlo, aun lo más inverosímil, sino porque lo asegura la ciencia. Apoyándose en lo que expresa Ariel Knafo, líder de un equipo científico de investigadores de la Universidad Hebrea de Jerusalén, el gen AVPR1a”, o “gen del altruismo”, codifica la producción de un receptor que permite a la hormona arginina vasopresina actuar en las neuronas cerebrales, generando impulsos hacia la realización de los actos de generosidad. La versión “generosa” del gen AVPR1a existe “en ciertos roedores, como las ratas, que tienen además fuertes lazos sociales”, lo cual sugiere que el altruismo apareció hace mucho tiempo en la historia evolutiva, antes de los humanos. De la Choucutte propone que los científicos se aboquen a la tarea de inyectar la versión generosa del gen AVPR1a en la sangre de los humanos, a ver si dominan el egoísmo y se abren, por fin a la generosidad. “De lo contrario –concluye- seguiremos siendo superados por las ratas. La genetización En una conferencia leída en una Universidad de su país, el doctor Alexio Karreisiolos dijo: “No es imposible que un día de estos los científicos descubran que a cada valor moral corresponde un gen: se hablará, entonces, de “las variantes genéticas” de la amistad, de la bondad, del respeto, de la paz, de la laboriosidad, de la humildad, de la tolerancia, de la generosidad, de la libertad… Si todo, absolutamente todo, se “genetiza”, todo, absolutamente todo lo perverso podrá justificarse con base en los genes, a menos que se 56
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reconozca cabida al poder de la razón, de la conciencia y de la voluntad, sin cuyo concurso todo queda a la deriva.
18- CANTÍNFLATE Al herrero Críspulo Canela, quien apenas si tenía fuerzas para soplar con fuelle y a punto de reventar de tanto darle al martillo, le nació un 57
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segundo hijo, justamente cuando la economía del país andaba en cuatro patas. En esa situación tan anudada, miró con desesperanza hacia su hijo mayor, Bartolo, quien pronto cumpliría veinticinco años, sin juicio ni beneficio. Era el prototipo de la ignorancia, aunque muy sumiso y obediente. Un día acudió a la herrería una de las personas más ricas de la comarca. Percibiendo la situación, se fijó en Bartolo y dijo al herrero: -Amigo, su hijo tiene todas las de triunfar. Es alto y corpulento. Pero, todavía puede crecer más, si se esponja, si se infla. Debe cantinflarse. En este mundo la gente se deja llevar por las apariencias. La gente, en su gran mayoría torpe y sin criterio claro, se deja seducir por el que ocupa más espacio. Se fija en la cantidad, no en la calidad; en lo que le “parece”, no en lo que “es”; en el color, no en la substancia. El herrero siguió los consejos del hacendado, y estuvo alimentando y nutriendo al hijo mayor para que anduviera siempre bien aventado. Para esto se valió, muy especialmente, de los almuerzos y cenas de fabada que, bien premunida de una combinación explosiva de chorizos, pajarillas, chinchurrias, morcillas, tocino, trozos de lengua de vaca, salpicones de pollo, arvejas, garbanzos y otros elementos nucleares, siempre cumple lo prometido, como lo atestiguan muchos asturianos. A su debido tiempo Bartolo tuvo éxito enorme como político. Hasta llegó a ocupar la primera magistratura, sobre la base, exclusiva, de una talla de cardenal muy bien maiceado.
19- UNA VIEJA CARTA -¡Aló, aló..! ¡Hola, Emilio! Tanto tiempo…como diecisiete años o más…¿Qué interés te mueve ahora a llamarme? 58
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-Es que me jubilé del cargo de Registrador. Tengo dos años jubilado, y me acordé de tí. -¿De mí? ¿Por qué? -Porque desde hace unos cinco años encontré una carta de mi tío, Monseñor Mejillas, dirigida desde…a nuestro pueblo… donde le decía a mamá que un terreno ubicado en el pueblo era “bienes de menores”… -¿Y tú quieres reclamar la propiedad apoyándote en esa carta? -Sí, aunque es una carta de hace setenta y cinco años…Pero quiero estudiar el caso y que me ayudes. A ver si podemos reunirnos en tu casa todos los sábados y tal vez, también los domingos... -¿Y los días de fiestas de guardar también? ¿Qué haces de ordinario, desde que te jubilaste? -La voy pasando, aburridísimo, sin nada qué hacer. -Es decir, ¿quieres matar el tiempo con ese caso de bienes de menores? -Sí, así es, así es. -Es decir, ¿quieres matar el tiempo a costa mía? -Podría decirse… -¡Mira, Emilio! Yo llevo una vida llena de ocupaciones. También estoy jubilado, pero, aun así, tengo siempre algo útil que hacer. Vivir matando el tiempo no es vivir sino morir. Búscate otra víctima de tu poco valer. Cómprate un perrita chiguagua que, aunque parezcan ratas, de algo te sirven, siquiera para matar el tiempo matándole las pulgas…
20- EL MEDALLÓN DE LOS DIOSES El habitante de una aldea indígena, cuando andaba de caza, vio entre las ramas y los espinos un destello. Se acercó con precaución. Extendió el brazo y agarró un objeto que lo dejó maravillado: se trataba de una cosa 59
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redonda, muy suave al tacto, que despedía iridiscencias a medida que la movía frente al sol. Llevaba impreso, en color morado, el dibujo de una especie de dios de piedra muy similar a los ídolos de la región. De inmediato llamó a los compañeros. Corrieron a la aldea, donde, debido a los gritos, todos salieron alarmados. Al principio, el que realizó el hallazgo lo consideraba propiedad privada suya, una deferencia particular de los dioses. Pero, muy pronto el piache lo convenció de que se trataba de una bendición de los dioses para la aldea, donde las cosas no marchaban muy bien ni en cuanto a la cacería, la pesca y la agricultura, ni en cuanto a las relaciones personales y familiares, pues reinaban las discusiones y las enemistades. Muy pronto se corrió la voz por toda la región. No hubo aldea que no recibiera la noticia. Los jefes de las diferentes aldeas se pusieron de acuerdo y acudieron en comisión adonde se encontraba el tesoro divino, en un altar de piedra. Cada jefe se creyó con derecho a poseer para su aldea el objeto que despedía destellos con el sol. Armaron una acalorada e inútil discusión en la casa de la comunidad, y cada quien salió por su lado en dirección a su pueblo. Pocos días después se formó una alianza que tomaría por las armas la reliquia mensajera, para hacerla objeto de adoración en un ara central, adonde podrían acudir los miembros de las diferentes aldeas para dejarle sus ofrendas y elevarle sus plegarias. Pero, se desató una guerra feroz. Cuando todo había finalizado y la región era una ruina, se presentó el jefe de la policía de la Reina, realizó las averiguaciones de rigor, y cuando tuvo en sus manos el objeto que arrancaba destellos al sol, hizo una mueca de desprecio. De inmediato impartió algunas instrucciones y, pocos días después, fue depositado en cada aldea un montón de cajas de cartón. Convocó a los habitantes y les dijo: 60
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-Aquí, en el patio central, tienen unas cajas llenas de objetos. Acérquense y tome cada uno cuantos quiera. Cuando los habitantes de la aldea corrieron hacia las cajas y palparon los objetos, vieron que eran exactamente iguales al “medallón de los dioses”: tapas de vidrio de distintos tamaños, que arrancaban destellos al sol. Muchas de ellas tenían impreso el dibujo de un ídolo, marca registrada de un ron de la colonia. El jefe de la Policía de la Reina gritó: -Por causa de una bagatela, hubo inútil derramamiento de sangre, la guerra mató a tantos y fueron destruidos sus bienes. Hoy no queda sino dolor, lágrimas, malos recuerdos y enorme miseria. Hay gente que arma y desata guerras con causas falsas, y pendejos que los siguen. Estúpida Humanidad.
21- DESDE MI MÁS ACÁ (2) Ya les dije cómo me siento acá. Pleno de vida, como nunca y en una forma y en unas dimensiones y con un acento y con una profundidad absolutamente inimaginables en su más allá. En su más allá no existe criterio ni medidor idóneo para calcular la dimensión de la felicidad de acá. No existe, ni desde muy lejos, un punto de 61
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comparación. Porque aquí la felicidad es cualitativa, no de cantidad. De pureza, no de mezclas relativas. De alcances absolutos, no de parches ni parcelas. De realidades, no de apariencias ni insinuaciones. De esplendores plenos, no de luces y sombras. Aquí no existe y no rige la ley de las apariencias, que en el más allá de ustedes, es norma general y universal por la que todos se rigen y que termina por arrastrar al engaño, a la frustración, al desastre y al dolor. ¿O es que acaso ninguno de ustedes ha padecido, de un modo u otro y en los más diversos aspectos, la ley de las apariencias? Por ejemplo, yo, que desde aquí todo lo veo, (y veo el pasado y el futuro con la lupa del presente), sé por qué te casaste con quien te casaste: porque se te pintó como excelente, y no profundizaste. Te dejaste engañar por la vistosidad…!y ahora mira el rollo que te envuelve! Ahora, este consejo…porque los consejos desde este acá, son excelentes…no los desperdicies… Allanen un poquito, un poquito, la senda hacia acá, comenzando por oponerse a la ley de las apariencias…por no dejarse arrastrar ni amarrar por la vistosidad, el oropel, el lujo y lo superficial…Sólo profundizando se llega hasta acá…Profundizando para ascender…
22- COMPARTIR Un predicador gritaba en la plaza: Hay que compartir. Ésa es la palabra clave. Cada quien debe compartir. Es una exigencia necesaria para poder entrar al reino del Padre. De lo contrario, si no compartimos, iremos al fuego eterno, en castigo por nuestro egoísmo. 62
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Un pobre muy pobre pensó: -Compartiría mi perro. Pero, como mi perro es poco para tanta gente, compartiré la sarna de mi perro y la mía, las sumaré y habrá mucha sarna. Y, como la sarna se multiplica, mi mérito será mayor. Cuando muera iré directo al Cielo por haber compartido la sarna mía y la sarna de mi perro. Y salió con el perro a repartir la sarna. Pero, como la gente es egoísta, encontró que nadie aceptaba una parte de la sarna: quería toda la sarna, y él no podría complacerlos, por lo que tuvo que regresar, resignado, a su lugar en la plaza, a convivir con la pobreza, con el perro y con la sarna. Le ofreció al predicador un poco de sarna y el predicador le dijo: sarna no, que tengo mucha. Mejor dame tu perro, para que salves tu alma. Y el pobre muy pobre, ante las promesas del Cielo, se desprendió del perro… Otro más pobre aun, al escuchar la prédica sobre el compartir y la salvación del alma, pensó: No tengo perro, pero, aunque me abunda la sarna, más dominante es mi miseria. Compartiré con gusto mi miseria y me quedaré con toda la sarna. Y se fue a entregar a cada quien una parte de su miseria. Pero, como la gente es muy egoísta, le decía: no quiero un porcentaje de tu miseria, la quiero toda o nada. El pobre, entonces, decía: pero si entrego toda mi miseria y no tengo perro, ¿qué me queda? Regresó a su lugar en la plaza, y como estaba empeñado en salvar el alma para vivir en el Cielo, le propuso al predicador recibiera una parte de su miseria. El predicador no le respondió porque era rico, pero, como había que compartir para poder entrar al Reino de los Cielos, compartía, no la riqueza, que no era poca, sino la palabra de Dios, que era mucha y le resultaba más barata...
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23- LA INVASIÓN DE LAS NAVAJAS La alarma cundió por toda la ciudad. La gente comenzó a cerrar puertas y ventanas y los huecos de las chimeneas. Todos buscaron aprovisionarse de alimentos. Quedaron desolados los anaqueles de supermercados y bodegas. El ministro de Educación ordenó suspender las clases en forma indefinida. Fueron cerrados los parques de diversiones y cercadas con altas vallas de alambre las plazas y los centros comerciales. Quedó paralizado el transporte, cerrado el metro y estacionados quién sabe 64
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por cuánto tiempo los ferrocarriles y los autobuses. Los soldados y los policías se lanzaron a la calle, provistos de armas de largo alcance y protegidos con cotas de malla o escafandras de acero. Los jefes eclesiásticos de todas las iglesias o credos impartieron instrucciones cifradas para que sus tenientes programaran plegarias especiales que los feligreses debían musitar en la seguridad sus casas. El cuerpo de médicos organizados, los hospitales y las clínicas fueron objeto de especial cuidado y protección, adoptándose las medidas necesarias para garantizar el servicio de atención a los heridos, que inevitablemente producirían los inhumanos invasores cuyo asedio era inminente. Se instruyó sobre la marcha al cuerpo de enfermeros y de enfermeras, al igual que a los bomberos y custodias civiles, para que pudieran brindar los primeros auxilios. La ciudad quedó sitiada hasta que se acabó la comida. Como ratones asustados, los ciudadanos, encandilados por el sol, fueron saliendo de sus casas para encontrarse frente a frente con los invasores: los monos. Se les ordenó colocarse en fila india. Y todos, hombres, mujeres, niños, jóvenes y ancianos, ricos y pobres, negros, blancos o amarillos, y fuese cual fuese su religión y su bandera política, todos se aprestaron a ser pasados por el degüello más espantoso, capaz de competir en ferocidad y número, con la propia guillotina. Cada mono empuñaba su navajón hacia cada ciudadano. Por instinto, éstos cerraban los párpados, esperando el “corte de corbata”, el dolor, la sangre, la muerte. Pero, en lugar de esto, los monos comenzaron a raparles el cráneo y a rasurarles los rostros. El silencio destacaba el raprap de las navajas haciendo de las suyas y arrancando gruesas lágrimas y copos de cabellos que se llevaba el viento… Pero, ¿qué navaja era aquélla que empuñaban como una cimitarra los soldados invasores? ¿Qué traían en mente aquellos monos atrevidos y prepotentes? 65
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Un profesor de filosofía, jubilado y con buena memoria, pudo identificar el arma: se trataba de ¡la Navaja de Occam!. ¡No podía creerlo! Luego no sólo los titulados sabían de filosofías: ¡!también los monos autodidactas…y los autodidactas monos…!! Mientras le rapaban la cabeza, el mentado profesor recibió autorización militar para exponer sobre la marcha: “La Navaja de Occam” es la llamada ley de parsimonia o de economía de esfuerzos. La inventó un filósofo inglés de nombre Guillermo de Occam. Como buen fraile franciscano, hablaba y escribía estrictamente lo necesario y no más de lo necesario. Cansado de la “pajudez” de los predicadores, que hablan demasiado, pensó y descubrió esa ley que, traducida en mandato, dice: “sé breve, simplifica, no seas pajudo”. Hasta aquí, la explicación profesoral. Ahora prosigue el relator de esta historia: Cuando los ciudadanos se enteraron de lo que significa la Navaja de Occam y de sus fines y resultados, quedaron llenos de admiración: fue entonces cuando, a pesar de la edad, vinieron a enterarse de que existe algo que se llama “sencillez, ir al grano, ir directamente a lo que interesa, evitar las digresiones, no recurrir a los rellenos, no darle vueltas al asunto y buscar y realizar la síntesis”. Sin embargo, lo más portentoso de todo esto es que muchos preferían la degollina a renunciar a ser pajudos, hablanchentos y deslenguados.
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24- LA GUASACACA DEL DIABLO San Pedro, apenas le vio el empaque, se dio cuenta de inmediato de que aquel sujeto no cuadraba, ni desde lejos, con el ambiente celestial. No era conveniente la presencia de un factor de perturbación para el comportamiento edificante de quienes moraban en la paz de aquellas alturas. Estuvo a punto de redactar un memorándum de protesta para la Oficina de Control de Ingresos, pero se contuvo. Órdenes son órdenes. Por eso no le quedó otra sino disponer que fuera asignada al joven huésped una habitación 67
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ubicada en el primer piso del ala izquierda del edificio, donde el silencio se tocaba con las manos. El recién llegado entró a la habitación y, sin dar muestra alguna de gratitud al ángel que lo había encaminado, ni mucho menos darle propina, arrojó el morral donde le vino en gana y, sin quitarse los polvorientos zapatones, se extendió sobre la cama para probar el colchón, donde lo tomó el sueño. Al rato lo despertó una música lejana que no dejó de resultarle familiar, por lo que se le calentó el corazón, que se le había congelado a medida que, pocas horas atrás, se acercaba al Cielo. Se levantó a impulsos de la emoción y abrió una de la ventanas. Irrumpió un torrente de sonidos que le pusieron a temblar las piernas, sacudieron las cortinas e hicieron vibrar las puertas del closet. Miró hacia el epicentro de la música, y allá abajo, fuera del área celestial, un grupo de coloridas bailarinas, con muy escasas ropas, giraban, por su cuenta y riesgo y entre carcajadas y gritos, en torno a una fogata que algunos diablos lujuriosos atizaban con los cachos, mientras
otros
preparaban una parrilla, de carnes, chuletas y chorizos, de ésas que tanto tientan a los condenados pecadores, amantes de la guasacaca del Diablo. La música resonaba entre las palmadas y la agitación de un grupo de hombres y mujeres
que marcaban el ritmo de una sulfurosa cumbia
colombiana. Unas diablitas, demasiado avispadas para su edad, pero que habían ensayado bastante en los terrenales concursos de danza y modelaje, se dieron cuenta de la presencia de aquel “santo” curioso que las escudriñaba con dos lupas, y le hicieron señas para que se incorporara a la sesión. El joven se dejó seducir sin demasiada insistencia por aquel llamado oportuno. Con inclinación al pecado, que no podía ceder ni siquiera a la fuerza de los Cielos, 68
estaba convencido –como solía decir- de que “el
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espíritu es débil pero la carne siempre está dispuesta”, y obedeció a este diabólico principio. Con una cuerda de sábanas, se deslizó desde la ventana. Y llegó al ambiente que correspondía a sus inclinaciones y gustos. Y se sintió feliz. Y jamás quiso salir de allí. Es que para subir al Cielo se requiere prepararse con tiempo y consciencia, teniendo muy presente que no podremos vivir allí si previamente no adecuamos a la altura de ese nivel, nuestro espíritu, corazón, pensamientos, deseos, sentimientos, tendencias, en fin, nuestra mentalidad. Y, para eso se requiere años. No podemos pretender la adecuación a la hora de la muerte, en pocos minutos, porque será inútil. Allí sólo nos quedará lamentar haber desperdiciado la vida estúpidamente. No podemos entrar al Cielo con una mentalidad diabólica, porque los primeros que rechazaremos ese ambiente, los primeros que manifestaremos estar sumamente incómodos, seremos nosotros, y querremos marcharnos de inmediato. “Queréis vivir en el Cielo –dice Aivanhov- Pero, ¿sabéis, acaso, lo que verdaderamente es el Cielo? Ciertamente, no, y por eso debéis prepararos, porque, si no, al llegar allá arriba, diréis ¡Pero aquí no hay cigarrillos, ni tabernas, ni cabarets! : tengo ganas de beber, tengo cuentas que ajustar cuentas con mis enemigos, tengo ganas de besar a las chicas. Quiero volver a bajar”. Por eso no todo el mundo está preparado para vivir en el Cielo, y aunque los humanos fuesen llevados allí a la fuerza, no se quedarían…” De todo esto, hay algo que sacamos en claro: no debemos creer en los arrepentimientos y confesiones de última hora, mediante los cuales algunos pretendemos tomar por asalto el Cielo, al final de un largo camino de vilezas, injusticias, abusos, explotación, usura, codicia, avaricia y crímenes, y después de haber maltratado, humillado y ofendido a los demás, valiéndonos del poder o la riqueza. 69
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Para subir al Cielo se necesita mucho más que una “escalera grande y otra chiquita”.
25- LOS MISERABLES El hambre meritoria -Isaac el hijo de Abraham. Isaac Newton. Isaac Asimov. Isaac Hayes. Isaac Peral, Isaac Deutscher. Todos famosos…Por bagatelas…Nada más por bagatelas… -¡Bagatelas??? ¿Te parece poco haber estado a punto de ser asado a la parrilla y nada menos que por órdenes de Dios? ¿Tú sabes lo que significa haber descubierto la ley de gravedad? ¿Te parece poca cosa haber definido las leyes de la robótica? ¿Es nada haber sido compositor, cantante, actor y productor de renombre; o inventor del torpedero submarino? 70
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-No es poca cosa, ciertamente…pero tampoco es poca cosa que yo, Isaac, simplemente Isaac, de padres desconocidos, miserable de profesión, eterno pelabolas, haya logrado sobrevivir al hambre durante setenta años… ¿Morir de hambre no tiene mérito…? Por lo menos merezco el premio Guinness. El ascenso de María María, solamente María. Sin apellido ni abolengo. Sin tiempo y sin lugar. Había nacido no se sabe dónde ni por qué. Lo cierto es que una vez apareció en la capital y allí se quedó. Años y años. Durmiendo en los basurales y comiendo de los basurales. Ah. Ya estaba cansada de vivir, si aquello era vivir. Vivir bajo la lluvia, aterida por el viento frío. Y dormir sobre el duro suelo, tal vez, con suerte, sobre algunos cartones. Tratar de conciliar el sueño. El ruido de la discoteca vecina. El dolor de los huesos. Tos, fiebre, taquicardia, gases, hambre, chinches, pulgas, ratas, cucarachas y sobre todo, un profuuuundo sentimiento de sordo dolor y de abandono. No. No. No podía dormir. Se acurrucaba, pero no podía. En el fondo del callejón. Al borde del basurero. Ya no podía más, Señor, Señor. Quiero morir. -María - le dijo el ángel- llegó la hora.. Y el cuerpo de María quedó allá, abajo, encorvado entre cartones, en el fondo del callejón, al borde del basurero, como negro y fétido zurrón. Pero el alma voló. ¿Iría a descansar? ¿O a padecer en otro infierno? La última lámpara de Aladino Lo único que sabía en este triste mundo inmundo: hacer lámparas de latas. De latas de cerveza, pues en aquellos tiempos no las había de refrescos, como ahora. 71
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Recogía de donde podía una lata y la transformaba en una lámpara: un tubo para la mecha, adherido a la tapa, el depósito para el kerosene y un asa. Eso era todo. Y era todo, para vivir o, en realidad, sobrevivir… Para burlarse de él y tener de qué hablar, los hombres del pueblo borraron para siempre su nombre verdadero, y lo bautizaron “Aladino”. Pasaron los años. Un día llegó la luz eléctrica. Y Aladino vendió a un campesino la que, sin él saberlo, sería la última lámpara. La gente desechó las lámparas de kerosene, y Aladino, no teniendo qué comer, se dedicó a beber. Fue hospitalizado varias veces y murió de un infarto. En realidad murió por la peor de las peores cardiopatías: la tristeza. Los tres mosqueteros Tres pordioseros se reúnen en una orilla de la plaza, donde se disponen a pasar la noche, que ya empieza. Ninguno de ellos prueba bocado desde el día de ayer, cuando “se dieron un banquete” con los desperdicios acumulados en el basurero del hospital. Hoy, no hay nada, nada, nada, sólo hambre y la promesa de una noche negra, fría y profundamente desolada. Antes de quedarse adormilados sobre los cartones y los trapos sucios, rodeados de sus colegas, los perros y su sarna, conversan, conversan, conversan de cualquier cosa, para llenar el tiempo, para que la noche no se les haga tan larga, y ocultar los ruidos del estómago. La noche tiene hambre, mucha hambre, siente frío, se moja con la lluvia que ahora está cayendo, bosteza, sufre, y tiene ganas de llorar, muchas ganas de llorar como la lluvia. Ellos, los pordioseros, no. Porque son de hojalata y hormigón. Ellos no. Les está prohibido ser humanos. El extravío del apellido Extravió el apellido en algún lugar, como todos los mendigos. Porque, en el camino de los mendigos, fétido, tortuoso y oscuro, ¿para qué 72
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necesitan apellido? ¿Para cursar estudios? ¿Para firmar cheques en blanco? ¿Para suscribir aportes financieros? ¿Para realizar operaciones bursátiles? ¿Para hacer transacciones como la gente importante? El apellido había sido –si es que alguna vez lo tuvo- un par de maltratadas chancletas, que perdieron las trenzas en girones, luego las suelas, dejando trozos en los recodos y las piedras, un trozo aquí y otro más allá. Hasta que una madrugada el resto se lo llevó el aguacero que por poco lo ahogó en aquella alcantarilla. No. Con el nombre de pila va que chuta, si es que chuta. El recogelatas ¿Quién lo mandó a recoger latas? ¿A hundir las manos en la basura? ¿A escoger un trozo de carne entre porquerías? ¿A dormir a la intemperie? ¿A ser tratado peor que los perros? ¿A comer hoy y seguramente mañana no, y pasado mañana tal vez, quizás, es probable? ¿A ir de un lado a otro expuesto al peligro, a las enfermedades y a la muerte? ¿Quién lo mandó? ¿Quién? Pues quién va a ser sino él mismo. Porque le encanta la mala vida, le encanta la porquería. Pero, ¿quién era Valentín? En aquel pueblo, Valentín era “el hombre de las niguas y los sabañones”, que ya le tenían desmigajados los pies. Yacía sobre una acera, recostado contra la pared de alguna casa. Ya no le quedaban ganas ni fuerzas para ir de puerta en puerta pidiendo un poco de comida. Allí, bajo el sol de todo el día, como esperando la muerte, que no terminaba de llegar. “Valentín de las niguas y los sabañones”, decía don Pancho, dueño del bazar, quien por misericordia le dejaba caer sobre las heridas y las grietas de los pies, un chorro puro de creolina. Sin embargo, Valentín no tenía ni ganas ni fuerzas para gritar. Sólo yacía allí, esperando la muerte. 73
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Pero, ¿quién era Valentín, además del hombre de las niguas y los sabañones, de la miseria y del dolor? Era el padre de un médico próspero que ejercía en la ciudad vecina, a sólo tres horas de distancia. Valentín había sido excelente maestro de escuela. Amaba la docencia. Los alumnos lo querían y lo apreciaban, porque sabía enseñar y sabía lo que enseñaba, dispuesto siempre a responder con entusiasmo porque amaba su trabajo, como los buenos docentes. Hasta que un mal día, Hilario Merdini, el director de la Escuela –de la única Escuela del pueblo- lo destituyó injustamente. Valentín, que sólo sabía enseñar, se fue por la pendiente, y ahora era el hombre de la miseria, de la tristeza, del abandono, del deseo de morir y de las niguas y los sabañones. Lo que son las cosas… Las calles de la noche ¿Quién tiene autoridad moral para describir cómo son las calles en la noche cuando no se tiene adónde ir? Yo. Porque lo viví…o, mejor aun, porque “lo morí…” Actualmente estoy en el “bardo”, tiempo entre dos vidas que transcurrimos aquí, después de la muerte, preparándonos para una nueva “jornada”. Estoy próximo a reencarnar. Naceré en la misma ciudad donde fallecí un 4 de agosto del año 2000. Naceré a trece años de ese momento… Quiero consignar mis memorias antes de que las pierda, al descender al plano denso que me espera. ……………. Por circunstancias que no viene al caso detallar, llegó un momento en que la vida, el destino o la suerte, no sé, me arrojaron a las calles, cuando 74
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acababa de cumplir treinta y ocho años de edad. Había quedado, absolutamente, sin familia. Los amigos me habían dado la espalda desde que la prensa me describió como un ser abyecto, involucrado en un desfalco cuantioso. Todo tan falso, tan irreal e injusto, que la vida miserable que entonces comenzaba para mí, fue mi mejor testigo. Si hubiese obtenido algún provecho pecuniario de aquel embrollo, no hubiese vivido la penuria que habría de acompañarme hasta mi muerte, que me sofocó en plena calle, en medio de un basurero. Pero, no es mi intención relatar los vaivenes de mi vida durante los treinta años siguientes…Sólo voy a referirme, y muy brevemente, a mi primera noche... Esa tarde de mi primer día de desgracia, fue para mí un hachazo en plena nuca. Expulsado de la pensión por falta de pago, salí de allí a la una de la tarde. Apenas logré salvar una pequeña maleta con algunas prendas de vestir, unas fotografías de mi familia y otros enseres de uso personal…Lo demás quedó en poder de la dueña del establecimiento “como forma de pago”… A medida que avanzaba la tarde, comencé a sentir un peso enorme, sobre la espalda; y el peso crecía y crecía cuanto más se acercaba la noche con su manto incierto. La pequeña maleta se me hacía cada vez más pesada e insoportable. Como no sabía adónde ir, me sentía aplastado, sin ganas de moverme. Me asfixiaba una mezcla horrible de angustia, tristeza, soledad y miedo. Me palpaba el pecho para ver si aún tenía corazón, pues me parecía más bien un ave muerta o una nuez seca. Y ello me acrecentaba el miedo, porque creía que la muerte me era inminente. Recuerdo que esa primera noche una señora, no sé por qué, se condolió de mí y me brindó un plato de sopa y un pan. Le di las gracias y me paré en la esquina. Las calles se veían desiertas. Muy pocos vehículos. Uno que otro transeúnte. 75
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Ah. La angustia y la sensación de soledad y desamparo que me asaltaron cuando me detuve en una encrucijada de cuatro calles. Entonces se me vino encima, en un instante, el inoportuno pensamiento de que todo ser humano debería gozar de la satisfacción de tener un destino, porque ello lo revitaliza con la esperanza, lo sustenta con la alegría, y lo alimenta con la fe. ¡Qué horrible carecer de razón o motivo para optar por una u otra calle!. Es como si las propias calles nos arrojaran poncheradas de desprecio, dándose el lujo de cerrarnos paso. Temblaba no sé si por miedo o por frío, tal vez por fiebre. La primera de las mil fiebres que pasaría a la intemperie durante treinta años. Mienten, por cierto, quienes dicen que uno se acostumbra. Jamás me acostumbré ni a la fiebre, ni al hambre, ni al dolor, ni a la soledad, ni a las humillaciones, ni al desprecio…todos forzados... ¿Qué uno no se enferma? ¿Para qué si la enfermedad comienza desde el primer día y jamás termina? ¿Qué uno vive despreocupado, sin responsabilidades? ¡Mentira! Sería antinatural. Lo que pasa es que la vida no nos da alternativas. Pero el dolor lo llevamos dentro, como una garrapata aferrada al pleno corazón… Las piernas no me sostenían. Era como si supiesen y me dijeran “pero ¿para que vamos hacia allá, o hacia acá, si nada ni nadie nos espera. No desperdiciemos energía, Vamos a descansar”… Yo miraba las calles, brillantes como espejismos, que llevaban al infinito de la nada, sin ninguna esperanza…y eso desalienta a cualquiera. Sin embargo, no me quedaba otra sino andar adonde las piernas decidieran ir por su cuenta… Empuñé mi pequeña maleta y avancé por la penumbra en dirección a no sabía dónde…
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Ya iría perdiendo por el camino de los años, trozo a trozo, aquella maleta. Por eso, cuando la policía recogió mi cadáver, sólo halló unos cartones, donde yacía yo, un despojo humano, un zurrón podrido… No. De la soledad lacerante de las calles no puede hablar sino el que las haya vivido, o, más exactamente, “el que las haya muerto, como yo”…
26- LA SORDERA Llegó el día de la sordera. Como vaho de los pantanos, la sordera se extendió por todo el planeta. Envolvió la cabeza de las personas. Les eclipsó la visión y les penetró por los oídos, inyectando torpeza, pesadez y obscuridad en el sistema interno, tornándolo en algo extremadamente insensible. La gente tuvo que recurrir a las señas y a los gritos, cada vez más estridentes. Entonces surgieron “los ruidosos”, quienes fueron haciéndose cada vez más necesarios. Lo que importa no es la idea, el sentimiento, el mensaje interior: lo que importa es el estrépito. El oído, antes fino y sensible, pasó a tener “hambre de ruido”. Ruido, desgañitamiento y golpes que llaman “música”, y gritones y chillones que 77
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llaman “cantantes”. Ruido y vociferaciones en los políticos, en cuya contienda gana el que más grite, el más aturda, el que más golpee, el que más ofenda. El mensaje es el ruido. Lo que importa para las multitudes no son las ideas, sino las explosiones. Están dispuestas a seguir al que provoque mayor estruendo. Porque lo que interesa es la voracidad de un oído muerto, no los deseos del corazón ni las inquietudes del cerebro, también obnubilados por el vaho de los pantanos…
27- MONEDAS AL AIRE Mi padrino era pobre, pero sabio. Solía llevarme a su casa, situada fuera del pueblo, en pleno campo. A él le debo consejos muy valiosos. Autoalabanza Si quieres conocer a tiempo a una persona, observa si se alaba. Si lo hace atribuyéndose virtudes o buenas cualidades, debes inferir que las mismas no son tales, sino todo lo contrario. Por ejemplo, desconfía como del diablo de quien te diga “yo soy muy bueno, yo soy muy justo, yo no hago mal a nadie, yo soy muy correcto en mis cosas”. Da media vuelta y lárgate para siempre. Esa persona no es de fiar. Porque el que se alaba coprofaga… Exceso 78
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Una vez un escritor necesitaba que un dibujante le elaborase unos gráficos por demás sencillos, esencialmente, figuras geométricas, cuadrados, rectángulos y círculos que irían entrelazados mediante líneas y flechas. El dibujante le manifestó gran deferencia y le dijo: además, es conveniente agregarle esto y lo otro…y así mismo esto y aquello,,, para rematar con esto y esto… Pasaron los días y los meses y el dibujante no se dejaba ver del escritor en ningún lugar…El escritor consiguió a una humilde maestra de escuela, quien le elaboró los gráficos a la perfección. Cuando, casi un año después, fue editado el libro, el tal dibujante salió disparado hacia el espacio exterior debido a la sorpresa, pues el muy miserable juraba que había logrado abortar la terminación de la obra del escritor. Por eso te digo: cuando le pidas a una persona un favor específico, determinado, y ella te prometa más de lo que le estás pidiendo, ten la seguridad más absoluta de que su propósito oculto es no hacerte el favor y dejarte esperando La invasión mongólica Cuando te asalte la terrible pero necesaria idea de casarte, observa si la candidata tiene amistades dudosas, pues seguramente la han contaminado y tú pagarás las consecuencias. Lamentarás haberte casado con ella. Indaga si la candidata tiene hijos menores de edad. Si los tiene, piensa en el riesgo de casarte con ella pues los hijos portarán quién sabe qué genes y cuántos comejenes, y a tí te corresponderá soportar las taras. Si te dice que tiene hijos, pero mayores de edad, y que cada uno de ellos lleva su propia vida independiente, no confíes. Porque, una vez casado con ella, sus hijos llenarán tu casa con sus hijos, con sus suegros, con sus cuñados y los amigos de los cuñados, y los amigos y los amigos y los amigos, y tú no tendrás descanso, pues llegarán a tu casa todos los domingos a la hora de almuerzo y te robarán el tiempo hasta muy entrada la noche. También, aun el tátaraamigo de algún amigo de tu hijo se creerá con derecho, y una tarde, con 79
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el más grande desparpajo, te llegará con las maletas y con su familia a pasar las vacaciones a costa tuya…y…y… Sin embargo, cásate. Porque la soledad pudre y asfixia…Si hay males necesarios, el matrimonio es uno de ellos. Los aspavientos Cuando tengas cierto tiempo sin ver a un amigo y te encuentres de pronto con él, observa. Si se hace el desentendido, sigue de largo. No está interesado en tratar contigo. Lo prudente es que no insistas…Si te saluda a grandes gritos, expandiendo las fauces y dejándose ver la campanilla de la garganta, ¡hermaaanooo!. Aléjate, porque seguramente con los gritos y los aspavientos pretende acallar su conciencia que quién sabe cuánta basura arrojó contra ti, El verdadero amigo, el amigo sincero, obra con paso seguro y en forma pausada, sin escándalos, porque está seguro de que no necesita campanas para demostrarte que es tu amigo. Quien busca demostrar que es tu amigo, no lo es… Zalamerías Cuando alguien haya traicionado tu amistad en alguna forma, no lo aceptes de nuevo como amigo…Si trata de reanudar la amistad como si nada hubiese pasado, algún interés sucio le mueve. Tu dignidad es tu mayor tesoro. Cuídalo, defiéndelo. Tu conciencia Jamás te frene el qué dirán, si tu conciencia te impulsa a obrar. Jamás temas a las críticas. Lo que piensas, lo que haces, lo que dejes de hacer, deben tener como guía únicamente tu conciencia. Lo demás, al carajo. Y si
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tienes que enfrentarte al mundo, enfréntate, que tarde o temprano el tiempo te dará la razón si has obrado con verdad y con justicia. Independencia y dignidad Estudia, prepárate lo mejor posible para que nadie te esclavice. Sienta bases firmes para que jamás dependas de la caridad ajena. Porque quien te “ayuda”, supone que tiene derecho a gobernarte. Es preferible ser rey en un chiquero propio, que huésped en un palacio ajeno, cuando están de por medio tu libertad y tu dignidad. Abuelengos Sé muy observador… Los mediocres se aferran a la fama de sus abuelos y de sus padres para medrar de los apellidos. No saben que sólo merecen la fama los que la ganan por mano propia. Proyecta la imagen Cuando te interese una muchacha procura conocer a sus abuelas, a su madre, a sus hermanas y a sus primas. Haz una síntesis de la imagen de todas ellas. Así podrás entrever cómo será la muchacha como mujer madura…no sea que tengas que salir corriendo… Los recuerdos ¿Por qué no los recuerdos? Vamos dejando cosas a lo largo del camino, pero quedan los recuerdos y con ellos vivimos nuevas vidas. ¿Por qué olvidar el pasado? De los malos recuerdos emanan las experiencias, lecciones de la vida. De los buenos, emanan los sentimientos, que dan calor al presente y alimentan nuestras vidas. No somos ángeles, sino simples seres humanos… 81
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Los favores Ten presente que *hay personas que creen que para tí es un honor hacerles un favor o prestarles un servicio. *hay personas a las que haces un favor y esperan las gracias. Cuando alguien te pida un favor con el tonito de una exigencia, mándalo a pasear.
“Buena persona”. Quieren que seas “buena persona”. Es decir, sumiso, complaciente, adocenado, segundón, acomodaticio, cómplice, egoísta. En síntesis, una persona mediocre. Tú decides…
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28- NUEVE CAMELLOS Una tarde, cuando paseaba con mi abuelo por el Parque del Este, me invitó a sentarnos a la sombra de un árbol corpulento, y sin preámbulo, no sé por qué, me dijo: Los estúpidos siempre consiguen a quiénes dedicársela, para hacerlas víctimas de sus burlas y de sus atropellos. Así suele suceder a los niños que sufren dificultades para leer y, por consiguiente, para aprender. La ignorancia de los victimarios es tal, que confunden “dislexia” con retraso mental. Las humillaciones y menosprecio arrastran a quienes sufren esta limitación, a una depresión constante, al punto de sentir pánico sólo con pensar en la escuela. Así sucedió en el caso de un niño nacido en Birmingham, Inglaterra, en 1957. Por padecer dislexia, fue objeto de humillaciones y burlas, en las diferentes escuelas por donde cruzó. Él mismo refiere que era continuamente vejado y ridiculizado en presencia de todos, por una maestra desde que comenzó el curso. 83
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La maestra no escatimaba oportunidad para tildarlo de bruto, de “pequeño cerebro”, incapaz de pensar. Un día le gritó en el aula que era tan incapaz, que ni siquiera podía tener iniciativa para hurtar. Para refugiarse de los acosos y de las humillaciones, el niño recurrió a la realización de esculturas mínimas. A los cinco años comenzó a labrar casas para hormigas, con granos de arena, “porque seguramente no tenían dónde vivir”. También hizo zapatos, sombreros y otros objetos mínimos. De esta manera creó un mundo de fantasía en qué refugiarse. Posteriormente perfeccionó el arte, colocando esculturas en el ojo de las agujas. Esculturas elaboradas con granos de arena, o fibras de polvo, o telas de araña y patas de moscas, etc. Sus obras son consideradas hoy como “la octava maravilla del mundo”. Realiza exhibiciones frecuentes y dicta conferencias. Son coleccionistas de su producción, personas como la Reina de Inglaterra, el príncipe de Gales, Elton John, Mike Tayson, Simon Cowell y muchos otros. Entre las obras se encuentra una fila de nueve camellos, admirablemente tallados, con excelente arte y precisión, y ubicados en el ojo de una aguja. Es verdaderamente portentoso que alguien pueda lograr tales alturas vertiendo la creatividad en proporciones mínimas, con el colorido y los matices que parecieran imposibles de lograr, y para cuya creación él utiliza la maravilla de sus manos, instrumentos de alcances casi inverosímiles, y un microscopio. No se sabe qué admirar más: si el arte en sí, maravilloso, o el esfuerzo y el alto grado de concentración, que exigen dedos ágiles y precisos y un gran corazón. Porque la participación del corazón es, en este caso, indiscutible: el propio Wigan lo admite cuando explica que se ve obligado a reducir los latidos del corazón para que no le tiemblen las manos. 84
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Sin embargo, no se trata de una participación exclusivamente técnica y material del corazón: ante todo, de una participación espiritual, toda vez que a Wigan no sólo le interesa su producción como arte, sino también como una demostración de fe en si mismo, mediante todo lo cual reivindica a quienes, como él, son víctimas de la discriminación en escuelas y colegios, donde sor marginados por la mezquindad, la torpeza o la ignorancia. De esta manera, el arte- miniatura se vuelve gigante, y su David microscópico, vale tal vez más que el David de Miguel Ángel, si se tiene presente la reduplicación de esfuerzos. Formidable ejemplo de superación el que brinda este excelente y meritorio escultor, a los discapacitados del mundo, pues les demuestra con hechos que sí pueden, que tienen que poder, que deben superarse extrayendo fuerzas de la adversidad… Formidable lección moral contra aquéllos que, en diferentes latitudes del mundo, desprecian, menosprecian y acosan a quienes juzgan inferiores, sin comprender que ellos no son superiores, porque jamás puede serlo quien perpetre acciones de abyecta mezquindad moral… Los mediocres terminan derrotados por la realidad, porque tarde o temprano, la naturaleza y el destino colocan las cosas en su justo lugar. Yo estaba ansioso por conocer el nombre de este señor, y mi abuelo se limitó a decirme: se llama Willard Wigan y es mundialmente conocido.
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29- EL COMPRESOR Un lisiado, apoyado en dos muletas, no hallaba cómo bajar del carro un pesado compresor. Además, era necesario subirlo hasta el séptimo piso, donde vivía. Debía tomarse en cuenta, también, que el edificio carecía de ascensor. El sujeto tenía dos hijos maduros. Pero, eran extremadamente flojos, irresponsables, descarados y vividores, Dormían hasta el medio día y regresaban borrachos por la noche. de manera que no podía contar con ellos en ningún momento o circunstancia. Carecía de carácter suficiente para enfrentar esta situación, imponiendo orden en el hogar, tanto más cuanto la mujer era casquivana, irresponsable y aprovechadora, pues sus padres y sus hermanos se beneficiaban, de una forma u otra, de los ingresos que obtenía el cojo con gran esfuerzo. Esa tarde un vecino – llamémoslo Amabilis- que llegaba en ese momento en su vehículo, tuvo compasión del cojo y se acercó para ayudarle. -¡Buenas tardes! -(Nada, como si estuviera saludando a un morrocoy). -¿Quiere que lo ayude a bajar el compresor? -¡Ujummm! 86
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Amabilis saca el aparato de la maleta del carro y lo coloca sobre el piso, dispuesto a marcharse. El cojo: -¡Oiga! ¿Acaso piensa dejarme así? ¿Qué se cree? ¿No ve que tengo que llevar el compresor hasta el piso 7, donde vivo? -¡Ah! ¡Disculpe! Y Amábilis, esforzándose más que San Pujón, le lleva el compresor escalón por escalón y piso a piso. -¡Aquí es! ¡Espere que abra la puerta para que lo coloque en el depósito!. Así lo hace el amable vecino... Cuando va bajando el primer tramo de la escalera, el cojo le grita desde la puerta: -¡Tiene que estar aquí a las 6.30 de la mañana, para que baje el compresor!. No se haga esperar. Odio a la gente que no es puntual. Al día siguiente, el cojo estuvo esperando al señor Amábilis durante todo el día. Como era de suponer, se comió las muletas. Pero, eso no se quedaría así…¿Qué estaba creyendo ese irresponsable?. En horas de la noche, Amábilis escuchó unos troconazos contra la puerta de su apartamento. Era el cojo. Airado, le gritó de tal forma que otros vecinos salieron a ver qué estaba ocurriendo. -¿Por qué me dejó esperándolo? ¿No le advertí que soy adicto a la puntualidad?. Por culpa suya no fui a trabajar hoy. Que no vuelva a ocurrir. Mañana a las 6.30 de la mañana debe estar bajando el compresor. Y se aleja, rezongando en voz alta: -¡Cómo está el mundo! Uno les da la oportunidad de servir de algo, y no agradecen.
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30- LOS NIÑOS HOJALATA Niños índigo, niños cristal, niños dorados, niños numismáticos… niños hojalata… De pronto, un grito unánime, de terror, dolor y llanto brotó de la garganta del Mundo. La alarma dejó paralizados a los médicos, a las parteras y a los padres. Un hecho extravagante, portentoso, tal vez diabólico, había comenzado a ocurrir al mismo tiempo en todas las maternidades, hospitales y clínicas del globo: los niños estaban saliendo del vientre materno sin rostro ni algo parecido. La cabeza sin cara. Lisos y brillantes como potes de leche. Los llamaron “los niños hojalata” porque no tenían facciones como los niños normales, con ojos, cejas, pómulos, nariz, boca…Nada de esto. Sólo la parte trasera de la cabeza y la nuca lironda. Se escuchaba el llanto de los recién nacidos, sus ronquidos, sus protestas, sus reclamos, sus pujidos; pero no se les podía alimentar y ni siquiera limpiarles la nariz. Por supuesto, los médicos y sus asistentes estaban alarmados. ¿Qué será de nuestros hijos, sin cara y sin trasero? –preguntaban los padres reventando de justa preocupación. Por fin, una mujer bastante avispada hizo las de Colón. Y fue que se le ocurrió voltear a un niño en la cama, para colocarlo sobre el pecho y mirarle la espalda, 88
y entonces descubrió que en realidad “los niños de
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hojalata” sí tenían cara, sólo que invertida, pues en vez de llevarla de frente, en coincidencia con la dirección del pecho, del estómago y de las puntas de los pies, la llevaban por detrás, por el lado de la espalda. Gracias a Dios, decía el personal de la maternidad, tenemos profesionales muy bien preparados. ¿Qué hubiera sido de los niños si la doctora Batracia no se hubiera graduado de camarera summa cum laude en la universidad de Sajonia del Norte y con tres títulos de posgrado? Desde que de los niños hojalata comenzaban a dar los primeros pasos, tenían que aprender a caminar hacia a atrás. Algunas psicólogas propusieron sugestionar al niño, desde edad temprana, para que aprendiera a caminar guiado sólo por la intuición, pero no funcionó. Tampoco sirvió de gran cosa pegarles en las sienes espejos retrovisores… Así, pues, los niños tuvieron que aprender a caminar “conforme a los parámetros prácticos de su realidad somática inversa”, como dijo por televisión un pediatra literato. Sin embargo, estas cuestiones eran en realidad el menor de los problemas: el gran problema era de carácter psicológico: los niños asumieron como algo natural ser “descarados”, cínicos, atrevidos, descomedidos, frescos, impúdicos, desconsiderados, abusadores, “pasados”, groseros, insolentes y demasiado sueltos, siéndoles algo común el desacato, la desobediencia, la desfachatez, el desparpajo.
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31- EL DESCENSOR En compañía de cuatro malas cataduras, que deben ser sus guardaespaldas, un anciano, elegantemente vestido, que despide aromas de perfume caro y ostenta reloj de oro y anillos de diamantes y rubíes, espera el ascensor: se trata de don Pelagatto, conocido jefe de la mafia. Cuando el ascensor se detiene en la planta baja y se abren las puertas, una de las cuatro negras presencias se asoma e inspecciona el interior, luego cede paso al jefe. Pero, cuando tratan de entrar aquél y los demás sujetos, se escucha una alarma, luego una voz: “Sólo una persona por vez. Por favor, bájense los cuatro”. Las puertas se cierran. Pellagatto busca, pero no encuentra, el tablero de los botones. No existe. En su lugar, un juego de luces de diversos colores que titilan unos instantes, como si estuviesen fotografiando al capitoste. Al cesar, el ascensor se pone en movimiento. Pelagatto ignora que lo llevará, no adonde él quiera, sino a cualquier otro piso conforme a la calidad y al nivel de las vibraciones provenientes de su ser, que haya detectado el sistema electrónico. Porque es la detección objetiva de los aparatos la que infiere a qué piso irá el pasajero: si a los pisos superiores o a los inferiores. Desciende. El jefe percibe el movimiento y la velocidad en el vientre. No sabe adónde irá, qué encontrará allí, quiénes lo recibirán, ni cómo. 90
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El ascensor se detiene. Se escucha la alarma. Parpadean nuevamente las luces. Se abren las puertas y, sin que Pelagatto tenga tiempo para entrever el ambiente que lo espera, una fuerza irresistible lo saca del ascensor en forma abrupta: queda como ciego debido a la oscuridad espesa, intensa y viscosa. La fetidez es insoportable. Se cierran las puertas a sus espaldas. El ascensor lo ha dejado en el último sótano, lo peor de lo peor. Es lo que corresponde a su vida dedicada al crimen, al arrebato, a la rapiña, a la usura; a sus acciones ruines y perversas; a su espíritu egoísta y prepotente. En realidad, ha desembocado en un penal, en el penal más abyecto que se pueda imaginar. Allí lo esperan, en la densa oscuridad, sus enemigos y sus víctimas, quienes no tardan en acercársele para dar comienzo a la fuerza del odio y la venganza. Y, como los delitos de Pelagatto fueron numerosos y extremadamente crueles, será retenido en la mazmorra pestilente durante largo tiempo, hasta que pague la última milmillonésima de la inmensa deuda que contrajo. Lo rodearán seres perversos e insensibles, que en su vida fueron dominados por pasiones egoístas y siniestras y deseos brutales. También, beodos o drogadictos habituales, avaros y lujuriosos. Allí sólo tendrá guerra…guerra sangrienta…Vivió en guerra y se mantendrá en guerra…ahora con grandes desventajas…
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32- EL ARTE DEL BRUJO NEMESIO Nemesio Perozo era brujo, y de los malos. La gente le temía, y con razón. Venía de familia de brujos. Brujos fueron sus abuelos, su madre y las dos tías gemelas que lo criaron cuando aquélla murió. Las tías Chana y Casilda, si no hubiesen sido bujas expresas y confesas, de todos modos sus facciones y sus modales las delataban como tales a la legua. Y “a la legua” se proyectaba su fama como “conocedoras del arte”. Esas artes se las transmitieron a Nemesio, quien jamás acudió a la escuela como los demás muchachos, porque estaba muy ocupado recibiendo enseñanzas profundas de cómo hacer el mal. Una de las “artes” preferidas de Nemesio cuando quería “ponerle el mal” a alguien, por ensañamiento propio o por encargo, consistía en practicar unos ensalmos sobre alguna prenda de vestir de la víctima. En cuestión de horas, ésta comenzaba a expulsar por ambas ventanas de la nariz una procesión interminable y asquerosa de gusanos, cuyo cuerpo era mitad rojo y mitad negro. Hasta que, muchos días después, llegaba la muerte. También recurría al “arte” de “pegar muertos”. Se apoderaba de algún ánima en pena, “contratándola” para que le hiciera “la obra”. La víctima
se enfermaba
gravemente.
Un decaimiento creciente. Un
debilitamiento general y tan inexplicable, que los médicos no lograban establecer la causa a pesar de todos sus “escáneres”. La persona moría, a menos que se pusiera en manos de otro brujo, más poderoso.
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Otros de los “trabajos” preferidos de Nemesio para sembrar la enfermedad y la muerte eran…Pero, ¿para qué le digo, si usted es muy inteligente, nadie lo engaña, se las echa de “moderno” y no cree en “esas pistoladas”? 33- LA CRIATURA Un hombre díscolo, soberbio y prepotente padecía una fuerte inclinación a mirar siempre el lado negativo de las cosas; a maldecir con suma facilidad y frecuencia; y a emitir pensamientos de odio que implicaban el deseo ferviente de “matar a alguien”. Bien es cierto que jamás llegó a concretar la perpetración de un asesinato. Pero, no es menos verdad que su pensamiento persistente produjo consecuencias que él jamás sospechó. Al concebir la idea inicial de “matar a alguien”, creó, sin saberlo, una entidad real, aunque invisible. Y esta criatura fue cobrando fuerza a medida que él la alimentaba con negatividades: con el hervor del odio permanente, indefinido; con las expresiones soeces; con la actitud de soberbia, prepotencia y ansias de violencia, con el deseo de causar el mal para descargar su furia persistente y con los comentarios que soltaba en presencia de otras personas saturadas por el odio. Así, pues, de día y de noche, minuto a minuto, daba el alimento al engendro invisible, haciéndolo cada vez más poderoso. Un día el engendro se sintió tan fuerte, que decidió independizarse de su dueño. Y, así, se fue por su cuenta a recorrer el espacio. Un sábado pasó por un pueblo, y lo atrajo, por afinidad negativa, un grupo de hombres reunidos en un bar, donde consumían licor en un ambiente espiritualmente negro, pues también allí reinaban los malos pensamientos, los bajos intereses, el egoísmo, el odio y la perversión, justamente los elementos que tendían un puente entre la criatura y el grupo. 93
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Transcurrido cierto tiempo surgió una pendencia entre dos sujetos ebrios y pugnaces. La entidad vio en ello una oportunidad para canalizar el mal que lo había creado y que se había encargado de alimentarlo desde el día de su creación, y se apoderó de uno de los contendientes. Influyó para que el mismo se enardeciera con deseos de odio, de tal forma que sacó una daga y dio muerte al otro, en presencia de todos. Cuando el asesino, después de unos minutos, comenzó a recapacitar y a darse cuenta de lo que acababa de hacer, no daba crédito a sus ojos. Por unos instantes creyó estar soñando. Pero, no. En la cruda realidad constaba un hecho: había arrancado la vida a un ser humano. Mientras tanto, el padre de la criatura, aquel hombre díscolo, soberbio y prepotente que había generado a la entidad con su carga de odio permanente, ignoraba lo que había causado: la muerte de un ser humano. Lo cual no hubiese sucedido si no hubiesen existido su engendro de odio, sus deseos de “matar a alguien”. El abuelo concluyó diciéndole al nieto: Debemos tener mucho cuidado con nuestros pensamientos y con nuestros deseos, procurando que siempre se mantengan de lado del bien, porque, de lo contrario, causaremos males por los que tendremos que responder algún día y de cuya existencia no teníamos conocimiento.
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34- DE LOCOS Somos locos que miramos a otros locos… El loco Nero -¡Allá viene el loco Nero ! -¡Cuidado! Que da piedras y tira palos. Y camina de para atrás. Habla y escribe y dice las cosas al revés y a todos les quiere desviar la mente. Al pan lo llama vino y al vino lo llama pan. A las feas las llama lindas y a las hermosas feas. Sí. Un loco cuya loquera consistía en querer cambiarlo todo y en mostrarse enemigo acérrimo de la falta de originalidad. Aterrorizaba encontrarse con él porque confundía con preguntas enrevesadas y extrañas. Armaba pécanos, truécanos y retruécanos demenciales y andaba como el judío errante, desterrado de todos los países. Y se prohibió darle agua, fuego, ropa, cobijo, alimento, so pena de excomunión y hoguera. Sin embargo, él iba de un lugar a otro,
trazando en paredes y
murallas, grafittis y expresiones de protesta, y gritando con sus escritos, como con voz de piedra: cambiad, botad las cosas viejas, buscad lo nuevo aunque os equivoquéis, abandonad la calco-manía, sed creativos, no repetidores… Dejaba mensajes en las puertas y no había pared de casa que escapara a su pincel de admoniciones y protestas. Los dueños de casa lo odiaban porque tenían que pintar las puertas y las paredes a cada rato. Pero le agradecían los vendedores de trapos de limpieza, brochas y pinturas. Y lo amaban los pordioseros y los recogelatas, porque los dueños de las casas les 95
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arrojaban monedas para que borraran los letreros que dejaba la mano loca del loco Nero. Desesperado por el empleo milenario de los mismos sonsonetes, un día decidió anotar en la muralla una serie inversa de expresiones y aforismos: A donde fueres haz como si no vieres…A otro hueso con ese perro…Rey puesto, rey mediomuerto…Después de la calma viene la tempestad…Dios le da dientes al que no tiene pan… Salir con la cabeza en las tablas…Salir con las piernas entre el rabo…Más difícil es hallar un pajar en una aguja… También fue autor de las antinomias “el bruto es inteligente y el inteligente bruto”…y “el ignorante es sabio y el sabio es ignorante”….y “el estúpido comete estupideces y el muy inteligente peores”. Contradicciones aparentes que jamás tuvo oportunidad de explicar, porque le cerraron las puertas de todas las universidades… De allí surgieron: “a la hora de la verdad, la democracia tiene de dictadura y la dictadura tiene de democracia”; “hay personas que se ostentan amantes de la verdad, pero que en realidad la temen como los ratones al gato…” Con cuidadosa caligrafía anotó en algunas paredes …Se aprenden de memoria unos libritos y de allí nadie los saca… …Se alimentan con la comida que mastican bocas ajenas…. …Bombillos que alumbran mientras los entrevistan. De resto se les va la luz… …Sin su pequeño manual de vuelo, se pierden y se estrellan… Finalmente, quiso introducir cambios en filosofía, en ciencias, en sociología, en Derecho, en política, etc.etc…. Nada de extraño que una mañana fuera hallado muerto al pie de una muralla con olor a pintura fresca. A manera de epitafio alguna mano peluda escribió con letra apresurada y torcida: La originalidad, si no enferma, mata… 96
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El subibaja de los locos Yo creo… que es…toy cayen…do...len…ta...mente...en la locura. En una especie de cisterna de cristal...voy cayendo...lentamen…te. Pero, puedo ver la realidad externa con admirable claridad y precisión…. Mientras voy en descensor, personas y cosas van subiendo... Bajo...bajo...y suben…suben…… Puedo ver… … libros de piedra que giran en la noche del cosmos, se atraen, chocan entre sí, se pulverizan, hasta reventar en lluvias de luces, como en las fiestas patrias… …una ambulancia lleva a un niño, dicen que mordido por un perro caliente… …un mesa de noche abre de pronto la gaveta y se pone a cantar con fiatos de sopranos muertos… …una araña de cristal, que el psiquiatra medica por delirium tremens, cae del techo y se lanza a cazar, con la enfermera y el doctor, ratones fatuos… …una cimitarra anda pidiendo pan con los dolorosos gemidos de una monja triste… …con letreros de neón intermitentes, una perinola gigante fuma pipa y hace gargarismos musicales como un charro… …sentadas sobre rocas de Quetzalcóalt, dos bazucas bostezan, aburridas, y mientras piden guerra, mascan pan y chicles… …una señora inquisitiva, de los mares del sur, se cala lentes sin cristal sólo para mirarme con fijeza, con una mueca de sarcasmo, justamente en mi bajada… …un magistrado, con toga, cachucha y saxofón, pedalea a voracidad un velocípedo, perseguido por un loco hambriento y con pancarta… 97
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…un panadero con bonete, enharinado el rostro, salta a la garrocha con un formidable pan canilla… …una maestra obesa, calzando alpargatas de ballet-joropo, gira como trompo de colores a la vuelta de la esquina… …paralelepípedos grises, amontonados en el mayor desorden, habitados por simios y canguros desahuciados… …un reciennacido va empujando su coche por la avenida quince, mientras fuma con evidente fruición una salchicha… …un mono cotiledón me arroja con desparpajo una substancia trascendentalmente sospechosa… …una muchacha hirsuta, remachada de brillantes tachuelas la nariz, sendos bombillos rojos en los senos y un formidable aviso de neón en el trasero (“hable en voz baja, por favor”)… …un florero roto sobre un trípode de cristal finamente aderezado… …tres lápices amarillos en un frasco de mermelada hirviente... …un televisor descomunalmente ridículo donde me veo sonriendo como un bobalicón más… …una escoba pasa ululando, y va saltando en patineta sobre los techos de Moscú… …transeúntes gozosos y sonrientes, caminan de cabeza, rebotando los cocos sobre las aceras, complacidos… …lamas de tiempos paleolíticos entonan tangos hermosos en esperanto chino… …profesores-robots, con gorros de cocineros húngaros, cantan chistes verdes en gregoriano copto… …un sacerdote turco, con turbante, paltó levita y sandalias finas, se desliza sobre patines aceitados, con un rabino rabioso atrás… …una guillotina exclusivamente destinada a cortar cabezas pensantes y voluntades firmes… 98
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…fieros soldados de la guerra fría, marchan al frente, luciendo al sol botas de charol, lanzas de papel y petos de cartón, protegidos con cascos de guayabas frigias… …un pope de Chipre y un monarca samoano, entregan diploma, medalla y otras cuatro cosas más, a un mono cantante de gangstopp… …el burro flautista da un concierto que deja boquiabiertas a las vacas locas… …en las quintas olimpíadas de Brandenburgo, el equipo de los mois de la isla de Pascua, resulta campeón en gimnasia acrobática… …en la Puerta del Sol, un mar de gente empuña furias y pancartas… pero todo sigue igual… …………………………. Siento que me voy hundiendo...como en arena movediza que me amarra las piernas y no me deja correr... …creo que estoy cayendo...len..tamen,,,te en la locura… Pero, ¿qué ocurre?...ahora…ahora, ¡!!estoy subiendo…!!! ¡!!Y lo que antes subía ahora está bajando……A medida que subo, bajan…!!!…Ahora comprendo,. yo no soy el loco. Locos los que estoy mirando fuera. Loco de amor y decepción Un hombre de reconocido prestigio, contrahecho debido a una enfermedad que sólo le permitía andar como danzando en una forma por demás extraña y llamativa, y cuyas manos casi no le daban ni para llevarse la comida a la boca, propuso matrimonio a una mujer mucho más joven. Él, como si lo dicho fuese de poca monta, era de voz atiplada, calvo y de muy poco graciosa catadura. Por supuesto, la muchacha, graduada en Abogacía, lo vio como tonto caído del cielo, pues andaba buscando colocación y le había sido muy difícil conseguir un cargo público. 99
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Celebrada la boda a palo mayor, apenas regresaron de la luna de miel, el hombre hizo valer todas sus influencias y al poco tiempo ella fue nombrada juez de la capital. No habían transcurrido ocho meses, cuando ella planteó el divorcio. Ya había logrado encaminarse. Sólo eso le interesaba. Él quedó destrozado, aplastado. Se hundió en la decepción y en la tristeza. Lo dejó todo en el abandono y fue recluido en un sanatorio mental, donde murió al poco tiempo. Si tenía todas las de perder debido a sus condiciones y defectos personales, ¿por qué no supo ver en aquella mujer a una persona dispuesta a casarse con él sólo por interés? Cuanto más se debe esperar de la sabiduría, de la inteligencia, de la preparación, de la experiencia y de la prudencia de una persona, más lamentables las caídas porque mayores son las estupideces. “El filoloco” En el Ágora de Atenas amaneció, como planta espontánea brotada del misterio, un personaje enharinado como esas estatuas vivientes que parecen vivir en cámara lenta en ciertas plazas de arte. Y hablaba sin parar. Un lingüista genial lo bautizó, no sin envidia e intención perversa, “El filoloco”. Y el filoloco iba de un lugar a otro de la plaza y se dirigía a los transeúntes, y decía: “La verdad absoluta –que es la verdad de Dios- debe ser la piedra de toque de las verdades relativas. Los filósofos, los científicos, los juristas, los artistas, los políticos, el hombre común en la vida común, todos debemos mensurar nuestras verdades con la verdad de todas las verdades…” Pero, era como si soplase el viento o revoloteasen las palomas. Nadie le prestaba atención. Ya ni siquiera provocaba risa…Los patanes le habían 100
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arrojado basura hasta el cansancio, por lo que recurrieron a las ofensas. Cuando se les secó la garganta y se les pudrió la lengua de tanto lanzarle palabras groseras, pasaron al silencio, que es el recurso de los cobardes…
35- ABORTO Y CONFIRMACIÓN Un hombre andaba sumido en una interrogante fundamental que, hasta el momento, nadie había sido capaz de responderle. 101
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Por qué sucede – pensaba- que al malo, al perverso, todo se le facilita para que perpetre los crímenes. A diferencia de las personas buenas y justas, a quienes, aun para realizar el bien, todo se les convierte en reveses, contradicciones e imposibilidades. Un hombre perverso planifica un asalto, y consigue medios y oportunidades para llevarlo a cabo. Consigue armas, vehículos y gente dispuesta a secundarlo. Un hombre bondadoso tiene en mente construir un albergue para los menesterosos, y todos le dan la espalda y le cierran las puertas, y muere sin haber cristalizado aquellos fines dignos de encomio. Llevando a cuestas el peso de esta pregunta, anduvo de un lado a otro, tocando a las puertas de muchos sabios. Pero, unos no lo recibían. Aquéllos lo recibían pero no le daban una respuesta satisfactoria. Éstos le daban una respuesta más o menos satisfactoria, pero contradicha más adelante por otra que lucía tan razonable como la anterior. Finalmente, llegó a un pueblo ubicado en una lejana montaña, donde, se le dijo, habitaba un hombre tan sabio, que sin duda alguna le daría una respuesta que pondría fin al desasosiego espiritual que lo atormentaba. Le indicaron dónde vivía ese sabio. Tocó a su puerta y el sabio lo recibió con gran amabilidad, dispuesto a dar luz a sus inquietudes. Pero, cuando se aprestaba a darle la respuesta fundamental, un tropel de bandidos irrumpió en el pueblo, incendió las casas y asesinó a muchos de los pobladores. En el ataque murieron el sabio con la respuesta en la mente, y el hombre de las preguntas con la angustia en el corazón. 36- “EL JUEZ DE LA PAZ ETERNA”
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Nadie dio importancia al hecho. El nuevo juez llegó al pueblo, solo y con pocas maletas. Se ubicó en una habitación que le alquilaron. Y acudió al tribunal temprano en la mañana. Sentía que era una vocación. El deseo de servir. De volcar la atención y la acción sobre la gente, no por salir del paso, no por compromiso burocrático, sino porque le brotaba del corazón. Lo habían nombrado juez de un pueblo situado en la frontera, y pronto vería que, salvo el nombre, todo se reducía al denominador común del ser humanos. Necesidades, percances, sufrimientos, dolor, alegría, tristeza, alejamientos y cercanías, enemistades y reconciliaciones, derechos e intereses contrapuestos, el grupo familiar, la cohesión, el amor, el sentimiento, las rencillas, la política, los vecinos, los servicios públicos, los enfermos y su atención…tanto, tanto, todo en común. Pensaba que las experiencias personales y las ajenas, el ángulo tangible de la vida, el palpar de cerca los problemas y su complejidad, le enseñarían lo que no se aprende en las escuelas de la judicatura: que muchas veces las leyes no resuelven adecuadamente los problemas, sino que, por el contrario, estorban a lo humano, secan la iniciativa, acartonan las conductas, congelan los caminos, minan la buena voluntad y hasta embrutecen al más avispado. Hieráticas, inflexibles, indolentes, llevan al juez –que no es una máquina- a dejar de lado el sentimiento. Y es, justamente, el sentimiento lo que se requiere para la eficacia inmediata. Porque los contendientes no exigen, ni esperan ni se regocijan con una pieza enjundiosa de jurisprudencia o con un discurso sobre la justicia, sino que desean soluciones tangibles, reales y por vía directa. En el camino desde la capital, había estado meditando en el asunto: en el ejercicio de su función humana, se atendría a ciertos parámetros fundamentales: buscar soluciones de hecho, apoyándose más en la ley de lo humano-racional, que en la ley jurídica. Trabajaría más con la equidad que con la justicia. En función del principio humano-racional, evitaría los litigios 103
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a toda costa, para hallar soluciones humanas y la paz y la armonía en la familia y en la comunidad. Porque “antes de ser juez ya era humano…” Y con el silencio de la modestia, del convencimiento y del calor de los ideales, poco a poco fue siendo conocido…hasta que el pueblo lo llamó, entre seriedad y sana picardía, “el juez de la paz eterna”, porque lo esencial para él era la paz, la paz, la paz en todo caso y circunstancia, por encima de todo. Por estas razones y motivos, evitó divorcios en cuanto fue posible, procurando la reconciliación de los cónyuges en función de sí mismos y de los hijos. Indujo a olvidar largas e inveteradas rencillas y resentimientos familiares, trayendo la paz a muchos hogares. Sugirió arreglos extrajudiciales y logró la partición hereditaria, para innumerables familias, en términos de racionalidad y de equidad. Logró que los padres y demás familiares acogieran el retorno de hijos descarriados durante largo tiempo. Propició la rehabilitación efectiva de los delincuentes y su reinserción familiar y social. Llevó consuelo efectivo para los padres y familiares de los hijos presos, cuya libertad ayudó a tramitar, de hecho, en innumerables situaciones. Gestionó ayudas económicas para diversos grupos familiares y la obtención de servicios públicos indispensables. Intermedió con plena eficacia en el logro de la paz vecinal. Finalmente, tomó parte activa en la realización de la paz laboral. Todo marchaba a la mayor perfección, hasta que alguien dijo “este juez no va a durar mucho tiempo”. Así fue. “Boca de chivo”, “Quedó empavado” -comentarían algunos…A la labor subrepticia e hipócrita de la envidia y de la mala voluntad de algunos, se conjugó el decrecimiento de las estadísticas. Es decir, como se hacía muy poco uso de la institución judicial y de leyes y procedimientos, la Judicatura decidió suprimir el Tribunal “por innecesario”.
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El Juez quedó cesante. Cuando al día siguiente fue a tomar el autobús para marcharse, quién sabe a dónde, sólo acudió a despedirse un campesino. -¡Amigo Volcanes!, ¿Ud. por aquí?! -Sí, doctor. Vengo con mi mujer y con mi hijito a despedirlo. Lo bueno se muere o se va…Es una lástima… Y tanto que le debemos… El autobús arrancó. El pueblo quedó atrás. La gratitud también…Lo humano quedó al margen. Pero triunfó la institucionalidad…
37- LA MULETA PARLANTE
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Había sido un sujeto verdaderamente malo, malo, malo. Los más viejos de la cuadra se acordaban de sus andanzas. Cuando muchacho, solía tener problemas con los vecinos. Irrumpía en las casas por el callejón, para robarles. Varias veces fue detenido por la policía por cuestiones de robo de vehículos. Una vez, en compañía de otros malandros, violó a una retrasada mental, hija de la vecina más cercana. Adulto, heredó la casa paterna y tuvo dos hijos de una prostituta. Pasó a ser uno de los líderes de los robos en la ciudad. Con el tiempo y con la enfermedad del cuerpo y las del alma, fue adquiriendo la forma de una especie de cucaracho torcido y temblejeque que se apoyaba sobre una muleta, también aquejada, al parecer, por una extraña dolencia. De pronto, imperceptiblemente, dejó de vérsele caminando por la calle, como solía hacerlo,
tropezando con las aceras y los postes y
maldiciendo a los transeúntes. Se supo no se sabe cómo, que había muerto en un hospital. Dicen que los hijos optaron por velarlo lejos porque los vecinos lo detestaban. Pocos meses después comenzaron los comentarios. Algunos aseguraban haberlo visto en la madrugada andando por la calle, quejándose, carraspeando, padeciendo de la misma pierna seca, como en vida, y vistiendo lujoso atuendo militar. Algunos juraban que la muleta andaba a saltos delante de él, por cuenta propia. Toda una loca. Brincando como un sapo monolítico. Agitando un cencerro. Golpeando las puertas como una mendicante vociferadora. Esgrimiendo un plato de cinc, a manera de daga, para forzar a la entrega de alimentos o dinero. Y espetando a pleno pulmón las expresiones más soeces, que ofendían la honra de las amas de casa y afectaban la moralidad de las santas monjas que en horas del conticinio es cuando más cantan…
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Mientras tanto, él, detrás de la muleta, cojeando, renqueando, tosiendo, escupiendo, rogándole que lo esperara y pidiéndole moderación en el lenguaje, para no ganarse la malquerencia de los vecinos. Pero, hubo tantos reclamos por la prensa y en los blogs de internet, y tantas peticiones a la Onu y a la Oea y a la propia Otan, que otras ánimas de la cuadra decidieron intervenir: la del viejo jardinero, hallado muerto sobre el césped de una casa y la del vendedor de golfeados, que lo estuvo haciendo durante más de cuarenta años, hasta que se le secó la voz y luego la vida. Por su parte, también operó el ánima de la india Ramona, rezandera de oficio que a tantos favoreció, curándoles de las enfermedades más frecuentes del lugar: la carraspera y la flatulencia. Y, finalmente, la del muy recordado Padre Loyo, de quien se decía que había muerto en “olor de santidad”, aunque sólo pocos vecinos sabían a qué huele eso… Aquellas ánimas bondadosas se pusieron de acuerdo para expulsar de “su” cuadra al cojo y su muleta, como en efecto hicieron a punta de rezos y sahumerios...Y ello produjo “el gran milagro”. Y fue que, enterados los vecinos de la actitud valiente del grupo de “las ánimas benditas”, abrieron paso a la consciencia de la solidaridad humana y social Por esta razón, la calle pasó a ser nombrada por la Unesco, “Patrimonio de la Humanidad, ejemplo de unidad fraterna intervecinal”. Esto generó una reacción en cadena, de benevolencia y generosidad, que se extendió por todo el barrio, inundó la ciudad, el país entero, el continente americano y dio la vuelta al globo, abarcando en un solo tsunami de amor a toda la humanidad. -¡Vean lo que son las cosas! –dijo el párroco en la homilía dominical- En verdad Dios escribe recto sobre líneas torcidas. Si no hubiese sido por los improperios de la muleta maldita, hoy no habría en el mundo tanta solidaridad. Bendito el Cielo… 107
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38- LA ESCARDILLA DE LENCHO LEÓN Hace algunos años, no lejos de aquí, en la Urbanización Las Mazorcas, vivía yo con mi madre y dos hermanos, en una pequeña casa con jardín. De vez en cuando iba a cortar la maleza y arreglar las matas, un señor 108
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bastante mayor, que vestía un viejo pantalón de kaki, una franela amarillenta y un sobrero apachurrado que un día muy lejano debió haber sido de color blanco. Pasaba las horas haciendo su trabajo minuciosamente, sin detenerse, y con tal parsimonia, que parecía estar viendo crecer la yerba o acariciando las plantas, o que se hubiese quedado dormido, de rodillas sobre la grama. Cuando le sugeríamos que descasara un poco, nos decía que no dejaría de trabajar ni por un minuto, “porque se le enfriaba el cuerpo”. Utilizaba como instrumento más frecuente, una escardilla, cuyo arrastrar escuchábamos durante largas horas, desde la sala. Una tarde se dilató más de la cuenta. Estaba muerto. Como era pobre, contribuimos según nuestra capacidad económica, en los gastos del sepelio, rezamos el novenario y fuimos echándolo al olvido…Pero, una madrugada nos pareció que alguien andaba por el jardín. Cuál sería nuestra sorpresa cuando lo vimos como si buscase algo por los rincones y debajo de las matas. También recorría los demás jardines de la cuadra, hasta que una noche le dio por tocar las puertas de las casas insistentemente. Hablaba y gritaba, pero nadie podía escucharlo. Entonces ideó dejar letreros sobre las paredes de las casas, en notas más o menos como ésta “Busco escardilla de mi propiedad. Sin ella no puedo trabajar. Por favor, devuélvamela. Firma, Lencho León”.
39- LA ENCANTADA Siempre me atrajeron, desde niño, las historias de los grandes expedicionarios. Cuánto me encantaba la lectura que de ellos me hacían mi padre o mi madre, en un viejo y voluminoso libro que todavía conservo. 109
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No es de extrañar, entonces, que el espíritu de esas aventuras quedara sembrado en el mío, al punto de que, desde muy joven, me aboqué a viajar a las más diversas regiones del mundo, con el fin de realizar expediciones tanto en selvas y grandes ríos, como en los desiertos y en las alturas. Por esa vocación ardiente renuncié a tener familia. Hasta me vi forzado a dejar de asistir a las exequias de mis padres, porque se realizaron justamente cuando estaba en la cúspide de ciertos descubrimientos muy relevantes para la historia de la Humanidad. Pero, en mi numerosas expediciones por diversas regiones, ninguna caló con mayor profundidad en mi alma, con el sello de una impresión sentida e indeleble, como la que realicé en la isla La Encantada, como la llamaban los habitantes de los mares del sur. Era una isla que todos evitaban. Los moradores de otras islas vecinas, los moradores del continente y hasta los corsarios que en grandes bergantines cruzaban aquellas aguas donde el misterio parecía agitarse en hervores de volcán marino. Mencionar “la palabra”, es decir, el nombre de la isla, era de muy mal agüero, casi como un llamado a las desgracias y a la muerte. La negra fama de la isla había sido traída por el viento. Era un aura de males presentidos. Porque en realidad nadie suministraba datos ciertos y concretos de que alguna persona hubiese colocado ni un pie en ella, en alguna fecha más o menos precisa. Tampoco se citaban hechos, situaciones o circunstancias perniciosas ocurridas en aquel lugar temido por todos. ¿Se trataba, pues, de un miedo derivado de simples presentimientos, suposiciones o rumores?. Sin embargo, el miedo era real, casi tangible, y sus efectos eran prácticamente como si hubiese constancia de la realización de hechos tenebrosos o tan siquiera puramente inquietantes. A mí, acostumbrado a toda clase de riesgos y peligros, no me resultó difícil atreverme a viajar a La Encantada. Antes por el contrario, mi valor estaba siendo desafiado por el miedo generalizado y secular, y yo no me 110
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permitiría, en mi dignidad, ser frenado por lo que tal vez fueran simples habladurías. Así, pues, me preparé debidamente para realizar lo que consideraba “una expedición más”, aunque las circunstancias me dirían, muy de cerca, lo contrario. Debo decir que no me fue posible hallar ni siquiera un valiente que sumara sus esfuerzos a los míos, por lo que tuve que viajar a la isla completamente solo. Quedé francamente decepcionado pues no creía que fueran a caer en cobardía, hombres fortachones que, cuando estaban borrachos, solían amedrentar a los vecinos más débiles a punta de morisquetas. Una mañana muy temprano, zarpé en una canoa, desde la vecina isla Redondalla. Vecina pero no cercana, pues entre ambas islas mediaba una distancia considerable, de treinta millas náuticas. Fue tan penosa la travesía, que tardé cerca de dieciocho días en llevarla a cabo, no tanto por la distancia, pues soy excelente navegante, sino porque el oleaje parecía oponer resistencia al avance, como si el mar mismo quiera fungir de guardián de la isla misteriosa. Atraqué por fin una mañana cuando el sol cobraba mayor fuerza, y lo hice a través de una ensenada tan apacible, que parecía una avenida hecha a propósito para acceder a tierra. Primero, una playa de arena semejante a polvo de plata, como mis ojos jamás habían visto en algún otro lugar del Planeta. Después, un trecho de tierra árida y seca, sin ningún asomo de vegetación, tal como si todo hubiese sido pasto de un incendio devastador. Luego, a medida que avanzaba, yerba, y más adelante, raíces cuyo volumen y longitud aumentaban a cada paso. De pronto, un mar de raíces, sólo raíces entrelazadas como una red de avenidas, veredas y caminos. El calor era aplastante, tanto más cuanto no había lugar donde guarecerse. Ni un solo árbol en toda la extensión. 111
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Recorrí un largo trecho, salvando los obstáculos sembrados por aquellas raíces descomunales, y me hallé, de pronto, frente a un declive del terreno, por el cual bajé llevado por la inercia. Entonces fue cuando comprobé lo que me había dicho la intuición, aunque nada de ello cabía en lo racional sino en lo mágico o en lo demente: los árboles estaban invertidos, como sembrados de cabeza. Las raíces sobrenadaban a ras del suelo, derivadas de tallos clavados en la tierra, expandidos en ramas numerosas y en copas tupidas, donde revoloteaban pájaros hermosos. Era, pues, un mundo absolutamente extraño, que contradecía el orden normal de las cosas. Bien sé que lo que afirmo puede llevarles a Ustedes a suponer que todo aquello era producto de una mente exaltada, de la fantasía o de la exageración. Pero, no es así: por los huesos de mi tía podría jurar que lo dicho es cierto. De inmediato me vino como un rayo la suposición de que allí podría haber fieras y serpientes, por lo que debía andar con precaución. Efectivamente, no muy lejos de mí observé una pantera que me miraba con ojos de esmeralda, embelesantes como los de una serpiente. Enfilaba hacia mí el hocico, como olfateándome, inquisitiva, y movía lentamente la cola, alzada como en disposición de ataque. La prudencia más elemental me aconsejó retirarme de allí, lentamente, caminando hacia atrás. Desanduve el camino de ascenso y me dispuse a regresar a la playa con la mayor prisa posible. No era prudente dilatar aquella primera incursión a la isla, a la cual debía regresar mejor preparado para la sorpresas. Caminé un trecho con sumo cuidado,
pero no pude evitar un
tropezón tan formidable con una raíz, que caí de bruces desde mi cama al piso de mi cuarto, donde dormía con mi mujer..… -¡Ajá!...¿Otra de tus “expediciones”?- me preguntó ella con una mezcla de sueño y burla que me humilló. Y prosiguió con saña:
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-¡Pero, Toribio! ¿Con qué se sienta la cucaracha?...¿!Expedicionario tú!. ¡Baj!… Guardé silencio, avergonzado, reconociendo la verdad... Y pensé: ¿Qué se puede esperar de un pobre portero del Ministerio de Educación que jamás ha salido de esta ciudad y que le tiene pánico a los ratones?
40- PERRUNAS Que pase el perro Un hombre y su perro llegaron a las puertas de un palacio hermoso, deslumbrante, de música y cristal, de tranquilidad y paz. Era el Cielo. Cuando estaban por entrar, un ángel, de guardia en la portería, después de revisar el ordenador, le dijo: 113
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-Solamente el perro puede entrar y permanecer si lo desea. -¿Por qué yo no? -Porque este santo lugar rechaza, de por sí, a gente como Ud. -No he sido malo. Rezaba tres veces al día todos los días. Leía el Libro Sagrado con suma frecuencia y me aprendí a la letra sus enseñanzas. Daba limosnas a los pobres todos los sábados. Acudía cinco veces al año a retiros y cursillos espirituales, y a convivencias de fraternidad mes a mes. Escribí muchos libros y artículos defendiendo mis creencias religiosas. Escribí hermosos poemas alabando la bondad y la grandeza de Dios…Me casé con una santa mujer conforme a las exigencias de mi credo religioso. Ambos nos esmeramos en la crianza y en la formación de nuestros hijos, a uno de los cuales consagramos como sacerdote al servicio de Dios. Rezábamos largos, continuos e interminables rosarios, y nuestras plegarias no eran sino un vívido himno de alabanza al Creador…y, además…. -Ud pudo hasta cantar misa, señor. Pero lo que Ud. dice que hizo no vale aquí absolutamente nada, nada…Ud. está descalificado para ingresar. En el computador consta que Ud. no hizo nada por los demás. Sólo pensaba en sus propios intereses. Era tan egoísta que, si realizaba algún acto de caridad, lo hacía porque le interesaba, porque le reportaría algún beneficio. Por ejemplo, aquí en el computador del Cielo, que no falla, se lee que una vez Ud. ayudó económicamente a una familia de apellido…domiciliada en…en la ciudad de …para conseguir los favores de una de las hijas. De esta manera Ud. la atrajo, abusó de ella y la abandonó sin piedad…También dice que…y que….y que… Perdida toda esperanza, el hombre llamó al perro -¡Alfondoque, Alfondoque! ¡Vámonos!. Pero el perro, feliz, no quiso ni escucharlo porque, por muy perro que fuera, sabía el dicho de que “en el Cielo primero yo que mi padre”.
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Amor de perro Un hombre era dueño de un perro al que amaba más que a sus mismos hijos. Era su joya, más preciada aun que su propia esposa…Pero un día, cuando quiso acomodarle la cobija, intentó morderlo, furioso…Al día siguiente le colocó bozal y cadena y fue al mercado a venderlo. Cuando la mujer vio que regresaba solo, le preguntó qué había sido del perro. El le dijo -Acabo de venderlo en el mercado -¿Por qué motivo? -Porque ayer intentó morderme -Comprende que tiene muchos años con nosotros. Debes justificarlo por la edad, ya está viejo. El le respondió -Pero a cuenta de viejo nadie me jode… Firifira -¡Qué lindura tan preciosa!- le decía la gente por la calle. Y madame Chimó, larga, blanca, avanzada en edad, oronda, alzaba la punta de la nariz y miraba de reojo con altivez. Los transeúntes se referían, por supuesto, no a la dueña, sino a “Firifira”, la perrita que la dama llevaba en los brazos. Una chiguagua. Una pequeña catadura repulsiva, flaquísima como la dueña, de color amarillento, que parecía más bien una rata un tanto crecidita. Temblando, temblando siempre, hiciera frío o hiciera calor, por la mañana o por la tarde, en la calle o en casa. La piel parecía quedarle grande. Y si le hubiesen planchado las arrugas, seguramente hubiese sobrado pellejo para chiguagua y media. Su mal carácter era tan arrugado y extensible como su piel. Iba por la calle repartiendo gruñidos y mostrando los dientes, bien la llevase la dueña en los brazos, bien la hubiese soltado por el suelo, atada a una cadena extensible como el pellejo de ambas. 115
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Madame Chimó – de los Chimó de la Borgoña- había venido a este país en los días del gobierno de De Gaulle. Pero, el tiempo no le había disminuido, de ningún modo, la petulancia ancestral, pues, según solía decir, su familia era de la nobleza y sus requetetatarabuelos habían sido
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aquéllos que había usado los culottes de moda en el Siglo XVIII. ¡Ay del transeúnte que rozara a Firifira cuando iba olisqueando o dando brinquitos y metiéndose entre las piernas de la gente. Ay del marcado por la desgracia que no se dejara orinar el pantalón por el gracioso animalito.! Una mañana quiso hacerlo, pero el hombre la aventó suavemente con el pie. La dueña se enfurruñó dando alaridos, y Firifira, como inspirada por el Diablo, volvió al ataque para morderlo. Como el hombre, obviamente, no se lo permitió, primero, apartando la pierna, después rechazándola con mayor fuerza, madame la emprendió a paraguazos contra él, por “el atrevimiento criminal de quien no comprendía a su animalito”. Fue tal el frenesí de madame Chimó, que cayó fulminada por un infarto. Un policía se apropió de la perrita, ignorando el capricho venenoso que se llevaría al hogar. Otro policía le advirtió: -Ten cuidado, Calanche. Porque las chiguaguas son como algunas mujeres, que se creen la gran cosa y uno nunca llega a saber por qué… Los tres Broncos -Sí, Sebastián. Tres Brocos, tres perros que hemos querido como miembros de la familia. Buenos, nobles, inteligentes y cariñosos. Bronco I llegó a nosotros en forma misteriosa. Alguien lo dejó a la puerta del apartamento de mi hermana. Para nosotros se transformó en un regalo de algodón y gracia que vino a sembrarnos la alegría.
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Era una mezcla de salchicha y pequinés. Una cola extensa, ancha y brillante. Pelo rubio y abundante y las orejas gachas, de color negro, y una especie de rayo blanco que le surcaba la frente, de arriba abajo, sugiriendo presagios. Era muy ágil y despierto. Alegre y juguetón. Prudente. Comedido. Jamás abusaba de los ladridos. Se sentaba con poses de perfecto león. No hacía las necesidades sino cuando suponía que no lo estaban mirando. No permitía que tocaran las orejas, salvo yo, que se las agarraba como y donde quería. Cuando estábamos en la sala, se echaba a mis pies, frente a mí, mirándome a los ojos, como invitándome a jugar con la pelota. Cuando falleció mi madre, mi padre, abatido por la tristeza, se sentaba en el sofá de la sala. Y al verlo tan triste, tan triste, Bronco iba y le traía la pelota para jugar juntos y disiparle un poco del dolor que lo consumía y que terminó por matarlo menos de un año después. Por circunstancias de la vida, tuve que dejarlo en otras manos. Pero, sí percibí su resentimiento. Porque los perros, Sebastián sienten cuando los abandonan. Bronco I me enseño amar a los perros, y eso es mucho decir… Después, estando casado con tu abuelita, llegó en forma imprevista Bronco II, mezcla de pequinés con cróquer. Me lo regaló una amiga abogada. Era tan diminuto, que lo traía en la cartera. Lo sacó, y ¡otro copo de algodón y gracia!. Era como si Bronco I hubiera renacido. Se parecieron física y psicológicamente también, y sus vidas fueron similares. Bronco II llegó a nuestra casa cuando comenzaba a caminar. Al día siguiente, muy de mañana, si no es porque del techo cayó un poco de arenilla, no se hubiese dado cuenta tu abuela de que por allá arriba andaba el pequeño animal, explorando, explorando, desde poco antes del amanecer. No sabemos cómo logró subir por la escalera aquel bojotico de algodón, y cómo fue que no se cayó. Así comenzó a decir cómo iban a ser sus andanzas. 117
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También Bronco II era rubio, ágil y gracioso. Andaba con un alegre trotecito de caballo de paso, haciendo resonar las uñas sobre el suelo, con la cola alzada y el ánimo siempre dispuesto a la rochela. Durante varios meses creíamos que era mudo. Hasta que una mañana se dejaron escuchar unos ladridos de perro grande, fuerte. Eran de Bronco. No lo imaginábamos con voz tan varonil. Bronco II nos acompañó durante más de once años. Lo vimos envejecer aquejado por la enfermedad. Para nosotros no era un animal, sino un ser casi humano. Sensible, inteligente, con personalidad e iniciativa. Cuánto lo quisimos todos. Tu abuela, tus tíos y yo. Hubiésemos podido elaborar un libro para describirlo y para relatar los frecuentes hechos de su pequeña historia. ¡Fueron tantos! ¡ Y tan elocuentes!. Nos llenaron la vida de gracia, entretenimiento y felicidad, y su recuerdo permanece con nosotros, tal como si viviese o lo presintiésemos siguiendo nuestros pasos por la casa, con su trotecito alegre de pequeño caballo de paso y con su ánimo permanente de ir a a todos lados detrás de nosotros, para averiguar. Cuánto lo hubieses querido tú también. Ojalá al morir podamos encontrarlo por allá… Y ahora tenemos a Bronco III, mucho más grande que los anteriores. Es un galgo, que una mañana alguien nos dejó en el jardín de la casa. Misteriosamente, pocos meses antes, tu tío Juan había recibido en su celular la foto emblemática de un galgo. Jamás supo quién se la envió. ¡Era un anuncio!. Era jovencito y estaba muy flaco y descuidado. Lo invitamos y se quedó. Es cariñoso e inteligente. Gime cuando nos ve, luego nos ladra, invitándonos a jugar. Permanece en la terraza pues con su gran tamaño no nos dejaría transitar. Cuando te ladre y llore y gima, es porque te está invitando a subir. Quiere ser tu amigo. Y lo serán.
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41- LA CULEBRA DE ESCULAPIO Hipócrates y Esculapio solían reunirse para conversar de los viejos tiempos, cuando se reconocía que sanar era un arte bendecido por los dioses y respetado como tal. - Es extremadamente doloroso que el noble fin de la Medicina haya sido degenerado a los extremos que por desgracia se ven en estos tiemposcomentó Hipócrates. 119
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Esculapio asintió: - Sí. Muchos profesionales han hecho del ejercicio de la Medicina el más vil de los comercios, porque lo extraen de su ámbito natural, de humanismo, abnegación y generosidad, para arrojarlo al pozo donde sobrenadan los detritos de la más despiadada deshumanización. -¡Inmensa decepción la mía cuando veo cómo convierten el Juramento Hipocrático en un juramento hipócrita! -¿Y qué dices de mí? Han transformado la serpiente de mi “Vara”, que fue símbolo de la salud y de la Medicina, en una culebra venenosa, enroscada en el más abyecto de los enriquecimientos, pues comercian con lo más sagrado, la salud y la vida. -Deberían dedicarse francamente a la mercanchifletería en vez de fingir y jugar con la buena fe y con los fines sagrados de esa profesión. - ¿Qué queda de aquello de “viviré y practicaré mi arte de forma santa y pura”?.
42- LA FLECHA Cuando va cruzando territorio indio, el ferrocarril cobra fuerza para ascender una pendiente. En una curva, el ataque por sorpresa. Compiten los gritos de los guerreros y el bufido del tren. Las flechas chocan contra las ventanillas. Las disparan desde los caballos. Algunas logran entrar y salen por la ventanilla contraria. Otras quedan clavadas en el interior de los vagones o dan en el blanco, en medio de los gritos de los heridos y demás 120
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pasajeros. Los hombres disparan sus armas de fuego y alcanzan sólo a uno que otro de los atacantes. Jenny, al lado de su esposo, Peter, siente un picotazo penetrante en la garganta. Mana mucha sangre. Mientras, en los brazos del esposo, comprende que la invade la muerte…y no quiere morir…se resiste…pero, en vano… Dando gritos de horror, Mary se despierta, se levanta de la almohada con brusquedad y mira alrededor, en la penumbra del dormitorio. Una vez más la pesadilla recurrente. De nuevo, el dolor penetrante en la garganta, que no le da paz en ningún momento. Vive sola desde que se divorció de John justamente porque el esposo estaba “agotado” de llevarla de médico en médico, en busca de una curación definitiva… Mira el reloj. Son las cinco. Se ha retirado el sueño. Comienza a prepararse para ir al trabajo. Así llegará hoy mucho más temprano, y hasta tendrá tiempo para desayunar en el tercer piso del gran edificio donde trabaja como vendedora en una tienda de modas. Por la tarde, apenas termina la jornada, va de prisa al apartamento. Ni siquiera cenará. Tiene mucho sueño. Caerá en la cama apenas llegue. Y así es, efecto. Se acuesta y no ha colocado la cabeza sobre la almohada, cuando se queda profundamente dormida. El sueño, la pesadilla, se reanuda y se enlaza… Peter se limita a enjuagarle el sudor del rostro, a acariciarla, besarla y darle valor. No sabe qué hacer con aquella flecha clavada en la garganta de Jenny. Ve que toda la vida se le va en la sangre. Aun así, debido al amor, cree que, de algún modo, vivirá. Sin embargo, Jenny muere en los brazos de su esposo. Es el 22 de marzo de 1880. No llegó a cumplir los veinticinco años de edad. Ella y los demás que resultaron muertos en el ataque, fueron sepultados en una planicie, no lejos de la curva mortal. Mary se despierta horrorizada, llevándose las manos a la garganta, donde se había clavado la flecha. 121
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Es que Jenny y Mary son la misma persona. Sólo que Jenny, de nacionalidad norteamericana, existió en el siglo XIX, y Mary, de nacionalidad francesa, nació en el Siglo XX, el 3 de julio de 1970. Pero, de resto, es un mismo y solo espíritu que habitó en dos cuerpos distintos y en épocas distintas también. En cuanto al profundo dolor de garganta que padece Mary, la pesadilla le ha dicho la causa. Fue tan impactada por el golpe de la flecha, que el trauma le quedó impreso en el subconsciente. Debe acudir a un especialista espiritual para que la sane mediante la terapia del alivio y la desprogramación… De resto, ningún medicamento y ninguna terapia darán resultado.
43- PALABRAS DE ALMAGRANDE El Maestro Almagrande nos dijo: La felicidad Una persona se muda de país y hasta cambia de nacionalidad para ser feliz. Pero, ¿de qué vale el lugar, de qué vale el país, de qué vale la nacionalidad si lleva con ella el mismo corazón?
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La felicidad no viene de afuera, ni de los bienes, ni de las personas que nos rodean, sino de nuestro ser interior, de nuestro corazón, puro, sin dobleces, sin fines torcidos, y de nuestra paz interior. Es imposible la felicidad individual verdadera, si quien la espera o la desea es indiferente respecto a la felicidad de los demás. Porque la felicidad es, por esencia, amplitud, generosidad, compasión,condolencia, colaboración. Una felicidad en el egoísmo es un absurdo para la razón, un imposible para la voluntad, una farsa para nosotros mismos y frente a la sociedad. La generosidad El precepto supremo, el fin fundamental, el punto de partida de la perfección espiritual, la mayor virtud, la condición básica, es la generosidad: abrir el corazón y el alma hacia el interés de los demás. Si ella no está presente, a profundidad, como verdad íntima y como convicción espiritual, todo, absolutamente todo lo demás, sobra y se pierde en la inutilidad: la religión, las plegarias, las ceremonias, los templos, todo es inútil sin la generosidad como impulso de vida.
Sabios y sabiondos El sabio ama la verdad por sí misma. El sabiondo aparenta que la ama, por cálculo y conveniencia. El sabio es connatural a la verdad. El sabiondo es un adherente de la verdad, porque la considera extraña a su propio ser. El sabio prefiere el silencio y habla sólo cuando es necesario. El sabiondo no desaprovecha oportunidad para hablar y lo hace por soltar palabras de ostentación. 123
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El sabio proyecta el sol que lleva en el corazón. El sabiondo roba la luz al sol y la proyecta por interés y conveniencia propios. Las profesiones Porque lo exigen los tiempos y el bien de lo seres humanos, ha llegado la hora de que todas y cada una de las profesiones sean asumidas, no como mera ocasión para el regodeo personal, ni como simple medio de subsistencia individual y familiar, sino como instrumento calificado para colaborar en el ascenso de la Humanidad. Cuando se nos pida rendir cuentas no se nos preguntará cómo ejercimos la profesión sino para qué…Y porque las profesiones atañen a la cuestión de “los talentos” del Evangelio, se nos pedirá responder por su rendimiento espiritual,..
44- CEFERINO !Ceferino, el Sietemañas! Y un hombre, al otro lado del zanjón, bañado por el sol que comienza la retirada, sube de prisa hacia su casa, como procurando aprovechar el último resto de la luz del día.
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Es Sietemañas. Una fama muy bien ganada. Nadie sabe su apellido ni de dónde vino. como si hubiese caído de las nubes o surgido de la tierra de pronto, árbol extraño y ya cuajado. El contrate es evidente. Cuando llega al pueblo con la mañana, camina como un zigzag de alambre, moviéndose de una forma inconclusa, contradictoria, casi antinatural, apoyándose sin apoyarse en un bastón amarillento, tan grueso y alto, que más pareciera el callado de un ovejero sin ovejas. De ovejero sin ovejas, pues al parecer su única compañera es la pobreza. Justamente por ella anda pidiendo dinero, sólo dinero, utilizando voz y palabras zalameras, como alguien que atraca y sonsaca con palabras aparentemente amables. Jamás acepta comida, solamente dinero contante. Jamás se le ve probar bocado en algún lugar del pueblo. Tal vez el hambre de todo un día y la prisa por llegar a su casa antes que la noche, se junten para empujarle cuesta arriba, cuando se le ve casi correr, ágil y fuerte, al otro lado del zanjón. Un día dejaron de verlo y muy pronto cayó en el olvido. Pero, quedó el sobrenombre, para descalificar a una persona como floja o perezosa. Te pareces a Sietemañas. No seas tramposo, Sietemañas.
Pedigüeño como
Sietemañas… Pocos años después alguien lo vio en la capital, elegantemente vestido. Flux beige, corbata roja, calzado fino. Y, sobre todo, caminando tan recto como un dandi. Portaba, además, un fino bastón de metal. Pero, cuando se trataba de hacer colas, en las taquillas de los bancos, en los establecimientos comerciales, en los servicios
públicos,
retomaba las
mañas, contorsionándose como un zigzag. Se acogía a los privilegios por doble razón: por aquello de la tercera edad y por ser “lisiado”.
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45- SIMPLEX Madera -Tablarasa! -¡Rajatablas! Un carpintero que pasaba por allí, pensó:
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-Por lo visto no está escasa la madera. Yo no he podido seguir practicando mi profesión por falta de tablas. Entonces, seguramente, lo que debo hacer es abrir bien los ojos y los oídos para ubicarla. Así lo hizo. Abrió bien los ojos y los oídos y ubicó mucha, mucha madera. Y pudo seguir fabricando mesas, sillas, escritorios, estantes, bibliotecas y, sobre todo, urnas mortuorias, que es lo que más compra la gente. Rasurar la vida El monazo filósofo, el más mono de todos los filósofos, preguntó: -¿Por qué no pasarle la navaja del Barbero de Sevilla a tantas cosas inútiles o repetitivas, para que la vida en esta selva penumbrosa sea más clara y más sencilla? Reencarnación Cuando estuvo enfermo en un hospital antituberculoso, fueron a visitarlo decenas y decenas de seminaristas. Él, también seminarista, los recibió en forma lejana, despectiva, y sin ningún sentimiento de gratitud. ¿Por qué, si yo no los llamé? Eran ellos los que habían irrumpido en la sala, sorprendiéndolo desagradablemente, pues los detestaba a todos. El último fue “el seminarista de los ojos negros”, a quien llamaban así por su mirada férrea y por su forma dura de decir las cosas. -Moreno, he venido observando la forma como tratas a quienes han hecho el esfuerzo de venir a saludarte. Debes admitir que la distancia es enorme y el transporte muy escaso. Ellos renunciaron a la visita semanal de sus familiares, sólo por venir a saludarte. ¿Y tú los tratas con desprecio, en vez de agradecerles? ¿Tu inteligencia es tan escasa que no te dice cómo tus compañeros vinieron exclusivamente por un gesto de caridad cristiana? ¿Me escuchas? No han venido porque te quieran, porque te aprecien, sino, por el contrario, haciendo un verdadero sacrificio, pues eres sumamente desagradable para el grupo. Sólo por caridad cristiana, como se siente lástima 127
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por un mendigo arrojado en la calle, por un despojo humano cercano a un basurero…No lo olvides.… Algunas semanas después falleció el enfermo. Ahora, después de doscientos años en el “bardo”, está a punto de reencarnar en la Tierra. Ya escogió el cuerpo que servirá de vehículo a su espíritu para llevar la vida en ese plano. Dentro de tres días nacerá de nuevo, y lo hará como cucaracha. Matrimonio Después de mucho andar y mucho escoger, un hombre terminó casándose con una mujer que era toda una auténtica perrita pequinesa: un pequeño bojote repulsivo lleno de pulgas y permanente mal humor, y más pretensiosa y engreída que la Reina de Saba….Hasta que un día no aguantó más y la entregó a la perrera municipal. La Orden de Malta Cuando un amigo mío comenzó como profesor en la Escuela de Derecho de la Universidad…una alumna, pretendiendo descalificarlo, interrumpió la clase y, alzando la mano, le preguntó: -Profesor, ¿Ud. pertenece a alguna Orden? -¿Por qué lo pregunta? -Porque el profesor Redondo Tovar pertenece a la Orden de Malta. -Por eso no. Porque yo pertenezco a la Orden del Guarapo de Papelón. El pincel de Rómulo En un internado para menores cada quien tenía que arreglárselas para defenderse por su cuenta, pues no podía contar para nada con “las autoridades”, como no fuera para recibir castigos, en su mayoría injustos. Había allí un zagaletón alto, fornido, forzudo y muy valido de su corpulencia para atropellar a los más débiles. Se hacía llamar “Pollo Macho”. 128
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Era el terror. Un terror ubicuo, permanente. Entre los más débiles destacaba Rómulo: de estatura mínima, flaquito y enclenque hasta la inexistencia. La víctima perfecta, para que el malandro se luciera con extremada frecuencia y de mil maneras. Lo peor estaba en que nadie lo defendía. Por el contrario, cuando quedaba en el suelo, ensangrentado, el “custodio” completaba la tarea castigándolo “por no respetar a los mayores”. Una tarde, Rómulo recurrió a una medida drástica, aunque muy arriesgada: aprovechado que el bruto dormía, tomó un palito y le untó dentro de las narices cierta sustancia. Cuando el animal despertó, saltó de la cama gritando: -¡Mierda! ¿Quién se cagó? La respuesta se la dio a sí mismo cuando sintió en la nariz cierta molestia y se la palpó, hallando lo que le correspondía. Averiguó quién había sido el autor de la obra de arte, y todos, porque le temían y querían ganarse su amistad, le señalaron a Rómulo. Pero, el facineroso, en vez de reaccionar con violencia, comenzó a respetarlo. Jamás lo molestó, de ahí en adelante. Porque “si me hizo lo que me hizo, es capaz hasta de matarme cuando esté dormido”. Comprendió en carne propia aquello de que “no hay enemigo chiquito”. -Testigos podridos Un juez, severo como deben serlo todos los jueces, condenó a un bandido sanguinario hasta el extremo, a la pena máxima establecida por la ley, después de desestimar las pruebas promovidas y evacuadas por un defensor que, “por unos cuantos dólares”, siempre estaba dispuesto a dar en “prenda” (¡!??) a la propia madre. La sentencia, en dos palabras, expresó: “Este tribunal, analizados y estudiados de pe a pa los testimonios de a, b, y c, los declara absolutamente carentes de credibilidad porque se trata 129
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de testigos podridos que el defensor extrajo de la cloaca más cloaca de la ciudad, y así se declara. No me joda.com”... Firma: el juez Pedro Martillo Severo y Dele. Arcángel Amoroso -¡Buenos días! ¿Me permite que la ayude? -Buenos días…Se lo agradezco – le responde la dama que en esos momentos está bajando de un taxi una gran cantidad de bolsas
del
supermercado. Francamente se lo agradezco. No sé qué hubiese podido hacer con todo esto, para llevarlo hasta el sexto piso. -No se preocupe, señora. Dicho y hecho. Suben las bolsas numerosas. -Muchas gracias, señor. Muy amable. Ninosca Sánchez, para servirle. Estoy a sus órdenes. -El gusto es mío. Arcángel Amoroso, a sus órdenes. Cuando se dispone a marcharse, ella lo invita a pasar para brindarle un café. Él se muestra tímido, como avergonzado, y mientras agacha la cabeza le dice: -No se moleste, señora. Me da pena. No me gusta abusar. -No es un abuso. Lo estoy invitando (y mientras Ninosca dice esto, piensa: “qué raro. Un hombre tan tímido y tan decente y amable. Algo muy extraño en estos tiempos”). Y de amabilidad en amabilidad y de rechazos en aceptaciones y entre invitaciones y expresiones de timidez, se van acercando, se van acercando. Y el día menos pensado surge entre ellos el amor, que se coloca en el medio y los abraza y los une. (¡Ah! ¡Qué perro caliente más hermoso! –piensa Ninosca- Él, la mitad del pan: yo, la otra mitad, y entre los dos el jamón con queso de un amor que ojalá dure!).
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Ninosca lo invita a vivir con ella. El apartamento es de su propiedad. No tiene automóvil, pero está reuniendo dinero para comprar uno, mediante el ejercicio de su profesión de decoradora. Arcángel al principio rechaza el ofrecimiento. Nuevamente la timidez, que parece no abandonarlo y diera la impresión de que lo ha alejado torpemente de la vida. Nuevamente, que no le gusta abusar. Ninosca insiste. Arcángel le responde, pausadamente, que es enemigo de explotar a las mujeres o de maltratarlas en alguna forma. Por fin acepta. Le dice que si no fuese porque ella pagó totalmente las cuotas del apartamento, él colaboraría. Sin embargo, él pagará por su cuenta todo lo relativo a la alimentación, todo. Él correrá con todos los gastos por comida. Odia a los “parásitos”. -Y yo me encargo de la luz, del agua, del aseo, del teléfono y de Internet- dice ella. -También yo asumo el pago del condominio- agrega él… La felicidad. La felicidad tiene un nombre: Ninosca SánchezArcángel Amoroso. Ninosca tiene que viajar de lunes a viernes, desde muy temprano, a la ciudad donde tiene su taller. Arcángel se queda en casa. Ella no le conoce profesión alguna. ¿Y para qué preguntarle, rompiendo, tal vez, el idilio y la felicidad, si él cumple religiosa y puntualmente con el pago de sus compromisos? Una noche, cuando Ninosca llega de la ciudad, Arcángel le entrega un sobre cerrado. Ella, un tanto nerviosa, lo abre. ¡Es una citación de un bufete! ¡Es urgente! Debe visitar al abogado al día siguiente…a las tal hora…en la dirección…de aquella ciudad… Cuando llega al bufete, el abogado le dice: contra Ud. pesa la amenaza inminente de un embargo. Como persona considerada que soy le sugiero realice una venta simulada urgente. A un familiar. Sobre todo a un familiar. O a un amigo de mucha confianza. 131
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¿Pero, cuál otro “amigo de confianza” sino su compañero de vida, que no sólo es Arcángel sino también Amoroso? ¿No se aman, acaso? ¿No es, acaso, el hombre más decente, tímido, desprendido y pundonoroso del mundo? El documento queda redactado: una venta simulada a favor de Arcángel Amoroso. Ahora está tranquila… Pasan varias semanas. Una noche, cuando regresa al apartamento, la llave no funciona. Insiste, pero la llave no funciona. Entonces toca el timbre para que Arcángel le abra la puerta. Después de cierto tiempo, sale una señora: -Sí. ¿Qué se le ofrece? -¿Qué se me ofrece? ¡Esta es mi casa! ¿Qué hace Ud. aquí, quién es? -Soy María Eugenia Breñas, dueña del apartamento. Lo compré con todos los muebles y utensilios. Va en busca del documento. Efectivamente.
46- LA PARTIDA La muerte digna Mientras muchos granos de maíz formaban fila, voluntarios, para ser llevados al fuego y convertirse en alimento del agricultor y de su familia, un pequeño grano gemía y gemía con profunda amargura: -No, no. No quiero morir, no quiero morir. Soy muy joven todavía. Y gemía y gemía.
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Condolido el agricultor, lo llevó al granero y lo dejó a su suerte en un cajón de la despensa. Por la noche vinieron los ratones y lo destrozaron en breve tiempo. Al día siguiente, la mujer del campesino dijo: -Qué tonto ese granito de maíz. Prefirió ser alimento de los ratones que de los seres humanos. Si de todas maneras tenía que morir, pudo haber escogido un final más digno. Evanescencia Ya está por cumplir ochenta y cinco años de vida y más de veinte de jubilado. Tiene la sensación de que las personas y las cosas se están alejando de él, como si se desvanecieran, como si las estuviese cubriendo una cortina de tul. A no ser que le esté sucediendo lo que a los beodos: que les ven cara de borrachos a los demás. Así, tal vez sea él quien se está alejando, desvaneciendo, achicando, diluyendo, esfumándose, desapareciendo. En todo caso, es triste, porque así comienzan las despedidas… Dos meses después, amanece muerto…
47- DESDE MI MÁS ACÁ (3) Atención, mis amigos del más allá. Les agradezco tomen nota para cuando les toque lo inevitable, que Dios quiera no sea todavía… aunque les aseguro que si, en general, no se han dejado dominar por el egoísmo en su vida, una vez que hayan superado “la helada”, se sentirán tan felices en el más acá, que se preguntarán por qué tanto miedo y desgano para venir… Pero, como, sin embargo, ustedes no están dispuestos a viajar todavía, no sobra que les dé algunos consejos. 133
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No se preocupen suponiendo que aquí recibirán mal trato porque no fueron religiosos o no asistían al templo, etc.etc.…No. El salvoconducto fundamental es que uno haya vivido consciente de que debe estar siempre dispuesto a servir a los demás. En la medida en que dejemos de lado el vil egoísmo, que es un verdadero aborto de la humanidad, estaremos prestos a servir a los demás. Ayuden, pues, a quienes los necesiten. Háganlo pronto y con la mejor buena voluntad. Eso sí. Cuando ustedes prestan un servicio a los demás, debe ser desinteresado. Que no lo enturbie o desvíe algún interés. Por ejemplo, no debe ayudar a una anciana a cruzar la calle pensando que lo hará para que cuando usted esté viejo, alguien lo ayude en la misma forma y en idénticas circunstancias. No. Y si auxilia monetariamente a una persona, hágalo con pureza de intención y no por ostentación farisaica, ni pensando, “si yo, en vez de donar esta cantidad de dinero a…lo hubiese prestado a interés a…cuánto hubiese ganado…Otro día no hago esto…etc. Con los pensamientos torcidos, se tumba el mérito y todo queda peor que antes… En síntesis: lo que le interesa a Dios no es que tú creas en Él, sino en que ames de verdad al prójimo, sirviéndole…No teorizar. Tampoco ostentar ni presumir. Todo lo contrario: realizar el servicio con la mayor discreción posible e incluso, si puedes, evitando que el beneficiario sepa que fuiste tú quien lo ayudó. Como ves, las “monedas” con las que se paga en este mundo por tus buenas acciones realizadas en tu más allá, son muy, muy especiales. Y resultan muy valiosas en la medida en que tú las reúnas en los Bancos de acá. Porque existen los Bancos Celestiales. Mucho mejores que los de allá, pues hay excelente atención, no se hacen colas, no hay largas esperas y son divinamente escrupulosos en la cuenta y en el reconocimiento de los intereses, que se van capitalizando de tal forma que, cuando llegues acá, te 134
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quedarás sorprendidísimo. Porque por una sola persona, aun lejana o desconocida, que reciba tu ayuda desinteresada, sin que tú lo sepas has beneficiado a muchas otras, que ni te imaginas, pues la energía del bien se proyecta y se multiplica…De manera que déjate de tacañerías, algo no bien visto en el acá.
48- LOS CASCOS DE LA MUERTE -¡!!Y esto fue lo que pudiste conseguir!!!- exclamó Lisímaca, mi mujer, cuando nos estábamos mudando. Cuando me mudé del interior a la capital, sólo pude conseguir en alquiler, al alcance de mi presupuesto, una casa bastante antigua y sumamente deteriorada, tanto, que resultaba milagroso pudiera mantenerse en pie. Como las demás del barrio, representaba los tiempos en que toda la zona eran haciendas. 135
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-¿No pudiste conseguir algo mejor? –insistió, mientras yo trataba de meter un escaparate por la estrechez de la puerta. -Yo no hago milagros, Lisi. Soy, apenas, un pobre maestro de escuela… -…Sí. ¡Pero hubieras hecho el esfuerzo! -¿Qué esfuerzo? ¿Con la mierdita de sueldo que gano? La casa era medrosa. Aun en verano parecía recorrerla en toda su extensión una extraña corriente fría que mantenía helados los huesos y como temblando el corazón. Más aun a partir de las doce de la noche, hasta poco antes del amanecer. Las cinco gallinas y medio gallo, nuestro patrimonio viviente, se agitaban intranquilos, en su jaula de alambre, como espantados por seres fantasmales. Nuestro dormitorio estaba ubicado pared por medio con el comedor. Una madrugada nos despertaron las groserías que en sarta expelía una tía de Lisímaca, muy rezandera, que estaba pasando algunos días (con sus noches y “los tres golpes”) con nosotros. -¿Por qué dice groserías, señora Bestiaria? ¿No ve que enseña mal a los niños? –le pregunté. -Es que el padre Basilio me recomendó eso para espantar a los muertos. Pero, en la madrugada siguiente nos tocó a Lisi y a mí: nos despertamos al mismo tiempo, en plena madrugada, cuando escuchamos el choque de unos cascos de caballo contra el piso del comedor. La bestia resoplaba, y nos imaginamos el vapor que se le escapaba por las narices. Seguidamente, percibimos que el jinete, con
quejidos de cansancio, se
bajaba del cuadrúpedo, se golpeaba las polainas con algún foete, y dejaba sonar el tintineo de las espuelas, paseándose por allí, a medio paso, mientras
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el animal se sacudía los mosquitos con la cola y con las orejas. Después llegó el silencio y regresó el sueño. En la madrugada siguiente salí a entrevistarme con el fantasma, mientras Lisímaca me esperaba, rezando con la tía. Yo había perdido el miedo a los muertos desde hacía algunos años cuando en mi pueblo asistía a sesiones de espiritismo, con el maestro Lino. Allí aprendí a dialogar con los espíritus con respeto y camaradería. El fantasma de ahora lucía como aquellos viejos hacendados de antes, bonachón y decente. Me dijo que había vivido en esa casa, la principal de la hacienda; que había muerto allí lo mismo que su esposa e hijos, y que en el segundo de los tres escalones que daban hacia el retrete, estaba enterrada una caja de metal, llena de morocotas de oro; que desenterrara el tesoro, me quedara con él, y ordenase 365 misas por el descanso de su alma. Se despidió con el mismo tono amable y deferente, no sin insistirme, “para poder descansar en paz”. Se lo prometí con la mayor sinceridad. Pero, no pude cumplir porque, cuando me disponía a realizar la búsqueda del tesoro, llegó un tribunal a desalojarme por falta de pago, percances frecuentes de los pobres maestros de escuela. Hambre, hambre, hambre, por pagar el alquiler... 49- EL BORRACHO En la noche, un río de fuego corre a lo largo y ancho del pueblo de Betania, con la velocidad del viento. Las llamas quieren agredirlo todo, consumirlo todo. La gente procura salvar sus casas, pero tienen que huir hacia las afueras, buscando dónde guarecerse con sus hijos, sus mujeres y sus padres, mientras las casas se consumen en brevísimo tiempo y se convierten en cenizas.
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De pronto cesa el fuego como cuando alguien sopla una vela. Es que en ese pueblo se encuentra el Maestro Jesús con los doce Apóstoles y ha impuesto su voz sobre el fuego. Cuando amanece, la ruina. Muchas casas quedaron hechas ceniza. Es necesario que el pueblo renazca. Es necesario que todos brinden el aporte de sus brazos. Una niñita se acerca a Jesús y le coloca la cabeza sobre un brazo y le dice que su padre es un borracho que gasta en aguardiente todo lo que gana la madre, por lo que no queda nada para comprar comida. Jesús la acompañó a su casa y allí conoció al hombre. Lo invitó a levantarse y le dijo: -Hermano, mi hermano en Dios. ¿Por qué no te levantas y me acompañas? La gente está sufriendo mucho, pues debido al incendio perdieron todo lo que tenían. Hay que construirles otra vez casa, y tú y yo vamos a decirles cómo. Este es tu trabajo. Guía la reconstrucción. La gente te proveerá de lo necesario y te ayudará. Y el hombre sintió cómo el amor y aquel buen trato, tan sentido y vibrante, que nadie le había brindado jamás, le rescataban el corazón con el calor del gozo. Se levantó, pidió ayuda para reconstruir el pueblo y recibió ayuda de todos. Y le renació la esperanza y recuperó la vida con entusiasmo y paz. Volvió a ser humano. El Maestro redimió al borracho sin una pizca de buenos consejos, sin regaños ni recriminaciones, sin hablar de vicios ni de virtudes, sin referirse a premios celestiales ni a castigos del Infierno, sin el uso de términos abstrusos, y sin asomos de prepotencia o humillación. Antes por el contrario, lo condujo con llaneza humana y sentida, y profunda motivación del amor.
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recurriendo a la
sabia y
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50- MOHAHANDAS SANJONILDAS Una mañana Mohahandas Sanjonildas dijo: “Cuando se dejan en suspenso los elementos circunstanciales-raza, color, sexo, religión, credo político y situación geográfica- queda lo humano puro y simple, en su desnuda desnudez, que es la misma en todas partes. Cuando lapidan a una mujer en Afganistán hasta matarla, la están matando al lado nuestro y podemos escuchar cómo le rebotan las piedras contra el pecho, cómo se le resquebraja el cráneo y se le astillan los huesos y fluye la sangre, río doloroso que viene rodando hasta nuestros pies y nos 139
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salpica el alma. Y cuando muere de hambre un niño en Uganda, muere en nuestro vecindario y escuchamos el ronquido que exhala el último suspiro con la vida y nos hace doler la nuestra. Y cuando un hombre es despellejado en una cárcel lejana, está siendo maltratado y desangrado al lado nuestro y sentimos el triste saludo del abrazo postrero. La voz de la justicia que clama por allá, clama por el mismo por qué en este por acá”. La noche de ese mismo día, Mohahandas Sanjonildas dijo: “Quienes tienen en sus manos la posibilidad de contribuir de alguna manera a la supresión de causas, situaciones o circunstancias que estén provocando el mal a los individuos, a las comunidades o a la Humanidad, y permanecen indiferentes, son responsables de lesa verdad, y deberán responder cuando rindan cuentas. Porque Dios nos exige en proporción a lo que nos haya dado. Recordemos la Parábola de los Talentos. La inteligencia, la preparación intelectual, el conocimiento de la verdad, el poder y de los recursos, son talentos, y por ellos se debe responder”. Al día siguiente Mohahandas Sanjonildas no dijo nada porque amaneció muerto . 51- LOS REOS En medio de un espeso calor que parecía oponerse al avance de los cuerpos, caminaban cabizbajos, cargados de grillos y cadenas, por aquel camino pedregoso y polvoriento. El aire casi les era totalmente negado. Andaban bajo ominosas cargas invisibles que casi los doblegaban a nivel del suelo. Todos gemían, sin atreverse a proferir palabra alguna. Se les veía ateridos por el miedo. Sin embargo, no había guardias o vigilantes que les amenazaran con sus látigos o los conminasen a seguir por aquel camino infernal, desolado y triste. No había guardias ni vigilantes, pero era como si 140
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los hubiese, como si cada uno de ellos fuese guardia contra sí mismo, en un plan de autoseveridad y autocastigo. Debido a la mezcla de adustez y tristeza de sus rostros, casi me abstuve de preguntarles quiénes eran, adónde y por qué iban en aquel estado más bajo y ruin que el de los esclavos. -Hemos sido condenados por nuestra propia conciencia. Ella ha sido nuestro juez y nos ha sentenciado. Nosotros mismos, por su luz, nos hemos impuesto estas cadenas y estos grillos. -Somos reos del espíritu. Aquí vamos, en esta fila agobiada por el arrepentimiento, criminales, amantes de toda clase de perversión y de violencia, infidentes, amantes del alcohol y de las drogas, traidores, hipócritas,
usureros,
usurpadores,
expoliadores,
egoístas,
soberbios,
vanidosos, envidiosos, maldicientes, calumniadores, mentirosos. Los reos del espíritu, cuyo castigo debe ser superior al que aflige a los pecadores de la tierra, porque atentamos contra valores de Lo Más Alto. - Vamos a purificarnos de nuestras culpas mientras sea necesario. y será de nuevo la conciencia la que nos dirá si ya hemos cumplido la condena y hemos logrado la purificación. -Entonces retornaremos, pero no desandando este camino de dolor, sino por una senda diferente, donde la belleza es signo y por qué. No pregunté más. Con lo sabido ya era suficiente…
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52- SIQUISIQUIS Por mi sano gusto El secretario comienza a redactar el acta. La joven, Patricia Boliches, denuncia que un hombre la violó, por lo que el padre la incitó a que acudiera al tribunal. Ella, despreocupada, no da muestras de nerviosismo y suministra los datos personales. Fulana…nacida en….cédula…19 años de edad…etc.etc. Llegado el momento, el Juez le sugiere referir los hechos tal como sucedieron. “Yo estaba esperando el autobús en la esquina de… cuando se detuvo un carro. El conductor bajó la ventanilla y me preguntó si quería que 142
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me llevara, y yo le dije que sí. Me preguntó si quería ir con él a un hotel, y le dije que sí. Me preguntó si quería ir con él a una habitación y le dije que sí. Me preguntó si quería desnudarme y le dije que sí. Entonces me quité la blusa, los pantalones, el sostén y…y me dispuse a recibirlo y lo recibí”. (El juez mira con severidad al secretario, quien, rojo como un pimentón, apenas logra contener una carcajada) -¿Él la forzó o la amenazó de algún modo? -No. Todo lo hice por mi sano gusto… El chofer quedó en libertad. Pero, al día siguiente se presenta en el tribunal el padre de la muchacha, hecho una furia. Agrede al Juez con un garrote, “por alcahueta”, y amenaza con denunciarlo ante el Superior… A cada uno lo suyo Dos jueces conversaban como viejos amigos. A le preguntó a B: -¿Qué qué es para tí la justicia? -Pues lo que suele decirse: dar a cada uno lo suyo. -Si sorprendes a un ladrón robándote, ¿qué es darle lo suyo?. -Darle una paliza. -¿Y al juez que comete venalidad? -Darle lo suyo también: el dinero prometido. Creídos y engreídos Un amigo me dijo: -Hay sujetos y sujetas a quienes uno saluda única y exclusivamente por practicar un acto de caridad cristiana, y responden con unas ínfulas que ni Napoleón Bonaparte. -Son mediocres encumbrados- le respondí- No hay otra explicación. “Para bachaco…” 143
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A un cura amigo mío, cuando visitábamos la casa de un amigo común, la esposa de éste le dijo: -¡Padre! Y usted tan buenmozo ¿por que no se casó más bien? Él le respondió: -Porque no conocí a tiempo a una mujer tan bella como usted. Una vez fuera le dije: -Usted no respetó que el marido de la señora estuviera presente -No importa. “Para bachaco chivo…” Gratitud Epaminondas, por motivos obvios, era el tío preferido de un amigo mío. Salido, liberal y mundano, siempre manejaba con estos criterios todas las cosas de la vida. Por supuesto, era extremadamente mujeriego. Solía decirle, de las mujeres: -A la mujer hay que respetarla porque es, desde diversos puntos de vista, lo más hermoso de la creación. Pero, cuando tengas oportunidad y te agrada una, “pídeselo”, que si no te lo da, por lo menos te lo agradece… Aberración Cándido y Lana se conocieron por causa de un tropezón: chocaron de frente, a la entrada de un supermercado. Y, de una cosa a otra y de otra a la de más allá, y de más allá para más acá, llegaron al “llegadero”. Lana era casada. Su esposo, un hombre trabajador, correcto, respetuoso. “Un tesoro de hombre”, -como ella misma comentaba- que suplía la alacena a la perfección y amaba a los tres hijos. Pero, ella –también lo admitía- “un tanto suelta”: salía con mucha frecuencia con otros hombres. Porque sólo la emocionaba la variedad. Cándido le preguntó: -¿Te parece correcto faltar a la fidelidad a su esposo? Lo justificó con una pregunta: 144
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-¿Por qué otorgar a las relaciones sexuales una importancia exagerada y “santurrona”, cuando en realidad se trata de algo tan natural como orinar o pasear por el parque? Seguidamente pasó a reafirmar con los decires de la abuela, su maestra más profunda, admirada e imitada, muy sabia en esa materia: -¡Pero, hijita! ¿Qué es lo que se pierde, si “eso” es jabón que no se gasta y alcanza benditamente para todos…”? Cándido escuchaba, escuchaba, escuchaba. Y cuanto más la escuchaba, más la conocía. Sin embargo, aun así, le propuso matrimonio. Se casaron. Ella, decidida a seguir repartiendo “jabón”. Él, resignado a ser otro “tesoro de hombre”… Verdaderamente…De que los hay los hay.
53- JUSTICIA Los habitantes de un pueblo situado en lo más intrincado de la montaña, estaban en grave riesgo de perecer por causa del hambre y de las enfermedades, si colapsaba el único puente que permitía el acceso de las medicinas y de los alimentos. Se acercaban las lluvias, y los gobernantes no adoptaron ninguna previsión, pues andaban en el pernicioso juego de los cabildeos y de las traiciones políticas y en acrecer sus patrimonios menoscabando el dinero de la comunidad. Algunos fueron a la plaza del pueblo a denunciar a gritos que el puente presentaba el comienzo de unas grietas que podrían ser causa del desastre, pero nadie les prestó atención. 145
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Finalmente, a costa de ruegos, pleitos e insistencia, el concejo envió a dos ingenieros a revisar el puente. Quedaron alarmados. Propusieron a los gobernantes soluciones convenientes, si comenzaban de inmediato a trabajar, pero la negligencia, los intereses políticos y la falta de conciencia, dejaron de lado tan grave situación, y continuaron en asuntos “de mayor importancia”. Una noche comenzó a caer una llovizna tenue. Cesó al poco tiempo. Pero, cuando todos se habían entregado al sueño, se desató un aguacero infernal que con una rapidez increíble inundó muchas casas y puso en peligro muchas vidas. Y lo que se temía sucedió: el puente se desprendió de sus bases y fue arrastrado por la corriente del río. Todo fue desolación y muerte. Entre las víctimas del agua desatada, se contaron las mujeres, los hijos y los padres de los gobernantes, quienes, por justicia divina, quedaron vivos para que respondieran ante la justicia humana.
54- MUNDO PERFORADO Pregunto a un maestro si estoy en lo cierto cuando afirmo que la Humanidad se encuentra estancada en el aspecto espiritual. Me pregunta por qué tengo esa impresión y me explico: Veo a niños y jóvenes que si bien muestran ser mas despiertos y vivos que las generaciones anteriores, sin embargo son mucho menos reflexivos y más superficiales, perversamente inclinados a la diversión como si los humanos hubiésemos venido a este mundo sólo a divertirnos. Veo, también, que carecen de aquel espíritu de respeto y hasta de admiración que los niños y los jóvenes manifestaban hacia los mayores. Antes por el contrario, reinan en ellos la desvergüenza, la desconsideración y la inclinación al abuso. No hay necesidad de que describa muchas otras 146
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realidades negativas. Pero, sí debo afirmar que, lamentablemente, muchos adultos se dejan arrastrar a esos nivele, impulsados por la idea de que no son unos “pobres viejos” y de que están dispuestos a realizar hechos ridículos y vergonzosos que no hacen mella ni en su conciencia ni en su dignidad. El maestro me deja hablar, luego me dice: las oleadas de encarnados estan siendo cada vez más jóvenes. Muchos de ellos están viviendo las experiencias de su primera encarnación en este plano. A ello se agrega que aquéllos que han tenido varias o muchas reencarnaciones, no han aprovechado debidamente las enseñanzas. Vienen a malgastar el tiempo, justamente, muchos de ellos, porque están bajo el dominio de aquella idea: la de divertirse y solamente divertirse: les alcanza la muerte en la inmadurez espiritual. A lo anterior se suma que muchas almas viejas están reencarnando cada vez con menos frecuencia, porque su evolución les lleva a otro destino, y este mundo ya no tiene nada qué enseñarles. Por el contrario, algunos o muchos de ellos, si vienen a este plano, corren el peligro de estancarse en su evolución espiritual porque caer en las redes del mal ambiente. En conclusión, aciertas cuando dices que la Humanidad está estancada desde el punto de vista espiritual, ante lo cual nada o poco vale el avance científico y tecnológico, que no son sino medios e instrumentos. La incomprensión, la violencia, la desfachatez, la indolencia, están poniendo de manifiesto el bajo nivel de desarrollo de muchas almas. Tal vez llegue el punto crítico en el que las almas jóvenes tomen conciencia, se unan y eviten que la Humanidad se destruya, lo podría ocurrir.
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55- PRIMITIVISMO Perfil del hombre primitivo En el sistema cavernario, el hombre primitivo 1. Adulaba y se prosternaba ante los trogloditas más poderosos 2. Fingía, o mataba si fingir no le daba resultados 3 Maquinaba y utilizaba a los más débiles 4. Sonreía y asestaba su hacha de piedra por la espalda 5. Traicionaba y se jactaba de ello con sus compinches 6.
Atropellaba y masacraba alegando que lo hacía por amor a la
libertad 7. Odiaba y sembraba el mal por donde pasaba 8. Manipulaba y triunfaba porque su voracidad no tenía límites 9. Aprovechaba y se enriquecía explotando y pisoteando…
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10. Elaboraba leyes cuya vigencia ponderaba a los cuatro vientos, pero no las cumplía. 11. Gritaba contra la corrupción, pero con las manos en los bolsillos… Gracias a Dios que el sapiens requetesapiens de hoy no es así… Breve lección de derecho cavernario La ley penal de las cavernas castiga el homicidio, no porque le interese un pelo ese asuntejo de la Moral, sino por razones prácticas -¿Cuáles son esas razones prácticas, profesor? -Son varias: 1º.por política social, para aparentar que se cumple la justicia 2º.para cubrir las apariencias ante las otras comarcas cavernarias 3º.para apaciguar a los deudos y evitar venganzas por cuenta propia 4º.para justificar la creación de tribunales y dar ocupación a los desempleados 5º.para que no nos señale la comunidad internacional -¿Entonces la Moral no tiene injerencia en el Derecho? -¡Ninguna! Y así debe seguir siendo por lo siglos de los siglos. -¿Por qué razón? -Por la sinrazón de que el Derecho debe ser libre. No necesita beatas ni chaperonas. ¿Qué sería de los privilegiados del Derecho? ¿Qué sería de los usureros, de los banqueros, de los especuladores, de los contrabandistas, de los ladrones de cuello blanco, de los jueces alcahuetas, de los policías complacientes, de los traficantes de armas o de drogas? ¿Qué sería de los negocios? ¿Ustedes quieren que desaparezca la sociedad? ¿Ustedes quieren que la gente se muera de hambre? ¿Y dónde quedarían la productividad, el producto territorial bruto y las leyes de la economía ciega? Pues ello sucederá cuando se admita la injerencia directa de la Moral en el Derecho. Y 149
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yo no podría seguir aquí brindándoles mis valiosos conocimientos éticos y jurídicos. -Por favor, sapientíssimus sapiens, ¿por qué no estudiar la posibilidad de la unión profunda de la Moral con el Derecho? -¿Usted qué quiere? ¿Que tenga que estudiar Derecho de nuevo, cuando ya mi vida está hecha y mi sistema profesional armado?
56- EL DIABLO EN CAMISÓN Andrés y yo éramos muchachos. Un día me invitó a su casa para jugar en el patio y en la caballeriza; y para jugar a las escondidas en las ruinas de un viejo molino, donde, según se decía, se escuchaban voces y quejidos escalofriantes aun a plena luz del día; y para espiar por entre las tablas a la vieja Elvia, cuando la perseguían las abejas y corría cómicamente, con su largo camisón, dejando las chanclas por el camino; y para bañarnos en un pozo de la quebrada cercana; o jugar béisbol en el terreno que estaba no muy lejos del cementerio…en fin, aquello parecía prometernos un feliz día sábado. Pero, todo se vino abajo cuando de un cuarto salió una vieja energúmena, dando alaridos y armada con un foete. Con amenazas y gruesas palabras, nos persiguió por el corredor, dispuesta a vapulearnos por igual, sin distinguir entre amistad y familia, entre extraños y propios. 150
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-¡Corre! ¡Apúrate! Es mi abuela Rufa. ¡Qué “Rufa”! Hacía honor a su nombre que, según dicen, significa “marrón tirando a bermejo”. Y así lucía exactamente aquella diabla torcida que nos perseguía como una candela. Sin embargo, se quedó rezagada. O, más exactamente, no pudo salir de la sombra. Era alérgica a la claridad, como algunos bichos ponzoñosos. Rufa moraba y remoraba en un cuarto, siempre cerrado, pero de donde, pese a todo, escapaba una fetidez nauseabunda que así me estropearía el gusto, que Andrés se vio obligado a una explicación: -Es que mi abuela no abre el cuarto desde hace cincuenta años, cuando murió mi abuelo. No permite que nadie entre allí a hacer el aseo. Tiene acumulada la basura hasta el techo, y el cuarto lleno de “pollinos” que no quiere botar. Debe andar por los sesenta años sin darse un baño. Por eso le peleaba mi abuelo. Dicen que él murió de enfisema pulmonar causado por las fetideces de la abuela. Mi abuela es enemiga a muerte de mi mamá y de mis tías. En cuanto a los nietos, simplemente nos odia a Felipe, María y a mí. Ni siquiera le ha interesado conocer nuestros nombres. Una mañana intentó envenenarnos. Me largué a mi casa, donde estaría mi abuelita Rosario, dispuesta a mimarme y a consentirme como todas las buenas abuelas, es decir, como todas las verdaderas abuelas. Porque las demás son diablos. Diablos con camisón y zapatones torcidos…
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57- EL ÁRBOL DE PORFIRIO Porfirio era un filósofo que en sus ratos libres y para tomarse un descanso después de largas reflexiones sobre el ser, la substancia, la sabiduría, la vida trascendente y asuntos como la justicia humana y divina, se dedicaba a la jardinería y al cultivo de árboles de gran tamaño. Una mañana se sorprendió ante el producto de unos injertos que había estado realizando meses atrás. Bien es cierto que al principio había estado muy atento a los resultados, para lo cual visitaba el vivero con asiduidad. Pero, no es menos cierto que al notar el escaso progreso de sus investigaciones e incluso al notar cómo los pequeños tallos y las hojas nacientes parecían yacer mortecinas, se había decepcionado al punto de desistir de tan hermoso proyecto. Proyecto tanto más interesante y valioso, cuanto había tomado muestras de diferentes vegetales, con la idea de lograr un árbol de nueva especie, más robusto, resistente a todas las estaciones e inmune a todas las enfermedades, así como a los parásitos y hasta a la vejez. Un árbol, decía, digno del Paraíso Terrenal. 152
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La sorpresa fue, pues, indescriptible cuando halló cómo el nuevo árbol comenzaba a decir de su desarrollo y poder con aquella lozanía prometedora. Tanto se entusiasmó, que optó por dejar en suspenso, por tiempo indefinido, las investigaciones filosóficas, para imprimir impulso especial y definitivo al proyecto. Así, entonces, desde muy temprano en la mañana acudía directamente al terreno, donde permanecía hasta el anochecer, alentado por el entusiasmo de la creatividad en marcha. Una mañana, al llegar al plantío, creyó estar soñando: el árbol había crecido tanto en pocas horas y aparecía tan frondoso y salpicado de hermosas florescencias, que creyó, al principio que se trataba de otro árbol, no del suyo. Lo revisó con enorme satisfacción y alegría, una vez más, y pudo darse cuenta de la extensión, profundidad y robustez de las raíces, de esa auténtica coraza que era el tallo, y de aquellas frondosas ramas, cada una de las cuales hubiese podido ser tomada por un árbol en sí. Esa noche se desveló pensando es su árbol y al día siguiente, muy temprano, antes que el sol llegó al lugar. Esta vez la maravilla fue mucho más intensa, pues el árbol presentaba en su tallo robusto, en sus ramas poderosas y en sus hojas brillantes, la estructura de una clasificación de las substancias que serviría de fuente para el estudio de la filosofía de aquellos tiempos y que constituiría una introducción a las categorías de Aristóteles, siendo de utilidad durante largos años. No es menester agregar más de la naturaleza de estos conceptos. Baste decir que Porfirio quiso morir a la sombra del Arbor. Mientras, como los pensadores que han dedicado la inteligencia al Bien, entregaba el espíritu en santa paz, fueron llegando, de diversas regiones del mundo, bandadas de pájaros de las más diversas especies y colores, y tomaron posesión de las ramas: eran los espíritus de los filósofos de todos los tiempos, que venían a rendirle un homenaje en canto. Al unísono entonaron el “Himno a la 153
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Filosofía”, de Marco Tulio Cicerón:! O vitae Philosophia dux!, cuyas notas, expresadas con el más elevado y puro sentimiento, sólo forjados por los corazones de “los filósofos alados”, hicieron vibrar la inmensa copa del Árbol, de donde cayó durante largo rato, una colorida lluvia de escarcha musical cuyas láminas brillantes se esparcieron por el mundo. Dicen que murió con estas palabras: “filosofar es una forma de sembrar árboles y sembrar árboles es una forma de filosofar” El árbol murió poco tiempo después porque no quería sobrevivir a su creador…
58- LA ORACIÓN DEL AGUA “Cuando el sol es blanco todavía, un anciano cruza el bosque donde tiene ubicada su casa. Los árboles lo bañan del rocío que han recogido durante la noche, vertiendo sobre él las bendiciones que los espíritus de la naturaleza destinan únicamente a las personas de buen corazón. El anciano se siente complacido, alegre y lleno de fuerza para continuar la marcha. Finalmente,
después de cierto tiempo, desemboca
frente a una hermosa cascada que se precipita sobre un pozo, formando con éste una especie de mundo aparte, donde la luz parece deleitarse en el juego de crear cambiantes combinaciones de colores, en una ensoñación que nada tiene que ver con este mundo denso y burdo. Se detiene a la orilla del pozo, frente a la cascada, se recoge sobre sí mismo y se aboca a rezar la oración matinal de agua. El mismo rito, con las mismas actitudes de recogimiento, quietud y paz, está siendo repetido, simultáneamente, por otros maestros, en diferentes lugares apacibles del globo, para elevar la Oración del Agua. Son como antenas de luz que tienen la misión de enviar mensajes de armonía y paz a las 154
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aguas, para que las “guedejas líquidas de Dios” los rieguen a través de todas las redes acuáticas del mundo, y sostener, así, la vibración de la Tierra, que, de no ser por este recurso, hubiese perecido desde hace mucho tiempo. Los ancianos rezan la Oración del Agua para lograr cristalizaciones simétricas, y lo hacen mediante bellas canciones y frases hermosas de amor, amabilidad y gratitud. También entonan canciones religiosas, cantos gregorianos o melodías clásicas”. Un niño que escucha de su abuela este relato, recibe una inspiración: decide cantarle al agua fraseos aparentemente sin sentido, jitanjáforas salidas del alma al impulso de bellos sentimientos, para que el agua, receptiva, acoja en sus cristales los mensajes de amor, vibrando de armonía y retornando el gozo en salud, para las personas y para la Tierra. El niño, emocionado, invita a la abuela a cantarle al agua. Y así lo harán todos los días, al amanecer. Ahora están hablando de la idea de valerse de Internet para invitar a todos los niños y a todas las abuelas del Mundo, a cantar la Oración del Agua, todos los días, cuando inicia su jornada el sol.
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59- EL HOSPITAL Mi guía me condujo a una especie de hospital donde reposaban enfermos afectados por diversas dolencias que los médicos no sabían cómo curar a profundidad. -Mira cómo sufre ese anciano, atormentado por la asfixia. Con qué grado de angustia trata de arrancarle un hálito a la vida. Ha pasado por muchos médicos. Le dicen que padece de asma, pero los tratamientos no surten efecto alguno, porque la causa viene de muy lejos. Durante las treinta últimas reencarnaciones ha muerto por la misma causa. -¿Cuál es la causa del asma que padece? –le pregunté. -Él murió hace más de trescientos años, cuando, siendo mujer, la estranguló el marido en un arranque de celos. El estrangulamiento le causó un trauma tal, que le dejó impreso un programa negativo en la mente subconsciente. Mientras alguien que tenga los conocimientos adecuados, no le detecte esa raíz y él la haga consciente, todas las vidas, en las reencarnaciones subsiguientes, serán una tortura y padecerá de la misma enfermedad. Por eso te digo que los tratamientos médicos tradicionales van a la superficie, no profundizan. -¿Cuál es la actitud de los médicos? 156
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.Muchos no quieren salir de su rutina para conservar la clientela. No están para curar sino para medrar del ejercicio de la profesión. Violan continuamente el Juramento Hipocrático. Otros, tienen oportunidad de conocer de las terapias espirituales, profundas, pero no se atreven, por falta de fe o porque tampoco ellos desean una curación radical para sus pacientes. Los más se apegan a los que les conviene, burlándose, como los ignorantes, de las cosas espirituales. Pero pagarán, también ellos, esa deuda. Después, mi guía me llevó hacia otro lugar: -Aquélla es una enferma voluntaria. -¿Enferma voluntaria? -Sí. La afectan, por turno, diversas enfermedades. Se cura de una, y pasa a otra y a otra, sin fin. -¿Cuál es la causa? -.La atención. Estar enferma es para ella una forma de atraer la atención del marido. Ella opina que no la ama, pero que, cuando está enferma, se le acerca, la acaricia, la consuela, y eso le agrada. Todo le viene de cuando niña: consideraba, cuando tenía unos siete años, que los padres amaban más a sus otros dos hijos, que a ella, pero observó que cada vez que estaba enferma, le prestaban atención y le brindaban un cariño que no le expresaban cuando estaba sana. Un especialista en causas profundas le explicó. Pero ella mantiene su actitud: no quiere curarse. El buen trato que recibió cuando niña estando enferma se le quedó grabado como un programa en el subconsciente. Pero, no hay peor enfermo que el que no quiere sanar… Para finalizar y no tener que recorrer todo el hospital, mi guía, sintetizando, me dijo: Existen muchos programas fijos en el subconsciente, producidos por diversos traumas o circunstancias, y que son el origen de muchas enfermedades y de vidas conflictivas, que no puede sanar la medicina 157
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tradicional. Es conveniente que los médicos busquen el asesoramiento necesario para otorgar eficacia plena, radical, a las terapias que aplican, por lo común, sin resultados permanentes. Es una responsabilidad moral y espiritual…
60- LA TABLA Nada por delante, nada por detrás. Así era Elsa. Por eso la apodaban “La Tabla”. Y porque no tenía nada ni por el frontispicio ni por el retrispucio, procuraba rellenar estos vacios con numerosas fantasías. La tuvimos en nuestro apartamento gratuitamente, durante varios meses. A su disposición comida, alojamiento y servicios de agua, luz, televisión, aseo. Además, dinero para gastos ordinarios como los pasajes. Es decir, practicábamos con ella la caridad, cristiana o no, pero caridad pura, simple y desinteresada. Digo todo esto porque le dio por afligirnos a mi esposa y a mí con reclamos y recriminaciones absolutamente injustas, al punto de que nos creaba incomodidades y circunstancias para que abandonáramos nuestra apartamento y lo dejásemos definitivamente en sus manos. Descubrimos, pues, que era injusta, malvada y desagradecida. Así llegó el momento en el que ansiábamos que se marchase de nuestro hogar. Dije que procuraba rellenar las deficiencias carnales con numerosas fantasías. Por ejemplo, a pesar de su apariencia de Rosinante, se refería a “su elegancia” con bastante frecuencia:
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-¡Cómo me miran los hombres cuando llego a un lugar vistiendo alguna de mis faldas! Soy el acabóse. Las esposas me tienen terror porque he estado a punto de desbaratar muchos matrimonios. También comentaba que un directivo policial la mantuvo secuestrada durante varios meses, reteniéndole los papeles de identificación, sólo porque estaba enamorado de ella y no quería que se marchara de la ciudad. Despotricaba contra el jurado que le había arrebatado “malamente” el título de reina en los carnavales del año.com., en la ciudad de… Dejaba saber que resultaba extremadamente atractiva a las mujeres. Y así, otras cosas por el mismo corte. Decía ser “metafísica”, experta en numerología y en la lectura del tarot. Cuando llegaba por la noche, nos comentaba que las figuras que suelen formar las manchas y los charcos en el pavimento de las calles, le guiñaban el ojo y le daban mensajes del más allá. Nos aseguraba que era protegida por los extraterrestres, tres de los cuales, gemelos idénticos, la seguían a todas partes, a manera de guardaespaldas, y le reservaban puesto en el Metro. Los describía como “tres calvos hermosos, cuarentones, de fuerte contextura, que vestían franela cuello de tortuga de impecable color blanco, paltó levita negro, pantalones amarillos y zapatos rojos. Un sábado por la tarde subió a la azotea a recoger la ropa, pero jamás regresó. Algunos dicen que unas arañas extraterrestres, muy parecidas a ella, se la llevaron en una especie de moto acuática. Otros aseguran que un ventarrón de las brujas se la llevó –muy bien llevada- como un pedazo de papel, como un pañuelo, como una funda de almohada. Como un tabla…
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61- EL CIEGO Es verdad aquello tan archirrepetido de que no hay peor ciego que el que no quiere ver. Lo digo por mí… ……………. Gladis y yo nos hicimos amigos inseparables. Nos reuníamos todos los días. Prácticamente no podíamos estar el uno sin el otro. No soportábamos la ausencia, y aun el más socorrido pretexto era válido para volver al encuentro. Nos habíamos conocido por casualidad. O, como ahora dicen algunos, quizás por causalidad. Porque una tarde, como si hubiésemos concertado una cita en un lugar preciso y a un minuto exacto, nos encontramos frente a frente, y con la mayor naturalidad nuestras manos se estrecharon, mientras decíamos nuestros nombres más con la mirada que con las palabras. Y desde entonces parecemos siameses. Una vez me dijo: -Hasta parecemos novios, de tanto que nos buscamos, de tanto que nos necesitamos. Me limité a sonreír, en vez de apoyarme en sus palabras. Ella se vio como apenada y cambió de tema. Otro día me comentó que había conocido a una pareja muy parecida a nosotros, que habían comenzado como amigos, habían terminado casados y ahora tenían tres hijos. 160
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-Así es mejor, porque uno ya se conoce y ha hablado de todo, libremente- agregó. Aparenté, estúpidamente, no haberla escuchado, y esta vez fui yo quien cambió de tema. Una tarde, en el parque, se quedó embelesada contemplando a una madre feliz jugando con un niño. -¡Gualberto, qué hermoso debe ser tener hijos!. ¡Qué estúpido! No le respondí. Pero sí noté lágrimas en sus ojos. Nunca había habido un paseo más corto. Nos despedimos casi como extraños. Sin embargo, no resistimos al deseo de conversar por teléfono. Y lo hicimos durante varias horas. Esa noche soñamos el uno con el otro, como lo comentamos al día siguiente. Casi con el mismo esquema, nos encontrábamos, conversábamos, y con cierta frecuencia ella caía nuevamente en “las indirectas” de los mismos temas: los novios, el matrimonio, los hijos, el amor, la felicidad…Y yo, con la misma actitud bobalicona, de indiferencia, de silencios, de evasivas…De esta manera transcurrieron los meses… Hasta que una mañana recibí una carta suya: se despedía de mí “para siempre”. Se mudaba “a cierto lugar de España”. La esperaba un hombre con quien se casaría, y lo haría sólo para no quedarse sola en la vida, no por amor. Porque el amor de su vida era yo, y siempre sería yo. Pero que, en vista de que yo no la amaba, se marchaba muy lejos, para tratar de olvidarme. Ahora me digo a mí mismo: ¡Y pensar que tú siempre la has amado!, pero no te atrevías a manifestárselo por miedo al rechazo…¿Por qué no lo intestaste? Ah, esta maldita timidez…Este maldito complejo…
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62- EN EL OMBLIGO DEL MUNDO Y Zeus dispuso, y así fue cumplido, que dos grandes águilas salieran desde extremos opuestos del Universo, para volar al encuentro: allí quedaría ubicado el ombligo del mundo, el punto de la creación: Delfos, al pie del Parnaso, en medio de las montañas de la Fócida. Allí nacieron la música y la poesía, conjugadas por el mismo canto, que brotaba en las hermosas voces de las náyades y de las musas. Allí residía Apolo, que pulsaba la lira y cantaba en reunión con los dioses. Allí, también, nació el Oráculo. El Oráculo de Apolo, que durante siglos y siglos habló para servir a Grecia. Cuando Jesús estuvo en Grecia, él y Apolo se conocieron y se hicieron amigos. Un día Apolo le preguntó: -¿Qué es lo que habla en el Oráculo: acaso un ángel, o un hombre o un dios vivo? -Y Jesús dijo: -“En el Oráculo no hablan ni dioses ni ángeles, sino la sabiduría de la mente maestra de Grecia, que se expresa a través de una mente maestra. Ella piensa, oye y habla porque se ha revestido con las substancias del alma. Permanecerá mientras haya mentes maestras que la alimenten con sabiduría, pensamientos, fe y esperanza. Cuando las mentes maestras de Grecia dejen de ser, esta mente maestra cesará y el Oráculo de Delfos sellará sus labios”. Una tarde, el Oráculo le dijo a Apolo:
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“Se acercan los días en que los hombres ya no oirán más mi voz. El Sol de Delfos se ha puesto y yo declino. Ha llegado la media noche de las edades. La campana ha dado las doce. Ahora hablarán los dioses. El Logos de la altura ha venido. De hoy en adelante mi sabiduría y mi poder disminuirán. De hoy en adelante la sabiduría y el poder de Emanuel crecerán. Que se detengan todos los maestros; que toda criatura oiga y honre a Emanuel”. 63- “LA DROMEDARIA” Temerosos de que los atracaran y les arrebataran la joroba, los jorobados decidieron fundar su propia ciudad que, claro está, sólo podía ser habitada por jorobados. Nació, así, “Ciudad Dromedaria” que algunos llamaban, simplemente, “La Dromedaria” y no pocos “La Corcovada”. La ciudad se anunciaba desde muy lejos porque la gran muralla estaba coronada, entre dos almenas y frente al puente levadizo, por una joroba descomunal, de hormigón armado, pintada con llamativos colores. Durante la noche, la joroba-símbolo, fosforescente, se destacaba como seria advertencia para los merodeadores, muchos de los cuales solían desaparecer para siempre y sin dejar rastro. Por las avenidas superiores de la muralla andaban las moto-jorobas, patrullas de férrea disciplina militar. El acceso a la ciudad estaba constituido por una sola puerta, custodiada por un ejército de samuráis jorobados, que sabían utilizar la joroba para propinar martillazos mortales. Como la cosa prometía, algunos extraños se colocaban jorobas de plástico, pero eran descubiertos y castigados con penas cuadruplicadas, como lo merecen todos los tramposos, jorobados o no. Otros, más decididos, se practicaban costosas operaciones quirúrgicas para que les incorporaran las jorobas dejadas por los difuntos, si es que las dejaban, pues muchos estaban 163
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tan apegados a ellas, que se las llevaban al otro mundo para seguir con la buena suerte. Para recibir el título universitario en Ciudad Corcova, era requisito indispensable que la joroba satisficiera exigencias mínimas de dimensión y elegancia, para lo cual, en el acto de graduación, se utilizaban togas escotadas que permitieran ver desnudas, a lo lejos, las jorobas lustrosas y felices. Para ser funcionario de carrera, era indispensable
cumplir con
exigencias muy, pero muy especiales, relativas a las jorobas, cuyas características eran señaladas en manuales ultrasecretos que sólo “los privilegiados de la corcova” podían manejar. Hubo una época en que se exigió proporción específica entre el volumen de la joroba, el volumen de la barriga y el volumen del nalgatorio, por cuestiones de elegancia establecidas en los protocolos internacionales. Pero, como no había suficientes nalgudos –aunque sí muchos barrigonespronto se dejó de lado esta meticulosidad antidemocrática. Fue creado el “Tribunal de la Corcova”, donde los jueces medían todos los casos, no por razones, sino por torceduras. Por supuesto, la justicia también era jorobada. Es más: para todos ellos lo recto repugnaba, por esencia, a la razón. Y la razón les decía que la rectitud estaba en la joroba, así como los matemáticos afirmaban que la distancia más corta para llegar de un punto a otro, era la joroba. La alegoría de la justicia también fue modificada: la tradicional representación romana, en una señora ciega y obesa, con una balanza en la mano izquierda y una espada en la derecha, sosteniéndose milagrosamente los fustanes, fue reemplazada por la figura de una Miss moderna, hermosa, ligera de ropa, con amplia y brillante sonrisa, y con una joroba digna, que contribuía a resaltarle la belleza.
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Había que ver a los siempre interesados estudiantes de Derecho, en prosternación servil ante jueces y profesores cargados de jorobas. Una estudiante de Derecho provista de una formidable joroba, llegó a decir en voz alta que ganaba más dinero que el juez porque escondía los expedientes en el extremo sur de la joroba. Le prometía al abogado hacer un enorme sacrificio de ir el sábado y el domingo a buscar el expediente. Pero, a cambio, debía pagarle sus respectivos “honorarios”. La corrupción se sembró y se extendió como una enredadera fatal en La Corcova. Pero, una noche, hubo una enorme, enorme y furiosa tormenta de arena, que dejó sepultada para siempre la ciudad. Hoy, de entre las arenas sobresale apenas una parte de la joroba de hormigón que una vez fuera el orgullo de los jorobados, yo uno de ellos, a mucha honra…
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64- EL APOTEGMA ARISTOTÉLICO ¡Broma, scata! ¡Porquería!- gritó Aristóteles. El peripatos, los descansos, los bancos y los toldos para la reflexión filosófica, las fuentes de agua y los rosales que las hadas habían sembrado con el primor maduro de los antiguos amaneceres, en fin, aquel mundo donde se había admirado con profundidad venerable la belleza, todo, todo el Liceo se veía cundido por la suciedad. Latas de cerveza o de refrescos, envases de leche, envoltorios de chucherías, apachurradas cajas de papel higiénico, preservativos no disimulados, (que el empresario Pierre de Le Condón no había patentado todavía),
botellas despedazadas, trapos
humeantes y raídos, libros y
cuadernos empapados y el infaltable plástico en todas sus manifestaciones. ¡Broma, scata! –gritó Aristóteles en el más puro decir de la lengua jódica, que los peripatéticos de la Universidad de Salamanca tradujeron, acertadamente, como un eco: -¡Porquería¡ ¡A qué hemos llegado con los bedeles en huelgas infinitas y con estudiantes inmundos, esclavos de los estupidizantes! ¡Cómo hacen de la Universidad un asco! Y los gritos se oyeron de Las Malvinas a Londres… Fue entonces cuando pronunció las palabras lapidarias que hoy constan en todos los manuales de Filosofía: “El hombre vine del cochino, no del mono” 166
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65- DOBLE CONVERSIÓN -¡Huele esto, abuelo! ¡Qué rico! -A ver…Unnnffffff. ¡Toma!. Eso no me huele a nada. -¡Cómo te va a oler, si tienes esa nariz llena de pelos? -¿De dónde sacaste ese perfume? -Me lo trajo Carlos, de Miami. -¡Ah! Carlos. ¡Ese malandro!…¿Y desde cuándo lo dejan entrar a Estados Unidos? -Está bien, está bien. Se lo trajo “Sopas” de México. -Ya lo decía yo. ¿Acaso se te olvidó que estuvo preso en México una buena cantidad de tiempo por estar metido en la mafia de las tarjetas telefónicas? ¿Se te olvida que la mafia casi lo mata después de que salió de la cárcel y que tuvo que venirse de allá? -Pero, ahora se está portando muy bien. Me paga todos los gastos y está muy pendiente de “Bolita”, tu nieto. -¿Y qué hace? ¿De dónde saca ese dinero? ¿Del narcotráfico? ¿De los atracos? -No, abuelo. Él se dejó de todo eso. Ahora es hijo de Jehová. Es evangélico como yo. -¡Evangélico! ¿Ahora cree en eso? -Sí, para que tú veas. -Pues está peor que yo. Yo no creo en esas vainas. No creo en Dios. Creo en mí mismo y en mi trabajo. Si no trabajo, a ver quién me mantiene. 167
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-Carlos es auxiliar del pastor, que lo está enseñando a predicar. Estudia mucho la Biblia…Por cierto, abuelo, quisiera pedirte un favor… ¡!!Quéee??? ¿Qué lo tenga aquí conmigo? ¿Para robarme y hacer que la policía me lleve a mí también? ¿Para meter a los malandros en el taller? -No, abuelito. Por favor, por favor, te lo imploro. Dale una oportunidad… Manuel, el abuelo, guarda silencio durante largo rato. Mide unas cabillas meticulosamente, mientras consulta un croquis. Corta, coloca los listones en el suelo. Procede a soldarlos. Todo lo hace con dificultad porque, justamente, no encuentra quien lo ayude. Nadie quiere trabajar, pero todos quieren dinero…fácil… Mientras tanto, la nieta, ahí, la pobre, en silencio, esperando una respuesta… -¡Está bien!. Lo hago por tí y por Bolita, no por ese malandro. Dile que venga como ayudante a partir de mañana. Que tiene que ser puntual y cumplidor. Que si se porta bien quedará contratado y le pagaré el salario mínimo. Pero que este trabajo no es para los flojos. -¡Ay, abuelito, gracias, muchas gracias! Toma este beso y éste y éste… -¡Ya. Es suficiente! Me vas a babear toda la cara. Vete, que tengo mucho trabajo… A partir del día siguiente, Carlos Asiste puntualmente. Toma mucho interés en ayudar y en aprender. Y se esfuerza mucho. Lo ayuda a sostener las cabillas mientras las mide, las corta y arma la reja. Después va con Manuel a llevarlas en la camioneta. Mientras Manuel maneja, Carlos lee la Biblia en voz alta. Que si el Deuteronomio, que si Jeremías, que si los Proverbios, que si los Jueces o Salomón u Oseas….etc.etc…O los Evangelios. Y otro día Pablo para allá y Pablo para acá… Un aguacero de enseñanzas que tiene que soportar por la nieta y por Bolita…, nada más… 168
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Hasta que un día Manuel piensa: me está gustando mucho ese tal Pablo. Qué bien dice las cosas, y convence y convence. Es muy hábil e inteligente. Para todo tiene una respuesta y un consejo en forma tan agradable. ¡Cómo me agradó aquello que me leyó esta mañana: “Que cada uno busque lo que agrada a su prójimo, ayudándole a crecer en el bien”. ¡Qué hermoso! Al principio Manuel se fastidiaba con las lecturas. Pero, al poco tiempo comenzó a sentirse bien porque por lo menos lo libraban del tedio de las colas y de los embotellamientos, y el tiempo se le hacía más corto. Pasaron los meses, pasó un año, y Carlos, cada vez más serio, correcto y cumplidor. Los tenía admirados a todos. Además, el pastor dejaba a su cargo algunos sermones. Hasta que se volvió un “parlanchín de la Santa Palabra”. Manuel, para sus adentros: Te ruego, Señor Dios, mantengas a Carlos por el buen camino. Este domingo buscaré mi Biblia e iré con mi mujer, mi hija y Bolita a los oficios. Escucharemos la divina palabra –suspira con satisfacción- de los labios de mi querido yerno. Amén.
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66- LOS ARBOLARIOS Un campesino era dueño de un vozarrón tan alto, largo y potente, que se podía comunicar a gritos de un cerro a otro, a varios kilómetros de distancia. No tenía por qué envidiar absolutamente nada a los altoparlantes más sensibles y modernos. Cuando daba descanso a la yunta de bueyes, al medio día, solía divertirse emitiendo largos y sonoros alaridos, a manera del Tarzán que había visto en las películas. Los chillidos peinaban los campos, agitaban los cañaverales, movían las copas de los árboles y levantaban bandadas de pájaros y zamuros, sacudiendo todo el ambiente, pues hasta las vacas, los becerros y los burros alzaban las cabezas con atención. Muchos creían que se trataba de las carreras del Judío Errante. El dueño de la voz portentosa, se llamaba Poncio Montilla, y lo apodaban “el Arbolario”, no porque cultivara matas, sino porque hablaba como si estuviese gritando encaramado en una mata de cocos… Alguien tuvo la idea de contratarlo para tumbar aguacates con la voz, pues así se evitaría el uso de escaleras y se sortearían las caídas, que habían puesto en peligro la vida de muchos colectores. Montilla, en efecto, gorjeaba en determinado tono y con vibraciones in crescendo, que ponían a temblar los aguacates, hasta que se desprendían de las ramas. Pero eran tales el dominio natural y las modulaciones de la voz, que solamente se desprendían los que estaban a punto. De esta manera el Arbolario evitaba que los consumidores compraran los frutos madurados a las patadas por los agricultores presionados por la demanda.
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De los aguacates, Montilla pasó a otros árboles frutales, ajustando la voz a la índole de cada una de las especies. Sin embargo, tenía reservado para los cítricos un tratamiento muy especial, sobre todo para con las naranjas dulces y los limones cerrajeros. Ya iba a extender sus actividades bucales a otras especies e incluso para ordeñar las vacas, esquilmar las ovejas e incentivar las ponencias de las gallinas, cuando lo visitó un empresario que había ido al pueblo de vacaciones. El empresario, notando la eficiencia de la poderosa voz de Montilla, opinó que sería ideal para montar una emisora de radio, pero sin radio, es decir, mediante la viva voz del Arbolario, sin adminículos eléctricos. Y así se hizo: Montilla fue alfabetizado y después realizó prácticas de lectura, con la colaboración del párroco del pueblo; más tarde recibió lecciones de locución, y un domingo después de misa, con la participación del Concejo Municipal, fue inaugurada “La Voz del Recodo”, que remató con la primera participación de Montilla como voz estrella, tan potente, que se escuchaba mucho más allá de las demarcaciones del distrito. Poncio Montilla gritó, gritó y gritó tanto, pero tanto, que la voz se le fue secando, hasta casi quedar mudo y hablar sobre todo por señas. Fue jubilado con honores. Una placa de oro macizo señala hoy la casa donde nació, en el Cerro los Tamarindos, al que usted tiene acceso a través de una moderna autopista de seis vías. Tres hijos de Montilla–dos varones y una hembra-heredaron la voz del padre y muy pronto formaron el “Equipo Vocal de los Arbolarios”, abocado a los niveles del bel canto. La fama del Grupo vibró en todos los continentes. A su regreso de numerosas giras, los tres llegaron con la decisión de cambiar de apellido, pasando ser “Arbolarios” en vez de “Montilla”, por motivos de
mayor
sonoridad para la farándula.
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Muy pronto su país natal les resultó “culturalmente atrasado, mentalmente deficiente y materialmente limitado”, por lo que regresaron al llamado “Viejo Continente”, “porque en Europa se vive mejor”. Cuando escasearon las giras, el Arbolario mayor fue contratado para provocar avalanchas controladas, con la voz, en diferentes lugares de Europa, como Andorra, España, Italia. Hasta que agarró un resfriado fulminante, que lo envió a la cama y al cementerio. “La Arbolaria” regresó a su país, donde reasumió su antiguo apellido “Montilla”. Fue contratada como directora de un centro escolar, donde se precisaba una voz de ventarrón, capaz de superar el bullicio incontrolable de los estudiantes… Por último, el segundo Arbolario, también en su país y con el apellido Montilla, creó una Academia de Gritones, de donde salieron grandes profesionales de la voz, como: locutores, para grabar cuñas comerciales estúpidas y aterradoras; cantantes, para protagonizar conciertos locos al aire libre; y políticos desgañitados, expertos en promesas electorales.
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67- LOS ETERNOS Un hombre adoptó la firmísima decisión de no morir sino cuando él y sólo él tomara esa determinación, es decir, cuando le diera su real gana, y punto. Ello implicó desechar absolutamente todas las enfermedades y aun las pequeñas dolencias que suelen entorpecer la salud de los humanos. Se sacudió, pues, de la idea de la “vejez fatal” que había venido imperando desde que el mundo es mundo, y la reemplazó por la idea contraria, de longevidad y felicidad. Claro que la tarea no era fácil. La idea de una vejez agobiante que “necesariamente” pone fin a la vida del hombre alrededor de lo setenta años de edad, ha sido sembrada y remachada en el subconsciente desde que ser humano nace y a lo largo de toda la vida. Así se nos enseña en el hogar, en la escuela, en las universidades, y así se acentúa como algo “natural” en los libros, en la prensa, en las conversaciones comunes y corrientes de la gente y en las advertencias médicas. El hombre, para fundar su nueva “filosofía de la vida”, se convenció de que aquella idea limitante había sugestionado a toda la humanidad, de tal forma y con tales efectos, que la mente la aceptaba sin más; y por el solo hecho de admitirla, arrastraba a la muerte, como en una especie de hipnosis colectiva abonada por un sistema de elementos, medios y formas dirigido a facilitar su curso Pues bien. Comenzó por aplicar la fuerza de la voluntad sobre la mente, hasta el punto de que en breve tiempo pudo percibir los primeros 173
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resultados positivos: alejó todo malestar físico, todo asomo de los pequeños achaques de la vejez y si no se rejuveneció, por lo menos su edad pareció detenerse en el punto de los sesenta y siete años, ni más ni menos. Para fortalecer aun más su convicción se aferró al principio del libre albedrío. Aun cuando pareciera mal aplicado a la idea de seguir viviendo, lo ajustó a este propósito. Porque –se dijo- si el libre albedrío consiste en optar o escoger entre el bien y el mal, ¿por qué no acoger el bien, considerando que el morir es malo, por lo que debo preferir la vida, que es algo bueno?. Sus amigos le decían: Pero, Catarrino. Ése no es el concepto de libre albedrío. Lo estás dirigiendo hacia otros campos, erróneamente. Mas él insistía y persistía. Y agregaba: “para mí, no morir sino seguir viviendo, es asunto de responsabilidad moral”. Y de ahí nada ni nadie lo sacaba. El hombre convenció a la esposa de la opción por el no enfermarse y por el no morir, y ambos convencieron a los hijos, quienes aceptaron la idea de muy buena gana, pues así tendrían más tiempo para divertirse, dilatando la juventud indefinidamente. Y como había abuelos para rato, también fueron convencidos los nietos y los hijos de los nietos. Hasta que la idea se difundió por el barrio, por la ciudad, por todo el país, por todos los continentes, por todo el mundo, Y toda la humanidad se dio al vivir y a renunciar a las enfermedades y a la muerte. Y todos se sentían gozosos y felices, excepto los médicos, los psiquiatras y los sepultureros, aun cuando también ellos y sus familiares se beneficiaban de la idea de una vida indefinida. Pero, el punto de quiebre de tan plausible idea resultó por donde menos se esperaba: como no había defunciones no había herencias ni herederos. Las cosas retornaron a su lugar “natural” cuando los jóvenes comenzaron a reclamar el retorno de la muerte, con el deseo implícito de que fallecieran sus padres para poder recibir la herencia, mas a la vez con la 174
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esperanza de que ellos jamás llegarían a morir. Pero, como las cosas no pueden ser así, a medias, resultó que también ellos eran azotados por las enfermedades y sofocados por la muerte. El autor original de la idea de oponerse a la muerte y de adherirse a la vida, fracasó. Pero, no del todo. Porque por lo menos demostró cuánto logra el poder de la voluntad para vencer los prejuicios que, abonados por el dogmatismo, atan a la Humanidad desde lejanos tiempos…
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68- EL DEVORADOR DE NIÑOS -En esta esquiiina…Flatuleeentus… Y en esta oootraaa, Esqueletooo. Y en medio del griterío que resuena en la breve sala del apartamento y oscurece las palabras de la abuela, los dos luchadores se enfrentan. Después de giros y esquinces, de estudio y de tanteo, saltan, chocan, caen, haciendo retumbar el piso del cuadrilátero. Y luego se revuelcan formando un nudo de músculos sudorosos y tensos. Tumbado de espaldas en el sofá de la sala, Salvatore, de apenas cinco años de edad, se sumerge en la pantalla del DS. Así lo dicen sus ojos, que parecen negarse a desperdiciar detalles de aquel pugilato inverosímil, y así lo dice también la insistencia de la abuela, quien lo llama a cenar desde la cercana cocina. -¡Salvatore, Salvatore! Nada…nada -¡Que niños los de ahora, con esos aparatos que no les dan descanso! Y va en busca del nieto. -¡Salvatoree! ¡Salvatoore! Pero no lo encuentra en la sala. Supone que está como siempre, jugando a las escondidas, como si la abuela fuese una niña más, aquella “abuela adorada, preferida entre todas las abuelas del mundo”. -Yo sé donde estás, Salvatore. Te voy a encontraaar, y vas a veeer … Y va a los dos dormitorios y revisa por todos los rincones, y debajo de las camas y de las sillas y en el closet y en los baños. Pero el silencio es total, salvo por el ruido sostenido del DS que se desgañita en la sala.
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Entonces una oscura mariposa de dudas y de miedo, comienza a darle aletazos en el corazón. Regresa a la sala y va a la cocina. Nada, nada. ¡Es imposible que haya podido salir del apartamento, con puertas y ventanas sembradas de rejas!. Ya no queda rincón por revisar en aquel apartamento diminuto, que ella, campesina acostumbrada a la casona solariega que dejó en su amada Italia, acostumbra llamar “caja de fósforos”. La preocupación se acelera y crece hasta la angustia, casi hasta el dolor y la desesperación. Será mejor que llame al hijo por teléfono para que ayude a buscar al niño. -Esta vez –piensa ella- “Salvatore no anda con sus travesuras”. Mas cuando camina hacia el dormitorio en busca del teléfono, cree escuchar la voz del nieto. Entonces comienza a regresarle la esperanza. Sin embargo, lo oye, pero no lo ve. La voz viene como de la sala, como del sofá. Hasta que se le ocurre mirar la pantalla del DS, donde ve a Salvatore en el cuadrilátero, en medio de Esqueleto y Flatulentus, a manera de “tercero en la pelea”. Ella lo llama con insistencia, lo llama, le grita, le implora, pretende tocarlo. -¡Mio figlio! ¡Salvatore, Salvatore! Pero no responde. Se ha marchado al mundo virtual, devorado por aquel artefacto insidioso, aparentemente inofensivo… La abueka, gimiendo con dolor profundo, comprende que lo han perdido para siempre…
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69- SAPIENTIA SUMMA Desinhibición En su obra “Las avispas y los sapos”, el dramaturgo Aristófanes pone en boca de uno de sus personajes las palabras siguientes, que resuenan en la noche del teatro de Epidauro: “Son absolutamente desinhibidos y carentes de la mínima vergüenza. A cambio de dinero y posiciones, se muestras dispuestos a todo. Caminan en el escenario en cuatro patas, como los perros, con la cola alzada, arrojando volutas o chorros de humo negro. Dan saltos simulando carreras de sacos invisibles. Hacen gesticulaciones macabras. Convierten el rostro en decenas de máscaras consecutivas y violentas. Cacarean, gorjean, balan, braman, chillan, aúllan, maúllan, rugen, ladran, roncan y hacen como todos los animales. Cantan, parlotean, murmuran y guardan largos silencios que rellenan con insinuaciones torcidas. Se prestan para todo. No hacen el ridículo, son el ridículo mismo, asqueroso, vil y repulsivo. Han perdido definitivamente la vergüenza”. Homo réquetesapiens Como son pocos los problemas que tenemos… Un profesor de la Universidad de Harvard, experto en ingeniería genética, propuso a la comunidad científica la resurrección del hombre de Neandertal, que preexistió a nuestra especie hace nada menos que 30mil años. ¿Para qué neo-neandertales, si basta y sobra con ese genial profesor réquete-sapiens?
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70- EL PAGO Después, mi Guía me condujo a una aldea donde se estaba extinguiendo un incendio. Columnas de humo y lenguas de fuego emergían de entre los escombros. En el aire, penetrado por gritos de dolor, se percibía el olor de las casas y de las carnes chamuscadas. Las madres y los padres, los hijos y las hijas o los amigos, se abrazaban en medio de gritos y llanto, buscando consuelo en la desolación y la tristeza que cubrían el lugar. Me señaló en particular a una persona, mientras me decía: -Mira aquel hombre que se desata en lágrimas mientras lleva en los brazos el cadáver de su pequeño hijo. Lo contempla hecho carne chamuscada y le parece mentira que en la mañana jugueteó con él, vibrantes de alegría. No quiere dar crédito a sus ojos y se resiste a dar por cierto que su pequeño hijo ya no estará más. Lo asaltan pensamientos negros, de que Dios no existe o de que existe pero es malo, perverso, porque causa el mal aun a personas inocentes. Porque ¿qué pecado ha podido cometer un niño de cuatro años, para ser castigado en esta forma? El padre no tiene consciencia de que, aunque parezca mentira, está pagando ahora, en el año 2009, una deuda que contrajo cuando, soldado de Herodes, salió a matar niños inocentes. Y en forma similar le tocará pagar en ésta o en vidas sucesivas, por cada niño que entonces mató tan injustamente, sin importarle la vida de la criatura ni el sufrimiento de sus padres y hermanos. Del mismo modo, todos los demás soldados que de un modo u otro tomaron parte en la perpetración de la masacre. Más aun quienes lo planearon y dirigieron todo. Es que existe la ley de la causa y del efecto. Debemos cosechar lo que sembramos, sea el bien, sea el mal. Todo lo que hagamos, todos nuestros actos, buenos o malos, generan consecuencias que no se pueden evitar. Si hoy
prestamos ayuda a un necesitado, tarde o
temprano, en esta o en otra vida, el bien que hemos hecho retornará a 179
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nosotros de alguna manera, en esta vida, o dentro de diez o trescientos o mil años. Los papeles se invierten en la dinámica del bien y el mal. Los que hoy están en la cumbre del poder, los reyes, los gobernantes, los tiranos, los que maltratan y provocan
sufrimiento, los gobernantes injustos y crueles,
mañana padecerán como víctimas de algún tirano. Quienes abusan del poder e imponen cargas, penas y sufrimientos injustos, mañana padecerán. Los que ahora sufren, sufren porque una vez causaron sufrimiento a otros. Los lisiados, los cojos, los ciegos que tú ves por allí, fueron victimarios ayer, violaron las leyes de Dios y hoy está sufriendo. Las personas que andan por la calle enfermas, sin hogar, sin familia, sin amigos, sin nadie que se conduela de ellos, están pagando deudas que contrajeron conscientemente cuando una vez, valiéndose del poder o de condiciones ventajosas, causaron el mal a otras. Merecen nuestra comprensión, es cierto, pero no es menos verdad que deben pagar las deudas. Porque las leyes de la vida perfecta y toda ley de Dios debe ser cumplida. Ni los castigos ni las recompensas vienen de inmediato. Elías pagó su deuda, encarnado como Juan Bautista, miles de años después de haber perpetrado hechos de crueldad e injusticia. De manera que el ser humano paga en esta vida o en cualquiera otra, pero habrá de pagar. Es imposible que el hombre pague en una sola vida las consecuencias de los hechos graves, dolorosos, crueles, de gran magnitud y peso. Por eso el pago se reparte en varias vidas. La existencia del hombre no se reduce a una sola vida. Él pertenece a la eternidad. Como dice el Maestro Jesús, “el hombre no es, simplemente, un átomo que flota en el aire y luego cae en la nada. Es parte inmortal de la totalidad eterna. Una causa puede ser parte de una corta vida; los efectos pueden no ser conocidos sino en otra vida. Quien hace lo erróneo tiene que enderezarlo. Y cuando se han enderezado los errores, el hombre se levantará y será uno con Dios”. 180
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71- MONADAS Monadológicas ¡Qué monotipia tan monosefírica y monosápida! ¡Cuántas monas con sus monos y monitos, moneando con monerías monomaniáticas!. Hacen monadas monacales. Se solazan en monólogos monótonos. Adoptan monosílabos monorrítmicos.
Son monotremas, monosépalos y
monosacáridos. Y para colmo, dejan monostático este monocordio monogámico. Yo no sé. Pero, creo que es el monóxido monóptero lo que nos tiene monotemáticos en este monopolio monolítico. La multi-contaminación nos tiene locos. Firma: el mono Méndez. La mona viajera Una mona, creyendo que mona viajera es mona culta, se metió en deudas para viajar a Europa. Anduvo por muchos países. Cuando se le acabó el dinero regresó a su selva, pero, al mirarse al espejo de un pozo, notó que ni era más culta ni menos mona y que, por el contrario, le había crecido el rabo. Se consoló suponiendo que la mona cuanto más rabuda más culta y más sabia. Desde entonces anda por la calle con el rabo enarbolado, con garbo y donosura, y mostrando con orgullo “el cero”. La mona obesa No es por presumir –me dijo un amigo- pero cuando yo era profesor en la Escuela de Derecho de la Universidad de…solía ayudar en el mayor silencio a ciertos alumnos y alumnas de baja situación económica. Les obsequiaba el almuerzo, les daba dinero para los pasajes y hasta los llevaba a 181
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mi casa para brindarles atención. Te digo todo esto porque acabamos de tropezarnos aquí, a la salida de la Corte con… -¿Con aquella mona obesa, recién vestida, que te miró y apartó rápidamente la vista, para no hablarte? -Si quieres decir que es una mona, allá tú. Yo me cuido de esto porque no quiero reencarnar como mono y tener que andarme por las ramas… -Colega, no es que yo quiera decir que parece una mona. Es, realmente, una mona. -Pues a ella fue a la que más ayudé casi a lo largo de todos sus estudios. No sólo la ayudé económicamente, sino también psicológica y espiritualmente, pues padecía de un inmenso complejo de inferioridad y, gracias a mis conocimientos espirituales, le levanté el ánimo y la sané de la artritis que desde muy joven le estaba inutilizando las manos. -Pues se ve que no te agradece ni un miligramo lo que hiciste por ella. -Sí. Pero, ¿qué se puede esperar de una mona sino monadas? Se curó tanto del complejo de inferioridad, que saltó a lo contrario. La megalomía en ella es tanta, según se ve, que la ha esponjado. Porque ésa es, a mi modo de ver, la causa intrínseca de la obesidad: la tendencia a desbordar importancia…Por eso está que no cabe ni por la puerta ancha de la Corte. La mona Gloris Debo confesar que yo abrigaba una aversión inmensa contra todo lo que significara simios. Hasta que una mañana, al pasar frente al Mercado Municipal, me llamó la atención una mona que en instantes me reflejó el recuerdo de una gran amiga, ya fallecida, cuyas facciones eran totalmente coincidentes: el mismo trazado de las cejas, el mismo brillo de los ojos negros, el mismo corte de las orejas y de los labios, la misma brillantez de la 182
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dentadura, con sonrisa y todo. Y, para colmo, idéntica forma de reír y de chillar y hasta de pensar. ¡Estaba hecho! Decidí comprarla de inmediato. Le asigné el mismo nombre: Gloris. Desde entonces Gloris va conmigo a todas partes: al parque, a la playa, a las tiendas, a las librerías y a la iglesia. A Gloris le atrae tanto el asunto de leyes y jurisprudencias, que hasta hemos pensado en inscribirla en la Escuela de Derecho. Ojalá no sea dogmática, extremadamente apegada a la tradición, pues así no vale la pena…Abogados así es lo que sobra…Le haré ver la necesidad de buscar nuevos caminos en un mundo nuevo…a ver qué resulta…porque eso de mantenerse amarrados a las huellas cansadas, no les queda bien ni siquiera a los monos… En los tribunales, Gloris, iniciando pasantías por su cuenta, se complace en intercambiar monerías con las futuras colegas, tanto en ejercicio como en función de juezas… Andamos unidos de tal forma y manera, que hasta se corre la voz de que somos amantes…cosa que no nos preocupa en lo más mínimo, pues Gloris es una mujer muy liberal y, aunque ferviente católica, no le teme al concubinato... Además –decimos- por lo menos integramos una pareja heterosexual…que es mucho decir en los días que corren en esta selva umbría…(¿o, en realidad, sombría?) La doctora mona Busco desesperadamente un buen otorrino. Alguien me habla de la doctora Mona White, hija de norteamericanos radicados aquí en mi país desde hace muchos años y quienes la enviaron a los Estados Unidos a estudiar. Allí se graduó en una de las mejores universidades médicas. Se me dice que es una profesional muy competente y que tiene su consultorio en la Urbanización La Pomona, de esta ciudad. No se me dan más datos. 183
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Me levanté muy temprano para ir en busca del consultorio de la doctora. Dicen que concurre mucha gente y que recibe por orden de llegada, lo que me promete una larga espera, que dure seguramente hasta altas horas de la tarde. Voy a la avenida Los Libertadores y por fin encuentro a una persona caritativa, quien me ve sudoroso y cansado. Se compadece e insiste en acompañarme hasta la propia puerta del edificio donde tiene el consultorio la doctora. No existe allí nadie que informe. Ni siquiera el directorio de rigor. El ascensor está dañado. Son “apenas” veinticinco pisos. Tendré, pues, que ir piso por piso, preguntando, preguntando…Cuando voy por el piso 7, ¡la luz!. Por fin encuentro a una persona que me dice: “creo que es en este piso donde trabaja esa tal mona”. Tampoco hay allí alguien que informe. Al parecer la propia doctora funge de secretaria de sí misma, lo cual se explica porque la nueva Ley del Trabajo es extremadamente exigente. Me extraña que no haya muchos pacientes esperando. Al parecer uno está siendo atendido por la doctora. Fuera hay tres mujeres que deben ser “las tres divinas personas”, pues se muestran tan “elevadas”, tan orondas, tan pretenciosas, tan “yo me creo”, que ni me contestan al saludo y me miran con desprecio, alzando las puntas de las narices hasta enseñar la pelambre de las fosas nasales, y se mantienen en silencio…Mucho menos para informarme. Finalmente, como a las tres horas me toca a mí. Oigo una voz chirriona, de selva profunda, como entre rumor de árboles y caída de cascadas. Me trae lejanos recuerdos de aquellas oquedades de lianas, marañas y serpientes donde los gritos de Tarzán eran entrecortados por los chillidos de la mona Chita. Viento que sacude las ramas entre lejanos gritos ancestrales. 184
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-¡Siguiente! Entro, pero quien está allí no es Mona, sino una mona. Me explico: no es la doctora Mona White, sino una simia, una mona que se hace llamar doctora Wotts. Seguramente no le cayó bien mi cara de sorpresa. ¡Pero cómo no mostraría Ud. una cara de terrible sorpresa si, al entrar a un consultorio, en vez de hallar en la silla del médico a un ser humano tal y cabal, encontrase sentada a toda una mona, aunque vestida de seda? Pero, si a la mona no le cayó bien mi cara, menos me agradó a mí esa catadura supremática que muestran quienes saltan de la crasa animalidad a la obtención de un título universitario. No quiso responder a mi saludo. No tuvo la cortesía de invitarme a tomar asiento. Ni siquiera me preguntó el nombre ni cuál era la dolencia que me había llevado. Supongo que su lógica simiesca le decía que si ella era especialista en otorrinolaringología, todo el que llegase a su consultorio, aunque fuera a llevar una encomienda, padecía de los oídos o de la nariz. Por eso empuñó una especie de embudo, para zampármelo por los oidos sin previo aviso y sentado allí mismo donde estaba, pues tampoco disponía del mobiliario requerido. A mi cansancio físico, a mi agotamiento mental y al mal trato, con su petulancia, con sus ínfulas y expresiones de complejo de inferioridad, se sumó la falta de profesionalismo, pues no la ví dispuesta a elaborar ni siquiera mi historia médica. Lo único que le interesaba era arrebatarme el dinero. Por eso no la soporté más. Me puse de pie para largarme. -¡Alto ahí!- me chilló- Usted me debe los honorarios. Cuando estaba a punto de decirle que no me había examinado ni diagnosticado, tocó un timbre y aparecieron de detrás de un biombo, un par de gorilas que me propinaron tantos, pero tantos y tan fuertes golpes, especialmente contra la cabeza, que los puñetazos me despertaron y me sacaron de mi pesadilla. 185
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Levanté la cabeza de la almohada, Y, mientras estaba sentado, recuperándome, sudoroso, le conté a mi esposa. Ella me dijo: -Ese mal sueño quiere decir que hoy deberás tener mucho cuidado con el monaje de la universidad donde eres profesor.., -Tienes razón. Por allí pasan muchos monos e innumerables monas monomaniáticas… Monálogo sobre la Belleza, (de Euphrasia de Mileto). Euphrasia de Mileto fue una esteta famosa que existió en tiempos de Pericles. Fue asesora de Aspasia y de Friné en los puntos más preocupantes de la belleza física. Gozó de renombre entre las lindas debido a una columna semanal en la Revista notequejes.com. Además, conducía
un laureado
programa de televisión que llegó a su fin cuando peluqueros y modistos le cerraron el canal. Se enemistó con Aspasia y con Friné casi al mismo tiempo, lo que provocó angustia existencial en la farándula. Con el propósito de humillar y destruir a las que antes reputaba sus mejores amigas y “modelos universales de la mujer hermosa y culta”, Euphrasia buscó medios para herirlas en el meollo mismo de la vanidad y del orgullo, aprovechando la oportunidad para liberar el tumor que le carcomía el subconsciente. Consideró, no sin cierta razón, que desfavoreciendo ante las simias, a sus antiguas amigas, cuanto más encumbrase a las monas, mayor sería el daño causado a las preciosidades. Conocido este propósito nefando por los principales filósofos de Atenas y de otras comarcas, muy pronto se le enrareció el ambiente social y artístico-cultural, y las puertas comenzaron a cerrársele. Se volvió entonces contra todos ellos.
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Con esta idea fija, escribió, en función de las monas, numerosas obras: monontología, éticamonología, mono-estética, frenomonología, programación neuromonológica, cibernético-monología, y numismática monológica, todas las cuales se perdieron, lamentablemente, en el incendio de la Biblioteca de Alejandría. Bajo el principio de que una mentira repetida y repetida se hace verdad, como le sugiriera el bisabuelo de Goebbels, organizó una campaña intensa y global para enaltecer la belleza de las monas que por esos días comenzaban a escapar de la selva. Distribuyó en las estaciones del Metro de las principales ciudades del mundo, revistas, volantes, libros, vídeos, cintillos. franelas, pantys y corpiños, donde destacaba las ventajas de ser monas. De allí le nació la idea de escribir un libro más, que fue publicado como audiolibro en Internet: se trataba de una de sus obras más significativas y enjundiosas, como lo sugiere desde ya el propio título: Ontología profunda del ser monas. En ese libro destacaba las bondades de la vida arborícola de las simias, que facilitaba el desarrollo de la esbeltez, punto éste que asumieron como bandera las vegetarianas, en contra de “los pecaminosos comedores de cadaverina”. Las cofradías de damas metafísicas aprovecharon la oportunidad para acentuar sus prédicas respecto a que el mundo donde vivimos es esencialmente perfecto, y donde, por ello mismo, todo lo negativo, como la maldad, la fealdad, las enfermedades, los problemas y la muerte, son “meras apariencias”. La jefa de las metafísicas, en su programa de televisión –“Consolaciones”- solía decir: “en este plano, todo, absolutamente todo es apariencia, y todo, en el fondo, realidad”. Lo llamaba “Paradoja del Cisne”, lindo por fuera y “muy feo” por dentro, a la inversa del rabipelado, aparentemente feo, pero hermoso y amoroso por dentro. 187
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Esto de que lo feo sólo es apariencia, fue captado en toda su dimensión por Euphrasia, quien insistiría: “ en el fondo todas las monas son lindas, con la belleza insondable de las almas”, mientras que la belleza de “las friné y de las aspasias”, eran mera apariencia. Pero, Euphrasia no destacó únicamente la esbeltez y la agilidad de las monas y su vida arborícola, al aire libre, y su extrema facilidad para saltar de rama en rama, como parapentes animados: también adujo otros motivos de superioridad genética, como la ventaja de tener ubicados los ojos en la parte frontal de la cabeza, lo que permite una visión más precisa y evitar los tropezones y las aparatosas caídas desde la cima estratosférica de los tacones altos. Igualmente, la flexibilidad de los dedos y la oponibilidad de los pulgares, idóneos para agitar el abanico en los interminables cantos operáticos. También hizo notar la envidiable longitud de los dedos gordos, pinzas ideales para tomar con prontitud asombrosa las frutillas que sirven en los banquetes. Y, finalmente, la alta capacidad para los chillidos, alarma de la noche contra merodeadores, voyeristas y violadores de monas y monitas desprevenidas. Ahora bien. De todas las obras de la famosa esteta, lo único que sobrevivió a las llamas, al tiempo y al acoso de los enemigos, fue un monálogo cuya protagonista es una mona (la Mona Elisa), que se defiende a sí misma y a todas las de su especie, como derechohabientes al goce y disfrute de la igualdad. “¿Quién ha dicho que las monas carecemos de hermosura y dignidad? ¿Dónde tienen los ojos y la mente quienes persisten en creer que lo que ven es fealdad viviente y palpitante? ¿Por qué rodean de silencio perverso la hermosa factura de nuestro rostro, de nuestros ojos y cejas, de nuestra nariz de líneas puras, de nuestras bocas que invitan al beso ensoñador?
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Esta cerrazón a la verdad no puede provenir sino de seres abyectos en quienes más puede el peso innoble de la envidia que el fulgor de la razón y las palabras del corazón que pronto acallan. Cuando un día los Picazos tracen sobre el lienzo de la historia la primera mueca de la luminosa rebeldía, será decretado el fenecimiento de las líneas clásicas y se abrirá paso al monaje, recreación delectable del espíritu. Expulsada Friné de las miradas lascivas de los jueces, surgirá el momento augusto de las monas, como inmarcesible inspirador estético. Desde entonces comenzará nuestro ascenso. y una noche se abrirá a nuestros pies alados, la senda de la alfombra roja que recorreremos rectilíneas, ondulantes como una palmera, con gloria, glamur y garbo, hacia la cima placentera de la fama. La belleza profunda de las monas suplantará la belleza puramente externa de “la belleza decadente”. Praxíteles tendrá que buscarse una hermosa mona como modelo excelso, y Pericles tendrá que repudiar a Aspasia, aceptando el concubinato que le brinde una mona ilustre que lo enaltezca y que lo abrume. Llegará el día en que las generaciones captarán con ojos de objetividad y sin prejuicios, las líneas depuradas del rostro de las monas, la esbeltez de sus cuerpos, envida de Afrodita, y la pose de diosas que nos han brindado, generosos, los elevados moradores del Olimpo. Estoy segura de que será desechada como fea la vanidosa hetaira de Thespies y todo lo que en el ámbito del arte se le asemeje…” El andamiaje del viejo teatro de Mileto se vino abajo, de tanto aplauso de las monas. Pero, Euphrasia resultó víctima de la más cruel y simiesca ingratitud. Ni siquiera fue invitada al pódium para recibir los honores como gerente creativo de la reivindicación de las volátiles hijas de la selva… Aplastada por la decepción, abandonó el teatro. Y lo hizo caminando hacia a atrás para que creyeran que iba entrando…Y caminando hacia a atrás cayó en las regiones insondables del olvido… 189
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Las monas de todo el universo escucharon el grito de guerra de la mona Elisa y el tuiter las llamó a combate. Se convocaron al pie de la Torre Ifell, y allí proclamaron “los derechos fundamentales de las monas”, paralelos a los derechos humanos. De esta manera, la OMU (Organización de Monas Unidas) entró en dura competencia con la ONU. ¿Cuál de las dos organizaciones hará más por su gente? El tiempo lo dirá…En todo caso debemos advertir que, al parecer, según lo declaró la secretaria general de la OMU, al tomar posesión del cargo, se dejarán de lado los intereses de los políticos para ir directamente a las necesidades de monas y monos, sin discriminaciones feministas… Por su parte, la Sibila de Cumas vaticinó que “con el ímpetu de la fuerza naciente del movimiento de las monas, impulsadas por el entusiasmo creador, es muy probable que la OMU lleve a la ONU la ventaja de las realizaciones tangibles y concrete por fin la victoria contra el hambre, la pobreza, la insalubridad y las discriminaciones”… No en vano el gurú Majakaskah Gurigswammimi dijo en una conferencia realizada en febrero de 2013, en el paraninfo de la Universidad de Paramarabi: “Con la inversión de los polos magnéticos de la Tierra, los monos se están humanizando y los hombres monificándose”. Escogiendo mujer -¡Abuelo!. Cuando me toque escoger mujer para casarme, haré como tú dices: sólo aceptaré una mujer de belleza interior, sin prestarle atención a ninguna otra cosa. -Está muy, muy bien. Pero no es para que te busques una mona. Porque ni tanto ni tan poco, muchacho… 72- PACTO CON LOBOS
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Los lobos tenían a los criadores de ovejas al borde la quiebra. No había noche en que, a pesar del empleo de todos los medios modernos de disuasión, no disminuyera notoriamente el número de cada rebaño. Las manadas tenían su nombre de combate. Ello había sido resultado de un acuerdo entre líderes. Nombres tan respetables como la demarcación del territorio. “Garras”, “Colmillos”, “Negros”, “Tenebrosos”, “Norteños”, “Sureños”, eran sólo algunos de ellos. También fue objeto de un acuerdo, establecer con toda claridad las zonas geográficas de acción de cada una de las manadas. Cuando por error o en forma deliberada algún individuo traspasaba los límites, aunque sólo fuese para merodear, se le castigaba con toda severidad, y ni siquiera el hambre hallaba justificación en el hecho. El castigo era severo porque su acción no sólo desafiaba un acuerdo que debía ser respetado, sino, peor aun, porque podía desatarse una guerra total entre los lobos. Y ello hubiese resultado fatal, si se tenía en cuenta cómo los hombres los tenían acosados y arrinconados a muerte, alejados hasta los confines más remotos, donde imperaban el hambre, el frío y el desamparo. Por su parte, existía desde hacía bastante tiempo, la “Asociación Nacional de Criadores de Ovejas”, cuya directiva solía reunirse periódicamente para informar respecto al movimiento general, pero, del mismo modo, para insistir en la búsqueda de una solución efectiva a lo que uno de los miembros llamaba “azote infernal de los malditos lobos”. En la última reunión fue presentado un miembro nuevo: un criador de ovejas que contaba con larga experiencia pero que, debido hechos que no venían al caso, se había alejado del negocio. Ahora regresaba dispuesto a sumar esfuerzos y conocimientos. Traía, dijo, algunas ideas que le habían despertado en el extranjero ciertas circunstancias especiales por las que había atravesado. No dio a conocer cuáles fueron éstas, mas sí fue directamente al grano, proponiendo un pacto entre la Asociación y la 191
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“Federación de Manadas de Lobos en Actividad”, cuya existencia todos, salvo el proponente, ignoraban. Ante el asombro general, dijo que los lobos eran seres inteligentes, con los que se podía dialogar, a pesar de las apariencias y que poseían un corazón sensible, casi humano. Consideró pertinente agregar que los lobos eran dados, por naturaleza, a respetar y cumplir los pactos. “La palabra empeñada por un lobo lo compromete con la vida y por el honor”. Se ofreció como “intermediario”, pues para ello contaba con ciertos conocimientos, cuya naturaleza tampoco explicó. La sorpresa y la incredulidad fueron dominadas por la conveniencia. Alguien observó que, independientemente de las creencias particulares o de la religión, nada costaba intentar un pacto con los lobos. Tal vez se daría el milagro de que allí estuviera la solución. Lo primero que hizo el nuevo afiliado fue prepararse para una entrevista con los jefes de los lobos. Una noche se adentró solo en la llanura, hacia el bosque donde se presumía tenían asiento las guaridas. Mediante pases y procedimientos especiales logró comunicarse telepáticamente con los lobos. “Gran Estepario”, el jefe de la manada de “Los Colmillos” estaba dispuesto a recibirlo. Para abreviar, diremos que se llegó a una acuerdo: todos y cada uno de los ganaderos aportaría determinado número de ovejas, semanalmente, para alimentar a la manada. Los miembros de la Asociación estuvieron de acuerdo. Sin embargo, pocos días después, “Gran Estepario”, enardecido por la ira, denunció el pacto: casi todos los afiliados de la Asociación se habían comunicado con él, en forma particular y secreta, “dispuestos a facilitar las cosas” para que los lobos irrumpieran libremente contra los rebaños de los vecinos, a cambio de no ser ellos tocados en los suyos. 192
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“Gran Estepario”dijo: Los humanos nos persiguen y nos acosan a muerte, sin tener en cuenta que los lobos obramos por instinto. Es el instinto de supervivencia de nuestras mujeres, de nuestros hijos, de nuestros padres y nuestra, lo único que nos impulsa a la búsqueda de alimento, no la mala intención, que en nosotros no existe, porque no conocemos “el interés”, ni mucho menos el lucro. Aun cuando andemos en cuatro patas y se nos considere irracionales, superamos a los humanos, siempre dispuestos a la mentira, a la vileza y a la traición. No confiamos de ningún modo en las palabras ni en las promesas de los humanos. El pacto llega a su fin. La guerra comienza de nuevo.
73- EL GEN DE PAJA
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La guerra genética se había desatado. Se estableció en el ámbito de la Criminología, del Derecho Penal y de las instituciones judiciales. Sucedió así. En cierto país que no es necesario mencionar, un abogado asumió la defensa de una persona acusada de homicidio. Al borde de perder el caso debido a la contundencia de las pruebas, acudió, como último recurso, al argumento de “la duda razonable”. Para ello se valió de la genética. Aportó la conclusión, derivada de un análisis serio y profundo del ADN del individuo, de que el mismo era portador del “gen de la delincuencia”. De donde se desprendía que padecía de una irrefrenable inclinación a la perpetración de hechos delictivos: se trataba –adujo ante juez y jurados- de una forma de “determinismo genético”, que libraba de imputabilidad al sujeto, porque le impedía discernir, le abortaba la intención y le cerraba paso a la libertad. Por consiguiente, carecía de responsabilidad y, por lo tanto, no debía ser objeto de sanción penal. La duda triunfó: al hombre se le declaró absuelto. Y eso fue todo. ¡!Todo?? ¡De ninguna manera! ¡Ahí fue cuando comenzó la guerra genética. Internet se encargó de dar a conocer los detalles… Los abogados defensores, en diversos lugares, acudieron al mismo recurso: utilizaron la genética para recusar a jueces y fiscales, por la presunta posesión de “genes determinantes de la distorsión de la justicia”. Se armaron un enredo y un enfrentamiento multiforme de tales dimensiones, que abogados, jueces y fiscales tuvieron que firmar un “pacto de no agresión genética”. Y todo quedó resuelto. ¡Resuelto? ¡De ningún modo! Cuando ya comenzaba a reinar la pax romana, y los corazones a latir con regularidad, se le ocurrió al Consejo Judicial ordenar que a todos los jueces se les efectuase un estudio genético, “con el fin de establecer si eran desviados por los genes de la irresponsabilidad, de la flojera, del desinterés, 194
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de la venalidad, de la corrupción, de la falta de objetividad e imparcialidad, y de otros vicios capaces de representar un peligro grave para la vida y realización de los preceptos constitucionales y para el espíritu, razón y propósito de las leyes”. Y así fue decidido. La orden tendría que cumplirse. ¿!!Cumplirse?!! ¡Qué va! Porque los jueces se opusieron. La Asociación Nacional de Jueces se hizo fuerte: el examen debía comenzar por la cúpula judicial, pues debía quedar muy en claro si los genes “de la superioridad” eran realmente ejemplares y dignos de encomio, de tal forma que tuvieran autoridad moral para las exigencias. “La superioridad” encontraría razonable la contrapropuesta de los Jueces –supusieron-. ¿La encontraría razonable? Pues no. Fue allí, justamente, donde tuvo punto de quiebra definitivo la guerra genética. Porque los miembros del Consejo Judicial consideraron que era prudente dejar las cosas como estaban. En voz muy baja y a título personal, uno de magistrados dizque dijo: “uno no sabe qué genes, jejenes o comejenes se lo están comiendo vivo por dentro. La santa (juris)prudencia nos recomienda que nos quedemos tranquilos”. Se impuso nuevamente el dicho popular: “el que tenga gen de paja no se arrime a la candela”. Y todo quedó sumido en la paz. ¡En la paz???
74- LAS PALABRAS OLVIDADAS
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Un día apareció un hombre misterioso que propuso reducir a uno solo todos los idiomas del mundo, y así se hizo. Pero cuando se formó la lengua universal, después de una labor intrincadísima, como es de suponer, nadie entendía nada de nada. Por mucho que las personas gritaran y gesticularan hasta el cansancio, los demás sólo escuchaban como ventarrones agitados, como rocas que chocasen entre sí, como olas convulsas. Hubiesen querido retornar a las antiguas lenguas, a los sistemas reemplazados, pero ni siquiera para esto lograban entenderse. Además, los creadores de la Superlengua habían destruido por "inútiles" las bases elementales de los idiomas depuestos, y habían arrojado al mar los alfabetos y se les había olvidado incluir en el vocabulario universal dos palabras clave para toda comunicación humana eficaz: esas palabras eran "buena voluntad".
75- EL MENDICANTE
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Un hombre rico, muy rico, riquísimo, cayó en manos de un fraile mendicante, quien logró convencerlo de que debía repartir sus bienes entre los pobres. Y como él vivía de lechugas y agua tibia, indujo al ricachón a que hiciera otro tanto. Todo, como forma de alejarse de las cadenas de este mundo material, contrario a Dios, y de encaminarse hacia su verdadero destino, la gloria eterna. -Hijo mío. La palabra clave es com-par-tir, compartir. Si deseas ir directo al cielo, no te queda otra alternativa. De no hacerlo así, te mantendrás al alcance de las garras de Satanás. Pero, si repartes todos tus bienes, te aseguro con la palabra de Dios por delante, que sentirás una inundación de felicidad indescriptible. El hombre, muy inclinado a los asuntos del espíritu y con alta sensibilidad social, no necesitó sino un empujoncito para lanzarse a la tarea de su propia destrucción, desmoronando su riqueza. Convocó a los pobres de la comarca, para que hicieran fila, y los bienes se evaporaron más rápido de lo previsto. Primero, porque concurrieron los pobres de países vecinos, para aprovechar la ganga. Segundo, porque los pordioseros recibían, entregaban lo recibido a un familiar para que acumulara, y se iban de nuevo a la cola, y así indefinidamente. Y, tercero, porque muchos ricos se disfrazaron con harapos, para recibir lo suyo. Y todos, como filas de hormigas, iban, volvían, regresaban, tornaban, repetían, acumulaban y volvían a repetir… Por cierto, “el fraile Mario” se alzó, “en el nombre de Dios”, con una buena porción, y se fugó con su vieja amante: una monja de la Comunidad “La Eterna Beatitud”…Se fueron a vivir en Murcia, donde tienen montada una fábrica de suculentas “murcillas”, ubicada en la Avenida “Medina Mursiya”, tan conocida por los turistas. Pero, volviendo al tema: ¿Has pasado últimamente por debajo del viaducto de El Cementerio de los vivos? Habrás visto, seguramente, a la altura de la Compañía de Teléfonos, a un hombre sumamente flaco, andrajoso, cubierto de mugre, que 197
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vive entre cajas de cartón: ¡es él! El rico que malbarató su riqueza por estar creyendo en predicadores… ¡No te le acerques! Creerá que eres el fraile mendicante, con el que quiere “arreglar cuentas” porque una vez le aseguró, “con la palabra de Dios por delante”, que cuando repartiera todos sus bienes “sentiría una inundación de felicidad indescriptible”, pero que lo que en realidad está sintiendo ahora es una inundación de arrechera tal, que no responderá por su actos… ¡Mucho cuidado! que no hay nada más peligroso que un exrico pobre…
76- TANITA
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Fue, tal vez, como si por obra de magia, un chorrito de agua hubiese manado por los poros de una roca y que el fantasma así escapado de su mundo, al contacto con el aire humano se hubiese materializado, cobrando la forma de una mujercita de sesenta centímetros de alto, con las facciones de un gracioso gnomo. Era “Tanita”, misteriosamente inserta como uno más entre los habitantes del pueblo de Mitimbay. Otro elemento de misterio lo mostró el hecho de que, de la noche a la mañana, una ristra de perros callejeros–doce o quince- de los más diversos tamaños, se hubieran dado cita para seguirla en fila por las calles del pueblo. Todos la seguían en silencio y como en estricto orden militar. La imagen se hizo familiar en el ambiente de Mitimbay. Un día, siendo niño todavía, cuando mi madre y yo salíamos de la iglesia, miré hacia la parte norte del pueblo. Noté un punto que se agradaba desde unas dos cuadras de distancia, bajando a toda carrera hacia mí: era una hermosa perra muy parecida a la famosa Lassie de las películas. Jamás la habíamos visto. Sin embargo me buscó para saludarme dando saltos de alegría, como si fuésemos viejos amigos. Yo me asusté y me escondí detrás de mi madre, quien me dijo “no le tengas miedo. Vino a buscarte como viejo conocido”. Yo le dí el nombre de “Biyú”. Biyú y yo nos hicimos muy, pero muy amigos. En verdad, como dijera mi madre, parecíamos unidos por una amistad muy madura. Por supuesto, la llevé conmigo a mi casa. Salíamos a pasear por el pueblo. Estábamos encantados. Una tarde tocaron a la puerta de nuestra vivienda. Era una señora de muy corta estatura y rostro gracioso y sonriente. Una ancianita de trato muy suave, voz apacible y muy simpática. Inmediatamente me dijo: hijito, tú tienes una perrita que me pertenece…!Ah!. ¡Es ésa!. Lo que vamos a hacer es que tú la tienes un tiempo, yo otro y de esa manera nos la turnamos… 199
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Ambos cumplimos el acuerdo. Pero, después de varios meses, Tanita no me regresó a Biyú y decidí recorrer el pueblo para buscarlos. Por fin alguien me informó que Tanita se había marchado de Mitimbay y que todos sus perros la habían seguido, como siempre, en silencio y en estricto orden militar. Jamás volverían. Habían salido en dirección al norte, hacia la Laguna Negra, donde estaba su patria, la tierra de los gnomos, que en Mitimbay llaman momoyes.
77- ENTRE BARBARAZOS
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¡Qué les parece! ¡Quién iba a creerlo! Antonio, el albañil que nos ha estado arreglando la vivienda en las últimas semanas, vive una experiencia que lo tiene lleno de preocupación. Cometió el gravísimo y frecuente error de casarse a ciegas, sin conocer verdaderamente a la candidata, su carácter, sus costumbres, sus tendencias, sus opiniones, sus aspiraciones, su sentido familiar, su grado de responsabilidad. -Sí. Estaba loco por empatarme –exclama con dolorosa sonrisa. No iba “a perder tiempo”, tampoco, en indagar respecto al entorno familiar: quiénes eran sus padres, si vivían juntos, si le habrían brindado buen trato a ella y a los demás hijos, etc.etc. Menos aun, mensurar y ponderar el grado de amor, de aprecio, que manifestara en relación con sus padres y hermanos. Porque una persona que no ame a sus padres, menos amará a su cónyuge, principio que por sí solo lo hubiese hecho desistir del matrimonio. Ella le ocultó que había estado conviviendo con otro hombre y que tenían un hijo… -Tengo cinco años de casado. Al principio todo marchaba muy bien. “La mujercita”, como me decían los amigos, “me había salido buena”. Hasta parecía que me había ganado la lotería. Bondadosa, comprensiva, atenta, “querendona”, amable, servicial, hogareña, laboriosa, modesta. Pero, nacido el primer hijo, comenzó una escalada de problemas, con el pretexto de los malestares del parto. -Fue como si la hubiesen colocado cabeza abajo. Todas y cada una de las cualidades que, enceguecido por el amor y distraído por el fingimiento, había creído notar en ella, se colocaron al revés, y pasó a ser rebelde, malintencionada, desatenta, floja, gruñona, exigente, despectiva, callejera. -Yo soy el único que trabaja, para alimentar a los tres hijos y a mi mujer.
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Pero ella, desde muy temprano se lanza a la calle, sin decir adónde va, ni con quién, ni para qué, ni la hora de regreso, -Ah, y deja a los niños al cuidado de una vecina tan irresponsable como ella. Antonio acudió a una oficina de protección a los menores, pero salió con la cabeza sobre las tablas, pues la funcionaria acomodó las cosas con tal arte, que él terminó siendo el culpable, porque no respetaba los derechos humanos de la mujer, hoy más libre que los ventarrones. Pero, lo peor de todo estaba por venir: una tarde de domingo, tocó a la puerta de la casa una catadura fatal. Dijo ser hijo de la esposa del albañil. En efecto lo era. Perseguido por la policía, estaba allí para buscar refugio. Tenía en su curriculum una retahíla de robos y atracos, además de varios homicidios perpetrados en el sicariato. La madre lo recibió manifestando un amor que no demostraba respecto a los otros hijos, y aun ante la oposición del albañil, le arregló un cuarto para que “se sintiera como en su casa”. El sujeto consumía no sólo drogas, sino también ciertas medicinas sumamente costosas, porque padecía del estómago. Además, tenía que cambiarse, con la consabida frecuencia, las bolsas de colostomía que le habían practicado debido a un balazo recibido en plena
fuga, cuando
escapaba de un asalto. -Está bien - nos dice Antonio- que yo tenga que trabajar para pagar los gastos de la casa por el bien de mis hijos. Pero, ¡tener que hacerlo para mantener a un delincuente, y comprarle comida, ropa, medicinas y hasta las bolsas para defecar, y además esconderlo de la Policía? Se siente impotente y cansado de vivir. Hasta ha pensado en el suicidio. Nos pregunta qué puede hacer para resolver la situación. Cuando le sugerimos el divorcio, salta de inmediato, temblando de pánico. -¡No! Que el malandro me amenazó de muerte. Me matará a mí y a mis hijos si intento divorciarme o si lo denuncio a la Policía. 202
NO SON CUENTOS
-¿Qué puedo hacer? –nos pregunta. -¿Qué podrás hacer?- le respondemos.
78- NO NACÍ PARA VIVIR MUERTO. -No nací para vivir muerto… 203
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El padre yace en el lecho de las despedidas… Pero, no le faltan bríos para decir a sus hijos, “a manera de testamento moral”: -No sabía escribir, pero escribí; no sabía pintar, pero pinté; no sabía qué era estar casado, pero me casé, no sabía ser padre, pero fui padre de tres hijos. No me han importado las reglas que quienes no escriben, ni pintan, ni cantan, han buscado imponerme. No he atendido a las preceptivas, ni me importan. Tampoco a la injerencia de los mensuradores ni a la de quienes han pretendido enseñarme a caminar si voy andando. He despreciado los dogmas y desechado los fanatismos. He vivido libremente y muero en libertad, por lo que tengo autoridad moral para decirles que deben ser rebeldes contra toda imposición que trabe o limite el desenvolvimiento de los seres humanos. Me he expresado libremente. Y eso para mí ha sido más que suficiente. Nadie ha logrado impedírmelo. ¿Que no he acatado las reglas? ¿Qué importa si he logrado “echar para afuera” el cieno y las flores que llevaba en el alma? Si no les agrada lo que digo ni cómo lo digo, lo he dicho en todo caso. Nadie puede impedirlo… Si no me hubiese expresado, hubiese reventado, y eso no es nada pero nada bueno… No nací para vivir muerto, como hubiese agradado a mis enemigos… Pero, no. No yo…
79- ¡!!AAAAGGGUUUUAAAAAA!!!
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NO SON CUENTOS
Hubo un hombre que parecía tener sellados los labios. Nadie, nadie, le conocía la voz porque jamás profería palabra. Parecía carecer del sistema del habla. Pero, tampoco parecía ser mudo. Algo les decía que se trataba de un silencio voluntario, de una decisión determinante. En el pueblo circulaban muchos decires respecto a ello. Unos opinaban que no hablaba con nadie por timidez, otros, por humildad, aquéllos por presunción. los de más allá, por simple capricho o para llamar la atención. Pero, él, imperturbable. como ceñido a un propósito lleno de misterio. Unos sujetos, de los que suponen que los gamberros han nacido con el derecho a divertirse a costa de los demás, y de los que se dedican a la bebida, a la maledicencia o la vagancia, apostaron una alta suma de dinero que sería entregada al primero que lo hiciera hablar. Bastaría arrancarle una sola palabra, fuera cual fuera, pero una palabra existente e inteligible, con sentido, no un simple quejido o interjección de sorpresa o de dolor. Los más adinerados del pueblo, un ganadero que contrabandeaba reses, un médico que arrancaba altas sumas de dinero a los pacientes por prescribirles algún mísero bebedizo, un abogado marrullero, un juez venal, un fabricante clandestino de aguardiente, un traficante de drogas...en fin los dueños de dineros mal habidos.... Todos ellos fueron los más interesados en la competencia. La suma fue depositada en un banco al cuidado del juez superior de la región. Llegó la noche decisiva. Al atardecer, la gente se fue congregando delante de la casa del hombre silente, en las afueras del pueblo. Música, cohetes, fuegos artificiales, aguardiente. Y comenzaron a golpear la puerta del hombre que jamás hablaba. Pero éste no abría ni siquiera una ventana. Después de varias horas, ya borrachos, capitaneados por el juez y protegidos por el jefe de la Policía y los suyos, que también habían hecho sus apuestas, gritaron y amenazaron con meterle fuego a la casa si no abría. Pero, pasaba el 205
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tiempo y no lo hacía. Y todos en el pueblo tenían interés en ello, pues todos, absolutamente todos, hasta los muy ancianos, los lisiados y los niños, habían concretado sus apuestas. Finalmente, a las doce en punto de la noche, la puerta se abrió, y sin que nadie hubiese tenido tiempo para formularle alguna pregunta que generase la tan ansiada palabra, el hombre gritó con clara, alta y pausada voz, AAAAGGGUUUAAA… Todos se enfurecieron porque, al hablar el hombre sin haber sido incitado, carecían de objeto las apuestas. Se enfurecieron tanto al ver perdida una gran oportunidad, que decidieron colgarlo. Cuando se disponía colocarle la soga alrededor del cuello, como si la palabra AGUA lanzada al aire, hubiese encontrado eco entre las nubes, se desató una tempestad como jamás, jamás. Cada gota era un tonel de agua. Y cayeron al mismo tiempo tantos toneles de agua como gotas, que en instantes el pueblo y sus alrededores quedaron totalmente inundados. Dicen que el hombre que callaba y que por fin dijo algo, comentó antes de abandonar el pueblo: ¿Querían que hablara? ¡Pues hablé!
80- JUCUJUCU
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NO SON CUENTOS
Parecía un hombre primitivo. De ésos que han encarnado por primera vez en nuestro plano. De aspecto simiesco, lento, lerdo, cabizbajo, mudo. De su boca sólo salían sonidos guturales, como los que suponemos fueron los comienzos del lenguaje, uh, ah…que retumbaron en los primeros bosques al golpe de las hachas de piedra…Por eso no era capaz de pronunciar su nombre (dicen que José Lorenzo), por lo que sólo dejaba escapar un ininteligible jucujucu. Y los muchachos, acosándolo, persiguiéndolo por todo el pueblo, hasta los confines y el cansancio, y le arrojaban piedras y basura y gruesos pedruscos de palabras feas y lo rodeaban con esguinces para hacerlo caer y forzarlo a lanzarles garrotazos que jamás daban en el blanco y le sacaban la camisa de los pantalones para que cayera una lluvia de carne podrida, de pan verde, de trozos de mortadela añosa, de arepas pétreas, y de tantas otros restos de las cosas más inverosímiles que él transportaba en aquella alacena tan particular. Pero es que tampoco los adultos hicieron algo por él. Los ricos del pueblo se mofaban cuando, desde la puerta de sus ventas de telas percudidas, lo veían pasar en fuga, medroso como un animal herido, buscando con desesperación dónde esconderse. De resto, nada les importaba saber dónde “vivía”, ni cómo dormía, en las aceras, a la entrada de sus casas, procurando ampliar el umbral para no mojarse con la lluvia. Los trozos de comida rancia era lo que el pueblo le entregaba con mano pobre. No podía ayudarlo más cuando estaban para ser ayudados en medio de sus estrecheces. Pero ¡lo que son las cosas de la divina Providencia! Tenía buena salud. Jamás se le vio enfermo…que se sepa…aunque nadie sabía cuál era su dolor, cuánto sufría. Y así anduvo por allí durante más de veinticinco años. Hasta que lo hallaron muerto debajo de un banco de la plaza, un día de San Valentín. 207
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Entonces sí salió todo Solosolongo a la calle, como si fuese fiesta o hubiese habido un terremoto! Los ricos se pusieron de acuerdo para pagarle por medio de una “vaca” y con colecta pública, las mejores exequias que han podido darse en el pueblo. Jamás se había visto, ni se ve, ni se verá, tan numerosa comitiva. Todos al cementerio, gozosos de cargar la urna, como un honor, durante varias horas y a una distancia de muchos kilómetros entre la plaza central y el cementerio… ¡Ah! ¡El discurso del presidente del Concejo Municipal! ¡Ni Demóstenes! Ni Bossuet, en el discurso fúnebre de Ana de Austria. ¡Qué panegírico grandioso y elocuente! Un clamor fúnebre, sí, pero a la vez un réquiem a la miseria, a la indolencia, a la falsedad, al sadismo de todos los que se lanzaron a la calle para acompañar hasta su morada de reposo al gran Jucujucu, el pequeño hombre primitivo a cuya costa los muchachos del pueblo aprendieron a ser malos, y los ricos a ser virtuosos y sensibles, pues – creyendo engañar a Dios- aprovecharon para ganar indulgencias de última hora, en el remordimiento inútil y tardío de las conciencias podridas.
81- MENSAJE CON BEETOHOVEN
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NO SON CUENTOS
Llegó agotado del Hospital donde había estado realizando una operación a corazón abierto. Colocó “Claro de Luna” de Beethoven, y se echó sobre el edredón azul extendido sobre la cama. La esposa se acostó a su lado. Ambos se concentraron en los arpegios del piano…Cuando habían transcurrido unos cinco minutos, cesó la música abruptamente. La sustituyó una voz: -“Buenas tardes Doctor Bandera y señora Luisa. Soy el Capitán Thorthon, comandante de la nave “Amor Puro Amor”. Les hablo desde el espacio, desde donde los estamos observando. Les sugiero que abandonen la casa con sus tres niños y se vayan fuera de la ciudad. El director de la Clínica donde Usted trabaja como obstetra, y el director de administración, lo han implicado en un grave problema financiero y han planificado su asesinato. Para ello han contratado los servicios de unos sicarios. Somos vigilantes del espacio y velamos por la justicia y el orden…” El mensaje cesó y se reanudó la música. El médico, tan sorprendido como la esposa, dijo: -No creo que se refiera a nosotros, mi apellido no es Bandera sino Bencomo; tú no te llamas Luisa sino Mary; no tenemos tres niños sino un solo hijo, adulto; no soy obstetra sino cardiólogo; y no trabajo en una Clínica sino en un Hospital público. -¡Qué metida de pata la de los extraterrestres! ¿Cómo atemorizan sin estar seguros de lo que dicen?-comenta la esposa. -Sí. Deberían ser más serios y responsables. -¡Y cómo cacarean con su tecnología! Ja, ja, ja. ¡Que nos tiene en observación!- rie a gritos la señora Mary. -¡Sí. Ja,ja,ja!- responde el marido como un eco de burla… De pronto, cesa nuevamente la música y de nuevo la voz: -Tiene razón la señora Mary. También nosotros metemos las patas de vez en cuando. No queremos atemorizar sino ayudar. Somos serios y responsables. Por cierto, no andamos cacareando con nuestra tecnología, que estamos perfeccionando cada vez más… 209
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Para ustedes, echados sobre ese edredón azul, mirándose en el espejo de techo, oyendo música a esta hora, todo es fácil… Y Usted, señora, por favor cúbrase las piernas, que nos está filmando una película de cine mudo y largo metraje, con esos “picones” tan perturbadores para nuestra tripulación…Adiós…
82- EL GURÚ ACHACOSO Un gurú, que solía reunir a su gente para darle una sarta de buenos consejos relativos a la salud, padecía de constipación crónica, de friolenteras, 210
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de tosecitas cardíacas y constante flujo nasal. Además, sufría de gastritis, artrosis y lumbago. Y no le faltaba llevar colgada del cuello una bombona de oxígeno “por si las moscas”, como él mismo decía. Una mañana los chelas se sublevaron y tomó la palabra el más avispado: -El maestro Gaulatamma Rabundi está aquejado por una constante serie de enfermedades, y debe jubilarse. Es contradictorio que un gurú se enferme y padezca achaques. El verdadero gurú conoce y domina las energías cósmicas y sabe cómo dirigirlas hacia sí mismo, obteniendo y conservando no sólo salud sino también longevidad. Yo propongo que me acepten, en adelante, como su gurú, porque soy fuerte como un elefante, veloz como un caballo, saludable como un rinoceronte, longevo como las tortugas e inteligente como el mejor de los burros. El viejo gurú fue jubilado y el chela avispado ocupó su lugar. Porque –opinaron los demás discípulos- a la hora de la verdad es más útil un burro fuerte que un sabio asmático.
83- LA ENCUESTA DE LAS PULGAS Me agradaba sobre manera reunirme con mi tío Epaminondas. Era desprejuiciado y divertido y, a diferencia mi padre excesivamente puritano, me daba enseñanzas non santas, y eso me atraía. 211
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Pocos meses antes de morir, me habló de “la encuesta de las pulgas”. En la amistad –me dijo-, a mayor cantidad de “pulgas”, menor la cantidad de amigos y menor la duración de la amistad. Las “pulgas” son los puntos o criterios de descalificación, degradación o exclusión justificadas “de un tal amigo”. Son esas “pulgas” las siguientes: no es sincero y leal; te utiliza o te manipula; realiza actos de traición en tu contra; pacta con tus enemigos para perjudicarte; es falso contigo; incurre en abusos contra tí o contra tus bienes; no cumple con el principio de la igualdad en el aprecio; se vale de tí para descollar; te exige que realices por él cosas ilegales o absurdas o que te pondrían en ridículo o te expondrían al descrédito; pretende disponer, de alguna forma, de lo tuyo; oculta o niega a los demás que es tu amigo; te busca sólo cuando te necesita; te exige que pienses o actúes como él; explota tu experiencia o tus conocimientos; pretende que lo encubras o te hagas cómplice de sus delitos o de sus malas artes; se disgusta porque le dices la verdad; pretende que le aceptes sus argumentos falaces; te envidia de alguna forma o en alguna medida; pretende, como quien no quiere la cosa, que tú le cubras los gastos; te pide dinero prestado y no te lo paga; o, cuando te lo paga, exige que le des las gracias por pagártelo, pero él no las da porque le hiciste el préstamo; en fin, no merece tu confianza. Jamás olvides la encuesta de las pulgas. Si la realizas vivirás mejor. Porque es preferible vivir con pocos amigos, que con numerosos, pero falsos y traidores. 84-EL ANILLO Un anciano quiso dar al nieto algunos consejos de vida: -Todo ser humano, para distinguirse de los animales, debe fijarse un un ideal de vida, esmerándose plenamente para cumplirlo y poder morir 212
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realizado. Quien deja este mundo sin haber realizado sus sueños, es un fracasado. Su existencia no ha valido la pena. La altura del ideal habla de la pequeñez o de la grandeza del espíritu, trátese de un hombre o trátese de una mujer. -¿Cuál fue tu ideal en la vida, abuelo? -Yo, desde muy muchacho, me tracé el ideal de tener algún día una sortija de oro macizo, coronada por un gran rubí. A este fin consagré toda mi vida, soportando penalidades y trabajos ingratos, y sufriendo humillaciones y calamidades de todo género. Hasta que un día logré reunir la suma de dinero necesaria, mandé fabricar el anillo a mi gusto y pude sentir el placer, el orgullo, la satisfacción y la felicidad, de ver brillar la joya en uno de mis dedos…Lamentablemente, después de breve tiempo, tuve que empeñarlo y no pude recuperarlo jamás… -¿Qué otra aspiración suprema tuviste, abuelo, aparte de querer ese anillo? -Ninguna otra. Ésa fue mi mayor aspiración. -¿Quiere decir que en esa pendejada se te fue la vida?
85- CADÁVER INSEPULTO -¡Hay que ver! ¡Qué autoridades tan negligentes! -Para cobrar sus sueldos si están al día. -Y la familia preocupada, y no es para menos… -Es que hoy la inseguridad está en la cima… 213
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Según unos cazadores que pasaron por allí, el cadáver, del sexo femenino, estaba de espaldas, con los cuatro miembros levantados. Al parecer estuvo así durante largos días. A primera vista parecía que había sido violada. Pasó el tiempo, desmembró el cuerpo y lo desintegró totalmente. Cayó un gran aguacero y arrastró los restos y los esparció por quién sabe dónde. Por consiguiente, no hubo posibilidades para la identificación. Los peritos resultaron frustrados. Ni siquiera fue posible el estudio del ADN. Tampoco logró establecerse la causa de la muerte, si fue accidental o delictiva, por arma de fuego, por veneno o arma blanca, etc.etc. Nada. ¿Sería víctima de algún maniático sexual? Apenas conjeturas. La madre, aplastada por el dolor, la impotencia y la desesperación, estaba llorando en cuatro patas en mitad de la calle. La acompañaban tres hijas y algunas amigas. Todas, como ella, en cuatro patas. Un vecino comentó: -Pero, ¿qué se va a esperar? ¿Qué es lo que quieren? ¿En qué piensan los familiares? La policía no se interesa cuando se trata del cadáver de un ser humano. ¿Esperan que haga algo cuando se trata del
cadáver de una
miserable mosca que quedó tendida de espaldas, con las patas alzadas y las alas pegadas sobre el pavimento, hasta que el agua se la llevó?
86- DE LAS CHUPACABRAS La chupacabras y el chupacabrón Un hombre, viendo que se quedaría soltero si seguía contando con las muchachas de hoy, que prefieren a los hiperpeludos, a los mugrientos, a
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los deslenguados, a los borrachones, a los superficiales y a los drogadictos, decidió probar suerte con las chupacabras. Aunque las chupacabras existen en todo el continente americano, optó por las de un país de Centroamérica. Primero, por asuntos del idioma. Segundo, porque las chupacabras de ese país son tan hermosas, que hasta tienen concursos de belleza muy bien organizados. Tercero, por motivos económicos, pues allá vivía un primo, en cuyo apartamento podría alojarse durante algunos días. Y, quinto, por sentimiento, pues, no sabía por qué, algo de ese país lo atraía con encanto… Conquistada la elegida, se la llevó a su país, donde contrajeron matrimonio de inmediato. Los problemas comenzaron porque ella, añorando su terruño, pretendía pasar allá la luna de miel, cosa que no era posible por razones de presupuesto, de manera que esa noche tuvo todo de luna y nada de miel… Sin embargo, lo peor estaba por llegar, y fue que a los quince días de casados la chupacabras se fue por su cuenta a recorrer centros comerciales y encontró allí, inesperadamente, a un chupacabrón poderoso, dirigente de la mafia, drogadicto y traficante, quien la sumó a su grupo. La causa ultrafeminista Tantas expediciones, elucubraciones, investigaciones y suspensos, tratando de conocer los orígenes de las chupacabras, y la respuesta estaba donde menos podía suponerse: las chupacabras no son sino ultrafeminstas rabiosas. Tan rabiosas, que en cuestión de meses se transforman en los seres horribles que son las chupacabras. Eran mujeres muy hermosas, muchas de ellas concursantes de belleza
en certámenes
internacionales
de
largo alcance,
pero el
ultrafeminismo era tan feroz, que les hizo salir colmillos retorcidos y largos, bigotes de peloenpecho, pelos de alambre por las narices, ojos negros, asesinos y saltones y una especie de serrucho de cuero que les recorre desde 215
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el cogote hasta el finisterre, de tal forma que no se les puede acariciar la espalda. Haciendo honor a su apariencia, son engreídas, muy dominantes y mandonas. Como sólo se soportan entre ellas, tuvieron que irse al monte, de donde piensan regresar organizadas como nuevas amazonas, a conquistar la Tierra. Ojalá yo no esté en este mundo cuando esa invasión ocurra, porque habrá de ser algo infernal… Dicen que Hipólita y Pentasilea fueron creadoras de la “Gran Orden de las Chupacabras”. La infiltración de las chupacabras. El chupacabrismo. Pero no se crea que todas las chupacabras andan por lugares recónditos y merodeando por los corrales para chuparles el mondongo a los becerros. No. Ahora las hay muy refinadas. Van a la peluquería, se acicalan, se perfuman, visten bien y hasta usan tacones muy altos, andando como en zancos, para verse más elegantes. Es que han logrado infiltrase con mucha habilidad. Pero, de todos modos se les nota: no pueden evitar que se las identifique por sus miradas, sus voces y sus actitudes. Por ejemplo, cada vez que a usted lo trate mal una cajera de supermercado; o cuando su novia le gruña, le enseñe los colmillos, le proyecte miradas asesinas, y le lance chillidos penetrantes; o cuando una monja lo mire sin caridad cristiana, etc. , esté en la seguridad de que se trata de una chupacabras infiltrada…Mírele bien la frente: allí, entre las arañas azulosas de las venas, las eñes y las zetas de las arrugas, los puntos suspensivos de las pecas y las capas y mantos del maquillaje, notará, casi imperceptible, la sombra de una gran Ch que no pueden ocultar a menos que usen gorrita. Sin embargo, las hay tan habilidosas que con pretextos diversos evitan que usted les mire la frente: lo emboban con risitas, lo ponen nervioso
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con picardías, lo marean con insinuaciones…todo, para que usted no las identifique… Mas están muy equivocadas. Por lo menos a mí no me engañan, porque sé que existe el chupacabrismo, ese airecillo de prepotencia revestida de falsa modestia, ese olorcillo a santidad fingida, ese tufillo de inocencia disfrazada. Hay que tener muy presente y cuidarse del espíritu de chupacabrismo, que toma posesión aun de la más pintada. Por eso, cuando su novia, su amante, su esposa, le salgan con gruñidos abruptos, con rabietas sin causa, con amenazas sin justificación y con chillidos sorpresivos, ¡cuidado! no sea que por allí ande rondando el espíritu del chupacabrismo…
87- EL REINADO DEL ABSURDO… Y de un día para otro comenzó el Reinado del Absurdo y la Desfachatez. Todo cambió. La verdad se convirtió en mentira y la mentira en verdad, no sujeta a controversia o contradicción. La realidad fue negada y lo irreal aceptado como lo verdadero y lo tangible. 217
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Pasó a ser normal caminar sobre la cabeza y pensar con los pies. Los libros, los textos escolares, las obras científicas o filosóficas, las novelas, las informaciones de prensa, las leyes y hasta los breviarios de oracio¬nes, pasaron a leerse y a ser interpretados al revés. Los gobernantes asumían las protestas que se alzaban en su contra, como aprobaciones y alabanzas, y se regocijaban por lo que ellos querían entender como parabienes a su gestión. Cuando se exigía la defensa de los intereses del país, los ladrones del erario público desviaban la atención invitando a los templos a elevar alabanzas al Creador. Los manuales de urbanidad y buenos modales eran leídos y aplicados en sentido absolutamente contrario. Así, se hizo norma el desaseo, y quien mantuviese o realizase lo contrario, era objeto de castigos severos. Si la madre de una adolescente le aconsejaba evitar las malas juntas, ella se iba expresamente a los centros comerciales a reunirse con malandros, borrachos, drogadictos y demás sujetos peligrosos. Y cuando una señora se confesaba y el sacerdote le daba los consejos finales, ella se iba inmediato de farra porque daba por dicho ”hija mía: sal a pecar hasta que dejes en el aire todas las canas”. Defender la verdad, el honor y la dignidad; abogar por lo justo; hacer valer el respeto por los auténticos valores; velar por la niñez y por la ancianidad, fue siendo cada vez más absurdo. Ser
falso,
cínico,
fingidor,
ladrón,
perverso,
irresponsable,
deshonesto, vicioso, asesino, fue siendo cada vez más aplaudido y digno de encomio. Quienes predicaban la verdad, no fomentaban el engaño, no alentaban la inmoralidad, no incrementaban los vi¬cios, no trastornaban los colores, fueron objeto de degradación pública y condenados a la horca.
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Los fiscales pedían a los jueces no sólo clemencia sino también premios y recompensas para los peores asesinos, invocando el principio inverso de: “a mayor gravedad y carga de maldad, mayor recompensa”. Los derechos humanos se defendían y aplicaban a favor de quienes los violaban y se negaban a las víctimas, quienes eran castigadas con largas condenas, si no con la muerte, cuando se oponían a los abusos de los malvados. Muchas damas fueron enviadas a las galeras de Kíos porque, cuando las violaron, no habían sido suficientemente complacientes y colaboradoras, y porque, al final, cuando ya estaban destrozadas, no habían dado las gracias a los violadores. Se impuso, pues, el imperio de la ilógica que, a fuerza de tanto repetirse, con tanta insistencia y en tanta proporción, terminó por ser asumida como lo recto, lo normal, lo conveniente y lo necesario. Sentó parámetros propios, estructuras propias y sistemas de ideas, que tenían como fuente y fundamento el absurdo, determinante para las conciencias y para las conductas. Cuando todo estuvo consumado y la perversidad tocó fondo, no quedó territorio sano y naufragó toda esperanza en un inmenso piélago de miasmas.
88- EL PINTOR CREYENTE Ghardos Garthenathos era un pintor camino a la fama. Ya estaba dando los primeros pasos exponiendo sus óleos en Roma, París y Nueva York. De pronto, se asomó la decadencia. Como si la luz se fuese apagando lenta, pero sensiblemente. Eclipses de la inspiración cada vez más prolongados. Inmenso desgano para trabajar. Incumplimiento de contratos. 219
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Amenazas de ejecución. Asomos de ruina económica. Y enfermedad. Rara, pero efectiva enfermedad, por llamarla de algún modo… Todo comenzó por los mosquitos… Ghardos pasó a ser azotado por mosquitos casi invisibles, diminutos y transparentes. Nubes de mosquitos lo rodeaban y lo embestían absolutamente silenciosos. No hacían sonar sus “trompetillas” como los zancudos. A manera de sádicos diablillos del demonio, lo atacaban con sus punzas a cada momento, pero, sobre todo cuando pretendía trabajar con sus lienzos. Hasta se posaban por decenas, como en una especie de suicidio, sobre las pinturas, para dañarlas. Pero. los ataques más persistentes y feroces tenían lugar por la noche, para impedirle en todo momento el sueño y el reposo: decenas y decenas de ellos le zumbaban, lo agredían y se le introducían por la nariz y por los oídos. Pasaba las noches en vela inevitable… Por supuesto, al día siguiente, el agotamiento persistente y el mal humor a diestra y siniestra. La mujer lo abandonó. También los hijos, quienes se fueron a vivir con ella, “mientras tanto”, en la casa de la abuela…Deudas acumuladas, alquileres vencidos, y, en fin, todos los males y consecuencias nefastas que puede producir la falta de sueño…¿Falta de sueño en Garthenathos? ¡No!. ¡Eso era lo peor: era de muy buen dormir. Pero, justamente, los mosquitos tenían la misión de no permitírselo, para que el azote fuera más intenso. Ya no podía más…Había utilizado contra los mosquitos todo lo que existe bajo el orbe, pero nada surtía ni el mínimo efecto. Un día un amigo le propuso visitar a “un conocedor”, eufemismo de bruja o brujo…Pero él, como todo buen artista “sabiondo, moderno, culto y objetivo”, no iba a caer en esas “pendejadas”.
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Sin embargo,
aquella vida que ya no lo era, lo convenció: la
causante de todo era una vecina, abogada y juez, quien había sido rechazada por él. Había contratado los servicios de una bruja. El pintor recibió el tratamiento pertinente y gracias a esto hoy goza de muy buena salud, se mantiene en el salón de la fama y alimenta todos los días la envidia de la vecina. Hoy, confiesa, sí cree en esas “idioteces”.
89- MAL DE CORAZÓN En un pequeño pueblo del municipio de…del Estado de…en la cordillera de…vivía un médico cardiólogo, dueño de la casa más larga, más ancha y más profunda de la comarca y de mucho más allá de la comarca, a la redonda. Por sus dimensiones y colores brillantes, llamaba la atención aun de quienes en lugar de entrar al pueblo, pasaban de largo por la carretera lejana. 221
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El médico, cuya petulancia y vacuidad eran más grandes que la propia quinta, le asignó un nombre original y sonoro: la llamó la “Quinta Porra”, que halló eco hasta en los cuentos para niños, de Christian Andersen, los Hermanos Grimm y otros… Vecino inmediato del doctor Lacónico era un señor de apellido Volcanes, agricultor humilde, callado, respetuoso, trabajador y cumplido. Estaba casado con una mujer de nombre Teodora y tenían un pequeño hijo, Jesús, muy parecido al padre, casi en todo… Lacónico presionaba insistentemente y por todos los medios a Volcanes para que –“sencillamente”- armara sus petacas y se marchara del terreno que ocupaba como dueño, incluyendo la humilde vivienda. Una tarde, Lacónico entró abruptamente a la oficina del Juez local, Leopoldo Sandoval: -¡Doctor, Doctor! Quería hablar con Volcanes, pero quien me salió fue su mujer, con un machete. Me persiguió y si me alcanza me mata, El médico temblaba, mirando al juez con ojos espantados, trémula la voz. -¿Cuál fue la causa? ¿Por qué lo persiguió la señora? -Porque no quieren entregarme el terreno…el terreno que está al lado de mi quinta. Yo quiero ese terreno, para ampliar mi jardín. -¿A quién pertenece el terreno? ¿Es Ud. el propietario? -No, el propietario es Volcanes, pero no quiere marcharse de allí. -¿Por qué debe marcharse y dejarle el terreno a Ud? -Porque yo lo quiero así, yo lo necesito. -Luego ¿Ud. pretende que Volcanes renuncie a su derecho para complacerlo a Ud.? -Sí, doctor, porque yo necesito ese terreno.
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-Ah, Lacónico, con razón la mujer lo persiguió con un machete. Yo hubiera hecho lo mismo, sólo que yo sí lo hubiera alcanzado y lo hubiese dejado sin cabeza… -¡Cómo puede decir esas cosas? Eso es un delito. Ud. debe dar el ejemplo. Es el juez -Y Ud. es médico, profesional universitario, y también debe dar el ejemplo, de buen comportamiento, de buen ciudadano, de consciencia humana. ¿Ud. no tiene criterio claro de las cosas? ¿Cómo no entiende que si Volcanes tiene el derecho de su parte, Ud. no puede arrebatárselo sólo porque necesite el terreno? ¿Es Ud. estúpido y cínico? El cardiólogo guardó silencio…Luego se marchó, cabizbajo. Al día siguiente se aparece en la oficina del Juez Sandoval, el juez de otro municipio, Cochambro Bastardo. -¡Hola! Te invito a dar un pequeño paseo por el pueblo. Quiero decirte algo… Aunque extrañado, Sandoval acepta. Pero, en lugar de dar unas vueltas por el pueblo, el juez Bastardo lo lleva directamente a la casa de Volcanes, quien está con el médico. Sin preámbulo, Bastardo se dirige a Volcanes y le advierte: -El doctor Lacónico necesita ampliar su quinta. Ud. debe entregarle el terreno y marcharse de aquí…¿Verdad, doctor Sandoval? -¡Pues no!,- le responde el juez Sandoval- Volcanes no se irá. Él es el propietario del terreno. Podrá marcharse si quiere y si el doctor Lacónico le paga lo justo. Y, Ud., Volcanes, pase ahora mismo por el tribunal, que debo hacerle una sugerencias. -¿Lo llevo para el tribunal, doctor Sandoval?- pregunta el increíble Bastardo. -No. Yo voy a pie para el tribunal y Ud. váyase en su carro para la mierda…Volcanes, lo espero en el tribunal ahora… 223
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Cuando Volcanes, media hora después, entra al tribunal, Sandoval le dice: -No entregue su propiedad si Lacónico no le paga lo justo. ¿Por cuánto estaría Ud. dispuesto a venderle el terreno? -Por unos dosmil voltios… -Pues, no. Dígale que se lo vende por sietemil voltios… -¡Sietemil???, doctor…Disculpe, pero ¿no le parece exagerado? -Sí. Pero hay que saber negociar. Si Ud. le exige cinco, termina vendiéndoselo por tresmil, y eso a Ud. no le conviene. En cambio, si Ud. le exige siete y él lo considera exagerado, Ud. le dice que está dispuesto a venderlo por cincomil, mínimo…Si no acepta esa cantidad no le venda y si lo molesta de nuevo, pase por acá, que yo lo ayudaré. La venta se efectuó con toda regla. Volcanes recibió cincomil voltios y se mudó con su mujer y su hijo a un lugar cercano, más cómodo y hermoso. Con el dinero compró un empresa empacadora de champiñones y todo le marchó felizmente. A los tres meses el cardiólogo murió de un infarto. Cuando Volcanes le dio la noticia al juez Sandoval, éste le respondió: -Ese cardiólogo sufría del peor de los males del corazón: el egoísmo, que no se cura con pastillitas... Que descanse en paz, si es que los diablos se lo permiten… 90- EN COSITOMO PARA SIEMPRE Andrés Antonio Barrozo llegó de su tierra natal, Falcónida, calurosa por demás, al pueblo de Cositomo, con ánimo de conocer y descansar. Pero, le agradaron tanto el paisaje, el clima fresco y el trato de la gente, que decidió quedarse. Y como no era mucho lo que había dejado en su pueblo, 224
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sencillamente abandonó todo aquello por siempre. Por siempre, porque vivió y murió en Cositomo. Siempre de pensión en pensión. No estaba hecho para el matrimonio, es decir, “para andar con el mismo escaparate toda la vida”. Jamás se le vio vestido como no fuera con liquiliqui blanco, cuyo saco siempre llevaba abierto, como si estuviese a punto de salir volando, más aun cuando hacía viento. Nadie le conoció la cabeza, quizás ni él mismo, pues jamás se quitaba el viejo sombrero negro, ni para secarse el sudor. Se hizo conocido, muy pronto, debido a su natural apacible y bondadoso, condición que parece natural de los “gorditos”. Fundó una pequeña empresa –tal vez la primera debidamente organizada en el pueblo- que tenía por objeto la venta de manteca de cerdo al por mayor. Se las arregló con los matadores de cochinos, para comprar la manteca. Se la llevaban en grandes ollas de metal o barro. Él la colocaba en potes de lata, grandes, rectangulares. Vertida la manteca, mi padre, que era latonero de profesión, soldaba cada tapa con pequeños puntos de estaño, fáciles de desprender. La pequeña empresa le daba bastante rendimiento, pues no tenía familia en Cositomo ni, al parecer, en ningún otro lugar. De modo que le sobraba dinero. Pagaba por quinquenios el alquiler de la habitación. Reservada otra suma prudencial para los gastos personales, lo demás lo dedicaba a la ayuda de los necesitados, con la particularidad de que rogaba a cada beneficiario no diera a conocer absolutamente a nadie la obra de caridad, y eso que no era cristiano, ni practicaba ninguna religión y ni siquiera por curiosidad conocía la iglesia. Pero, todo en vano. Porque era tal la cantidad de personas que recibían su ayuda, que prácticamente estaba involucrada la mayoría del pueblo, por lo que todos lo sabían.
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Cuando murió, quisieron solicitar su canonización. Pero el cura, quien no era beneficiario de aquellas obras de caridad, amenazó con la excomunión a quien insistiera en “ese abominable absurdo”…
91- MI PADRINO Entre las cosas más extraordinarias que me ha tocado vivir, sobresale una, no sólo por su signo de misterio, sino también porque gracias a ella no estoy muerto. 226
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Una noche, hace muchos años, recién graduado de docente en el Instituto Pedagógico Nacional, acepté la invitación de una amiga para asistir a su fiesta de graduación. Su residencia estaba ubicada en la Urbanización Las Orquídeas, en la zona oeste de esta ciudad. Me retiré de la fiesta cerca de la una de la madrugada y como no tenía vehículo, tuve que recorrer muchas cuadras en bajada a pie. En la avenida transversal que encontré finalmente, ví un bar, adonde entré con la intención de beber un vaso de agua. Cuando estaba en la barra, salieron cuatro sujetos de no supe dónde, y comenzaron, sin ningún preámbulo, a ofenderme, con tal escándalo, que el dueño del establecimiento nos expulsó a los cinco, tras lo cual bajó la santamaría. Los cuatro me rodearon. Tres de ellos eran de color blanco, fornidos. El cuarto, de piel morena, y el más fornido y agresivo de todos. Recuerdo
que éste último se colocó frente a mí, con saltos y
esguinces de boxeador y con los puños listos. Cuando casi vi en el aire el primer puñetazo que me arrojaría al suelo… no sé qué me ocurrió de pronto…fue como un sueño más o menos momentáneo o no sé cuánto tiempo duró…Abrí los ojos, y estaba completamente solo y de pie. Me palpé la cabeza, el pecho, los brazos, las piernas, y supuse que me habían golpeado y que yo había perdido la razón…Pero no, estaba a pie firme, sin golpes, no me dolía la cabeza, únicamente el dedo pulgar derecho, tal vez por causa de algún forcejeo… ¡Y completamente solo!. En todo caso, enardecido y humillado, decidí buscarlos. Tenía cuatro opciones, pues me encontraba frente a cuatro esquinas. Tomé tal vez la menos probable. Anduve varias cuadras, como si algo me impulsara hacia una meta establecida. Finalmente creí verlos de pie, bajo el farol de una esquina. Sí. Eran ellos. Me detuve frente a ellos como a un metro de distancia; no les dije ni una palabra, y los miré fijamente,..fijamente. Estaban boquiabiertos. Los cuatro temblaban como hojas de papel. Allí estuve no 227
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menos de diez minutos,..Los cuatro, en silencio, y hasta bajaban la mirada al suelo. Decidí retirarme. Yo había querido decir la última palabra, y lo hice con mi actitud desafiante,,, Desanduve el camino. Pero, como a dos cuadras de allí, saltó sobre mí un enorme perro lobo, furioso. Extendí la mano derecha, en forma imperativa, y le lancé un gruñido feroz, y tanto, que dio media vuelta y salió corriendo, con el rabo entre las patas, chillando como si lo hubiese golpeado Y me fui a mi casa, al otro extremo de la ciudad, a dormir. De vez en cuando me despertaba preguntándome qué había ocurrido y por qué los cuatro sujetos habían huido aplastados por el miedo. Era la madrugada del domingo. El martes siguiente, a las siete de la noche, asistí a la reunión semanal del grupo espiritual. Fue allí donde me enteré. El hermano Felipe, incorporado en un médium, me dijo, entre serio y jocoso, como siempre: -¡Ajá, “Indio flaco”! (Tal era el apodo que me había asignado el Indio Guaicaipuro desde hacía tiempo)- ¡qué maina!. ¡Te salvaste de milagro!. Los hombres aquellos te hubieran matao si no te hubiera ayudao tu padrino Guaicaipuro. Tienes que estarle muy agradecío. Claro que le estoy muy agradecido. Tanto que aún lo hago hoy, a casi cincuenta años de distancia, cuando yo aún no me había casado, es más, cuando ni siquiera conocía a la que sería mi esposa, Iris. Y esto es todo. Quien me quiera creer, crea. El que no, que se guarde su increencia, pues seguramente merece no creer… 92- ¿…Y…? El profesor de Derecho Civil, solemne, hierático, misterioso, de mirar profundo, pulcramente vestido, con lujosa corbata, dijo a los alumnos, sin desprenderse ni por un instante de una extraña boina negra: 228
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-Hoy les hablaré de las deudas y de las acreencias… Un hombre muy pobre rezó a Dios para pedirle ayuda, pero, cuando vio que el tiempo pasaba y que seguía aplastado por las necesidades, desesperado cambió de bando: entonces rezó al Diablo, para pedirle ayuda inmediata. Al día siguiente quedó maravillado porque no tenía dónde guardar tantas y tantas riquezas. Sin embargo, la muerte se lo llevó dos días después, lo cual sabía el Diablo mucho antes de que firmaran el contrato. Por supuesto, el Diablo no aceptó excusas y le cobró la deuda en forma leonina. Porque él es por naturaleza el más conspicuo embargador. No hay acreedor más exigente y más puntual y estricto que el Diablo………. Cuando los alumnos vieron que el profesor no agregaba nada más y que el relato quedaba trunco, como en el aire, uno de ellos le preguntó -¿…Y…? Hemos de recordar que a los profesores diabólicos, cuanto más sabiondos, menos les agradan las peguntas. Se sacudió con ira, y la gorra se le resbaló sobre la frente. Todos lograron verle los cachos, como dos chorizos rojos retorcidos. -¿Cómo que “y…”? ¿Ustedes son estúpidos? ¿No comprenden? ¿Qué fue lo que aprendieron en Derecho Romano? ¿No oyeron hablar de la actio diabólica militari manu? ¡Yo soy el Diablo y estoy aquí para cobrarles, y ya!… Dicen que las alumnas salieron en estampida porque, pese a las apariencias virginales, son las que más le deben al Diablo. 93- PRETENSIONES Vivo retrato Me presentaron a un abogado inteligente, culto, poeta y escritor, quien me invitó a un bar. Allí conversamos de política, de literatura, de todo, menos de Derecho. Se me ocurrió decirle: 229
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-¡Caramba! ¡Qué parecido el suyo con otro escritor famoso, poeta, español! Él seguramente supuso que lo comparaba con alguno de los galanes de Sarita Montiel. Cuando me preguntó, con evidente curiosidad y complacencia, a quién me refería y dije que tenía gran parecido con,,, -Francisco de Quevedo y Villegas, notoriamente contrariado exclamó -¡Nooo joda! (Pero, insisto, sí se parecían)… No quiso tratarme más. Y me dio una lección: en adelante no comparo a nadie con nadie, ni que se parezca a San Papujo de las Cinco Virondas… El ladrón cómodo El sabiondo gurú Mohinaldas Mohinoldos recomienda en su libro “Herramientas para el Buen Vivir”, traducido a veinticuatro idiomas, esta hermosa sugerencia: “En aras de la paz mundial y de la salvaguarda de la propia vida, lo más prudente y conveniente con un ladrón cómodo, es darle las gracias por la inmensa deferencia de haberlo escogido como víctima entre millones de personas; entregarle por Notaría todos los bienes; enviárselos a la dirección indicada por él, en un camión blindado y muy bien embalados; y contratar para ellos un seguro contra todo riesgo, incluyendo los robos. Finalmente, acordar con él, que esté pendiente para recibir la próxima mesada”. ¡Qué voltios! Un hombre conoció a una muchacha por internet. Concertaron una cita para conocerse. Ella no quiso cruzar palabra con él en ningún momento. 230
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Por el contrario, lo estuvo mirando con odio y con desprecio todo el tiempo. Aun así, cuando fue a dejarla en la puerta de su casa, ella le preguntó ¡a qué hora la buscaría al día siguiente! ¡Qué bolas!- pensó él- Ésta momia sí que es atapuzada. Y, sin responderle, la dejó para siempre…
94- LA CONQUISTA Un joven oyó hablar de un sabio que vivía en la cima de una montaña muy, muy alta y muy lejana. Sin embargo, decidió ir a él, no propiamente para recibir orientación respecto a su vida y a su futuro, sino para que le confirmara y afianzara con hermosas palabras un íntimo deseo que lo mantenía lleno de ilusión, entusiasmo y esperanza. 231
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Después de sudar la gota durante muchos días y noches, muerto de hambre y sed, por fin llegó al lugar: -¡Magister Scientiarum! ¡Aló! ¿Se encuentra el venerable magister? El viejo salió de la cueva y le ordenó ir al grano. El joven dijo que lo atraía con mucha fuerza la vida militar. Soñaba con ser un gran capitán, poseer indoblegable resistencia a la fatiga, dominar el “maravilloso” arte de la guerra, conocer el manejo de las armas y empuñar la espada para invadir a otros países, a la cabeza de un gran ejército, y ser coronado rey. El anciano dejó que vaciara el alma de esa cantidad de ripios, pedruscos y basura, que no evidenciaban sino un mal camino, y cuando terminó de hablar, le dijo: -¡Qué idioteces las tuyas! No es gran cosa lo que ansías. Para hacer lo que pretendes, basta ser una bestia. En cuanto al llamado “arte de la guerra”, deberás tener presente que en realidad no es un arte, sino una perversión. Porque el arte verdadero se dirige a lo bello en sus diversas manifestaciones, no a la guerra, al mal, al derramamiento de sangre, a la injusticia, al crimen. No envidies de ningún modo a los grandes capitanes de la guerra. No vale la pena tomarlos como ejemplo. Simplemente son potes llenos de miasmas, no de valía ni de bondad. Ningún mérito verdadero tiene que reúnas un ejército numeroso, capaz, por su sola cantidad, de arrollar a poblaciones pacíficas que no tienen capacidad para defenderse. Tampoco tiene mérito prevalerse de la superioridad de las armas, para invadir y masacrar. ¿Y qué gracia tiene que numerosos soldados preparados para matar y muy bien armados, la emprendan contra viejitas y niños, contra paralíticos y
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enfermos? ¿En verdad crees que estos hechos contienen algo de verdadero valor, de mérito real e indiscutible? Pero, dime: ¿qué valor puede tener un mono prepotente, cruel y con garrote, que llega descabezando a los inermes? ¿Y qué valía puede tener el
gorila engreído, que con el pecho
salpicado de hojalatas, camina con pasos muy cronometrados, mostrando los colmillos, y que con la mayor tranquilidad, ordena matar a las abuelas de otros, mientras su madre se empanza de papitas fritas? ¿No te parece ridículo cómo se estiran, cómo se mueven y desfilan?. Muñequitos de algodón y fieltro, que marchan haciendo resonar las botas con el paso marcial del pato. Sólo eso es lo que son… ¿Envidias eso? Entonces ¡cuán cortas tiene las alas el triste pajarraco de tu envidia! La envidia es mala. Toda envidia es mala. Pero, si envidias porque así te lo impone tu mediocridad, envidia siquiera algo que valga verdaderamente la pena. No los heroísmos fatuos, contra pueblos más hechos para la paz que para la guerra. Y lo despidió diciéndole:_ -Es todo lo que tengo que decirte. Y ahora, ¡raspinflay!, que debo volver a la meditación, que para algo sirve.
95- SINESIO En los pueblos miserables los estúpidos utilizan a los tontos para hacer notar su presunta viveza e inteligencia, pues no tienen otra forma de destacarse. El pueblo de Saltoatrás no podía ser una excepción. Allí tenían a Sinesio, quien de paso les servía para divertirse. De corta estatura y edad más que mediana, flaco, pobre, siempre se le vio con la misma ropa, que le quedaba grande. Hablaba por la nariz y 233
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apenas se le entendía, como si lo hiciera telegráficamente, con pausas y medias palabras...y así tal vez captaba él lo que le decían los demás. Una mujer, Antonia, de edad más que madura, solterona y mal entretenida, disfrutaba especialmente a costa de Sinesio, gastándole bromas en el supuesto de que Dios se lo había puesto ahí, a su alcance, por obra de su santa voluntad, y amén, para llenarle los vacíos de sobratiempo que le dejaba la ausencia de novio. Una obsesión de Antonia era incrementarle a Sinesio la idea de que muchas de las grandes estrellas de “Jolivu” –Katherine Hepburn, Ingrid Bergman y otras de talla similar- estaban enamoradas de él, hasta el punto de que ese conflicto estaba siendo causa de desavenencias y riñas en la llamada “Meca del Cine”. Antonia estaba pendiente de recortar fotografías de estas estrellas, para entregárselas a Sinesio, mientras le ponderaba cómo se disputaban su amor, y le aseguraba que el día menos pensado mandarían por él, para llevarlo en avión….Y cuando algún avión perdido sobrevolaba Saltoatrás por casualidad,
lo hacía correr por todo el pueblo, dando gritos de alegría y
saltos de emoción, adivinando dónde podría aterrizar……hasta que se perdía en el horizonte. Y Sinesio, con dolor y nueva frustración y vana espera… Una tarde se le ocurrió a la malvada gastarle otra broma cruel: lo invitó a su casa para entregarle “un regalo que Ritarita Hayworth le enviaba desde los Estados Unidos”.
Se traba de una plancha bucal, especie de
herradura dentada que Antonia había recogido, expresamente, de una tumba abandonada. Sinesio se la introdujo en la boca y estuvo a punto de ahogarse, mientras Antonia reventaba de risa... ¡Ahhh! Antonia, Antonia, ya estás muerta. Pero recuerda que, aparte de los sepultureros, la única, la única, la única persona que estuvo presente cuando tus huesos cayeron a la fosa, y la única que lloró con tanto
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sentimiento y la única que durante todo un año te estuvo llevando siquiera flores mustias, fue Sinesio. Sinesio estaba enamorado de tí y te amaba. Y ¿sabes una cosa?. Él no era tonto como creías. Sólo cubría las apariencias para sobrevivir. Era un gran actor, dotado de altas cualidades histriónicas por la naturaleza. Se hacía el muerto para cazar zamuros vivos. Los “zamuros” de Saltoatrás, que se creían muy “inteligentes”. Él sabía perfectamente que era falso todo lo de “Jolivu”. Sólo te seguía la corriente para poder estar más cerca de tí y para que salpicaras de risas tu vida triste y solitaria…Si le hubieses correspondido no te hubieras llevado a la tumba ese vientre inútil, como tantas…
96- LA NOCHE DE LA RAZA El 12 de octubre de 1970… y tantos,…se realizó una sesión especial en el grupo espiritista al cual pertenecía. Los integrantes comenzamos a llegar desde las seis de la tarde. Ya para las 7.30, los médiums, exactamente seis, entre hombres y mujeres, estaban listos frente al altar, que lucía esplendoroso de tantas velas y velones, entre nubes de incienso, aromas de flores y olores de ron, vino y cocuy. 235
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Cuando menos lo esperábamos, sin orden alguna, el espíritu del indio Guaicapuro tomó posesión de “su materia”, que era la jefa del grupo, mujer dedicada a estos asuntos desde unos treinta años atrás. Con los ojos cerrados, en el centro del altar, comenzó a temblar y a vibrar como una cuerda de guitarra. Se echó hacia atrás, con pie firme, arqueándose totalmente, hasta tocarse los talones con la parte trasera de la cabeza, extendidos los brazos, con una flexibilidad increíble en una mujer de sesenta y tantos años y que hubiesen envidiado las más jóvenes. Y mientras el espíritu se iba incorporando, después de profundas inhalaciones, rugió como todo un león, y sus rugidos retumbaron en la sala y en el temor de algunos que asistían por primera vez a este tipo de ceremonias. Porque era, entre otras cosas, una ceremonia, pues había rituales y fórmulas y oraciones. -Guaicaipuro –dijo con voz fuerte y con palabra un tanto lacónica y en principio poco inteligible. Simultáneamente, aunque en forma menos aparatosa, se fueron incorporando sendos espíritus en los médiums restantes, uno de los cuales “recibió” ¡ a Diego de Losada!, quien con acento notoriamente hispánico, dijo: -Soy Diego de Losada… Y seguidamente: -!Guaicaipuro! ¡Dame la mano, Guaicaipuro. Olvida ya todo lo pasado. Seamos amigos. Te brindo mi amistad. Y extendíó la mano derecha hacia Guaicaipuro, con insistencia, diríase también que con sinceridad. Pero el indio rugió algo ininteligible, rechazando la mano. Y dando media vuelta, se marchó, La médium quedó vacía de Guaicaipuro, y en su lugar retornó al cuerpo de doña Lupe, su propio espíritu, mientras ella, como estuviese saliendo de un sueño, se restregaba los párpados y pedía un poco de agua. 236
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Así, fuimos testigos del odio que todavía conserva Guaicaipuro contra aquél que, mejor armado, le agredió y prendió fuego a lo que más quería. No en vano hoy se habla, cada vez más, no del día de la raza, sino de la resistencia indígena. El que no quiera creer, mantenga su descreedera. Para eso hay libertad. Yo sí creo, pues fui testigo. Y no era ficción, no era teatro…
97- LA OBRA DEL JUEZ Debes aprender a moverte en este mundo, tan nuevo para tí –dijo mi Guía. Yo había muerto hacía sólo varios meses, por causa de un infarto. Ahora mi espíritu iniciaba sus primeros recorridos para conocer aquella realidad increíble que jamás hubiera podido imaginar. -Lo primero que debes hacer es aceptar que no tienes cuerpo denso. Para tí no existe la gravedad. Tienes libertad de movimiento. No necesitas 237
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caminar como en la tierra. Solamente piensas en un lugar y deseas estar en él, y al instante se cumple tu deseo. Ahora iremos al pueblo donde fuiste juez. No bien me dijo esto, cuando, en un vértigo, nos detuvimos sobre la plaza de un pueblo que identifiqué como “Yamevoy”, donde ejercí el cargo de juez durante algunos años. Un pueblo pequeño, pero…Allí el sol se detenía muy poco, aventado por olas y olas de neblina muy fría, que también enfriaba las almas de ciertas personas, El Guía me condujo a un cobertizo de palmas, donde dos yeguas comían pasto de una canoa. Un poco más allá, en un rincón penumbroso, pude ver el cuerpo de un hombre que yacía sobre una estera. Mucho olor de aguardiente. Alternativamente, el hombre gemía, lloraba, guardaba silencio, gemebundo cantaba alguna triste canción de añoranza o despedida, alzaba el brazo y bebía de una botella, casi desesperado, como si quisiera apurar todo el aguardiente del mundo. Clamaba por alguna mujer, seguramente su esposa, y preguntaba por los tres hijos, cuyos nombres pronunciaba con tono recortado por el dolor. En fin, parecía un andrajo viviente. -¿Lo recuerdas? ¿No sabes quién es? ¡Míralo bien!. Lo conociste, hablaste con él varias veces cuando fue a visitarte, a rogarte…cuando eras juez. Vino a implorarte ayuda, pero no le otorgaste ninguna importancia. Para ti lo importante eran los casos de dinero. No los casos “simplemente humanos”, como decías con aires de profunda sabiondez. Sí. Exactamente, es Braulio, Braulio Sánchez. -¡Doctor, doctor! –te dijo un día- Un vecino quiere arrebatarme lo que me pertenece porque me lo dejaron en herencia mis padres: un terreno y un rancho, donde vivimos mi mujer, nuestros hijos y yo. Es lo único que tenemos y de eso vivimos, cultivando legumbres. Pero, el doctor Pedro Tucuco dice que debo marcharme. ¿Adónde y con qué? -¿Recuerdas lo que hiciste? Para quitarte de “compromisos inútiles”, en vez de decirle a Tucuco con carácter, que era ilegal lo que pretendía 238
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porque Braulio tenía el derecho de su parte, les dijiste que “eso” no era de tu competencia como juez, que debían acudir al juez de primera instancia, competente por la materia y por la cuantía. Y así, mediante un asqueroso tecnicismo, arrojaste a Braulio y a su familia en las garras del león, cosa que sabías iba a suceder, pero no te importaba. Braulio fue despojado por Tucuco. Quedaron en el mayor desamparo. Al poco la mujer lo abandonó por otro “mas productivo”, y los tres hijos se dispersaron y cayeron en manos extrañas. Braulio, antes enemigo acérrimo del aguardiente, se entregó totalmente a la bebida, como puedes ver…Ahí lo tienes. Por causa tuya es un despojo…¡Y qué habrá sido de los hijos! Juez, mírate en ese espejo, mira tu obra… Quedé aplastado por la verdad. No hallé excusas a mi indolencia. Sentí un dolor de remordimiento multiplicado quién sabe por cuántos miles de dolores. Un dolor moral de dimensiones terribles que no podría describir con palabras humanas en la Tierra. Rogué al Guía que me condujera de inmediato al Tribunal de lo Alto. No sé cuál será mi sentencia ni tampoco mi destino. Pero sea cual sea la pena, debo expiar mi culpa, debo pagar por ese crimen horroroso. Ahora comprendo, muy tarde, que todos los actos del juez –aun los más “pequeños”-surten consecuencias, buenas o malas y que deberemos responder por ellas…Ahora, muy tarde, lo comprendo…Ser Juez no es ser Juez simplemente…es, ante todo, ser humano. Muchas veces los tecnicismos jurídicos son simples pretextos para despreocuparnos por los demás y evadir la Justicia…
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98- EL TUMOR Elba Zabbinni Feltri. Bonita, de regular estatura, rubia, simpática, siempre con una sonrisa en el corazón. No sé por qué me toma confianza, pues es ella quien inicia la conversación. Quizás le sale del fondo del alma, diría yo, referirme un hecho que aun hoy la emociona. Aquí, en este mismo cuarto y frente a este mismo altar –me dice- y casi con la participación de las mismas personas, fui sanada por el doctor José Gregorio Hernández.
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Hace unos cuatro años, cerca de las ocho y media de la noche, bajé del apartamento con una amiga, quien me acompaño a la bodega de los portugueses. Justamente cuando entré al establecimiento, uno de los empleados estaba bajando la “santamaría”, y recibí en el centro de la cabeza un golpe casi cortante, con el filo de la puerta. Sentí un dolor tan intenso, que por poco caí al suelo desmayada. Mi amiga y otras personas me sostuvieron. Poco a poco me repuse. Se me alivió el dolor con un poco de hielo que me colocaron los portugueses. Subí al apartamento muy débil, me acosté, me dormí al rato, pero me despertaba con frecuencia por causa del dolor. Al amanecer éste había desaparecido. Me olvidé de lo sucedido por completo, a medida que pasaban los días. Me sentí sana, como siempre. Yo no había asistido jamás a estas sesiones. No me llamaban la atención y no creía en estas cosas a pesar de que mi padre, que es aquél señor ubicado al lado derecho del grupo, ha venido tomando parte desde que nos mudamos a este barrio, hace cinco años. Dos años después del accidente, no sabemos por qué, mi padre me invitó a este lugar. Vine. Pero me sentí muy extraña y hasta me atemoricé cuando ví cómo se incorporan los espíritus en los médiums y cómo éstos se transforman, dejando de lado su personalidad y su forma natural de hablar… Comenzó la sesión en pleno. Llamaron a varios de los presentes por sus asuntos personales, consultas y sanaciones. Después de un rato, las personas que están delante de mí, se van apartando y cediendo paso al médium, quien me toma por una mano y me lleva frente al altar. Luego me dice, con voz amable: -Hija, soy José Gregorio Hernández. Estás gravemente enferma. Te ayudaré en nombre de Dios. Yo estaba sorprendida, al igual, seguramente, que mi padre, pues nadie esperaba esto. Trajeron una silla. Me senté y comenzó el proceso de mi sanación, como lo voy a decir, paso a paso. 241
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Los movimientos que realizó el médium (en realidad el doctor José Gregorio Hernández) los interpreto tal como yo los entendí. En primer lugar, aparentó tomar algo de la mesa. Como si abriese un maletín médico, como si extrajese de allí dos o tres instrumentos. Seguidamente, ví como si el doctor me estuviese rapando la cabeza y sentí como si me hubiese efectuado un corte del hueso del cráneo en forma de cuadrado; como si extrajese este cuadrado; como si extrajese luego algo así según lo sentí e interpreto- algo así como un pulpo, cuyos tentáculos estuvieran aferrados profundamente en el cerebro; como si finalizara este proceso y pasase a colocar el cuadrado de cráneo en su lugar. Ví otros movimientos a continuación: como si colocase una venda alrededor de mi cabeza, rodeando desde la barbilla hasta la parte superior del cráneo y bajando luego por el otro lado, dando varias vueltas, como cuando se coloca una venda. Finalmente, como si colocase el gancho de metal que sostiene las vendas. Después de todo esto, el doctor me dijo: -Hija, He terminado con éxito. Vas a estar ocho días, hasta el próximo martes cuando asistas a este lugar a las 8 de a noche, sin poder abrir la boca. Tendrás que alimentarte con líquido solamente. Así sucedió. A los ocho días me sentaron nuevamente frente al altar y el doctor, incorporado en el mismo médium, efectuó el proceso inverso, de desprender el ganchito de metal y de quitarme la venda, con los movimientos con los que se quita una venda. A partir de ese momento pude efectuar los movimientos normales para hablar y para masticar alimentos. Y aquí estoy. Me siento sana, perfectamente sana. La operación me fue realizada hace dos años. Elba me pregunta si creo en todo lo que me ha referido, y le respondo:
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-Claro que sí, porque también yo fui sanado por el Negro Felipe. Pero, eso es costal con otra harina…
99- LA IGLESIA DE CRISTO EL INSURRECTO Hasta los padres, pasando, claro está, por los seminaristas, lo llamaban “energúmeno”. Y Joao Daniceiro, poseído por la furia, con largas zancadas estilo militar, caminaba en línea recta no se sabe adónde, hasta tropezar con la pared y regresar en la misma forma. Al más mínimo soplo se encendía casi hasta explotar, bien cuando alguien se permitía criticarle por algún desliz, bien porque no atinaba con el 243
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balón, bien porque alguno de los sacerdotes le llamaba la atención por cualquier causa. Era de color y, tanto, que los seminaristas también lo apodaban, ocasionalmente, “chimoceiro”. Originario de Angola, lo habían llevado a Lisboa, al cuidado de un cura, quien lo catequizó, lo bautizó y le cambió el nombre original africano, Inaya, por el de Joao. Con evidente confusión, el cura lo juzgó ideal para el sacerdocio porque “tenía carácter para imponer la doctrina cristiana a los cabezadura”. Cuando Joao tenía dos años en el Seminario, fue designado monaguillo para ayudar durante la misa solemne que presidiría el Arzobispo Conchas. Él, por supuesto, muy contento por la deferencia. Por fin se le tomaba en cuenta. De resto, todo era faltar contra él, continuamente, a la caridad. (“Los santos seminaristas, ¡bah!”). En su momento se arrodilló frente al Arzobispo para sostener el misal. El libro le ocultaba la cabeza pero no los dedos de las manos. Monseñor interrumpió la secuencia de la ceremonia y lanzó un grito que retumbó en todas las naves de la catedral. -¡No quiero negros en mi Seminario! ¡Que venga el Rector ya! En el mayor silencio, apenas se acercó el Rector, su excelencia le dijo: -Me bota a este negro hoy mismo. Esta vez Joao no se encendió en furia. Antes por el contrario, quedó aplastado por la humillación. ¡Otra vez mostraba sus dientes la caridad cristiana! ¡Otra vez el amor de Cristo se manifestaba en todo su esplendor! Esa misma mañana, de ese domingo fatídico, abandonó el Seminario. No se supo nada más de él, hasta que, unos veinticinco años después, el “doctor Joao Daniceiro”, abogado de prestigio, anunciaba la existencia de su obra cumbre: la creación de la “la Santa Iglesia de Cristo el Insurrecto”. 244
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Lamentablemente para él y para su sed de venganza, había muerto Monseñor Conchas, a quien pensaba “dedicársela”.
100- HIPÓLITO, EL SACRISTÁN Hipólito Valera es el sacristán de la Catedral. Cargo importante y, tanto, que también él viste sotana cuando cumple sus funciones. Es de la casta de quienes saben divertirse a costa de los demás. Siempre alegre y sonriente aun a las cinco de la mañana cuando comienza su jornada de preparar lo necesario para el día. Mucho trabajo. Muchos detalles. Pero, Hipólito feliz. Cuando piensa en las picardías, se le pintan en el rostro, y ríe en voz baja como los perros pulgosos. Y la panza se le sondonguea de arriba abajo y en óvalos y círculos que parecen soltar carcajadas de silencio, girando y 245
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removiéndose al son de los malos pensamientos. Es el Diablo con sotana preparándolo todo para la misa. Hoy toca el turno a Monseñor Mejillas, el más anciano de todos. Ya se acerca a los noventa. Tiene su residencia a dos cuadras de allí. Es moreno tirando a negro, lo que no comprenden muchos, pues el Arzobispo “no quiere negros en su gobierno eclesiástico”. Mejillas es quisquillosamente puntual y regaña a Hipólito cuando éste descuida algún detalle, como la falta de cíngulo o una mancha en la estola. Hipólito disfruta contando casi todos los días que Monseñor Mejíllas se sostiene las medias, siempre rojas, con cabuyas, para que no se le “chorren” y no se le “encueven” dentro de los charoles.Y se ríe estruendosamente, y las carcajadas retumban en las tres naves de la Catedral. Y la panza, haciendo de las suyas, alegre y jocosa, girando y subiendo, bajando y girando, como si también ella estuviese muerta de risa… Hoy a las nueve le toca decir misa a Monseñor Mejillas. Cuanto más tarde, mejor para Hipólito. Porque más hambre tendrá el sacerdote, pues conforme a las reglas prevaticano II, nadie puede consumir alimentos antes de comulgar…Solamente agua. Pero, el agua no quita el hambre sino que la incentiva. La complacencia de Hipólito para divertirse a costa de Monseñor consiste en -¡Monaguillo! ¡Para Monseñor Mejílla las vinajeras más grandes!. Sí. Dos enormes botellas, una para el vino, otra para el agua. Parecen unas palanganas. ¡Llenas completamente, hasta el tope! -Me le echan todo el vino. Que no quede en las vinajeras ni una gota.
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El cáliz es gigantesco. Una base ancha y un vaso enorme, casi como una jarra, que el obispo tendrá que consumir totalmente, puesto que se trata de la “sangre de Cristo”. Monseñor empieza la misa entre rezongos. ¿Y qué puede esperarse de un viejo, débil, sin desayuno a media mañana y próximo a morir? ¿Qué se puede esperar sino que Monseñor prosiga y finalice la misa haciendo retumbar en toda la Catedral una hilera de malas palabras, para escándalo de las beatas y risa de los demás feligreses y, sobre todo, de Hipólito? Y allá va Monseñor por la calle, rezongando, hacia su casa, espetando groserías de largo alcance, tambaleándose, babeándose, maldiciendo. Hipólito, desde la puerta de la Catedral lo ve alejarse, y el vientre le sube, le gira y le baja de tanta risa.
101- LA ESCLAVA Y EL CAPATAZ -En el sur de los Estados Unidos, en tiempos de la esclavitud, un capataz violó a una negra esclava, le cercenó ambos senos y luego la mató. Hoy está encarnado como Mary, una mujer de color que ha sido operada de cáncer en los dos senos. -¿Quiere decir que lo que se hace se paga? -Sí. Por esto el Maestro Jesús habló de la ley del efecto y de la causa. La causa de los efectos debe ser encontrada en la persona que los padece. Se cosecha lo que se siembra. Lo que el hombre hace a otro, el juez 247
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y el ejecutor lo harán con él. Los que ahora sufren, ayer estuvieron muy alto, gritando haciendo sufrir a otros con placer salvaje. -Y ¿qué decir de los enfermos y los lisiados? -Los enfermos, cojos, ciegos de hoy, ayer transgredieron las leyes de la vida perfecta, y toda ley de Dios debe cumplirse.
102- LA SILLA DE RUEDAS Trátese del trono de los reyes, de la propia silla de Napoleón Bonaparte, de las sillas presidenciales, de la silla gestatoria, de la silla de cabalgar, o trátese del más humilde taburete o de los columpios de los niños, ya es de por sí oneroso tener que soportar no solamente el peso sino, peor aun, ciertas “emanaciones” del usuario. Pues de esta regla tiránica no podemos escapar las sillas de ruedas, pese a lo cual no puede haber comparación. Porque, a lo ya dicho, que es bastante, se suma tener que escuchar rezongos, palabras vulgares, ofensas, 248
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gritos, amenazas y maldiciones del enfermo, durante el día y bastante entrada la noche y en todo lugar adonde se nos lleva. Por esas circunstancias, toda silla tiene su historia. Pero, ninguna como la historia de las sillas de ruedas, porque otras sillas viven en ambientes placenteros y soportan a personas perfumadas y agradables. Por ejemplo, las sillas que sostienen los hermosos traseros de las señoritas haigh cuando caracolean caballos de paso o se elevan y bajan en carreras de obstáculos. En cambio, nosotras las pobres sillas de ruedas, tenemos que calarnos horrorosas hediondeces de remedios, emplastos, alcanfores o otros venenos más, y prácticamente pasamos la vida al lado del dolor y aun de la muerte. Nací de las manos de un carpintero criollo, quien se copió de un modelo extranjero, con el resultado de que yo llegué a vieja luciente y combatiente, aun cuando cumplí los setenta años de edad. Primero, serví a una señorita que padecía una extraña enfermedad que no logró curar ningún médico, ni aun de los especializados en Miami. La cargué literalmente, durante quince años, hasta que la llevaron a “la Montaña”, de donde regresó curada, “milagrosamente”, diría yo. Pero, ni siquiera me dio las gracias. Por el contrario, me arrinconó con las cucarachas en la humedad de un sótano, hasta que, por fin, pude respirar aire fresco, más o menos puro, cuando me vendieron a otra familia. Me alegré sobre manera cuando abandoné aquella casa donde no recibí jamás muestra alguna de cariño. Cariño que también los seres inanimados necesitamos, pues todo coroto tiene su alma y su corazón, aunque no se crea. Entré al servicio de una señora tullida, a la que soporté, con todas las implicaciones que ello supone, durante treinta años. Se trataba de una persona absolutamente intolerable. Lanzaba tacos y maldiciones de la peor especie, y ofendía a cada momento a la muchacha que la atendía, llamada María Antonia, quien la llevaba de paseo por los alrededores, para coquetear a sus anchas con los transeúntes, y para que la gente ofendiera a la vieja: 249
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-¡Calla, vieja inmunda, que pareces una burra con esos alaridos! -¡María, bota a esa vieja!. ¡Échala al río!, para que se la lleve lejos, que ya hiede. La enferma, aunque no hablaba sino que rezongaba y lanzaba balidos como oveja con hambre, escuchaba a la perfección y entendía lo que se decía en su contra. Por estos motivos, rechazaba como podía la idea de que María Antonia la llevase a la calle. Pero, María más se empeñaba en hacerlo, para contrariarla y realizar el desquite. Y hasta parecía haber un acuerdo entre María y los
soeces que la rodeaban en la esquina, pues siempre los
encontraba a una hora determinada. Una mañana, después del desayuno que María le “embutió” a juro, la anciana se sacudió en mis brazos con los espasmos de la muerte. Como había sido mala y mala en su juventud y ya entrada en la vejez, la agonía fue dilatada y dolorosa que un parto de tripochos pasados de peso. Entre dientes dijo con horror que el Diablo la estaba embalando para llevársela al hombro, como una enorme y desagradable salchicha tipo polaco, con pimienta y todo. Como si obedeciese a las instrucciones del Diablo, se estiró, se estiró, hasta que cayó hacia atrás con gran estruendo y, con tal fuerza, que yo misma quedé esparnancada frente a la mirada atónita de María Antonia. Por supuesto, tampoco esta gente mal nacida me dio las gracias por tan dilatado servicio. Por el contrario, hablaron de arrojarme a la basura. No lo hicieron porque el miserable abogado hijo de la difunta, vio la posibilidad de recibir algún dinero y terminaron vendiéndome a un anticuario. Pero, cuando el pobre trata de descansar, le salen más penalidades y trabajos. Alguien fue un día al anticuario y me compró. Pocos días atrás, un terremoto había dejado muchos heridos y muertos. Me llevaron al Puesto de Socorro. Me introdujeron en una sala y me colocaron entre los brazos y sobre las piernas a un joven médico, atropellado y maltrecho por un vehículo la tarde del terremoto. 250
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El enfermo padecía de parálisis total irreversible. -¡Maldición! Ni siquiera puedo alzar los brazos para meterme un tiro. Tenía apenas veintisiete años y estaba condenado a malvivir no se sabe durante cuántas décadas. Una tarde cuando iban a introducirnos en una camioneta para llevarlo al médico, en un descuido de los familiares me impulsó hacia la autopista y caímos desde un puente a la pista rápida, donde fuimos arrollados. Él, para el cementerio. Yo, para el basurero, donde me encuentro totalmente maltrecha y desmembrada, a la espera del fuego…
103- EL RETRATO DEL BANQUERO En la casa principal de un Banco se extiende, desde sitio dominante, el retrato de su fundador. Se trata de un lienzo de grandes proporciones que sugieren el afán de ubicuidad del personaje. Como lo dice a gritos la estampa, el sujeto debió haber sido avasallante, de ésos que pretenden estar al mismo tiempo en todas partes, detrás de una milésima de centavo, con una mezquindad asombrosa; de ésos que esclavizan hasta a la propia madre en aras de su voracidad de grandes usureros. Su fisonomía deja traslucir que debió haber sido de las personas que habiendo sufrido hambre y otras privaciones, después, cuando les mejora la suerte, quieren desquitarse, como si los demás tuvieran la culpa de la situación precaria que en su tiempo vivieron. Desde lo alto de la pared central, el banquero posa, pero jamás reposa: descollando por sobre las cabezas de los empleados y del público, 251
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con la actitud de un capataz incansable, tiránico y sufriente, da órdenes a gritos y recrimina a los empleados con quisquillosidades milimétricas y con la ansiedad de que el tiempo es insuficiente para hacerse cada vez más rico, en una auténtica molienda de sangre y sufrimiento... Mediante mis facultades telepáticas y de ultratumba, llamé la atención del adinerado, quien al principio me miró como una cucaracha, según la forma como pareció mover hacia mí las antenas pecuniarias. -¡Qué hace ahí? ¿Por qué no se va a descansar? – le pregunté- ¡Usted no se ha dado cuenta de que desde hace más de sesenta años está muerto? ¿No recuerda que un día murió de plétora estomacal? ¿Por qué, por más que grite, gruña, ordene y patalee, nadie le para bolas? ¡Pues porque nadie lo ve, porque está muerto! ¡Atrévase a visitar el “Mausoleo de los Banqueros”, para que mire allí, en su cripta dineraria, su propia calavera, y quede convencido! Pareció dudar de mis palabras. Se miró las manos. Se palpó el rostro y el cabello. Quedó unos instantes pensativo, con la mirada perdida… Y se fue desvaneciendo en mi presencia. Hasta que sobre el lienzo amarillento cagado por las moscas y los años, sólo quedó una silueta del humo de la nada
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104- EL ÁRBOL INÚTIL En un bosque muy extenso había infinidad de árboles que producían frutos, y los hombres y los animales se saciaban de ellos. Y los frutos que caían al suelo eran absorbidos por la tierra. La tierra los convertía en jugos y los retornaba como alimento para el propio árbol y para los árboles vecinos. Y todo el bosque era rico, frondoso, y de su tallos, ramas y flores emanaban auras perfumadas que inundaban los alrededores y llegaban al pueblo, y la gente estaba contenta y decía ¡cuánto nos ha bendecido Dios con este bosque! Nos suministra alimento, cobija multitud de pájaros hermosos que nos alegran el corazón y hacen que nuestro pueblo sea feliz. En el centro del bosque se alzaba un árbol corpulento, el más corpulento y frondoso de todos, que despertaba la envidia de los demás. Porque su copa se elevaba jugando con el viento y parecía por sí solo otro bosque, de tantas y tantas ramas y hojas que brotaban de él. Pero era estéril. No producía frutos como los demás. Y como tampoco producía flores ni 253
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perfumes, en sus ramas no se cobijaba ningún ave, por lo que se mostraba tenebroso en un silencio cargado de misterio repulsivo. Un día llegaron los genios vigilantes de los bosques, y su reina, que parecía una abeja de hermosos colores, fue inspeccionando los árboles uno a uno. Y se congratulaba con los que producían flores, frutos y perfumes. Y los bendecía para sostenerles y aumentarles su esplendor. Al tocarle el turno al árbol central, aquél que se mostraba frondoso pero estéril, la diosa-abeja, la que tiene a su cuidado el primor y la generosidad de los bosques, le dijo, severa: -Eres un árbol-parásito. Tus raíces se extienden voraces a tus alrededores y robas los jugos a las raíces ajenas, en cambio tú no das nada, sino mala sombra y humedad perversa. Te yergues presumido, como si en la amplitud y espesura de tu fronda y en la robustez de tu tallo y de tus ramas, anidara la causa del valor. No quieres enterarte de que lo más importante de un árbol son sus frutos, no sus hojas, que al fin y al cabo son perecederas y caen y se pudren para madrigueras de animales ponzoñosos. Al día siguiente un aura musical muy hermosa inundó el bosque, haciéndolo vibrar: el árbol inútil había desaparecido y en su lugar se extendía una estera viviente de flores donde revoloteaban alegres los pájaros, cantando himnos al sol…
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105- LOS JUECES REGIOS Refiere Herodoto que Cambises, rey de los persas, deseaba unirse en matrimonio con una de sus hermanas, en contra de la ley. Consultó a “los jueces regios” -varones escogidos para esto hasta la muerte o hasta que se les descubriera alguna injusticia- para que le dieran su opinión. Ante la alternativa de incitar a la violación de la ley o la de ganarse la ira del rey, los jueces le respondieron que si bien ninguna ley permitía al hermano casarse con la hermana, cierta ley autorizaba al rey para hacer todo cuanto quisiese. Cambises se casó con su hermana y los jueces siguieron siendo más “regios” que nunca...
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106- DESDE MI MÁS ACÁ (4) Anda “soltándote”. A medida que pase el tiempo, que transcurran los años, anda soltando la mentalidad de posesión. Deja los apegos. Esa inclinación irrefrenable, indomable, a tener, a poseer. Ese aferrarse a las cosas…al dinero…a los vicios…y a las personas… No te quiero decir que vayas a vivir con tu familia en una cueva o en un desierto. De ninguna manera. El secreto está en que tú tengas las cosas sin que las cosas te tengan a tí. Cuando llevas tu vida –aun siendo muy rico- con cierto desprendimiento, con cierto dominio, con cierta disposición a dejar las cosas y las riquezas en cualquier momento sin que ello te afecte significativamente, estás preparado para el viaje. De lo contrario, el cargamento impedirá que tu alma alce el vuelo a la altura debida: quedarás entonces en los niveles bajos, que son de ansia, de dolor, de sufrimiento.
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Pero, hay apegos mucho más penosos y terribles que el apego a las cosas y a las personas: se trata del apego a los vicios, que cabe dentro de las adicciones. Está muy bien, por ejemplo, que te atraiga la vida sexual. Lo malo está en la exacerbación, en el apego voraz, indetenible, enfermizo. Porque cuanto más te dejes dominar por el apego, más profundizará en tu ser y más difícil te será desprenderte en la hora crucial. Es más: morirás adherido a la idea de ese vicio, y tu alma andará de un lado a otro, desesperada por satisfacer el deseo sexual. Y el sufrimiento es “infernal” por cuanto no teniendo órganos físicos, te será absolutamente imposible satisfacer tu deseo. Y así sumas, sumas, sumas y multiplicas el deseo y a la vez el sufrimiento. ¡En eso consiste el infierno!. ¿Para qué cachos ni diablos que te frían en un caldero como una salchicha?... Si quieres ser feliz en el más acá, ¡cuidado con las adicciones! No se te ocurra morir con adicciones, sea cuales sean. Existen adicciones a las drogas, al aguardiente, al tabaco, a los juegos de azar y, como ya dije, al sexo. Se trata de apegos sumamente graves y dolorosos, tanto más cuanto que están compenetrados por el mal espiritual del vicio, de la perversión. Quienes mueren borrachos o drogados, son aquí, cadáveres de espíritus. ¡Cuidado con las adicciones!
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107- LA CHAMARRA DEL MUERTO Mi mujer y yo nos fuimos de vacaciones a la región andina. Como era temporada alta, casi no había hospedajes disponibles, por lo que nos adaptamos a las circunstancias, alojándonos en una vieja posada que parecía querer ocultarse entre bosques y colinas. Cuando el automóvil nos dejó frente a la puerta, había caído la noche y apenas si lograban asomarse una que otra estrella, porfiando con la neblina que comenzaba a espesarse. La posada sólo constaba de siete habitaciones, ya ocupadas. Sin embargo, quedaba libre la suite. Así lo informó el recepcionista a la pareja que nos precedía. Ambos rechazaron la oferta casi al mismo tiempo, con gestos que me llamaron la atención. Prefirieron marcharse a buscar otro lugar donde hospedarse. Gracias a esto, me dije, tuvimos suerte, pues ya sabíamos cuán difícil era encontrar ubicación en esos lugares.
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Al entrar a la suite, Iris y yo nos miramos en silencio. Pero, no dijimos ni una palabra, y pasamos a una habitación que nos pareció extrañamente fría, en comparación con el resto de la casa. Conversamos un rato en el recibo, donde nos sentamos en un destartalado sofá, cubierto con una especie de ruana, que le ocultaba los resortes. Después, nos fuimos a dormir. Cerca de las dos de la mañana nos despertamos porque la puerta que separaba el recibo, de la habitación, se abrió de par en par. Pero, de inmediato se fue cerrando…poco a poco…con chirridos de bisagras oxidadas. Nosotros, si bien nos llamó la atención todo aquello, supusimos que debía ser el viento…aunque todo estaba cerrado y no había corrientes de aire…La puerta se abrió y se cerró en la misma forma misteriosa unas tres veces. Como una hora más tarde me desperté porque creí que Iris trataba de sacarme la almohada de debajo de la cabeza, a la fuerza. Más tarde nos despertamos los dos porque alguien nos había arrancado la chamarra, con violencia. La chamarra azul por un lado y roja por el otro, que servía de edredón, pero que ambos estábamos usando para cubrirnos, debido al frío intenso. Vimos al pie de la cama, frente a nosotros, una estela blanquecina, una columna de humo con forma humana, que parecía mirarnos fijamente. No es necesario decir que salimos volando hacia el recibo y que allí pasamos lo que restaba de la noche, temblando de miedo. No bien amaneció, informamos al empleado que nos retirábamos del hospedaje. Por el camino, el taxista nos refirió que estaba acostumbrado a buscar huéspedes a esa hora: huían de la posada porque el alma del fundador y dueño del hospedaje, un europeo de apellido Hachembach, se enfurecía con todo aquél que durmiera en su cama y usara el colchón, las sábanas, la almohada y la chamarra roja y azul que habían recogido sus postreros escalofríos cuando agonizaba, unos veinte años atrás. Y nadie puede asegurar que los herederos hubieran cambiado el colchón y las almohadas y que 259
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hubieran lavado las sábanas y la chamarra, siquiera una vez en tan largo tiempo. Con razón aquel hedor de azufre y cacho quemado que nos estuvo atormentando…
108- SUEÑOS Cuestionario indiscreto Soñó que cuando le preguntaron -por qué escribía, respondió: -porque soy osado; -en qué condiciones escribía, respondió: -con los pocos recursos que me permiten una inteligencia muy limitada y una habilidad que no da para mucho; -para quiénes escribía, respondió: -para quienes no quieren leer porque son afines con quienes no sabemos escribir; -por qué, no obstante todo, sigue escribiendo, respondió: -¿quién se atreverá a impedírmelo? El burro consejero Un joven, Alfonso Repoyero, compró un burro. Lo llamó Virulo.
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Muy pronto se dio cuenta de que Virulo era muy vivaz, inteligente y culto, y de que hablaba muchos idiomas, excepto el francés (no se supo por qué)… A Virulo sólo le faltaba un título universitario para que admitieran que era un sabio, pues en esos tiempos la sabiduría era cosa más de papeles que de realidades tangibles. Repoyero se sirvió del burro para poder avanzar en los estudios de Derecho: Virulo se las arreglaba para presentar los exámenes por su dueño y le realizaba los trabajos de investigación. Cuando Repoyero se graduó, se dedicó al ejercicio de la profesión con la indispensable asistencia del burro. Cuando lo nombraron juez, las sentencias se las elaboraba Virulo, mientras Repoyero se limitaba a firmarlas. Como las sentencias que elaboraba Virulo eran perfectas, toda una cátedra de sapiencia jurídica, Repoyero se hizo famoso y fue elevado al nivel supremo de la magistratura. Recopiló las sentencias del burro y editó varios libros que, obviamente, tenían todo del burro y nada del dueño. Un día amaneció muerto el burro: el magistrado Repoyero perdió la sustentación y quedó en evidencia…Pero, se reconocieron los méritos de Virulo, que tuvo su propia estatua en el Salón de la Fama. Nectario Apenas dio sus primeros vuelos, comenzó a buscar el néctar de las flores. Cómo se le notaba complacido, deleitándose con absorber los aromas y los jugos. Cuando llegó el día de asignarle un nombre, la madre lo llamó “nectario”. Los muchachos lo llamaban así. “El mosquito Nectario”. La maestra informaba que Nectario se la pasaba distraído, no sabía por qué. ¿Por qué iba a ser? sino pensando en salir del aula para volar en busca de las flores y beberse con ansiedad los néctares. Un día voló y voló en busca de flores más lejanas, para ver si el sabor del néctar variaba con los lugares. Sin darse cuenta fue a parar en un 261
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hermoso parque lleno de tantas y tantas flores, que no sabía por dónde comenzar. Se sintió tan feliz, tan complacido, que decidió visitar el parque con frecuencia. Pero, una vez, sin darse cuenta, de flor en flor voló hacia el otro lado de la calle y dio de frente con una nube de néctares un poco diferentes cuyas emanaciones le inyectaban agradable somnolencia. Era un bar. Entró por una ventana y lo sorprendió la cantidad gente que había allí pidiendo botellas y vasos con líquidos raros. Se paró en el borde de un vaso y miró hacia abajo: una especie de inmenso lago de color ámbar, rodeado de burbujas, del que emanaban aromas hasta entonces jamás percibidos por él. ¡! Ahhh. Qué aromas tan deliciosos!. Aquel néctar debía saber a cielos. Y, sin pensarlo dos veces, se lanzó en picada sobre el lago y quedó mareado, mareado y pesado como el sueño más pesado… Cuando la mujer llevaba los vasos, alguien gritó: -¡Esa cerveza tiene un mosquito muerto!. ¡Bótala!. Cuando la mosquita-madre se enteró de la muerte de su hijo, quedó tan golpeada, que tuvo que acudir a la psicóloga de los moscos, quien le explicó: ¡Si las madres supieran! El nombre, bueno o malo, es un martillo que golpea día tras día, hora tras hora, cayendo siempre sobre el mismo clavo, y el clavo se profundiza, queda sembrado, e influye definitivamente, para bien o para mal. Cuando a su hijito lo llamaban “nectario, nectario, nectario”, día tras día, hora tras hora, se le remachaba la idea de que no había nacido sino para sorber jugos…luego licores. Por eso, -concluyó - no hay mosquitos más inclinados a borrachos, que los bebedores de jugos fermentados. Por ahí se empieza…Así comienzan todos los borrachos y terminan ahogados en el licor… Secuestro
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Una madrugada, todo un ejército se llevó al abuelo. Con cabellos de la abuela, lo amarraron a una tabla montada sobre patines, y lo arrastraron como a otro Gulliver, desde la cocina de la casa, hasta quién sabe dónde. Los vecinos dicen haber escuchado pedidos de socorro, pero sofocados, pues al parecer le metieron unas medias en la boca y le cubrieron la cara con la funda de una almohada. A pesar del sigilo, no podían evitar el ruido de las ruedas sobre el pavimento. Los recogedores de basura, al ver aquel desfile macabro, corrieron hacia el camión del aseo, y se perdieron en la noche, ateridos de pánico, porque creyeron que se trataba de la invasión china. La familia del abuelo tuvo miedo de acudir a la policía, pues supusieron complicidad: esa noche no pasó la patrulla por la cuadra, ni una sola vez. Estuvieron pegados del teléfono, a la espera de las instrucciones de los secuestradores, pero en vano. Jamás se supo más de él. Algunos dicen que, en realidad, todo fue obra de la abuela y de los hijos, por cuestiones de herencia… -Es posible - dijo un entomólogo- que lo tengan en salmuera y se lo estén comiendo poco a poco… -¡Sebastián! - dijo la abuela al nieto- Todo pasó porque no le hacías caso a tu abuelo: él te decía que no comieras en su cama para que las migajas no atrajeran a las cucarachas, y tú no le obedecías. Por eso vino ese ejército de pesebreras y se llevó. Así que tampoco comas en mi cama…No quiero que me lleven esas bichas asquerosas… -No te preocupes, que las cucarachas no se llevan a las abuelitas queridas y bonitas como tú…al abuelo sí, porque era feo y ya estaba empezando a oler a viejo… Sebastián despierta. Era un sueño. Le dice: -¡Hacía tiempo que no soñaba pendejadas!. Lógica sebastiánica 263
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-¡Abuelo!- me dice Sebastián, mi nieto, de seis años- ¿Quién corre más, el burro o el león? -Pues, claro, el león. -¡No, abuelo! -¿Cómo que no? -No. El león persigue al burro, lo alcanza y se lo come. -¿Ves? -Cuando el león se lo come, el burro deja de existir. Como ya no existe, no tiene que correr más. En cambio el león, por mucho que corra ya no lo alcanza. Guardo silencio... Estos niños de ahora sí que nos ponen a pensar… Mirándolo bien, desde su punto de vista tal vez tenga razón. Sueños con árboles No sabemos por qué nuestro nieto Sebastián sueña, recurrentemente, con árboles. Yo, bromeando, le digo que tal vez sea porque admira a ese gran leñador que fue Abraham Lincoln, El gran repoblador Sebastián soñó que habían desaparecido de la Tierra todos los árboles, grandes y pequeños, y toda clase de yerbas y musgos, toda vegetación. La Tierra era una cabeza totalmente pelada y el dueño de la cabeza iba de uno a otro lado, rascándosela, desesperado, y la cabeza brillaba como una naranja limpiecita, limpiecita, en la oscuridad de la absoluta noche, sin tan solo una estrella. Ah. También soñó que un ángel esplendente vino y le entregó un árbol, muy, pero muy chiquito, en un matero de barro también muy chiquito, y le dijo: -Tú repoblarás la Tierra de árboles, si cuidas y riegas éste con cariño. Sebastián despertó aliviado. Y se sintió tan importante… 264
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A toda la Tierra Soñé, abuelo, con un árbol inmenso, inmenso, tan grande y frondoso, que sus raíces ocupaban todo un continente y que sus ramas daban sombra a toda la Tierra. Soñé que todas las aves anidaban en su copa y que todos los animales terrestres se cobijaban a su sombra. Desperté y tenía en mis manos un colibrí que parecía un arcoíris. Me dijo: nací en la copa de ese árbol inmenso cuyas ramas dan sombra a toda la Tierra.
109- EL INCENSARIO DEL NILO Desgranados, van llegando a la quinta, enclavada en una colina. Es una atalaya perfecta. De un lado, la ciudad, que la lejanía pinta como una sola casa inmensa, salpicada de diversos colores; del otro, el río, como una raya trazada por el capricho de un niño. El estacionamiento se ve estrecho. Tienen que ubicar los vehículos a lo largo del camino. El anfitrión, Julio Zamudio Lapas, golpea con un cucharón la jofaina, se inspira y, cuando supone que los contertulios le prestan suficiente atención, les dice: -“¡Amigos, camaradas, colegas!. Muy buenas tardes. Esta fecha será digna del albo lapillo de los romanos. Nos hemos convocado para hacer una vaca y comprar en España un incensario hermosísimo, deslumbrante, de plata, con recamados de oro y salpicaciones de piedras preciosas, picadas nada menos que por los conspicuos picapedreros de La Cogolla, donde emitió sus primeros vagidos nuestra lengua. Les ruego se acerquen a mirar las fotos de ese paradisíaco turíbulo, dispensador de volutas fúmicas, surtidor de aromas traídos de la Arabia milenaria, que podemos conocer gracias a la maravilla de Internet...! Apropínquense, por favor! 265
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¿Qué les parece esa preciosidad? ¿No esplende acaso como una joya premunida de energía cósmica? Un auténtico relicario, oscilante como un astro de luz, mágico como un escarabajo de rubíes, que nos imaginamos mecido por las dulces manos de Cleopatra. Es un joyel que merece un canto. Un poema en sí. Una suerte de eclosión del arte, que muy pronto contribuirá a depurar nuestros ambientes literarios, favoreciendo, si cabe más, tanta inspiración creadora. De inmediato, vamos a realizar la colecta, a razón de sietemil voltios por cabeza...para que nos alcance para el whiski… El objetivo de esta valiosa adquisición es obvio: todos los fines de semana nos reuniremos en forma alternativa en la mansión de cada uno de los cofrades, para incensarnos mutuamente o, como quien dice, para que conjuguemos como un himno, nuestro verbo amoroso más preciado: Yo te alabo, tú me albas…
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110- LO QUE DIJO BUSHIDA CHIITO PAYAKA El Maestro Bushida Chiito Payaca, dijo: Por naturaleza, este mundo es incompleto y, por lo tanto, incapaz de brindar felicidad. Porque la felicidad es, ante todo, plenitud. Cuando queremos calor, hace frío. Cuando queremos frío hace calor. Unos países tienen en demasía y en otros sólo hay escasez y miseria. Cuando se crea o se descubre algo, beneficia a unos y perjudica a otros. Y a esto se suma la inconsciencia del hombre, que incrementa los desniveles y acrece las desigualdades por obra de intereses secundarios. Como este mundo es incompleto, por naturaleza, la felicidad debe estar en otro mundo. Por consiguiente, no nos apeguemos a esta vida, porque en ella no hay plenitud, no puede haber felicidad.
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111- LA VIRTUD VICIOSA Cuando una virtud se lleva al exceso, degenera en vicio – nos decía en clase el profesor Rufino Cotuffa Pistachi, oriundo de Padua y especialista en filosofía aristotélica. El bien –proseguía- llevado al extremo, se convierte en mal. El Derecho llevado al exceso, se convierte en lo injusto, en la “in-juria” de Marco Tulio Cicerón. Cuando practicamos la caridad desatendiendo a nuestra propia familia, a nuestros hijos, a nuestra esposa, a nosotros mismos, por ayudar a los demás, la caridad degenera en irresponsabilidad. Lo ideal es, pues, el término medio. Ayudar a los demás con el excedente, con lo que nos sobre una vez atendidas plenamente nuestras necesidades. Esta idea de la virtud como término medio, debe ser aplicada en el ámbito político. La llamada solidaridad internacional decae en vicio cuando los gobernantes prefieren dedicar los recursos a otros países, olvidando las necesidades propias del país.
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112- EL PADRE DE LOS DEMONIOS Un monje era continua y terriblemente asaltado por los demonios. Lo perseguían y lo agredían en todo lugar. Temía ir a su celda porque estaba seguro de que, al abrir la puerta, estaría un tropel de ellos aguardándolo para abalanzársele encima y rasguñarlo y golpearlo en medio de gritos estridentes y ofensivos. En el propio centro de oraciones, donde solía reunirse la comunidad para meditar, no dejaban de atacarlo aquellos seres repulsivos, de rostros retorcidos por la maldad, y que le infundían malos pensamientos y peores deseos, impulsándolo a perpetrar hechos de maldad. Estaba al borde de la desesperación. Un día se anunció la visita de un sabio Maestro que iba recorriendo el mundo repartiendo el bien a manos llenas a través de la palabra santa y del ejemplo elocuente. Decidido a consultar al Maestro, se acercó a éste y le refirió la gravísima situación que estaba viviendo. Hasta llegó a manifestarle que todo aquello se debía a Dios, que le enviaba a los demonios para castigarlo. El Maestro, después de algunos minutos, le dijo: La causa de tus males no puede ser Dios. Porque lo bueno no es causa de lo malo. Un árbol bueno produce frutos buenos. ¿Cómo podría venir de un Dios infinitamente bueno una pizca siquiera de maldad? No. El padre de esos demonios eres tú mismo. Todo lo creado por Dios tiene formas, tonos y colores. Formas, tonos y colores que son buenos en sí. Pero, cuando tú los mezclas indebidamente, producen discordia y desarmonía, que es el mal. De esta manera, a través de mezclas indebidas de formas, tonos y colores, creas tus propios demonios. Cuando predicas la caridad, pero lo haces con la intención oculta de sobresalir y para que te crean bueno, estás mezclando 269
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indebidamente una virtud con una intención torcida, y ahí tienes un demonio que te persigue y arroja fuegos a tu conciencia. El ser humano debe amarse a sí mismo porque es obra de Dios. El amor propio es bueno de por sí. Pero, cuando lo exageras en perjuicio de los demás, a quienes también debes amar, mezclas un inclinación natural y buena, con un resultado perverso, y tienes otro demonio. La pureza es, de por sí, obviamente, buena. Pero, cuando la exageras hasta lo enfermizo, creas un demonio que te acosa con terribles sufrimientos. Piensa en esto: tienes el poder de la voluntad. Condúcela por la senda de los pensamientos buenos y correctos, y destruirás uno a uno los demonios que has creado, que te torturan la vida y te amargan la existencia.
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113- EL COCHINO GURMÉ Un hombre llora porque no puede ni siquiera darse una ducha. Tampoco puede estar sin comer. Ya va por los 450 kilos… y para arriba. Le han efectuado estudios respecto a la obesidad y sus causas, y no queda nada por hacer. Por el contrario, diera la impresión de que todas y cada una de las terapias le incrementasen el apetito. Hasta el sólo pensar en el hambre le desata un apetito feroz. Peor aun cuando se informa del hambre crónica en el mundo, lo cual le ocasiona una angustia tan profunda, que quisiera atragantarse más todavía, mientras, contradictoriamente, lo atormenta la idea de que está engullendo la parte que corresponde a los hambrientos de la Tierra, con quienes quisiera compartir... Un curioso tuvo la idea de consultar el caso con un metafísico, quien llegó a la conclusión de que Monsieur Latusse lo que necesita es una terapia espiritual que le borre un programa de adicción famélica adquirido en tiempos del Rey Sol, aficionado como ningún otro mandamás a la buena mesa y en especial al buen cochino, del que no desperdiciaba en ninguna circunstancia les amables chinchurries, como solía decir… Aseguran los historiadores –siempre dignos del mayor crédito- que a las cochineras reales fue llevado un marrano camboyano que se caracterizó no sólo por lo exigente sino también por lo refinado y por lo culto. Se dice que gozaba de un oído tan fino para aprender idiomas, que dominó el francés en muy pocos días, dejando admirados a todos los que le escuchaban lanzar largas y floridas parrafadas de nivel literario insuperable. Pero, nada tan portentoso como su aprecio por la buena mesa, donde manifestaba un nivel de pulcra y calificada exigencia dirigida a complacer su auténtico “ paladar gurmé”. 271
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Refieren las crónicas reales que a tal punto llegó la fama del cochino gurmé, que el propio rey lo visitó y le cobró tanto amor, que prohibió que lo sacrificaran. Por el contrario, dispuso que le fuera construida una cochinera especial, donde el propio mandatario no sólo podía degustar en su compañía los platos más paradisíacos, sino también floridas tertulias literarias. Pues bien. ¡Quién podría creer que el señor Latusse fue, según los metafísicos, ese cochino! El camboyano naturalizado francés como por propio derecho falleció en 1715, poco antes que el rey, cuya muerte se le precipitó, al parecer, por esa causa. Cuánto lamentó el monarca que su gran amigo no hubiera podido andar en las cuatro patas, debido a la gordura, para que hubiese podido lucir los zapatos de tacón alto que, por excepción, le había regalado en su penúltimo cumpleaños. En su regia cochinera el cochino gurmé se apasionó tanto, pero tanto, por paladear las viandas, que lo afectó una fijación culinaria intensa, enclavada muy profundamente en el subconsciente. Por esta razón está condenado a la obesidad cada vez que reencarne, bien como gordo del sexo masculino, bien como gorda del sexo femenino. A menos que un buen samaritano le realice la terapia de desprogramación. ¿Quién se anima? Sin asomos de envidia, por mera caridad cristina y por ningún otro interés nos permitimos aconsejar a los amigos gurmetes, que no exageren su gustosa inclinación a los sabores, no sea que reencarnen como flamantes cochinos de quinientos kilos, y después no puedan con la maleta…
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114-LAS UBRES DEL MATRIMONIO ¡Hujum! ¡Qué espléndidas ubres tiene el matrimonio para algunos!
¡Qué vaca tan hermosa!... Una mujer se casó con los ojos muy bien cerrados, como la inmensa mayoría de las mujeres, quienes los abren mucho, pero mucho después de despertar de la luna de miel. Prendada de su “muñeco”, no quiso verle los defectos, por muy voluminosos que fueran. Es más: estaba tan obnubilada, que llegó al extremo de entender sus vicios como “dones graciosos que ornarían la vida matrimonial”. Meses después de una “nochebuena nupcial” que tuvo que costear sola hasta el último centavo, comenzó a percibir la realidad: desgranarse la vida trabajando mientras él se solazaba en la holgazanería, roncando hasta la hora de almuerzo. Ella lo soportaba, año tras año, sólo para que no la abandonara. Hasta que no aguantó más tanto abuso, tanto descaro y desconsideración, y planteó el divorcio. Pero, ¡qué dolor tener que vender la casa que había comprado y equipado ella sola, con tantos sacrificios, mediante su solo trabajo! ¿Y tener que entregarle el 50% al vago? ¿E igualmente respecto a los demás bienes adquiridos durante el matrimonio?.
¡ Qué hermosa vaca es el matrimonio para algunos! Lo peor es que la ley los alcahuetea…
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115- EL SANADOR DE RELOJES Muchos, muchos años antes de que alguien apareciera en televisión doblando tenedores y cucharas con la mente, hubo en el pueblo de Santa Cazorla un hombre llamado Jacinto Calzada quien poseía el raro poder de “sanar” relojes. Estaba convencido de que esos aparatos eran casi humanos, seres especiales, vivientes, con sus misteriosas estructuras y su reluciente aspecto de joyas. Las “sanaciones” que practicaba
Jacinto eran inmediatas,
instantáneas. Ni siquiera tenía que abrir los relojes ni revisar los mecanismos para diagnosticar el problema. Simplemente, aplicaba las manos con suficiente calor mental, y los relojes recuperaban “la salud”. Pero, una mañana Jacinto amaneció muerto. De inmediato, todos, absolutamente todos los relojes, hasta el de la torre de la iglesia y el del párroco, aun protegidos por la bendición papal, se paralizaron para siempre. No admitían reparación, como si hubieran decidido morir con el sanador, en una especie de suicidio colectivo. Además, todo reloj nuevo y sano que ingresase a la comarca de Santa Cazorla y sus alrededores, a cincuenta leguas a la redonda, quedaba muerto sin remedio y per soécula. Por esta razón, Santa Cazorla fue llamado “el pueblo sin tiempo”, pues el tiempo existe si se le mide, pero allí no hubo reloj que lo midiera.
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116- EL MONJE DE GHAJANAJAH En el Centro de Estudios Espirituales de Ghajanahah, un monje ansiaba conocer el rostro Dios. Había intentado conocerlo a través de la oración, de la meditación y de la contemplación, pero no lograba ni siquiera imaginarlo, por muchos esfuerzos que realizara. Acudió, entonces, al Maestro superior, quien le dijo: -Por el medio se conoce el fin, por el efecto la causa, por la obra el autor, por lo creado el creador. No necesitabas irte tan lejos para conocer el rostro de Dios, cuando lo has tenido tan cerca. Dios hizo al hombre conforme a su propia imagen. Por lo tanto, conociendo al hombre conocerás a Dios. Sin embargo, has estado entre las paredes de este Centro durante innumerables años. No has conocido sino a tus compañeros de estudios. Es, pues, necesario que amplíes el radio de conocimiento y que salgas de estos muros y jardines y vayas a recorrer mundo para que conozcas el rostro de Dios a través de los hombres. Anda, entonces, y cuando consideres que has logrado la respuesta, ven y me la refieres, que te recibiré con los brazos abiertos y te daré mi bendición. El monje se marchó al exterior. Visitó muchos lugares en su propio país. Después viajó a muchos otros países, siempre con el mismo objetivo: hallar en el rostro de los hombres el rostro de Dios. Se reunió con gente importante, reyes, ministros, profesores, científicos, médicos, abogados; también con personas humildes y sencillas, en las tiendas, en los mercados, en las plazas. Del mismo modo conversó con estudiantes en escuelas y universidades. Además, estuvo muy atento a la prensa, a la televisión y al cine. Y, después de mucho tiempo dedicado a la observación, pensó que había llegado la hora de regresar al Centro. El Maestro le dio la bienvenida con los brazos abiertos y lo abrazó complacido y lo bendijo, tras lo cual le preguntó si había hallado la respuesta 275
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tan ansiada a su inquietud; si había logrado ver el rostro de Dios en el rostro de los hombres. El monje le respondió: -He recorrido el mundo por diversos lugares buscando el rostro de Dios en le rostro de los hombres, pero, después de mucho andar quedé asombrado. No encontré hombres en ningún lugar. Lo que encontré fueron apariencias de hombres. Con el poder de mi tercer ojo, penetré sus máscaras en busca de los rostros ocultos y verdaderos, y lo que hallé, siempre, fueron rostros de monos, reflejos de maldad, de perversión, de egoísmo, de engaño, de usura, de avaricia, de traición, de prepotencia, de violencia y de crimen. Ése no es el Dios de bondad infinita en el que yo creo. Ésos no pueden ser los rostros de Dios. Lo que existe allá afuera, Maestro, es el planeta de los simios regido por la ley de la selva.
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117- LA INVERSIÓN Y LA RECOMPENSA Un hombre tenía dos hijos. Cuando fueron mayores de edad les dijo: -Habéis cumplido las etapas de la niñez y de la adolescencia a nuestro lado. Vuestra madre y yo hemos cuidado de vosotros. Os hemos alimentado y vestido. También y sobre todo os hemos educado y brindado formación, cuyos frutos debéis cosechar. El padre depositó en las manos de cada uno de los hijos una cuantiosa suma de dinero, y les manifestó que les entregaba a cada uno la misma cantidad y que cada quien debía dar al dinero mejor inversión. -Invertidla y sacad de ella el mejor provecho conforme a vuestra consciencia. Veremos cuál obtiene los mejores resultados. Agregó que después de cierto tiempo que les fijó, tendrían que regresar para establecer cuál de ellos había invertido mejor la suma recibida. -Al mejor inversor le entregaré una recompensa muy significativa. Los hijos se marcharon, cada cual por su lado. Transcurrido el plazo fijado por el padre, regresaron a rendirle cuentas. El hermano mayor dijo: -Padre. Aquí tienes mis resultados: invertí el dinero en instituciones financieras de prestigio, serias, seguras y productivas. Cuadrupliqué la suma recibida, a través de intereses progresivamente capitalizados. Me entregaste 2 y te devuelvo 8. -El menor dijo: -Padre. Me entregaste 2 y te devuelvo 0.25. -¿En qué invertiste el dinero que te entregué? -Por el camino, desde que salí de aquí, sólo encontré hambre y pobreza. Hallé gente muy necesitada: tenían hambre y les dí de comer; estaban desnudos y les dí ropa; vivían en la intemperie y les construí viviendas. Sólo en esa línea de ayudar a los demás hice las inversiones. Yo sé que no merezco la recompensa. Pero invertí como tú lo dijiste, conforme a mi 277
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consciencia. Y mi consciencia es, según mi madre y tú nos enseñaste, la de ayudar a los demás. El hijo mayor, frotándose las manos y con los ojos de la codicia relampaguéandole, se dispuso a recibir la recompensa. Pero el padre dijo: -La recompensa corresponde a quien ha manifestado mejor corazón: a mi hijo menor. Porque no hay mejor inversión que la que se dirige al auxilio de los demás. A mis ojos, no es buena inversión la que se aplica a la usura y al exclusivo interés personal, sino la que realiza el amor y enaltece y realiza la fraternidad. Las enseñanzas de vuestra madre y mías fue una continua prédica contra la usura, y sólo uno de vosotros ha respondido cabalmente a esa lección. El padre consideró conveniente dar al hijo mayor otra oportunidad: -Anda de nuevo. Inténtalo otra vez conforme a nuestras enseñanzas…
118- EL DISCURSO 278
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Un sabio maestro hablaba y hablaba y hablaba. Parecía un grifo abierto. Hasta que se cansó de hablar. Viajó a otros países para acrecentar el conocimiento de la verdad y acrisolarse aun más en la ardua labor de la purificación espiritual. Regresó después de muchos años. La gente, ansiosa por escuchar de sus propios labios el relato de sus experiencias, lo invitó a que esa noche los beneficiara con un mensaje de sabiduría, en la plaza pública. Él aceptó. Cuando llegó a la plaza, al anochecer, todo estaba preparado. El maestro, sin proferir palabra alguna, hizo varias reverencias al público y tomó asiento. Con suma expectativa, la gente aguardaba el inicio de la lección. Pero él mantenía los labios sellados por el silencio. Los asistentes se notaban cada vez más inquietos, mientras un silencio espeso se dejaba sentir sobre todos ellos. Transcurrió una hora y el maestro sin hablar. Finalmente se levantó, hizo varias reverencias al público y se retiró sin decir ni chao. La gente, con lucidez increíble comprendió el mensaje del maestro: “ha llegado para la Humanidad la hora del silencio. Porque ya basta de palabras. Demasiada paja para tan poco trigo”.
119- EL LETRERO OXIDADO 279
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Otro día el gurú Aidda Ma Rama Na nos dijo Un hombre va conduciendo el automóvil por una carretera solitaria. Hay bastante oscuridad. De pronto, en una curva, un letrero oxidado y mediocubierto de barro parece advertir que poco más adelante se cayó el puente. Las luces de los carros que vienen en sentido contrario le relampaguean con insistencia como enviando un mensaje de advertencia… Pero, él, en lugar de reducir la velocidad, como lo diría la prudencia más elemental, imprime mayor velocidad al automóvil. Así suele suceder ante la cuestión de si hay algo, más allá de la muerte… Muchas personas escuchan hablar del tema de la vida después de la muerte y de cómo, una vez allá, se pesan nuestros actos y sus consecuencias. Sin embargo, viven a toda prisa, atados por ocupaciones meramente transitorias y, aplastados por una presunta sabiondez y por el orgullo del intelecto, no hacen caso de la advertencia y, por el contrario, se apresuran a rechazarlo, como si no se tratase de algo crucial, de suma importancia, respecto a lo cual no cabe la ligereza, pues la muerte espiritual puede hallarse al final del camino. La cuestión, entonces,
exige una respuesta prudente, de por lo
menos “no puedo asegurarlo”. ¿Por qué, pues, no sujetarse a un “porsiacaso” muy conveniente, y detenerse a pensar en la posibilidad de que el más allá sí existe?
120- KAI-KAI, EL PERIQUITO
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El padre y la madre de Kai-kai, “el periquito”, salían a trabajar. Quedaba al cuidado de los abuelos, quienes, amorosos, lo mecían en los brazos o en la hamaca, silbándole o cantándole breves y alegres canciones de cariño paternal. Kai-kai, cuando el sol, al medio día, dejaba caer su mayor peso, yacía en la hamaca, frente a la corriente de aire fresco, mecido por los abuelos. Entonces, como si comprendiese cuánto lo amaban y quisiera expresar alegría de felicidad, sonreía y sonreía, mientras agitaba las piernecitas, elevándolas lo más posible y soltando breves y tímidos gorjeos de complacencia. -¡Qué cara de porotoico (lechuza), la de mi mujer, cuando mece a nuestro nieto en sus brazos- piensa el abuelo. -Sólo quien tiene nietos sabe lo que es el amor- piensa la abuela.
121- EL NIÑO Y LA MARIPOSA A los niños traviesos 281
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Hubo una vez un pueblo donde había muchas casas. En una de ellas habitaba una familia donde vivían varios niños, entre los cuales el menor se llamaba José. José era muy cariñoso, el más cariñoso de los niños, siempre vivo y despierto, también muy inquieto.
No podía evitar ir de un lado a otro
tocándolo todo. Tocaba los árboles, acariciando de arriba abajo las arrugas del tallo.. Tocaba las flores, que temblaban de miedo o de alegría cuando se acercaba a ellas para sacudirles el rocío de la mañana. Tocaba el agua del río y las lajas y los musgos, también las guedejas de las cascadas. Y como era muy cariñoso quería tocar los coloridos peces del estanque. Pero, los peces no se dejaban tocar porque creían que podía mancharles los hermosos colores, y confundir las franjas amarillas, negras, blancas, verdes y azules, o las manchas de muchos colores que les punteaban el vientre o las aletas. Quería tocar también las abejas, pero ellas lograban escapar haciendo vibrar sus alas y aterrizando en las flores más lejanas porque amaban a José por ser un niño cariñoso y no querían tener que picarlo para que las dejara libres. Una vez logró alcanzar a una mariposa. Desde una hoja de plátano lo miraba con grandes ojos fijos y negros. Tenía las alas de color azul claro, pero adornada con líneas amarillas y rojas y círculos de azul intenso. Logró alcanzarla, sí. pero, debido a la emoción y a la intensidad del cariño, la apretó demasiado y la mariposa murió entre sus dedos. Por supuesto, siendo el primer contacto con la muerte que tenía en la vida, José lloró, lloró y lloró. pero aprendió, a tan temprana edad, la gran lección de que el amor excesivo mata. Mata al que ama y mata al ser amado.
122- EL COMODATO
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En el salón de clases, a mitad de curso, los alumnos esperan al nuevo profesor de Derecho Civil…Entra un señor blanco, elegantemente vestido. Traje azul intenso. Corbata azul claro. Maletín de cuero, marrón. Buenas tardes. Toma asiento y pregunta como punto de arranque de la clase: -¿Qué es el comodato? -Es un contrato mediante el cual el comodante cede al comodatario el derecho de uso de una cosa, sin desprenderse del dominio sobre la misma. Pues bien. Cuando venimos a este mundo, nuestro espíritu se insufla en un cuerpo físico que no es nuestro sino cedido en comodato por Dios, quien es su propietario. Por consiguiente, ninguno de nosotros, ningún ser humano, tiene derecho a cometer abusos en la utilización del cuerpo. Antes por el contrario, estamos obligados a cuidarlo, a conservarlo en las mejores condiciones, hasta que lo devolvamos con la muerte. Pensemos, entonces, en aquellos jóvenes (y no tan jóvenes) que colocan el cuerpo en situaciones sumamente peligrosas con los llamados deportes extremos, donde, como todo sabemos, existe un altísimo porcentaje de probabilidades de que irrumpa la muerte o por lo menos quede lisiado el loco deportista. No voy a detenerme en otros ejemplos, el motocroos y los deportes acuáticos, etc. Sí debo decirles que, así como el comodatario debe responder por la cosa que le han cedido en comodato, nosotros somos responsables por lo que hagamos con el cuerpo. Y la sanción será severa. Porque los maltratos que causemos a nuestro cuerpo los habremos de pagar con creces en la vida futura, cuando reencarnemos. Quien como consecuencia de la práctica de un deporte extremo queda lisiado, nacerá lisiado o pasará por circunstancias que le generarán la parálisis total o parcial del cuerpo. Cuidemos, pues, nuestro cuerpo, como buenos y leales comodatarios de Dios, el comodante supremo. Se despide. -Buenas tardes. Muchas gracias… 283
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Sale.
Muy poco tiempo
después entra
un señor blanco,
elegantemente vestido. Traje azul intenso. Corbata azul claro. Maletín de cuero, marrón. Buenas tardes. Toma asiento y pregunta como punto de arranque de la clase: -¿Qué es el contrato de venta? Los alumnos quedan confundidos, perplejos, estupefactos…Al primer profesor, extraño, misterioso, nadie lo conoce, nadie sabe de él. Desapareció como vino, sin dejar rastros…
123- CUIDADO CON LA MAGIA NEGRA
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El conferencista vio ante él una concurrencia muy numerosa, atraída por el tema que expondría esa noche. La inmensa mayoría esperaba la realización de algunos actos de magia negra o la impartición de conocimientos prácticos dirigidos a realizarla. Pero, quedaron un tanto decepcionados cuando solamente dijo: Cuidemos nuestros pensamientos, nuestros deseos, nuestras palabras y nuestras acciones –comenzó-
Para practicar magia negra, no se
precisa saber cómo se invoca a los espíritus infernales, ni cuál es el nombre de cada uno de ellos, ni estar compenetrado con los principios de la operación mágica o saber de triángulos, pentáculos y combinaciones triangulaes, ni estar informado sobre el tridente de Paracelso, ni correr el riesgo de que algún energúmeno fanático y descontrolado nos lance esputos. No. La magia negra la practicamos, en forma directa y sin necesidad de ceremonias o ritos, a través de la maldad plasmada en deseos, intenciones, gestos, miradas, pensamientos, sentimientos y acciones. Y para esto no se requiere haber hecho cursos de magia ni ser un especialista en la materia. Así, pues, tal es la cosa que hasta los mudos pueden ser magos negros, puesto que no se necesita proferir palabras. Incluso nos atreveríamos a preguntar si acaso la magia negra de los mudos no será la peor, la más eficaz, la más virulenta, porque es odio concentrado al mil por ciento, incrementado por la rabia nuclear que genera la incapacidad de hablar y que hierve malos pensamientos y malos deseos, eyectándolos como gases venenosos a diestra y siniestra… También nos detenemos a pensar si acaso no será igualmente potente, por lo insidiosa,
la magia negra de los
hipócritas, que saben ocultar la maldad detrás de las sonrisas y los decorados. ¿Y la magia negra, al mil por ciento, de los envidiosos?. ¿Y la magia negra de los políticos, revestida de engaños y fingimientos, de dobleces y traiciones, con sus odios, reservados o expresos, que les mantienen podrida el alma, y con su ingente carga de falacia y de ocultos y perversos intereses?. 285
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¿Y la magia negra de los especuladores y de los usureros, que saben conjugar a la perversidad y al espíritu de lucro, una dosis conveniente de farisaica religiosidad, de aparente honestidad y de amables palabras?. Como se ve, siendo tal fácil, frecuente y “barato” practicar magia negra, a cualquier camionero vociferador se le puede conferir el título de mago negro, con fiesta, toga y birrete. También a la muchacha que espanta a los clientes con groserías íntimas, como si fuese Ud. el que le paga un sueldo de hambre. O la verdulera que se encorajina porque Ud. le reclama el cambio. O el taxista que quiere asesinarlo porque Ud. le exige que le baje volumen a la radio. O el motorizado que revienta en palabrotas dignas de la reputación de su madre, porque Ud. no se deja embestir por el diabólico artefacto que lo infla de prepotencia y ánimo asesino. O la monja de bigote hirsuto, que agarra un berrinche demoníaco porque Ud. no le compra una estampita. ¡Que terrible compromiso ése de tener que amar al prójimo, porque sí, a pesar del mal que nos haya causado!. ¿Y qué decir de que amemos a nuestros vecinos a todo trance y poniéndoles a la orden las cuatro mejillas? Exigencia formidable tener que apretarse las tripas para no reventar de rabia y no cocinarles malos pensamientos y peores deseos, sólo para no incurrir en magia negra... Con razón alguien ha escrito que es extremadamente difícil el camino de la espiritualidad, empedrado, angosto y lleno de espinas, por no mencionar las miasmas…. ¡Ah –agregó para finalizar- . La rueda sin fin de las reencarnaciones y los karmas!. Viene uno a pagar por cuatro karmas medianos, y termina adquiriendo nuevas y voluminosas deudas kármicas, en un mundo enmarañado y perverso. 124- ¿EXTRATERRESTRES? “Los plásticos” 286
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¿Cómo llamarías a unos seres que gozaran del poder de adaptarse a voluntad, para adquirir la apariencia de humanos? ¿Por ejemplo, una cucaracha que, sin perder las características físicas y de comportamiento, propias de su especie, adoptara forma de mujer? Yo los llamaría “plásticos”. Los llamo “Los Plásticos”. No son locuras mías. ¡”Los Plásticos” ¡existen!… Los he visto de cerca, los he observado. No estoy muy seguro de que ellos no lo sepan. Supongo que sí, por lógica. Porque si saben adoptar formas humanas, ¿qué es lo que no pueden lograr, inclusive manejar la telepatía? Cualquiera puede verlos andando por la calle, en las plazas, en las tiendas, en los parques, en los centros comerciales, en los centros de estudio, sobre todo en las universidades, y en los ministerios. En fin, andan por todos lados… Pero, ¿“cualquiera” puede verlos? Sí y no. Toda persona que centre un poco la atención, sí. Aquéllos que, como hasta ahora, han andado por el mundo demasiado a prisa y con la mente tan fuera del cuerpo, claro que no, no los han visto, ni siquiera se les ha ocurrido que cosas como éstas puedan estar sucediendo. Digo “hasta ahora” porque a partir de la lectura de estas páginas, si eres una persona consciente, inteligente y responsable, estando ya advertido, te sumarás al club de “Los Vigilantes del Planeta”. Digo bien. “Vigilantes”. Porque, estoy seguro, se trata nada menos que de “invasores”. ¿”Invasores”? Pero ¿acaso son como los extraterrestres? No son “como” los extraterrestres. “Son” extraterrestres. Los extraterrestres, desde hace miles de años, han venido realizando experimentos y combinaciones del ADN de ellos con el ADN de nuestros animales y, a tal punto, que en realidad no subsiste ninguna de las especies originales, sino clones que cubren las apariencias. Prototipos de estos clones son las cucarachas, las primeras en ser conquistadas por los extraterrestres. 287
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Como no puedo ser egoísta y amo este planeta digan lo que digan, estoy abocado a la tarea de descubrir a “los plásticos” a como dé lugar. De hecho, he descubierto infiltrados en tal cantidad, que sembraría terror en gobernantes verdaderamente patrióticos. Por cierto, algo curioso, aunque saturado de engaño y de inocencia aparente, para que Ustedes vayan perfeccionando el arte de la cacería: detecté a una perrita chiguagua, que parecía una rata temblorosa y malhumorada, adaptada a la imagen de mujer. Sí, parecía una señora de mediana edad, delgada, morena, de pequeña estatura, de cabello negro y ondulado. Con evidente complejo de inferioridad, en forma agria, gruñona, y con enseñar de dientes, ofendía a unos verduleros en una esquina, Esto quiere decir que el estudio del comportamiento,
de las
reacciones, del carácter y de la personalidad, son muy importantes en este tipo de investigaciones: no debemos buscar parecidos físicos como único criterio, cuando se trata de descubrir a “los plásticos”. Cada día se superan más y ocultan a la perfección sus características físicas. Por ello el criterio de detección debe mejorar. Por ejemplo, si un hombre camina como burro, habla como burro y se encabrita como burro, es, sin duda, un burro, aunque sea ministro de la cultura; si una mujer camina como mona, salta como una mona, chilla como las monas y arroja cosas como las monas, no lo dude: se trata de una mona, aunque sea instructora de baile. Para finalizar: estoy seguro de que Ud. ama a este planeta; de que le duele su patria; y de que, a raíz del conocimiento de este documento, tiene muy claras las cosas. Es posible que haya en su haber investigativo algunos adelantos. Por ello lo invito a compartirlos y a formar parte del club “Los Vigilantes del Planeta”, tan anónimo como el de los Alcohólicos. Es un llamado sincero, un clamor de humanidad. Les sugiero visitar la página de este movimiento patriótico: pelemoselojo.com. 288
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Si desea escribirme, esta es mi dirección electrónica: bienmesabe@ñamemail.com El hombre rata ¿Que si existen los hombres rata? ¡Claro que sí! Yo lo puedo asegurar…porque no estoy loco…Andaba con una amiga en la ciudad de… Ella iba conduciendo su carro por una transversal. Cuando estábamos por desembocar en una avenida, cambió la luz del semáforo. Van pasando algunos transeúntes de una a otra acera, frente a nosotros. De pronto, ambos, ella y yo, sin acuerdo previo, lanzamos simultánea y espontáneamente una exclamación de sorpresa, de estupor: “! Una rata, una rata! Era un hombre blanco con todas las facciones de una rata. Rostro un tanto alargado, agudo, como el de las ratas. Largas cerdas, bigotes hirsutos. Ojos negros, pequeños, sumamente penetrantes, de esos que arrojan miradas detenidas, inquisitivas, procurando escarbar las almas hasta traspasarlas. Las orejas se notaban puntiagudas, aun cuando procuraba ocultar los extremos con la pelambre y con la peluca que la cubría. Igualmente mostraba que era una rata, con la figura del cuerpo que si bien parecía el de un hombre de mediana estatura, normalmente vestido, con chaqueta marrón y pantalones azules, sin embargo dejaba traslucir una silueta similar a las de las ratas, a las de ¡una rata parada sobre las patas traseras!. ¡Y el comportamiento! Todo el comportamiento de una rata asustada, como perdida, como quien cae en paracaídas en una ciudad desconocida y entre gente desconocida y tal vez hostil. A mitad de la calle se detuvo, titubeó, notó que lo estábamos observando mi amiga y yo, y nos miró en dos oportunidades, fugazmente, con aquellos ojos de lezna negra que tal vez fue una mentada de madre o un ¿qué les importa”. Huidizo y desconfiado, miraba también a los transeúntes que pasaban a su lado, a quienes parecía preguntar, menos agresivo que asustado, qué estaba ocurriendo, o dónde estaba, o qué debía hacer, hacia donde moverse…hasta que, como rata que 289
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encuentra de pronto una salida, apresuró la carrera hacia la derecha y desapareció. Esta experiencia fue aterradora, aunque todo sucedió a plena luz del día y en medio de indefinido número de personas. Y esta experiencia de contacto tan cercano y tan directo, vino a constituirse en la razón de ser de mi vida: la observación detenida de grupos y personas, buscando establecer si allí se oculta la perversa maquinación de los extraterrestes. Por supuesto que he solicitado la ayuda de los ufólogos. Pero están tan embelesados mirando hacia las nubes en busca de platillos, que no quieren bajar la vista. Por ello no se han dado cuenta de que ya estamos invadidos y de que hasta los albañales son cuarteles generales de esos indeseables. Y no ando tan errado en mis apreciaciones: a los pocos días informaba la prensa de la persecución de un hombre rata por tres hombres que se encontraban conversando en la calle en altas horas de la noche, apenas a cincuenta kilómetros de la ciudad donde mi amiga y yo vimos caminar frente a nosotros lo que nadie podría negar que era una rata humana o un hombre rata. Debemos mantenernos alerta…Por algo se lo digo…
125- EL DOCTOR PONCHERAS Un animal extraño va saliendo de la oficina del doctor. Es una ponchera. Se detiene unos instantes, como si dudase dejarse ver completamente por nosotros…avanza…dos manos blancas la sostienen: son
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las del médico, quien se dirige al fondo del pasillo para arrojar no se sabe dónde el agua sucia del pediluvio electrónico que acaba de realizar. Al poco tiempo regresa con la ponchera y entra a su oficina. Atenderá a otro paciente. Mi esposa, que viene aprendiendo a leerme el rostro desde hace cuarenta años, me pregunta en voz baja: -¿Qué te pasa? -¿Qué me va a pasar? –le respondo también yo en voz baja- ¿No viste? ¡El propio doctor es el que lleva y trae las poncheras! ¡Parece mentira! Ella, apaciguadora y bien intencionada como la mayoría de las mujeres, me reconviene: -Puede ser que hoy no vino la persona encargada del aseo…y que no le quede otra alternativa… Como el número de pacientes a la espera es cuantioso y llegó la hora de almorzar, le digo: -Mejor bajemos a comer algo…después volvemos… Cuando regresamos, muy poco han avanzado: casi el mismo número de pacientes. El recepcionista, matando las cucarachas del aburrimiento. Entregando papelitos sueltos a quienes van llegando, para que anoten nombre y apellido. -¿Ves?. Aquí ni siquiera tienen un cuaderno. Solamente hojas sueltas, seguramente para que no haya constancia y facilitarse la evasión de impuestos, o por si muere envenenado algún paciente... -¡No seas mal pensado!. En eso, nuevamente la ponchera. Pero, cuando va el doctor por el pasillo, derrama un poco en el suelo. Va, arroja el agua de la ponchera no se sabe dónde, la trae de nuevo a su oficina y sale empuñando un palo con un trapo para secar el charco… -¿Ves? -Ajá 291
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-¿Entonces? ¿También eso tiene que hacer el doctor? Una paciente muestra una cara de grima, de horror, de espanto, de terror, de pánico, y de dolor, todo ello mezclado en un solo mazacote, cuando mira el montón de frascos que “tiene que comprar” y que el recepcionista ha acumulado frente a ella. -¡Dieciocho frascos? ¡No lo puedo creer!. Y todo lo que le pagué en honorarios…casi medio millón… Y nos informan que ésa es la tónica para todos, porque el doctor aprovecha para atapuzar medicamentos a moche y troche aunque el paciente no los necesite. Le digo entonces a mi esposa: -¡Vámonos de aquí! Si no, a partir de mañana seremos un par de gallinas picando maíz, tragándonos a juro, todos los días, tres veces al día, y hasta que se agoten los frascos, un montón de cápsulas y grageas. Y cuando las terminemos dentro de tres semanas, tendremos que volver y volver y volver para hacer rico y rico y rico al “doctor poncheras”. Días después un paciente engañado y desengañado nos dice que el doctor Poncio Remolas es un pirata multilateral y que él mismo hace el aseo del consultorio y lava los trastos porque no quiere contratar a una mucama. -¿Ves?
126- LA MULA DIABÓLICA Era una mula posesa… Viajé hacia el Páramo Los Ñames. No podía imaginar lo que me aguardaba. Íba con la idea de conocer de cerca la famosa capilla de piedra del arquitecto nato Juan Feliciano. 292
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Me tocó viajar en una mula. Una mula verdadera y literalmente diabólica. Mientras, al comienzo del viaje, anduvimos por tierra llana, la bestia se mostró dócil, pacífica y pausada. Un modelo de bondad. Pero, cuando comenzó la cuesta, la presunta
mansedumbre desapareció. De ahí en
adelante se le salió del “alma” todo el cieno del mal. Porque actuaba a la mala, deliberadamente. Era una mula racional, pensante, planificadora. Mostró ser sabia para el mal y hábil para concretar la mala intención, como ciertas personas. Vean si en aquel pecho innoble no había mala intención. Andaba pausadamente. De pronto, aceleraba el paso, trotando como para sorprender y derribar. Soplaba y resoplaba. De improviso se alzaba sobre las patas traseras. Se sacudía, andaba, se sacudía de nuevo y de nuevo andaba poco a poco, para tornar de pronto a las aceleraciones bruscas y a los encabritamientos sorpresivos. Andaba un buen trecho tranquila cuando el camino era suave y las orillas regulares. Pero, cuando veía farallones rocosos, aunque el camino amplio, se apresuraba hacia ellos para golpear y restregar el costado de la silla con toda la fuerza de su ruindad y perversa intención, y quebrarme la pierna con las rocas puntiagudas. Pero, como yo andaba “mosca” con aquel monstruo del campo, me avispaba y alzaba la pierna a tiempo, quedando sobre el lomo como la letra t. Estos gestos de buena voluntad me los hizo por lo menos en tres oportunidades. Otro acto demoníaco. Cuando sabía que se aproximaba un abismo, de esos abismos negros negros de tanta profundidad, me llevaba hasta el borde, se detenía y se complacía en mecerse, va y viene, va y viente, va y viene, buscando que me desprendiera de su lomo y cayera al vacío…Yo me aferraba, pues no pensaba caer solo en aquella profunda bocaza. Y ella parecía saberlo, hasta que cuando le daba su voluntad satánica, reanudaba la marcha… 293
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Después de un rato en esta complacencia, que ella parecía disfrutar al infinito, se disparaba a correr a campo traviesa, sin gobierno, seguramente para arrojarme en algún lugar remoto y dejarme abandonado Pero, lo más asombroso de todo, por lo menos a mi entender, fue que la bestia, volviendo hacia mí la cabeza, me mostró como sonriendo, parte de aquellos dientes amarillentos y cariados, a la vez que me miraba con el rabo del ojo, a manera de guiño malicioso. Finalmente, olfateó la querencia. Entonces sí que corrió y corrió y casi me derriba…hasta que llegó a la explanada frontal de la casa de Juan Feliciano, dando un frenazo tal, que por poco salgo disparado hacia la cocina. Me lancé al suelo como Toro, el indio sirviente del Llanero Solitario. Y me eché de rodillas, acordándome de Colón cuando dio gracias a Dios por pisar tierra firme. Yo también lo hice porque me libraba del “Diablo de las Cuatro Patas”...
127- EL MOTORIZADO QUE VESTÍA DE NEGRO Ya es avanzada la noche cuando, en medio del silencio, un motorizado entra por la parte norte del pueblo. Viste de negro. Y no puede saberse si se trata de un hombre o de una mujer. Le cubre la cabeza un casco, que brilla a la luz de la luna como espejo bruñido. Lleva una chaqueta de cuero, recamada de botones, dragones, calaveras y flores, como de plata. 294
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Al igual que la hebilla y los bordados de los pantalones. Las botas relumbran como el betún, con adornos de círculos, triángulos y estrellas. Lo guía el GPS. Se escucha la voz de una dama madrileña. Recorre cinco cuadras desde la plaza hacia el sur; gira a la izquierda, anda tres cuadras, exactamente, y se detiene frente a una casa oscura. Traspasa el umbral sin tocar la puerta y entra a la alcoba. Allí, en la penumbra, un enfermo yace en el lecho, mirando al cielorraso, con terror, como a la espera de que caiga sobre él una roca inmensa. Sin decir palabra, el recienllegado se despoja de las prendas, y queda totalmente desnudo. Su cuerpo se ve como una misteriosa armazón fosforescente. Trepa a la cama y se coloca a horcajadas sobre el vientre del enfermo. En silencio absoluto, se le aferra a la garganta, y lo estrangula con las manos, restándole el aliento para siempre. Es la Muerte. Triunfante, alegre, sonríe y con voz estentórea se jacta de que nadie es tan poderoso como ella. En todo “Nomequedoaquí” retumban las carcajadas que bañan de un extraño viento frío el cuerpo de la gente. ¡A mí nadie se me escapa”- grita. Pero, cuando está a punto de cantar victoria, nota que en la penumbra duerme una persona: es la mujer del muerto, y está encinta. Lanza por esto un grito de dolor y frustración que mueve y hace sonar las campanas de la iglesia. Comprende, así, que gana batallas, pero no la guerra. Por mil muertes revientan diez mil flores de vida y esperanza. Se siente tan abatida y en derrota, que sale desnuda de la casa. Algunos trasnochadores la ven pasar frente a la plaza, a todo correr hacia las afueras del pueblo. La noche siempre termina vencida por la luz del día.
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128- LOS HOMBRES DE PAJA Fray Francisco Jiménez, uno de los descubridores del Popol-Vub, no lo menciona. Pero, según rumores que se corrieron en la Comunidad de Santo Tomas de Chuwiza, existía un capítulo complementario, donde se relataba la creación de los hombres de paja. El descubrimiento de este capítulo tan interesante se debe, como algunos lo aseguran, a la perspicacia y esfuerzos del astrofísico francés Louis Sansculotte Richelieu, Conde de Le Pellerin, quien lo halló en una cueva submarina, cuando prestaba servicios para la Nasa. El texto es el siguiente, traducido directamente del quiché, 296
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mediante el sistema morse combinado con el ars magna primitiva, de Raimundo Lulio: “ Después de la celebración del Consejo de los Grandes Días, los dioses crearon a los hombres de madera para reemplazar a los hombres de barro, que habían resultado lentos, cabizbajos, flojos, resquebradizos, inútiles; su creación había sido un vano intento desde un principio. Por esto crearon a los hombres de madera. Los hicieron del tallo, de las ramas, de las raíces y de las hojas de los árboles. Pero eran tontos, de mirar perdido, secos los rostros, macilentos. Procreaban como en sueños y vivían y andaban y comían como entre sueños. Como entre sueños vivieron, y eso disgustó a los dioses porque ni siquiera alzaban los ojos para acordarse de sus creadores. Entonces, los dioses decidieron destruirlos. Porque no había sido sino otro ensayo para crear a la verdadera humanidad. Pero fallaron, porque los dioses también cometen equivocaciones, también ellos cometen errores, y vieron que había sido un error hacer a los hombres de madera. Cuando los hombres de madera se enteraron de que los dioses iban a destruirlos, huyeron a los bosques y se metieron a monos, lo que confirma que el mono desciende del hombre y que Darwin estuvo equivocado. Sin embargo, algunos hombres de madera cayeron en poder de los dioses y fueron sometidos al fuego. El humo se esparció por los bosques, y los árboles grandes y los árboles pequeños y los que producen frutos y las matas de maíz, y las matas que producen flores, tuvieron miedo, porque los dioses estaban airados y casi dispuestos a terminar con todo lo que habían creado. Porque los dioses también se decepcionan y la rabia los posee y los hace cometer atrocidades, grandes atrocidades porque son dioses con mucho poder y fuerza. Pero, alzó la voz Pájaro Chiquito, que cantaba muy bonito y con su fino canto convenció a los demás dioses para que se dieran otra oportunidad, y cantando como canario, como alondra, como arrendajo o cristofué, dijo: 297
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-Volvamos, entonces, al barro. Prestemos atención al barro, para que de allí nazca el hombre nuevo. Pero no tomemos cualquier barro. Porque hay barro bueno y barro malo. El primer hombre fue de barro de baja calidad. Enviemos a nuestros expertos que tanto saben, para que busquen barros buenos y nosotros creemos el nuevo hombre de barro. Los dioses se dejaron convencer por Pájaro Chiquito, porque cantaba muy bonito y porque en su voz de canto transmitía grandes verdades. Y se abocaron a crear al hombre nuevo de barro nuevo. -Otro error –dijeron los dioses mucho tiempo después, cuando los hombres hechos de barro nuevo demostraban ser hombres de verdad, como los dioses lo habían deseado. -Otro error –dijeron- porque este hombre de barro nuevo, para inmensa sorpresa nuestra, ha resultado muy inteligente, voluntarioso y decidido, como dotado de una fuerte luz interior, y avanza y conquista y logra. Entonces se apoderó de los dioses un gran miedo. Porque también los dioses, por poderosos que sean, tienen miedo, miedo como los hombres. Y el miedo se apoderó de ellos: -No nos conviene este hombre hecho de barro nuevo. Debemos destruirlo antes de que nos supere, antes de que nos aventaje y nos destrone y nos destierre o nos haga esclavos suyos. Destruyámoslo ya, que todavía tenemos tiempo. Pájaro Chiquito tuvo que volar porque la comunidad de los dioses lo repudió: por culpa suya habían creado al hombre de barro nuevo y ahora todos estaban en peligro de perecer. Y Pájaro Chiquito no se volvió a ver. En las noches de mucha niebla, se escucha un lejano canto de tristeza que, aseguran los moradores, es de Pájaro Chiquito que llora en su destierro y que nunca volverá… Sí. Los dioses se dieron cuenta de que habían errado gravemente al dar inteligencia y voluntad al hombre hecho de barro y para que no los destronara decidieron destruirlo y cambiarlo por hombres de paja. 298
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Como no podían confiar en los hombres de barro nuevo, se fueron ellos mismos a los montes más lejanos donde el sol había calcinado los maizales y se fueron con malicia y perversión, y podaron la paja más árida y seca, y formaron altos montones y la mezclaron con orina y lodo y excrementos de mono para hacerla más maleable y rendidora y se dieron a fabricar en serie los muñecos que serían en adelante “los sumisos hombres de paja”, también llamados, comúnmente, “los pajudos”. Los hicieron doblegados, miserables, parloteros, babosos, prosternados, traicioneros, hipócritas, cobardes, falsos. Les pintaron el rostro a machetazos, con miradas imbéciles y sonrisas atravesadas y siniestras. Tomó la palabra el Gran Cerdo del Alba y su voz retumbó en montañas y quebradas: -Hagámoslos estúpidos y brutos, tampoco los dotemos de honorable corazón ni buenos sentimientos. Colocaron un bofe asado en la cabeza del muñeco, a manera de cerebro. Le colocaron como corazón
una cabeza de serpiente. Les
infundieron vida y los lanzaron al mundo desde entonces. Desde entonces andan por allí”. 129- EL HALLAZGO DEL TESORO Estaba cesante de novia y llegó Carmen tan oportunamente: -No deje de ir hoy a ese matrimonio, que allá conseguirá el tesoro de su vida. Claro. Se le espantaron la flojera y el desgano y el desinterés y el para qué voy y el estoy ocupado y el eso me quita tiempo y el me voy a fastidiar y el no me gustan las reuniones, y el para qué me buscaron a mí y no a otro como padrino, etc.etc. No estaba animado para asistir a un matrimonio donde él no sería quien se casaba: lo haría un amigo, a quien serviría de testigo. 299
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A media tarde lo buscaron para ir a esa ciudad. Desde que llegó a la casa de los padres de la novia, a las cuatro de la tarde, se dedicó a pasar revista a toda muchacha que estuviera frente a él. Llegaron las siete de la noche y no había logrado dar con la mujer de su destino. Cansado, decepcionado, frustrado, y renegando de las cualidades videntes de su amiga Carmen, quien a punta de humo de tabacos le había leído el destino. Pero, cuando había perdido toda esperanza, irrumpió en la sala una muchacha, fue directo hacia él y tomó asiento a su lado. Se miraron… !Ésta si es¡ -pensó- ¡El tesoro de su vida! Se conocieron…Se casaron a los tres meses… Tal como lo había anunciado la amiga Carmen…
130- LA LEY ESTÓLIDA La sabionda sabiondez de los sabiondos… Un amigo me llamó desde el interior para preguntarme si sabía qué es “la Ley Estólida”. Le dije que esperara un correo mío. Esa misma noche se lo remití: La Ley Estólida es la ley por la que se rigen los estúpidos que descalifican como “ignorantes, tontos y locos” a quienes creemos en asuntos del más allá. Es la ley a la que se sujetan, automática e inmediatamente, sin reflexión alguna, “los pajudos”, es decir, aquellos sujetos que se apresuran a dar opiniones irreflexivas sobre cosas que, obviamente, no conocen. “Obviamente”, digo, porque si se detuvieran en conocerlas en forma objetiva, 300
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llegarían a convencerse de su realidad. por lo que si las niegan sin conocerlas, es evidente que no se han esforzado en estudiarlas sobre el terreno, sobre experiencias personales. Tales pajudos pontifican deportivamente sobre lo que no conocen. Juzgan y condenan sin haber investigado previamente. Jamás han tenido la iniciativa ni la curiosidad mínima de acercarse a un centro espiritista para conocer de cerca la realidad y, después de observación seria y detenida, estar en condiciones de aceptar o rechazar. Quienes se rigen por la Ley Estólida exigen pruebas de que aquellas “cosas” existen. Pero, ellos jamás se molestan en presentar pruebas de que no existen. Son, pues, tan presumidos de su sabiondez, que pretenden que quienes sí creemos nos sometamos a su palabra y nos sujetemos a su opinión, cuando lo nuestro no es simple opinión, sino certeza… La sabionda sabiondez de los sabiondos.
131- PECADO DE LUCRO El padre Jesús tuvo un sacristán que lo acompañó durante más de treinta años, de parroquia en parroquia, de ciudad en ciudad. Se llamaba Germán. “Más bueno que el amasijo”; “mejor que los huevos chimbos”- decían de él en los pueblos. El padre quiso recompensar los servicios de tan leal trabajador, y decidió montarle una pulpería, con su propio peculio. Pero, cada ocho días tenía que surtirla porque Germán no quería cometer el pecado de lucro y vendía la mercancía exactamente a precio de costo, por lo que quedaba “limpio” debido a los costos de mantenimiento del local.
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Jesús apreciaba tanto la santidad de Germán, que estuvo sosteniéndole la bodega durante varios años, hasta el día de la muerte de tan fiel servidor.
132- EL HOMBRE ROTO Un hombre se sintió roto, destrozado. Porque, en busca de la verdad, cada gurú le daba la suya. De tal forma que se contradecían las tales verdades, y ello le generaba gran confusión. Lleno de desasosiego, vio en cada gurú un tigre que lo destrozaba, llevándose un trozo de su ser uno por aquí, otro por allá. Tomó una decisión: se olvidaría de los presuntos guías, y se abocaría a la búsqueda de la verdad en sí mismo y por sí mismo. Tuvo, así, un inicio de felicidad. Había establecido el primer paso, y era la independencia de consciencia. 302
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El segundo paso se lo enseñó indirectamente un campesino que hablaba con otro: conoce tu propio terreno, la naturaleza de lo que siembras y el movimiento del tiempo, y decidirás por tu cuenta, no por los almanaques, cuándo has de sembrar. Ese segundo paso lo llamó, de la buena consciencia. El tercer paso se lo enseñó un niño que decía a su madre: el que no llora no mama. Y ella lo comprendió: claro, si lloras demuestras que estás vivo y yo te doy el alimento para que sigas viviendo. Él llamó a este paso, el principio de la energía consciente. Con estos tres pasos construyó el trípode de la verdad: consciencia independiente y buena consciencia, con base en la energía consciente..
133- DESDE MI MÁS ACÁ (5) Los humanos gozamos del privilegio de optar entre el bien y el mal mientras estamos en ese más allá. Es el libre albedrío. Escoge, sin embargo, siempre el bien, De lo contrario, padecerás aquí graves consecuencias. Apártate de los hechos y de las circunstancias que impliquen el mal contra los demás y contra tí mismo. Apártate de la mentira, de la falsedad, del abuso de poder, de la prepotencia y de la violencia. No trates de vivir a expensas de los demás. No hagas a los demás lo que no quieres que te hagan a ti. Procura sembrar la paz, el entendimiento, el amor, la armonía y la luz. 303
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Si allá actúas correctamente, formarás parte de las fuerzas de la luz. Te aseguro que si actúas correctamente, conforme a las leyes de Dios, hallarás aquí la verdadera felicidad. No sacrifiques tu verdadero futuro, que es el que está aquí, por bienes ilusorios, engañosos y falsos. Aprovecha estos buenos consejos que te da alguien que está gozando de la felicidad verdadera y que desea compartirla contigo algún día.
134- BANDERA NEGRA El obispo se encaprichó con él hasta que, después de doce años de una labor sacerdotal eficiente, le quitó la parroquia. Porque era “un mal ejemplo” de trabajo, de dedicación, de preocupación y de creatividad, y eso no conviene a los flojos “de misa y olla”… Salvador quedó en el aire. Más todavía cuando se movieron influencias para que nadie en el pueblo le brindara ningún tipo de ayuda. Salvador solicitó permiso para ir a la capital a estudiar Derecho. Le fue negado. Solicitó permiso para ir a la capital a estudiar Pedagogía. Le fue negado. Solicitó una parroquia muy humilde, situada en un lugar remoto, en pleno campo. Le fue negado. Solicitó retirarse a un monasterio. Le fue 304
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negado. Solicitó licencia para irse a vivir con su familia en el país vecino. Le fue negada. Así, pues, a Salvador no le quedó sino ahorcar la sotana en la rama más alta del árbol más grande de la plaza, frente a la iglesia. Nadie supo más de él.. Dicen que lo vieron mendigar en la capital de la República. Dicen que se marchó a un país lejano…Dicen que no dicen…
135- MEJOR NO DECIR NADA ¿Cuándo te vas a morir, mamá? -¡Mamá! ¿Cuándo es que te vas a morir? Yo necesito esta casa. Es la pregunta del hijo mayor, de cuarenta años de edad, quien ha venido a visitar a su madre después de varios años, aun cuando vive a cinco cuadras de distancia. Yo me conozco. Seguramente le lancé una mirada de tigre asesino. ¡Tremenda inmundicia!. Se marchó, y para siempre. Cinco meses después lo estaban sepultando…y muy profundo, para que jamás se le ocurriera regresar. Mientras tanto, mi amiga Carmen, la madre, aún vive, veinte años después. 305
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¿Será que lo maté yo con la mirada? La catira saludable Una mujer cercana a los veintiocho, llamada Elisa, catira, buenamoza y saludable, estaba casada con un anciano, quien había tenido dos esposas en matrimonios anteriores. Una tarde, siendo yo muchacho, le preguntaron en mi presencia por la salud del esposo, tío de mi padre, y respondió: “Ahí está. Muriéndose. De esta noche no pasa. Se llevó a la tumba a dos esposas y yo soy la tercera. Pero. conmigo está muy equivocado. Yo (mirándose de arriba abajo como quien se admira y se sorprende), yo jamás me había sentido tan bien. A las siete de la mañana del día siguiente, tocan a la puerta de la casa de mi padre: durante la madrugada habían muerto su tío Felipe y la esposa, Lisa.
136- LA MULA DE TROYA Un matrimonio tuvo tres hijos, uno de los cuales resultó ser el más “salidor”. Irresponsable, irreflexivo, introdujo en el hogar de los padres a “la mula de Troya”: una mujercilla belicosa, malintencionada, innoble, grosera y malagradecida, multiplicado todo ello por una alta dosis de ordinariez y de mala fe, combinada con perversidad, ánimo injurioso e inclinado a la calumnia y, para colmo, absoluta y esencialmente incapaz de arrepentimiento. Digo “la mula de Troya”, porque la introdujo como en puntillas, como quien no quiere la cosa, deslizándola por algún hueco de la muralla, pretendiendo que pasara inadvertida .Además, porque “la mula”
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llevaba en el corazón una pesada maleta de vicios adquiridos de una vida descarriada. Cuando durante la noche expulsó los bichos que llevaba en el vientre su perversidad, ya era tarde para evitarlo: las serpientes, las cucarachas, los sapos, las tarántulas que vomitó, tuvieron tiempo para tomar posesión de todos los recovecos de la casa, y ya no hubo sino que aguantar. La felicidad que pudo haber llenado los últimos años de los padres, fue eclipsada por causa de la irresponsabilidad y de la irreflexión de uno de los hijos. Cada hijo debe formar un hogar. Pero, jamás a costa de la tranquilidad de los padres. No hay derecho. Es abuso y una temeridad. Por el abuso y la temeridad cayó Troya.
137- LA CAUSA PROFUNDA El Guía me dijo: Existen numerosas enfermedades que han aquejado a la Humanidad desde tiempos inmemoriales, pero que no logran la cura necesaria. Me refiero a las enfermedades de la mente, que no pueden dominar ni la psiqutría y la psicología clásica, porque no tienen los alcances requeridos. Es que no deben confundirse causa básica o profunda de la efección mental, con causas secundarias o “disparadores” de una enfermedad ya existente. Un abogado, decía ser completamente abstemio, y así lo podían testificar quienes lo conocieran. Sin embargo, a partir de la muerte de su padre, se dedicó a la bebida de tal forma que no parecía ser la misma 307
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persona. Cualquiera podría asumir que la causa de este desenfreno fue el dolor por la muerte del ser querido. Mas, ¿por qué el problema persiste, a pesar de todos los tratamientos habidos y por haber? Porque en realidad la muerte del padre no fue la causa determinante: sólo fue un disparador, pues la causa le venía, según pudimos establecer, de centenares de años atrás, cuando en una de sus vidas se produjo la causa de su inclinación al aguardiente. Y esa causa fue que asesinó a su padre. Ello le generó un arrepentimiento tan ominoso, que no lo pudo dominar. Murió en una borrachera. Y como alcohólico vivió en las vidas posteriores, sin que nadie diera con la causa original. Causa original cuyo descubrimiento es fundamental para la sanación. Los profesionales deberían dejar de lado los prejuicios, abrirse a otras posibilidades y buscar el asesoramiento de personas conocedoras de la “causa profunda” de los problemas mentales.
138- COSAS DE TOROCOJÓN (Son cosas “tontas”, “simples”, pendejaditas, chanzas de picardría, intrascendentes, pero sí muy humanas, que hacen la vida de Torocojón): ¡No, padre! El sordo Macario Peña se está casando con Rosa Antúnez. Es la misa mayor de ese domingo. Solemne, cantada, concurrida por todo el pueblo. El cura Bartolomé Insulza se acerca a los contrayentes, frente al altar mayor. Recita las oraciones, expresa las fórmulas de rutina, y hace señas con los dedos al sordo, como diciéndole que le coloque el anillo a la novia. Pero, Macario entiende mal y con voz de sordo, que retumba en todo el pueblo, le dice: -¡No, padre!. “Se lo pedí” pero no me lo quiso dar… 308
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“Siguir” Dos campesinos conversan en la bodega del italiano Pepe. Departen con él. Uno de aquéllos le refiere: -¡Epa! Anoche, muy tarde, andaban por el pueblo dos hombres desconocidos, sospechosos… -Sí-interrumpe el otro- yo los siguí…y los siguí… El primero lo reconviene: -“!Siguí…siguí!”…Será “los siguimos”, porque yo también juí… El día de San Pablo El padre Almagro celebra la misa. En la plaza del frente, algunos borrachos se pelean a grandes voces, y las voces entran al recinto del templo y penetran como hilera de mosquitos en los oídos de los feligreses y éstos se animan, murmuran y ríen de los chistes obscenos de los bebedores sin control y escuchan cuando desafían a los policías, y etc.etc. El padre interrumpe la misa y grita: -¡No respetan ni el día del Santo ni el templo de Dios. Ay de ustedes. A partir de la media noche se acordarán de mí, cuando San Pablo deje caer su espada. A la una de la madrugada comenzó a llover y llovió cada vez más intensamente. Y se desbordó la quebrada del este del pueblo y se desbordó el río, cuyas piedras chocaban entre sí como puños de gigante, dejándose escuchar en todo Torocojón. Y se inundó el pueblo. Y la gente en las copas de los árboles y en los techos de la casas. Y el cura encaramado con el sacristán y dos monaguillos colgando de la punta de la torre. Y los campos arrasados. Y familias enteras arrastradas por el agua y apresadas luego por las cercas de alambre de púas. Algunos aseguraron después, haber visto “el encanto” de la Laguna Negra bajar en una canoa llena de flores, por la quebrada del este y saludar a los curiosos. 309
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Las mártires de Torocojón Cuando llegó a Torocojón el padre Trejo, recién ordenado sacerdote, lo primero que hizo fue desatar una campaña contra el uso del inhumano “balancín del pozo”. “El balancín del pozo” era un instrumento de los inventados por la Inquisición para torturar. Se aplicaba bajando a un pozo de agua sucia a los castigados, a quienes se subía cuando casi estaban asfixiados. Algunos morían asfixiados. En todo caso, contaminados por el agua sucia. En Torocón el balancín se utilizó, hasta que llegó el padre Trejo, para reprimir malas costumbres, como la de hurgarse la nariz u orinar en lugares públicos; contra
las esposas gruñonas o las que daban malas
respuestas al esposo o realizaban las labores domésticas disgustadas o con desgano. Igualmente, a las muchachas que pretendían andar de realengas, y a los
borrachos,
pendencieros,
trasnochadores,
vamos,
maleantes
y
merodeadores. Sin embargo, el instrumento quedó reservado para castigar a las mujeres que se atrevían a salir a la calle en pantalones. Hubo algunas que desafiaron el castigo y padecieron como reincidentes, hasta que por mandato constitucional del máximo tribunal se ordenó el fin de esa tortura. Pero las mártires quedaron como una realidad lamentable. Cuando triunfó el feminismo, fueron reivindicadas. Hoy existe, en la calle principal del pueblo, entre el ateneo y el colegio de las hermanitas de los pobres, la “Galería de la Fama”, para honrar a las mártires del balancín, cuyos bustos, en mármol de Carrara, obra de escultores exclusivamente italianos, tan famosos como Forrandosella, Salpicanti, Bacinella, Buzanca, y otros, puede Ud. admirar, si tiene a bien visitar el pueblo de Torocojón.
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El cura de los guacales Un sacerdote muy dado a los asuntos de la caridad cristiana y quien creía más en las realizaciones prácticas que en elevadas teorizaciones que no llevan a nada, y por no ser un simple “cura de misa y olla”, etc.etc, creó una institución para los niños abandonados. Con grandes esfuerzos y enfrentando las malas intenciones y mala fe del señor obispo (alérgico a los curas que verdaderamente trabajaban), sostenía el hospicio mediante esfuerzos personales, y prácticamente solo. En varias ocasiones lo acompañé a una ciudad distante, para vender gallinas y huevos en el mercado principal, con el fin de alimentar a los muchachos. En una de esas ocasiones se salió del guacal una de las gallinas y revoloteó hasta más no poder dentro del rústico en el que viajábamos. Por fin el cura la agarró y la llevó sobre las piernas. Pero lo ensució. -¡No joda! ¡El único cura al que cagan las gallinas en este país soy yo!. Las vacas no son reses Una de las labores que realizaban los muchachos en la “Aldea” creada por el sacerdote, consistía en labrar cachos de vaca, para elaborar diversos objetos como peines, cepillos, adornos, figuras de animalitos, jorobados, etc.. En “la Aldea de los Muchachos” trabajaba un joven que iba manejando el vehículo en una ocasión. Cuando pasábamos frente al matadero, dijo: -Padre: en ese matadero se consiguen cachos de vaca, de reses, no -Mire, Morgado: las vacas, los toros, los bueyes, son reses. Las vacas son reses. No lo olvide, Morgado. -Yo sé, padre, pero en ese matadero va a conseguir cachos de vaca, de reses no. 311
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Pobres muchachos. Morgado era maestro de cuarto grado en la Aldea. ¡Qué esperanzas! El hisopo El padre Almagro estaba casando, en la misa mayor de un domingo, a Saturnino Montiel y Rosa Espiñán. Cuando les aspergeaba el agua bendita, la cabeza del hisopo se desprendió y salió disparada contra la pareja. Los feligreses comentaban entre dientes: -Este matrimonio no va a durar. Así fue. Terminó antes de la luna de miel pues esa misma noche el marido la devolvió a la madre, Doña Ufrasia, porque “ya estaba usada”.
-El fantasma guardíán Uno de los párrocos más sobresalientes en la historia de Torocojón, fue el padre Críspulo de la Trinidad Trejo Bencomo. Había llegado al pueblo, encajando perfectamente, y se había atornillado durante treinta y nueve años, hasta que murió un día de Navidad, justamente cuando comulgaba en la Misa del Gallo. Cuentan los más viejos que, cuando entregó el alma a Dios, todos los perros y todos los gallos del pueblo y de sus campos, se dieron a competir para manifestar su tristeza, y que no cesaron sino al día siguiente, cuando todos callaron al mismo tiempo, como si les hubiesen cerrado el grifo del llanto. Un día comenzó la voz de que en las oscuras noches de Torocón, que carecía de alumbrado público, el fantasma de un sacerdote recorría las calles del pueblo, en compañía de un perro pastor blanco. Y así era, en efecto: el padre Trejo había muerto preocupado porque Torocojón estaba desamparado sobre todo de noche, pues no había policías, ni de punto ni de coma, que 312
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velaran por el sueño de la gente. Lo malo estuvo en que su acción resultó contraproducente, pues en vez de que las personas se sintieran seguras y protegidas, estaban
pendientes del fantasma y de la ola de miedo que
despertaba. Sin embargo, a medida que pasaban los días, los habitantes se iban acostumbrando a la idea del fantasma guardián, de tal forma que perdieron el miedo y se entregaron al sueño felizmente. Más aun cuando fue instalada la primera planta eléctrica que sembró esperanzas de luces en las noches, antes tenebrosas, de Torocojón. Al parecer el fantasma del padre Trejo fue llamado al orden por el fantasma episcopal, que también funciona.
Las auyamas de doña Elodia El padre Almagro se destacaba por ser el más celoso de los curas en el tema de la castidad, del recato y de otros diferentes aspectos del mismo problema. No permitía que entraran al templo las mujeres que no usaran “falda talar”. Quien no la tuviera, debía alquilarla en el colegio de las monjas. Y, para recibir la sagrada comunión tenían que usar mangas largas, hasta las muñecas. Almagro, por su parte, jamás miraba a las mujeres a la cara, seguramente para no caer ni siquiera en las tentaciones más sutiles. Se aseguraba –como lo decían la cocinera, los demás sirvientes, el sacristán, los monaguillos y algunas parroquianas hipócritas y falsas amigas- que ni siquiera le miraba la cara a la propia madre, doña Margot. No se supo cómo ni por qué se corrió la voz de que había citado con urgencia al viejo Pancho Fonseca para reprenderlo “con toda severidad cristiana” porque, en vez de tratar a la esposa, Elodia, con el debido respeto, solía preguntarle “con evidentes asomos de lujuriosa malicia y diabólica 313
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picardía”, qué tanto le cuidaba “esas dos hermosas auyamas que le había regalado Dios”…: La anécdota se extendió de tal forma que, aun hoy, en Torocojón sonríen con malicia cuando se menciona la palabra “auyama”, pues de inmediato se acuerdan de doña Elodia, víctima de la libido del viejo Pancho Fonseca.
139- LA GRAN PELOTA Hubo un hombre tan negativo, tan negativo, tan malo, tan malo, tan inconsciente y detestable, que nadie, nadie, en ninguna circunstancia ni en ningún aspecto podía afirmar haber encontrado en él ni un mínimo de bondad, ni un miligramo de buenos sentimientos, ni una micromillonésima de decencia, de justicia, de modestia, de compasión ni de generosidad. Una noche cenó hasta reventar. Soñó que apareció una pierna gigantesca, provista de un pie gigantesco, embutido en un zapato enorme. También apareció una pelota descomunal, negra, asquerosa, maloliente: era de egoísmo. De egoísmo con todas sus implicaciones, elementos y consecuencias: perversidad, usura, voracidad, vileza, ruindad, petulancia, presunción. El pie le propinó una patada formidable que la sacó de la galaxia. Los astrólogos la miraron a través de los telescopios más poderosos del mundo y se llamaban entre sí: -¿Estás viendo aquella mierdita pequeñita, pequeñita? El hombre se despertó muy alarmado y con un dolor inmenso en el trasero: él era la pelota. ¡Y era tan poca cosa!
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140- EL VACÍO Aquella fotografía donde se le ve orgulloso, con un pié sobre la cabeza del cadáver del gran tigre, abatido por él en África, le desagrada cada vez más. Es como si gradualmente se le hubiesen diluido la emoción y el interés por la victoria sobre un animal feroz que le dio mucho trabajo cazar. Días y noches tras él, siguiéndole los pasos, hasta que tal vez lo cazó por pura casualidad. Sí. ¡Ésta es la palabra clave!. La razón de ser de su decepción. Porque ¿qué mérito tiene dar muerte a un animal agotado, hambriento y seguramente con el sueño acumulado? Además, matarlo sobre seguro, con un arma muy poderosa y protegido él por los árboles y con un grupo de personas conocedoras del terreno y de las costumbres de esas fieras. La fotografía de la gloria ya no le dice nada. Termina por arrojarla en una gaveta, destronándola del sitial de honor que ocupó sobre la chimenea justamente hasta ese momento. Pero, es que tampoco siente aquella sed especial que sólo los bebedores expertos conocen y disfrutan cuando paladean un buen whisky. Ni siquiera le provoca leer. No hay tema que le interese, ni autor que lo atraiga, como en los buenos tiempos cuando asumía como un placer indescriptible la lectura de una buena novela, de un poema, de un ensayo. O cuando todo lo dejaba de lado para abrir al azar el Don Quijote y disfrutar de aquel modo 315
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que tenía Cervantes, el gran Cervantes, de expresarse con donosura y gracia y con dominio pleno del lenguaje. Ahora, ni eso le atrae. Por otra parte, ya no le quedan amigos, si es que alguna vez de verdad los tuvo, inoportunos como las moscas, unos, traicioneros como los escorpiones otros, interesados como los gatos, todos… Tuvo dos mujeres a las que amó en exceso y a las que ahora detesta en la misma proporción. Dos divorcios y tres hijos, ninguno de los cuales ha visto los últimos cinco años. Aunque, ya vendrán, cuando acudan a reclamar la herencia… Claro que también hay que agradecer a la vida. Dice “a la vida”, no “a Dios”, porque jamás ha sido creyente. Ni lo será, pues ya no queda tiempo… Mucho agradece a la vida: la inteligencia, la creatividad, la receptividad a su producción literaria, traducida a tantos idiomas. Pero, nada de esto le dice nada. Lo mira como si se refiriese a una persona ajena a él. Dinero no le falta. De ningún modo. Claro, hubo dificultades económicas al principio de la carrera. Pero, las cosas se fueron emparejando a medida que era conocido. Fue escalonando hasta estar en condiciones de adquirir propiedades en el país y fuera de él. Del mismo modo, inversiones acertadas…A ello debe agregarse –cómo no- el Premio Nobel de Literatura, con todas sus consecuencias felices…Pero, ése no es el caso…El caso es que nada, ni aun acumulado, puede llenarle el inmenso vacío del alma. Esa sensación de “nadedad” que lo aplasta y a la vez le succiona la voluntad, dejándolo como sonámbulo, inseguro, sin orientación ni sosiego, sin pies ni atención, indolente e indiferente a todo, menos a su propio sufrimiento y a la sensación de soledad y de que va cayendo como piedra al vacío sin fondo… Y cae, cae y nada lo detiene entre las sombras… No hay asidero. Siente que lo llama a gritos el arma, el mismo rifle con el que mató, no sin ventaja, al tigre del Serengeti. 316
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141- EL MENSAJE El profesor entró, saludó y, al dar inicio al año lectivo en la cátedra de Ética, en la Universidad de…, nos dijo: Las virtudes morales, la honradez, el pundonor, la altitud de miras, la generosidad, no pueden ser suministradas por la Universidad. La Universidad sólo otorga título limitado a cuestiones académicas, de capacidad intelectual, y a los asuntos de una profesión. Ni más ni menos. Aquellas personas, estudiantes y profesionales, que de por sí, por obra de su propia naturaleza, de su propia individualidad, de su propio e íntimo desarrollo, no porten estos valores, no puedan devengarlos del título académico. Por ello no resulta difícil toparse con auténticos patanes que hacen gala de palurdez moral y espiritual, en todo momento y circunstancia, sin que importe ni un ápice la universidad donde se hayan graduado, los cursos de postgrado que hayan realizado ni las especializaciones que hayan obtenido, ni la cátedra que puedan regentar, ni las obras escritas, ni el número de congresos y simposios a los que hayan concurrido, ni la cantidad de paredes que tengan empapeladas con lustrosos diplomas. La otra cara de la moneda suele presentarnos el caso de personas que, aunque totalmente iletradas y humildes, pueden aventajar a muchos profesionales, doctores y científicos, desde el punto de vista de la decencia, de la moral y del espíritu: se trata de la sabiduría frente a la erudición; de la 317
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instrucción frente a la prudencia que emana de un espíritu naturalmente noble; de lo meramente libresco frente al ser profundo del sentir humano. Así inició la cátedra el profesor de Ética. No habló mucho más. Pero, lo que dijo fue más que suficiente. Porque, cuando existe disposición de ánimo, puertas abiertas a la sensibilidad moral, pocas palabras son suficientes y salen sobrando los largos discursos. Es como la lluvia frente a las rocas porosas. Cuando no hay porosidad, el agua no penetra las rocas y éstas permanecen secas por dentro. Lo más que puede pasar con ellas es que venga una inundación y las arrastre y se las lleve muy lejos…
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142- EL SANTO QUE APRENDIÓ A LEER Un hombre quería ser santo. Se fue a la montaña más lejana a vivir y meditar. Pero, después de cierto tiempo sintió una desazón, una angustia y el deseo de regresar. El aire de allá era tan puro, que lo mareaba. La altura tan elevada, que sentía la copa de las nubes rozándole la coronilla. La soledad tan exigente, que no bastaba vivir en ella sino que era preciso consubstanciarse. Y decidió bajar. No obstante, cuando descendía, lamentaba no haber sabido adaptarse ni aprovechar el don de la soledad para crecer espiritualmente. Por eso bajó insatisfecho, descontento, preocupado. Porque nada había aprendido allá arriba, por el contrario, había sido derrotado. Se había portado como un cobarde. Debió haber insistido, para aprender y superarse. Pero, se equivocaba. Porque muy pronto vería que allá había aprendido a leer. Una vez en la ciudad fue al mercado, porque sentía que lo llamaban las multitudes. Y allí comenzó a experimentar que sí sabía leer. Pero, no los libros, no los carteles, no los escritos de los hombres sino los corazones. Entonces, sólo con mirar el pecho de las personas, detectaba el corazón, y comprendía su lenguaje. Leía e interpretaba cada clase de latidos. Conocía lo que en el mundo hacía latir cada corazón con más fuerza, interés e intensidad. Conocía el palpitar de las intenciones, de los miedos, el por qué 319
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de las tristezas y de las alegrías, y la naturaleza y calidad de las necesidades, de las preocupaciones y de los anhelos. Sin embargo, el asunto no era solamente saber leer los corazones, sino también atinar en los consuelos, en los remedios, en las soluciones, en las satisfacciones. Y, más allá de todo esto, vio que no es suficiente leer los corazones ni establecer cuáles son los remedios y las soluciones, sino que es necesario prestar un servicio, ser útil en la práctica y no en la mera contemplación. Finalmente aceptó que es más puro, útil y valioso saber leer los corazones que los libros. Porque leer puede cualquiera, y lo aprende aquí abajo. Pero, leer los corazones y, sobre todo, aprender a servir, es algo que sólo puede aprenderse en las alturas.
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143- El VUELO DEL AVECHUCHO En el templo de Jagannath, un sacerdote Brahm metió fuego a la proclamación de los derechos humanos, que para él y para los de su casta, eran una abominación que contradecía sus leyes inveteradas
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indestructibles. Y para justificar la división de la India en castas, preguntó con voz que no podía ocultar un profundo sentimiento de odio y prepotencia: -¿Quién ha dicho que es cierto el principio de la igualdad de todos los hombres? ¿De dónde han extraído esa patraña, que sólo viene a preocupar a los hombres dignos, a resquebrajar la fe y a minar nuestras instituciones milenarias? Y digo milenarias porque fue Brahm el que hizo al hombre, pero no para la igualdad. El ordenó las cuatro categorías. El categorizó al hombre con los colores. El asignó a cada categoría un nivel que no puede ser alterado o contradicho sin atentar contra la voluntad del Uno Santo. En el orden establecido por Brahm, debe cumplirse la jerarquía, y la jerarquía implica derechos totales para unos, y obligaciones exclusivas para otros, pues en esta pirámide, unos mandan y deben ser servidos, y otros deben obedecer. El hombre blanco ocupa la cúspide, porque es semejante a Brahm. Es el más alto y distinguido. No trabaja, porque es el sacerdote del Uno Santo. Tiene derecho a intervenir en todos los terrenos y debe ser protegido por los gobernantes y los guerreros. 321
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El hombre rojo nació de la mano de Parabrahm. Fue creado rey, gobernante y guerrero, y el mayor de sus deberes es proteger a los sacerdotes. El hombre amarillo procedió de las partes interiores de Parabrahm. Su deber es arar la tierra y guardar aves y rebaños como derecho de los blancos y de los rojos, para quienes debe trabajar. El cuarto hombre de cuarta y última categoría es el sudra, el negro. Es el sirviente. Carece absolutamente de derechos. No puede oír ni leer los Vedas. Y si osa alzar la vista para mirar a los sacerdotes o al rey, debe morir. Sólo con la muerte finaliza su esclavitud. Iba el sacerdote a proseguir su perorata discriminatoria y cruel, cuando pasó un avechucho gris, flaco, desmirriado y feo. Pero con voz fuerte y pico de acero, chilló: ¡Malditos, que todo lo acomodasteis a vuestra conveniencia! Llegará el día en el que vosotros los brahmas recogeréis la mierda con las manos y aun así daréis las gracias por permitiros seguir viviendo. Seréis peor tratados que “los intocables”. Así será…
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144- LOS ÁNGELES CANTORES Dios se asomó al balcón del universo. Respiró con profunda satisfacción porque la obra era perfecta. Comprobó que todo estaba en orden. Las galaxias, los soles, las estrellas, los luceros. Todo estaba en su lugar y giraba en armonía como había sido previsto. Y en el fondo, la música de las esferas en el eterno sí sostenido de la creación que nunca cesa. Sonrió, dispuesto a regresar a sus ocupaciones… Pero, ¿la Tierra?... No se había acordado de la Tierra para darle un vistazo especial, detenido. La hermosa gema azul con el telón de fondo de la insondable noche. Entonces la buscó… la buscó…y cuando estaba a punto de llamar al Elohin responsable, la ubicó…pero, no parecía la misma. Se le veía opaca, girando con desgano, como una anciana lenta y triste. Y Él también se entristeció. Porque aquella gema representaba uno de los testimonios más hermosos de su poder creador. ¿Qué estaba ocurriendo con la Tierra? El Elohin le explicó que desde cierto tiempo atrás un pesado velo de tristeza envolvía el planeta azul. La gente andaba taciturna, como bajo el peso de una carga insoportable. Hasta las aves negaban su canto, y las aguas de las fuentes no salpicaban ahora con el gozo de los antiguos amaneceres. Las hadas volaban decaídas y malhumoradas y tenían altercados frecuentes con las mariposas. Las flores colgaban desmayadas y llorosas, y las abejas apenas si recogían el polen para elaborar mieles amargas. -¡No sigas. No sigas! –dijo el Creador- Con lo dicho basta. Ya me imagino cómo estará todo lo demás…Tenemos que buscar una forma para arrancarle la tristeza a la Tierra y regrese a su esplendor. 323
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Y la solución estaba al alcance de la mano divina: los Ángeles Cantores. Los envió Dios a recorrer la Tierra, para ir levantando con un canto de amor, la pesada lona de la aflicción y la tristumbre. Siguiendo los pasos del sol, comenzaron por oriente. Iban despertando a la gente de un sueño pesaroso y oscuro. Recobrando los colores del sonido y de la risa. Recuperando para los niños los saltos del gozo y la inocencia. Agitando las piernecitas de los recién nacidos en sus cunas, con gorjeos de arrendajos o canarios, mecidos por los aires nuevos. Haciendo que los juguetes emergieran del letargo, y saltasen ellos mismos, gozosos, a las manos de los niños para darse a jugar. La sonrisa retornó como una rosa alegre a los rostros de las quinceañeras, hasta entonces sumidas en un pozo amargo. Las madres salieron a pasear con sus hijos por los senderos recién abiertos de los parques llenos de flores y esplendores nuevos. Y el pesado fardo de tristeza que envolvía a la Tierra, desapareció, y la Tierra brilló de nuevo como gema azul, pero más intenso y refulgente. El amor y el optimismo se hicieron dueños de la Tierra. Ya no se irían más. Era la obra de los ángeles andarines que habían venido del Cielo porque los había enviado Dios.
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145- BASMA, LA SONRISA DE LA MUERTE Después de un tiempo mi Guía pasó a referirme otro caso: Basma encarnó por primera vez a sugerencias de su guía, quien le dijo iría a un mundo maravilloso, dotado de una naturaleza hermosa, variada y multicolor, que era prácticamente un paraíso. Un paraíso poblado por infinidad de pájaros, dotados del poder del canto,etc.etc. Pero, ella estaba renuente. No la convencía la idea. Sin embargo, ante la insistencia, finalmente lo aceptó. Encarnó en un barrio de Israel. Alli vivía más o menos cómodamente con sus padres. Pero, un día incursionaron los cruzados y lo arrasaron todo, degollando a mucha gente, incluyendo a sus padres. Basma fue salvada por una familia, quien la crió. Cuando cumplió los quince años y comenzaba sentir, por fin, la felicidad que le había pintado el guía, fue violada, torturada, destrozada vilmente y asesinada por un vecino. Basma culpa al guía porque le describió las cosas de este mundo como un idilio. No le dijo que reinaban el mal, el odio, la perversión, la mala intención, la lujuria, la violencia. Mi guía guarda silencio…
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146- LOS CLAVIJO En el petril estaba la cosa. En el petril estaba el futuro…Fue quitando las lajas, poco a poco, con el desgano de un obrero mal pagado…una a una… para llegar al fondo y cortar de raíz una mata de tártago, como lo había ordenado el dueño. Al quitar piedra…tras…piedra, ¡siete garrafas llenas de monedas de oro!. De las llamadas “morocotas”… Hermenegildo Clavijo era muy pobre. Su oficio, desyerbar. Portaba sobre el hombro, a todos lados, un costal mugriento… casi vacío…hasta esa tarde… Estuvo sustrayendo las garrafas durante más de una semana…hasta la última, un vienes. El lunes siguiente: -Don Sabundio, ¿por cuánto me vende sus tierras?... De allí en adelante, pan más que comido… Murió muy rico pero también muy pobre, por causa de la tacañería… También murió muy viejo y muy ignorante. Dejó dos hijos, es decir, dos Clavijo (y ninguna “tachuela”), tan avaros y miserables como él… Cuando murió el viejo, la mujer, doña Gardenia, y los hijos, echaron llave a su cuarto, dejándolo absolutamente como estaba, lleno de baúles. Cuando, quince años después, murió la mujer, otro tanto…Cuando murió el hijo mayor, Juan, diez años después, del mismo modo…Ocho años más tarde, mientras fallecía el hijo menor, Perpetuo, en una clínica de la capital, los herederos únicos, que lo eran por la línea materna, un joven abogado recién graduado y su padre, ingeniero, de edad avanzada, se precipitaron a Torocojón, para echar mano del dinero. Llegaron al pueblo en horas de la 326
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madrugada y de inmediato tocaron a la puerta de la vecina del frente, de suma confianza de los Clavijo, para que les entregara las llaves. Ordenaron a la cocinera y a otro sirviente que abrieran los cuartos, De cada cuarto sacaron los baúles, cuyo contenido vertían en el patio central: revistas, periódicos, papel moneda inservible, billetes de banco vigentes e innumerables bolsas de morocotas. El abogado y su padre sólo se interesaron por las morocotas. Ordenaron a los sirvientes botar “esa basura” al amanecer, y se fueron a dormir. O, más exactamente, a tratar de dormir, pues la ambición les removería la consciencia… Los Clavijo eran tan miserables, que no pagaban al servicio del Aseo Urbano. Les resultaba “más barato” arrojar la basura al río, distante, por dentro de la casa, a unas tres cuadras, cruzando los potreros… Cuando dos semanas después el abogado reclamó los documentos por cuestiones del Fisco, Julia, la sirvienta, les dijo que todo lo habían arrojado al río, pues así lo habían ordenado…Ya el agua se había llevado los documentos o por lo menos los había deshecho. Y esto salvó a decenas y decenas de campesinos que vivían desde hacía mucho tiempo en tierras de los Clavijo, como aparceros, medianeros o pisatarios. Milagros que ocurren a favor de los pobres dos o tres veces cada mil años…
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147- MAGISTRATURA -¡Magistratura, Magistratura, por favor!… El Magistrado Mondo y Redondo se detiene, y con pompa y solemnidad, como corresponde –no podría ser menos-, se digna volver la cabeza hacia el intruso que le ha venido siguiendo a lo largo del pasillo, dando esas voces de irrespeto. Es el abogado Pánfilo Gorrónchez, adulador de oficio, quien por esa vía ha logrado fama y lustre de “excelente profesional”. Lleva un caso en el despacho del Magistrado y le interesa acentuar, si es posible, la influencia. -Estuve de vacaciones en España, y por allá me acordé mucho de Ud. Por eso le he traído este regalo. El Doctor Mondo le da las gracias y se despide rápidamente pues desea revisar con avidez aquel regalo. Pero, antes, le advierte: -Doctor: “magistratura” es impertinente y lo utilizan los malandros... Debe decirme Magistrado… -¡Yo lo sé, Magistratura! Cuando abre la caja en la oficina, lo sorprende un ave, que trata de escapar… Tiene que asirla por las patas, porque, de no ser así, lo eleva hasta el techo. Ordena que le llamen al Doctor Latussa, perito de la Corte, experto en gallináceas, quien le dice que se trata de una “urogalla”. -¿Es uruguaya? –pregunta -No, Magistrado. Las uruguayas son todas muy hermosas, muy lindas y muy rubias. Ésta ave no es uruguaya, sino urogalla, originaria de los Pirineos. Le suministra otros datos filiatorios que no interesan al Magistrado.
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Como presidente de la Corte, dispone que se realice una plenaria urgente, que tiene por objeto exhibir a los colegas cuánto le aprecian los amigos. Los colegas se complacen, se llenan de regocijo y saltan de gozo… El Magistrado se lleva el ave al corral de su casa. Pero, a los pocos días se entera por televisión de que el órgano legislativo no lo ha reelegido para el nuevo período constitucional, y ello constituye para él un trancazo a traición. Queda desolado. Comienza a beber, en contra de las prescripciones médicas, bastante severas, puesto que ya ha padecido tres infartos y dos aventones. La mujer le ruega que cese, que se tranquilice. Y lo consuela diciendo que no es para tanto; que ser magistrado no es la gran vaina; que hay otras cosas mucho más importantes, como ser un hombre de carácter, honesto, generoso, correcto, pundonoroso y ético; que se la pueden pasar sin eso, tranquilamente… Él se deja convencer. Lleva personalmente la urogalla a un taxidermista. A los ocho días tiene la momia del ave sobre el escritorio, en el estudio de su casa. Ahora le sirve de consuelo. Cuando siente nostalgia por el cargo fenecido, la toma entre las manos, la acaricia suave…detenidamente y suspira cuando no puede evitar el recuerdo de los días de gloria. Entonces, cuando la angurria del alma arrecia, mira hacia la pared donde tiene enmarcado aquello de Sic transit gloria mundi….Pero, se detiene y piensa: de todos modos tampoco me convence esa pendejada…
148- LA JUEZA EN LA CORNISA 329
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Para protestar contra un vecino que estaba construyendo una terraza, una jueza tuvo la ocurrencia de extender una cuerda en la cornisa de su residencia y colgar de allí sus prendas íntimas, tanto las del “norte”, como las del “sur”. Hecho éste que, por lo insólito, llama la atención aun en estos tiempos de destape y que no se esperaría por parte de una vestal de la Justicia. Se levantó al amanecer y armó aquella obra portentosa, comenzando por dar alaridos y lanzar vulgaridades, con maromas propias de “la mujer araña”. Durante largas horas aquella bandera judicial estuvo ondeando ante vecinos y transeúntes, mientras la dama lanzaba improperios a diestra y siniestra, para escándalo de quienes todavía sentían respeto y tenían fe en la justicia y en sus protagonistas. Los vecinos la conocían, no sólo por ser una de las pioneras de la urbanización pues había colocado la primera piedra, sino también porque fungía como Jueza de Primera Instancia en lo Civil del Estado de … Las había negras, rojas, verdes, azules y moradas. Todas, abultadas, como para vestir cebras de traseros portentosos. Alguien que pasó por la calle le preguntó: -¡Carmente! ¿”Las” estás vendiendo? Y ella, como si en verdad estuviese dirigiendo una subasta, gritaba respuestas obscenas… Denunciada debidamente, la Judicatura la sancionó muy suavemente, con la suspensión del ejercicio del cargo por tres meses y con goce de sueldo. Y siguió siendo jueza para dar ejemplo...Pocos meses más tarde fue condecorada y recibió un merecido ascenso… 149- EL REY TILILE 330
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Anda por todos lados. En instantes, salta de un lugar a otro de la Tierra. Es evocado con el solo pensamiento. Llega calladito…se insinúa…se apodera de las mentes…domina las voluntades…y obra con toda libertad… Lleva una cesta muy grande de regalos vistosos. Los introduce por las chimeneas o los desliza por debajo de las puertas. También deja mensajes falsos. Se ríe y se ríe sin parar. Va sembrando el espíritu de la diversión a todo trance. Sugiere que la diversión es lo más importante de la vida; asegura que los seres humanos hemos venido a la Tierra únicamente y exclusivamente a pasarla bien. E inventa mil y mil maneras de hacerlo. También tiene habilidad para marear, para distraer y salirse con la suya, distorsionando los valores, sembrando falsos principios, enseñando a ser superficiales, enemigos de conocer las causas radicales de las cosas. Asoma al vicio e inclina a la irresponsabilidad, a la burla sistemática, a los planteamientos fatuos, a las respuestas tontas y a la vida fácil. Tiene como fin fundamental, como razón de ser de su existencia, estupidizar, estupidizar, estupidizar…fabricar bobalicones en serie y personas irresponsables de todos los colores y tamaños, independientemente de la latitud que habiten. Propone una forma horrible de pensar: utilizar juicios torcidos; una forma horrible de hablar: los chillidos simiescos y las voces infantiloides y gangosas; una forma horrible de actuar: la suma irresponsabilidad. Enseña a los niños, desde muy niños, a ser fóbicos, histéricos, prejuiciosos, incómodos, gruñones, agresivos e irrespetuosos. Siembra ideas de falso heroísmo, de fatuidad, de cinismo y de desinhibición grosera. Tiene un medio para llegar a todos: la televisión, donde remacha sus perversos pensamientos a lo largo de toda la vida de los seres humanos, con programas fatuos, en escalada fatal, para todas las edades. 331
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Utiliza una forma de penetrar fácilmente hasta el subconsciente, donde deja depositados sus huevos de mosca venenosa: las “comiquitas”, en las que, con ropajes de aparente inocencia, cuela todo lo perverso que se pueda imaginar. Es el Rey Tilile, el espíritu estupidizante de la televisión. Cuídate de él, porque te está pendejeando y no te has dado cuenta.
150- HECHO CUMPLIDO Cuando Raimundo se entregaba en cuerpo y alma a la tarea de “construir” lo que para él habría de representar la más trascendental de sus 332
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obras (Ars Magna Circumflexa Mundi), rogaba a Dios le dilatase la vida hasta concluirla. Pero, una noche, en sueños, comprendió que cuando en su libro anterior (Mortuorum Fenestra Lucis) creía narrar la muerte de Vitrubio, estaba en realidad “viviendo” su propia muerte: hasta entonces no tenía consciencia de que había muerto un siglo atrás y de que, por consiguiente, ambas obras eran pura ilusión. No existían en este mundo.
151- LA VISITA Me siento asfixiado. Tengo que irme a la calle. Pero, ¿adónde?. Caminando, caminando, no sé por qué estaba cerca del Parque Central. Aquí vivía mi amiga Angélica, la uruguaya, hasta hace nueve años, cuando murió. ¿Por qué no visitarla? Nada pierdo con subir a su apartamento…y tocar… a ver si sale… 333
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Y con decisión demente, -por cuanto estaba completamente cierto de que ella había muerto-, caminé hacia el ascensor. Piso 3, apartamento 309. Lo recuerdo muy bien. Toco el timbre. Tres veces, en tres pausas más o menos largas. (Detesto a quienes llegan tocando a rebato, como suponiendo que los están esperando detrás de la puerta como policía de punto). Se abre… la puer…ta…len…ta…mente…¡Es Angélica! Con su acento del sur, que jamás pudo olvidar en los veinticinco años en este país, ¡che, amigo! ¡Pasá adelante. Sentate. ¡Qué es de Flor y de los hijos? Y me atiende como siempre. “Regio”, como ella decía… No voy a entrar en detalles…Baste decir que pasé horas de tranquilidad, de paz y buena atención. Tanto, que me animé a decirle que volvería pronto… -Vení cuando querás. Los muertos tenemos más que tiempo, eternidad. Nosotros no podemos visitar si la gente no nos espera, porque no está anímicamente preparada, y le da miedo y no cree…En cambio tú viniste con decisión y fe. Por eso me encontraste y te recibí. Antes de despedirme, la curiosidad me incitó a preguntarle si vivía en compañía de alguien, pues me parecía escuchar la voz de un niño…Me respondió que su realidad era “compenetrada”. Es decir, su apartamento, ubicado en una realidad virtual, coexistía con el apartamento de la realidad material, donde vivía una joven señora con su esposo y con una hija de cinco años. Pero, como yo iba con la intención de visitarla a ella y no a esa familia, se impuso la realidad virtual… Sea como sea, fuere como fuere…me agradó la idea de visitar con frecuencia a mis amigos muertos, ya que escasean más y más los amigos vivos, amarrados por sus ocupaciones, por sus intereses, en medio de inmensa agitación. Cuando llegué a casa, todos dormían. No tenía apetito porque Angélica me había regalado el paladar con algunos platos macrobióticos del 334
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más allá, donde había tomado cursos culinarios, regentados por unas dulces monjas. Me fui a descansar, un poco más tranquilo. Pero, antes, encendí la computadora y abrí un archivo nuevo: “Aquellos amigos”. Allí, comencé por Angélica, la lista de amigos muertos a los que visitaría hasta que también yo lo estuviera. -Si no hubiese leído libros de Metafísica –me dije poco antes de quedarme dormido- estas cosas me hubiesen parecido absolutamente imposibles, y no lo hubiese intentado por falta de conocimiento y fe.
152- EL GINECÓLOGO ALEMÁN Sobre todo en algunos pueblos, había la suposición general de que nadie podía doctorarse en otra profesión que no fuera la de médico. Un alemán llegó al país al poco de finalizar la Segunda Guerra Mundial, en cuyo desarrollo había perdido absolutamente a toda su familia. Revalidados los estudios de Derecho, satisfactoriamente, se fue a ejercer la profesión en el pueblo de… del municipio de…etc.etc. 335
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Se corrió la voz de que acababa de instalarse en el pueblo un doctor nuevo y que era extranjero, de apellido Bakermann. Una muchacha de diecisiete años, bajo la suposición de que todo aquél que tenga un apellido ruso, inglés, alemán o polaco,
es,
necesariamente, una eminencia, buscó los servicios profesionales de Bakermann. Apenas entró a la oficina, sin saludar siquiera, pues estaba aplanada por
la
emoción,
se
apresuró
a
decirle
que
estaba
sufriendo
indescriptiblemente debido a una piquiña en las partes íntimas y que deseaba la examinara cuanto antes. No lo dejó hablar. Él no sabía qué hacer, sobre todo porque le caía del cielo aquella sorpresa tan por la mañana y sin desayuno. Pero, como la muchacha era de las “avanzadas”, se despojó de la ropa totalmente, y, sin otro preámbulo, le mostró el lugar exacto de la dolencia. Bakermann le pidió que se acostase en el sofá, “para examinarla mejor”. Y lo hizo, efectivamente, utilizando una enorme lupa, “de las buenas”, pues era de fabricación alemana. El abogado, en medio de su castellano machucado, logró recordar el nombre de una pomada conocida por su propia experiencia, y le aconsejó usarla, indicándole la forma y la frecuencia. No le cobró honorarios porque quería “manifestar agradecimiento al pueblo” (¡!!). Una semana después, aparece la muchacha, nuevamente, en la oficina. Le dice al doctor que la medicina no le ha surtido ningún efecto, que le recete otra. Pero Bakermann, para evitar explicaciones engorrosas, termina por recomendarle que vaya a la capital, donde seguramente la atenderán otros profesionales con medicinas más modernas. Y, para cortar por lo sano, con la mayor premura clavó en el frontis de la casa este letrero:
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“Doctor G. Bakermann. ABOGADO”
153- LA FELICIDAD El maestro estaba rodeado por sus discípulos en una hermosa arboleda, a la sombra de un árbol igualmente hermoso y corpulento. Les hablaba de cierto tema filosófico. Pero, observó que casi todos los oyentes tenían puesta la atención en el canto de los pájaros, que revoloteaban, muy alegres, saltando de un lado a otro del ramaje. Entonces interrumpió su discurso y les dijo: -Me doy cuenta de que os atrae más el canto de las aves que la palabra de la filosofía. Ni la filosofía ni yo podemos competir con esa 337
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atracción, que es la belleza. No me disgusta, pues, vuestra actitud. Más bien me complace, porque estáis felices, y debo pediros disculpas por mi interrupción. Porque no son los pájaros los que están interrumpiendo mis enseñanzas; soy yo quien os sustrae a ese gozo placentero, sin tener derecho a ello. Hoy toca, pues, a los pájaros daros la clase. La clase de la belleza, de la satisfacción, de la alegría, todo lo cual compone la felicidad. El Maestro de los maestros ha dicho que “donde está tu tesoro está tu corazón”. Yo me permito agregar que cuando algo atrae sobremanera, con especial intensidad, la atención y el goce de una persona, es porque constituye su tesoro y, por tanto, su felicidad. No debe, entonces, sustraerse a ella, sino seguirla, adherirse a ella y consubstanciarse con su esencia, pese a lo que opinen lo demás. Porque nadie tiene derecho a interferir en la felicidad de otros, pretendiendo que cambien su tesoro por lo que otros reputen como el suyo. Si para tí el tesoro, el motivo de tu felicidad, es el canto de los pájaros, deja de lado todo otro interés y concéntrate y vive tu interés, que seguramente no te hará rico en dinero, pero sí en elevada complacencia. Dicho esto, también el maestro quiso ser feliz con el canto de los pájaros, más valioso que todos lo saberes de la tierra. 154- HILDA Angélica me lo había dicho: si quieres visitar en su casa a un muerto, lo primero es la intención. Sin intención ferviente, no hay nada. La intención concentra, encamina, enfoca el objetivo, te abre el camino, convoca al alma del muerto y éste se prepara para recibirte y te recibe. Me concentré, pues, en la idea de visitar a mi amiga Hilda, quien había fallecido unos veinte años atrás, y salí en su busca. No sería una sorpresa para ella: ya me estaría esperando, alertada por mi intención expresa. Y yo debía cumplir, una vez planteada la intención. A los muertos 338
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les disgustan los embarques. Que los dejen esperando los enfurece, y la furia les lastra el ascenso espiritual. De manera que cuando no asistimos a la visita, somos culpables de que se retrase su evolución, y ello será anotado en nuestro debe para cobrárnoslo cuando estemos de ese lado… Volviendo a Hilda. Cuánto sufrió. Yo era para ella como su hermano más confiable. Con decir que, cuando estaba agonizando, fulminada por un derrame cerebral, reclamaba mi presencia, no la de sus hermanos, que vivían a pocas cuadras de allí, tampoco la de sus propios hijos, que se habían puesto en su contra. No. No quise asistir a las exequias. ¡Hipócritas! ¡Tanto que la hicieron sufrir! Ahora estarán –me dije entonces- cocodrileando lágrimas al borde de su tumba…No le perdonaron que se rebelara contra un hombre déspota, cruel y falso, que se solazaba en su presencia con otras, mientras con ojos de sorna la llamaba gordinflona y bola de grasa. Por eso lo dejó. Por esto las hermanas y los hijos la acosaban y hasta presionaban por hambre para que regresara. Pero venció. Con esfuerzos supremos se graduó de abogada y se divorció por mano propia. Peor todavía. El acoso aumentó y la angustia le produjo el derrame. Pocos días antes, mis hijos pequeños –sus “queridos sobrinos”- que a veces dormían con ella, veían que el corazón le saltaba en el pecho dando aletazos como un ave en agonía… Ésa es Hilda, mi amiga, a quien ahora voy a visitar. Seguramente recordará cuando ponderaba extrañada “Pero…!eres la única persona que me dice que no quiere viajar al extranjero! Yo le respondía, sin más: -No lo necesito. Ella no podía saber de mis viajes astrales…Pero eso es otro costal con otra harina… Ésa es Hilda, mi amiga, a quien voy a visitar.
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155- EL EBANISTA El 12 de diciembre de 1991, paseaba en compañía de mi esposa Iris, por la avenida…de la ciudad de…cuando nos llamó la atención una talla de madera que desde ya se nos alumbró perfecta: la compramos de inmediato. De unos treinta centímetros de alto, representa a la perfección a Quijano el Bueno, despojado de sus atuendos bélicos, de los cuales son únicos testigos, de un lado, el yelmo que yace a sus pies, y del otro, el escudo. Es como una fusión inteligente del caballero andante, con el ingenioso hidalgo Don Miguel de Cervantes Saavedra. Sentado sobre una roca, no luce Quijano el Bueno una “triste figura”, sino la de un señor 340
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apacible, concentrado en la lectura de un gran libro –seguramente “la novela”- que descansa sobre la rodilla de su pierna izquierda, cruzada sobre la derecha, calzando unas botas elegantes y altas, como corresponde a tan ilustres personajes. La talla es tan elocuente de por sí, que nuestro nieto, de cinco años, me preguntó hace poco días, si representa a un escritor. Por supuesto, le respondí que sí. Porque se trata de un Quijote escritor que lee sus propias aventuras, y de un escritor Quijote que fue quien se las creó. Cuál no sería mi sorpresa cuando, guiándome por la fotografía de la talla, ubiqué al autor a través de Internet. De inmediato me comuniqué con él, Belarmino Villarrosa Esparza, y tranzamos una entrevista donde me relató lo siguiente: Son palabras desgastadas aquéllas de que “el dinero no es lo más importante en la vida. Tampoco las posesiones, los cargos o los títulos…” Pero, estas frases han sido carne y sangre de mi vida real. Podría decir que con mi sufrimiento, con mi pasión, con mis angustias y necesidades, fui yo quien las creó y que antes de que yo viniera a la vida, no existían. Con ello quiero decir que mi dedicación al arte, específicamente, al tallado de madera, no fue algo que me facilitaran mis padres ni mis demás familiares, ni mucho menos, aun cuando desde muy niño, algo me decía que en este quehacer, hoy sagrado para mí, estarían el futuro entero de mi vida y mi razón de ser. Mis padres, extremadamente tradicionalistas, eran de aquéllos se creen con derecho a amarrarles el futuro a los hijos, aunque les acarreen una vida infeliz. Desde muy temprano me fueron sembrando la idea de que yo debía ser doctor. Pero, a mí no me interesaba en absoluto. Y esto me generó problemas sin fin, como ser castigado de mil maneras y privado de alimento casi hasta el borde de la muerte. Pero, no cedí. Porque yo sabía que mi vocación era el arte y que, si no seguía este camino, sería infeliz. 341
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Yo creo que este mundo es tan infeliz porque no se reconoce a los niños, desde los primeros años, el derecho a la libertad. Libertad para escoger su futuro, que se va insinuando con pequeños, muy pequeños detalles. Como en mi caso. Nacido en el campo, me iba al bosque cercano, recogía pequeños troncos de los árboles, y aun a riesgo de herirme con la navaja de mi padre, que desconocía estas andanzas, me abocaba a mis primeros intentos de tallar la madera. Cuando mis padres descubrieron mis secretos, porque tuvieron en sus manos mis tallas primitivas, debieron haber actuado con inteligencia y cordura, y facilitarme el desarrollo de esas inclinaciones. Pero, todo lo contrario. Comenzó el acoso, hasta el punto de que pensé en fugarme de la casa. No lo hice, única y exclusivamente, por amor a mi madre. Mi vocación se acentuó a medida que me compenetraba la alegría cuando realizaba mis tallas, que ocultaba en el granero. Hasta que un día cometí el error de permitir que las vieran mis amigos…Eso fue el acabóse. Mi padre me llevó a un internado. Sin embargo, allí sucedió algo paradójico. En el internado, regido por sacerdotes, hubo uno que se admiró cuando daba el toque final a una pequeña imagen de San Isidro el Labrador, patrono del pueblo. El padre logró no sólo que la aceptaran los demás sacerdotes, sino también que fuera colocada en la iglesia, en el altar mayor, al lado de la imagen grande del patrono. Me sentí feliz, muy feliz. Pues de eso se trata en la vida. ¿Para qué una vida infeliz, de sufrimiento, de angustia, de tortura, forzando una vocación que no se tiene? Y nada que lo haga a uno más feliz que realizar lo que a uno le agrada. Porque lo concentra, lo enfila, lo ilumina. Que otros –a los que eso les agrada- sean doctores, filósofos, abogados, médicos, matemáticos. A mí, déjenme tranquilo, que con mi arte soy feliz. Y eso me anima, me ilustra y me inspira en forma escalonada, creciente. 342
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No me preocupa el dinero. Si viene, viene. Y si alguna vez viene poco, pues hay que ajustarse. Pero, primero, sentirse feliz y con aquella alegría interna que ´los dedicados al arte podemos definir. Claro. Para escoger este camino, se necesita la inclinación y, luego, el carácter, la firmeza, para no permitir que alguien te desvíe de ese propósito esencial para ti, para tu felicidad, para tu alegría interior. ¿El prestigio? Es algo que no te quita el sueño. Si viene, viene. Y muchas veces viene por sí solo, en la medida en que hagas las cosas con amor, con dedicación, con entusiasmo. La talla que Ud. compró y de la cual me ha traído una foto, ciertamente yo la creé. La concebí como expresión de mi propio ser, de mi propia vida. Es como un retrato, como un reflejo mío. Porque he tenido mucho de Quijote y un poquito de Cervantes, pues escribo. -¡Ah! ¿También es escritor? -Escribo, no con pluma y papel, sino con madera y sentimiento. Eso es una forma de escribir. ¿O no? 156- LA ASAMBLEA DE LOS MUERTOS Si era real la posibilidad de visitar a los muertos en sus residencias, como si estuvieran vivos –cosa que había podido comprobar con mis visitas a Ángela, Hilda y otras almas-
¿por qué no ser posible la existencia y
funcionamiento de la Asamblea de los Muertos? Como un intento de justificación inicial de estas ideas, me dije: no es lógico ni justo que tantos ciudadanos que sacrificaron la vida y la tranquilidad desvelándose por los intereses del país, padezcan la angustia de verse inútiles, sólo por no tener cuerpo físico. No es lógico ni justo que el país desaproveche los aportes que podrían brindar todos ellos, caracterizados por la abnegación y el espíritu de servicio. Ellos, que jamás pensaban en intereses personales, emolumentos, dietas, viáticos y otras reivindicaciones 343
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pecaminosas, estarían padeciendo un infierno en el otro mundo, angustiados por la imposibilidad de dar curso a la vocación de servicio, inermes, además, en su sostenida lucha contra la corrupción, de la que fueron enemigos comprobados. Me fortalecí en mi propósito con este baño de ideas, y me aboqué a una concentración intensa que sirviera de mensaje a los diputados muertos: iría a visitarlos. “Estén preparados”- les dije en lenguaje morse simplificado. Suponiendo que el horario fuese el mismo para ambas Asambleas – para la de los “vivos” y para la de los muertos- me acerqué temprano al edificio. Como mi intención estaba enfocada hacia la Asamblea de los Muertos, penetré por el canal o clock y me evité los maltratos de los guardias vivos, y por esta vía desemboqué en las bancas de la galería. En el hemiciclo estaban los muertos disputándose a puñetazos las curules, pues eran tan numerosos que los había de pie o sentados en el suelo. No había sino un solo recinto
para
los
diputados
existentes
en
los
diferentes
períodos
constitucionales, desde que la República era pública, por lo que aquello era un caos infernal. No es de extrañar, entonces, que surgiera un revoltillo insoluble. Unos diputados proponían derogar todo el sistema legal y reemplazarlo por el Código de Hammurabi y permitir el ojo por ojo. Otros, proponían el viejo Derecho Romano. Otros, más avanzados, el Código Justiniano. Retrocedió alguien defendiendo la Ley de las Doce Tablas. ¡Qué locura, qué absurdo! ¿Cómo puede funcionar así un país, cuando los muertos se las quieren dar de “vivos” y los vivos se hacen los muertos? No pude soportar tanta diablura. Y me escapé, dejándome chorrear por el tobogán de los bomberos muertos, que también los hay.
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157- LO INESPERADO Un santón andaba predicando, de pueblo en pueblo, a lomos de un burro, al que parecía estar pegado, pues en ningún lugar se bajaba de él. Antes por el por el contrario, esparcía sobre los oyentes el mensaje divino, desde esas alturas, para no cansarse. Y les decía: Sed humildes, callados y pacientes como esta criatura de Dios, que todo lo soporta. Soporta toda penalidad, sin quejarse ni protestar o rezongar. Soporta el frío, el calor, la sed, el hambre, las cargas ominosas, la fatiga, el agobio de las cuestas difíciles, los caminos pedregosos y la aridez que niega las aguas. Puedo dejarlo amarrado bajo la mole del sol durante todo el día, y no me llama jamás para pedirme agua o para rogarme que lo lleve a la sombra. 345
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Todo el que busque el camino de la perfección y de la santidad debe dar un primer paso: tener paciencia de burro. Porque el burro todo lo soporta y no se queja. De pronto, la prédica del santón fue interrumpida por una voz gruesa y fuerte, como de trueno: salía del burro: -No es que yo sea paciente, humilde, ni qué cuatro ochos… Es que ustedes no escuchan mis protestas ni perciben las groserías ni las maldiciones que les arrojo. Porque, aquí donde me ven, yo también soy humano, sólo que en cuatro patas visibles, a diferencia de ustedes que sólo muestran dos y ocultan las otras dos. Y terminando como los obispos de antes: -He dicho.
158- TEODORA ¡Pero, ¿es que no se ha movido el tiempo?! Teodora, aun después de tantos años, es una muchacha atenta, bondadosa, ágil, hermosa, sonriente, dicharachera, como en aquellos días. Había nacido en el campo. La llevaron a la casa de mi abuela, cuando yo tendría tres años
y ella
unos siete. Apena nos conocimos,
comprendimos que habíamos nacido para una amistad recíproca, alimentada por la circunstancia de que le fue asignada la misión de cuidarme. A los trece años, conquistada por una señora que vivía a cinco cuadras y quien la engatusó con falsas promesas, se marchó de la casa. El resultado fue fatal: quedó embarazada de un sirviente de aquella familia. La madre, Melania, llena de furia al enterarse, se la llevó al campo “para que se muriera con el hijo por nacer”. 346
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Ahora, de nuevo frente a frente, y me dice: -Estoy felizmente casada. Mis hijos, en la escuela. Mi esposo está por llegar del trabajo. Yo ayudo a la economía del hogar cultivando flores. Pero, asisto a clases espirituales, y eso es lo fundamental para mí. Le pregunto qué fue de su madre, y me responde: -Mamá tiene muy buena salud. Vive en el campo, en la casa de siempre. De vez en cuando la visito. Yo la perdoné por lo que nos hizo a mi hijo y a mí. Cuando no perdonamos somos palomas con el buche lleno de piedras que no nos dejan volar. Cuando uno no perdona, es como si lo demás no le generase mérito alguno. Puedes ser amable, generoso, buen padre, buen hermano, buen amigo, buen vecino, y colaborador. Pero, de nada te vale mientras no perdones. Acumulas aquellas riquezas espirituales, mas su valor queda en suspenso mientras no perdones. Cuando ya perdonas, esas riquezas comienzan a darte frutos. Es como una cuenta bancaria inhabilitada. Tienes allí el dinero, pero sólo tienes acceso a él cuando te rehabilitan la cuenta. Nada más cerca del amor que el perdón. Si no amas, nada de lo demás vale. Si no perdonas, tampoco. Por lo tanto, perdonar es amar, aunque parezca difícil amar a quien nos ha hecho daño. Pero, yo he aprendido. He aprendido aquí tanto, tanto. Cuando vivas esta realidad sentirás lo mismo. Ante todo, paz. Me despedí de Teodora con profundo sentimiento de amistad. Me pidió que le prometiera otras visitas. Le dije que sí. Cuando también yo esté muerto como ella lo está desde hace tantos años, nos veremos con más frecuencia. Será más fácil. No necesitaré viajar en autobús. Con el deseo de volar será suficiente.
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159- PLÉTORA DE CANTO Marucha Donatella, nacida en el barrio La Marimba, de Nápoles, sacó muy buen provecho a la riqueza de su tío Latrónite. Se dedicó al bel canto. De escuela en escuela, fue recibiendo lo mejor de los maestros más selectos, todos italianos. Bombardini, Fenicelli, Troncolippi, Samorani, Cavilandi, Fóscolo, Roncayyolo. Fue muy bien aleccionada en las óperas de Verdi, Puccini y Donizetti, Mozart, Rossini y Richard Wagner. Con aquella voz de sopranella que parecía concentrar las tonalidades más melodiosas y matinales de los pájaros mejor cotizados; con aquellos gorjeos que elevaban el espíritu a regiones insuperables donde la felicidad tiene su pista de ballet, Marucha cautivó, primero, a los maestros, algunos de los cuales terminaron locos por ella, hasta el suicidio; luego, a los públicos más cultos y refinados de Europa y de América (donde también los hay).
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Todo iba marchando a la perfección, cuando le cayó la desgracia, pues no había otra palabra que cuadrara mejor a su situación. Una noche, cuando interpretaba el papel de Amneris, de Aida, “se le pegó el disco”, de tal forma que cantó y cantó y cantó sin parar, impidiendo que continuara el desarrollo de la obra, pues les robó el show a los demás cantantes. El abucheo fue más que formidable. Marucha tuvo que ser retirada por la chimenea del teatro, para evitar agresiones. No se dio cuenta de la rechifla porque estaba concentrada en el canto. La recluyeron en “La Clínica de las Divas”, ubicada en una de la siete colinas, de Roma. Allí estuvo cantando, cantando…hasta que, después de varios días con sus noches, como radio… de pilas… cuya energía a..go…ni…za…la atrapó el sueño. Despertó en una clínica de Houston, cuyo director aseguró: “quien viene aquí y no se cura, es porque está sentenciado a muerte”. Le diagnosticaron “trastorno obsesivo compulsivo” (TOC), y se abocaron al tratamiento. Comenzaron por ir despertándola poco a poco. Pero, a medida que despertaba. más y más daba su canto. Intentaron con psicofármacos, con psicoterapia conductual, con orientación psicoanalítica. Nada. No se murió. Pero, tampoco se curó. Los médicos recomendaron que “cambiara de aires”, que la llevaran a vivir a otro país, donde la gente fuera extremadamente comprensiva, amplia, dadivosa y generosa para con los extranjeros y tolerante respecto a la música y al canto. Y, claro, vinieron a este país. Aquí, la familia se atornilló en la zona oriental. Cuando Marucha despertó, al ver tanta luz, tanta alegría, tanta vegetación, tantas flores y amaneceres hermosos y arreboles que invitaban al amor, nuevamente se desató a cantar e in crescendo, cantó y cantó y cantó. Perdida la fe en la ciencia médica, los padres la llevaron al rancho de un campesino yerbatero.
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Porfirio Roa, con actitud misteriosa, cerrados los ojos mientras fumaba un tabaco, pareció aguzar el oído, apartando como una cortina la voz persistente de la sopranella, que cantaba y cantaba y cantaba. -Los espíritus me dicen que “la niña” canta y canta porque tiene plétora de canto. Le prescribió purgantes de áloe vera, ruibarbo, cáscara sagrada, sen y retama negra, que no tardaron en surtir “efectos”… La curación de Marucha se consideró milagrosa. La prensa se hizo eco de ello. El caso de la sopranella era mundialmente conocido. Todas las iglesias, aun de credos disímiles. habían orado por ella, conjugados por el mismo amor al bel canto. La Academia acordó otorgar a Porfirio Roa el Premio Nobel de Medicina Natural, especialmente creado para los no alópatas. Hoy, Marucha es ama de casa. Su esposo, también italiano, importa vinos y quesos. Tienen tres hijos. Pero, están muy preocupados: el hijo mayor, Rusticano, amanece cantando. Y canta y canta y canta. 160- LAS VERDADES PURGANTES Hubo una vez “el Hombre de las Verdades Purgantes”. cuyo nombre jamás fue conocido. Todos lo tomaban como enemigo, porque les enrostraba las verdades y les quitaba las máscaras. Iba por ciudades y campos con una lámpara de la cual era inseparable, y que jamás apagaba, ni de día ni de noche. No fueron pocos los que trataron de robársela para que no siguiera alumbrando las consciencias, Pero, por alguna razón inexplicable o misteriosa, se transformaban en predicadores de la verdad sólo con tocarla, como si su luz penetrase a fondo en sus vidas y los convirtiera en seres distintos a lo que habían sido hasta entonces Y el Hombre de las Verdades Amargas decía: 350
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Para enseñar a los hombres es necesaria la pureza de corazón. Quienes no son puros de corazón, pensamiento, palabra y acción, no son dignos de predicar la verdad, y deben ser repudiados porque pretenden ejercer un ministerio que no les corresponde. Los puros de corazón que enseñan la verdad no son una simple tabla que indica el camino en el cruce de las vías. El verdadero maestro avanza por los caminos, junto a la gente, paso a paso, y no los abandona El egoísmo, la vanidad, la codicia, el odio, la violencia, la prepotencia y el engaño han tomado posesión del mundo. Y a los predicadores les será reclamada esta deuda porque usurpan la verdad, la obscurecen con intención perversa y la utilizan para favorecer sus intereses. La alianza secreta entre los poderosos y las falsos profetas será destruida, y todos quedarán expuestos a la luz de la verdad el día del castigo.
161- LA CENA IMPERIAL Una noche, en el segundo día del año del dragón, el emperador Wuan Chu Pan fue agasajado por su esposa, su hijo mayor y sus dos hijas, y por un selecto grupo de los más allegados. Le habían preparado una cena, con su respectiva torta de cumpleaños, iluminada por un sinnúmero de velitas. El plato principal lo constituyó una fina combinación de fideítos embalsamados, con carnes de pavo, chivo, cochino, cachicamo, res y cordero, a la estofa, con un magistral efluvio de alubias chinas pasadas por “las tres aguas mansas”. Otros platos al alcance de la mano real eran: arroz con salpicaduras de verduras, cerdo y ají picante, con algunos toques estéticos de aguacate. Picaduras de repollo sanforizado y al vapor. Champiñones con lomo de cerdo 351
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y pimentón morado. Almojábanas estilo japonés y chop suey con anquitas de rana xiampangong. Con mucho ardor y entusiasmo el emperador quiso devorar de todos los platos. Uno de los hijos le advirtió: -¡Padre, padre…mucho cuidado…recuerda la otra noche…cómo estuviste … No dijo más, ni el padre tampoco. Efectuadas las libaciones en medio de fervorosos deseos por la vida, la salud, la prosperidad y el acierto en el gobierno, el mandatario se retiró a sus aposentos. Se durmió casi de inmediato. Soñó que se acababa de acostar y que estaba acostado y soñando; y que en este segundo sueño también soñaba que estaba soñando, y que el tercer sueño consistía en que estaba soñando que estaba teniendo sueños en cadena. En el cuarto sueño soñó que una noche, en el segundo día del año del dragón, fue agasajado por su esposa, su hijo mayor y sus dos hijas, y por un selecto grupo de los más allegados; que le habían preparado una cena, con su respectiva torta de cumpleaños; y que el plato principal fue una fina combinación de fideítos embalsamados, con carnes de pavo, chivo, cochino, cachicamo, res y cordero, a la estofa, con un magistral efluvio de alubias chinas pasadas por las tres aguas mansas. Perturbado, se despertó mientras se preguntaba qué me está pasando. Le dolía el estómago, sumamente abultado. Llamó al eunuco de turno y ordenó una sal de fruta. La tomó muy despacio y se durmió de nuevo con un sueño apacible. Eso sucedió el segundo día del año del dragón. Tómese debida nota. Notario del emperador Wuan Chu Pan.
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162- LAS DOS CARAS DE DIOS A su regreso de Benarés, el Maestro nos dijo: Hubo un anacoreta que se había dedicado a la meditación profunda. Vivía en la mayor soledad. Se alimentaba frugalmente. Sin embargo, una noche interrumpió la meditación acuciado por una idea persistente que le empañaba el brillo del pensamiento consagrado. Esa idea era: “He dedicado muchos años a la meditación, procurando entrar en contacto con Dios para hallar la Verdad. Sin embargo, siento una especie de vacío que me lleva a la conclusión de que no he tenido avance, y ni siquiera un indicio mínimo de la cercanía de Dios, ni de la Verdad. Creo que lo mas conveniente y acertado es que regrese al contacto con la gente, para reenfilar mis pensamientos y mis planes”. 353
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Atormentado por las dudas y sin meta clara y precisa, el anacoreta dejó el aislamiento y comenzó a bajar de la montaña. Después de caminar durante varios días, vio cómo un campesino yacía en el suelo herido en una pierna por la cornada de un toro, y lo auxilió. Entonces percibió una sensación especial, como si algo hubiese salido de él y hubiese regresado a su corazón insuflándole la satisfacción de una profunda alegría. Bastante tiempo después, escuchó los balidos de una oveja atrapada por unos espinos, y la liberó. Nuevamente aquella sensación especial, extraña, aunque momentánea. Más adelanate conoció a un campesino que, sin precisar por qué, lo llevó a su casa para que conociera a su mujer y a sus hijos. Además, lo invitó a que pasara con ellos la noche. Cuando dormían, uno de los niños se despertó llorando, con grandes gritos, debido a un fuerte dolor de muelas. El anacoreta, a pesar del cansancio y del sueño, fue en su auxilio y mediante unos pases le quitó el dolor y volvió a la cama. Soñó que un anciano le entregaba un objeto: era una piedra tan pulida y hermosa, que titilaba como un trozo de estrella. La recibió y el anciano le dijo que la guardara en su pecho, muy cerca del corazón. A todo lo largo del camino y hasta que llegó al pueblo, el anacoreta estuvo prestando ayuda, colaborando, auxiliando, sirviendo a todo aquél que lo necesitaba, aun cuando no le reclamasen a ello. Se le hizo la luz. Comprendió que lo esencial en la vida no es alejarse de la gente, ni recluirse en la soledad, ni meditar, ni orar, sino servir, ser útil a los demás, y hacerlo con alegría. ¡La alegría de servir! Vino, pues, a entender que a Dios, que es la Verdad, sólo se puede hallar por el camino del amor.
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Desde entonces vive en el pueblo, entre la gente, y va al mercado, y se sienta en la plaza a conversar y conversa con quien se encuentra en la calle, predicando y viviendo la alegría de servir.
163- EL FUGITIVO Un hombre herido, aterrorizado, y vistiendo harapos, irrumpe en el recinto donde se celebra una asamblea. Extrañamente, los guardias no se lo impiden. Pide auxilio. Pide protección. Pide que lo amparen. Corre a lo largo del pasillo central, entre los dos grupos de asientos, llega al final y sube algunas gradas, hasta caer a los pies del orador que en ese momento habla a través de un micrófono. El orador suspende el discurso mientras el hombre le dice, con voz de pánico y angustia: -Vengo huyendo de la selva, donde fui torturado por los monos, cuya crueldad no tiene límites. Me dieron la ley de fuga. Me dieron seis horas de ventaja. Cuando me alcancen me darán la muerte. No lo permitan. El orador le pregunta cuál fue el motivo para que los monos lo afligieran con torturas y con sentencia de muerte, y él responde que la causa 355
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fue la libertad: los monos negaban a los hombres el derecho a expresar sus ideas y a manifestar sus sentimientos. El orador, que viste como los hombres y habla como los hombres, le dice: -Llegas al lugar exacto. Esta es una asamblea de monos y yo soy el jefe. Desde la selva nos enviaron un correo electrónico diciendo que eres fugitivo condenado a muerte. También nos enviaron tu fotografía, tus huellas digitales, tu tipo de sangre y tu ADN. Ya te esperábamos. Ahora vas a morir. También los monos estamos tecnificados. Ya no nos comunicamos mediante ruidos de tambores ni de nubes de humo. Estamos totalmente al día en adelantos tecnológicos. Te mataremos utilizando los instrumentos más sofisticados. La muerte es la misma, no los medios.
164- LA APARIENCIA -Acaba de pasar el señor Manuel. Seguramente son la siete. -Va pasando el señor Manuel. Se acercan las doce. Era el carnicero que decía a su esposa…Porque el señor Manuel era “puntual como un reloj suizo”. Extremadamente metódico, tenía establecido un tiempo para cada actividad, incluyendo trabajo, descanso y paseos al aire libre. Iba hacia su casa para almorzar, después de haber dado clases en el colegio. Reposaba, y a las 4 en punto salía de paseo. Era desgarbado. Casi siempre vestía de colores grises. Su figura era insignificante, triste, común y corriente. Enjuto, no muy alto, de complexión delgada y apariencia débil y enfermiza. Quien lo viera por primera vez podría suponer, fácilmente, que era algún oficinista de tercera o algún individuo de 356
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mediocre nivel intelectual y escasa cultura, de ésos que llevan los libros de algún usurero, hasta que la muerte y los años lo sorprenden en el eterno rincón de la bodega, rodeado de facturas y recibos. Nació en ese pueblo y en ese mismo pueblo moriría, sin salir jamás de sus linderos. A pesar de su naturaleza enfermiza, su vida se prolongaría, milagrosamente, hasta los ochenta años. Y es que sabía cuidar de su salud, con todo esmero, como si presintiera que necesitaba tiempo para rendir. Decían, por cierto, hablando de su salud…que se sostenía las medias con un sistema de cintas, para no usar ligas, porque le entorpecían la circulación de la sangre. Era profesor, serio, sereno, comedido. Como si hubiese tenido la misión sagrada de brindar a todos una lección tangible y permanente de buen comportamiento hasta cuando se desplazaba por la calle. Ni bebía ni fumaba. Era el cuarto de nueve hermanos. Muertos sus padres, tomó a su cargo a los cinco hermanos menores, a quienes sostuvo mediante el trabajo de profesor, cuyos frutos económicos no eran en modo alguno abundantes. Pero, aun en medio de las estrecheces económicas, supo mantener la honestidad. Hubiese podido aumentar los ingresos impartiendo clases de literatura. Mas rechazó la oferta porque engañaría a los alumnos, pues no se consideraba preparado para regentar esa cátedra. De manera que prefirió mantenerse en entre limitaciones pecuniarias. Le atraían las mujeres, pero no se casó. Se mantuvo aferrado al estudio y la reflexión filosófica, que le darían gloriosos triunfos. -Allá va el señor Manuel- dice el carnicero a su mujer. Es el filósofo Inmanuel Kant. El representante más importante del criticismo y uno de los filósofos que más influyó en la filosofía universal -Las apariencias engañan- comenta la mujer del carnicero…
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165- PANCHITO ZK1 Y YO PanchitoZK1 me importunaba a cada momento. Parecía que lo estuviera afectando algún corto circuito en el área gutural. Hablaba y hablaba. -Amigoooo. Quierooo un corazooón. Deseooo teneeer corazónnn -¿Para qué quieres corazón, Panchito…No me dejas trabajar. Debo cumplir con este pedido. Estoy por terminar otro robot. -Quierooo un corazónnn para amar. Deseo darle todo mi amor a una mujer. Y tener muchos robots y amarlos. Y amar la luz, las cascadas, el mar, los amaneceres, los arreboles, las flores y las aves y los libros y la poesía y a la humanidad. Quiero saber condolerme por los que sufren y tener compasión por los pobres y por quienes no tienen alimentos ni techo, ni salud, y… - ¡Panchito! …!Pero si ya tienes corazón!
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166- EL AGENTE 00207 No sé. Pero, sospechaba de él. Eso de llegar tarde en la noche, sin decir por qué. Esa tal “empresa” de donde lo llamaban a cada instante voces extrañas. Esos amigos raros. Aquel celular tan especial, tan especial… Esa forma de encerrarse en su taller y estudio, con aparatos nunca vistos, sino en películas de ciencia ficción. Ese caminar “culiapretado” y esa forma de hablar…No es para menos…es imposible no sospechar…aunque él le decía con persistencia que trabajaba para una agencia hipersecreta… Una noche simuló estar dormida y lo siguió. Lo sorprendió en el baño, con la frente abierta como una vitrina de engranajes, eslabones, articulaciones, actuadores, manipuladores… Estaba en esos momentos arreglándose algunas arandelas. Entonces fue cuando se enteró, después de siete largos años, de que estaba casada con un robot. Con razón no tenían hijos…¿O sí? 359
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167- CAROLINA LA MUSTIA No. Carolina no era así. Carolina era la alegría. Alegre siempre. Como la campana de la iglesia en día de fiesta. Ahora es la tristeza en cuerpo y alma, que anda por el pueblo, siempre, como a punto de llorar. Pero, llora por dentro. Mucho. Desde que el novio se le fue- ella lo sabe- para siempre. Carolina la mustia. La que va día y noche por las calles del pueblo arrastrando la tristeza como un cuero que le chupa la vida. Hasta parece que ha heredado ella sola todas las tristezas del pueblo. Las tristezas de los vivos, porque los dejaron los muertos. Y las tristezas de los muertos, por dejar la vida. Lleva la tristeza en los ojos. En aquellos ojos negros, empañados, que se ahogan en un mar infinitamente amargo y oscuro. Y la lleva en las mejillas marchitas y en la frente surcada y en el rictus sombrío de su muecasonrisa. Cuando sonríe invita a morir… 360
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Todo, porque el novio se le fue- ella lo sabe- para siempre…
168- UNA DAMA DEL PALEOLÍTICO SUPERIOR -“¡ Vieja, una arepa de pezones de mastodonte, pero ya !”, Era un arriero de dinosaurios que había irrumpido en la arepera, desalojando con el corpacho el aire más o menos puro del establecimiento. Un señor decente, bien vestido y hasta elegante que había entrado antes que el troglodita, quedó no sólo marginado, sino, peor aun, absolutamente ignorado, cuando lo desplazó aquella catadura infernal, mediocubierta por una piel de mamut y blandiendo un tronco. El señor, sencillamente, era menos que insignificante. No existía para la dama que prestaba servicios en la arepera. Para ella, ese cliente perfumado no era ni siquiera un mosquito que con una vocecita de corneta aguda le hubiese dicho a la entrada de la cueva auditiva, sembrada de largos pelos mugrosos: -Buenos días, señora. Por favor una arepa con queso de mano. No. Aquella auténtica dama del paleolítico superior no estaba capacitada para comprender una comunicación de mínima racionalidad. 361
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Ignoraba por completo lo que significaba respeto, decencia, buena, esmerada y pronta atención para con alguien que no acabara de salir de la cueva como ella. En un instante atendió y sirvió a congénere. No así al señor decente, quien tuvo que largarse a otra comarca cavernaria a ver si lo atendían… En “la tierra de nadie” de los cavernícolas, el desarrollo tecnológico no extingue de por sí el primitivismo. De lo contrario no veríamos por allí tantos primates con dos y tres celulares.
169- LAS HERMANITAS PUYANA Mi amigo Pedro José Zubicaray vivía en el pueblo, pero mantenía la casa que había heredado de sus padres, en el campo de…Solía invitarme a pasar unos días, junto con su familia, sobre todo en Semana Santa. En una de esas estadías sucedió que una tarde uno de sus hijos y yo salimos a pasear por las inmediaciones. Cuando regresábamos a eso de las 5.30, no sé por qué me extravié y perdí de vista a José Luis. Tomé un camino inclinado que por inercia me arrastró hasta su final, una escarpada de cierta altura. Mas era tal el ímpetu de mi andar, que no pude detenerme y caí en el patio trasero de una casa. Ya estaban en el filo el término del día y el comienzo de la noche, cuando caí en la explanada. Allí me encontré con sorpresa frente a dos señoras de una edad cercana a los sesenta años. Ni muy altas ni muy bajas, blancas, gordas e “igualiiitas”. Ojos verdosos, cabellera sorpresivamente larga, nariz ganchuda y afilada, quijada puntiaguda y, para colmo, voces
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chillonas…como la de las brujas. Eran las gemelas Casilda y Chana Puyana, de las Puyanas de Manizales, según supe después. Ocurrió a continuación que, apenas me encontré frente a ellas, ambas, como si me conocieran o me estuviesen esperando, ambas al mismo tiempo, me tomaron cada una por un brazo, entre risitas sospechosas y pícaras. Y, casi imperceptiblemente, como quien no quiere la cosa, me arrastraban o empujaban hacia la cocina, ubicada a un lado de la casa, en una construcción independiente. Yo, aturdido por la caída, por la sorpresa y por aquella familiaridad tan extraña, me dejaba llevar. De no haber sido porque escuché la voz de José Luis, hubiese entrado a la cocina y quién sabe qué hubiese sido de mí. -¡Epa!, ¿Para dónde va? Ya es de noche, vámonos… Pude desprenderme de las manos de las “hermanitas”, y me despedí apresuradamente…Mientras andaba, no sé, pero me pareció que aquellas risitas agudas se transformaban en chillidos de rabia y frustración. O tal vez fueron cosas mías…No sé… Al día siguiente, Jacinta, hermana de José Luis, me preguntó cuando estábamos desayunando: -¡Oiga! ¿Y Ud. por qué cogió para donde las Puyana? ¿No sabe que ellas son brujas? Ahora, a tantos años de distancia, me pregunto si no serían brujas, ciertamente, las tales “hermanitas”. Porque, ¿y la forma de recibirme, tan sospechosamente simultánea, atenta, sin solución de continuidad entre mi caída y su recepción? Tan contentas, ¿acaso creían que yo era un regalo que les había caído del cielo? ¿Y qué pensaban hacer conmigo en la cocina? ¿Amarrarme y meterme en una olla mondonguera y cocinarme esa misma noche con ñames, yucas, ocumo, plátanos verdes y un poco de ají? ¿Y las características físicas de ambas? Ah. ¿Y aquella risita
tal clásicamente
brujeril, chillona, aguda, en la que parecían vibrar ondas diabólicas? 363
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Yo no soy dado a creer en brujas. Pero, las hermanitas Puyana hasta podría asegurar que sí lo eran. Por muy poco no fui caldo servido en el festín de un aquelarre.
170- LA MONJA BARBUDA Francamente, uno de los factores de mi alejamiento de la religión son, especialmente, las monjas. Y no exagero. Habrá, sin duda, quienes las defiendan, por tratarse de mujeres y, además, “consagradas a Dios”, por lo que presumen en ellas un comportamiento verdaderamente cristiano, buen trato, amabilidad y, sobre todo caridad. La caridad que tanto cantan y predican. Pero, ¿es acaso caridad la de una mujer atenaceada por la envidia e infactada por otras diabólicas malquerencias, quien por eso mismo realiza los actos sin convencimiento cristiano, de mala gana, como presidiaria en forzamiento? Ni siquiera practican la caridad entre ellas mismas… Una vez presencié cómo, mientras caía sobre la ciudad una lluvia diluvial, una monja de la congregación de las “Santas Hermanas del Desamparado”, solicitó a la monja de la congregación “Hermanas Beatíficas de los Tormentos Divinos”, que le abriera la portería para protegerse de la lluvia. 364
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Pero ésta le negó entrada, de mala manera. La solicitante quedó fuera y terminó santamente empapada. Otro caso fue que…Pero, ¿para qué seguir con los ejemplos, si todo mundo ya las conoce? De todos modos, veamos esto: Cuando estuve interno en una institución de caridad, siendo muchacho, en la ciudad española de…conocí a “la hermana (¡!) Elodia”. La llamábamos “la barbuda”, porque traslucía a nuestros ojos infantiles un aura amenazadora que nos llenaba de pavor. Era “El Ogro” de Blasco Ibáñez, pero sin pantalones… Gordinflona, malencarada, de mirada odiosa, de hablar martilleante y de respuestas como de cuchillos. Una tarde de diciembre, en la víspera de la Nochebuena, exactamente, nos hicieron formar dos filas. Una gran panadería había hecho un donativo especial para nosotros los reclusos… A
un
lado,
la
hermana
Fonchurria,
italiana
eternamente
malhumorada, que descargaba sus frustraciones a costa nuestra; del otro, la hermana Elodia. Cada una sostenía una enorme bandeja cargada con una montaña de sánguches. Cada uno de los internos tomaba uno de esos panes. Pero, yo tomé dos, porque era doble el hambre que sentía. De inmediato, Elodia lanzó un grito que rompió los pocos cristales que quedaban en las ventanas del instituto. -¡Eeeeeeyyyyy! ¡PardieZ! ¡Bandido, mentecato, ladronZuelo! ¡Es uno solo, ¡y tú tomaste dos?. En el infierno te atragantará Satanás con panes de hierro fundido… Yo, con la mayor humildad y resignado a quedar con la mitad del hambre, coloqué sobre el cerro de panes el que había “usurpado” tan pecaminosamente…Pero… pero… no
había dado ni siquiera dos pasos
cortos, cuando a mis espaldas se desmoronó un cerro. Me volví ¡y una hilera de sánguches en el suelo!…Fue como si alguien le hubiera propinado 365
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por debajo una formidable patada a la bandeja que sostenía mi amiga. Los panes no estaban amontonados como cuando se dobla la bandeja: estaban esparcidos en hilera desde los pies de la monja hasta unos dos metros de distancia… Y ella, la santa monja, por supuesto, más asustada que una diabla cuando la obligan a beber un purgante con agua bendita… ¡Ah! ¡Claro que sí! Yo sé. Estoy seguro de que tengo un espíritu que me sigue y me protege y que hace los desquites por mí…Lo tengo comprobado. Relataría otros casos si no fuera porque ¡ allá viene Elodia!. ¡Cuidado! ¡Cierren el libro…! 171-CONFESIÓN Un médico percibía que algo, un elemento desconocido, le faltaba a su quehacer profesional. Una inquietud silenciosa parecía carcomerle el alma. Pero, no llegaba a identificar su naturaleza. Un día me confesó: -Soy médico desde hace 25 años. Tengo cinco especialidades. Soy dueño de esta clínica de terapias. Sin embargo, me siento insatisfecho. Estoy convencido de que los médicos no somos sino recetadores de píldoras costosas. Hace falta algo superior, pero no sé qué pueda ser… Yo le respondí: -El ejercicio de las profesiones- sobre todo de la profesión médica- debe liberarse de la rutina. Para ello debe trascendentalizarse, bajo la idea de que se trata de un servicio que debe prestarse con alegría. La alegría de servir es fundamental. Sentirse útil mucho más allá de lo externo, de las formalidades, y más cerca de lo humano y hacia lo espiritual. Por algo dijo el Maestro Gandhi que curar a los enfermos no tiene ningún sentido a menos que se experimente una auténtica satisfacción 366
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por prestar ese servicio; que el servicio que se presta sin alegría de servir, no es útil ni al que sirve ni al que lo recibe; que para servir con alegría lo que se necesita es amor…
172- LA MUJER ARAÑA En los pueblos indígenas se corría la voz de que había mujeres-araña. Mujeres que mientras el esposo dormía, le enterraban un aguijón, con la mayor cautela, para inyectarle el veneno de la inquietud. Como consecuencia, el hombre se despertaba muy muy temprano, antes de que las chenchenas y las guacamayas anunciaran la salida del sol, y se iba al campo a trabajar durante todo el día, bien cultivando la tierra, bien cazando o pescando. Por eso se decía “cuando en una casa hay abundancia, no faltan dinero ni comida y canta la felicidad, es porque, seguramente, la esposa es una mujer-araña que incita a trabajar”. También se decía que a tal o cual hogar le faltaba una mujer-araña, porque se le veía pobre y carente de felicidad. Por eso, los solteros acostumbraban irse a la selva a ver si tenían suerte de cazar alguna mujer-araña de las que hacen trabajar, porque quitan la flojera a punta de veneno, pero, en cambio, vienen la riqueza y la felicidad.
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173- PUJANZA Una familia perdió al padre cuando Raimundo, el mayor de los hijos, tenía nueve años y el menor tres. Siendo inútil la madre, Raimundo tuvo que hacerse cargo de todo. Para sostener a la familia realizó los oficios más diversos, en un pueblo minado por la pobreza. De manera que las cosas le resultaban extremadamente difíciles. Obviamente, jamás tuvo oportunidad de asistir a la escuela. Sin embargo, ansiaba leer y escribir. Y se propuso hacerlo con voluntad férrea, robando tiempo a las labores de la subsistencia propia y de la familia. Comenzó por copiar el abecedario en un cartón. Después se fue a la calle como una especie de “mendigo del saber”, preguntando a todo el que podía y quería explicarle, cómo leer. Y de esta manera lo logró. Después pasó a la escritura, procediendo de la misma forma. Pero, en esta etapa le brindó ayuda fundamental “el Maestro Máximo”, anciano venerable, siempre bondadoso, atento y servicial. Todos los medio día, entre las once y treinta y las doce, estaba Raimundo a la puerta de la casa del maestro Máximo, aguardando su regreso de la escuela. Y el maestro ya sabía que allí encontraría a Raimundo, cuya 368
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persistencia y fe lo llenaban de admiración y lo impulsaban a darle más y más aliento. Después aprendería otros oficios, como el de carpintero, soldador y fontanero. El párroco Jesús Espinosa solía decir: me agrada conversar con Raimundo porque es un hombre muy inteligente. Y lo citaba para conversar con él, mientras caminaban en la vetusta y larga sacristía, bajo grandes arañas de cristal y en medio de imágenes de santos, polvorientas y en desuso, feas y fantasmales. Muchos años más tarde, los hijos de Raimundo comentarían cómo la caligrafía de su padre era mucho mejor que la de todos ellos. 174- EL LIBREPENSADOR -El papá de este muchacho y yo, nunca estamos de acuerdo. Viene a que le corte el pelo y terminamos discutiendo. Él es muy católico y yo librepensador. Es Baudlio Mandriles, el barbero del pueblo, quien le habla al espejo mientras hace su trabajo en mi cabeza de nueve años. Le habla al espejo para no tener que voltearse hacia el único cliente que espera turno. Enfatiza la palabra librepensador porque está de moda y porque desea llevarle la contraria al padre Almagro, quien la condena desde el púlpito en la misa de los domingos. Mandriles es, además, el organista de la iglesia. “Le da” un poco al armonio y, a falta de mejor voz, deja escuchar la suya, de martillo grueso y oxidado, cuando le responde al sacerdote conforme al ritual del día. Y la voz resuena como en un cajón sin luz. Pero, nada de esto impide que reviente denuestos como cohetes contra “los curas”, y con tanto enardecimiento, que ha trasquilado a muchos clientes con aquellas tijeras que manipula mejor que el armonio. Las ondas del ataque liberal van in crescendo. Comienza por las monjas. “¿Monjas de los pobres”, y botaron del colegio a una ahijada mía 369
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porque no pagó una mensualidad? ¿Y qué religiosidad es ésa? de una monjas repulsivas, mal encaradas, que parecen llevar barbas y bigotes, de tan mal que miran a la gente. ¡Y cómo se desprecian las congregaciones de monjas entre sí! ¡Hermaaanas. Será del Diablo!. Después las toma contra los curas, luego contra los obispos, los cardenales, y, en la corona, el Papa.“!Santo Papa! “Su Santidad, su Santidad!..¿qué santidad del carajo? Finalmente, mientras le da los toques finales a mi cabeza, pequeña, pero con un par de orejas muy bien puestas, sintetiza todo lo dicho con unas palabras del poeta Victor Hugo, “el gran librepensador”: “El maestro es el ángel que enciende la luz en el pueblo y el cura el murciélago que la apaga”. Mientras me bajo del sillón y me cepilla la camisa, grita para todos los clientes habidos y por haber: -¡Siguieeente! ¿Quién se arriesga?
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175- MONSEÑOR MANDRILES Baudilio Mandriles es organista de la iglesia los domingos y demás días de fiestas de guardar. También es barbero los días paganos. Como le debe a papá un dinero no sé por qué, y se hace el tonto para no pagarle, estoy yendo cada mes a que me corte el pelo. Con razón me recibe con desdén. Un día, a las dos de la tarde, estoy frente a la barbería. Pero, las puertas permanecen cerradas. Toco y toco. Por fin abren una de ellas. Ante la luz del sol contrasta la oscuridad de la barbería. ¡No lo puedo creer!. Expando unos ojos de nueve años, que a esa edad miran muy bien. Y quien me abre la puerta es, nada menos que ¡un obispo!. Sí, de pies a cabeza: zapatillas rojas, alba, cíngulo, una enorme capa dorada y una mitra del mismo color. Anillo refulgente. Y porque se trata de un pastor que apacienta las ovejas, no le puede faltar el báculo, que golpea acompasadamente el piso de ladrillos, arrancando destellos al sol. -Dios te bendiga, hijo mío- me dice con voz suave, enmarcada en una sonrisa muy papabile- Pasa adelante y siéntate, que ya vengo. No mucho tiempo después, por la misma puerta de escape que utilizó el obispo, al fondo de la barbería, entró el barbero, quien con extrañas muestras de deferencia, me invitó a tomar asiento en la poltrona sacrificial. 371
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-Estoy necesitando urgentemente un monaguillo como tú. En el ejercicio de mi episcopado necesito alguien que me ayude, además del sacristán, que ya tengo. Me trabajó la cabeza más rápido que de costumbre y me dijo que no me marchara todavía. Despachó con algún pretexto a un cliente, y cerró las dos puertas. Quedamos unos instantes en la penumbra, encendió la luz y me pidió que aguardara. Regresó en compañía de dos personas: una era su suegra, doña Gertrudis, mujer alta, robusta y pausada, y el otro, Agapito, su sirviente, de movimientos lentos y torpes. -Te presento a mi asistente, mi suegra Gertrudis y, de este lado, Agapito, mi sacristán. Sólo me faltan por lo menos dos monaguillos, de los cuales ya estás tú, y alguien que se encargue de las relaciones públicas. De ahí en adelante me las ingeniaba para escaparme todos los sábados a casa de Baudilio. A cambio de servir en el monaguillato, me pagaba algún breve dinero que siquiera me permitía asistir al cine al día siguiente y comer alguna rosquilla. No me fue nada difícil persuadir a mi amigo Jesús, también de nueve años y muy avispado, para que fungiera de monaguillo. Así podría ver películas también él, en lugar de quedarse velando de envidia a las puertas del teatro. Y su alegría fue mayor aun, porque el obispo Baudilio no tenía prejuicios raciales y no lo segregaría por causa del color. Ha de tenerse en cuenta que era de color tan intenso, que los demás muchachos lo apodaban “Chimoíto”. Baudilio cerraba la barbería los sábados exactamente a la una. A las tres comenzaban los oficios. Incluían una misa, que Baudilio, con todos sus atuendos y asumiendo y viviendo a plenitud su papel episcopal, celebraba guiándose por un viejo misal. El obispo se cuidaba, al finalizar la misa, de leer la frase ite, misa est porque era como decir a los fieles: “bueno, raspinflay. Terminó la misa. 372
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Largo de aquí”. Pero es que, en todo caso, aquello no había terminado. Porque luego se realizaba la procesión, comenzando en el propio salón de la barbería, donde se improvisaba el altar, hasta los límites del corral trasero, espantando los cochinos y las gallinas. Claro que no podía faltar la homilía. No haberla era lo mismo que asfixiar a Baudilio, pues tenía en permanente actividad los mecanismos del habla, que lo haría, seguramente, parlotear hasta dormido. Las homilías episcopales de Baudilio eran, exactamente, el reverso de la moneda: ante sus clientes en la barbería y ante sus amigos en la plaza, hablaba como “librepensador”, desatando su lengua liberal contra todo lo que significara iglesia. Pero, cuando asumía el papel de obispo, comenzaba por alabar floridamente la consagración de las santas monjas a Dios; la vocación apostólica de los sacerdotes; la elevación espiritual de obispos y arzobispos; el innegable recato de los cardenales, y la santa santidad del Papa, a quien llamaba Vicario. En cuanto a la suegra de Baudilio, subió a tal grado la fe y la admiración por éste, que propuso pedir
su canonización in vitro. Para
comenzar por algo, mandó fabricar con su peculio, una silla gestatoría, para transportar hasta el corral y de regreso, al obispo Baudilio, repartiendo bendiciones. Como mis padres se mudaron a otra ciudad, tuve que seguirlos, abandonando con nostalgia lo que para Jesús y para mí no pasaba de ser un juego lucrativo, aunque en realidad era demencial y subversivo. “Chimoito” quedó a la cabeza del monaguillato, en lugar mío; fueron contratados cuatro campesinos para pasear al obispo en la silla gestatoria; y tiempo después, Baudilio fue trasladado por los loqueros a otro Estado, porque los del pueblo pretendían elevarlo a los altares “liberale modo”, es decir, a la diabla, sin respeto por reglas ni principios.
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Dicen que Gertrudis, la suegra consagrada, murió de tristeza. Baudilio la tomó en el manicomio, por dárselas de Papa. Murió dando bendiciones en vez de pedirlas…
176- ASÍ GRITÓ ZARATUSTRA Zaratustra bajó de la montaña, adonde había ido a meditar para acrecentar, si era posible, su insondable sabiduría. Pero, en realidad bajó decepcionado. Muy poco le habían enseñado el frío, la soledad y el silencio de las nubes. Pero, en realidad fue el hambre lo que más peso ejerció en la decisión de regresar. En el filo sinuoso de las serranías, había sentido en carne propia las palabras de Buda: “el cerebro no puede pensar si el estómago está vacío”. Por ello en adelante fundaría toda su prédica en la necesidad humana de comer. Necesidad que elevó a la categoría de “causa de las causas” de la infelicidad sobre la Tierra. Porque, analizada a profundidad la historia de los pueblos desde sus orígenes más remotos, se concluye que todo gira en torno al hambre: los pactos, las guerras, la paz, la diplomacia, los negocios y las revoluciones. A través de aquella experiencia, entró a comprender finalmente al pueblo; por qué y cómo la gente sufre cuando la retuerce el hambre. Percibió en sí mismo cómo por causa del hambre se siente el estómago lleno de pelotas de plomo derretido, que perforan las tripas y les arrancan humo, y el 374
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humo sube por las venas y los huesos hasta los ojos, y atenacea el cerebro, y hace perder el pensar, e invoca la rabia, una gran, inmensa y larga rabia que, si no fuese justamente por la debilidad, por la falta de fuerzas, haría descargar su furia mortalmente. Sí. Todo esto aprendió Zaraatustra en la montaña, allá, muy arriba, donde ni las cabras se atreven a refocilar con hambre…Y porque aprendió cosas nuevas, vino con un discurso nuevo
177- LA TRETA DEL BORRACHO Un abogado borracho cumplía lealmente con el vicio. Todas las tardes andaba de bar en bar. Y siempre llegaba a la casa en la alta madrugada. Para cortar definitivamente con las trifulcas que le armaba la esposa, adoptó una treta que le dio resultados hasta el día en que, varios años después, murió de cirrosis hepática. La treta consistía en entrar al apartamento abrupta y violentamente y enfrentar a la mujer que lo aguardaba armada con un formidable sermón. Sermón que el borracho abortaba, pues, apenas en presencia de la esposa, comenzaba, “furioso” y con severidad fingida, a recriminarle por su “falta de cumplimiento de los deberes conyugales”…y por allí seguían los tiros de una filípica tan vehemente e interminable, que no dejaba oportunidad a la pobre mujer ni para resollar. Como aplicaba la táctica a diario, ella optó por renunciar a los reclamos e irse a dormir temprano, sin preocuparse más por el marido. La treta del borracho es la que aplican los malos gobiernos para sofocar las críticas de la oposición, echando mano, por radio y televisión, de alharacas,
agresiones,
ofensas,
descalificaciones,
amenazas,
gritos, 375
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estridencias y cambios de tema o confusión de puntos. Y, así, la borrachera sigue y los borrachos se salen con la suya.
178- TODO LO QUE ES…¿ES? Un rey decidió casar a su único hijo, “para que sentara cabeza” (no sé con qué se sientan las cabezas), pues se la pasaba con malas compañías, de discoteca en discoteca y otras cosas más. Ordenó invitar a todas las quinceañeras del reino para que asistieran a una fiesta, en Palacio, y ellas acudieron pero volando. Allí recibirían regalos, y el príncipe escogería a la que sería su esposa. En el día fijado el príncipe pasó revista minuciosa a las candidatas, quienes desfilaron por la pasarela ostentando sus virtudes.
Entre unas
trescientas, escogió a la que le pareció, si bien no especialmente bonita, sí notoriamente prudente, circunspecta, humilde y sumisa. Un auténtico modelo de mansedumbre, con una carita de santa recién lavada. Se celebró el matrimonio. Pero, en pleno desarrollo de la luna y sus mieles y en medio de gritos, de vasos y botellas estrelladas, el príncipe salió disparado de la alcoba, porque “la mujercita” le había resultado “una pantera”. Reunidos de urgencia el rey, el príncipe y el consejero real, éste, conocido el hecho, sentenció: -“No siempre lo que parece, es”. 376
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El divorcio fue tan instantáneo como lo puede ser un caso real llevado en tribunales. A renglón seguido, el príncipe, en nuevo holgorio de Palacio, escogió a quien sería su esposa. Optó esta vez por una evidentemente hermosa y notoriamente altiva. Se casaron. En plena luna de mieles, el príncipe, en medio de voces airadas y ruidos de copas y botellas estrelladas, salió de la alcoba real: “la mujercita” era, esta vez, “dos panteras en una”. Porque pretendía chantajearlo y hacerlo su esclavo a cuenta de hermosa y salirse siempre con la suya a cuenta de altiva y grosera. Reunidos nuevamente el rey, el príncipe y el consejero real, éste, en conocimiento de los hechos, sentenció: -“A veces, lo que parece que es, es”.
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179- HOMO SILVÁTICUS En aquel país, muchos no se habían dado cuenta todavía de que vivían en la selva. Saltaban de rama en rama por simple imitación. Sólo querían divertirse y pasarla bien, mientras los de abajo trabajaban. Saciaban el apetito hasta la gula. Privaban de alimento a otros animales que sí lo merecían, como el burro, que siquiera carga, o la gallina que por lo menos deja ponencias, o el gato que tiene habilidades estratégicas o las despreocupadas cebras, que con sus nalgatorios prominentes inspiran a los pintores dadá… Se desgañitaban entre improperios de muy ancho calibre, que rebotaban en la cumbre de los árboles y despertaban la curiosidad de los infantes. Se daban golpes de pecho como gorilas guapetones o elevaban laudes como narigudos devotos que fingen bondades y prometen paces… Se rascaban los piojos entre sí, con intenciones ocultas. Y se arrojaban ofensivas pelotas de excrementos, en sus estúpidos enfrentamientos bélicos. Alguien gritó desde abajo: -Quien no pertenezca al mundo simiesco, levante la pata y baje del árbol…
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180- EL CAJÓN DEL CARPINTERO En las afueras de Sichar el Maestro y sus discípulos vieron a un hombre derribar un árbol con un hacha. Y él les dijo: Mirad cómo ese hombre da los primeros pasos para fabricar una obra con madera. Pero, el hacha no le será suficiente. Es, apenas, el comienzo. Necesita tener a mano, después, todas las demás herramientas del carpintero. Porque en el cajón del carpintero hay compás, serrucho, escuadra, hacha, martillo, cepillo, escoplos, cinta métrica, formón, cuerdas, plomada, clavos. Cada una de estas herramientas cumple una finalidad parcial, pero todas juntas, unidas en un mismo propósito, cumplen un fin de perfección. Ni el hacha por sí sola, ni el escoplo, el cepillo, la escuadra, por el suyo, logran la perfección. Así sucede en el taller del alma. Para que el hombre logre la perfección, no es suficiente acudir a un solo medio, excluyendo otros que pueden cumplir su parte. El trabajo espiritual también es de conjunto. Ni la oración por sí sola, ni la meditación por su lado; ni la bondad por su término, ni la generosidad por el suyo; ni el amor por aquí y lo demás por allá. Todo debe ser obra de conjunto, pues de lo contrario no existe la armonía en el ser del espíritu. El hombre debe ser como el carpintero, que no usa una sola herramienta, porque el alma de la perfección le exige que a todas las ponga en funcionamiento. Debe enderezar los caminos hacia la perfección, 379
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corrigiendo su conducta, buscando la simetría en el carácter, cerrando paso a las pasiones en atención a la rectitud y a la verdad.
181- NI DESPUÉS DE MUERTO Un joven se acercó a un sabio maestro: -Maestro, tengo pensado escribir sobre la vida de un personaje al que admiro sobremanera. Es elevado filósofo, inspirado y sublime poeta, escritor ponderado, profesor ilustre, músico, pintor y ebanista y, por encima de todo, una luminaria espiritual para nosotros los jóvenes, que debemos seguir su ejemplo. Dime si escribo y publico su vida aprovechando que está vivo, para que vea y se complazca, o espero para hacerlo después de su muerte, como testamento para la posteridad. El sabio le respondió: -No lo hagas antes de que muera, porque mientras siga vivo puede cometer hechos que echen por tierra los que tú alabas. -¿Entonces la escribo y la publico después de que muera? -Tampoco. Porque no se sabe si, después de su muerte, del pozo de las tales virtudes comienza a salir a flote la basura.
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182- FRASES CÉLEBRES -Sólo si es correspondido, merece vivir el amor. Lo contrario es una estupidez masoquista (Esculapio). -El odio duele según de quien viene. Si viene de un bandido, enaltece en proporción inversa (Socratínides). -Los malos escritores hacemos un gran favor a los buenos, porque los destacamos (Plinio El Viejorro). -La amistad debe ser un continuo proceso de revisión y selección (Marcotulio Cicerón). --Las amistades califican o descalifican. Pero, algunas ni huelen ni hieden (Arbonio XIV). -Hay amistades fantasmas. Tratas de hallar en ellas algo consistente, pero se te escapan como viento entre los dedos (Petra, princesa de Gales). -La creatividad no es hacer melcocha (Miguel Angel). -Aunque seamos malos dramaturgos, por lo menos nos descargamos (Aristókalos). -Los portazos son groserías en idioma cutu (Frank Estein). -El esperanto-cutu será la lengua universal del futuro, según van las cosas (Troníter, el político robot). -Nos morimos de hambre para que otros se hagan ricos con nuestras obras (El pintor que se comió una oreja). -Ante tantos ¨panzas”, hace falta escribir un Quijote actualizado (Don Miguel). 381
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-Hay vecinos que creen que uno es palo de picar huesos (El carnicero de la esquina). -Entre nosotras…no hay nada más celestial y divino que una buena parrilla con guasacaca, porque robustece el alma y eleva el espíritu. (Las Morochas Metafísicas). -Quienes ostentan presunta sapiencia, ocultan la ignorancia que los impulsa (Platónnides). -Los fantasmas se ocultan, los “fantasmones” buscan dejarse ver en la prensa y en televisión. (Ch. Chaplin). -En el mar de la corrupción navegan a toda vela los nuevos ricos (Lord Keines). -Los que no aplican el amor a lo que hacen, no son trabajadores sino ganapanes (Aristóteles). -Del pendejo humilde todos sacan provecho (Manolo Pacheco). -No se riegue la voz de que eres bondadoso porque hasta las cucarachas se enamorarán de tí ( Séneca). -Adopta muchachos sin conocer su origen, y te sacarán los ojos (Libro de las Lamentaciones). -Cuando le pidas a una persona un favor y te prometa más de lo que estás pidiendo, es porque nada hará por tí (Juan Cachos). -Jamás te alabes, porque haces el ridículo y nadie te cree (Sor Salmuera). -Cuando busques novia, primero asegúrate de que no oculta bigotes (Patroclo, el peluquero). -A los vikingos los bigotazos no los hacían más hombres sino todo lo contrario (Catalina de Verulamio). -Ocultan con gradilocuencia y aspavientos, graves miserias (Mochilanga, el Maquiavélico).
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-Hay quienes pasan a la Historia con naturalidad. Otros se atapuzan (Bartolo IV de Alejandría). -La envidia tiene diez mil anos y todos le sirven de boca…(Pancho el Ermitaño). -Cada quien tomó una arista metafísica. Runas, cartas, astros, mente, ángeles, milagros, colores, sanación, mundo trascendente. Y cada quien montó su quiosco lucrativo (Madame Cachiffe). -Cuántas monas con sus monos hacen monadas monacales en este mundo monológico (Un psiquiatra monoplano) -Cuando alguien insista en que es amigo tuyo, detente a pensar qué terreno estás pisando (Judas) -Ochomil millones de habitantes, pero nadie me llama (Carlomagno). -Hay gente que por mucho que puje no logra disparar ni siquiera un huevito de colibrí (El Pájaro Perozo). -Dime con quién andas y te diré quién no eres (Leocadia Chacón). -Los hombres debemos bañarnos sólo cuando tenemos novia. Las mujeres sólo cuando pierden al novio. (El Rey Sol). -Cuando veas por la calle a un pingüino muy orondo y relamido, cédele el paso con profunda reverencia. Es un diplomático (El Oso Polar). -Cuando viajamos, una vez en casa debemos preguntarnos ¿Valió la pena? (Marcopolo). -El que puja de engreimiento, botará un piano de cola (Samplegorio el Megalómano). -Por las groserías cobró inicio el derecho a la libre expresión del pensamiento (J.Bentham). -Si olvidamos el pasado, olvidamos la riqueza de las experiencias, y si no pensamos en el futuro, no sabemos ni adónde, ni con qué, ni para qué vamos (Sempronio el Precavido). -Quieren que sean mansas ovejas, para trasquilarlas a su gusto y conveniencia (El Hombre Lobo). 383
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-Hay que cuidarse de las niñitas inocentes porque llevan bajo la caperucita una metralleta (La Abuela del Lobo). -Por la pequeña pasarela de la competencia infantil caminan apresuradamente hacia el “profesionalismo” (Sor Sutileza). -No son santos todos los que están, ni estamos todos los que somos santos (Juan Cuchara) -Los más idóneos para el manicomio son los fanáticos (Salpetrierre). -Muchos aseguran que luchan por los pobres, pero los atracan por el camino (Robin Judas). -Sé manso y humilde, para que se me facilites las cosas (Barrabás). -A las vacas sagradas nadie las ordeña. ¿Por qué? (El Llanero Solitario). -Sé como las escaleras: se dejan pisar y sirven para que suban los aprovechadores (Averroes). -Lo malo de la justicia divina es que –si ciertamente se cumple- uno no se entera de su realización, y en enterarse está, justamente, el gozo (Niche). -Los imbéciles ocultan la edad como si se tratase de un hecho vergonzoso (Pietro Matusaleno). -Los jóvenes odian envejecer. Sólo pueden evitarlo matándose (Salomón). -Todos los fanatismos (político, religioso, científico, académico) guardan una misma esencia: obnubilan la mente, empequeñecen el corazón y pudren el alma. (Quijano el Justo). -Siempre sigue valiendo la máxima del ají picante: si alguien siente que le pica es porque seguramente comió ají y ya no se acuerda (Paracelso).
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183- LAS PREGUNTAS DEL PROFETA Del desierto vino un hombre que vestía con pieles de animales y se alimentaba sólo de langostas y miel silvestre. Se fue a la puerta del templo central de la gran ciudad, donde moraban los sacerdotes de más alta jerarquía, y la multitud lo rodeaba ansiosa por esuchar sus palabras. Mas, en vez de largos y complicados discursos, dijo: -Sacerdotes, escuchad: no he venido a repetirnos cosas que vosotros sabeis de sobra, pero que no quereis aceptar. Vengo a traer preguntas más amargas que las arenas del desierto y más punzantes que el aguijón de los escorpiones. Pero, antes de que el profeta comenzase a formular las preguntas. los sacerdotes ordenaron que lo apresaran y lo entregaran a los soldados del rey. El rey ordenó que degollaran al profeta mientras se divertía en una bacanal, en el curso de la cual cayó fulminado por la muerte. Con todo, las preguntas no murieron con el profeta. Aunque no llegó a pronunciarlas. aun siguen escuchándose.
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184- EL PULPO El Gurú Marabajajari Rajajana dijo: Un hombre llegó a la plaza de un pueblo y con grandes voces desafió y amenazó. Empujaba, maltrataba, golpeaba, arrebataba y maldecía con odio, lleno de envidia. Para cada una de estas acciones tenía un brazo nervudo, poderoso, que extendía hasta las casas, por cuyas puertas y ventanas penetraba, revolviendo y destruyendo. Y mientras con un brazo azotaba el norte del pueblo, con el otro causaba grandes males en el sur y en el oeste. Equivalía a mil hombres regidos por una sola voluntad perversa. La gente, aterrorizada, lo llamó el hombre-pulpo. Pero, el hombre-pulpo llegó a su fin cuando todos los habitantes del pueblo acordaron cercenarle los tentáculos dentro de sus casas, en lugar de atacarlo todos por la cabeza, en la plaza. Y así se hizo y así fue. Cuando el hombre-pulpo se vio reducido a la sola cabeza, se sintió disminuido y huyó porque –pensó- si lo habían dominado estando en la plenitud de su vigor, ¿cómo no lo harían cuando se hallaba reducido a una mísera porción de su cuerpo?. Si todos nos pusiésemos de acuerdo en atacar cada quien por su lado sus vicios y sus defectos, decrecería el mal y habría un poco más de felicidad en el mundo.
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185- LA CAJA DE GALLETAS Pésimo el pensamiento que relampaguea en la mente de Getulio Hojedas. Pésimo el pensamiento, que si se desata, va a producir graves y dolorosas consecuencias. Y el pensamiento regresa cada vez más intenso y feroz. Getulio frecuenta la pulpería de Antonio Báez casi todos los días. Cómo no hacerlo si son amigos y compadres. Pero, es que Getulio sabe dónde oculta Antonio la caja de metal, la maltratada caja de galletas “donde guarda los reales”. Detrás del armario, a mano izquierda, detrás de unos sacos de maíz, sobre una tabla. Ahí está. Bah, Antonio cree que él es tonto, que no lo sabe. Pero, ¡qué!. Es muy vivo. Ha dejado hijos por ahí, y se ha dado a la fuga. Él es muy “mosca” con las mujeres. En cambio, su compadre vive allí, en la pulpería, porque no tiene mujer ni hijos. Los padres viven, pero están muy lejos, por allá en el campo, no sabe dónde… La caja…seguramente son muchos los reales. La otra vez, cuando llegó un viajero de la capital, aquél que le trae los pedidos, Antonio fue detrás del armario y vino con mucho real, y le pagó mucho dinero, en su presencia. El pensamiento malo se va concretando. Incita la voluntad. Mueve los músculos. Getulio comienza por aprovechar un descuido de Antonio, y se oculta debajo de la cama donde éste duerme, en un pequeño cuarto lateral. Antonio supone que Getulio se fue a su casa. Son casi las siete de la noche. Es conveniente cerrar. Ha habido últimamente muchos robos en las casas y en las pulperías y hasta de día anda por ahí la banda de “los cuchilleros” que “no mascan” para asesinar a sangre fría. Apaga la luz de la pulpería, y en la trastienda se prepara algo muy ligero para la cena.
Va al cuarto
y se acuesta. Al poco rato, Getulio
comienza a escuchar los primeros ronquidos. Está incómodo y cansado, con 387
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calor, con sed, tragando polvo y sintiendo cómo algunas cucarachas le caminan por los brazos y le van subiendo hacia la cabeza. Los ronquidos van siendo más intensos y regulares. Le indican que llegó la hora. Se desliza con cuidado, se pone de pie, extrae de la cintura el cuchillo y en la semioscuridad asesta la primera puñalada y otra y otra. ¿Veinticinco puñaladas no son suficientes para matar a un amigo, a un compadre, mientras está dormido e indefenso?. Seguro que sí. Antonio no resuella. Se le escucha el brotar de la sangre, siente que la sangre le envuelve las manos como un guante que jamás podrá sacarse por mucho que lo intente, Ya está muerto. Ahora, a buscar la caja de caudales de un pobre pulpero pobre…Aquí está…Qué fácil. Nadie puede impedírselo. Se siente poderoso. Ni un miligramo de arrepentimiento. Ni siquiera de miedo. Agarra la caja, va hacia la puerta de la calle, sale y siente el golpe del viento frío sobre la cara. La calle está desierta. Huye, a pasos largos, hacia los lados de Mitinbás, porque por allá, como a seis horas de camino, en el cerro Los Magueyes, vive un primo. No se sabe cómo ni quién. Lo cierto es que alguien descubre el crimen. La voz toma cuerpo, cabeza, piernas, brazos y manos con alas, y toca de puerta en puerta. Son las siete, y la mañana duerme todavía. Por eso el llamado a las puertas sorprende y la noticia duele, porque Antonio era muy apreciado en el pueblo. Mi abuela y yo nos asomamos a la puerta de la calle. Vemos pasar una comisión policial. ¡Van a buscar al que mató a Báez!-grita la gente. A las cuatro de la tarde ya lo traen. La camisa y las manos ensangrentadas. Lo traen amarrado con un mecate, entre dos policías. Otro policía lleva la caja de galletas, la maldita caja, donde solamente había quince reales, tres medios y dos centavos. Mi abuela, al ver pasar al preso, dice mientras se santigua: -¡La cruz de hago, Santiago!... 388
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186- LA FLOR DE CAYENA -¡Doña Ufrasia, doña Ufrasia! Aquí tiene a su hija. Se la devuelvo por vagamunda. Los gritos destrozan el silencio de la madrugada del pueblo de San Onofre, y los vecinos se asoman a los postigos. -¡Es Montiel, devolviendo a Rosa. Cuando se abre la puerta, la voz decrece: -Señora. Le traigo a su hija. Yo me casé con ella porque creía que era virgen. No sé quién la perjudicó, pero no la quiero. La puerta se cierra, el silencio regresa, pero las habladurías comienzan: saldrán desde la mañana, con alas y garras, a recorrer el pueblo. Hasta las iguanas se enterarán de la tragedia… Rosa, aquella muchacha que todas las tardes adornaba la ventana de su casa con un rostro hermoso, donde los colores naturales se mostraban. Ojos negros, muy vivos, reflejo de la alegría, y una sonrisa que cautivaba a los hombres. Se colocaba sobre la cabeza una flor de cayena, para darse el gusto de competir con ella en frescor y lozanía. A partir del regreso de Rosa a las manos de Eufrasia, su vida se tornó extraordinariamente dolorosa. Por un lado, los reproches, las ofensas y los maltratos de la madre, que llegaron a su fin sólo cuando murió. Del otro, los maltratos físicos y morales de Ceferino, único hermano, disgustado hasta la furia desde que se había iniciado el noviazgo con Montiel y, sobre todo, desde el día del matrimonio, que consideraba “una traición”. Cuando murió Eufrasia, Ceferino vendió la pulpería, compró una hacienda, y se llevó a Rosa a vivir con él, no como hermana sino como “mujer”, pues la había hecho suya por violación cuando ella tenía quince años. Había aprovechado que la madre no estuviera en casa. Cuando Eufrasia regresó, encontró a Rosa llorosa, golpeada y sangrando. 389
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Recuerdo como ahora la última vez que vi a Rosa, varios años después, en la puerta de la hacienda, ajada de dolor, marchita de tristeza, apresuradamente envejecida, obesa, desgarbada y con unos ojos que parecían pozos de llantos infinitos. El encuentro fue por casualidad y sumamente breve. Apenas alcanzó a saludarme, con una sonrisa infinitamente lúgubre, pues Ceferino la espantó como a un perro, ordenándole que se fuera a la cocina, sólo para no darle oportunidad de conversar. Murió Ceferino. Rosa siguió “viva”. Pero, desde hacía sesenta años ya estaba muerta.
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187- EL RÍO REBELDE El niño no obedecíó a las órdenes del abuelo cuando le prohibió lanzarse peligrosamente de un escalón a otro de la escalera, y estuvo a punto de causarse graves daños. Pasado el susto, el abuelo le dijo: Un gran río se negó a rendir tributo al mar que siempre había recibido sus aguas. Para cumplir su propósito, se detuvo algunos kilómetros antes de la desembocadura. Lógicamente, contenidas las aguas, se desbordaron de lado a lado, en una amplia extensión, ocasionando inundaciones que causaron la pérdida de numerosas vidas humanas y de animales. También causó graves pérdidas económicas, que acarrearon escasez, hambre, enfermedades y muerte. Nada de esto hubiese ocurrido si el río hubiese previsto las consecuencias de su acto de rebeldía, antes de tomar tan grave decisión. El abuelo hizo una pausa y luego prosiguió diciendo: Así sucede con las personas que no piensan antes de actuar: obran precipitadamente en función de sus intereses y no les importa lo demás. Siempre debemos pensar antes de actuar, porque todos los actos humanos, buenos o malos, producen consecuencias que comprometen nuestra responsabilidad. Presente la abuela, el niño le preguntó: -¿Qué fue lo que dijo mi abuelo? -¿Por qué lo preguntas? -Porque lo que dijo me entró por un oído y me salió por otro… Al rato, andaba buscando otros peligros…
188- DIENTES DE SABLE 391
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¿Ves aquella mujer que acude al psiquiatra? Cuánto sufre. La aplasta una sensación de pena, de arrepentimiento, cuya causa profunda desconoce. Es un desasosiego indefinido, un sentimiento que no la abandona en ningún momento o circunstancia. Un peso interno. Le oprime el corazón y le agobia la existencia. Una roca descomunal que le aprisiona y aplasta contra el suelo. Vaya adonde vaya el pensamiento de dolor le martilla la conciencia. De día no puede concentrarse en lo que hace porque no puede pensar bien pues la tristeza íntima y el arrepentimiento la señalan como culpable y la condenan. Durante la noche siente los párpados cargados de sueño. Pero, no puede dormir, porque la angustia, el arrepentimiento y el dolor le martillan el cráneo y la asfixian. El doctor le prescribe algunos medicamentos, pero no surten efecto alguno, porque la causa es muy pero muy profunda y muy lejana. Ni la paciente ni el médico saben que el problema viene de hace más de diez mil años, cuando ella era un tigre dientes de sable que en un acceso de rabia mató a su compañera, después de lo cual comenzó la tortura de un arrepentimiento infinito y profundo, que ha venido traspasando los tiempos. Desde entonces ha venido reencarnando sin extinguir la causa del problema. Algún día, un ser especial le señalará el camino. Porque la cuestión no es de psiquiatría sino de espiritualidad profunda. Mi Guía guardó silencio. Yo también.
189- EL PRISIONERO DE “LA BOTELLA” 392
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El rey es malo, pero previsivo. Sabe que tiene numerosos enemigos, que el pueblo lo odia, que ha sido soberanamente injusto. Pero, en vez de rectificar, se endurece. Ha ordenado construir bajo supervisión personal, directa, un calabozo especial, cavado en la tierra, con la forma de botella
para
imposibilitar los escapes. Sí. El rey es previsivo. Pero, tiene pánico a las noches porque todas las noches, desde hace veinte años, sueña el mismo sueño, que para él es infernal. Siente en carne propia, intensamente centuplicados, los dolores que padece un prisionero especial que mantiene aherrojado en la mazmorra: el rey legítimo, su hermano, injustamente depuesto por él, a sangre y fuego. ¿Y cuál es la inmensa pesadilla del rey usurpador? Sueña que baja a “la botella”, personalmente, coaccionado por una fuerza misteriosa que no puede evitar. Y a medida que se encamina a ese lugar, se le acrecienta el miedo, y va llorando a grandes gritos, porque lo aplasta el pavor. Además, a cada paso, se le anticipan los dolores y los horrores de la prisión. Lo atormenta sin medida el tintineo de las llaves cuando el carcelero las desprende de la cintura para buscar la que abre la puerta de la mazmorra especial. Y el tormento aumenta con el chirrido de las bisagras… Se resiste a entrar, pero la fuerza misteriosa que no puede evitar, lo empuja y lo arroja dentro de aquellas fauces negras, para que asuma plenamente las circunstancias y los dolores del prisionero. En otras palabras, reemplaza al prisionero en su dolor.. Al entrar, lo golpea una oscuridad espesa. La fetidez, hiriente, pegajosa, mortal. Gime, guarda unos instantes de silencio, y luego gime, grita, llora. Agarra al tiento una rata que le está mordiendo el pecho, y la arroja lejos. Pero, en vano, porque llegan otras y otras. Las cucarachas lo asedian y le penetran por la boca y los oídos. Ha perdido la vista en aquella 393
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fosa donde no hay noche ni día, sino una oscuridad negra y viscosa que pesa y toca. Tiene hambre, sed y frío. Siente fiebre y lo atormentan todos los dolores físicos que pueden existir. Quisiera morir, pero no tiene a su alcance cómo o con qué hacerlo. Es una condena infernal. En instantes, aparece en su alcoba al lado de la reina, quien duerme como ángel que ronca…De pronto, se incorpora, ansioso, muy ansioso. Hala la cuerda de la campana, pero no suena. No acuden los sirvientes. Va a la puerta y la abre. Los soldados permanecen de guardia, pero ni siquiera pestañean cuando les habla, les grita, los increpa, los amenaza. Va en busca del jefe de los carceleros, lo despierta y le ordena que libere al prisionero de “la botella”. Pero, no le obedece. Corre entonces al fondo de “la botella”. Pero allí sólo está el esqueleto del rey depuesto, quien murió hace veinte años. El rey no se ha dado cuenta de que también él está muerto. Desde hace veinte años. Y esta pesadilla la vive y la padece desde entonces, en forma continua y exactamente minuciosa, con todos los detalles, de principio a fin, desde que está muerto.
190- LA NARIZ DEL ALCAIDE
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Nadie vio la mosca que salió del Penal aquella mañana. Y eso que trazó giros inimaginables, de lujo, sobre la torre del frente del gris edificio, y cepilló las mejillas, recién afeitadas, de los guardias. Como adrede. Como para mofarse. Como para marcharse de allí para siempre. Antes, esa misma mañana, había pasado por sobre la cabeza del guardador de las celdas del pabellón de la muerte, girando, girando, hasta darle topetazos que le llamaron la atención pues parecían haber sido propinados más por un cigarrón que por una mosca. Luego había volado entre las rejas del primer sector, buscando la oficina de mister Nipple, el alcaide, adonde ingresó aprovechando que un mucamo le llevaba el té de la mañana. Cómo le provocó lanzarse de cabeza en aquel lago de agua caliente, sólo por estropearle el placer. Pero, no sacrificaría la vida por ese sujeto goriloide, petulante, prepotente y déspota, que se las daba de muy macho ofendiendo a los presidiarios cuando estaban esposados o entre rejas. No. No valía la pena. Mucho mejor divertirse a costa suya, a costa de “el calvo”; del calvo de la eterna chupeta, que lamía y relamía como todo un Kojak de los viejos tiempos. Revoloteó varias veces en torno a la cabeza de Mister Nipple, en forma tan atrevida y evidente, que pareció una manera de hacérsele notar. Lo logró. El alcaide suspendió la tarea de echar el azúcar a la tasa del té, para fijar la atención en la osadía de la mosca. Y la mosca, viendo cómo había logrado su propósito, se alejó un tanto frente a él, y le aterrizó con maestría en el pómulo derecho, haciéndose sentir. Nipple se conmovió, expandió los ojos e instintivamente se golpeó el rostro con los cuatro dedos. Pero el animalejo ya estaba para ese momento en el borde de la tasa del té, agitando las alas y frotándose las patas delanteras, mirando fijamente al funcionario. Nipple estiró el brazo y pasó la mano rasante, cuidándose de no darle un aventón al recipiente. Aprovechando que la mano estaba lejos del rostro del sujeto, la mosca saltó a toda velocidad y se le posó en la punta de la nariz. Él sintió como si lo estuviera mordiendo y, antes de que la mano regresara al 395
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rostro, ella se permitió bailotearle en una de las ventanas de la nariz, arrancándole un estornudo estruendoso, que esparció una regadera de mucosidad sobre la tasa, sobre el azúcar y sobre la pequeña jarra de acero que contenía el te, todavía humeante. Aplacada la nube, el insecto se posó sobre el cuadrado del pan y se deslizó a lo largo y a lo ancho, deteniéndose de tanto en tanto con unas poses que parecían verdaderamente diabólicas, pues dio la impresión al alcaide y a su secretario, de que aquella bicha estaba defecando sobre el alimento. -¡Hasta cuándo, maldita! –vociferó el alcaide. Apenas terminó la exclamación, ya la mosca estaba arañándole una de las comisuras de los labios. Saltó cuando él iba a maldecir de nuevo. Pero quien habló fue el secretario adulador, de los que nunca faltan: -¡Dios mío, qué mosca tan persistente, señor! Es insoportable. Parece que tiene algo en contra de usted…Voy a buscar un matamoscas o un rociador de veneno. -¡No sea pendejo!. ¿Cómo va a dejarme la oficina hedionda a veneno? Mejor cállese y póngase a trabajar, que yo me encargo de esta basura. Él, sin embargo, por decir algo: -Dice Internet que las moscas tienen doscientos ojos y que… -¡Ocúpese de lo suyo y cállese! ¿Qué más da si tiene cuarenta culos y cinco pulmones, si de todos modos jode y jode? ¡Internet, internet!… todo es Internet. El gran sabelotodo de Internet. ¡Bh! La mosca, “mosca”. Mientras aquéllos hablan, ella planifica. Pues parece razonar. Va y viene sobre los sujetos. Se da el lujo de pasar entre ellos, o de cruzar velozmente por debajo de los muebles, para salir al otro lado, o de colgarse del techo, justamente sobre la cabeza de Mister Nipple. Y le cae en picada contra la calva, y le gira y se revuelca, y diera la impresión de que hace como los vagabundos, que se estiran en la grama, y cruzan los 396
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brazos por debajo de la nuca y miran sonriendo el cielo y dicen cosas graciosas, intercambiando con otros vagos, todo el tiempo que les da la gana… Trepa nuevamente a la altura del cielorraso y da un giro vertiginoso y va de uno a otro lado del rostro de alcaide, quien no sabe dónde se posará por fin y cuándo. Le aterriza en la oreja derecha, se la muerde, le bailotea. Agita las paticas y hasta parece que le dijera algunas palabras, con el silbido de las alas. Es evidente que se burla del alcaide. Es la reina. Es quien manda. Es quien tiene todo el control y por eso hace con “el calvo” todo lo que le da la gana... Finalmente como si quisiera hacer notar su retirada y hacerlo con solemnidad, se le posa en el borde de la ventana derecha de la nariz, segura de que allí no podría golpearla porque se golpearía a si mismo. Y se marcha como quien da un portazo, con garbo, orgullo y altivez. Nadie vio la mosca que salió del Penal aquella mañana. Al poco rato, la gran alarma…El presidiario 788, condenado a muerte, no está. Lo buscan mil perros y ochocientos agentes durante todo el día, por aire, tierra, ríos y mares. Ni siquiera las cámaras de seguridad han servido de algo. Revisan las tuberías que cruzan y suben detrás de las paredes…y las cloacas y el desaguadero de los miasmas…no…no… Investigaciones subsecuentes, serias, profundas y reales del FBI, llevan a establecer que el preso era “el hombre mosca”, excamarada del “hombre araña”, quien ahora trabaja para la ley. -Lo peor de todo fue la burlita- murmura el alcaide, lleno de frustración porque lo derrotó una mosca… 191- LOS JUGUETES ALEGRES (Especialmente dedicado a mi nieto Sebastián)
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Hubo una vez un anciano que impulsaba por las calles de la gran ciudad, un pequeño carro de madera cargado de juguetes, cuyos colores inundaban el aire de la más alegre alegría. El anciano andaba lleno de un gozo especial, que se le reflejaba en el rostro y se le hacía luz en el fondo profundo de aquellos ojos de bondad. El pequeño carro, estacionado a un costado de la plaza, a la entrada de un parque, atraía las miradas de los transeúntes, como racimo de frutas, con tan variados y luminosos colores. Y los niños acudían atraídos por la variedad y originalidad de aquellos globos de luz, que parecían a su vez niños vivos y alegres y despedían una especie de arcoíris que contagiaba el gozo. De ellos se desprendía un no sé qué de optimismo y felicidad. El secreto era doble: el anciano los labraba primorosamente en la soledad, pero con alegría, porque sabía que la tristeza achica el corazón y lo envejece; y, además, no los fabricaba para ser vendidos, porque decía que lo bello hecho con alegría no tiene precio. Los elaboraba, única y exclusivamente, para brindar gozo y alegría. Muy lejos de la congoja andaba el carrito de colores que el anciano paseaba por las calles de la gran ciudad, únicamente para que se reflejara en ellos la alegría de los niños que nada quieren saber de la tristeza.
192- FRAY SOLFEGGIO
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Fray Solfeggio, monje franciscano disidente, se fue a vivir en el bosque, porque entre los árboles y él había una atracción natural y mutua irresistible. Dicen que era otro Francisco de Asís, pero que, en vez de atraer a los animales con luz y con amor, él, también con luz y amor. atraía a los árboles del bosque. Los árboles que como gigantes descuellan, desafiando al viento con sus copas, los árboles medianos, los más pequeños y las yerbas, los líquenes y el musgo, como una orquesta de armonía dispuesta al canto, se sentían complacidos con la presencia de Solfeggio, y conversaban y se decían cosas graciosas y hablaban de la belleza, de la paz y del amor. Pero, como los árboles gigantes querían tenerlo a su altura para escucharlo de cerca, lo elevaban en sus ramas y lo mecían en sus copas, mientras él les cantaba sin parar. Había comenzado por gorjearles como el susurro de los pájaros cuando entonan cantos al amanecer. Después pasó a cantarles imitando al ruiseñor, a los canarios o al turpial. Pero, una mañana, de pronto, se le escapó del alma el canto del corazón, alentado por el calor del Cielo y las añoranzas del monasterio. Y, queriendo alabar al mismo tiempo al Creador, les cantó un canto, apacible como el sueño tranquilo, en líneas ondulantes como el mar que se mece, sencillo como el rocío que perla con silencio el follaje, saturado de amor como cantó Dios cuando se sentó a descansar después de la creación: un canto gregoriano y, obviamente, en latín. Primero fue el Pater Noster, que les trajo el Cielo hasta la baja Tierra. Después, el Ave María, que los plenó de gracia y los bendijo. Finalmente, el Sanctus, que con tanto sentimiento y devoción cantaba Solfeggio en las Misas del Gallo o Navidad. Sanctus, Sanctus, Sanctus, Dominus Deus, Sahaoth… Y los árboles, todos, y los líquenes y el musgo, y hasta las rocas que les sirven de asiento, lloraban de gozo, porque se sentían sublimizados, en 399
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indescriptible elevación, al Paraíso. Y sentían que la Tierra se llenaba de la gloria de Dios, y bendecían al Dios en las Alturas y daban la bienvenida a quien había venido en el nombre del Señor. Los pájaros, mientras tanto, guardaban silencio con venerable respeto. El tigre y el león suspendían sus pleitos. Las gacelas y los venados cesaban de correr. El caimán bajaba a lo más profundo de las aguas turbias, y todo descansaba en silencio mientras duraba aquel canto de alabanza al Señor. Tanto se aficionaron los árboles y los rosales silvestres y el musgo y los líquenes al canto gregoriano y al latín, que rogaron a Solfeggio les enseñara esa lengua muerta, para darle con su savia nueva vida. Después de muchos ensayos, cuando la orquesta vegetal estuvo lista, el bosque de Solfeggio comenzó a cantar, y el eco retumbó en todos los bosques de la Tierra, y contagió a las rocas y a las aguas, y las vibraciones de salud, amor y paz taladraron hasta lo más profundo del hombre, y todo fue un canto que canta sin parar. Y la Tierra un globo palpitante, sonoro y reluciente que esplendía en el cosmos porque alumbraba la paz. Pero, una mañana Solfeggio ya no estaba. No se sabe si fue abducido al Cielo, pues ya estaba bendito, bendito y consagrado por el sacro cantar. O tal vez se convirtió en árbol de sándalo, su aroma preferido. Pero yo estoy seguro de que es el pájaro cristofué. Ha de saberse que, últimamente, Fray Solfeggio, ya muy viejo, había perdido la voz. Se constipó y se le apagó el tono del canto: solamente quedó un grito de esperanza: cristofué, cristofué, cristofué. Y el cristofué visita los bosques para despertarlos del letargo. Pero, no lo escuchan porque los tractores y las sierras eléctricas echan paladas de tierra a todo canto. Cuando veas por allí a un cristofué y lo oigas gritar, salúdalo y prepárate porque va a llover. Son las lluvias de la esperanza, pues algún día reinará la paz. 400
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193- MENUDENICIAS Menudencias que son grandes. Porque está presente lo humano. La vida no es un solo tirón, largo e inmenso. Es una seguidilla de cosas, grandes, menos grandes y chiquitas…Las chiquitas, los detalles, son la verdadera vida, no los grandes acontecimientos, que sólo pueden vivir los grandes sujetos que pasan a la historia… 401
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¡!Ufff!! Corrió. Casi con desesperación. Llegó cuando estaban a punto de cerrar el Banco. Pagó la cuota final de la hipoteca. De lo contrario, al día siguiente sería ejecutada. Respiró aliviado. Llamó a la mujer, y esa noche cenaron de lo mejor. ¡Toda una proeza estando desempleado! Quien no haya pasado por esta clase de percances, levante la mano… Raquel Aldana Una prostituta acaba de mudarse a la cuadra. Todo mundo lo comenta. Vivirá exactamente frente a nuestra casa. Mi padre, sumamente disgustado, rezonga todo el día hasta el anochecer…Al día siguiente, apenas sale a la calle, Raquel Aldana lo saluda amablemente. -Muy buenos días, señor Rodolfo. -Buenos días. Regresa a casa y le dice a mi madre con tono increíblemente suave: -¡Pero es muy decente!. ¡Hasta sabe mi nombre!…y parece buena persona… El testimonio de esta realidad siempre me acompaña: me enseñó a los ocho años, comprender a las mujeres que se ganan la vida en esa forma. Aprendí a mirarlas como seres humanos. Y si todo un Maestro como el Maestro Jesús, no las despreciaba, ¿quién soy yo para hacerlo? Comprender para com-padecer… El maestro Durante la dictadura, mi maestro de cuarto grado me enseñaba Moral y Cívica durante el día, y torturaba a los presos políticos durante la noche. Cuando cayó la dictadura, se dio a la fuga para siempre… Voto de castidad El párroco del pueblo, muy amigo mío, me dijo: 402
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-Yo hice el voto de castidad, pero quien lo cumple es el sacristán… Como queráis La muchacha le dice, con fuerza y decisión: -Vamos a ser novios. Pero me dejais salir con el que yo quiera y cuando yo quiera. Él le responde, muy agradecido: -Como vos queráis… Elefante blanco Tiene una tienda adonde nadie entra jamás. Es todo un alemán. Alto, corpulento, rojo como una berenjena, y siempre vestido de blanco. Los muchachos lo acosan todos los días. Lo llaman “elefante blanco”. Se enfurece, grita, amenaza y persigue, lo cual alimenta a los muchachos. Tiene un látigo para azotarlos desde la puerta de la tienda, pero jamás los alcanza. Una mañana ya no estaba. Había vendido la tienda y se había mudado a la capital. Pero, al tiempo, alguien lo vio en una avenida y desde el autobús le gritó: -¡Elefante blanco! Debe haberse mudado para Berlín. Trina Cincuenta y siete años al servicio gratuito de la familia del frente. Y ni un solo cariñito de humanidad durante tanto tiempo. Viejita, delgadita, humilde, fruncidita. La llamo, viene y nos vamos a la tienda de la esquina donde nos tomamos dos merengadas de mango. La satisfacción le baila en los labios y la gratitud le titila en los ojos. Y llora. El salto 403
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Soñó que era una pulga. Retó a otra pulga, su novia, a saltar más alto. Brincó desde la nevera hasta el techo, pero se golpeó la cabeza y cayó dentro de una olla de agua hirviendo. La otra pulga lloró como sólo saben llorar las pulgas cuando pierden al novio. Cuando despertó, su esposa estaba llorando, porque acaba de soñar que él había muerto ahogado en una piscina… La llave Cuando el padre Albarrán estaba agonizando, después de mucho sufrimiento guardó silencio. El confesor, el sacristán y la mujer de servicio, Concia, creyeron que había muerto. Pero, de pronto lanzó un grito desesperado ¡No, no! ¡Todavía no! Y como despertando de un sueño profundo, ordenó que salieran todos de la habitación, menos Concia, a quien llamó junto a él para decirle al oído: apenas.. retiren de aquí mi …cadáver, tomas la …llave que está en …un sobrecito azul …en la gaveta… y abres la caja de…hierro…Tomas todo el dinero para tí y… para nuestros… tres hijos. Dicho esto, exhaló el último suspiro. El obispo no podría desviar la propiedad de aquel dinero… Adolfo y Agapito Adolfo. El viejo Adolfo. Sirviente leal como muy pocos. Los ricachones que le han sacado el jugo sin pago alguno durante cincuenta años, se mudan del pueblo a la capital. Lo abandonan a su suerte. Se llevan al joven Agapito, de diecisiete años. Será otro Adolfo dentro de sesenta años, y los hijos de los hijos de los ricachones lo abandonarán a su suerte. Nítida Era muy, pero muy católica, muy, pero muy creyente. Murió después de diez años de tortura por causa de la enfermedad llamada “culebrilla”. La 404
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hubiese podido sanar el brujo del pueblo, a punta de oraciones y yerbamora. Pero el cura se lo prohibió…No lavan, pero tampoco prestan la batea... Lluvia de besos Antonio Bláez era un joven delgado, alto, elegante, pero extremadamente tímido. Fuera adonde fuera, se le veía como quien está siempre a la espera de un golpe o de una reprimenda aterradora. Trabajaba en un Banco poderoso, donde mostraba ser un operario diligente, puntual hasta la quisquillosidad y con buen conocimiento de la técnica bancaria. Pero, por encima de todo esto prevalecía la inmensa timidez que lo acogotaba y lo inhibía, amarrándolo con movimientos torpes, como de miembros adoloridos o congelados. Las muchachas –no poco numerosas- que trabajaban en el Banco, planificaron contra él una suerte de tortura insidiosa: cada una de ellas le besaría sonoramente las mejillas, fuese cual fuese el lugar y a cada instante. Renunció al Banco…no a la timidez… La Madre Tiburcia La Madre Tiburcia, en aquellos días en que “se hastiaba de tanto dogma y de tanta pendejada”, solía decir: No importa si se casan o no se casan. Lo importante es tener un hijo. Darle utilidad al vientre…Lamentablemente, ahora que estoy marchita es cuando me doy cuenta… El padre de Las Lucas El padre de las Lucas, ya para morir, escribió como conclusión de su diario: tres cosas realicé en mi sagrado ministerio sacerdotal, que me llenan de satisfacción cristiana: dejar embarazadas a unas cuantas mujeres de la parroquia; incitarlas al aborto: y explotar y robar a los maestros de la escuela parroquial. Espero que me canonicen…Laus Deo… 405
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La trampa -¡Benilde! Lleve a Silverio bien arriba, para que conozca todo el páramo. Y Benilde me conduce. Es una muchacha rubia, un poquito pasada de peso, pero de rostro hermoso, sonrosado, labios carnosos, ojos color caramelo, Tiene apenas quince años. Vamos subiendo, atravesando la niebla cada vez más espesa. Al poco tiempo se detiene y me invita a sentarnos sobre un montículo, a la orilla de una vereda de piedras y lajas sueltas. Nos sentamos, se me acerca, se inclina hacia mí, me mira profundo a los ojos y me ofrece los labios. Casi, casi, casi caigo en la tentación, lo que nos hubiese llevado con el viento hasta la cima, tal como lo pretendía su mamá, según pude leerlo en sus ojos pícaros, cuando dijo: -¡Benilde! Lleve a Silverio bien arriba, para que conozca todo el páramo. Pero…me salvó el olor a cebollas y ajos que Benilde despedía y que me bajó el vuelo. Me puse de pie y le dije es hora de regresar.
La carga de ajos Mi compadre Julián. Hombre más bueno. De los que quedan muy pocos. Con su trato de hermano, con su voz apacible y permanente humildad. Ha venido a mi casa, en el pueblo. Viene con un pesado costal sobre la nuca, pues no tiene bestia de carga. Apenas una vaca, que siquiera le da un poco de leche todos los días para sus siete hijos, su mujer y él. Viene de Mitimbón, cerro lejano, como a seis horas de camino. Allí vive. María, su mujer, es tan buena como él, y tan humilde. Se parecen tanto. ¡Parecen gemelos! 406
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-¡Ay, compadre! –me dice con la voz serena, apacible, de siempre¡Qué le parece!, vengo del Mercado. No quieren pagarme más de un real por kilo. Es muy poco. Eso no me alcanza para pagarle al pulpero todo lo que le debo en comida. No sé qué hacer, compadre, no sé… Yo lo comprendo y lo compadezco. Cultiva ajos y está sujeto a la eventualidad del tiempo. Algunos años el invierno le pasma y le destruye la cosecha. Esta vez no ha sido el tiempo, sino la usura y la explotación lo que le sale al encuentro. Le sugiero que vaya a El Recodo, a ver si tiene mejor suerte. Una hora después está de nuevo ante mí: -Compadre, gracias a Dios. Vengo del Recodo. Me pagaron cuatro reales por kilo. Dios se lo pague a Ud. también. Me voy contento. Ya me alcanza para pagar todo lo que debo. Así es el pobre: cobra sólo para pagar –digo para mí- mientras nos despedimos. ¿Es en verdad éste “el mejor de los mundos posibles”? La cornada Cuando yo era niño, mi abuela Rosario, con la ayuda de mi madre y de una tía, elaboraba una sabrosa chicha de maíz. Cuando no había fermentado todavía, decíamos que estaba “boba” porque su sabor era triste, apagado. Pero, cuando le empezaba la alegría, ¡iba siendo otra cosa…! Se iba mostrando picosita y ya se daba a despertar el corazón de los clientes que comenzaban a llegar a la pulpería. Son grupos de campesinos que vienen de muy lejos a vender sus productos en el mercado del pueblo, y llegan a desayunar con chicha y pan. Pan rico y variado, que parecen trozos de sol y luna. Panes dulces o salados, rosquetes, paledonias, acemitas dulces o saladas, pan dormido, pan de tunja…y la pulpería una sola molienda de gusto y de sabor. Y yo, ayudando a mi abuela en el trajín.
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En un receso, cuando la pulpería está sola, entra renqueando un campesino, con evidente cara de dolor. Dice que tiene un toro muy bravo y que hace tres días lo corneó. -Mire cómo tengo la pierna Una herida larga, profunda, fea. Amenazada por las moscas, ya está azulosa o morada, con bordes agrietados y negros y sangre seca. En el pueblo, entonces, no había hospital ni centros de atención para emergencias. Y él no tiene dinero para que lo examine un doctor. Puede perder la pierna, después la vida. Mi abuela le dice que haga una masa de sebo con rayado de papelón, la mezcle y se la coloque como cataplasma sobre la herida, sosteniéndola con un pañuelo. Exactamente ocho días después, a las siete de la mañana, entra Remigio a la pulpería. Viene a darle las gracias a mi abuela. ¡Ese remedio es un milagro! Hice lo que Ud. me dijo, y mire…Gracias a Dios… -Gracias a Dios – responde mi abuela. Chocolates para la merienda Ya desde muchacho lo decía. Vago, flojo, díscolo, pendenciero, irresponsable…Era Iñaqui. A medida que pasaban los años, se fue quedando atrás…Mientras sus amigos de escuela y callejería se iban graduando, él, dedicado no tanto al aguardiente como al juego. Estuvo preso por causa de deudas. Pero, la adicción lo aprisionaba cada vez más y lo hundía en un lago de fuego. Tenía que pagar otra y otra deuda. Necesitaba dinero. Nada más fácil que robarle a la madre: se las había arreglado para conocer la clave de la caja fuerte. Tomó las veinte morocotas de oro. Las reemplazó por “monedas” de chocolate envueltas en papel dorado. Cuando doña Molinda necesitó pagar urgentemente a un proveedor 408
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de la tienda, buscó el dinero. Pero, sólo logró impregnarse los dedos de chocolate derretido. El acabóse. Pero, era tan torpe y macilenta, que en vez de dirigir el tiro hacia el cerebro, lo dirigió hacia la garganta. No se murió, pero quedó muda y muy pobre…Todo, porque jamás pudo decir “no”… La cucaracha Se mantuvo lejos de mí, como temiendo…Me miraba con aquellos punzones negros, llenos de dudas. Me pareció que movía las antenas hacia mí, auscultándome, repasando mi aura, escarbando en mis pensamientos… Era Franela, mi “suegra” en proyecto, a quien bauticé “la cucaracha”. Me la tenía dedicada. Cada noche, su hija Esdrújula, mi novia, me advertía: -Mamá y yo estuvimos hablando de ti. Acordamos que, cuando estemos casados, tú deberás hacer esto…y esto…y aquello. Otra noche: -Mamá me dijo que, apenas casados, deberás hacer esto…y esto y lo de más allá… Otra noche: -Si, cuando estemos casados, no haces lo que te ordenemos mamá y yo, nos vas a causar un gran disgusto y entonces pagarás las consecuencias porque…y porque… Otra: Cuando estemos casados deberás, también…y…y…y…Así me lo dijo mamá…Ah. Y serás el médico de toda la familia, incluyendo a los primos terceros y a nuestros amigos más cercanos… -¿Por qué? -Porque lo decidimos las dos. Me despedí. Hasta mañana… 409
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Claro que no regresé jamás…Ni tonto. Con aquellos pronósticos de tormentas, naufragios y muerte… Han pasado cuarenta años. La cucaracha seguramente habrá muerto. Por envenenamiento con algún aerosol, o por causa de un chancletazo bien plantado. Y Esdrújula ya reunirá, si es que aún vive, todas las características de las cucarachas metiches, cuyos genes pasan de generación en generación… La viudita Era menudita. Campesina. Muy pobre. Se le murió el marido, y cómo lloró y lloró…. Tuvo que acudir a la caridad pública para pagar la urna. Desde el día siguiente comenzó a recorrer las calles del pueblo pidiendo limosnas. Vestida de luto totalmente. Y desde ese mismo día una bandada de muchachos le dedicó el azote. Los muchachos le gritaban ¡Viudita, viudita!, y ella se disgustaba. Y cuanto más se disgustaba, más la acosaban. La hacían correr por todo el pueblo, huyendo de ellos. Le salían por una calle, le salían por otra. Eran como perros hambrientos. Mientras unos la entretenían, otros le llegaban por sorpresa por detrás y la tumbaban con zancadillas o le echaban el sombrero por tierra. La desesperaron de tal forma, que tuvo que regresar al campo…a morir de hambre…No duró mucho… ¡Por qué suceden las cosas en el mundo, de esta manera! El tío Se quedó solterón. No tuvo suerte (o, quizás, la tuvo demasiado) con las mujeres. Le tomó mucho cariño a un pequeño sobrino de seis años, y el niño también lo quiere. Son sumamente amigos. Pero, el niño le falta al respeto, pues lo considera otro niño como él.
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Le preguntan por qué permite que el niño le falte al respeto. Él responde: -¿Y qué más da? No pierdo nada. Es el único que me quiere en esta vida… Suicidio colectivo Un mosquito muy hambriento, pero, también muy consciente, dijo: viéndolo bien, nuestra existencia en la Tierra es absolutamente inútil. No prestamos a la Humanidad ni un servicio mínimo. Y llamó a todos los mosquitos y los hizo reflexionar y se produjo un suicidio colectivo de mosquitos en todo el mundo. Nos recogían a paladas, como arena, y nos llevaban en camiones para sirviéramos de abono en los viveros… Modestia Sócrates exclamó: “!…Verdaderamente, no sé nada…!” Y Don Modesto, originario de no se sabe qué país: -Sí, eso lo dijo después de que hablé con él, explicándole unas cuantas cosas. La palabra clave -¡Malditos zancudos! -¡Hijo! ¿Por qué usas esa palabra tan fea? -¿Entonces digo “benditos zancudos”? -No. Pero puedes usar otra palabra. -Mamá: en este mundo el que no bendice, maldice. Las antiabuelas Si hoy están de moda los “antihéroes” en el cine y hasta en la vida real, ¿qué impide la existencia de las “antiabuelas”? Claro está. Las buenas abuelas –las abuelas clásicas- han imperado en tal forma y en tal número y con tal acento, que parece una contradicción en los términos que pueda haber antiabuelas. Es decir, más brujas que 411
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abuelas. Perversas, torcidas, mal intencionadas, con una enorme cicatriz moral que como de machetazo certero y profundo les cruza el rostro, con unos ojos como de piedras carbonizadas, egoístas y, ¿para qué seguir? Agreguemos a lo ya dicho otras virtudes, y tendremos el retrato perfecto de una antiabuela digna de Hollywood, donde ya se les ve… El cheque Un sujeto estaba “en graves apuros económicos”. Clamando por ayuda, vino a mí. Le di en préstamo cierta suma de dinero, que se comprometió a pagarme dentro de los tres meses siguientes. Se perdió de mi vista durante más de un año, por lo que tuve que ubicarlo para reclamarle. Entonces elaboró un cheque a mi nombre con evidente mala gana y altivez y, sin decir palabra me lo arrojó a la cara y se marchó. Dos meses después, clamando por ayuda, ¡vino a mí!, porque estaba “en graves apuros económicos”… Paranoia El humano que no tenga inclinación irresistible a planchar una cucaracha con un solo chancletazo, no es humano. Algo extraño lo perturba o lo desvía. Y hasta he llegado a pensar que tales humanos anormales son en realidad cucarachas camufladas. Por ejemplo, aquel oriental que las protege, las cría, las alimenta y las defiende con un amor y una dedicación digna de causa menos asquerosa…O aquel científico que las recoge, las estudia, las clasifica, ubicándolas en exacta taxonomía, y después las lleva en su automóvil para distribuirlas como si tuviese la misión de colonizar la tierra. O como aquella dama metafísica que suele decir ¡a las amadas cucarachas, ni con el pétalo de una tranca! O como cierto poeta que las enaltece hasta colocarlas en franca competencia con las mariposas, las abejas o los colibríes. 412
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Pese a todas estas anomalías, yo opino que la razón profunda del odio humano a las cucarachas viene de que nuestro subconsciente está seguro de que ellas han asumido, desde hace mucho tiempo, el papel de grandes traidoras a la causa de la humanidad y de la Tierra. A mi modo de ver, los primeros habitantes de nuestro planeta en ser conquistados por los extraterrestres para colaborar con sus planes de invasión y dominio, fueron las cucarachas, debido a que no son leales a nadie sino a las de su especie. Tal vez porque tengan consciencia de que son asquerosas. No en vano la paranoia nos impulsa a querer matarlas sin miramientos. Porque el corazón nos dice que algo se traen entre las patas, que algo traman, que algo ocultan con tanto celo en el fondo de sus cuevas. Con su andar sospechoso, su comportamiento lleno de misterio y con esa velocidad supersónica increíble que les imprimen a sus patas, dejándonos burlados la mayoría de las veces. Tan calladas. Tan creídas. Tan supremáticas. Como si nos despreciaran, siempre nos dan la espalda y se largan. ¡Y esa apariencia! Aplastadas. Lo que las torna insidiosas porque les facilita la invasión. A todo esto se conjuga que ellas y sus primas hermanas chinas, las chiripas, son extrañamente prolíficas y persistentes. En las noches calurosas sueltan carcajadas que nos dejan escuchar desde sus madrigueras, para que sepamos de su burla contra nosotros y los insecticidas. Porque se ufanan de que están siendo inmunizadas en forma creciente y eficaz, con ayuda de los científicos extraterrestres, sus padres y colegas. El peligro se agiganta, justamente, porque los científicos extraterrestres “tienen que” estar al servicio de una causa: “la política extraterrestre”. No saben lo que significa libre albedrío, a diferencia de nuestros científicos, que sí lo saben, pero no tienen remilgos a la hora de utilizarlo malamente contra la Humanidad, lo que, a mi modo de ver es otra forma de ser cucarachas... 413
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La agenda de Chiripa Ramón Ojera fue un albañil que trabajó en la refacción de nuestra casa. Cargaba bajo el brazo una agenda, casacuna de las chiripas, pues en ella las incubaba, como una madre. Cuando llegaba a nuestra casa, colocaba el libraco sobre la nevera. Una mañana mi esposa notó sobre el refrigerador dos o tres “rayitas” marrones que movían unos pelitos llamados “antenas”. Agarró la agenda, pero cuando las chiripas comenzaron a invadirle las manos, la dejó caer al suelo. De su entre-tapa salió un ejército de bichas que se esparcieron por toda la casa. En expresión de gratitud para con Ramón Oreja, lo bautizamos “Chiripa”, y así se quedó, para todo el barrio. ¡Y cómo no estarle agradecidos si debido a su colaboración venimos disfrutando de la compañía de tan lindas criaturas? En diez años no hemos hallado forma de exterminar esa plaga maldita. Ni con plaguicidas, ni con sahumerios, ni con canciones de la nueva era. Vinieron para quedarse, como el rock and roll… Santa paciencia -¡¨Por favor, dígame- preguntó el periodista- ¿cuál es el primer paso para conseguir la perfección? El gurú le respondió: -Tener paciencia, y de burro. Carucho Durante quince años los acompañó, deleitándolos todo el día con la armonía del canto. Los que pasaban por la calle frente a la casa, reducían los pasos para oírlo cantar. Los vecinos preguntaban, preocupados, cuando no lo escuchaban: 414
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-¿Y el canario? ¿Qué ocurre con el canario?. Era la flauta viviente de toda la cuadra y, al marcharse, toda la cuadra lo sintió. Para disipar la tristeza que paralizaba la casa y sobre todo el alma de su marido, Luisa María salió a comprar otro canario. Pero no lo halló. En su lugar trajo un zamurito, callado, gris, insignificante, feo. Con un pequeño moco bermejo establecido entre los ojos, parecía avergonzarse. Agachaba la cabeza, elevando al mismo tiempo las pupilas, como preguntando si realmente era tan feo como él mismo suponía. -¿Para disipar la tristeza? –preguntó Pancho, más triste aun- ¡Este pajarraco ni siquiera respira! Y pasaron los días y las noches. Pancho y Luisa iban a llevarle agua y comida, mientras él, montado en el travesaño de la jaula, los miraba con recelo, retrocediendo unos pasitos, como temeroso de alguna reprimenda. Todo por ser tan feo y tan inútil. Pero, una mañana Carucho –como en son de burla lo llamaba Pancho-comenzó a elevar un canto melodioso, refrescante, alegre, inundando la terraza y desbordando hacia la calle y hacia los patios de las casas vecinas. Contento porque tenía un nuevo tenor que le alegrara el amanecer, el barrio celebró el hallazgo con una fiesta que, con su respectiva “octavita”, llenó de melodías el nuevo corazón. -Feo de cuerpo –dijo la madre de Pancho- pero hermoso, lindo, bello de corazón. ¡Qué zamurito pa valer! Los zapatos Dos zapatos andan en busca del dueño. Van de un lado a otro con desesperación. Andan por las líneas más oscuras de las calles, casi arrinconados, para que la gente no se dé cuenta de que son unos zapatos tristes y viejos que andan en busca del dueño que un día se les perdió. 415
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Cuando hay gente amontonada, saltan como quien se empina y estira el cuello mirando por encima, para a ver mejor. Como los zapatos no leen los periódicos y nadie les envió mensajes de texto porque los pobres zapatos no tienen celular, no saben que su dueño ya no estará más. Como los zapatos no saben de la muerte y creen en la pura eternidad, están seguros de que su dueño sigue andando por ahí, sin ellos. Ellos no lo saben y van de un lado a otro con desesperación, en busca de un dueño que nunca volverá. Todos hablan de la lealtad del perro, pero de la lealtad de los zapatos, no. La mujer que era muy buena En un pueblo vivía una mujer que tenía fama de buena, porque era muy dulce. Y la fama creció, creció y creció, y la casa de le llenó de cucarachas buscándole el azúcar... El hombre justo Hubo una vez un hombre que tenía fama de bueno. Un día llegó un sujeto, entró a la casa del hombre bueno y comenzó a recoger cosas para llevárselas a su mujer y a sus hijos. El hombre bueno empuñó un látigo y se lo paseó al intruso a pleno dar. Cuando el hombre bueno fue llevado al juez, éste le preguntó cómo era que, teniendo fama de bueno, sin embargo no lo había sido con el intruso. Y el hombre bueno le respondió: -Porque yo no soy bueno sino justo. La escalada Cuando niño, se metió contra sus hermanitos y contra los compañeros de colegio más débiles. Cuando adolescente, se metió a drogadicto y ladrón. Cuando adulto, se metió a gánster. Y cuando ya no servía, los gánster le metieron un tiro. 416
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Como los niños Los malos poetas y los malos escritores somos como los niños: no sabemos hablar como los adultos, y nos expresamos con tartamudeos y medias palabras. Se nos puede acusar de todo…menos de que nos quedemos callados… El cambio Un grupo de forajidos irrumpió en un pueblo pacífico a sangre y fuego y tomó el poder. Se adueñaron de las mansiones de los ricos, a quienes mataron o arrojaron al destierro. Los que antes habían sido sirvientes de los ricos, pasaron a ser sirvientes de los nuevos ricos. Retornó la paz y todo fue felicidad. El egoísmo Los niños no tienen claro el concepto de egoísmo. Los adultos lo tienen muy oscuro. Esto y aquello Los hombres, la violencia. Las mujeres, el engaño. Los políticos, el engaño y la violencia. El privilegiado En una familia había tres hijos, el segundo de los cuales heredó, privilegiadamente, los genes más grotescos de la abuela paterna: el egoísmo, la mezquindad, la ingratitud y la indolencia. La madre, disgustada, le dijo un día: -Saliste igualito a tu abuela Cunchufleta. -¡No me compare con una vieja! -¿Con quién más te comparo si eres toda una vieja? 417
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El péndulo Un amigo me dijo: Yo creo firmemente en la existencia de Dios. Y me apoyo en el argumento del primer motor que ciertos científicos pretenden derribar en vano. Sin embargo, eso no me impide tener varias opiniones en cuanto al comportamiento de Dios. A veces creo que Dios perdió la pelea ante el mal, y que es éste el que manda. A veces creo que somos producto de un experimento de los extraterrestres a quienes Dios les permitió realizarlo. A veces creo que Dios tiene un lugarteniente que no maneja muy bien las cosas. A veces creo que Dios se cansó tanto de la torpeza del hombre, que se fue más arriba, dejándolo a su suerte. En definitiva, soy un péndulo de Dios. El juez mosca El “Juez-mosca”, Laoshu ai Dami, ejerció la judicatura y la docencia universitaria en la comarca de Shanchxi, en tiempos de la dinastía Tang Tang. Lo llamaban “el Juez-mosca”, porque era todo ojos. Se corría la voz de que tenía dos ojos inmensos y en cada uno de ellos millares de pequeños ojos. Hasta se decía que llevaba muchos ocultos, como los buenos espías, en el pecho, en la espalda y en las piernas. Las exageraciones querían significar que Laoshu no era un juez macilento, de ésos que creen que para todas las cosas y para todos los casos, sólo hay un camino y solamente ese camino, y nadie los saca de allí. -¡No, no, NOOO!-decía con énfasis creciente Laoshu ai Dami. - ¡De ningún modo, queridos alumnos!. Los casos no deben tener respuestas en pautas generales, porque se desperdicia la especificidad, que es donde está la esencia, la personalidad del caso. Las pautas generales –insistía como los viejos iracundos- son trazos amplios dentro de los cuales, como en un rectángulo, caben muchas líneas, 418
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caben muchas especificidades. Por esa razón, jamás, pero lo que se dice jamás, encontraremos casos exactamente iguales. Los casos difieren por a, por b, o por z, y la diferencia viene a ser más relevante que las igualdades. Los casos difieren unos de otros por los sujetos, por los protagonistas, por el demandante y el demandado, con sus líneas de personalidad, de circunstancias, de motivos, de razones y de intereses. O difieren por el tiempo, por el cómo, por el lugar, por el modo. Y el maestro tenía como consigna y como forma de finalizar todas las clases: -¡Coman moscas, queridos alumnos!...coman moscas para que administren con verdadera y certera justicia...!y ojos pelados con la realidad real, que es la que manda!… El Juez-mosca Laoshu ai Dami, fue expulsado con deshonores, de la judicatura y de la universidad, porque veía demasiado, y eso no convenía a quienes eran ciegos o usaban anteojos de cartón o cuero. ¡Mosca con la Moral! -¡Doctor Repoyero! ¡Usted aquí! -Sí, profesor, vengo a concursar para la cátedra de ética en la Escuela de Derecho -¿Y usted no sabe que se necesita moral para enseñar ética?. Yo lo conozco desde que fue alumno mío en esta Escuela. Lo conozco mucho más de lo que usted cree. Ya en aquellos tiempos era un tramposo consumado. Si usted ha sido un tramposo omnímodo y substancial en el ejercicio de la profesión durante tantos años, le pregunto ¿cómo un podrido puede dar clases de salud y de pureza? No sea cínico. El portero 419
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Se erguía como gorila. Andaba apoyándose sobre los nudillos de las manos como los gorilas. Tenía una mirada de canicas perdidas y lejanas como los gorilas. Nariz como dos ceros llenos de pelos y mucosidades, como los gorilas. Y una boca de monedero de hule como los gorilas. El portero de aquel Ministerio reunía en él todas las características físicas de los gorilas. -Buenos días- le dije- aun cuando la experiencia me advertía que, por naturaleza, las palabras de saludo de los seres humanos no pueden ser captadas por los oídos de los brutos. Creí escuchar una especie de gruñido más o menos inteligible cuando el “monedero” espetó un ¿qué quiere? que no me cayó nada, nada bien. Esperaba que el doctor Arbotante, nuevo ministro de protección para la fauna selvática, hubiera comenzado por la puerta, colocando allí a un portero humano. Tuve, pues, que marcharme y llamarlo por teléfono. -Cuando te invité al despacho –me dijo- se me olvidó advertirte que para que fueras bien atendido por el portero, debías traerle una bolsa de bananas, que lo enloquecen de placer. Te lo aseguro como veterinario. Las bananas les despiertan profundos sentimientos ancestrales. Ya lo sabes para otra ocasión. Pero mi sorpresa fue mayúscula cuando el tuiter comenzó a difundir la noticia de que habían sido adquiridos unos cuantos robots con apariencias de gorila, inventados por Asimov, para colocarlos como porteros en los ministerios. De todos modos, por las dudas, cada vez que voy a una oficina pública, lo primero que hago es comprar una bolsa de bananas para el portero. Si me las arrebata sin dar las gracias, es un gorila humano…Si ni las olfatea, un robot…
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Samplegorio El cura del pueblo de San Simplicio tenía un sobrino que le manejaba el carro. Mientras el tío iba a su lado, permanecía en un silencio monacal. Pero, apenas ausente el sacerdote, se desataba, a plena voz, en una retahíla de groserías en fila india y por orden alfabético, haciendo comentarios sobre cualquier cosa, con tal hablar, para librarse de aquella carga de palabras acumuladas a la fuerza debido a la presencia del párroco. Era Samplegorio, como lo había bautizado la gente con todo acierto, Un día Samplegorio vendió las cuatro llantas nuevas del carro y las reemplazó por otras evidentemente deterioradas. El cura lo notó y lo despidió en el acto con términos severos. Sin trabajo en un pueblo ruinoso, se entregó a la bebida y hubiese caído en el arroyo si no hubiese sido porque la madre le imploró a su hermano en la sacristía, una mañana después de misa, que se compadeciera de él, aceptándolo de nuevo como chofer. Pasado un tiempo, el cura descubrió que su sobrino vendía el vino de consagrar, con el que los borrachos del pueblo “decían misas” cantadas o no, nada menos que en la plaza, frente a la propia iglesia. Otra vez el despido. Otra vez las súplicas. Otra vez el reenganche. Un día el cura se quedó sin carro. La policía estableció que Samplegorio había concertado con unos ladrones de vehículos, y había recibido su parte. Samplegorio preso. Nuevamente las súplicas. El cura gestionó la libertad y la logró. Pero estaba sin carro. En la misa del domingo siguiente el párroco comenzó la campaña de colecta para comprar un carro “aunque fuera de segunda mano”. Pero el pueblo, conocedor de la realidad, no se mostró muy dispuesto a colaborar, por lo que la suma recaudada no alcanzó sino para comprar un burro. Aunque el cura les dedicó todo el sermón de reproche por la tacañería, “pecado mortal muy tomado en cuenta por Dios y castigado con el 421
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infierno, etc, etc.”, no le quedó otra sino resignarse a montar en burro, detrás de Samplegorio, más adecuado para manejar al cuadrúpedo en castellano que el cura en latín. Los tres se integraron al paisaje del pueblo de tanto verlos por aquí y por allá, pasando para el norte y regresando para el este, yendo a confesar a un agonizante, o llevando la sagrada comunión a un enfermo, etc.etc. Por eso la gente notó un día que al paisaje de San Simplicio le faltaba algo que no alcanzaban a definir. Claro que le faltaba, y mucho: el cura había fallecido. Samplegorio quiso quedarse con el burro a cuenta de sobrino del cura. Pero, el abogado de la curia diocesana alegó que se trataba de un bien temporal de la Iglesia puesto que el cura no lo había adquirido con dinero suyo sino con dinero del pueblo, que lo había donado, no en atención particular al sacerdote, sino en atención al ministerio eclesiástico. Cuando Samplegorio estaba a punto de entregar el burro, salió un abogado venido de la capital, quien acordó defenderlo “por medio pollino”. La curia, en este enfrentamiento entre el derecho laboral y el derecho eclesiástico, optó por reconocerle los derechos laborales a Samplegorio para evitar complicaciones con el gobierno, y por pagarle con el burro las prestaciones sociales, y cuanto antes, no se le fueran a abrir las agallas más de la cuenta. Muy pronto lo que quedó integrado al paisaje del pueblo fue la imagen de un burro sobre otro burro más una botella de aguardiente: Samplegorio, borracho, cabalgando a “Rebuznante”…y un abogado corriendo detrás para cobrar los honorarios… La modelo En una familia, el hombre amaba en tal grado y en tal forma a la esposa, que solía florecerla de alabanzas sobre todo como compañera de vida y como madre ejemplar. Y lo hacía con tanta frecuencia y énfasis, que los 422
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hijos, desde muy niños, se fueron compenetrando de esa idea de perfección. A ello se sumaba el influjo de la realidad, pues en la vida cotidiana e inmediata, ellos eran testigos en carne propia y comprobaban que su padre no mentía ni exageraba respecto a las bondades de la madre. Sin embargo, como en este mundo nada es pleno, la felicidad de la familia, fundada en la bondad de la madre, constituyó un problema. Y fue que, a medida que los hijos crecían y se formaban como hombres, sin darse cuenta utilizaban como patrón de referencia a la madre, en cuanto a la escogencia de mujer para casarse: deseaban conseguir como esposa a una mujer bondadosa, apacible y cariñosa como la madre. Por supuesto, era algo difícil, que los llenaba de dudas y preocupación Plantearon al padre el asunto, buscando su consejo. Pero él ¿qué podría sugerirles? ¿Que en los días actuales no se debe ser muy exigente en la escogencia de pareja? Mas, ¿cuál es el límite de la exigencia, en cuanto al qué, en cuanto al cómo, en cuanto al por qué? Y peor aun si les sugería casarse “a ver qué resultaba”. Porque podrían casarse con una diabla y le echarían la culpa a él, por haberlos impulsado a casarse por casarse. Él terminó por decirles: cásese cada uno de ustedes con la mujer que le plazca. Eso sí, piénsenlo muy bien. No se precipiten. Si cuando van a comprar una moto la miran por arriba y por abajo y averiguan sobre lo más mínimo en cuanto a su funcionamiento y demás, ¿cómo no hacerlo respecto a una mujer que será madre de sus hijos y que ustedes presumen los acompañará toda la vida? Lo que sí les digo rotundamente es esto: no me traigan a la casa una mula de Troya. -¡Papá! ¿Qué es una mula de Troya? -Pues una mujer llena de bichos que nos contaminen la casa… Todo en latín -Abuelo, ¿y si no hay pan? -Comemos plátanos 423
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¿Y si no hay plátanos? -Comemos papas -¿Y si no hay papas? -Comemos tungos -¡Ay, abuelo tú tienes que decir todo en latín! Cuanto menos…más… -Aquella muchacha, por fin y después de mucho andar, consiguió en esta pulpería el primer empleíto de su vida: anotar diariamente, al finalizar la tarde, el número de latas de sardina que quedan para vender al día siguiente… -¿!Y eso es todo?!! -Eso es todo el todo -¡Caramba! Pero mira lo pretenciosa y petulante que es. Está que revienta de importancia. Ni siquiera trata bien a los clientes…Ni la dueña que fuera… -Así es en este país: la gente cuanto menos es…más se cree… Ahora no Carpe diem…Aprovecha la oportunidad- le aconsejaba la madre. Pero, no. La hija nada de hacerle caso. Era joven y bonita y despreciaba a los pretendientes. No. No quería compromisos. No quería matrimonio. Mucho menos hijos…No todavía. Quería divertirse y viajar, viajar. Y se dio a viajar por todo el mundo. No bien regresaba al país, preparaba otro y otro viaje. Para eso sobraba el dinero. Su padre era muy rico. Era empresario poderoso. Y la tenía consentida. Era hija única. El dinero se dilapidaba y el tiempo también. Un día la sorprendió el espejo: había envejecido, y rápidamente. Parecía mentira… Los padres había muerto y el dinero se había evaporado. 424
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Se dedicó a buscar…a esperar…a desear con ansiedad y con dolor… Ningún pretendiente…Se había se secado la fuente para siempre… La vejez y la soledad…Entonces recordó haber leído aquello de San Agustín: cuando pudo, no quiso, cuando quiso ya no pudo. Luego por un mal querer perdió un buen poder… Ahora ella quería, y cuánto. Pero ya no podía. -¡Ay, doctor, consígame un amor!- me decía desesperada y rasgada de dolor y llanto. Y yo que reventaba de furia. ¡Ay, doctor, consígame un amor!. Hasta que me cansé…hasta que me harté…y me alejé de ella… Porque ¿qué creía que era yo? ¿Un taumaturgo? ¿Un santón milagrero? ¿Un santo de los imposibles? ¿Un mago? ¿El gato Félix? Y así murió… Era el alimento de ese monstruo mortal llamado envidia. Envidiaba, envidiaba, envidiaba. Envidiaba hasta el odio. Pero, por mucho que pujó, no logró lo que envidiaba…y murió pujando… Universo de libre albedrío Logré trabar cierta relación de amistad con un “pleyadiano” que se alojaba en la mansión de una matrona metafísica, (“venida a más” a punta de cursos y cursillos y de programas de televisión), y donde Zemáphoros –que así se llamaba el sábelotodo- cobró gran afición a la parrilla con yuca, a la guasacaca picante y a la cerveza. Un día, el extraterrestre me aseguró que sólo en este Planeta existe, por voluntad de Dios, el libre albedrío, y que ello atrae a la Tierra a los habitantes de otras galaxias, quienes acuden como moscas detrás de el dulce hacer lo que a uno le da la gana... Con razón –le dije- la Tierra está llena de malandros: como si los nuestros fuesen pocos, vienen los extranjeros… 425
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¡Ésa serás tu! Una muchacha, hija de padres trabajadores, desde muy niña mostró ser grosera y levantisca. Se largaba con sus amigos a la playa en vez de asistir a clases. Con ellos aprendió a consumir drogas y licor. A los quince se fugó definitivamente de la casa de sus padres porque no aceptaba normas de disciplina. Comenzó a vivir en el mundo de la prostitución y de las drogas... ¡Allá va! ¡Es aquélla! Vestida con harapos, lleva sobre el hombro un morral renegrido. Murmura, da pasos largos, de pronto se detiene, da pasos breves, mueve los labios, se mira los dedos como sacando cuentas, corre, grita, con chillidos que llaman la atención de los transeúntes. La evitan porque temen que los agreda y, sobre todo, porque a metros despide un hedor tan nauseabundo que hace vomitar a los perros. ¡Mírala!. Anda como sonámbula, como viva muerta. ¡Ahora se lanza a cruzar la avenida sin precaución! ¡Un carro la atropella y la avienta como mugrosa muñeca de trapos!. Muere al instante. Ésa serás tú cuando reencarnes dentro de quince días, si no te cuidas de la mala vida desde un principio. Te lo aseguro yo, tu Guía… Pichirres y Generosos -¿!Que si conozco al doctor Pichirre!? ¿Y quién no, si es tan conocido por lo bondadoso. Sí. Jean Pierre Pichirre, de origen francés (de los Pichirres de La Rochelle). Médico, rico y generoso. Porque está en su esencia ser generoso, inevitablemente. Por eso presta ayuda a las personas necesitadas. Es una inclinación que no puede dominar y que muchos aprovechan... También conozco al doctor Generoso. Gilberto Antonio Generoso (de los Generosos de Barcelona). Geriatra, místico y poeta. Pocos tan pichirres como él.
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Yo creo que Dios, antes de lanzar al mundo a la gente, debería sincerar las cosas para que los humanos no seamos víctimas del engaño y de la frustración. Porque, supongamos que un pobre anciano, dejándose arrastrar por el apellido y confiando en la generosidad de Generoso, vaya a su consultorio y resulte apuñaleado con una formidable daga de honorarios profesionales. El pobre anciano muere desengañado… Heráldicas y genealogías -Hum…con eso de las heráldicas y las genealogías hay que tener mucho cuidado. Tantas pendejadas que se ostentan en los escudos… -Un sobrino mío saltó en las cuatro patas cuando halló en internet dizque el origen de nuestro apellido. Me trajo las fotocopias de nuestros presuntos antepasados: tres condes italianos: nuevos ricos, brutos, incultos y borrachos. -Lo mejor es no saber de genealogías. Porque el mérito está en la lucha propia, en el esfuerzo propio. No en las presuntas batallas en que participaron nuestros antepasados como simples alabarderos. -Detesto cabalgar sobre el apellido de mis antepasados. Lo que debe hacer cada quien es luchar para labrarse el apellido como nuevo. Re-crear el apellido, no aprovecharlo, como tantos… -¿De qué le vale a una persona ser descendiente del Cid Campeador, si a la hora de la verdad es un cobarde? La esposa de Cristo Una solemne taruga de mujer asistía a misa todos los domingos y rezaba el rosario todas las noches, y sólo por ese hecho se creía tan digna de Dios, que decía, a diestra y siniestra, ser “la esposa de Cristo”. Cristo, por su parte, la conocía muy bien como una vieja miserable, envidiosa, usurera, perversa, chismosa y muy mal, pero muy mal hablada y pugnaz. 427
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Un día San Pedro comentó al Maestro: -Por ahí anda la vieja Felpuda diciendo que es su esposa, Maestro… Él se limitó a decir: -¡Guácatela! Nivel de la consciencia Se dice que cada quien se eleva conforme al nivel de su consciencia. Un joven tenía el propósito supremo realizar grandes proezas como aventurero del mundo, participando en peligrosas expediciones. Una mujer afirmaba que su vocación era profundamente religiosa, y por ello ingresó a un convento. Un hombre solía decir que aspiraba ser un médico muy sabio que llevaría la salud a toda la Humanidad, etc,etc… Cada uno de ellos trató de aplicar sus fuerzas al proyecto de vida que le animaba…Pero, el joven terminó por ser mesonero, de restaurante en restaurante, hasta el final de sus días. La monja se enamoró del confesor, y terminó por colgar los hábitos para dedicarse a la bisutería. El hombre que sería médico, terminó por trabajar como auxiliar de mecánica, pues las fuerzas no le dieron ni para sacar el bachillerato... Por eso…lo mejor es decir que cada quien se eleva conforme al nivel de su consciencia…pero presuponiendo la capacidad para la empresa y el dominio de las circunstancias…Aspirar puede cualquiera. Realizar, sólo algunos pocos… El montón Cuando un joven llegó a la edad de escoger carrera profesional, le dijo a su padre que estudiaría Periodismo, ante lo cual éste se sintió decepcionado, pues deseaba que su hijo estudiara Medicina. Sin embargo, resignado, le aconsejó: -Está bien, si ésa es tu decisión…Pero, por favor, no seas del montón. 428
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Lo primero que hizo el joven al graduarse de periodista fue incorporarse al montón de los “halabolas”…que en otros lares llaman “chupamedias”… El cuadrúpedo -Lo vi caminando en cuatro patas por la calle. Es Carmen, mi amiga, en la ciudad de…Es vidente… -Cuando yo vivía en otra parrpquia, -me dijo- tenía como vecino a un hombre despreciable, malvado, de apellido Rangel, al que nadie trataba. Vivía completamente solo. Nadie lo visitaba. Un día arrojó por sobre la pared del patio de la otra casa vecina, unos algodones impregnados de una enfermedad venérea, aun sabiendo que allí vivía un niño que apenas estaba comenzando a caminar. El niño jugó con los algodones y quedó ciego en forma irremediable. Él lo supo, pero no le dio ninguna importancia. Poco tiempo después murió. Una tarde, cuando fui al centro de la ciudad, me llamó la atención un bulto de bastante volumen que caminaba por la calzada. Parecía un perro grande, casi un becerro. Cuando estuve más cerca, ví a Rangel andando en cuatro patas, como un animal, pasando por encima de la basura, llorando y gritando, con la mirada perdida. Algunos carros lo pisaron, pero él no lo sentía. Pasó de largo y ni se percató de mi presencia. Las tijeras Tuvimos una vecina mala, perversa, que se creía dueña de la cuadra, sólo porque era quien había puesto la primera piedra de fundación cuando construyeron la barriada. Nos la tenía dedicada a todos los vecinos, a quienes despreciaba por ser “gentuza indigna de su amistad y de su buen trato”. Pero, a pesar de sus ínfulas, vanidad y pretensiones, murió. -Anda por ahí, penando –nos dijo una médium cuando nos visitó. Una noche, cuando me encontraba solo en el dormitorio, escuché, en un rincón, un ruido como de tijeras que se abrían y se cerraban en forma 429
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insistente y persistente, muy cerca de mí. Se me ocurrió que era el espíritu de la vieja, y le dije: -¡Deje de molestarnos!. Si no, busco unas tijeras y le corto los pelos de “la pichurreta”… Sí sería ella, pues no ha vuelto a dejarse sentir. La zorra La siguiente es una historia de la vida real que muestra hasta cuáles extremos está dispuesta una mujer en aras de la lujuria. En la ciudad de…,una mujer que ya comenzaba la edad madura, tuvo un hijo de uno de los tantos hombres que desfilaron por ella desde que, a los quince años, abandonó la casa de los padres “para vivir su propia vida”. Cuando el niño tenía cinco años de edad, la madre pasó a vivir con un sujeto que a ella le pareció “ideal” por motivos obvios, pero que en realidad era un hombre despreciable, de baja moralidad y muy poco dado al trabajo y a la responsabilidad. Los demás amantes se habían marchado o porque ella los despachaba por hastío, o porque ellos tomaban la iniciativa debido a los arranques intempestivos de cólera que la asaltaban en forma casi demencial y que implicaban graves ofensas en medio de las expresiones de un vocabulario soez. Éste –decía ella para sus adentros- no se me escapará jamás. No lo permitiré. Estaba dispuesta a pagar cualquier “moneda”, con tal jamás el sujeto saliera de su vida. Para congraciarse con el patán, la “buena” madre permitía que éste maltratara y vapuleara al hijo por simple capricho. Y llegó al extremo de permitirle que, casi totalmente desnudo en la cama, aprisionara con las piernas la cabeza del niño, forzándolo a recibir en pleno rostro los disparos de sus nauseabundas flatulencias, mientras ella lanzaba gruesas carcajadas y daba saltos con gritos y gestos simiescos, en vergonzoso aplauso a la proeza. Quién sabe cuáles otras “monedas” estaba dispuesta a pagar la 430
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degenerada, para que no se marchara de su lado, jamás, aquella bestia a la que los compinches de farra llamaban “Burrote”. Normalidad Era un niño muy inquieto, rebelde y desaplicado. La psicóloga lo tomó a su cargo. La impulsó el cometido de convertir al demonio en “un niño normal”.
Partiendo de la idea de “normalidad”,
lo enseñó a ser un
muchacho correcto y responsable “in abstracto”, pues
no le señaló en
función de qué fines y objetivos debía serlo. A ella no se le ocurrió la posibilidad de que una persona sea “correcta” en lo que respecta a sí mismo, a sus solos intereses y no frente a
los demás. Como es el caso del
comerciante que exige corrección a los empleados para que no lo roben, pero, mientras tanto, él es incorrecto para con los clientes, a quienes roba justificando sobreprecios con el pretexto de las dificultades de la importación o recurriendo a otras artimañas. Tampoco se le ocurrió la posibilidad de que una persona sea “responsable” para realizar o cumplir lo que afecta a sus propios intereses sin importarle para nada la responsabilidad que él debe manifestar frente a los demás. Como es el caso del funcionario que mientras él viola la ley de mil formas y maneras, se muestra extremadamente exigente contra los subalternos, a quienes amenaza con la aplicación de las normales legales que se refieren a la responsabilidad penal, civil, administrativa de los funcionarios, mientras que él sólo asume, sin responsabilidad, moral, el papel de juez y ejecutor. No basta el cómo: también es necesario conocer el qué, el por qué y el para qué…para que la educación y la formación sean completas… El congreso de sabiondos Se reunió un congreso de sabiondos, entre los cuales estaban Sichi Sucu Suzucu y Rincho Socho Sohoho, quienes disertarían ante un público numeroso: el primero, sobre la felicidad; el segundo, sobre la verdad y la 431
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mente transcendente. Pero, a última hora, alguien, desconocido y no contemplado en el programa, se apoderó del micrófono. Para sorpresa de todos, propuso que se abstuvieran de hablar y que el congreso se desarrollara en pleno silencio para abocarse a una meditación profunda. Contrariados, le preguntaron por qué dejarían de hablar. Él respondió: Los sabiondos del mundo deberíamos guardar largo silencio porque decimos muchas pendejadas. 194- SISIBORI En el bohío de la noche, el abuelo y los nietos aguardan que a llegue el sueño, mientras se escucha el rumor del río cepillado por el viento. -Abuelo, dinos una historia de ésas que tanto sabes, mientras me quedo dormido. -Ustedes conocen el sisibori. Es ese pajarito tan pequeño, tan pequeño, que cabe en la mano de un niño y todavía sobra mano. Lo que se ve de él, no es propiamente el cuerpo, tan diminuto; lo que se ve él es su canto hermoso, que suena como una pequeña flauta de caña, de éstas que ustedes tocan con frecuencia, de las que sabe labrar a la perfección su tío Romualdo. Hubo una vez una familia integrada únicamente por los esposos y por un niño recién nacido. A partir de un día se entabló una amistad muy especial entre un sisibori y la esposa del hombre. Una mañana, mientras la señora preparaba el desayuno, escuchó el sonar hermoso de una flauta, que venía del frente de la casa. Se asomó con cuidado y vió un pequeño manojo de colores sentado con su canto en un horcón. Ella se emocionó y se alegró tanto, que dio un grito de sorpresa, espantando a la pequeña ave, tal vez para siempre, pues, por lo menos ese día no lo volvió a ver. Tampoco en los tres días siguientes. De pronto, una 432
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mañana el ave se sentó nuevamente en el horcón y comenzó a cantar. Era como si expresamente hubiese tenido el propósito de visitar a la dueña de la casa. Por lo menos ella lo entendió así y el calor del pensamiento facilitó las cosas, pues, a su vez, el pajarito pareció confirmar la idea de entablar amistad. Venía y se sentaba todas las mañanas. Y cuando el hombre se marchaba de cacería, el sisibori cantaba, como haciéndose eco del runrunear del niño, y como dirigiendo el canto hacia la mujer amiga. Era todo un arcoíris de sonidos hermosos, con los bellos tonos de su flauta de caña. Ella le respondía, plena de alegría y gratitud, con frases hermosas y silbidos melodiosos, inspirada también. Y el canto de la mujer, y sus palabras saturadas de sentida melodía, era como un baño refrescante para la pequeña ave, que reduplicaba de ardor el canto, agradecida. Cuando el sisibori no acudía a la casa de la señora, ella, a medida que pasaba el día se iba poniendo de mal humor, de tal forma que cuando el esposo regresaba al atardecer, lo recibía huraña, como si él hubiese sido la causa de la inasistencia del pequeño pájaro, y no le daba de cenar. El pobre hombre no cesaba de rogar a los dioses que protegieran al sisibori donde estuviera, que le dieran buena noche y buen tiempo y que lo levantaran temprano, para que al salir el sol saludara a su mujer con el hermoso canto de su flauta.
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195- EL ABORTO DE LA HUMANIDAD Una desgracia se abatió sobre el pueblo y se requería que cada quien brindase su aporte para salir de la emergencia. El Maestro Jesús llamó a Pedro para que hablase con Judas, el administrador: -Dile a Judas que te entregue toda la suma de dinero que haya, para que colaboremos con estas personas. Al poco tiempo llegan al Maestro las voces de un altercado. Se acerca, y escucha a Judas cuando dice: -No estoy de acuerdo, El dinero existente es para cubrir a nuestras necesidades. Jesús, entonces, les dijo: -El egoísmo es el aborto de la humanidad, porque frustra e impide el nacimiento del hombre nuevo, del hombre que se supera y asciende, realizando auténticos valores, como la generosidad y la solidaridad. El egoísmo frustra e impide que abramos puertas de espontaneidad a la grandeza de espíritu, verdadera vocación de los seres humanos. Frustra e impide nuestra tendencia innata a la paz, a la armonía, a la tranquilidad, a la actividad creadora, e impulsa a los seres humanos al enfrentamiento, al arrebato, al despojo, a la rapiña, a las guerras y a la destrucción. Y finalizó diciendo:
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-El egoísmo es la causa última de la usura, de la explotación, de la desconsideración ante el dolor ajeno y de la infelicidad del hombre sobre la Tierra. No dijo nada más. Pero, Judas quedó desarmado y el dinero fue aportado como era debido…
196- …Y DALE QUE DALE Vinicio Dálmáta, profesor jubilado, que frisa los sesenta, me consulta como abogado en mi propia casa. Es casado, pero la esposa no le permite vivir en la casa conyugal, aunque son copropietarios y él tiene allí tantos derechos como ella. Para dormir, él tiene que subir al primer piso, por el jardín trasero, a través de una escalera improvisada, como si fuese un ladrón, con riesgo de que alguien le dispare creyendo que sí lo es. Allá duerme en el cuarto de los trastos, en un viejo sofá, sin ninguna comodidad. Le pregunto si ha tratado de hablar con la esposa, Milena, pero, me dice que ella se vale de que es abogado y, además, Jueza, y que no quiere recibirlo. Le explico que la solución está, lamentablemente, en el divorcio y en la partición de bienes. -Tendrán que vender la casa –le insisto por enésima vez. -Yo no quiero. Deseo permanecer en esa casa porque ayudé a construirla con mis propias manos, y siempre ha sido mi sueño regar por las noches las matas del jardín, que yo sembré. Darme el placer de empuñar la manguera y extasiarme con el ruido del agua y con el temblor de las plantas. Le digo nuevamente que eso no podrá ser a menos que él le compre a la esposa la parte que le corresponde. Me enfatiza que ella no quiere vender 435
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la casa porque está muy bien ubicada y habla de su status profesional ante los colegas. Le digo: -La única solución, vistas estas circunstancias, es el divorcio y la partición de bienes. O usted le compra a ella, o ella le compra a usted. -Le insisto, doctor: ni ella está dispuesta a vender, ni yo tampoco. Como esta cantaleta me está cansando, le manifiesto que la entrevista ha terminado. Ya en la puerta, se vuelve hacia mí y me pregunta si será posible que lo reciba en mi casa todos los viernes por la noche; que él me pagará los honorarios. -¿Con qué finalidad? -Para que Usted me diga cuál es la solución en el caso que acabo de plantearle. Porque quiero vivir en mi casa, y regar las matas al llegar la noche y… -Si lo que Ud. quiere es escuchar mi voz diciéndole lo mismo que ya le dije, le grabaré gratis una cinta magnetofónica para que la escuche cada vez que le dé la gana. Pero ya basta… Cuando por fin se va, cierro la puerta y digo: -¡No joda! ¡Qué chicle! ¡Con razón la mujer no quiere ni verlo!…
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197- EL ABOMINABLE BOROKOKKA Apenas graduado como contador en una universidad de la capital, el licenciado Arbonio Vidriera fue bendecido por la suerte: lo contrató una empresa internacional, donde logró ascender cómodamente debido a la alta calificación de su desempeño. Veinticinco años habían transcurrido en un instante. Y ahora, a punto de recibir la jubilación, le parecía estar frente a un abismo. Porque, ¿qué haría con el tiempo largo y amplio que tendría a su disposición? ¿A qué actividad podría dedicarse? Lo único que sabía en este mundo, pero lo único, era el asunto de los números. Números sin fin, que hasta le causaban, literalmente, pesadillas. Debido a éstas había tenido que someterse a tratamiento psiquiátrico. El doctor le había advertido que si no proscribía de su vida los números, en forma radical, su destino necesario sería el manicomio. En en sueños, los números se concertaban entre ellos como mentes perversas y, haciendo cálculos infinitesimales, con senos y cosenos, cursivas y recursivas, adoptaban formas humanas que lo perseguían por toda la ciudad, donde no hallaba refugio, Hasta que lo atrapaban, para estrangularlo. Este conjunto de circunstancias incentivó aun más la preocupación de Arbonio por su futuro. 437
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La ansiedad coronó tal punto de ebullición, que cuajó en creatividad. Y una madrugada, cuando reposaba después de las consabidas persecuciones de los números, intuyó un plan: crearía un “objetivo de vida” que le mantuviera “mosca”, a lo largo de la noche, en la seguridad de que al día siguiente tendría tareas importantes que cumplir; y a lo largo del día, en el convencimiento de que debía realizarlas a plenitud y hasta con primor. A impulsos de esta motivación, desembocó en el cuadro siguiente: ganaría prosélitos que, desocupados como él, estuvieran dispuestos a consagrarse en firme al logro de una “idea madre”. Con ellos formaría una organización; le asignarían un nombre sonoro, si fuera posible “de tonalidad científica”; lo registrarían debidamente; crearían y aprobarían un reglamento; elegirían la directiva, de la cual él sería presidente vitalicio, y buscarían en Internet mapas y ubicaciones. Pero, ¿cuál sería “la idea madre”? Sería la búsqueda y el hallazgo del “Abominable Borokkoka”. ¿Acaso no había precedentes? ¿No se habla desde siglos del abominable hombre de las nieves? ¿No se habla del Migou tibetano, del Big Foot del Norte ¿ ¿Por qué no Borokkoka, más aun si se enfatiza el nombre con el consabido “abominable”, que llame y marque? La idea cristalizó con un éxito nunca soñado. A la organización se afilió un dilatado número de jubilados que no sabían en qué matar el tiempo. Muchos de ellos ya estaban a punto del suicidio cuando se enteraron del abominable Borokkoka y se agregaron a la lista de sus admiradores. El licenciado Vidriera, quien ganó fama internacional reconocida por Guinness, propuso con éxito la creación de una “Federación Internacional de Exploradores de la Abominación”. A dicha Federación se han afiliado las organizaciones que buscan a Migou, al Destripador de Londres, a Pie Grande y al propio Chupacabras que, pese a su nombre, no carece de méritos para formar parte del Salón de la Fama. 438
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Amigo jubilado: si desea afiliarse a la “Organización de Búsqueda del Abominable Borokkoka”, puede enviarle un correo al licenciado Vidriera. Su dirección aparece, con toda seguridad, en las páginas amarillas
198- LA INTRUSA -¡No. No la soporto más! -Algo debes hacer. Es invasiva y abusiva. Además, te está matando. -Desde que invadió mi espacio, siento que
casi me sofoca, me
asfixia, me estrangula. -No me explico cómo la soportas, y, menos aun, cómo la dejaste entrar. Ahora te resultará muy difícil sacarla de tu casa. Se instaló y no querrá marcharse. -Es tan hábil y tan insidiosa y convincente. Se deja colar. Se te va insinuando y tomando terreno. Te sopla al oído esto y aquello. No te deja pensar. Te pinta las cosas tan atractivas, tan provocativas, que uno termina aceptándolo todo, todo lo que te insinúa. -Sí. Se ve. Desde que te tomó casi de sorpresa, comenzó a dominarte la voluntad. Y tus amigos te advertían… -Y es tan dañina. Ahora es cuando, tal vez un poco tarde, lo percibo. -Debería haber un cuerpo policial especializado para combatirla. -Es más, para no dejar que se acerque cuando la ven merodeando por el barrio a ver quién se deja atrapar, quién le abre las puertas de la casa. Deberían patrullar la zona para detenerla. -No puedes seguir dejándola instalada en tu casa, a sus anchas y a sus largas, dándoselas de dueña. Porque ella es la que manda…Toma esto o toma aquello... Y tú, seducida, como en sueños. 439
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-Me siento invadida, sí. Es como si viviera forzada a convivir con un ser que te tiraniza, que te aprisiona, que te arrincona, que te va incapacitando para reaccionar. Y me domina a su gusto, a su placer, como alguien que paladea y se relame y se eleva hasta los cielos saboreando un buen dulce. -A ese paso, desaparecerá tu persona y ella quedará dueña definitiva de tu casa, y tú, como muerta, casi sin poder dar ni un solo paso. -Sí, amiga. Qué terrible condena. Ésa es mi enfermedad: la obesidad, la gran intrusa.
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199- DESFACHATEZ Una pareja, de ésas que juran haber venido al mundo únicamente a divertirse, tenían un hijo pequeño. Estaban planificando las vacaciones: lo dejarían al cuidado de una de las abuelas y ellos viajarían a divertirse en una isla famosa por los relajos. Poco antes de salir, colocaron las maletas cerca de la puerta, se santiguaron y rezaron al unísono: “Señor Dios, cuídanos la casa mientras estamos de viaje y nos divertimos. Impide que los ladrones entren a la casa. Protege nuestros bienes. Amén”…. Cuando regresaron a los ocho días hallaron un desastre: la cerradura de la puerta principal, violada. Los muebles de la sala, desordenados. Los dormitorios desvalijados. El dinero y las joyas habían desaparecido. Lo primero que se les ocurrió fue decir que Dios no les había cuidado el apartamento; que no había sabido hacer su trabajo; que había sido negligente, etc.etc. La mujer sintió sed y fue a la nevera, en cuya puerta encontró una nota firmada por el Secretario de Dios: “Ustedes bailando y divirtiéndose como unos locos desaforados, ¿y el Señor cuidándoles la casa? ¡Al diablo los descarados!. Firmado: San Pedro.
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200- YO, RAMÓN EL BURRO La gente, yo lo sé, me tiene por bruto. Y yo mismo me lo creo. Estoy convencido de que lo soy. La fama de bruto me la gané con creces desde que estuve en la escuela. Estoy seguro de que si mi madre –menos bruta que yo- no se hubiese antojado de llevarme a la escuela “para que no te quedes bruto”, no hubiese resultado con ese don. Porque a la larga, no ha dejado de ser para mí un “don”. No hubiese resultado con ese don. En primer lugar, porque no hubiese tenido al alcance de la mano a una persona encargada de inculcarme, martillándomela todos los días, la idea de que era bruto: tal fue mi maestra Ofelia. En segundo lugar, no hubiesen concurrido las circunstancias favorables al afianzamiento de esa idea, como lo fue la colaboración desinteresada de los alumnos en hacerme recordar, siempre y en todo lugar, que yo había nacido para burro. No permanecí en la escuela más de tres meses. Pero, ese tiempo fue más que suficiente para que surtiera plenos efectos, en mi mente, en mi personalidad y en mi futuro, esa especie de cursillo intensivo o propedéutico que me impartió la maestra Ofelia. Quedé convencido de mi torpeza y de mi incapacidad, gracias a que la maestra era la primera en generar las burlas y las risas contra mí. Porque soltaba chistes, siempre de brutos, concediéndome el crédito de la brutalidad. No desperdiciaba ni un solo día para humillarme y atormentarme con el grito 442
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de “¡burro, burro, burro!”, con tal ensañamiento, persistencia, ardor, énfasis e intensidad, que logró convencerme de que yo era un burro; de que si bien me veía en el espejo una cara normal y me revisaba muy bien el cuerpo, y no tenía patas sino dos piernas, y pies y dos brazos con sus manos, y no tenía ni un taquito, pero ni un taquito de rabo, sin embargo yo era un burro. “Ramón el burro”, me bautizó esa madrina de la Educación Pública, digna de haber sido nombrada Ministra de Pedagogía. Y como Ramón el burro me quedé para siempre. Todas las noches tuve pesadillas donde yo era un burro al que todos ofendían, del que todos se burlaban y al que todos explotaban. Era, en mis pesadillas, el burro del pueblo. Y me imponían sobre el lomo cargas descomunales que casi me convertían en un gusano, pues por poco tenía que arrastrar la panza por el suelo. Me despertaba temblando, sudando frío, pero a la vez con un calor intenso. Y gemía, y lloraba y clamaba. Y tenía miedo de volverme a dormir. Y mi madre maldecía el día en que se le ocurrió llevarme a la escuela. En la oscuridad del cuarto, espesa, pesada como una tela negra, sentía pavor, y procuraba mirarme las manos, y cuando debido al esfuerzo lograba verlas como fogonazos, era patas de burro lo que veían mis ojos. Pero, llegó una noche en que, milagrosamente, dejé de tener pesadillas: abruptamente pasé a tener sueños de burro feliz, en los que me veía más gracioso y tierno que el burrito Platero.Y los sueños eran tan intensos, tan intensos, que se hicieron realidad. Por eso, desde el día siguiente pasé a ser un burro ensoñador. Y comencé a revolcarme entre las flores, el mastranto, la yerbabuena, la albahaca, la menta, el romero y el perejil de los jardines y de los campos, por lo que andaba oliendo siempre a burro florecido. Todos en el pueblo me buscaban, todos me querían. Hasta me gané el Premio Municipal de Ecología, porque depuraba el ambiente con mis burradas aromáticas. También me gané la gratitud del pueblo, porque me 443
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daba a recorrer las calles repartiendo aromas de alegría. Y visitaba el hospital y perfumaba a las enfermeras, quienes me llenaban de besos y me llamaban “burro consentido”. Y perfumaba a los enfermos, sobre todo a las parturientas, para que los niños salieran del recinto del más allá, perfumaditos y acicalados, de tal forma que hasta los cordones umbilicales quedaban impregnados de esas delicias de Paraíso Terrenal. Las enfermeras y las camareras se llevaban los cordones umbilicales a sus casas, como amuletos de la buena suerte, y los vendían a lo turistas. O se los colgaban del cuello a las hijas para que atrajeran novios por docenas.Y niñas, ¡felices!, con tres o cuatro novios al mismo tiempo…para ensayar infidelidades… Jamás hubo pueblo más feliz y lleno de alegría permanente, por causa de un burro esplendoroso como yo. Timonsón se saturó de tanto aroma de burro perfumado, que atrajo extranjeros por millares, pues ¿quién no iba a cambiar durante unos días un ambiente hediondo a humo de carros, por un ambiente celestial?. ¡Ahhh! ¡Qué agradable sentirnos burros por vocación, por gusto, por complacencia, porque nos nace, por felicidad!.
No a la fuerza, no por
imposición, porque la violencia arranca los sueños y siembra las pesadillas. Cuando llega el momento en que uno es burro por convencimiento, uno se siente importante. Siente que ha venido a este mundo a dar, no a recibir. Desaparece el egoísmo, y nacen la generosidad esplendorosa y el sentido de colaboración y de solidaridad. ¡Si ustedes supieran lo que uno siente cuando es burro a plenitud! Seguramente me envidiarían y correrían a ver quién los consagra burros…Es la felicidad… Por todo esto siempre me acuerdo de la maestra Ofelia. ¡!Quién iba a pensar que sus burradas pedagógicas podrían brindar resultados plausibles, elevados, dignos!!. 444
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Gracias a esa catira fea, que me enseñó a ser burro. Me acerco a los 65 años viviendo como burro, sintiendo como burro y pensando como piensan algunos burros. No quisiera llevarme a la tumba mis burradas. Ojalá alguien se inspire y escriba algunas líneas para perpetua memoria. Para que se sepa que hay maestras sensibles y atinadas y tierra fértil para las risotadas y las burlas creativas, sugerentes, que encaminan despertando vocaciones. Ruego a las almas piadosas coloquen sobre mi tumba este epitafio: “Aquí yace Ramón el burro, hermano consanguíneo de la maestra Ofelia Piña”.
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201- CONDENA Y RESCATE -¿Ves a ese anciano que está contando montones y montones de billetes de banco.? –me pregunta el Guía- Era un usurero que allá en la Tierra arrancaba sin piedad a los clientes hasta las milésimas de un centavo, y en ello tenía puesto el corazón, hasta que lo arrebató la muerte con ese apego. Ya cumplió más de trescientos cincuenta años aquí, (por la medida del tiempo de la Tierra) contando, contando y recontando, en eterna condena, las montañas de billetes, en una dura situación a la que sólo él puede poner fin, si es que toma conciencia. Pero, no le resulta fácil, porque la voracidad es tanta que, ¡míralo!, no presta atención a nada aunque lo llamen por su nombre, embebido por la sed de dinero. -Sin embargo –agregó- acércate a él y háblale con un profundo sentimiento de fraternidad, como estoy seguro tú sabes hacerlo. Así podrás rescatarlo. Lo hago: me acerco al anciano y le digo con voz apacible y calurosa: -¡Hermano, hermano, por favor, mírame!. El anciano, conmovido por aquella manera de tratarlo, se presta al recate. Y queda liberado de aquella condena infernal. Mi Guía me felicita: -Haz prestado un gran servicio. Serás recompensado.
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202- EL NEGRITO JESÚS Para que Ustedes vean cómo son las cosas y cómo funciona aquello del destino… Jamás lo vi de nuevo. Era mi mejor amigo de la niñez. Un poquito – sólo un poquito muy poquito- más pobre que yo, teniendo en cuenta que yo estaba muy pero muy lejos de ser rico. Jesús vivía con su madre, lavandera del párroco, en una casa que pertenecía a la Iglesia, ubicada cerca de la quebrada, en las afueras del pueblo. La pasábamos bien con las diversiones que entonces estaban al alcance de los niños pobres. Jugábamos pelota en el estadio. Correteábamos en la plaza. Nos mecíamos en los columpios del pequeño parque cercano a la capilla de Santa Rita. Nos deslizábamos barranco abajo en una tabla o en una caja de cartón, detrás del hospital. Visitábamos el cementerio para bajar a las tumbas vacías o para jugar con las calaveras que había expulsado el tiempo de sus sitios de reposo. Íbamos a la sabana a pasear y comer guayabas, pomarrosas, naranjas o cambures. Recorríamos los alrededores del pueblo por los caminos de los cerros, a pleno sol de medio día. O matábamos el tiempo tratando de pescar chorroscos en la quebrada de Los Cedros. Fui sorprendido por la necesidad de irme a estudiar en la capital. Cuando Jesús se enteró, tocó a la puerta de mi casa el día anterior, y apenas le abrí me dijo: -Como Usted se va mañana, ¿quiere regalarme la cachucha roja? Era una vieja y desgarrada gorra de plástico, de color rojo y letras blancas, propaganda de un analgésico de moda, de nombre “Solanol”. 447
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Con evidente orgullo castrense que ya manifestaba, se caló la gorra y se despidió, sin más, con un saludo militar. Muchos años después vi su fotografía en la prensa, con ocasión de ¡su juramento como Ministro de la Defensa Nacional!. ¿Supieron Ustedes, por casualidad, del General Jesús Antonio Quiñones López? ¡Pues era él…!
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203- EL HOMBRE DE LA RANITA Había un sujeto muy corpulento al que llamaban “el hombre de la ranita”. Jamás ningún apodo fue tan descriptivo. Se había casado con una mujer extremadamente menuda, de piel muy blanca, cuyo rostro era el de un auténtico batracio. ¿Quién no conoce las pequeñas ranas, de ojos saltones, y verdes manchas sobre una piel aterciopelada y reluciente? A la ranita no le agradaba caminar, a menos que lo hiciera a saltos. Por esto le venía de maravilla que el marido, para sentir más cerca el aliento del amor, se la montase sobre el hombro, como loro de pirata, llevándola con él durante todo el día. Desde allá arriba, con sus “pantaloncitos calientes” de azul intenso, la ranita exhibía, con aires de pasarela, unas ancas brillantes que los chinos del lugar soñaban ver hirviendo en aceite en la sartén de algún restaurante. Llamaba la atención de los transeúntes que la ranita secretease sin parar, al oído del gigantón siempre ensimismado. ¡ Quién podía imaginar la clase de pensamientos que le infundía aquella diablilla intrigante que interrumpía la perorata sólo para cazar moscas ¡. Si las ranas aman los tesoros y, si como dicen algunos metafísicos, los comparten o los disputan a los gnomos, la ranita iba a la cabeza de las anfibias ambiciosas. Cuando escuchaba hablar de dinero, bien o mal habido, de joyas o joyerías, de perlas finas o de bisutería barata, los ojos le centelleaban, la piel se le tornaba más lustrosa, agitaba brazos y piernas, y si no se levitaba no era por falta de impulso sino porque el marido la sostenía por las paticas. No cesaba de imaginarse viviendo en un pantano de felicidad, rodeada de baúles llenos de dinero. Sin embargo, el río de la plata no terminaba de desembocar en su casa, aun cuando malgastaba en loterías el 449
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dinero del marido, quien bajo una especie de hechizo, procuraba satisfacer todos sus caprichos, trabajando largas jornadas como ayudante de mecánica. El dueño del taller le llamaba la atención porque en vez de dejar a “la costillita” en casa, la llevaba al lugar de trabajo, donde, para distracción o diversión de los demás trabajadores, la sentaba sobre el techo de algún automóvil durante todo el día. Pese a la incomodidad, ella siempre se mostraba alegre y dicharachera, y le resultaba tan difícil permanecer callada siquiera durante algún rato, que sin pensarlo dos veces, desde aquella plazoleta de metal, le hacía comentarios de cosas íntimas en voz muy alta. Pero un día vio llegada la oportunidad de su vida. Falleció el padre del gigantón, a quien convenció para que presionase a la madre, a fin de que le vendiese su parte de la herencia, con la promesa de que viviría con ellos sus últimos años. No fue así. Una vez realizada la venta simulada, la viuda, en el más grande desamparo, fue expulsada de la casa, a instigación y para complacencia de la ranita, y sin remordimientos del marido.
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204 - EL BURRO DE ATILA Poco después de que los hunos fueran desmembrados por las ambiciones, apareció un día, en un pueblo del sur de Polonia, un hombre alto, fornido, forzudo, que cabalgaba en un burro de nombre Masticante. Nada se sabía de su origen, de su lugar o tiempo de nacimiento, ni de su genealogía. Simplemente apareció y se estableció. Todos le temían porque lo envolvía un no sé qué de duda, de poder o de misterio. Se hacía llamar Atila. Estaba tan consubstanciado con el burro, que sus personalidades llegaron a ser confundidas. Para la gente daba igual cuál de los dos opinaba o actuaba, pues los resultados siempre eran los mismos, dignos de éste o de aquél indistintamente: todos los reconocían como miembros del mismo cigote, y veían en ambos idéntica capacidad cerebral, idénticos gustos y sentimientos, idénticos pareceres e inclinaciones. En síntesis, el uno era el alter ego del otro. Eran siameses y gemelos espirituales. Se daba la paradoja de que algunas personas, fijándose en el volumen de Atila, le atribuían, de primer vistazo, dotes de inteligencia, sabiduría y cultura que, obviamente, estaba muy lejos de poseer él, aunque sí las poseyera el burro... Aprovechando la admiración, la confusión, la duda, el misterio y la prepotencia, Atila se dejaba llevar, para conquistar posiciones. Y a medida que ascendía en la carrera política, más se acrecentaba el apego a Masticante, al punto de que, cuando ya era presidente de la República, todo lo hacía montado en el burro: en lugar de utilizar la carroza fúnebre, cabalgaba en el burro. Si iba a exponer por televisión, exponía montado sobre el burro. Si se trataba de inaugurar una alcantarilla, daba las bendiciones desde el burro. Si tenía que leer el informe anual en el parlamento, lo hacía en posición ecuestre sobre el burro. Cuando tenía que visitar a otro país, era necesario llevar también a Masticante, pues Atila exigía andar en burro, quebrantando 451
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todas las normas de protocolo y seguridad. Y a lomos de burro pasaba revista a la formación militar armada en su honor, mientras el mandatario anfitrión lo acompañaba, junto a la primera dama, en patineta. Atila no acertaba absolutamente en nada como presidente. Era un acierto para los desaciertos. A tales extremos arrastró al país con sus graves errores, que lo dejó en el mayor desmoronamiento de su historia. Las instituciones se caían a pedazos, como carne y huesos en cadáver descompuesto. Nada servía, nada funcionaba, nada subsistía. Muchos siglos más tarde, comenzó a leerse en los libros de historia universal que donde pisaba Atila y el burro rebuznaba, no nacía ni verdolaga.
205- CHIRIQUÉ YETAKÚ 452
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Un hombre tuvo en suerte casarse con una mujer de nombre “Rocío de la Mañana”, “Chiriqué yetakú”. Era hermosa, amable, siempre sonriente y con un buen trato que no la abandonaba jamás. También era muy trabajadora y colaboraba con mucho esmero en el cuidado del hogar y en la atención a los hijos. Por consiguiente, el hombre tenía muchos motivos para amarla con pasión. Y tanto era su amor que, cuando se iba de cacería, procuraba buscar y hallar mensajes de la amada a todo paso, en las palmas extendidas de las hojas, en el tronco rugoso de los árboles, en el musgo de las rocas y en las ondas del arroyo donde retozaban las mujeres y los niños. Por supuesto, leyendo esos mensajes a lo largo del día, estaba ansioso por regresar a verla. Por eso, cuando tornaba con el producto de la caza, corría y corría, pero sin sentir la pesada carga sobre los hombros, porque se la aligeraba el amor. Cuando entraba a la casa, allí estaba ella, la hermosa, la amada sin par, con los hijos y con esa alegría permanente que le calentaba el corazón.
206- VÉRTICE 453
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Nuestra vida son dos líneas semirrectas que algún año, algún mes, algún día, alguna hora y en algún instante se habrán de cruzar, y será el final. Es el vértice, donde todos, tarde o temprano, quedamos atrapados. Entre las tijeras del tiempo que se cierran, vamos hasta el punto de cruce… Este pensamiento me ha estado acosando cada vez con mayor frecuencia, como avispa mortal y persistente. Sí. Siento que me acerco al vértice. Y trabajo con premura, como aprovechando el último escurrir del tiempo que se acaba.
207- EL CANTO DE LOS MOMOYES
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Un grupo de amigos me invitó a pasar una tarde de sábado en la Laguna Negra, al norte de Lasilinda, hermoso pueblo de verdor y luz. Nos divertíamos cantando y departiendo. Un no sé qué me separó del grupo. Y como al llamado de voces recónditas me dejé llevar por un camino sinuoso, bordeado de frailejones. De improviso, sentí como si hubiese traspasado el umbral hacia otro mundo: me encontré en un lugar extraño, donde otro era el paisaje. No ya la escasa vegetación de las alturas, sino el follaje
de
un
bosque,
con
interrupciones
formadas
por
grandes
acumulaciones de rocas, y surcada de acequias y arroyos, ornados de inmensa variedad de flores. Todo, de lo más hermoso, como una suerte de mundo donde la magia florece a cada instante. Los árboles y las rocas me parecían descomunales. Poco tardé para darme cuenta de que mi estatura se había reducido considerablemente. Y más me convencí de ello cuando salieron a mi encuentro y fui rodeado por seres de talla tan breve como la mía. Salían de diferentes lugares a mi encuentro, vestidos y ataviados con los más hermosos, frescos y diversos colores que les dispensaba la naturaleza. Me dieron la bienvenida con canciones que mi imaginación jamás hubiese podido concebir, tiernas, sentidas, arrancadas de la savia misma de la naturaleza, que me hicieron vibrar de emoción. Una comitiva integrada por hombres, mujeres y niños, se colocó frente a mí. El más viejo de ellos me saludó con hermosas palabras, sembradas de sentimiento poético, y me condujo a presencia de su majestad el Rey de los Momoyes, quien, en compañía de la Reina, también me dio la bienvenida. -Eres mi invitado especial. He querido hacerte partícipe de lo nuestro, como una deferencia para quien ha luchado por nuestro ser nacional, por nuestras costumbres y nuestro folklore, y, principalmente, porque siempre, desde niño, has creído en nuestra existencia… Recuerda cómo jugábamos contigo en la casa de tu abuela, allá, a la orilla de la acequia, a la sombra de bucares, naranjos, guayabos y pomarrosos. ¡Ah! ¡Cómo se te 455
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llenan los ojos de lágrimas con estos recuerdos! ¿Verdad? Y nosotros, ocultándonos de tu abuelita, para no causarte problemas. Porque era demasiado fanática con sus creencias religiosas, y no te hubiera permitido jamás regresar al patio a jugar, si nos hubiese visto… Cesó de hablar sobre el tema… Acto seguido, ordenó dar inicio a la celebración del “Día de la Identidad Nacional de los Momoyes”. El escenario era perfecto. Frente a una hermosa cascada, encontré ubicados los asientos del Rey, de la Reina y de su cuerpo oficial. Todo primorosamente ordenado, con la insustituible colaboración de las hadas, de la ondinas y de las sílfides, quienes había aseado minuciosamente la selva y dispuesto la sede de las rocas, de las pequeñas lajas de los pozos, de los hilos de agua donde se reflejaba el sol, de los chorros bulliciosos, y la ubicación precisa y hermosa de las flores, los helechos y los musgos. A una señal del Rey, se impone el silencio, y el orfeón de los momoyes, hermosamente ataviado de claveles, siemprevivas y flores, se dispone a cantar un canto que remueve las emociones ancestrales de la selva: “Tasso latricca cositomo lantissilla”. Es el “Canto a la Vida y la Esperanza”, suerte de himno de la nación momoy y, al mismo tiempo, una especie canto gozoso por la paz y el amor a la naturaleza. “!Arriba, hermanos!, este canto a la Vida y la Esperanza!. La naturaleza convoca a nuestros corazones ardientes. Somos los guardianes de las aguas, para que brille la hermosura de las fuentes, y la naturaleza, nuestra madre, viva feliz y nos sonría. Hacemos respetar las leyes de la vida. Los árboles, la yerba, los musgos, los líquenes, las piedras y la arena, son nuestros amigos. Nuestros hijos son felices y juegan con el agua, y la limpian y la pulen con sus cantos, mientras ríen…Somos libres, somos puros,
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vivimos en familia y tenemos gran corazón. Somos los duendes guardianes de las aguas”. “Tasso latricca cositomo lantissilla, onaselle lasi lasilinda, faritta lossi lossi mora assilatin essa gotississa. …………….. …………….. Donso milli. denso milli, donso longa, Tasso latricca cositomo lantissilla”. Yo me sentí muy complacido. Me despedí de todos con palabras de profundo sentimiento. Y, mientras me alejaba de aquel hermoso lugar, iba flotando a la sordina el melodioso canto a la Vida y la Esperanza, de mis amigos los Momoyes. Cuando traspasé el umbral en el regreso, me sentí de nuevo en mi mundo. Desanduve el camino bordeado de frailejones y, cuando llegué a la Laguna, desperté… en mi cama, al lado de mi mujer…!Qué hermoso sueño! Gracias a mis amigos los Momoyes.
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Otras obras del autor publicadas recientemente por Windmills Edition, California, USA -Ius-茅tica, El Derecho Del Nuevo Milenio, Paradigma Para La Transmutaci贸n Universal Del Estado y Del Derecho -Paradigma Moral Necesario y los Modelos Econ贸micos en el Siglo XXI -El Regreso del Gallo Implume -Cantos Meridiales -Simplemente un Caminante -Mazorca de Luz -Brindis de Luz por la Mujer Amada.
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Windmills International Editions, Inc. California - USA – 2011
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