Salpique

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SALPIQUE Korea 1942

Carlos Gó mez de Caso Fuentetaja Iván Martín Álvaro


Título original: Salpique 2012/2013 Texto: Carlos Gómez de caso Fuentetaja Grabados originales: Iván Martín Álvaro Grabados realizados en: Venice Printmaking Studio Maquetación y encuadernación: Iván Martín Álvaro ISBN: 00-000-0000-0 Depósito legal: X-00000-0000 Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita por los titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo público. Impreso en España – Printed in Spain


SALPIQUE Korea 1942


-SALPIQUE- ¿Hola?, ¿Carlos?, ¡¡Carlos!! ¿Me recuerdas? - ¿Quién está ahí? ¿Quién habla? -Soy yo, Salpique, ¿me recuerdas? - ¿Quién eres, donde estás? ¿Por qué estás ahí? ¿Por qué puedo hablar contigo? Aún no se hablar… No entiendo nada… - Pero… ¿No me recuerdas? ¡1942, Corea! - Si, todo eso me suena, pero… ¿De qué? ¿Qué está pasa ndo?, solo tengo un año y medio, no he hecho nada malo… - No, no te preocupes … Soy yo, Salpique! Me salvaste de aquella bomba… - Pero eso, parece ser un sueño, ¿desde dónde me hablas? ¿Por qué conoces mis sueños? - No es un sueño Carlos… ¡Fue real! ¡Soy yo, Salpique! - Entonces, ¿por qué no te toco, te huelo o te veo?, porque puedo sentirte, ¡no entiendo nada! - Gracias a tus actos de fe, a tu bondad, a tu comportamiento… Saliste adelante y una vez más, vives en otro cuerpo, el suyo, el tuyo… Ahora eres Carlos, ¡¡vives de nuevo!! - Parezco entender lo que no tiene explicación, te repito, tan solo tengo un año y medio… Salpique, ¿de dónde vienes?



- Éramos compañeros, tú, el gran sembrador de la felicidad, yo, un cabeza loca, una mente perdida, un culo inquieto… Siempre de aquí para allá, sembrando la locura, dando pasos de caos… Y tú… siguiendo mi camino para barrer mi desbarajuste y cosechar paz. Revivías las flores que yo mataba, dabas luz a las farolas que yo apagaba, devolvías el aliento a los mudos que yo dejaba a mi paso… Menos mal que eras como la carne que mi uña necesitaba, eras el aire que mis pulmones abarcaba… Hasta que llegó aquel 6 de Noviembre de 1942, la guerra había estallado y tú, precavido, me mantenías junto a ti en el hogar, de sol a sol, escondidos bajo la sombra del desván de aquella vieja casa. “Ante todo nunca salgas” decías una y otra vez. Y tú, salías a recoger la paz que anteriormente habías sembrado, que te devolvía en forma de mendrugos de pan y algún que otro sorbo de agua. Hasta que un día, mi curiosidad llamó a la puerta, no lo resistí, no me resistí… Salí encapuchado, completamente seguro de que nada pasaría… Todo lo que pude ver estaba nublado con aroma a fósforo, metralla o hierro, con sabor a tierra mojada… Realmente no diferenciaba olores ni sabores, pero sé, que no se diferenciaba mucho de la realidad que por mis achinados ojos podía percibir. Si no fuera por ti, jamás habría vivido, si no fuera por ti, tú, habrías vivido. De repente tu voz entró por mis oídos, tu calor por mi piel y tus lágrimas por mi corazón… Te abalanzaste hacia mí y cubriste mi cuerpo entero… Al instante todo mi ser retumbó, pero me sentía protegido, parecía ser una tortuga cubierta por su caparazón… Ese caparazón, eras tú.. Me salvaste de aquel ataque, sobreviví a aquel estallido porque tú antepusiste tu vida… Cuando volví a abrir los ojos, tu corazón no latía, tu aliento no se marcaba en mi piel, la tuya, perdía color a cada paso y tus ojos entraban en contacto con el horizonte… Te fuiste.



Volví a casa corriendo, tenía la sensación de querer llegar para contártelo, pero al llegar, tu cuerpo no estaba, todo esto había sido real, aún así, te lo conté… Todavía te notaba, todavía te percibía… ¿Dónde estabas? Mi vida siguió adelante, hablaba contigo día a día, no te tocaba, no te veía, pero mi corazón no callaba, no cerraba sus ojos, seguía expresándose, mantenía conversaciones, las cuales, jamás supe asimilar.. Hasta que un día, yo también abandoné el mundo físico, dije adiós a lo material… Fue entonces cuando me reencontré contigo, volvíamos a ser ese dedo formado por tu carne y mi uña, le devolviste a mis pulmones el aliento que habían perdido, iluminaste las farolas de mi camino, creaste paz y plenitud donde creí haberla perdido… Pensé que nos mantendríamos juntos eternamente pues nuestros caminos se habían vuelto a juntar. Esperé que nunca llegara una separación, pero ocurrió… Desperté y ya no estabas, te busqué, te grité, te llamé, pero tú ya no estabas… Me juré y perjuré que te encontraría, que te cuidaría como tú lo habías hecho conmigo, así que, me puse en marcha. No dudé ni un momento. Pregunté a los más sabios, volé y acompañé a pájaros en sus migraciones con la intención de encontrarte. Nadé océanos y escalé montañas, mi motivación se desvanecía por instantes, pues pasos que andaba, no te encontraba… Entonces, callé a mi razón, me dejé guiar como tú hacías, te imité… Mis alas volaron solas, al igual que mis escamas bucearon sin rumbo fijo… Mis ojos estaban más cerrados que abiertos, como mi cerebro, que estaba apagado… De repente, todo mi ser se paró, mi alma había aterrizado, mi aura había atracado. Estaba en el lugar, estaba a la hora, estaba viéndote nacer, estaba notando tu presencia…



Cegado por tu voz pude volverte a ver… Esta vez en otro cuerpo. Ensangrentado y llorando estabas volviendo al mundo. Estabas naciendo de nuevo… Desde ese momento me he mantenido junto a ti, viéndote crecer, sin encontrar el momento en el que volverte a hablar, no quería cometer un error, no quería suponerte un peso, así que me propuse no entrometerme, simplemente hacer como tú habías hecho conmigo, ser el cascarón que esa tortuga necesita… Pero como bien ya sabes, soy un impaciente, un culo inquieto, por lo que no he podido resistir la tentación de hablarte una vez más, manifestarme para que sepas de mí. Quería que fueras consciente de que estoy aquí, que lo estuve siempre y nunca nos separaremos. -FIN-




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