Gases de efecto estufa y cambios climaticos- Un abordaje

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GASES DE EFECTO ESTUFA Y CAMBIOS CLIMATICOS - Un abordaje

Ivan Luz Ledić En época en la cual sólo se habla sobre calentamiento global, son raras las personas que no escuchan todos los días sobre el aumento de la temperatura, efecto estufa, los desastres naturales y el parecer del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC). El Panel afirma que el aumento de los Gases de Efecto Estufa (GEE) está calentando el planeta y muchas veces la agricultura es apuntada como la principal villana cuando el asunto dice respeto a la emisión de esos gases. Varias teorías contrarias, sin embargo, vienen surgiendo desde la época de 1970, cuando hubo un supuesto consenso científico sobre el resfriamiento global. Estas se contraponen a lo que dice el IPCC. Las diversas teorías hablan de un nuevo periodo que está por venir, provocado porque el cambio climático es cíclico y no impulsado por los GEE. Esas contradicciones están estampadas en las titulares de las principales revistas (Figura 1).

Figura 1 - ¿ ¿ ¿ ¿Calentamiento o Resfriamiento Global???? Hace 580 millones de años, el dióxido de carbono era de 120 mil partes por millón debido a las explosiones volcánicas, 350 veces superiores al nivel actual y, hace 438 millones de años era 16 veces mayor que ahora. La concentración de CO2 en la atmósfera comenzó a aumentar a finales del siglo XVIII, cuando ocurrió la revolución industrial, la cual demandó la utilización de grandes cantidades de carbón mineral y petróleo como fuentes de energía. Desde entonces, la concentración de CO2 pasó de 280 ppm (partes por millón) en el año de 1750, para los 393 ppm actuales, representando un incremento de aproximadamente 30%. Este incremento en la concentración de CO2 implica en el aumento de la capacidad de la atmósfera en retener calor, pero no consecuentemente de la temperatura del planeta, pues hubo disminución de temperatura también en este período. Las emisiones de CO2 continúan a crecer y, probablemente, la concentración de este gas puede alcanzar 550 ppm alrededor del año 2100.


Cabe destacar para no confundirse conservación ambiental con cambio climático. La conservación es una necesidad de la especie humana. Y el CO2 no tiene nada a ver con cambio climático. No confundir CO2 con polución. Mientras más CO2 en la atmósfera, más las plantas producen por ser un compuesto esencial para realización de la fotosíntesis, pero la quema de combustibles fósiles y carbón libera monóxido de carbono (CO) y dióxido de azufre (SO2) que causan problemas ambientales de polución y lluvia ácida. Variaciones de la temperatura son causadas por la actividad solar y el clima controlado por las nubes que son, por su parte, controladas por rayos cósmicos. El sol dirige los cambios climáticos y el CO2 es irrelevante. Además, los tres principales depósitos de carbono capaces de hacer cambios entre sí y que componen el ciclo biogeoquímico del carbono son: atmósfera, océanos y biósfera terrestre. El reciente calentamiento, según diversos investigadores, es causado parte por el aumento del calor emitido por el Sol, nuestra mayor fuente de energía y tiene ciclos de 90 años (alcanzado el máximo a finales de la década de 60) y por los océanos (71% de la superficie de la tierra) que son reservas de CO2 y de calor, siendo el regulador de la temperatura terrestre (y los mensuradores muestran que los mares están perdiendo calor en los últimos 70 años). Parte también de este divulgado aumento de la temperatura viene del hecho de que mucho de esos termómetros que son usados para medir las temperaturas están hoy en grandes ciudades (islas de calor). En la década de 60 había 14 mil estaciones midiendo temperatura en la tierra. Hoy tiene menos de 2 mil estaciones. Y esas reducciones fueron hechas en locales de difícil acceso. Por ejemplo, Rusia cerró muchas estaciones en Siberia, que tiene zonas frías. Y muchas estaciones fueron cerradas en las zonas rurales, debido a dificultades de mantenerlas, y en esas zonas si registraban temperaturas de 2 a 5 grados C más bajas que las temperaturas urbanas. Cuanto al dióxido de carbono (CO2), su flujo natural (océanos, vegetación y suelo) es de 200 mil millones de toneladas y el hombre responsable por sólo ínfimos 6 mil millones de toneladas. Así el ser humano es muy chiquitito en comparación con las fuerzas naturales. Al contrario de las afirmaciones, no hay ninguna evidencia en la historia de la tierra que el CO2 tenga alguna vez determinado las temperaturas de la tierra, en consonancia con datos científicos disponibles. Basta decir que 71% de la superficie terrestre es cubierta por océanos y 29% son continentes. De los 29% de continentes, 15% son tierras heladas, otras con arena y desiertos. Resta entonces al hombre sólo 14% para él manipular. De esos 14%, mitad es cubierto por florestas


naturales. El hombre sólo opera, entonces, en 7% de la superficie terrestre. No es posible que en esos 7% él vaya a cambiar el globo todo. Las emisiones humanas son insignificantes en relación a las naturales. No hay evidencias científicas, por lo tanto, que el CO2 emitido por el hombre interfiera en el clima global. El IPCC, no hace previsiones. Él hace proyecciones de escenarios, afirmando que el calentamiento está causando deshielo en los polos, lo que causaría una elevación del nivel del mar y con eso la inundación de grandes áreas costeras. El aumento en el nivel de los mares es un mero ejercicio académico, pero existen muchas otras causas geológicas, como el movimiento de placas tectónicas, e non las causadas por el ser humano. Otro argumento presentado, cómo uno de los puntos céntricos de discusión, es la relación entre el nivel de CO2 de la atmósfera y los cambios de temperatura de la Tierra. Se afirma que el aumento de las emisiones de CO2 causa un aumento de la temperatura media del planeta, lo que es tenido cómo correcto por la mayor parte de las personas. Existen trabajos, sin embargo, donde esa relación es presentada de la manera inversa: la variación de la temperatura de la Tierra es que guía el nivel de CO2 atmosférico. Con el aumento de la temperatura, parte del CO2 es liberado para la atmósfera, aumentando los niveles medidos. Análisis de climas pasados mostraron que variaciones de la temperatura y de la concentración de CO2 no están relacionadas entre sí, o sea, el CO2 no controla el clima global. Al contrario, la temperatura del sistema climático, al aumentar, induce el aumento del CO2 en la atmósfera. Recientemente, entre 1977 y 1998, ocurrió un breve periodo de calentamiento de los océanos y del clima, y, es ese calentamiento que está siendo atribuido a las emisiones humanas. En la realidad, los flujos naturales de carbono entre los océanos, vegetación y suelos (incluidos volcanes) suman 200 mil millones de tonelada por año. Un ejemplo: Volcanes liberan más CO2 que cualquier actividad humana, 150 gigastoneladas/año contra 6,5 gigastoneladas/año producida por humanos. Gráficos que presentan curva de crecimiento del CO2 causando aumento de temperatura terrestre es otra invernad. En la realidad es el contrario. El aumento de la temperatura es que causa el aumento de CO2, debido evaporación de agua y liberación de CO2, principalmente de los océanos. Esas evidencias experimentales deberían, efectivamente, acabar con el argumento de los escépticos de que no existen evidencias


experimentales que conecten el aumento de los gases de efecto estufa en la atmósfera al calentamiento global. Tampoco hay comprobación que el nivel de los mares esté subiendo. Los satélites, que miden el nivel del mar, detectaron un aumento de 3,4 mm por año durante 1993 y 2006. Eso corresponde a un aumento inferior a 5 cm en esos 14 años. Esa elevación terminó en 2007 y fue provocada por un ciclo lunar de 18,6 años. Lo pico de ese ciclo ocurrió entre 2005 y 2007. Elevó el nivel del mar en los trópicos, generando mareas altas y acelerando las corrientes marinas, que llevaron más calor para los polos. Lo que está ocurriendo es una intersección Lunar, que está en su precedencia máxima y la fuerza gravitacional eleva el nivel de agua en la latitud 40 grados N y 40 grados S. Eso causa el desnivel entre los océanos tropical y polar y ocurre aceleración de las corrientes marinas del Atlántico al Ártico, con aguas calientes penetrando abajo de las capas de hielo que están derritiéndose. Las aguas oceánicas más calentadas entraron por bajo las heleras flotantes, derretirán su base y su parte aérea cayó (las cuales no derriten como intentan decir, por lo tanto no alteran el volumen de agua). Si consideráramos que 90% de los icebergs están debajo de la agua, ese deshielo no aumentaría su volumen y lo que vemos son solamente glaciares cayendo. Si fuera aumento de temperatura global estaríamos viendo descongelamiento del hielo por encima de los casquetes polares en atlántico norte y no puntas de iceberg cayendo. El derretimiento está abajo del agua. Ya la capacidad global del océano en hacer cambios con la atmósfera pasa por la compleja dinámica de la circulación oceánica que es caracterizada por movimientos ascendentes y descendientes de las aguas. Una misma región oceánica podrá ser tanto emisora como absolvedora de CO2, dependiendo de la presión parcial del CO2 en el agua y en la atmósfera; la cantidad de CO2 disuelta en el agua depende de variables climatológicas y del ciclo sazonal de los organismos vivos del mar. En el inicio de este año, especialistas en clima del Instituto de Estudios Espaciales Goddard de la Nasa revelaron que 2008 fue el año más frío del siglo en el planeta, alcanzando la temperatura media global de 14,3 grados C de acuerdo con La Organización Meteorológica Mundial (WMO). La investigación indica que el efecto de resfriamiento asociado con cambios en la reflexividad y en la evapotranspiración se sobrepone al efecto de calentamiento causado por el ciclo de carbono y por la desforestación.


El más grave en nuestra época es deturpar los datos de la ciencia con finalidades ideológicas, visando imponer a nivel planetario un sistema universalmente fracasado, dominado por el capitalismo para impedir el desarrollo de los países del tercer mundo. En realidad, el resfriamiento es peor que el calentamiento, porque cuando la atmósfera se queda fría ella tiene menor capacidad de retener humedad y ahí llueve menos. Durante el periodo caliente, los totales pluviométricos fueron mayores, mientras de 1946 a 1976 la lluvia en Brasil como uno todo se quedó reducida. En nivel mundial, principalmente por encima del Ecuador, el resfriamiento sería aún más drástico que ya es, porque la producción agrícola sería totalmente impracticable. El calentamiento interesa a los nórdicos, porque así sus tierras serían más productivas con agricultura y ganadería y en los trópicos habría desertificación y aumento de la pobreza. En la última reunión de 192 naciones en Copenhague, en Dinamarca, los países nórdicos no apoyaron contribuir con la reducción de emisión de GEE y penalizaran los países en desarrollo como siendo aquellos que están aumentando esos gases, en una tentativa de frenar el desarrollo de los países emergentes. En el neocolonialismo la dominación es por la tecnología, por la economía y, ahora, por un terrorismo climático, como están haciendo con ese alarde sobre el calentamiento global. La población de los países pobres, a medida que fueren creciendo, querría un nivel de desarrollo humano más adecuado y concurriría por los recursos naturales existentes, los cuales los ‘gringos’ ya no tienen más y quieren que nosotros seamos los responsables por todo lo que ellos no supieron mantener. La hegemonización de la cultura anti-CO2 estaría directamente conectada al objetivo de trabar el desarrollo de los países pobres en desarrollo. ¿La ganadería acorralada? A pesar de las controversias cuanto al calentamiento o resfriamiento global debemos tener el cuidado de preservar la naturaleza y sus recursos naturales, y reducir al máximo los focos contaminantes, principalmente en los grandes centros urbanos e industriales. La prensa tiene rotulado los bovinos como grandes villanos de los cambios climáticos, siendo que, en la mayoría de las veces, esas críticas no presentan fundamentación técnicocientífica. Es urgente la necesidad de desarrollar y validar metodologías acuradas de medición de la emisión de metano y generar bases de datos específicas para los sistemas de producción de cada región.


La explotación equivocada de la prensa sobre el asunto puede ser, futuramente, un pretexto para la creación de barreras no tarifarias a la exportación de productos pecuarios. Así, la ganadería tiene por delante un desafío tan grande como la propia necesidad de mitigación de carbono para contener los impactos del probable calentamiento global: hacer con que la ciencia supere las suposiciones en relación a la cantidad y al impacto de sus emisiones. En el mundo, las emisiones de gas metano (CH4) por la fermentación entérica de rumiantes contribuyen, de acuerdo con la literatura de algunos, con 22% (70 a 100 millones de toneladas/año) de todo el gas producido por la humanidad. Por su parte, 46%, o 0,218 millones de toneladas, de óxido nitroso (N2O) son emitidos por las heces y orina del ganado, así como también por los fertilizantes nitrogenados, resultando que 9% de las emisiones (172 millones de toneladas/año) de gas carbónico equivalente (CO2) ocurren debido a la preparación y fertilización del suelo de los pastizales. Particularmente creo que eses datos son un exagero, porque esas presuposiciones son basadas en estudios y análisis obtenidos en ambientes cerrados. Así, con base en eso se extrapola esas informaciones para todos los bovinos, como se en la naturaleza eso no fuera alterado por acciones y reacciones con el medio ambiente. Tal vez sea más una forma de los nórdicos intentaren imputar culpa a los países del tercer mundo (que posee mayor volumen de ganado que ellos) por la emisión de GEE en la atmósfera. En la realidad, nuestros animales viven en la naturaleza, mientras los por encima del Ecuador tienen que quedarse confinados en ambientes cerrados por largo periodo del invierno riguroso – ahí sí, los gases se quedan acumulados en esos locales y no son dispersos inmediatamente en el ambiente, pudiendo tener acción directa en la atmósfera (Figura 2).

Foto: Rosimar Silva e Ivan Ledić Figura 2 – Animales europeos mantenidos en ambientes cerrados y climatizados para producir leche


Aunque un poco tarde, estudios actuales demuestran que la ganadería del trópico podrá dar al sector el papel de héroe – y no de villano – en el combate de la emisión de GEE. Los países de la franja tropical disponen de una gran ventaja comparativa sobre las naciones agrícolas de clima templado: sin inviernos rigurosos, el pastizal hace la fotosíntesis durante todo el año, retirando gas carbónico de la atmósfera y acumulando materia orgánica en el suelo. La agropecuaria bien practicada tiene potencial significativo de reducción de emisiones de GEE (Figura 3).

Figura 3 – Ganadería lechera en un sistema silvopastoril en el trópico La captación de carbono por los suelos agrícolas es una forma de mitigar y así disminuir las emisiones del sector. Este tema se ha transformado en un asunto bastante sensible ya que los países adoptan metas de reducción de emisiones, y el mercado comienza a demandar productos con bajas emisiones de GEE en sus ciclos de producción. De otro lado, el carbono es eliminado por los seres vivos como producto de la respiración o fermentación celular. La materia orgánica ingerida pero no absorbida es eliminada como heces y juntamente con la materia orgánica muerta será enzimáticamente reciclada por bacterias y hongos. Por su parte, los vegetales terrestres construyen sus tejidos a partir del CO2 atmosférico captado en nivel de hoja. Es la llamada fotosíntesis terrestre que retira anualmente de la atmósfera, en un proceso natural, cerca de 100 Gt de carbono en forma de dióxido de carbono. En resumen, la fotosíntesis y la respiración tanto de los vegetales como de los suelos es que son los dos procesos principales por los cuales pasan los flujos de carbono entre atmósfera y la biósfera. Investigaciones vienen siendo hechas a nivel de laboratorio y se ha constatado que plantas estimuladas por altas concentraciones de CO2 han dado respuestas positivas de aumento de productividad vegetal.


Algunos experimentos controlados constataron que, en media, al pasarse del valor de la concentración de CO2 atmosférico de 300 ppm para el valor de 600 ppm se obtiene un aumento de 30% en la productividad vegetal. Si, realmente, la vegetación terrestre sea fertilizada por CO2, actuará como un absorvedor de una parte del excedente de este gas en la atmósfera y, juntamente con los océanos, podrá atenuar las passíveis cambios climáticos. De esa forma, las acciones en áreas agrícolas que colaboren para evitar emisiones o que capten GEE podrían generar créditos de carbono, ayudando a financiar tales acciones. Por las actuales reglas vigentes en el Protocolo de Kyoto, sólo reforestaciones son contempladas como prácticas sensibles de recibir tales créditos en la temática de uso y cambio del suelo. Pero vale destacar que el mercado voluntario de créditos de carbono, además de ser más importante para la reforestación, ya comienza a contemplar créditos que son consecuencia de prácticas agrícolas. Para reducir los impactos ambientales de la ganadería se sugieren acciones de mejoramiento genético, como el desarrollo de razas con mejor conversión alimentar, pues cuanto más peso el animal gana y cuanto más produce leche con menor ingestión de alimento, más eficiente es la producción y menor la emisión de GEE. Pero, los mejores avances en la reducción del impacto ambiental vendrán de la mejoría de la alimentación y de la eficiencia del manejo del rebaño en pastizales. Sólo con la recuperación de pastizales degradados se proyecta una economía anual de 104,5 millones de toneladas de CO2-eq, que dejarían de contribuir para agravar el efecto estufa. Al recuperar un pasto degradado por el uso continuo, por las intemperies y por el pisoteo del ganado, el ganadero aumenta la cantidad de materia orgánica en el suelo y así obtiene un saldo positivo de carbono fijado en la forma de biomasa. Cálculos realizados a partir de datos considerados para un sistema agrosilvopastoril (Gráfico 1), con 250 árboles/ha, muestran que serían necesarios 13 árboles en el segundo año de crecimiento para aminorar el equivalente de carbono emitido por un buey. Si los árboles estuvieran en el tercer o cuarto año de crecimiento serían necesarios, respectivamente, 6 o 4 árboles para erradicar el impacto de la cría de un buey sobre el ambiente.


Fonte: Elaborado com base no trabalho de TSUKAMOTO FILHO (2006)

Gráfico 1 - Cantidad de árboles necesarios para ‘neutralizar’ la emisión de gases emitidos por el ganado en un sistema silvopastoril con 250 árboles por hectárea

Con 8 años de crecimiento, sólo 2 árboles serían suficientes para hacer el mismo papel. De esa forma, si un productor decidiera plantar 250 árboles por hectárea, estos podrían neutralizar la emisión del equivalente de carbono de lo mínimo 2 bueyes cuando estos árboles estuvieren con apenas 1 año de crecimiento, o hasta 153 bueyes cuando los árboles estuvieren con más de 10 años de edad. Otros datos sugieren que, cuando bien manejados, los pastizales pueden secuestrar y fijar un 66% del carbono producido por la ganadería, con menor emisión de N2O. La tendencia de mercados para productos ambientalmente adecuados abre una oportunidad para la producción intensiva de leche y carne a pasto con sistema de arborización, como estrategia capaz de contribuir para la reducción de los GEE, factor que puede componer elementos de marketing ambiental y atender el Protocolo de Kyoto en el concepto de mecanismo de desarrollo limpio en la búsqueda de alternativas para reducción de los problemas referentes a los cambios climáticos y desarrollo sustentable.


Sistemas de producción sustentables con animales mestizos o cebú, más simples y adecuados a la realidad vigente, tienen condiciones de producir resultados económicamente más competitivos. Iniciativas en gran escala, de esos sistemas de producción a pasto, ya mostraron que la intensificación de la producción puede ser alcanzada. Evidentemente que otras cuestiones, como, en particular, la alimentación de los animales - el mayor ítem del costo de producción de la leche - son relevantes en el proceso productivo y necesitan de atención y ajustes en el sentido de aumentar la producción por área. Sin embargo si realmente está ocurriendo aumento de la temperatura terrestre, nosotros tendremos la solución para atender a los países del Hemisferio Norte con animales adaptados. De esa forma pasaremos de importadores para exportadores de material genético y aprovisionar el mundo con vacas productivas y adecuadas a sistemas más rústicos y con temperaturas elevadas en los países del hemisferio norte. NOTA: Yo particularmente gustaría aquí de hacer algunas ponderaciones de cuño más filosófico o antropológico acerca del pensamiento de los ciudadanos de los países desarrollados. Esas personas, al largo de los años, adquirieron ideas en su cerne que denomino de sagradas o ideológicas, algo así. Lo que eso significa es: “Esa es una idea o una noción sobre la cual nadie puede hablar mal, simplemente no puede”. Y al ser cuestionado: -“¿Por qué no?” Viene la respuesta cínica inmediata: -“Porque no, y pronto”. Cómo se fuera una aplicación draconiana de reglas. Estamos acostumbrados a no cuestionar ideas doctrinarías porque todo el mundo se queda absolutamente loco - no se puede hablar de esas cosas – causa furor. Eso todo porque “la doctrina” que poseen remonta a los ideales capitalistas de dominio sobre las otras naciones. Todo eso es especialmente vulnerable a cualquier argumento que pueda desmitificarla y estos conceptos son protegidos por aquellos que lo poseen con todo radicalismo de la incoherencia, como una pared de respeto extremadamente espesa, un tipo de respeto diferente de aquellos que nosotros debemos tener uno por el otro. Pero cuando se analiza racionalmente, con serenidad y sobriedad, no hay razón ninguna para que esas ideas no estén tan sujetas a debate cuanto cualesquier otras, con fundamentalismo. La no resignación promueve cambios, por lo tanto debemos cuestionar ese dominio imputado a todos nosotros. Para cambiarnos es necesario desprendernos de ataduras, costumbres y otras tradiciones del pasado. Así hay renovación del pensamiento Es posible que algunos lectores continúen ‘ofendidos’ o me consideren insolente con lo que he dicho y consideren todo como un ‘respeto insuficiente’ por sus creencias específicas cuando cuestiono su forma de pensar. Debe tener algo de “maligno en mí” que quiera destruir o perturbar sus esperanzas de mantener la soberanía, la cual no tiene base en el conocimiento y son débiles e ingenuas en sus defensas y críticas. Es una pena que esa ‘ofensa’ los impida de evolucionar y de romper algunos paradigmas de la época medieval lejos del obvio y, así, permitir que todos participen de ese camino científico y tecnológico de un mundo sin fronteras geográficas y con menos avaricia.


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