La explotación de carbón que se inicia hace 40 años en la región norte de Colombia, con la promesa de generar desarrollo y bienestar, deja grandes huellas. La huella de ilegalidad en la tenencia de las tierras mineras, que se ha sustentado y se sustenta en la actualidad en el despojo violento o fraudulento de los pobladores naturales de la región. En una región de bosque seco, con zonas semidesérticas y desérticas, la minería dispone de las aguas para su industria, mientras los dueños ancestrales del territorio mueren de sed.
Los municipios donde se explota el carbón en el Cesar y La Guajira, presentan los índices de Necesidades Básicas Insatisfechas y Pobreza Multidimensional más altos del país, habiendo aumentado con el auge de la explotación. Los aportes económicos que genera esta industria al Estado están por debajo de los estímulos que éste prodiga a las empresas mineras. Así, mientras las empresas que explotan el carbón incrementan año tras año sus inmensas ganancias, los cambi