Los pueblos originarios del Chaco Central (Chaco Salteño y Formosa) fueron de los últimos del territorio argentino en tomar contacto con el mundo blanco. Las avanzadas del ejército, la llegada de ganaderos, las religiones, la guerra del Chaco y por último el fenómeno de los ingenios terminaron por forzar los límites de un mundo que permaneció casi impenetrable hasta principios del siglo pasado.