Aparición del Hombre
Introducción
Se calcula que hace 180 millones de años, cuando aún dominaban los reptiles el planeta, aparecieron los primeros mamíferos sobre la Tierra. La multitud de especies de mamíferos que comenzaron a desarrollarse a partir de entonces eran muy diferentes a las que actualmente conocemos y muchas de ellas han desaparecido por completo. Las especies que conocemos son; los primates, Homínidos, Australopithecus, Australopithecus, El género Hom, Homo habilis y Homo erectus, Homo sapiens neanderthalis y por último encontramos el Homo sapiens sapiens, que es la especie a la cual pertenecemos los seres humanos modernos. Se han encontrado restos de los primeros miembros de esta rama en el Cercano Oriente y los Balcanes, fechados entre el 50 mil y el 40 mil antes de Nuestra Era. Quizá avanzaron hacia el norte y occidente a medida que retrocedía el hielo. Estos seres humanos también cruzaron el estrecho de Bering, penetrando así en el continente americano y llegaron a Australia hace unos 25 mil años.
Aparición de los Hominidos
Los hielos del último avance glacial comenzaron a retroceder y los períodos de frío fueron reemplazados por intensas lluvias que hicieron subir el nivel del mar. Poco a poco, el paisaje y el clima del planeta comenzaron a tomar lentamente una nueva fisonomía. Todas estas transformaciones climáticas determinaron una gran variación en la flora y la fauna terrestres. Huesos humanos y objetos fabricados encontrados en capas profundas de terreno cubiertas por otras que jamás habían sido removidas desde su formación, han permitido a la geología ciencia que estudia la corteza terrestre establecer que el hombre existe, más concreta mente, sobre la Tierra, desde el principio de la época cuaternaria y tal vez desde fines o mediados de la época terciaria. Los restos que se han encontrado en las capas de terreno o en el suelo de antiguas cavernas son, en su mayor parte, armas sencillas de piedra o de metal, utensilios de alfarería; esto es, ollas y vasos de greda, y otros objetos semejantes. El estudio comparativo de ellos ha permitido establecer una gradación de los progresos alcanzados por el hombre en esas oscuras épocas de su desarrollo. La familia de los hombres comenzó a formarse cuando un grupo de primates superiores comenzó a bajar de los árboles al suelo. A partir de ahí resulta bastante fácil, con un ligero esfuerzo de imaginación, llegar a concebir lo que sería la vida de los primeros seres humanos sobre la Tierra. La selva había comenzado a reducirse y debían buscar alimento en el suelo, a campo abierto, para sobrevivir. Esos primeros alimentos para cumplir el más elemental instinto de conservación fueron hierbas, frutos silvestres y raíces. Al comienzo, tal vez, caminaron apoyándose sobre los nudillos de sus manos, pero poco a poco se irguieron y así sus manos empezaron a quedar libres, pudiendo empuñar piedras y palos para matar pequeños animales o para defenderse de los grandes, para despedazar la carroña, para partir los huesos o comer la médula, para sacar a los animales de sus escondrijos, para abrir los frutos de cáscara dura.
EL hombre y la naturaleza Durante su primera época en la Tierra, el hombre, al igual que los demás animales, debió enfrentarse a los caprichos de la naturaleza, pero, al dominar las fuerzas de ella, se fue
convirtiendo en soberano indiscutible de su ambiente. El hombre se propagó por toda la superficie del planeta, conquistando las sierras y las llanuras, los desiertos y las selvas. La primera vivienda, mejor se diría el primer refugio, debió ser un árbol bajo el cual se cobijara el hombre, o bien entre sus ramas, ante el temor de que su sueño fuera turbado por alguna fiera. Más tarde, pernoctó al abrigo de las peñas o en cuevas más o menos profundas. La primera arma fue acaso una rama desgajada de un árbol. Luego, al necesitar el hombre de su prójimo, de su semejante, de quien, quiérase o no, era su "otro yo”, trató de comunicarse, de hablar, más que por signos, por onomatopeyas. Por último, tal vez al ver flotar sobre las aguas o rodar los troncos de los árboles por los declives montañosos, surgieron en la mente virgen de los primeros seres humanos las primitivas y rudimentarias nociones del transporte y de la locomoción, que culminaron muchísimos siglos más tarde en la invención de la rueda, uno de los descubrimientos más sensacionales de todos los tiempos. El uso de herramientas estimuló el desarrollo del cerebro, y el desarrollo de éste reforzó a su vez todo lo demás; le permitió al hombre una mayor coordinación de sus movimientos al caminar erguido; también le hizo darse cuenta del valor de las armas y herramientas, comenzando a guardarlas una vez usadas, por si le servían para futuras ocasiones; luego comenzó incluso a fabricarlas e inició a sus hijos en la fabricación y su uso. Así empezó la cultura ya que a pesar de que los creadores fueron muy primitivos, eran ya hombres. Comienza por tallar la piedra y hacer fuego.
. Conquista del fuego La conquista del fuego es una de las más notables victorias humanas sobre la Naturaleza circundante. Fue adorado como un dios y forma parte integrante de todas las mitologías. En la época de las tribus nómadas, cuando la humanidad se hallaba en estado de perpetua inestabilidad familiar y social, el fuego era un centro de reunión y concentración humana: un verdadero tesoro conservado con el mayor de los cuidados.
Cada familia se reunía en tomo a una hoguera durante las largas noches invernales. Como los medios para proporcionarse fuego eran limitadísimos, se hacía necesario e imprescindible mantener siempre encendidas, tanto de día como de noche, algunas brasas de leña y renovarlas constantemente. El fuego se comunicaba así con cierta solemnidad de unos a otros hogares. Cuando la familia, la horda, se ponían en marcha, cada uno de los clanes llevaba "SU fuego”, aquellas brasas preciosas, a menudo rodeadas y protegidas por centinelas, ya que podían ser robadas o apagarse de un momento a otro. Y cuando a una tribu se le apagaba la lumbre, la miseria, las enfermedades acababan con ella muy en breve. El bello mito griego de Prometeo hubo de tener un precedente no menos heroico en aquellos pobres y tenaces seres primitivos que pasaban largas horas frotando pedazos de madera seca y, ciertamente, el nombre de premaetha significa frotación de leños, uno contra otro. Resulta curiosa esta semejanza del vocablo con el nombre del héroe heleno que sustrajo el fuego de las divinidades para entregarlo a los hombres y que, como todos los bienhechores del género humano, padeció terribles sufrimientos.El hombre se había percatado del temor instintivo de las fieras a las hogueras; observó también que el fuego contribuía a la mejora de su alimentación y al perfeccionamiento de su industria; no tardó en darse cuenta de su inmenso poder destructivo. Su primera obtención debió ser laboriosa, muy fatigosa y erizada de dificultades. Las pruebas más antiguas de estas primeras manifestaciones de la especie humana datan de comienzos del período pleistoceno, hace aproximadamente unos setecientos mil años. En su lucha por la vida, el hombre había ya logrado ventajas sobre los otros animales, ya que había aprendido a usar el fuego, a utilizar los diferentes utensilios y a abrigarse con piedras que le procuraban calor, sin embargo, gracias a su inteligencia cada vez más desarrollada, el hombre aprendió, poco a poco, a aprovechar de modo más racional la naturaleza. Empezó a cultivar plantas y a criar ganado, con lo que le cambió totalmente la vida. Se hizo sedentario, construyendo albergues para él y para sus animales. Las nuevas construcciones se reunieron formando aldeas. El hombre empezaba una nueva época, la agraria. De esta forma, surgieron las ciudades, que eran centro de comercio, artesanía y administración. La flexibilidad de la inteligencia humana obliga a reaccionar ante cada presión exterior, obedeciéndola u oponiéndose a ella. Así, en las culturas primitivas, la fuerza de la Naturaleza ejerce una influencia poco menos que decisiva. Y gracias a esa adaptación a las fuerzas naturales, el hombre llega a un mayor y mejor conocimiento de las mismas y a la adopción, lenta pero constante, de formas de vida más progresivas. Este hombre, que pensaba y podía mejorar su entorno, fue el llamado "homo sapiens” (hombre pensante o que sabe), y que ha continuado su desarrollo hasta nuestros días, cuando nosotros, tú y yo, somos representantes de este Homo Sapiens.
Tres grandes etapas En la historia del hombre, desde su aparición al final de la última glaciación, se pueden distinguir tres grandes etapas según la actividad que desarrolla. Durante la primera, desde la aparición del hombre hasta hace unos 10.000 años atrás, éste vivía como recolector y cazador. Durante la segunda, dominó la cultura agraria (la tercera, correspondiente a estos dos últimos siglos, se ha caracterizado por el industrialismo y desarrollo técnico). Si por un procedimiento análogo al que en ocasiones utiliza el cine científico, se redujeran a uno los millares de años transcurridos desde la aparición del hombre sobre la Tierra, el hombre prehistórico sólo ocuparía las ocho últimas horas del último día y el hombre histórico --desde el antiguo Egipto a nuestros contemporáneos no representaría más que dos o tres minutos.
Aparición del arte
Las primeras representaciones artísticas se ubican en el período de la Prehistoria denominado Paleolítico Superior, caracterizado por los cambios tecnológicos introducidos hace unos 40.000 años en extensas regiones de Europa y Asia, en relación con las herramientas de hueso y pedernal. Respecto a la distribución geográfica del arte prehistórico, es cierto que la mayoría de los yacimientos se encuentran en el continente europeo. Por este motivo, tradicionalmente se consideraba que era Europa el lugar de origen de la actividad artística humana; hoy en día la cuestión parece menos clara, puesto que se han localizado restos muy antiguos en un área geográfica bastante más amplia, que incluye los continentes africano, asiático y americano. Continúa siendo evidente, sin embargo, que numéricamente los restos europeos son predominantes. Una franja que discurre entre el sur de Francia y el norte de España (la cornisa cantábrica) acoge a una gran mayoría de hallazgos, y sin duda a los más espectaculares.La subsistencia del hombre de este tiempo dependía de la caza y la recolección, lo que le significaba una vida nómada y en grupos que se calcula no sobrepasaban los 30 integrantes. El principal soporte del arte paleolítico es la piedra, sobre la que se realizaban las pinturas murales
y la mayoría de grabados y esculturas. Además de la piedra, también se utilizaban en ocasiones los huesos o los cuernos de los animales, y si existió, como no parece improbable, un arte realizado en otros materiales, éste no ha llegado hasta nosotros. Podemos clasificar las obras de arte según estén realizadas directamente sobre las paredes de las cuevas, o bien formen parte del denominado arte mueble o mobiliar, es decir que puede ser transportado. Pinturas y grabados rupestres, que a menudo aparecen combinados, pertenecen a la primera categoría. Dentro de la segunda destacan las pequeñas esculturas conocidas como venus, aunque también los motivos grabados sobre pequeñas placas de piedra o de algún otro material. Al arte paleolítico le corresponde una duración superior a los 20.000 años, aproximadamente en el período entre hace 30.000 y 9.500 años. Los primeros objetos de arte datables de que disponemos se atribuyen a la cultura Auriñaciense (variante geográfica inicial dentro del Paleolítico Superior) y se encontraron en Vogelgerd, Alemania, en un nivel fecha a más de 30.000 años A.C. Una de las características del arte paleolítico es su homogeneidad, así como su fidelidad a fórmulas. Los dibujos rupestres, por ejemplo, se adscriben a un inventario concreto y éste persistió con muy pocos cambios a lo largo de todo el período en el que se decoraron cuevas. Tal continuidad durante un período tan largo resulta única en la historia del arte, y la única explicación que hay para ellas es que refleja la estabilidad social que suponemos en sus creadores. El arte paleolítico en sí constituye el comienzo del arte, pero las piezas más antiguas que conocemos no son necesariamente los primeros esfuerzos artísticos del hombre. Las figuras de Volgerged, por ejemplo, aparecen ya tan terminadas que quizá deberíamos considerarlas como los primeros objetos subsistentes hechos de material durable (en este caso de marfil de mamut), que estuvieron precedidos por una serie experimental en madera. En un lapso de 20.000 años todas las obras se encuentran en todos los períodos; es decir que la escultura no precedió a la obra bidimensional, ni el grabado a la pintura.De igual modo que no tuvo precursores, el arte paleolítico tampoco poseyó descendientes directos: las culturas del Mesolítico, que siguió al Paleolítico en Europa, produjeron poco arte y de tipo simple y rudimentario.
Pinturas y grabados rupestres La pintura rupestre aparece sobre todo en el interior de las cuevas, que eran el hábitat predilecto de los hombres del paleolítico. Su distribución en ellas es un aspecto interesante, ya que parece que en determinadas épocas se prefirió decorar sus partes más externas, y en otras los lugares más profundos. En todo caso, los grabados sí parecen situarse siempre en las entradas, o bien en rocas situadas al aire libre. En estos abrigos abiertos también podemos encontrar pinturas, aunque su conservación es mucho más complicada debido a las inclemencias del tiempo.
Un aspecto técnico muy característico es el aprovechamiento de la superficie de la pared para
definir o dar más fuerza al motivo representado. Es como si la forma accidentada de la roca hubiera indicado al artista el camino a seguir: una ondulación puede servir para representar el vientre de un animal, un pequeño agujero natural, ser utilizado como un ojo. La técnica del silueteado parece ser habitual: se dibujaban los contornos de las figuras en un tono generalmente oscuro, y luego se llenaban con color las áreas que quedaban dentro. Las pinturas pueden ser monocromas o combinar los colores básicos utilizados, el negro y el rojizo. Aunque fueran sólo dos, la gama de tonalidades conseguidas con ellas puede llegar a ser muy alta, incluso llegando al amarillo. La pintura se obtenía de mezclar alguna materia grasa con minerales que proporcionaran el color deseado (carbón, manganeso, yeso), y se aplicaba a las paredes de distintos modos: con las manos; con plumas o cañas; con mechones de plantas o de pelos de animal, a modo de pincel; o bien con una especie de "lapices” o amasamientos de color (algo así como la moderna técnica del pastel). Tanto en la pintura como en el arte mobiliar los temas representados son fundamentalmente tres: los animales, la figura humana y los signos. De los tres, sin duda el tema de los animales es predominante.
Los animales que se representan corresponden a los que vivían en Europa en el paleolítico superior, algunos hoy extinguidos, como el mamut por ejemplo. Aparecen más reiterados los animales herbívoros: caballos, bisontes, ciervos. Menos aparecen los carnívoros, como el oso o algún tipo de felino. Bastante menos abundantes son las pinturas antropomorfas. Se agrega además que mientras en los animales la representación realista se da con mucha frecuencia, los seres humanos suelen representarse de forma más estilizada.Entre las representaciones humanas cabe incluir también unas características manos "impresas” en las rocas. Pueden ser representadas en positivo o en negativo.
Las primeras se realizan presionando sobre la piedra la mano mojada en pintura, las segundas delimitando su contorno con una gran mancha de color. El significado de las manos es equívoco. Quizás en algunos casos sean la representación de algún lenguaje de signos. Otras veces parecen tener cierto sentido de posesión, por ejemplo cuando aparecen sobre figuras de animales.El tercer tipo de tema representado es el de los signos, también de muy difícil interpretación debido a su enorme variedad; están presentes en todas las cuevas acompañando (quizás complementando) la pintura figurativa o bien en solitario. Algunos parecen ser abstracciones de cosas reales, como los que pueden parecer cabañas (llamados tectiformes) o los identificados como trampas para animales. Otros, quizás los más comunes, tienen un evidente contenido sexual.
Posibles interpretaciones de las representaciones rupestres Tradicionalmente se pensaba que debían relacionarse con el mundo mágico-religioso, es decir que simbolizaban o formaban ellas mismas partes de rituales mágicos propiciatorios. Las tan habituales representaciones de animales podrían ser entonces prefiguraciones de las cacerías reales, en las que el artista pretendía tomar metafóricamente posesión de la presa antes de iniciar la caza. Sin embargo, la no correspondencia entre los animales pintados y los que realmente eran consumidos en las cuevas desvirtúa bastante esta hipótesis (a partir de los análisis de los restos de comida prehistórica encontrados en las cuevas).La misma idea se puede aplicar a cierto tipo de figuras que serían alusiones a la fecundidad, como la representación de animales preñados o las composiciones de distintos signos de carácter explícitamente sexual.Una teoría más moderna, desarrollada por A. Leroi-Gourham, interpreta los conjuntos pictóricos en un sentido único, es decir considerando que todos los motivos pintados o grabados de una cueva están relacionados entre sí. La decoración puede interpretarse entonces como una viva representación del entorno real del hombre del paleolítico, casi como un moderno paisaje, aunque un paisaje simbólico que incluye tanto escenas narrativas como motivos que aluden a conceptos más o menos abstractos, especialmente a la dualidad femenino-masculino.En su día, esta teoría revolucionó el modo de estudiar el arte prehistórico, aunque también es verdad que ha recibido algunas críticas, sobre
todo porque existen muchas cuevas en donde no es posible aplicarla (por ejemplo en las cuevas donde hay solamente signos).