Burk1

REVISTA DIGITAL

El

Eco del cole

Tercer trimestre 2015

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LOS NIÑOS DE BUKINA FASO Y LOS NIÑOS DE LA RIOJA

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ace unos días corrimos la Carrera contra el hambre en el colegio.

Participaron todos los niños de E.Infantil y E.Primaria, resultó un éxito de organización y participación. Más de 400 chicos y chicas dando vueltas al campo de deporte es una visión muy gratificante, pues cada paso por meta suponía unos cuantos euros para poder solucionar el grave problema del hambre el aquel país lejano y con un nombre tan extraño.

Efectivamente la carrera consiguió recaudar algo más de 1.800 € una cantidad muy próxima a la que se consiguió el año pasado, por lo que la solidaridad parece que no ha tenido recortes.

Con los alumnos tuvimos una jornada de sensibilización a cargo de unos voluntarios que llegaron al centro para comentar las dificultades que tenían los niños de aquel país africano.

Nos enseñaron fotografías de una familia que vivía en un poblado en medio de la árida sabana. El padre había muerto hacía unos meses, la madre y los hijos tenían que trabajar el campo de sol a sol para poder tener algo de comida que llevarse a

la boca, que no era más que un poco de harina con agua que cocían al fuego, esto lo enriquecían con hierbas que cogían en los alrededores del poblado. Una dieta bastante ligera.

Pero los problemas no terminaban aquí, el agua que consumían procedía de unos pozos contaminados, que transmitían enfermedades a los que bebían el agua directamente sin hervir.

Además para llevar el agua al poblado, debían hacer varios viajes que ocupaban a algún miembro de la familia todo el día. No podía ni ir a la escuela porque era el que traía el agua.

Solo un niño de esta familia de 5 hermanos iba a colegio, que estaba a varios km de su casa.

Allí, afortunadamente, recibía educación, también comida y agua fresca gracias a la colaboración de distintas ONG, que se habían preocupado de pinchar en la tierra para obtener agua transparente y potable.

En un pequeño hospital se trataba a los niños que sufría desnutrición, una enfermedad mortal si no se trata con

medicinas y alimentos. Nuestra carrera iba dirigida a solucionar los problemas de estos niños. Con 1 € diario se puede, en muy pocos días, solucionar el grave problema de muchos de aquellos niños, la desnutrición.

Al hacer una reflexión de cómo viven los chicos de aquella aldea y la vida de los chicos en los países desarrollados se ve que tienen poco o nada en común.

Mientras unos carecen de lo más elemental y lo único importante es sobrevivir cada día. En nuestro país se tiran alimentos, ropas, vehículos, gafas, utensilios de casa o cocina, sin pensar que podrían ayudar a mejorar la vida de aquellas personas.

Parece que la vida es tan diferente entre unos y otros… Pero hay cosas que no cambian en la infancia por muy distante que se encuentren los pueblos. Los niños siempre quieren jugar, reír, perseguirse, curiosear, coger animales, en definitiva, olvidarse de los problemas.

Hay algo que se repite en los cielos de Bukina Faso y de España. Cuando un niño africano mira al cielo en invierno ve unas pequeñas aves de color negro brillante, vientre blanco y garganta roja.

Son las golondrinas que van a invernar a este pequeño país. Recorren más de 3.000 km huyendo del frío de La Rioja y poder

alimentarse de los insectos que allí cazan al vuelo. Seguro que los niños de la familia, que vamos a ayudar, ven con ilusión estos bonitos pájaros que cantan en lo alto de una rama, cerca de una charca. Su presencia anuncia que llegan cambios en el tiempo y seguramente vendrán las esperadas lluvias que mejorarán los campos resecos.

Cuando llega el mes de marzo todas las golondrinas se reúnen y emprenden el viaje de vuelta a Europa. Aquí buscarán sus parejas, construirán un nuevo nido y tendrán descendencia, que a las semanas volará por los pueblos españoles. Los niños las miran con la esperanza de tenerlas en las manos, pero ellas vuelan y vuelan sin descanso, persiguiendo mosquitos, y tal vez, jugando con el aire, como hacen todos los niños del mundo.

Llega el otoño, nuestros campos enmudecen, pero para suerte de los niños de Burkina nuestras golondrinas, que son también suyas, volverán para alegrarles los atardeceres, con sus pasadas rasantes y sus gorgeos al alba..

Algo asemeja a aquellos niños y los nuestros, disfrutan de las mismas sensaciones cuando miran serenamente el cielo y piden que su vida sea un poco mejor que la del año pasado.

Jacinto