Sinfonía de vida una historia de un área turistica protegída
Es increíble saber que incluso con las olas rompiendo sobre las orillas de Puerto López puedes escuchar el sonido de una trompeta que anuncia el frio en el Polo Sur. Sin embargo, acá era julio y el mar estaba más caliente que nunca. Allí un innumerable número de aves aprovechaba las mañanas para organizar verdaderos festines y largas pláticas sobre los viajes emprendidos cada año. Los mejores lugares para comer, los sitios más peligros, las experiencias cercanas a la muerte, el amor y los principales destinos para vivir eran algunos de los temas que más llamaban la atención. Las historias populares nos han enseñado que las aves tienen muchos rituales para encontrar pareja, pero lo que no nos han dicho es que el contar historias es su principal camino hacia esas emplumadas tentaciones que tan atentas escuchan los relatos.
P R OY E C TO L I T E R A R I O D E T U R I S M O “C U E N TO S D I G I TA L E S ”
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Rápidamente la conglomeración de las más bellas aves alrededor de una fragata con su pecho rojo inflado era la señal de la historia perfecta. Sin titubear anunciaba haber presenciado el momento mismo que una trompetista se acercaba a una de las orillas escondidas y luego de tomar tanto aire como pudo había soplado y resoplado aquel brillante instrumento. Con cada nota, el aire alrededor se calentaba un poco más y… ¡seguramente estará practicando para hacer el llamado a las ballenas!, interrumpió un pequeño piquero. ¡Shhhhhhh! fue la respuesta general. La fragata con una sonrisa de victoria miró al pequeño, se acercó a él y continuó su relato.
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Cada año -por el mes de junio- todo el lugar guarda silencio, agudizan sus oídos, cierran los ojos y se acercan al mar para escuchar la canción más cálida que se ha escuchado. Una trompeta dibuja una nostalgia alegre que invoca a diferentes animales del mar de todo el mundo hasta esta playa en Puerto López. Entonces, cuando ya nos hemos reunido todos acompañamos esa canción. Créeme las aves si que destacamos con nuestros cantos, afirmó la fragata mientras observaba a las cada vez más enamoradas aves que lo escuchaban.
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Pero sin duda, son las ballenas las que con más sentimiento cantan. Ellas dejan el frio del Polo Sur y llegan a estas aguas cálidas. Son 8500 kilómetros llenos de aventuras, juegos, miedos y emoción, los que recorren hasta aquí. Fueron ellas, además, las que trajeron a la trompetista que las recibe con esa enorme canción de amor cada año. Ella fue tripulante de una embarcación hundida a la que las ballenas en su viaje habían rescatado de las profundidades del mar. Lo único que rescató de ese hundimiento fue su trompeta, con ella sobre el lomo de sus salvadoras cada noche practicaba esta canción que ahora la escuchamos en esta playa.
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No había terminado de contar la historia cuando la trompeta comenzó a resonar en toda la playa. Un gran alboroto se apoderó de las aves que rápidamente se acercaron a la orilla. Allí todos los animales de la isla se juntaron sin temor. No habían pasado 30 minutos y la primera ballena se hacía presente con su canto. Entonces, todos se quedaron en silencio y simplemente escucharon. Una tras otra saltaban majestuosas y gigantes fuera del agua, el amor se hacía más fuerte en la playa. Para este momento, incluso la Fragata, sin notarlo, ya sujetaba a una linda ave por su cintura.
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Todos saben que las ballenas siguen llegando a estos lugares mágicos en la costa ecuatoriana porque la mano del hombre no ha podido dañar estos sitios de encuentro y porque el amor de la naturaleza desborda cualquier límite. Esa canción de la trompetista son las acciones de muchos para proteger estos destinos.
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