Libro Sanación y Autoperdon

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Sanación de la memoria, de la palabra y del corazón: un ejercicio de autoperdón

P. Carlos Arturo Quintero Gómez

Católica del Norte Fundación Universitaria Programa de Psicología


P. Carlos Arturo Quintero Gómez

Quintero Gómez, Carlos Arturo Sanación de la memoria, de la palabra y del corazón: un ejercicio de autoperdón. Carlos Arturo Quintero Gómez. Medellín: Católica del Norte Fundación Universitaria, 2011. 144 p. ; 17 x 24 cm. ISBN: 978-958-99059-2-0 Incluye lista de referencias. 1. Autoperdón. 2. Reconciliación. 3. Sanación. 4. Comunicación. 5. Reflexión. 6. Valores (filosofía). 7. Perdón. 8. Autoayuda. CDD 234.5

© Católica del Norte Fundación Universitaria Coordinación de Investigaciones – Formación investigativa © P. Carlos Arturo Quintero Gómez. Comunicador Social Periodista y Psicólogo cartuquing@gmail.com ISBN: 978-958-99059-2-0 Primera edición: septiembre de 2011 Editor: Alexánder Arbey Sánchez Upegui Comunicador Social-Periodista, Magíster en Lingüística Doctorando en Lingüística asanchezu@ucn.edu.co Corrección y elaboración ficha bibliográfica: Diana Janette Mesa Román Bibliotecóloga y Especialista en Gerencia de Servicios de Información dianamesa@une.net.co Diseño de portada: Paula Andrea Serna Loaiza, Publicista paula.serna@gmail.com Ilustraciones: fotografías del autor, diseños gráficos de la Institución e imágenes licenciadas de iStockphoto (2011). Diagramación, impresión y encuadernación: Cooimpresos Impreso en Colombia – Printed in Colombia Prohibida la reproducción total o parcial del libro, por cualquier medio, sin permiso escrito de la Católica del Norte Fundación Universitaria Direcciones y teléfonos institucionales: Cra. 21 No. 34B-07, Santa Rosa de Osos (Antioquia-Colombia) PBX: (57-4) 860 98 22 Calle 52 No. 47-42, Medellín, Ed. Coltejer, Of. 702 (Antioquia-Colombia) PBX: (57-4) 514 31 44 Correo: info@ucn.edu.co Portal: http://www.ucn.edu.co/

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Agradecimientos Agradecimiento especial a Dios que me ha inspirado este camino de reflexión, estudio y profundización para ayudar a muchas personas que lo necesitan. A mi padre q.e.p.d., a mi madrecita linda, y a toda mi familia por su apoyo incondicional y su confianza. Al Consejo Episcopal Latinoamericano −CELAM−, especialmente al P. Sidney Fones y al P. Leonel Narváez Gómez creador de la Fundación para la Reconciliación, por su valioso apoyo en este proceso de formación. A la Católica del Norte Fundación Universitaria, al P. Orlando Gómez Jaramillo y al P. Francisco Ángel Franco por su cercanía y orientación profesional. Al P. Alexis Rodríguez Vargas y al profesor Juan José García Posada quienes revisaron atentamente el texto e hicieron valiosos aportes. Al profesor Alexánder Arbey Sánchez Upegui, por sus orientaciones sabias y oportunas para la conclusión de esta obra. A las Hermanas Siervas de Cristo Sacerdote donde se cristalizó esta experiencia de vida que comenzó como un proyecto en el año 2006 en la Diócesis de Armenia, Quindío.

A todos mis amigos y amigas que con su palabra y con su testimonio me estimularon a escribir esta obra para beneficio de muchos.

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“Hay un momento para todo y un tiempo para cada cosa bajo el sol: un tiempo para nacer y un tiempo para morir; un tiempo para plantar y un tiempo para arrancar lo plantado;

un tiempo para matar y un tiempo para curar; un tiempo para demoler y un tiempo para edificar; un tiempo para llorar y un tiempo para reír; un tiempo para lamentarse y un tiempo para bailar; un tiempo para arrojar piedras y un tiempo para recogerlas; un tiempo para abrazarse y un tiempo para separarse; un tiempo para buscar y un tiempo para perder; un tiempo para guardar y un tiempo para tirar; un tiempo para rasgar y un tiempo para coser; un tiempo para callar y un tiempo para hablar; un tiempo para amar y un tiempo para odiar; un tiempo de guerra y un tiempo de paz”. (Eclesiastés 3, 1-8) 7


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Contenido Pág.

Prólogo.................................................................................................. Introducción........................................................................................... Una mirada al pasado, al presente y al futuro....................................... La comunicación como pedagogía de la reconciliación........................ Preguntas existenciales........................................................................ Visión desde la psicología espiritual y humanista................................. Impedimentos para vivir un proceso de sanación interior..................... Itinerario para vivir la sanación de la memoria, la palabra y el corazón Sanación de la memoria, de la palabra y del corazón.......................... Un ejercicio de autoperdón y de reconciliación..................................... Una mirada desde la fe......................................................................... Metodología: itinerario pedagógico.......................................................

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1. Sanación de la memoria.................................................................

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Módulo uno: “Reconociendo mi realidad”.............................................. A. Aprender haciendo. Actividad de relajación: “La playa”................. B. Motivación....................................................................................... C. Autoevaluación: “Mi autobiografía”.................................................. D. Historia: “El tren de la vida”............................................................. E. Profundización................................................................................. F. Reflexión personal y reflexión compartida: “Sanar la memoria”...... G. Mi aprendizaje................................................................................. H. Mi celebración: “Quiero ser luz”......................................................

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Módulo dos: “Sano mi memoria: quiero perdonarme”........................... A. Aprender haciendo. Construcción de saberes: “Claro que se puede, pero entre todos”............................................................ B. Motivación....................................................................................... C. Historia: “El inventario de las cosas perdidas”................................ D. Reflexión personal y reflexión compartida...................................... E. Profundización: “Una historia de vida para escribir”........................ F. Orientación: “Memoria y aprendizaje”............................................. G. Mi aprendizaje................................................................................. H. Trabajo de campo............................................................................ I. Celebración: “Cadena de sentimientos”..........................................

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2. Sanación de la palabra...................................................................

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Módulo tres: “Escucho, hago silencio, me comunico”........................... A. Aprender haciendo. Actividad de relajación: “Relajo mi cuerpo”..... B. Motivación....................................................................................... C. Historia: “El mago de las palabras”.................................................

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D. Reflexión personal y reflexión compartida...................................... E. Profundización: “Silencio, escucha y palabra”................................ F. Aprender haciendo. Construcción de saberes: “Psicodrama”......... G. Mi aprendizaje................................................................................. H. Celebración: “Sano mi palabra”.......................................................

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Módulo cuatro: “Sano mis palabras: quiero perdonarme”..................... A. Aprender haciendo. Construcción de saberes: “Comunicándonos” B. Motivación....................................................................................... C. Orientación...................................................................................... D. Aprender haciendo. Construcción de saberes: “Actitudes, expresiones y gestos que abren o cierran la posibilidad de comunicarnos”................................................................................. E. Profundización: “La fuerza de la palabra”....................................... F. Reflexión personal y reflexión compartida...................................... G. Mi aprendizaje................................................................................. H. Trabajo de campo............................................................................ I. Celebración: “Parábola de los talentos”..........................................

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3. Sanación del corazón..................................................................... Módulo cinco: “Volviendo a vivir”........................................................... A. Aprender haciendo. Actividad de relajación: “El jardín”.................. B. Motivación....................................................................................... C. Historia: El verdadero amor............................................................. D. Reflexión personal y reflexión compartida...................................... E. Profundización: “Sanar un corazón roto. ¿Hay esperanza?”.......... F. Mi aprendizaje................................................................................. G. Celebración: “Volviendo a vivir”.......................................................

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Módulo seis: “Sanar el corazón: quiero perdonarme”........................... A. Aprender haciendo. Construcción de saberes: “Mi equipaje”......... B. Motivación....................................................................................... C. Orientación...................................................................................... D. Reflexión personal y reflexión compartida...................................... E. Aprender haciendo. Construcción de saberes: “Quítate las máscaras”.................................................................... F. Mi aprendizaje................................................................................. G. Celebración: “Quítate las máscaras”............................................... H. Trabajo de campo............................................................................

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Anexo A. Testimonios............................................................................

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Anexo B. Oración para sanar los recuerdos.........................................

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Bibliografía............................................................................................

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Prólogo Sanación de la memoria, de la palabra y del corazón, estupendo libro escrito por el Padre Carlos Arturo Quintero Gómez, es la vivencia profunda de lo que él ha buscado en su itinerario personal y académico, puesto que la obra es también resultado de su trabajo de grado en el Programa de Psicología de la Católica del Norte Fundación Universitaria. En sus intensas reflexiones ha encontrado elementos profundos y vivenciales para orientar a un sinnúmero de personas, religiosos y laicos que quieren primero encontrar y, luego, seguir el camino de la sanación auténtica, de la verdad de aquello que enraizado en la naturaleza humana nos hace creer que es imposible: el perdón. He tenido el privilegio de participar en los talleres que el Padre realiza y que tan explícitamente están expuestos en el libro. En ellos poco a poco cada participante va haciendo suya la urgencia de purificar aquello que le impide vivir en paz, ser transparente, todo tan suavemente como llevado por una ola, por un soplo de viento, casi sin darse cuenta, para aterrizar en el valor de una palabra, de un hecho: perdonarse y perdonar. La decisión de perdonarse y perdonar al otro es indudablemente una decisión libre y personal, mirándose a sí mismo, siendo consciente de lo que se ha vivido, cómo se ha vivido, de lo que se quiere transformar, para llegar a tener de los demás una percepción diferente, con la seguridad de que si algo positivo ocurre no es tanto porque el otro haya cambiado, lo cual puede suceder, sino que lo que se modifica es la manera de apreciarlo, de interpretar sus actuaciones, su ser y su manera de pensar, en una palabra, llegar a amarlo. Las dinámicas propuestas a lo largo de los talleres van logrando poco a poco personalizar lo recóndito de cada participante, aquí el resultado es que quien actúa se va sintiendo otro. Puede comunicarse con más facilidad, si ha sido remiso al diálogo va liberando el miedo, va soltando la timidez o la demasiada introspección. Ejercicios que no asustan, no intimidan, que generan el deseo de tener otros y otros. Tres días deliciosos, es la parte pedagógica que lleva con naturalidad a la sección doctrinal que instruye y sienta las bases del taller en el que se busca la sanación de la memoria, de la palabra y del corazón. Tres hermosas frases: sanar la memoria para que ella delibere sobre el pasado con una esperanza que abra horizontes para agradecer, no para 11


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lastimar; para aceptar, no para rechazar; es necesario sanarla para que no queden resquicios que impidan la consolidación del camino que se emprende. Y poco a poco se va logrando. Al inicio puede haber rechazo, incredulidad de poder hacerlo: “eso no es para mí”, “he hecho otros talleres y sigo igual”, “sin embargo, lo quiero”. Y la gracia obra, el ambiente ayuda, brilla la luz, se va sintiendo la capacidad para seguir adelante. En esta sanación de la memoria cada uno responde, es la intimidad, es el silencio del ser. Sanar la palabra. Es necesario hacerlo; ella va a expresar, a comprometer, a testimoniar lo que se va trabajando al interior de la conciencia. La palabra es libertad: hablan los padres, los hijos, los hermanos, los amigos, los compañeros de camino. Resultado del taller: se inunda la mente de planes, hay que comunicar lo que el alma siente, lo que desborda el ser; lejos el lenguaje que hasta ahora ha ofendido, que ha alejado y dividido. En adelante las palabras deben ser constructivas, respetuosas, cercanas, bondadosas; aquí ya no se está solo, muchos nos oyen, nos califican, nos agradecen. La palabra sanada revela el cambio, el compromiso, la limpieza de la memoria. Sanar el corazón. Aquí aflora la purificación, se experimenta la integridad de lo vivido en el encuentro. Se ve todo con otros ojos, hay nuevos sentimientos; la necesidad de ser coherentes es primordial, no más disculpas de ciertas actitudes, no obstinarse en defender ideas propias si hay otras mejores, no más alimentar el yo egoísta. Y entonces ¿qué pasa?, ¿qué horizonte se presenta? Estoy amándome porque he sido capaz de perdonarme, estoy amando a los demás porque he decidido perdonarlos, estoy recordando pero desde la órbita del amor, de la bondad. La memoria no se ha dormido, pero ha cambiado su posición; la palabra no se ha callado pero emite sonidos nuevos, por lo tanto el corazón ya no es roca, es corazón de carne, sanado y bendecido. Con la lucidez que da el Espíritu se construye la comunión con lazos tan fuertes que nada podrá romperlos. Gracias Padre Carlos Arturo por concebir este proceso, somos afortunados quienes hemos participado en este aprender haciendo. Quienes lean el libro siéntanse animados a participar en los talleres, pues esta experiencia es inolvidable y definitiva. Sor Elisa Uribe Uribe Sierva de Cristo Sacerdote

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Introducción Una mirada al pasado, al presente y al futuro Cuando un autor escribe sobre su vida y su experiencia, y comparte el conocimiento desde una filosofía práctica, puede entrar en la dimensión humana y profunda de las personas. Es decir, su experiencia lo convierte en un ser sensible frente a las potencialidades y causalidades de la vida, por lo que no le es ajeno el drama humano, las emociones, los sentimientos y las vivencias; conjuga en su saber la teoría y la práctica. Precisamente esta obra ha sido escrita como fruto de los diversos trabajos realizados en distintos ambientes, con religiosas y laicos sobre la sanación interior que comporta una triple dimensión: la memoria, la palabra y el corazón. Esta obra es el resultado de mi trabajo de grado en el Programa de Psicología de la Católica del Norte Fundación Universitaria, que refleja la experiencia vívida de seres humanos que se han enfrentado a la tarea de escudriñar su pasado para renovar su vida y emprender un nuevo camino lleno de ilusiones y de sueños realizables; un trashumar por la dimensión de la existencia, de la trascendencia y de la espiritualidad. En esta obra los lectores no encontrarán fórmulas mágicas, porque no es la pretensión solucionar los problemas existenciales de la humanidad, sino servir de apoyo y de faro para una revisión de vida que conduzca al hombre y a la mujer de hoy a un conocimiento profundo de su personalidad, a la asimilación de sus talentos y cualidades y a la modificación de conductas agresivas, impulsivas y violentas, mediante un ejercicio pedagógico de autoperdón.

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Este desafío constituye una mirada al pasado, al presente y al futuro. En primer lugar, una mirada al pasado para recordar los acontecimientos y hechos dolorosos, aquellos que han producido alegría y las grandes encrucijadas de la vida. El lector podrá sumergirse en el sendero de la sabiduría a través de los relatos populares. Podrá comprender la necesidad de vivir con prudencia y sencillez, trabajando sin descanso por su felicidad, tomando la decisión de desaferrarse del pasado y reconociendo que la felicidad no se halla en un lugar, sino que es un estado del alma. Desafortunadamente muchas veces llevamos grabada en la mente y en el corazón los recuerdos de un pasado que no ha sido el más feliz y las heridas sin cicatrizar de las ofensas que hemos recibido. Por lo tanto, la decisión de ser feliz hace parte de un proceso de discernimiento, que exige aprender a ver la realidad en la que vivimos inmersos, contemplar sus luces y sus sombras y darnos cuenta de que en medio de las vicisitudes y de los obstáculos del camino podemos siempre, emprender con valentía, el retorno a la armonía y al equilibrio que hemos perdido por nuestros rencores. En segundo lugar, una mirada al presente, sin ignorar el pasado, con el objeto de reescribir la historia personal construyendo un nuevo amanecer con recuerdos gratificantes, serenidad interior, palabras de optimismo y rectitud de intención. Estar en el presente significa eliminar las distracciones y prestar atención a lo que importa ahora, dándole sentido al ser, al aprendizaje y planeando el futuro. No se puede olvidar que se aprende del pasado, se vive el presente con sus penas y alegrías, y se planea para el futuro. En tercer lugar, una mirada al futuro en la que el hombre se reconoce como el arquitecto de su propia vida y acepta que el futuro se construye desde el presente, pues el mañana no ha llegado y es aún incierto. En este itinerario el ser humano está llamado a vivir la experiencia del perdón como camino hacia la reconciliación, recuperando la armonía consigo mismo, con la naturaleza, con los otros y con Dios y asumiendo el autoperdón como el mejor antídoto contra sus decepciones, depresiones, angustias y desencantos. Esta obra conduce al lector a una confrontación consigo mismo, con su propia realidad, con su historia, pero lo más importante, le ayuda a comprender la necesidad de vivir con ardor y pasión el presente para abrirse con esperanza al futuro. Indudablemente, muchos libros valiosos e ilustrativos se han escrito con el objeto de ayudar al crecimiento humano y espiritual de las personas. Esta obra, sin embargo, se inscribe en la lista de propuestas pedagógicas 14


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que incentivan una experiencia de vida que se puede asumir paso a paso. No es un texto para leer de corrido, es un texto pedagógico para vivir serenamente en el tiempo, por etapas, volviendo sobre sí mismo en un ejercicio de introspección. Los resultados los podrá valorar el mismo lector, quien en momentos de desesperación, buscando sendas de felicidad y respuestas a sus angustias e inseguridades humanas ha recurrido quizás a la lectura del tarot, del horóscopo, a la adivinación y a la suerte, naufragando en un mar de ilusiones y dándose cuenta de que la felicidad debe construirse en el aquí y ahora de la historia. Al terminar de aplicar los diversos elementos de esta obra en su propia vida o en pequeños grupos conducidos por un facilitador, el lector podrá experimentar la alegría de una renovación del corazón o al menos la intención de querer asumir el control de su propia vida, sin que las rabias, los rencores, las envidias y la soberbia, le roben la paz interior y lo conduzcan a cometer acciones de las que luego tendrá que arrepentirse.

La comunicación como pedagogía de la reconciliación En la experiencia vivida con más de 100 religiosas de la Congregación Siervas de Cristo Sacerdote1 he podido observar un cambio de actitudes y de mentalidad, que se refleja en rostros más alegres como consecuencia del perdón y la reconciliación, en el trabajo comunitario donde se manifiesta mayor sentido de pertenencia y una mirada más atenta a lo que ocurre en el mundo, para aportar desde la humildad y la sencillez, enseñando a 1

La Congregación Siervas de Cristo Sacerdote fue fundada por la Madre Margarita Fonseca en el año de 1928. Tiene su sede en la ciudad de Bogotá.

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otros el camino del perdón, y sintiendo desde la fe, que Jesús por quien han hecho su opción de vida, es el centro y la razón que les ha inspirado la reconciliación como expresión de la misericordia y del amor. Como ejercicio de autoperdón, este camino debe activar con vitalidad la importancia de la comunicación como pedagogía para la reconciliación, ya que desde la asertividad se puede propiciar el respeto, el diálogo y la confianza en el otro. No hay duda de que a través de la introspección, dando una mirada hacia lo más profundo del ser, se puede descubrir la riqueza de lo humano y el tesoro de su espiritualidad. De esta manera, nos preocuparemos por fortalecer la comunicación como pedagogía de la reconciliación. Aquí hablamos de una reconciliación con nosotros mismos, que implica realizar un ejercicio de purificación, de una sanación en tres niveles: de la memoria, de la palabra y del corazón. Esta reconciliación con nosotros mismos es el camino para vaciar lo que hay dentro, lo que se anida en nuestro corazón y en nuestro pensamiento; lo que nos hace daño: una carga de sentimientos adversos que se oponen a la verdad, a las relaciones sinceras y a la paz. La reconciliación con nosotros mismos es el camino para abrirnos al mundo de los otros. Preguntas existenciales Desde siempre el hombre se ha preguntado sobre el origen y el sentido de la vida, la existencia del mal, del dolor y del sufrimiento, así como acerca de la felicidad. En su búsqueda por el bienestar y la felicidad se 16


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descubre y reconoce como un ser para la trascendencia, como un ser dotado de inteligencia y voluntad, capaz de construir comunidad mediante relaciones de respeto, diálogo y amistad. Sin embargo, el ser humano se reconoce a sí mismo a la vez como un ser complejo, que sufre ante sus incoherencias y ante los innumerables acontecimientos negativos que puede vivir y recordar gracias a su memoria. En los tiempos actuales se están manifestando serios trastornos de la conducta, tales como: depresiones, angustias, tristezas y desolación. La situación de conflicto social que se vive, desde una violencia institucionalizada pasando por el maltrato infantil, el abuso sexual, la violencia intrafamiliar, la falta de recursos que permitan el bienestar pleno de los seres humanos, se expresa en una angustia existencial y muchas veces en la pérdida del sentido de la vida. Baste levantar la mirada y contemplar en los parques decenas de ancianos ociosos, muchos de ellos en silencio y cabizbajos, esperando la noche para irse a sus casas a descansar; hombres y mujeres jóvenes que deambulan por las calles en medio de la multitud y a la vez solitarios, aferrados a su ipod, a su celular y desconectados de la realidad interior y de lo que pasa a su alrededor; suicidio de jóvenes que han perdido el sentido de su vida y no encuentran la paz ni la tranquilidad; madres de familia ultrajadas, discriminadas, abusadas y explotadas; niños y niñas con traumas por la separación de sus papás, la explotación laboral y el abuso sexual al que se han visto sometidos. Mujeres separadas, decepcionadas del amor, que han perdido la credibilidad y confianza en sus compañeros. En los penales, jóvenes sumidos en la droga y el alcohol, sentenciados a purgar una pena por homicidio, por violación o concierto para delinquir, incapaces de manejar y controlar sus vidas. Muchas personas padecen trastornos mentales y actúan llevados por sus emociones. En cada rostro se dibuja un drama humano. Es verdad que también hay otros rostros que expresan y revelan la felicidad, la alegría, la complacencia y la satisfacción ante la vida, pero una realidad de depresiones, conflictos y frustraciones, no se puede desconocer. Esta obra pretende ser una propuesta pedagógica en la que se analiza cómo los seres humanos se aferran al pasado, y de qué manera se producen y encarnan el dolor y el sufrimiento producidos por la impotencia, la ira, los conflictos y la irracionalidad de la violencia. Dolor que se plasma en la manera de comportarse y en la forma de ver y tratar a las personas que los rodean. En esta obra se marca un itinerario que permita al lector confrontarse consigo mismo, con su historia personal y 17


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comunitaria, conectándose con su pasado y aprendiendo de las vivencias y experiencias negativas, para abrirse a un futuro lleno de ilusiones y esperanza. Será un recorrido desde la reflexión y la contemplación que conduzca al lector a pensar en las cosas que debe sanar, como paso fundamental para trashumar hacia la liberación total. Para poder “sanarse” es indispensable hacer memoria del pasado, recapitular, “recordar”. Sin embargo, no se trata sólo de pensar en sucesos esporádicos del pasado, sino también reconocer las vivencias negativas, descubrir, a partir de la aplicación de test y diversas técnicas de intervención, sus pensamientos irracionales y negativos, sus distorsiones comportamentales, sus fortalezas y comportamientos positivos. De esta manera se podrá acceder a un reforzamiento positivo que lleve a la modificación del pensamiento y del comportamiento.

Visión desde la psicología espiritual y humanista

He asumido este reto desde la psicología espiritual y una visión humanista que enfatiza en la importancia del ser humano, sus potencialidades y sus posibilidades de cambio. Desde esta perspectiva he podido visualizar la espiritualidad de los seres humanos como seres en trascendencia. Por lo tanto, a lo largo de esta experiencia en la que el ser humano es nuestra razón encontraremos supuestos teóricos, actividades y reflexiones que 18


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apuntan a la relación del hombre con un ser superior y una relación entre psicología y teología. Desde mi visión asumo el compromiso cristiano y ofrezco las bases teóricas y teológicas para una reflexión desde la fe, que genere esperanza y ofrezca luces para recuperar la armonía perdida por nuestra agresividad, impulsividad y violencia, a fin de que el cambio se refleje en nuestros pensamientos, sentimientos, emociones y acciones. Para muchos, esta será una visión muy subjetiva de la realidad y de la vida, pero expreso aquí mi interés e intención de poder ayudar a los lectores que deseen aventurarse en un viaje de purificación y de sanación de la memoria, de la palabra y del corazón, en un trabajo de ayuda que permita revisar la vida, mejorar las relaciones y tener una nueva visión del mundo y de la historia. En este dinamismo reflexivo los invito a entrar en el escenario de nuestro propio ser, mediante la pregunta existencial: ¿Quién soy yo?, que permitirá descubrir que somos seres humanos complejos, únicos e irrepetibles, con defectos y limitaciones, con cualidades y aptitudes. Carl Rogers, en su trabajo en el Counseling Center de la Universidad de Chicago, tuvo la oportunidad de trabajar con personas afectadas por una amplia variedad de problemas personales, y descubrió esta constante en sus pacientes: “en el fondo todos se preguntan: ¿Quién soy yo realmente? ¿Cómo puedo entrar en contacto con este sí mismo real que subyace a mi conducta superficial? ¿Cómo puedo llegar a ser yo mismo?”2. Preguntas que nos obligan a penetrar en nuestro interior, a encontrarnos con nosotros mismos. En otras palabras, hacer una introspección, escudriñando lo que hay en el fondo de nuestro ser, en nuestro aparato psíquico para poder reconocer las estructuras que se van formando a lo largo de nuestra existencia. Muchas veces no hemos sabido reconocer nuestras limitaciones, nuestras divisiones internas y equivocaciones porque no hemos hecho el ejercicio de hacerlas conscientes, y así nos hemos negado la posibilidad de sanarnos, de purificarnos, de contemplar un nuevo amanecer, de escribir una nueva historia. Es lo que ha ocurrido con la dimensión del perdón y de la reconciliación. El perdón pasa por una decisión libre y personal; por lo mismo, el aprender a perdonarse a sí mismo comporta esta decisión que nos ayuda a comprender y aceptar nuestra realidad dolorosa para purificarla; y al liberarnos de esta opresión, nuestra vida se transforma de nuevo en un paraíso terrenal. Esto significa que “necesitamos pensar y hablar positivamente de nosotros mismos. ¿A cuántas personas escuchas 2

ROGERS, Carl R. El proceso de convertirse en persona: mi técnica terapéutica. 3 ed. Buenos Aires: Paidós, 2010, p. 104.

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hablando negativamente sobre ellas mismas y menospreciándose? Si las has oído, es señal de que existen áreas de rencor y culpabilidad. Si hay algo en tu vida de lo cual no quieres hablar, esto también es un indicador de que necesitas perdonarte por algo”3.

Impedimentos para vivir un proceso de sanación interior Ahora bien, uno de los impedimentos para poder descubrir nuestras limitaciones y reconocer los defectos es el ruido que nos aturde, que nos impide entrar en la órbita de la contemplación, y es un obstáculo para cualquier proceso de sanación interior. El ruido nos distrae, nos aleja de la realidad personal para sumergirnos en el ambiente de las emociones, de la euforia, de la algarabía. Fácilmente nos perdemos en el mundo del ruido que produce una tergiversación en la comunicación con los demás seres humanos. El ruido nos impide escuchar y escucharnos, perdonar y perdonarnos; por lo tanto, identificar estos ruidos es un gran desafío, por lo que no se trata solamente del ruido exterior, es decir, del bullicio, del sonido de las bocinas de los carros, de la música a altos niveles de volumen, sino también del ruido interior que nos adormece y que nos hace creer que todo está bien, que no hay nada que cambiar, que vivimos una tranquilidad inquebrantable. Este ruido interior también lo constituyen las fantasías, los pensamientos aislados, los prejuicios y la prevención que nos introduce en un mundo en el que nos ponemos un escudo o una coraza que nos impide reconocer que el problema puedo ser yo y no los otros; es un obstáculo para reconocer libremente lo que hay de negativo en nuestro corazón: resentimientos, odios, rabias, deseos de venganza, soberbia que nos hace daño, y por lo mismo a las personas que nos rodean, con las que compartimos y a las que amamos. Otro de los impedimentos para poder descubrir nuestras limitaciones y reconocer nuestros defectos es la incapacidad para escuchar. Somos seres parlantes por naturaleza, nos cuesta escuchar y hacer silencio, pues todo el tiempo estamos en función del habla, de nuestra conversación, de lo que estamos pensando. Fácilmente nos enredamos en el mundo de las ideas y nos volcamos en largas reflexiones y en profundas elucubraciones que forman una barrera difícil de derrumbar. No estamos preparados para escuchar, nos preparamos sólo para hablar olvidándonos que quien sabe callar aprende a hablar y aprende a decir lo que debe decir en el momento oportuno. 3

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DEGRANDIS, Robert, S.J. Perdonar es divino. 7 ed. Bogotá: Kimpres, 2004, p. 48.


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Esta falta de escucha también nos aturde convirtiéndose en un ruido permanente. De hecho el gesto que usamos cuando no queremos escuchar a los otros es taparnos los oídos con las manos o simplemente ignorar a las personas que nos hablan. La falta de escucha intensifica los conflictos entre los seres humanos porque se da una obstrucción al diálogo, se cierra toda posibilidad de aceptación de las diferencias volviéndonos impositivos y subvalorando las ideas, pensamientos y acciones de los demás. Un ejemplo claro de esta intolerancia es cuando tenemos que ponernos de acuerdo para realizar conjuntamente alguna actividad, al encontrar personas que nos aceptan, que valoran lo que decimos, que están de acuerdo con nuestras ideas, trabajamos sin obstáculo, pero si hay otros que no acatan lo que decimos, que cuestionan nuestras ideas, que sugieren cosas nuevas, ante esas personas nos cuesta ceder y aceptar las diferencias, evitamos trabajar con ellas y las evadimos, nos volvemos indiferentes. A lo anterior se suma nuestra intolerancia; somos tolerantes con nuestros defectos y limitaciones, pero no toleramos los defectos y limitaciones de los demás. Fácilmente descubrimos los defectos de los demás y nos sentimos con el derecho y la autoridad para llamarles la atención, para corregirlos, incluso pensamos que somos muy “francos” y sinceros porque decimos las verdades en la cara, cuando queremos y a quien queremos, pero que nadie nos diga cómo vivir, que nadie se atreva a divulgar mis defectos y errores. No permitimos que otras personas quieran invadir nuestro espacio e inmiscuirse en nuestra vida privada e intimidad. Somos generosos con nosotros mismos y exigentes con los demás. 21


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Itinerario para vivir la sanación de la memoria, la palabra y el corazón En este itinerario lo que vamos a hacer es precisamente una revisión de vida que nos permita reflexionar sobre lo que somos, reconocer nuestras debilidades y empezar un proceso de cambio interior que se refleje en nuestras actitudes y comportamientos. Qué interesante poder descubrir que nuestra historia se teje de elementos positivos, que la esencia de nuestra personalidad es positiva, como lo expresa Carl Rogers: “la esencia más íntima de la naturaleza humana, los estratos más profundos de su personalidad, la base de su naturaleza animal, son positivos, es decir, básicamente socializados, orientados hacia el progreso, racionales y realistas”4. Necesariamente este proceso pasa por la toma de decisiones. En muchos instantes de nuestra vida nos encontramos frente a alternativas, frente a diversas opciones y podemos decidir. Podemos decidir por ejemplo sobre cómo queremos vivir, podemos decidir vivir tranquilamente o complicar nuestra vida y la de los demás. Podemos decidir sobre perdonar o seguir odiando, podemos decidir si queremos seguir aferrados al pasado o emprender el camino del presente asumido con pasión. Entendamos de esta manera que la sanación de la memoria, de la palabra y del corazón es un proceso de decisiones. Llama la atención, por ejemplo, en este caso las experiencias que ha vivido y narra Carl Rogers en su obra El proceso de convertirse en persona, pues aunque su intención no es proponerlas como guías, sin embargo se revela una riqueza humana y profesional a partir del contacto íntimo con numerosos individuos que han sufrido. Se trata de enseñanzas prácticas para la propia vida que, para nuestro caso, son un valioso testimonio de cómo se puede modificar la conducta desde decisiones acertadas y el conocimiento de sí mismo5. Carl Rogers parte de una premisa fundamental: “en mi relación con las personas he aprendido que, en definitiva, no me resulta beneficioso comportarme como si yo fuera distinto de lo que soy: mostrarme tranquilo y satisfecho cuando en realidad estoy enojado y descontento; aparentar que conozco las respuestas cuando en verdad las ignoro; ser cariñoso mientras me siento hostil; manifestarme aplomado cuando en realidad siento temor e inseguridad”6. Es una exigencia que tiene que ver con la auténtica personalidad, con la identidad y la madurez de los seres 4 5 6

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ROGERS. Op. cit., p. 90. Ibíd., p. 26. Ibíd., p. 26.


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humanos. No hay duda de que cuando nos portamos como somos y nos damos a conocer sin máscaras, con sinceridad, generamos empatía y confianza, se abren las puertas a la verdadera amistad superando todo asomo de superficialidad, soberbia y prepotencia. Otra de las enseñanzas que sugiere Carl Rogers tiene que ver con la capacidad de escucha y la necesidad de ser uno mismo. Plantea el psicólogo, fundador del Centro Independiente de Psicoterapia en Rochester (Nueva York): Soy más eficaz cuando puedo escucharme con tolerancia y ser yo mismo. Con el transcurso de los años he adquirido una mayor capacidad de autoobservación que me permite saber con exactitud antes lo que siento en cada momento: puedo reconocer que estoy enojado o que experimento rechazo hacia esta persona, que siento calidez y afecto hacia este individuo, que estoy aburrido y no me interesa lo que está pasando, que estoy ansioso por comprender a este individuo o que mi relación con determinada persona me produce ansiedad y temor. Todas estas actitudes son sentimientos que creo poder identificar en mí mismo. En otras palabras creo que soy capaz de permitirme ser lo que soy. Me resulta más fácil aceptarme como un individuo decididamente imperfecto, que no siempre actúa como yo quisiera7.

Y como consecuencia de este conocimiento de sí mismo, Carl Rogers plantea otra premisa de igual importancia: “He descubierto el enorme valor de permitirme comprender a otra persona”8. Esta afirmación es aleccionadora por cuanto me ayuda a reconocer que así como un psicólogo debe comprender a su paciente que se siente frustrado, despreciable e inferior, es fundamental comprender al que nos ha ofendido, desde una nueva perspectiva, haciendo una nueva lectura de los acontecimientos. No se trata de comprender para justificar los actos de agresión; se trata de comprender para cicatrizar las heridas, para purificar el alma y los sentimientos. De esta manera podemos entender la integralidad de este proceso de sanación de la memoria, de la palabra y del corazón; es una propuesta dinámica, pedagógica e integradora, que nos permite asimilar la realidad del autoperdón. Si no aprendo a controlar mis emociones, si no asumo el compromiso del autoperdón, será muy complejo poder perdonar a los otros. Es importante primero poner en orden nuestra casa, y luego poder ayudar a poner orden en las casas de nuestros vecinos. En este camino, además de revisar nuestra vida, es pertinente enfatizar en la necesidad de aprender a escucharnos y a escuchar. Este 7 8

Ibíd., p. 27. Ibíd., p. 28.

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será el primer elemento para descubrir lo qué debemos sanar, eliminando de nuestra vida el ruido, los fantasmas que nos rondan, los temores y los miedos y esforzándonos por superar la intolerancia, la indiferencia, la desconfianza y la rebeldía, para sumergirnos en un ambiente de contemplación, de reencantamiento de la vida, de sanación interior. El silencio será una exigencia fundamental como la mejor pedagogía y el mejor camino hacia la liberación. El silencio es una expresión de la personalidad que nos hace seres reflexivos, nos abre a la posibilidad maravillosa de descubrir las fortalezas, amenazas, oportunidades en nuestras vidas y de quienes nos rodean. El silencio nos abre a la posibilidad del diálogo con los otros, al reconocimiento de la alteridad, de la otredad. El diálogo nos permite conocer el pensamiento y los sentimientos de nuestros semejantes y hace posible que podamos expresar lo que sentimos. El diálogo favorece la revelación del yo, por lo tanto hay que permitir que el yo aflore y se puedan expresar los sentimientos y emociones. En estos talleres podremos hacerlo en los pequeños grupos de trabajo, en los que se comparten nuestras percepciones, se narran las historias y se fomenta la autoayuda, sabiendo que nos obliga el sigilo, el secreto profesional, la confidencialidad. En los grupos se da un crecimiento personal y a la vez comunitario, se aprende del dolor ajeno, de las resistencias propias y de los compañeros; se forja una comunicación asertiva, sincera y transparente que permite la cercanía, el encuentro, el compromiso de compartir las penas y las alegrías. En los grupos se vuelve al pasado, aunque se focaliza la mirada en el presente y se construye con esperanza el futuro. En el compartir de los pequeños grupos el diálogo será la mejor herramienta de comunicación que nos exige mirarnos a los ojos, penetrar en el mundo del otro, haciendo del otro un interlocutor válido. Es allí donde podemos expresar los sentimientos de rabia, frustración, soledad, decepción, tristeza y podemos incluso llorar, pues en la relación con los otros se construye la comunidad y desde la empatía se fortalecen las relaciones interpersonales. En todo esto podemos constatar un fuerte arraigo en el pasado, una dificultad para manejar las emociones, una falta de capacidad para controlar las rabias, así como la tendencia a autoflagelarnos, con la consiguiente dificultad para perdonarnos. Baste recordar a la mujer que ha sido víctima de una violación, a la pérdida de un ser querido sin haber superado las diferencias o haber sanado las heridas por las ofensas; la madre que ha vivido la dura realidad del aborto provocado, la esposa abandonada sobre la cual recaen todas las responsabilidades del hogar y con un sentimiento 24


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de culpa que ha sido sembrada por su compañero como justificación del abandono, un accidente en el que murieron familiares y amigos, etc. Cuando se vive aferrado al pasado se sufre y hacemos sufrir a las personas que amamos; cuando no podemos controlar nuestras rabias, nos volvemos irracionales y terminamos por volvernos instintivos e impulsivos. Es preciso iniciar un trabajo de reflexión personal que me permita reconocer los traumas y complejos, como fruto de las heridas causadas en el pasado, de experiencias que aún cargamos sobre los hombros con el paso de los años. De ahí la necesidad de abrirnos a una liberación y sanación de ese pasado que permita contemplar un nuevo amanecer.

Sanación de la memoria, de la palabra y del corazón El primer capítulo de esta obra: Sanación de la memoria, nos introduce en el ejercicio de recordar con gratitud el pasado, identificando las situaciones que nos causan dolor para comenzar a elaborar el duelo de las pérdidas. Podemos llegar a recordar sin rabia, sin rencor, sanando y purificando el alma. Se trata de un proceso que construye una nueva manera de pensar, dejando de lado los pensamientos negativos, las decepciones y los pensamientos mezquinos; elevando la autoestima, pensando de manera positiva sin triunfalismos, viviendo con esperanza y descubriendo el lado positivo de las cosas para asumir una nueva manera de estar, de vivir en la historia, de compartir el escenario del mundo en el que vivimos. Se trata de un trabajo arduo en el que es importante cerrar círculos, confiando en sí mismo, superando individualismos, egoísmos y reconstruyendo la historia. El segundo capítulo se centra en La sanación de la palabra como fuente de inspiración y de vida. Mediante un ejercicio de actitudes, expresiones y gestos que abren o cierran la posibilidad de comunicarnos, podremos reconocer con facilidad que con frecuencia proferimos palabras descorteses y agresivas, ofendiendo a los otros con actitudes y comportamientos violentos. En el entramado de las relaciones interpersonales nos encontramos con personas que reniegan de la vida, con personas que al hablar reflejan su baja autoestima, su cansancio de la vida y su pesimismo. El ejercicio de sanar la palabra comporta la revisión de conceptos, frases, palabras aprendiendo a pensar antes de actuar o de hablar. Esto solo es posible cuando aprendemos a manejar nuestras emociones y cuando aprendemos a controlar nuestros sentimientos de rabia ante las agresiones. 25


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Sanar la palabra es aprender a comunicarnos, superando un lenguaje obscuro y negativo; lo anterior nos impulsa a hablar bien, construyendo con palabras de consuelo y de esperanza un futuro promisorio. Sanar la palabra significa dejar de lado la crítica, dejar de hablar de los otros, para centrar la atención en lo que construye, lo que edifica, lo que da paz y tranquilidad, aprendiendo un nuevo estilo de relacionarnos y comunicarnos con el entorno y con los otros. Sanar la palabra es hablar un nuevo lenguaje lleno de optimismo, en el que se plasmen los deseos de vivir; un lenguaje que construya, no que destruya; un lenguaje que una, no que divida; un lenguaje que haga crecer a los seres humanos, que revele la riqueza de lo que hay en el pensamiento y el corazón del hombre, un lenguaje liberador y transformador. Cuando hablamos de sanación de la palabra, necesariamente nuestras palabras van unidas al aprendizaje, recordamos lo que hemos aprendido, recordamos las ofensas y los acontecimientos dolorosos y se produce en nosotros un impacto de emociones. Lo mismo sucede con la sanación del corazón, pues al recordar los sentimientos adversos del pasado tenemos que pensar en los hechos, en personas y en acciones; estos recuerdos pueden producir expresiones negativas que revelan frustración y desilusión. El tercer capítulo nos sumerge en La sanación del corazón y parte de la realidad que hemos aprendido: el corazón es la sede de los sentimientos y de las emociones. Los seres humanos anidamos en el corazón resentimientos, rencores y odios, estos sentimientos producen dolor, sufrimiento y una percepción equivocada de la vida. Sanar el corazón es poder purificar los sentimientos para comportarnos de manera diferente ante la vida y ante las personas. Desafortunadamente el corazón se convierte en una colcha de retazos, en un cuarto de San Alejo donde es posible anidar el amor y el odio, la alegría y la tristeza, el optimismo y el fracaso, la ofensa y el perdón, los deseos de venganza y la indulgencia. Este ejercicio de autoperdón nos permitirá hacer consciente estos sentimientos para ayudarnos a modificar el comportamiento de modo que seamos conducidos a la decisión de perdonar y vivir felices. Sanar el corazón exige identificar los sentimientos adversos, haciendo la vida más llevadera, siendo flexibles en el trato con los otros, aprendiendo a controlar las rabias, superando la susceptibilidad para no dar lugar a los conflictos; disponiéndonos a abrir el corazón para acoger al otro y servirle. Sanar el corazón comporta una nueva manera de sentir, sin rabias, sin rencores. 26


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Cuando el corazón está lleno de odios y rencores, esos sentimientos adversos se revelan en la mirada, en la dureza del corazón, en la intransigencia, en la antipatía e indiferencia, se manifiesta en la dificultad para relacionarnos, en la ausencia de comunicación, en el aislamiento y la soledad, en el silencio y en la apatía. Cuando el corazón se purifica y se llena de amor, de bondad, de perdón, surge el deseo de una reconciliación que sea expresión de comunión; se revela en el respeto, en la confianza, en la admiración por el otro, en la aceptación de las diferencias, en la tolerancia, en la solidaridad, en el servicio. De esta manera podemos constatar que “la boca habla de la abundancia del corazón”9. Este proceso que propongo: participativo, dinámico e integral, hace parte de una sola pieza, es como una gran sinfonía, sin embargo, por pedagogía, para una más fácil asimilación, se realiza durante tres días, dedicando cada jornada a un aspecto de esta triple dimensión: memoria, palabra y corazón. Así lo han comprendido las hermanas Siervas de Cristo Sacerdote con quienes comenzó esta experiencia de vida, tal es el caso de la hermana María Belén Romero Cifuentes10 para quien no es posible separar este trinomio “porque tanto la palabra que se dice o se escucha, va a la memoria y pasa al corazón. Al asumir este ejercicio de sanación lo he hecho en forma simultánea, como resultado de aprendizaje del taller. Así lo he entendido y así lo he seguido haciendo”.

Un ejercicio de autoperdón y de reconciliación Indudablemente cuando hacemos el ejercicio de perdonar al que nos ha herido estamos tomando una decisión de sanar y curar las propias cicatrices. Según Luis Valdez Castellanos, S. J.: “al perdonar al que nos hirió estamos soltando una carga del pasado que nos agobia y estamos logrando vivir en paz. En ocasiones quizá el otro no se dio cuenta de que nos lastimó, y somos nosotros los que estamos heridos, la herida es nuestra. Al perdonar curamos nuestra herida”11. Cuando decidimos perdonar a los que nos han ofendido estamos decidiendo sanar nuestro corazón y purificar nuestra memoria. Cuando, al revisar nuestra vida, reconocemos que también hay muchos aspectos que debemos sanar interiormente, entonces el autoperdón se convierte en una maravillosa terapia. El ejercicio de perdonarnos a nosotros mismos nos devuelve el equilibrio emocional que hemos perdido a causa de las 9 Mt 12, 34b. 10 La hermana María Belén Romero Cifuentes es religiosa de la Congregación Siervas de Cristo Sacerdote, tiene 66 años de edad y realiza su labor pastoral en el Hogar de la Niña en Garzón Huila. Hace parte del Gobierno General como Consejera. 11 VALDEZ CASTELLANOS, Luis, S. J. El gozo de perdonar. 13 ed. México: Buena Prensa, 2009. p. 5.

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ofensas y de las heridas, eleva nuestra autoestima y potencia la armonía en las relaciones. A partir de esta experiencia de vida “puedo cambiar si realmente lo quiero y puedo moldear mi futuro con base en las decisiones que tome por mí mismo hoy”12. Igualmente, así como hablamos del autoperdón, de la necesidad de aprender a perdonar a los que nos han ofendido, y desde la fe experimentar la gracia del perdón divino, también es fundamental referirnos a la reconciliación, pues el perdón es el camino hacia la comunión. Cuando perdono se abre la inmensa posibilidad de un camino de reconciliación, es decir, se recupera la armonía, se reparan los daños causados por las ofensas y agresiones y se renueva el deseo de construir y vivir en comunidad. De ahí que el perdón y la reconciliación tengan su incidencia en la sociedad. De hecho, la reconciliación con nosotros mismos solo puede darse si ha habido un proceso de perdón sólido que necesariamente tiene que pasar por el perdonarse a sí mismo, es decir, un ejercicio de autoperdón. En la vida muchas veces iniciamos procesos de perdón, pensamos en las ofensas que hemos hecho a otros o en las agresiones que hemos recibido, pero pocas veces pensamos en la necesidad de perdonarnos, de aliviar nuestras penas, de superar la amargura que hay en nuestro interior por culpa de las agresiones, de las malas acciones que nos confrontan constantemente. Para este camino de perdón y reconciliación es imprescindible la sinceridad, la verdad, la convicción de querer sanarse, el deseo de purificarse y el anhelo de comenzar una vida nueva. Cuando se vive este proceso de reconciliación con nosotros mismos se puede comprender mejor el camino de la reconciliación con los otros, porque hemos comprendido nuestras debilidades y flaquezas y las hemos 12 DEGRANDIS. Op. cit., p. 53.

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aceptado. Ahora nos corresponde hacer el ejercicio de aceptar a nuestros semejantes. No podemos pretender moldear a los otros a nuestra imagen y semejanza, pues cada uno tiene su personalidad definida y hay que respetar las diferencias. Es importante conocer y aceptar la diversidad cultural, la riqueza de nuestra raza, los niveles de educación, la estratificación social, etc. Vivir un proceso de reconciliación con los otros es hacer posible la concordia, es recuperar el equilibrio, luchando por una sociedad más justa y más humana. Este es el segundo nivel de la reconciliación. Reconciliarse con los otros exige por lo mismo asumir el perdón como desafío permanente. No es posible reconciliarse con los demás sin la magia del perdón que nos devuelve la alegría de vivir. Naturalmente, no es fácil perdonar, se requiere de una decisión para iniciar un proceso que puede tardar algún tiempo significativo. Todo depende del deseo y de la decisión. Una vez se ha tomado la decisión de perdonar se puede llegar, en medio de los obstáculos y dificultades, a un puerto seguro. El perdón produce una descarga interior que nos prepara para encontrarnos de nuevo con las personas que nos han agredido o pensar en ellas sin perder el control de nuestra vida o sin perder la paz y tranquilidad que hemos alcanzado. El tercer nivel de la reconciliación se da con la naturaleza. Hoy más que nunca, al ser conscientes de la necesidad de cuidar el ecosistema de las alteraciones climáticas y del calentamiento global es fundamental una reconciliación con la naturaleza, porque el ser humano está llamado a cuidar, no a destruir, a preservar no a arrasar. Se necesita una armonía con el medio ambiente. La reconciliación con la naturaleza nos ayuda a pensar en este mundo inmenso y maravilloso, que debemos administrar con sumo cuidado y con responsabilidad. Responsabilidad para dejar este mundo mejor de lo que lo hemos encontrado, y libertad para asumir comprometidamente nuestro rol de administradores. Esto significa que no somos dueños y que debemos aportar al equilibrio ecológico. En este proceso no puede faltar la reconciliación con Dios, este es el cuarto nivel. No hemos partido de Dios, sino del hombre, del propio ser, porque no podemos reconciliarnos con Dios, si no hay una reconciliación con el otro, pues para llegar a Dios hay que partir del hombre. Quizás aquellos que no profesan la fe en Dios porque se declaran ateos o son indiferentes, no encuentran la imperiosa necesidad de vivir este camino de reconciliación. Pero quien vive en armonía con la naturaleza y con sus hermanos, vive en armonía con Dios, el autor de la vida, el creador del mundo, el Señor de la historia. Obviamente este proceso de 29


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reconciliación no se da por fases, puede darse simultáneamente, no requiere de tiempos determinados, de espacios geográficos, es una decisión que teje esperanzas, que abre nuevos horizontes para vivir serenos y en paz.

Una mirada desde la fe Desde una perspectiva antropológica, psicológica y sociológica este proceso podría comprenderse como algo natural en el que no hay lugar para una dimensión teológica. Sin embargo, para muchos creyentes este proceso no tendría ninguna efectividad sin la apertura a la gracia. Desde una mirada de fe, la sanación de la memoria puede entenderse como una bendición. Para comprender esta realidad, el médico psiquiatra Font Jordi13 en su obra Religión, psicopatología y salud mental afirma: La fe entendida psicológicamente es aquella experiencia de creencia y confianza que lleva a asumir el objeto de creencia otorgándole la realidad de lo que se cree, lo que no excluye las dudas. También puede determinar, en el sujeto que cree, una transformación, una ruptura, que escapa a la comprensibilidad meramente psicológica. La fe, desde el punto de vista psicológico, se basa en el acto de creer (Rizzuto, 1998). Parece que el acto psíquico de creer se da en toda actividad intelectual humana, tanto en el niño como en el físico o en el matemático, como en el teólogo que habla de un Dios al cual no ve, o en el místico que se une con un Dios inefable. La teoría del conocimiento define el creer como el aceptar una proposición sin tener el completo conocimiento intelectual que la certifica como verdadera. El creer es un elemento importante en la inferencia de causalidad entre fenómenos asociados temporal o espacialmente. El creer es más que una idea, es una idea vivida14.

13 Es doctor en medicina, especialista en psiquiatría y psicoterapeuta. Es jesuita y licenciado en filosofía, así como en teología por la Universidad Fráncfort. Cofundador en el año 1964 de la fundación mencionada. En el Máster de Psicopatología Clínica de la fundación Vidal i Barraquer y en la Associación Internacional d´Estuis Médics, Piscológics i Religiosos, donde imparte las asignaturas de Diagnóstico clínico y psicodinámico y de Psicopatología de las experiencias religiosas. 14 FONT, Jordi. Religión, psicopatología y salud mental: introducción a la psicología de las experiencias religiosas y de las creencias. Barcelona: Paidós, 1999, p. 32-33.

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Esta es una dimensión necesaria en el proceso que han vivido las religiosas de la Congregación Siervas de Cristo Sacerdote, para quienes su carisma está centrado en “la glorificación del sacerdocio de Cristo en los sacerdotes y en los pobres”. Igualmente desde mi condición sacerdotal puedo dar fe que este proceso es fecundo cuando se vive desde una espiritualidad y antropología cristiana, que nos ayuda a visualizar el cambio, la renovación, la conversión, estimulados por el deseo de una configuración personal y sacramental con Jesús y en nada riñe con la psicología. Viktor E. Frankl en el prólogo a la primera edición en inglés de su obra El hombre en busca de sentido último dice que “existe, de hecho un sentido religioso profundamente enraizado en las profundidades inconscientes de todos y cada uno de los hombres”15. Baste preguntar a quienes en las cárceles, orfanatos u hospitales han vivido experiencias que les ha confrontado consigo mismos, para poder evidenciar en sus respuestas, cómo esta vida espiritual que les permite contemplar a Dios es la que les ha permitido soñar de nuevo y despertar de sus situaciones difíciles para emprender un nuevo camino hacia la felicidad. De hecho, el mismo Viktor Frankl citando a Albert Einstein recuerda que fue él quien afirmó que “ser una persona religiosa era haber respondido a la pregunta: “¿Cuál es el significado de la vida?”. Lo que anima al autor a definir “la ciencia y la fe como una confianza en este significado último”16. En esta misma línea, Gastón de Mézerville expresa que Frankl concibe al ser humano en la unidad de cuerpo, alma y espíritu, y en este sentido “se concentra en lo que él llama la dimensión noológica o espiritual de la persona, que es la que en última instancia la define como tal”17. Y es que “En la experiencia religiosa intervienen no sólo la realidad cultural y los hechos históricos, sino también la estructura psicológica personal, configurada por los propios deseos, temores e iniciativas, resistencias que hacen que cada persona tenga una noción del trascendente religioso diferenciada y configurada por sus factores personales”18.

15 FRANKL, Viktor E. El hombre en busca del sentido último: el análisis existencial y la conciencia espiritual del ser humano. México: Paidos, 2009. p. 21. 16 Ibíd., p. 24. 17 DE MÉZERVILLE, Gastón. Madurez sacerdotal y religiosa: un enfoque integrado entre psicología y magisterio. 4 ed. Tomo I. Bogotá: CELAM, 2010. p. 28. 18 FONT. Op. cit., p. 45.

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Para la hermana Clara Myriam Libreros19 la realización de estos talleres ha sido una bendición para lo cual se necesita de “disponibilidad del corazón y apertura a la gracia para dejar que la moción del espíritu haga su obra en nosotros, pues en la medida en que va sanando la memoria, la palabra y el corazón el ambiente alrededor cambia”. Estos talleres, agrega la religiosa: “Han sido extraordinarios porque nos han llevado a una reflexión y profundización personal a partir de un encuentro conmigo misma, ya que pocas veces dedicamos estos espacios de tiempo a interiorizar sobre nuestro ser, para descubrir cuántas cosas tengo que cambiar y para mejorar. Sobre todo ser conscientes de una realidad que a veces no se puede cambiar y que es necesario asumirla y redimirla. También es una ayuda enorme para la relación y el trato con las personas porque en la medida en que yo me conozco y supero mis propias realidades puedo ayudar a que los demás comprendan sus propias realidades y ayudarles a asumir sus dificultades como debe ser”. Podemos constatar entonces que en este proceso se evidencia una madurez humana y cristiana en quienes, abriendo su corazón a la gracia, emprenden un camino de conversión. Y aunque para muchos esta dimensión teológica sería innecesaria, Gastón de Mézerville, dedicado a la investigación y análisis de temas de formación sacerdotal, desde la psicología afirma: “es en el conocimiento de Dios donde se adquiere la verdadera identidad; en el amor a Dios donde se aprende el amor a los semejantes y en el servicio a Dios donde se genera vida abundante, para una cosecha de buenos frutos que perdure hasta la vida eterna”20. Desde este ámbito entonces podremos vivir y comprender este proceso integral de sanación de la memoria, de la palabra y del corazón, que se da simultáneamente, aun cuando aquí por pedagogía –como lo hemos mencionado– lo abordemos por separado. De hecho, cuando los pensamientos se han modificado y los sentimientos se han clarificado, las palabras se vuelven dulces y aflora la misericordia y la compasión. Memoria, palabra y corazón son tres aspectos de una misma realidad que 19 La Hermana Clara Myriam Libreros es Vicaria General de la Congregación Siervas de Cristo Sacerdote y Directora del hogar Judith Jaramillo de Bello Antioquia. Ha sido miembro del Gobierno General como Consejera y Ecónoma. Vivió la experiencia de renovación centrada en “la sanación de la memoria, de la palabra y del corazón” en el mes de noviembre del año 2010 en la ciudad de Bogotá. 20 DE MÉZERVILLE. Op. cit., p. 50.

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no se pueden separar, están íntimamente ligados y forman una cadena con la fuerza de cada eslabón. En el camino de la experiencia misma, nos damos cuenta de que cuando hablamos de la sanación de la memoria y recordamos el pasado ingrato, surgen sentimientos adversos, queremos hablar de nuestra historia y hasta renegar de nuestro pasado. La sanación de la memoria, de la palabra y del corazón es una propuesta psicopedagógica que permite, desde una reflexión personal, construir una nueva lectura de la propia historia; hacer una lectura del pasado y del presente asumiendo el gran desafío de una nueva manera de ser y de vivir. Una tarea nada fácil, que necesariamente pasa por la decisión personal. Espero que esta propuesta pueda ayudar a muchas personas en su proceso de liberación interior y de transformación, modificando la conducta y generando un mejor ambiente en el escenario de las relaciones interpersonales.

Metodología: itinerario pedagógico Esta propuesta pedagógica sobre sanación de la memoria, de la palabra y del corazón incluye diversos momentos en los que los participantes, mediante una revisión detallada de sus vidas, regresan a su pasado para realizar una nueva lectura de éstas. Recordemos que aunque se trata de una propuesta integral, es decir, que la sanación de la memoria, de la palabra y del corazón deben darse simultáneamente para facilitar una mayor comprensión del proceso, cada día se trabaja y profundiza en una dimensión concreta. •

El primer día se trabaja la sanación de la memoria

El segundo día se trabaja la sanación de la palabra

El tercer día se trabaja la sanación del corazón

El proceso comporta varios elementos que relaciono a continuación 1. Aprender haciendo: se trata de una técnica mediante la cual los participantes podrán crear un clima favorable, generando un ambiente de confianza y de respeto. Mediante ejercicios de respiración y construcción de saberes se podrá ir marcando la ruta hacia la consecución de los logros: sanar la memoria, la palabra y el corazón. Esta técnica está dividida en dos momentos: 1.1 Actividad de relajación: durante la vida los seres humanos nos encontramos ante realidades diversas, muchas veces por el trajín diario nos tensionamos, nos descompensamos, perdemos el control de la vida, reaccionamos agresivamente, nos desequilibramos 33


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emocionalmente y descubrimos la necesidad de propiciar un ambiente de serenidad y tranquilidad. La actividad de relajación con la que inicia cada jornada, introduce a los participantes en un ambiente de armonía y de calma. Estas técnicas de relajación, favorecen el clima de trabajo y de reflexión y posibilitan la purificación interior, la renovación de los pensamientos y el compromiso responsable con nuestra manera de actuar. Las técnicas de relajación aportan beneficios para la salud mental y corporal, brindan un mayor reposo y descanso profundo, resistencia incluso a las enfermedades, equilibrio, aumento de la vitalidad, disciplina, disminución del estrés, mayor capacidad para relacionarse con los otros y la naturaleza. Además, permite la producción de pensamientos positivos y llenos de optimismo favoreciendo el buen ambiente laboral, el bienestar y la interacción. 1.2 Construcción de saberes: mediante esta herramienta se permite a las personas que puedan desarrollar sus habilidades y reconocer sus carencias. Se trata de actividades prácticas en las que los participantes pondrán a prueba sus destrezas y podrán intensificar las relaciones personales valorando el trabajo de los demás y generando la corresponsabilidad del equipo de trabajo. 2. Motivación: al comienzo de cada jornada el facilitador dirige a los participantes unas palabras de motivación que animen y entusiasmen a vivir esta experiencia de vida de modo intenso, valorando cada fase recorrida. La motivación mantiene el dinamismo grupal y eleva el ánimo de los participantes. Es importante que el primer día el facilitador haga algunos acuerdos con los participantes, que deben ser recordados al comenzar cada jornada de trabajo. 3. Autoevaluación: los participantes tendrán en los primeros módulos de cada capítulo un espacio para autoevaluarse, para revisar la vida y para medir el progreso que se va dando en el desarrollo de esta experiencia. Mi autobiografía, el inventario de las cosas perdidas, mi equipaje, conociéndonos, serán momentos de reflexión y decisión, importantes para el éxito de esta propuesta pedagógica. 4. Historias: las historias, los cuentos, las fábulas son relatos populares, ilustraciones que favorecen la comprensión del trabajo que se desea realizar. Interesa ayudar al ser humano en la comprensión de su contexto, apoyándolo en su recuperación y facilitándole el proceso de sanación de la memoria, la palabra y el corazón.

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5. Profundización: las lecturas de textos son un excelente soporte bibliográfico y argumentativo, que permiten profundizar en la realidad del perdón y de la reconciliación mediante la sanación de la memoria, de la palabra y del corazón. 6. Reflexión personal y reflexión compartida: es el momento central de la actividad en la cual los participantes podrán hacer la reconstrucción de su historia personal, pensando en los acontecimientos dolorosos y trayendo a la mente los momentos de júbilo y de alegría. Igualmente podrán tomar la decisión de sanar, de purificarse, haciendo la respectiva catarsis, compartiendo con sus compañeros sobre los sentimientos y las impresiones a partir de cada ejercicio vivido. En esta reflexión compartida, los participantes no mencionarán nombres de personas, sólo harán mención de los acontecimientos, actitudes, sentimientos y decisiones. Desde el primer día los participantes escogerán un acontecimiento sobre el cual van a trabajar, recordando que este ejercicio es un ejercicio de autoperdón. Esta actividad se divide en dos momentos. 6.1 Reflexión personal: esta es una de las claves de éxito de esta propuesta psicopedagógica. Cada participante se compromete a vivir esta experiencia de vida, desde el silencio interior y la introspección haciendo una regresión al pasado, revisando su vida, tratando de hacer una nueva lectura de su historia personal y comunitaria. Para ello, el facilitador cuenta con unas guías que ayudan a vivir el proceso de reflexión personal y una serie de actividades pedagógicas que consolidan esta reflexión y permiten una confrontación con la propia existencia. Cuando se presentan choques emocionales en los participantes, debido al trabajo de introspección, asimilación del pasado y reconocimiento de una historia de dolor, de traumas, de impacto, el facilitador interviene, mediante un ejercicio de retroalimentación grupal y de intervención personalizada. Se trata de un trabajo individual, de reflexión profunda. En este caso es importante la atención de un profesional. 6.2 Reflexión compartida: cada sesión tiene unos momentos de encuentro con grupos pequeños no superior a cuatro personas. No se comparte toda la experiencia de vida, sólo aquello que puede ayudar a la edificación del grupo. En los grupos se vive una terapia de desahogo, se comparten percepciones, sentimientos y emociones, los participantes se apoyan mutuamente. Esta terapia es orientada por el facilitador y en ella no se hace mención de personas, sino de acontecimientos dolorosos. Los grupos son plurales y diversos, formados espontáneamente. 35


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Con estos momentos de reflexión se da una confrontación con el propio ser que permite “un mirar desde adentro”, para poder reforzar algunas conductas, asumiendo nuevos elementos de valor, el compromiso de renovación interior y la proyección social. Estas actividades tienen un diseño pedagógico y son orientadas, paso a paso, por el facilitador para que puedan lograr su objetivo. 7. Orientación: el facilitador ofrece una introducción al comienzo de la jornada, y cada día una orientación breve sobre el tema en particular, buscando articular y entrelazar los contenidos para que se note que se trata de una propuesta integral. El facilitador presenta los fundamentos teóricos que justifican este proceso. Aquí el facilitador asume el compromiso de ser un faro, es un guía. No es quien decide, sólo estimula, acompaña, motiva el proceso de introspección, interviene cuando hay momentos de angustia, asesora, escucha. Esta última actitud es fundamental en el facilitador, llamado a escuchar. Su rol precisamente se fortalece en la escucha y en la interacción con el grupo, una relación de confianza y empatía con cada participante. Para ello, el facilitador, genera un ambiente de confianza, para que los participantes crean y contribuyan con su proceso de purificación. 8. Mi aprendizaje: cada participante escribe en su cuaderno de notas el aprendizaje de cada módulo. Una frase o una palabra que resuma la experiencia vivida durante la jornada. Luego, comparte con sus compañeros este aprendizaje. Al finalizar, el facilitador debe recoger algunas ideas importantes. 9. Trabajo de campo: es la contrastación teórica que permite dar cuenta de los avances o retrocesos en el proceso de asimilación de la doctrina y la experiencia de sanación interior. 10. Celebración: este momento es la garantía del compromiso de los participantes de querer empezar un proceso de renovación. La celebración recoge los momentos intensos durante las vivencias, reflexiones, encuentros de grupos, trabajos y actividades. Es momento de encuentro, integración y fraternidad para compartir las decisiones y la esperanza de cambio y transformación interior. Estas celebraciones son una riqueza por los signos y símbolos, además por tratarse de una vivencia desde la fe. En las celebraciones se fortalece la virtud de la esperanza, se expresa la fe y se evidencia la fraternidad del grupo. 11. Testimonios: a lo largo de esta obra los lectores podrán encontrar algunos testimonios de renovación a partir de este proceso, al final, como apéndice, se hará referencia al testimonio completo de algunas 36


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personas que han vivido este itinerario de renovación así como los resultados alcanzados. 12. El material diseñado para esta propuesta debe entregarse cada día, siguiendo por etapas el proceso y ofreciendo las debidas orientaciones por parte del facilitador. Es un material de uso para los participantes, por lo tanto debe guardarse con especial diligencia. En las hojas guías los participantes consignan sus impresiones, sus aprendizajes, los sentimientos y percepciones. Estas guías podrán utilizarse permanentemente para hacer seguimiento de los avances, retrocesos y estancamientos que pueden presentarse.

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1. Sanación de la memoria

Módulo 1:

“Reconociendo mi realidad” A. Aprender haciendo. Actividad de relajación: “La playa”

Para comenzar nuestro trabajo primero vamos a relajarnos, a respirar y a imaginarnos un escenario: la playa. Vas a tomar una posición cómoda, acostado, boca arriba, los músculos bien estirados y los ojos cerrados. Respira normalmente, siente tu respiración y luego trata de hacer un recorrido por todas las partes de tu cuerpo. Nuevamente siente la respiración; inhala, exhala. Una vez más. Imagínate entonces una playa. ¿Qué observas? En este momento estás sentado en la arena de la playa, descalzo, con ropa ligera y formando un círculo con otras personas que se van ubicando 39


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a tu alrededor. Cierra los ojos, siente la brisa del mar, el sonido de las olas y trata de serenar tu vida. Seguramente tienes muchas preocupaciones, trata de pensar solo en las imágenes de la playa. Ahora, trata de reconocer a las personas que están a tu lado. Piensa ¿qué personas quisieras que estuvieran a tu alrededor? Tráelas con tu imaginación, míralas, háblales y experimenta la alegría de compartir con esas personas que amas. En la playa donde estás hay leña para una fogata. Con tus compañeros organiza la leña y enciende la fogata. Fíjate cómo se va encendiendo la fogata y trata de imaginar que estás poniendo leña para que no se apague. Mira a tu alrededor, sonríe, disfruta de la compañía de quienes están allí. Alguien se acerca y te ofrece una taza de café. Siente el calor de la hoguera, la brisa del mar, la calidez humana, el aroma del café. Respira profundo, sostén la respiración y luego exhala; repite nuevamente: respira profundo, sostén la respiración y luego exhala. Una vez más. Respira normalmente y ahora, vas a ir regresando poco a poco, relajando los músculos y abriendo los ojos. ¿Cómo te sientes? ¿En qué pensabas? El facilitador pide a cada participante que en una palabra o una frase exprese cómo se sintió.

B. Motivación El facilitador introduce el trabajo de esta jornada con una breve motivación sobre lo que se va a vivir y a compartir con los compañeros de grupo. Hoy vamos a reflexionar sobre nuestra vida, sobre nuestro pasado, acerca de nuestra historia personal y comunitaria. Para ello, necesitamos tomar conciencia de nuestra realidad, tomar la decisión de vivir un proceso de sanación, de purificación. Tendremos que confrontarnos con nosotros mismos, con nuestras debilidades y fortalezas; haremos la proyección de nuestra vida como en una pantalla de cine, con sus escenas de impacto, con sus paisajes y con sus miserias. Nos contemplaremos como en un espejo, para darnos cuenta de nuestras actitudes y comportamientos asimilados desde la infancia, para reconocer nuestros pensamientos irracionales, para tomar la decisión de modificar nuestra conducta aprendiendo a perdonarnos a nosotros mismos y buscando reparar el daño causado a nuestros semejantes. Al hacer el ejercicio de sanar la memoria vamos a pensar en nuestro pasado pero no vamos a quedarnos en él. Es necesario tomar la 40


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decisión de sanar la memoria, para empezar a soñar y a construir un nuevo amanecer. Esto implica establecer intenciones claras, como lo afirma Sousan Abadian, Ph.D. en Economía Política y Gobierno de la Universidad de Harvard: “Nunca debemos subestimar el poder de nuestras intenciones. Dominar las memorias exige disciplinar la atención con el tiempo: empezamos por reenfocarlas en la sanación y la adquisición de sabiduría. Podríamos incluso concentrar nuestra atención mediante un ritual, encender una vela, por ejemplo, mientras expresamos nuestras intenciones, incluida la de hacer la sanación más agradable posible, fijando el tono de nuestra búsqueda en la memoria”21. El ideal en este itinerario es entonces poder transformar nuestros pensamientos irracionales en pensamientos racionales; nuestros pensamientos negativos en pensamientos positivos, nuestro actuar inconsciente en un actuar consciente. Se trata de pensar, imaginar, soñar, reparar, restaurar, identificando los males y las causas de nuestros males; describiendo nuestros pensamientos pesimistas y distinguiéndolos de los pensamientos optimistas. Necesariamente tendremos que pensar en palabras, en frases, en acontecimientos que nos han herido, en los agresores y en aquellas personas que nos han deseado el mal o nos han causado daño. Pero también debemos pensar en las ofensas que hemos hecho a los otros, en nuestras actitudes de descortesía, en nuestra antipatía y orgullo. Al pensar en todo esto, debemos regresar a nuestra infancia, tratando de reconstruir cada momento evolutivo y haciendo consciente cada etapa de la vida con sus tristezas y alegrías, con sus aciertos y desaciertos. No tengamos miedo al pensar en estos sucesos. Si al trasladarnos a nuestro pasado sentimos deseos de llorar, no nos cohibamos de hacerlo, pero no nos quedemos en el hecho doloroso. Siempre vamos a pensar en el acontecimiento doloroso y los sentimientos y actitudes que despertaron en su momento, pero con la intención de “sanar”. No olvidemos, en palabras de Sousan Abadian que: La raíz en inglés y en germánico de memoria es murnan, que significa llorar, lamentarse, recordar dolorosamente. Esto nos indica que los recuerdos, aunque sean agradables, necesariamente nos vinculan con la pérdida; después de todo lo que recordamos ya se ha ido. En el momento presente, la experiencia captada en la memoria ya ha pasado y nunca volverá. La maestría está en ser conscientes de esa resonancia y de que no moramos mucho tiempo en la tierra de la memoria, tierra 21 ABADIAN, Sousan. El dominio de la memoria: sanar las heridas ocultas. En: NARVÁEZ, Leonel (Ed.). Cultura Política de Perdón y Reconciliación. Colombia: Grafismo Editores, 2009, p. 129.

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de lo perdido, so pena de olvidarnos del banquete que nos espera en el aquí y el ahora22.

Todo este ejercicio exige un esfuerzo personal de abandonar los pensamientos negativos, eliminando todo prejuicio y prevención contra los otros, serenarnos y no dejar que el pensamiento y la imaginación nos controlen, saber controlar y manejar las emociones, impidiendo que la rabia se apodere de nosotros y pensando antes de actuar. En este primer día es importante que el facilitador realice algunos compromisos con todos los participantes, trazando unos acuerdos en los que se consolida la confianza, el respeto y la capacidad de escucha. Para ello se forman grupos de cuatro personas y destinan un tiempo prudencial para realizar este ejercicio de “compromisos y acuerdos”. Una vez se ha realizado este trabajo, cada grupo presenta los compromisos asumidos y el facilitador concluye leyendo los acuerdos pactados entre todos. Estos acuerdos sellan la confiabilidad sobre el trabajo realizado y deben ser recordados todos los días al inicio de cada jornada.

C. Autoevaluación: “Mi autobiografía” Los participantes tendrán cuarenta y cinco minutos para escribir su autobiografía, respondiendo a la pregunta ¿Quién soy yo? Buscarán un lugar tranquilo para realizar este trabajo de modo individual. El objetivo de esta autobiografía es poder descubrir fortalezas y debilidades, haciendo un recorrido desde la infancia hasta el momento actual, es decir, dar una mirada al desarrollo personal, en el que la incidencia del medio ambiente y de la comunidad es innegable. El facilitador entrega el siguiente formulario para que cada participante lo diligencie cuidadosamente: DATOS PERSONALES •

Fecha.

Nombre.

Edad.

Dirección.

Profesión.

Lugar de nacimiento.

22

Ibíd., p. 130.

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DATOS FAMILIARES •

Estado civil.

Número de hijos (si los tiene).

¿Actualmente con quién vive?

¿Cómo está conformada su familia?

Describa cómo es su relación de pareja.

ESCOLARIDAD •

Nivel de escolaridad: Primaria ___ Otro ___

Bachiller ___ Universitario ___

Describa algunos aspectos de su formación académica (centros educativos donde estudió, relación con sus profesores y compañeros de estudio, rendimiento escolar, dificultades y fortalezas).

Profesión.

DATOS LABORALES •

Empresa en la que trabaja.

Cargo que desempeña.

Describa algunos aspectos de su trabajo (satisfacción, clima laboral, relaciones interpersonales, dificultades, fortalezas, logros, expectativas).

HISTORIA PERSONAL •

Infancia (describir algunos hechos relevantes de la infancia).

Pubertad y adolescencia (describir algunos hechos relevantes de la pubertad y adolescencia).

Edad adulta (describir algunos hechos relevantes de la edad adulta).

Salud (describir aspectos importantes de su salud).

Vida social (describa algunos aspectos importantes sobre sus relaciones familiares, sociales, personales, empatía, amistad, hobbies, diversión, acción social).

Autopercepción (describa algunos aspectos de su personalidad).

Hábitos (describa algunos hábitos propios de su vida).

Expectativas (escriba sus sueños, sus metas e ideales).

¿Cómo se define usted? (Responda a la pregunta ¿Quién soy yo? Luego, expréselo en un dibujo que lo identifique).

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Elabore un listado de personas que usted considere deberían ser perdonadas a causa de las ofensas y agresiones que le han ocasionado.

Redacte un listado de las personas a las que usted ha ofendido, a quienes debería pedirles perdón.

Una vez los participantes han diligenciado este formulario, se reúnen en el salón principal y allí el facilitador les pregunta sobre su percepción acerca de este ejercicio. Luego, se refiere a la importancia de aprender a conocernos y comparte con todos la siguiente historia.

D. Historia: “El tren de la vida”23 Hay un relato de la sabiduría popular que refleja muy bien nuestro recorrido por el mundo en medio de luces y de sombras. La historia se llama: El tren de la vida. Vamos a ir leyendo la historia y complementando con reflexiones sencillas y preguntas existenciales que nos ayuden a pensar en nuestra propia historia. “La vida no es más que un viaje por tren: repleto de embarques y desembarques, salpicado de accidentes, sorpresas agradables en algunos embarques, y profundas tristezas en otros. Al nacer, nos subimos al tren y nos encontramos con algunas personas las cuales creemos que siempre estarán con nosotros en este viaje: nuestros padres”. Nuestra vida es un hermoso viaje. Al nacer nos subimos al tren en donde nos encontramos con muchas personas queridas. Comenzamos nuestro viaje al lado de nuestros papás y pensamos que ellos nunca van a faltar; desafortunadamente tenemos que constatar que muchas veces valoramos a las personas y a las cosas cuando las hemos perdido. No podemos ignorar que nuestro viaje está salpicado de tristezas y alegrías, de miedos y temores, pero también de grandes aspiraciones e ideales. “Lamentablemente la verdad es otra. Ellos se bajarán en alguna estación dejándonos huérfanos de su cariño, amistad y su compañía irreemplazable. No obstante, esto no impide a que se suban otras personas que nos serán muy especiales”. Un día nuestros padres se irán de nuestro lado, nos dejarán huérfanos y nos veremos enfrentados a un mundo lleno de bondades y de hostilidades, dándonos cuenta de que no podemos quedarnos para siempre a su lado, que un día levantaremos vuelo dejando el nido vacío. Sin embargo, muchas otras personas entrarán en contacto con nosotros a lo largo de nuestra existencia, lo importante es saber valorarlas y cuidarlas. 23 Esta historia pertenece a la sabiduría popular, circula a través del ciberespacio sin ningún crédito, por lo que al citar este relato diremos que se trata de un autor anónimo.

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“Llegan nuestros hermanos, nuestros amigos y nuestros maravillosos amores. De las personas que toman este tren, habrá quienes lo hagan como un simple paseo, otros que encontrarán solamente tristeza en el viaje, y habrá otros que, circulando por el tren, estarán siempre listos en ayudar a quien lo necesite”. Al contemplar nuestro alrededor nos damos cuenta de que hay personas que toman la vida sin responsabilidad, que muchos experimentan el dolor y la tristeza y se hallan sumidos en la desesperanza y apegados al pasado. Pero también encontramos personas muy especiales dispuestas a ayudar. Valdría la pena preguntarnos: ¿cómo estamos viviendo nuestra vida? “Muchos al bajar, dejan una añoranza permanente; otros pasan tan desapercibidos que ni siquiera nos damos cuenta de que desocuparon el asiento. Es curioso constatar que algunos pasajeros, quienes nos son más queridos, se acomodan en vagones distintos al nuestro”. El gran desafío es dejar huellas en las personas que vienen detrás de nosotros. La realidad que comprobamos es que no siempre dejamos añoranza. Podría suceder que pasemos por nuestros sitios de trabajo o de estudio sin pena ni gloria. De hecho podría suceder que algunas personas pasen por nuestra vida sin dejar ninguna huella, incluso que lleguen personas a las que ignoremos y pasemos desapercibidas. Ahora bien, es preciso saber que desde chicos hay personas que admiramos o de quienes podríamos enamorarnos pero que se acomodan en sitios distintos y quizás nunca entraremos en contacto con ellas. “Por lo tanto, se nos obliga hacer el trayecto separados de ellos. Desde luego, no se nos impide que durante el viaje, recorramos con dificultad nuestro vagón y lleguemos a ellos... pero lamentablemente, ya no podremos sentarnos a su lado pues habrá otra persona ocupando el asiento”. Cuántas veces valoramos a las personas por lo que tienen y no por lo que son. Cuántas veces hemos conocido personas que admiramos y luego nos damos cuenta de que ya no podrán hacer parte de nuestro círculo de amigos porque se han marchado, porque han muerto o porque han cambiado de ciudad o de trabajo. “No importa; el viaje se hace de este modo; lleno de desafíos, sueños, fantasías, esperas y despedidas... pero jamás regresos. Entonces, hagamos este viaje de la mejor manera posible”. Lo más grandioso es saber que este viaje está lleno de grandes desafíos, sueños e ideales. Es preciso poder reconocer que no hay 45


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posibilidad de devolver las manecillas del reloj, el tiempo no se detiene. Nos corresponde entonces asumir nuestra vida con responsabilidad y vivirla intensamente, con esperanza y con pasión. Cada uno podría preguntarse: ¿Cuáles son mis sueños, mis metas e ideales? “Tratemos de relacionarnos bien con todos los pasajeros, buscando en cada uno, lo que tengan de mejor. Recordemos siempre que en algún momento del trayecto, ellos podrán titubear y probablemente precisaremos entenderlos ya que nosotros también muchas veces titubearemos, y habrá alguien que nos comprenda”. Es lindo poder descubrir las cosas buenas en las demás personas. Si deseamos sanar la memoria debemos superar nuestros prejuicios con relación a quienes nos rodean. Es importante también poder reconocer los talentos y carismas de las personas con las que compartimos nuestra vida, reconocer que los otros no sólo tienen debilidades o limitaciones como yo las tengo, sino también un cúmulo de cualidades. “El gran misterio, al fin, es que no sabremos jamás en qué estación bajaremos, mucho menos dónde bajarán nuestros compañeros, ni siquiera el que está sentado en el asiento de al lado”. No sabemos cuándo nos bajaremos del tren, es decir cuando moriremos, por esta razón hay que vivir la vida con alegría y emoción. No sabemos tampoco dónde se bajarán las personas que nos rodean, pero lo que sí es cierto es que nuestro círculo de amigos cambiará a lo largo de nuestra vida. “Me quedo pensando si cuando baje del tren, sentiré nostalgia... Creo que sí. Separarme de algunos amigos de los que me hice en el viaje será doloroso. Dejar que mis hijos sigan solitos, será muy triste. Pero me aferro a la esperanza de que, en algún momento, llegaré a la estación principal y tendré la gran emoción de verlos llegar con un equipaje que no tenían cuando embarcaron”. Durante nuestro viaje por la vida vamos afianzando nuestra identidad y nuestro equipaje se va haciendo más grande. En el camino seguramente las personas con las que vivimos, compartimos y amamos se distancian, se van de nuestro lado buscando sus propios horizontes, pero es también posible que nos podamos reencontrar y nos demos cuenta de cuánto han madurado. Preguntémonos: ¿Cuál es el equipaje con que inicio esta experiencia de vida? Más adelante revisaremos de nuevo el equipaje que llevamos. “Lo que me hará feliz, será pensar que colaboré con que el equipaje creciera y se hiciera valioso. Amigos, hagamos que nuestra estadía en 46


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este tren sea tranquila, que haya valido la pena. Hagamos tanto, para que cuando llegue el momento de desembarcar, nuestro asiento vacío deje añoranza y lindos recuerdos a los que en el viaje permanezcan”. En nuestro recorrido por el mundo recibimos un tesoro de los demás y podemos aportar al crecimiento personal de los otros. El gran desafío es hacer más agradable nuestra vida y la de quienes nos rodean; preocuparnos por cuidar, defender y amar nuestra vida y la de los otros, dejando una huella imborrable en el corazón de quienes han entrado o entrarán en contacto con nosotros. La historia concluye aquí. El facilitador motiva a los participantes para que hagan sus comentarios teniendo en cuenta el ejercicio en el que han respondido a la pregunta existencial: ¿Quién soy yo?

E. Profundización En pequeños grupos se reúnen para compartir la siguiente lectura: Purificar la memoria Desde la infancia hasta la vejez el ser humano va desarrollando su memoria mediante los diversos procesos pedagógicos y de aprendizaje. En su memoria se van guardando los recuerdos del pasado. Muchos de sus actos y comportamientos quedan en la penumbra del inconsciente y con el paso de los años resurgen esos pensamientos positivos o negativos generando diversas reacciones. Naturalmente el proceso de recordar implica un acto de memoria del pasado, volver a internarse en la selva de los acontecimientos vividos y traerlos de nuevo a la conciencia. Este proceso natural lo denominamos “recuerdo”. Los seres humanos tenemos la tendencia a vivir aferrados al pasado, muchas veces un pasado ingrato que despierta dolor, sufrimiento, tristeza, rabias, decepciones, frustración. Todo depende de la manera como vivimos nuestra infancia, del ambiente donde crecimos, de las personas que nos formaron. No siempre nuestros recuerdos son afortunados, pues en ocasiones cuando recordamos traemos a la memoria los eventos buenos o malos en donde se mezclan una serie de emociones y sentimientos. Lo anterior nos ayuda a comprender, por ejemplo, el caso de un padre de familia que en un momento de su vida comienza a volverse intolerante, castigando y maltratando a sus hijos con palabras bruscas, reprendiéndolos con dureza, con actitudes violentas e imponiéndoles penas como si estuvieran en una prisión. Este padre de familia se vuelve autoritario, y cuando tiene problemas en el trabajo o con sus amigos maltrata a sus seres 47


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queridos. Es en este escenario donde el padre de familia aprovecha para expresar la fuerza de su poder intentando imponerse a los débiles mediante el miedo, la fuerza y la imposición. Pronto en el hogar reinará la ley del silencio y del temor. En los hijos surge entonces la idea del castigo, del odio, de la venganza. Cuando este padre de familia comienza una terapia psicológica, el terapeuta podrá descubrir los traumas de la infancia. Mediante ejercicios de memoria y hurgando en el pasado podrá reconocer la manera cómo sus padres lo castigaban, el comportamiento con sus semejantes y la sociabilidad, es decir, su relación con otras personas. Lo anterior no justifica en nada el comportamiento con sus hijos, pero este es un itinerario que nos ayuda a descubrir la lógica de la vida: los victimarios generalmente han sido víctimas y muchos de sus recuerdos se hayan pasivamente en la memoria, produciendo ante eventos detonantes, reacciones a veces incomprensibles para el mismo agente agresor. De ahí la importancia de volver al pasado para recordar momentos y eventos de la vida en donde fuimos agredidos y ofendidos, o en los que nosotros fuimos la causa de la división o del deterioro en las relaciones con los demás. Este proceso lo denominamos sanación de la memoria. Recordar para sanar, aunque muchas veces el recuerdo nos lleve a revivir escenas que nos causan dolor y sufrimiento. Se trata de recordar para limpiar, para hacer una catarsis, no para quedarnos en el pasado, sino para construir el presente sanando el pasado doloroso.

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Cuando una persona vive aferrada a su pasado, sus recuerdos le producen reacciones muchas veces violentas, generando rabias y resentimientos que desembocan con facilidad en odios y en deseos de venganza. El ejercicio de sanar la memoria comporta ayudar a las personas, sujetos de agresiones y ofensores por naturaleza, a superar estas crisis y a comprender su pasado. Es importante poner nuestra mirada en el verbo: “comprender”, ya que cuando se hacen conscientes nuestros actos, cuando reconocemos nuestras emociones y asimilamos nuestros comportamientos podemos comprender lo que está sucediendo en nuestra vida, lo que ha ocurrido en nuestra historia, podemos ir a sus causas y contemplar las consecuencias fisiológicas, psicológicas, sociales, emocionales y espirituales. Cuando vivimos aferrados al pasado y no logramos comprender los acontecimientos que nos causan dolor, se producen sufrimiento y enfermedad, espiritualmente se pierde la noción de trascendencia, es decir, se da una ruptura en la armonía y la integridad de la persona, se fracturan sus relaciones y se desvanecen sus ilusiones. El proceso de ayudar a superar estas crisis y aprender a manejar las emociones, implica volver al pasado, no para quedarse en él sino para sanarlo. Si esto queda comprendido podemos dar el paso hacia la construcción del presente visualizando un futuro de esperanza. No se trata de olvidar el pasado sino de asimilarlo y de sanar recordando para recordar sanando. Nace entonces la necesidad de responder a la pregunta: ¿Quién soy yo? Pues desde esta realidad se refleja la madurez e identidad de los seres humanos. Así lo manifiesta Gastón de Mézerville: La persona, durante su vida, necesita ir adquiriendo un sentido de identidad personal que dé respuesta adecuada a la pregunta “¿Quién soy yo?”, en todas sus posibles resonancias: como persona única e irrepetible, como adulto, como hombre o mujer, como elemento útil de su colectividad, como esposo, padre o amigo potencial, y, en el caso del creyente cristiano, como hijo de Dios y miembro de su pueblo escogido, la Iglesia, según su llamado específico a la vida laical o a la consagración sacerdotal o religiosa24.

De esa manera, respondiendo a esta pregunta, el ser humano puede hacer remembranza de su pasado y afianzar su identidad, con la convicción de abandonar su apego al pasado que muchas veces lo domina, aniquila sus sueños y le impide ser feliz. 24

DE MÉZERVILLE. Op. cit., p. 22.

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Este no es un camino fácil, por tal razón nos referimos a un proceso en el que buscamos reconstruir el pasado para aprender a conocer nuestras emociones y controlarlas, aprendiendo de los errores, superando las barreras que nos impiden vivir tranquila y serenamente y aceptando la realidad; en otras palabras, vivir con ardor el presente y recordar con gratitud el pasado. Después de la lectura los participantes responden a las preguntas: 1. ¿Por qué es importante sanar la memoria? 2. ¿Cómo podemos sanar la memoria? 3. ¿Es posible sanar la memoria desde la fe? 4. ¿Qué daños físicos, psicológicos, emocionales, sociales y culturales se pueden presentar cuando nuestra memoria está agitada por recuerdos ingratos, por actos violentos, por pensamientos negativos?

F. Reflexión personal y reflexión compartida: “Sanar la memoria” El facilitador motiva a los participantes para la siguiente actividad que tiene dos momentos: un primer momento dedicado a la reflexión personal con una duración de 45 minutos; un segundo momento, trabajo por grupos −cuatro integrantes máximo− en donde se comparte las percepciones e impresiones acerca del ejercicio. Un elemento importante a tener en cuenta es que en el grupo se debe aplicar la escucha activa, mientras una persona habla los demás la escuchan sin interrumpir y sin preguntar. Cada participante comparte sus emociones y sentimientos sin revelar nombres de personas. Solo comparte en torno a los acontecimientos de dolor o de gozo que han marcado su vida. Primer momento: Reflexión personal Usted tendrá 45 minutos de reflexión para profundizar en aquello que debe sanar: su memoria. Haga un elenco de acontecimientos en los que usted ha experimentado dolor, sufrimiento e intranquilidad. 1. ¿Cuáles fueron los sentimientos y emociones que se despertaron? 2. ¿Por qué se descompensa hoy al recordar estos acontecimientos? El facilitador insiste en la necesidad de tomar la decisión de sanar “mi memoria”. 50


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Acontecimientos de mi pasado

Sentimientos y emociones que se despertaron

¿Por qué me descompenso al recordar hoy estos acontecimientos?

Ej. Un grito de mi padre delante de la gente que me hizo quedar en ridículo.

Ej. Rabia, vergüenza, deseos de llorar, impotencia.

Ej. Porque me da temor enfrentarme a los públicos y cuando estoy en medio de mucha gente recuerdo con rabia este momento.

Una vez se ha realizado la primera parte de este ejercicio, se pide a los participantes que individualmente continúen con las siguientes indicaciones: •

Vuelva a repasar cada acontecimiento escrito, con sus sentimientos, emociones y actitudes.

Seleccione sólo un acontecimiento para trabajar durante esta jornada.

Responda las siguientes preguntas: 1. ¿Cómo puedo cambiar esta realidad hoy? 2. Actitudes que podría asumir a partir de hoy 3. ¿Por qué quiero sanar mi memoria? ¿Cómo puedo cambiar hoy esta realidad?

Actitudes que podría asumir a partir de hoy

¿Por qué quiero sanar mi memoria?

Ej. Desaferrándome de ese pasado ingrato. Perdonando a mi padre.

Perdón, humildad, tranquilidad.

Porque me siento bloqueado y necesito estar bien para sentir que mi vida es prosperidad.

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Segundo momento: Reflexión compartida El facilitador orienta a los participantes para que se reúnan en grupos de cuatro personas −los grupos que se conformaron al inicio de la jornada− recordando la importancia de asumir con responsabilidad los compromisos adquiridos por todos y que se convierten en garantía del sigilo y el respeto por lo que se dice y se comparte. Reunidos en cada subgrupo, se comparte sólo con relación a las siguientes preguntas: a. Los acontecimientos que nos han sucedido. b. Los sentimientos que nos han producido. c. ¿Por qué quiero sanar mi memoria? d. ¿De qué tengo que perdonarme?

G. Mi aprendizaje Cada participante escribe en su cuaderno de notas el aprendizaje de este primer módulo. Una frase o una palabra que resuma la experiencia vivida durante la jornada. Luego, comparte con sus compañeros este aprendizaje. Al finalizar, el facilitador debe recoger algunas ideas importantes.

H. Mi celebración: “Quiero ser luz” Todos los participantes se reúnen en el patio o en un salón. El facilitador ha preparado un cirio que representa el deseo de iluminar nuestras vidas y la vida de quienes nos rodean. Ofrece las indicaciones correspondientes: •

Un participante entrega el cirio a otra persona (sin que se repita) y acompaña el gesto con una expresión, llamándole por su nombre y diciéndole lo que le desea en esta experiencia de vida.

Cuando todos han realizado este gesto, el facilitador coloca el cirio en el centro y a cada participante entrega una vela. Los participantes, uno a uno, se acercan y expresan públicamente su compromiso, a partir de las actividades del primer módulo y de sus aprendizajes. Para ello, debe decir su nombre y expresar luego: “me comprometo a…”.

Una vez ha concluido la ronda, intercambian sus escarapelas, con el objetivo de encontrarse durante el día (almuerzo, refrigerio o cena) con esa otra persona para compartir un poco más acerca de esta experiencia.

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Sanación de la memoria, de la palabra y del corazón: un ejercicio de autoperdón

1. Sanación de la memoria

Módulo 2:

“Sano mi memoria: quiero perdonarme”

A. Aprender haciendo. Construcción de saberes: “Claro que se puede, pero entre todos” Vamos a vivir ahora una experiencia significativa. Aunque es un trabajo en equipo se trata de una experiencia personal que nos permitirá evocar sentimientos, emociones y percepciones del pasado. La actividad la hemos denominado “Claro que se puede pero entre todos”. El facilitador dará las siguientes instrucciones: •

Se reúnen por grupos de seis personas.

Cada grupo recibirá doce palillos y ocho trozos de piola o nylon. 53


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El objetivo es hacer un cubo sin cortar la piola o partir los palillos sin utilizar ningún otro elemento.

Para hacer el cubo el grupo cuenta con 15 minutos durante los cuales deberán realizar el trabajo aplicando las indicaciones dadas.

Cada participante tiene una discapacidad: los número uno no tienen manos; los dos, no tienen pies ni piernas; los tres son sordomudos; los número cuatro son ciegos; los número cinco son tartamudos y los números seis están completamente sanos.

Los participantes deben asumir la discapacidad desde el comienzo de la actividad hasta que el facilitador de por terminado el ejercicio, mientras tratan de evocar acontecimientos del pasado.

Se advierte que esta actividad se hace con el debido respeto por aquellas personas que sufren discapacidad.

Al terminar la actividad todos se reúnen en el gran círculo y cada participante cuenta sus percepciones e impresiones sobre el ejercicio, respondiendo a la pregunta ¿Cómo se sintió y qué acontecimientos de la vida recordó?

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B. Motivación Una vez todos los participantes han expresado sus sentimientos, el facilitador concluye la actividad destacando tres ideas fundamentales: 1. Hemos denominado la actividad “Claro que se puede pero entre todos”. No siempre los sanos son los que más trabajan, en ocasiones el liderazgo lo asumen otras personas con discapacidades. Nosotros muchas veces trabajamos con las personas que entendemos y nos comprenden, marginando a aquellas que se convierten en obstáculo y no siempre están de acuerdo con nuestras ideas o pensamientos. La actividad tenía como objetivo generar y fortalecer nuestras relaciones, pero como hemos visto casi siempre nos preocupamos por realizar nuestra tarea, por hacerla bien aunque lo relacional pase a un segundo plano. 2. Es importante el trabajo en equipo, pero también es importante asumir nuestra propia responsabilidad, reconociendo nuestras debilidades. Es necesario por lo mismo valorar lo que somos y lo que tenemos, poniendo nuestro granito de arena y contribuyendo en la construcción de la comunidad. 3. Seguramente algunos de ustedes evocaron situaciones complejas y difíciles de la infancia o de la adolescencia, pero no abandonaron la misión encomendada. Se comprometieron, y aunque muchos tuvieron la tentación de abrir los ojos, de hablar, de caminar, hicieron el mejor esfuerzo para construir el cubo. Algunos, como pudimos contemplar, se marginaron o se sintieron rechazados por sus compañeros y es esta actitud la que muchas veces asumimos con las personas con las que vivimos. Después de esta motivación el facilitador concluye: Ahora centremos nuestra atención en este segundo módulo que hemos denominado: “Sano mi memoria: quiero perdonarme”, durante el cual seguiremos en la dinámica de los pensamientos, los recuerdos, las imágenes, sin olvidar lo que hemos planteado desde el inicio de nuestro itinerario: memoria, palabra y corazón son inseparables. Recordemos una vez más que hemos tomado cada aspecto por separado para una mayor comprensión del proceso que debe vivirse, pero no podemos perder de vista que se trata de un proceso integral, de una cadena donde cada eslabón es fundamental y si se rompe uno de los eslabones, el proceso se desvirtúa.

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Esto quiere decir que cuando una persona sana su memoria automáticamente las palabras y los sentimientos se modifican. Igual ocurre cuando una persona decide sanar su palabra, su pensamiento y sus comportamientos se transforman, o cuando una persona decide sanar su corazón, necesariamente debe hacer remembranza del pasado para construir una nueva historia personal y comunitaria. En este proceso se abre paso una actitud fundamental de resiliencia, comprendida como la capacidad de adaptación a los cambios, de asimilación y aceptación de la realidad y de búsqueda de soluciones a los problemas de la vida con paciencia, optimismo y esperanza. De hecho, Las personas resilientes prestan atención, ante todo, a los aspectos positivos de su entorno, sin ignorar por ello problemas, peligros y riesgos. Puesto que una visión marcadamente negativa de las cosas limita y contamina nuestra percepción de lo positivo, para el fortalecimiento de la resiliencia es importante desarrollar y consolidar una visión positiva del mundo. Las personas con una imagen negativa de sí mismas tienden a tomarse los fracasos como algo personal, creen que tales chascos sólo les ocurren a ellas, y los achacan a su inferioridad. Las personas con un concepto positivo de sí mismas son conscientes, por el contrario, de que muchos sucesos no tienen en absoluto nada que ver con ellas en concreto, sino que también pueden ocurrirles, y les ocurren de hecho, a otras personas25.

En la actividad personal recordando hechos y acontecimientos dolorosos nos pudimos dar cuenta de cuánto estamos aferrados al pasado, cuántos pensamientos negativos llegan a nuestra memoria. Algunos que pensaban que no tenían nada para perdonarse, seguramente se percataron que inconscientemente en el corazón y en la memoria anidan resentimientos, rabias y rencores que no imaginaban. Lo importante entonces es asumir esta actitud de resiliencia y dar un paso más: después de recordar acontecimientos negativos o positivos, los sentimientos y las emociones que produjeron y los sentimientos y actitudes que se despiertan hoy, al pensar de nuevo en esos sucesos, poner la atención en aquello que deseamos perdonarnos. Para ello necesitamos hacer un inventario de las cosas perdidas. Así que bienvenidos a esta experiencia de sanación de la memoria.

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56

GRUHL, Monika. El arte de rehacerse: la resiliencia. España: Sal Terrae, 2009. p. 29.


Sanación de la memoria, de la palabra y del corazón: un ejercicio de autoperdón

C. Historia: “El inventario de las cosas perdidas”26 El facilitador pide a uno de los participantes que lea en voz alta esta breve historia, para dar paso al diálogo y a la construcción individual del propio inventario de las cosas perdidas. Un día lo vi distinto. Tenía la mirada enfocada en lo distante. Casi ausente. Pienso ahora que tal vez presentía que ese era el último día de su vida. Me aproximé y le dije: ¡Buen día, abuelo! Y él extendió su silencio. Me senté junto a su sillón y luego de un misterioso instante, exclamó: –¡Hoy es día de inventario, hijo! –¿Inventario? –, pregunté sorprendido. –Sí. ¡El inventario de las cosas perdidas! –, me contestó con cierta energía y no sé si con tristeza o alegría. Y prosiguió: –En el lugar de donde yo vengo, las montañas quiebran el cielo como monstruosas presencias constantes. Siempre tuve deseos de escalar la más alta. Nunca lo hice, no tuve tiempo ni la voluntad suficiente para sobreponerme a mi inercia existencial. Recuerdo también a Mara, aquella chica que amé en silencio por cuatro años; hasta que un día se marchó del pueblo, sin yo saberlo. –¿Sabes algo? –continuó el abuelo– También estuve a punto de estudiar ingeniería, pero mis padres no pudieron pagarme los estudios. Además, el trabajo en la carpintería de mi padre no me permitía viajar. ¡Tantas cosas no concluidas, tantos amores no declarados, tantas oportunidades perdidas! Luego, su mirada se hundió aún más en el vacío y se humedecieron sus ojos. Y continuó: –En los treinta años que estuve casado con Rita, creo que sólo cuatro o cinco veces le dije “te amo”. Luego de un breve silencio, regresó de su viaje mental y mirándome a los ojos me dijo: “Este es mi inventario de cosas perdidas, la revisión de mi vida. A mí ya no me sirve. A ti sí. Te lo dejo, como regalo para que puedas hacer tu inventario a tiempo”. Y luego, con cierta alegría en el rostro, continuó con entusiasmo y casi divertido: –¿Sabes qué he descubierto en estos días? –¿Qué, abuelo?– Aguardó unos segundos y no contestó, sólo me interrogó nuevamente: –¿Cuál es el pecado más grave en la vida de un hombre? – La pregunta me volvió a sorprender, y sólo atiné a decir, con inseguridad: 26 Este inventario de las cosas perdidas es un relato de la sabiduría popular que circula por internet sin una autoría oficial, por lo que en este caso diremos que se trata de un relato cuyo autor es anónimo y aquí hacemos uso de la historia para fines educativos.

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–No lo había pensado. Supongo que matar a otros seres humanos, odiar al prójimo y desearles el mal ¿Tener malos pensamientos, tal vez?– Movió su cara de lado a lado, como reacción a mi respuesta errada. Me miró intensamente, como remarcando el momento y en tono grave y firme me señaló: –El pecado más grave en la vida de un ser humano es el pecado por omisión. Y lo más doloroso es descubrir las cosas perdidas sin tener tiempo para encontrarlas y recuperarlas. Al día siguiente regresé temprano a mi casa, luego del entierro del abuelo, para realizar en forma urgente mi propio inventario de las cosas perdidas. Una vez ha sido leída esta historia el facilitador concluye con las siguientes palabras: Esta historia nos puede ayudar a escribir nuestro propio inventario. Algunas personas consideran que no es necesario pensar en las cosas que ya se perdieron, pues creen que recordar es hacerse daño pensando en lo que se tuvo un día y hoy ya no se posee. En realidad este inventario no es para llorar o lamentarse frente a lo que se ha perdido, sino para soñar de nuevo, haciendo el esfuerzo de recuperar aquello que se había perdido. Muchos de nosotros quizás éramos pacientes, tranquilos y con el paso de los años, perdimos esa serenidad, comprobando hoy que nos hemos vuelto intolerantes, de mal genio y exigentes con las personas que amamos. Otras personas quizás ayer eran más calmadas, tomaban decisiones después de largas reflexiones, vivían con pasión la vida sin acelerarse, pero hoy pueden constatar que se han vuelto intranquilos, acelerados, que se ven enfrentados a tomar decisiones sin dilatarlas con densas reflexiones. La vida se nos ha complicado o quizás somos nosotros los que hemos complicado nuestra vida. Y en este estilo de vida, de instantaneidad, de inmediatez, los medios de comunicación han puesto su cuota. En antaño dedicábamos más tiempo a nuestros seres queridos, escuchábamos la radio, compartíamos en familia, mientras que hoy no tenemos tiempo para dedicarle a nuestros seres queridos. Tantos proyectos, sueños e ideales no concluidos. Hemos perdido bienes materiales, espirituales, seres queridos y aunque la vida sigue, este inventario nos permitirá recuperar aquello que vale la pena recuperar, reparar el daño que hemos hecho a otras personas, autoperdonarnos y perdonar de corazón a quienes nos han ofendido, incluso recuperar los vínculos que se han perdido por nuestra falta de compromiso. 58


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Hacer este ejercicio del inventario para reconocer las pérdidas y para intentar una restauración, una reparación autopersonal, implica volver la mirada a nuestras relaciones, a la vincularidad, a los afectos y a las rupturas, pues en este cambio de época, en que todo parece volverse superficial, en donde la sociedad de consumo nos absorbe y nos sumerge en individualismos y egocentrismos, es en donde evidenciamos la ruptura de unos vínculos humanos que deberían ser sólidos. Así lo expresó de manera singular Zygmunt Bauman27, al escribir acerca de la fragilidad de los vínculos. Lo podemos constatar en las relaciones amorosas, en la amistad, en el trabajo, en la familia, etc. Fácilmente se rompen los vínculos por falta de un compromiso que identifique la madurez de la propia vida. Se reúnen en los pequeños grupos para profundizar en la historia. Debe hacerse énfasis en los acuerdos y compromisos del grupo desde el primer día de trabajo. Responden a las siguientes preguntas: 1. ¿Qué mensaje podemos extraer de la historia que hemos compartido? 2. ¿Por qué es importante hacer nuestro propio inventario? 3. A partir de la pregunta que nos hicimos esta mañana sobre ¿qué tenemos que perdonarnos? construye tu propio relato sobre los sentimientos de culpa y de dolor, y pregúntate ¿Cómo me siento?

D. Reflexión personal y reflexión compartida Una vez se ha compartido en los pequeños grupos, cada participante debe realizar su inventario de manera individual, para lo cual el facilitador debe invitar a buscar un sitio tranquilo donde puedan concentrarse y reflexionar serenamente. A continuación vamos a realizar el inventario de las cosas perdidas. Cada participante tendrá 45 minutos para que en un lugar tranquilo trate de pensar en aquello que ha perdido por descuido, por las circunstancias o porque tenía que pasar, y va a pensar en lo que desea recuperar y las actitudes que quiere asumir para reconquistar aquello que ha perdido. Para ello es vital pensar nuevamente en los acontecimientos que seleccionó en el primer módulo y los sentimientos y emociones que experimentó. Es importante centrar la atención en la pérdida de bienes materiales, pérdida de personas y pérdida de bienes espirituales.

27 BAUMAN, Zygmunt. Amor líquido. Argentina: Fondo de Cultura Económica, 2005.

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Este ejercicio lo vamos a vivir en cuatro momentos, tres de los cuales se vivirán de modo individual. El cuarto momento será para compartir en los pequeños grupos. Primer momento: pensar en las personas, bienes materiales y bienes espirituales que hemos perdido y los sentimientos y emociones que se despiertan en mí. Personas

Bienes materiales

Bienes espirituales

Familiares, amigos, personas importantes en la vida.

Bienes que se han adquirido con esfuerzo y por malos negocios, administración o deudas se han perdido.

Virtudes, valores evangélicos que se han tenido y por la rapidez de la vida se han perdido: paciencia, prudencia, serenidad.

Sentimientos y emociones que se despiertan Ej. Tristeza, nostalgia, frustración, intranquilidad, inseguridad, desconfianza.

Segundo momento: dedicamos un espacio a la reflexión, elaborando el duelo, asumiendo y aceptando la realidad. Es un instante de silencio, que te permita hacer el ejercicio teniendo en cuenta varios elementos: 1. Haz un esfuerzo de recordar (personas, bienes espirituales, bienes materiales que has perdido); piensa en la satisfacción, en la felicidad que te producía. Ahora ya no está contigo, ya no cuentas con esos bienes. ¿Qué es lo que más me cuesta aceptar de esta realidad que estoy viviendo ante la pérdida? 2. Esta pérdida supone para ti dolor, pena, sufrimiento. ¿De qué modo estás expresando tus emociones y la experiencia del dolor? ¿Cuáles son tus reacciones? 3. La realidad es que –las personas, bienes materiales o espirituales– ya no están, ya no las tienes, entonces ¿cómo puedo vivir sin esas personas, sin esos bienes materiales o espirituales? ¿cómo recuperar esos bienes perdidos? En el caso de las personas ¿cómo seguir amándolas sabiendo que ya no podrán estar a mi lado? Y si puedo recuperarlas ¿cómo puedo valorarlas más? 4. ¿Cómo me he sentido sin la presencia de esas personas, sin esos bienes materiales o espirituales? ¿qué he hecho para recuperarme y para recuperar el sentido y el interés por mi vida? 60


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Si asumes el silencio y la soledad como los antídotos a tu tristeza sentirás que no hay razones para seguir luchando. Debes intentar salir de tu estado compartiendo con otras personas, hablando de lo que te sucede con quienes te brindan confianza, realizando otras actividades para salir de la rutina y aprender nuevas formas de relación con las personas y las cosas que te rodean, es decir, darle un nuevo sentido a la vida, al mundo, a las relaciones. Elaborar el duelo no significa olvidar, es un camino valioso que te puede ayudar a perdonarte a ti mismo, a perdonar a los otros, a sanar los recuerdos, a limpiar y purificar tus pensamientos, a soñar y a emprender una nueva vida. Tercer momento: pienso en lo que deseo recuperar, las estrategias y las actitudes que deseo asumir. Aquello que no puedo recuperar lo asumo para seguir elaborando mi duelo. Lo que deseo recuperar

Estrategias (¿cómo?)

Actitudes (compromisos)

Ej. El tiempo que no he dedicado a mis hijos.

Ej. Valorando a mis hijos y dándoles importancia por lo que son, escuchándolos, visitándolos, compartiendo con ellos y llamándoles con frecuencia.

Ej. Mayor disponibilidad, aprender a escuchar, respeto, ganarme la confianza y confiar en mis hijos.

Cuarto momento: se reúnen en grupos pequeños (los mismos integrantes del primer día), comparten tres aspectos de la reflexión personal: 1. Inventario de las cosas perdidas (personas, bienes materiales y espirituales). 2. ¿Qué aspectos debo tener en cuenta para elaborar un duelo y por qué? 3. ¿Qué bienes –materiales o espirituales– deseo recuperar y cómo hacerlo? En el caso de personas que he perdido ¿cómo sanar los recuerdos y aceptar que ya no están a mi lado? Si son personas que puedo recuperar ¿cómo hacer para que las personas que estén cerca de mí puedan experimentar gozo y tranquilidad? 4. ¿Qué estoy impresiones).

sintiendo

en

estos

momentos?

(percepciones,

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E. Profundización: “Una historia de vida para escribir” En los pequeños grupos se concluye el encuentro con la siguiente lectura, que refleja muy bien cómo nuestra vida debe cambiar aprovechando el tiempo, valorando las personas y convirtiéndonos en personas de bien. Una historia de vida para escribir28 Nuestra vida puede ser comparada con los libros. Pensemos en lo que hacemos con ellos, su función, su uso, su contenido. Todo esto lo podemos aplicar a la vida de los seres humanos, puesto que todos somos como unos libros que se van escribiendo en la medida en que van pasando los años y van sucediendo los acontecimientos. Hay libros que están en los estantes y con el paso de los años se van poniendo amarillentos, llenos de polvo y atacados por el comején. Nadie los consulta. Son libros que han muerto en vida. Hay muchos hombres y mujeres que son como esos libros: están en el escenario que llamamos “mundo”. Los años van pasando y permanecen cerrados, su vida se va consumiendo sin aportar nada ni a la sociedad en la que viven ni al entorno en el que están. Son seres mudos e inactivos. La vida se les va yendo. Muchos quisieran ser tenidos en cuenta pero los marginamos y no nos acercamos a ellos, pensando que no tienen nada para ser consultados ni para enseñarnos. Están sujetos a morir ignorados. Otro tipo de libros son los de consulta esporádica: grandes enciclopedias y diccionarios. Son libros de mucho contenido, pero solo abiertos cuando requerimos de una consulta. En la vida hay muchos hombres y mujeres sabios que han dedicado parte de su vida a formarse, a beber de la sabiduría. Son verdaderas enciclopedias, conocedores de doctrina, preocupados por enseñar y hacer discípulos: filósofos, líderes religiosos, políticos. Tienen mucho para enseñarnos. Pero también hay muchos seres con un potencial intelectual desperdiciado. A esos seres humanos nos acercamos de cuando en vez, les pedimos consejos, instrucción sobre los caminos que hay que tomar a la hora de hacer negocios, para tomar decisiones acertadas y poder orientar nuestra vida. Son seres disponibles, abiertos, pero igual, después de consultados quedan ignorados hasta una nueva consulta. Otros libros tienen poco interés, llaman la atención por sus fotografías, su diagramación y diseño, pero son de contenido muy pobre. Cuando comenzamos a leer no nos animamos a terminar su lectura, desistimos de 28 QUINTERO GÓMEZ, Carlos Arturo. Una historia de vida para escribir. [Texto publicado en el Suplemento Literario del diario El Colombiano]. 1999. Disponible también en la web: http://www.eciety.com/cartuquin/actualidad.htm

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nuestro intento de seguir leyendo. En la vida hay muchos seres humanos que impresionan, son admirados, llaman la atención y muchas veces entramos en contacto con ellos, pero cuando empezamos a tratarlos nos damos cuenta de que su contenido es pobre, frágiles en relaciones humanas; tienen apariencia de barniz: brillan externamente, pero son vacíos. No piensan con honestidad, reflexionan pero no aportan, sólo están interesados en el lucro, en la pantalla y en el prestigio. Hay también libros y revistas de farándula que ofrecen noticias interesantes sobre la vida social, de las que leemos solo aquello que nos llama la atención: sobre un artista, una modelo, un negocio, etc. Los seres humanos muchas veces somos como esas revistas de farándula, apreciados por unos, rechazados por otros, criticados e incomprendidos por algunos. Hacen parte de la farándula de la vida pero solo los aprovechamos cuando están de moda. Si pasan, envejecen o se enferman, ya no nos interesan, su fama y su prestigio ya no importan, llegarán otros personajes de talla y prestigio mayor. Hay revistas de farándula que son más de chisme y crítica, muy pobres en contenido. Son esas revistas que uno toma para leer pero al revisarlas nos damos cuenta de que están en el mercado más por la fuerza de la publicidad que por la edición misma, tienen contenido que denominamos “basura”, que en nada edifican. Como estas revistas hay hombres y mujeres dedicados al mal y a producir daño, dedicados al chisme, a la intriga, al desprestigio. No aportan cosas buenas, su publicidad es la maldad y el engaño, pero sobreviven en el tiempo, se hacen buenos amigos y aliados. Cuando entramos en contacto con ellos nos damos cuenta del mal que nos pueden causar y entonces optamos por abandonarlos. Igualmente hay libros y textos que permanecen siempre abiertos que están en todas partes, sobre la mesa, en la biblioteca, en los colegios. Son obras necesarias que hacen falta: novelas, artículos de interés, libros de consulta diaria, diccionarios, la sagrada escritura, etc. Esos textos son consultados por todo el mundo, son excelente literatura. En la vida hay muchos hombres y mujeres que se esfuerzan por dejar huella, por dar buen ejemplo sin buscar prestigio ni honores, personas que son admiradas y cuyos buenos ejemplos son imitados. Todos debiéramos ser siempre esos libros abiertos que otros pudieran leer. Que pudieran leer en nuestra vida la bondad, la generosidad, el servicio, la disponibilidad, la caridad, la entrega, la tolerancia, el respeto, la solidaridad y el amor. Ser un libro abierto que refleje toda esa bondad. Tal vez ese sea el único libro que muchos leerán en toda su vida. ¿Qué mensaje podemos extraer de esta lectura? 63


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F. Orientación: “Memoria y aprendizaje” Reunidos con todos los participantes, el facilitador presenta el tema sobre la memoria y el aprendizaje, enfatizando primero en esta reflexión sobre el sentido de la memoria y, luego, a partir de la investigación, lo que implica la anatomía de la memoria y el proceso del aprendizaje. El sentido de la memoria y el aprendizaje Los seres humanos gozamos desde nuestra concepción de cuerpo, alma y espíritu, de inteligencia, pensamiento y voluntad. He aquí una diferencia fundamental con las demás creaturas, el hombre se diferencia del animal por su capacidad de pensamiento, de aprehensión, de comprensión de las cosas. Desde su aparición, el hombre siempre se ha preguntado por el origen de las cosas, por las causas últimas, por el sentido de la vida y también el sentido de la muerte. Y en este ejercicio de preguntarse, cuestionarse y contemplar, el ser humano ha reconocido su capacidad de trascender, más allá de este mundo y de las cosas creadas. El hombre ha sido creado con inteligencia, por lo mismo puede discernir entre lo bueno y lo malo y, dotado de libertad, puede elegir y comprender su rol en el mundo y en la historia. El ser humano ha usado su pensamiento e inteligencia para el bien y para el mal. Grandes descubrimientos, ciencia, tecnología, medios de comunicación, inventos; el hombre se ha constituido en cocreador, capaz de transformar la realidad y de convertirse también en depredador o en restaurador de la naturaleza Podemos decir entonces que pensar “implica una serie de interacciones físicas, emocionales, espirituales y mentales que no se simplifican en la acumulación de información enciclopédica ni en la simple evocación de imágenes mentales obtenidas de la memoria. Pensar tampoco es el estricto seguimiento de instrucciones obtenidas en procesos de socialización. El ejercicio de pensar es otra cosa. Es algo más complicado. ¿Cómo puede el investigador ofrecer información ahora desconocida por la humanidad? ¿Cómo son resueltos los problemas cotidianos? ¿Cómo es posible aprender algo y horas o días más tarde, haberlo olvidado? Las causas del aprendizaje están vinculadas con los procesos de pensamiento”29 Con su pensamiento, el hombre ha trazado las normas, los principios y las leyes de la existencia humana, sabe que en su corazón se han impreso leyes naturales, pero también reconoce que debe diseñar leyes y 29 MÉNDEZ, Pablo Fermín. El proceso de pensar: el hombre ante el desafío de ratificar su identidad. En: El valor de la palabra en la expresión y la comunicación. Bogotá: Universidad de La Sabana, 2001, p. 79-80.

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normas para la convivencia, y en este proceso están implicadas una serie de interacciones físicas, emocionales, espirituales y mentales. En esta estructura del pensamiento el axioma de Descartes: “pienso, luego existo” es una clave fundamental para que el hombre pueda encontrar el destino de su vida, la riqueza del saber filosófico, y para que se cuestione acerca del sentido último de las cosas. Mientras los filósofos de la antigüedad al referirse al sentido de las cosas hablaron de la tierra, del agua, del aire, del fuego y del ápeiron; hoy desde diversas ópticas como la medicina, la sociología, la antropología, la psicología y la teología se vuelve la mirada al hombre como ser humano y se intenta retornar al paraíso terrenal en donde la armonía y el equilibrio hacen parte de la vida misma; en donde el ser humano con sus potencialidades aprende a vivir con sus semejantes y a respetar el curso de la naturaleza, de ahí los grandes movimientos que han surgido en defensa de los recursos naturales, en defensa de la vida y del ecosistema. Pero la realidad muchas veces es contraria, pues con el trashumar de la vida, el hombre se ha comportado como dominador de todo lo creado y, poco a poco desarrollando su inteligencia, se ha convertido en un superhombre para muchos, en un tirano para otros y en una pobre creatura, que aun teniéndolo todo, no ha sabido estar en el mundo. Pareciera que el ser humano se olvidara de su origen y de su verdadera misión. Por esta razón es fundamental hacer remembranza del pasado, recordando para sanar y sanar recordando. Es en este recorrido por su historia que el hombre, con su capacidad de pensar, con su inteligencia y sabiduría, puede recordar los grandes sucesos y almacenar información gracias precisamente a la “memoria”, a través de la cual puede recordar, seleccionar información y compartir su pensamiento con sus semejantes. Por estas razones es digno exaltar el proceso de la memoria en el ser humano, su configuración anatómica, su relación con el aprendizaje, los tipos de memoria y la definición de algunas palabras claves que nos ayuden a comprender el proceso del aprendizaje y la memoria. Así, debemos partir de una constatación: la memoria en el ser humano es un prodigio. Sabemos que el hombre busca el sentido de la vida desde que nace hasta que muere, expresa en su relación con los demás y con el mismo Dios su sentido de trascendencia. El ser humano es por naturaleza un ser espiritual, así se entiende su integridad, pues no es solo cuerpo y alma, sino también espíritu, este concepto es muy importante comprenderlo como ya lo hemos mencionado, para poder descubrir la riqueza de lo 65


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que significa la memoria y la manera como espiritualmente el ser humano puede abordar sus sentimientos, emociones y comportamientos. Muchos quizás conciben la espiritualidad como conjunto de normas y de ritos que destruyen la libertad de la persona o hasta la conciben como una relación con un ser superior al que rinden cuenta de sus actos mediante la oración, la meditación y la contemplación, pero más allá de estos conceptos es pertinente entender la espiritualidad como un camino, como un itinerario que traspasa las fronteras de lo terrenal para sumergirnos en el ámbito de la estética y de la belleza de Dios, el creador del mundo. Como seres espirituales los hombres y mujeres están llamados a relacionarse con sinceridad y transparencia y a crecer en su relacionalidad mediante el amor, la misericordia y la compasión. Tarea nada fácil pero sí un desafío. De esta manera podemos comprender que la psicología no riñe con la espiritualidad, aunque muchos psicólogos optan por hablar de un ser humano cuya personalidad ha de entenderse sin una relación con la divinidad. Desde el humanismo cristiano y desde una psicología humanista la espiritualidad y la trascendencia son un escenario en el que se tejen relaciones con la divinidad. Dios en la vida de los seres humanos actúa como alguien que se revela en su Hijo –teología trinitaria– y en esta comunicación enseña a los seres humanos a comunicarse entre sí, de ahí que la comunicación es un camino hacia la comunión. La comunicación se transforma en pedagogía para el perdón y la reconciliación. No hablamos aquí de un espiritualismo ni de un ritualismo cargado de normas y de una piedad que desvirtúa la esencia misma del ser, sino de una espiritualidad afectiva y efectiva que contempla la acción y centra su mirada en Dios. En el encuentro del hombre con Dios éste le habla al ser humano a través de la Palabra y el hombre le habla a Dios por medio de la oración; allí se perfila la relación horizontal entre los seres humanos, en donde el hombre se siente hermano y se dirige al otro con la convicción de que se trata de una persona concreta, con cualidades y defectos. Esa relación se extiende al contacto mismo con la naturaleza con la que el hombre genera una relación recíproca. De ahí que cuando se presenta la ofensa o la agresión se rompa con la armonía y se deterioren las relaciones con Dios, consigo mismo, con la naturaleza y con los demás. Esa fractura en las relaciones, distancia, genera fisuras y coarta la plena libertad. Recuperar esta armonía es un ejercicio que exige sanar la memoria, la palabra y el corazón, desde un proceso pedagógico y cargado de sentido antropológico, teológico, espiritual, psicológico y social. Al recuperarse la 66


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armonía por el desapego del pasado, por el deseo de vivir el presente construyendo el futuro, la persona se purifica y es capaz de recomenzar su camino, sin mirar atrás y aceptando la realidad vivida. La vida en el ser humano se transforma en un signo y las relaciones sociales nuevamente se entretejen con esperanza y confianza. La armonía es la recuperación del orden, de la estabilidad emocional, de la conciencia, del paraíso terrenal, es la recuperación de la felicidad perdida por el caos, la intolerancia, la indiferencia, el pesimismo, la tristeza y la omisión. De ahí el valor de la trascendencia, la espiritualidad y la relación del creyente con Dios. Jacques Philippe30 en su obra Llamados a la vida, hablando de esta realidad espiritual afirma: “Estoy convencido de que la lectura frecuente de la Sagrada Escritura, su progresiva penetración en nuestro corazón y en nuestra memoria, es a largo plazo fuente de profundas curaciones. No es un remedio mágico, y la lectura de la Biblia no exime ciertamente de un trabajo terapéutico con personas competentes cuando sea necesario, pero la Palabra de Dios tiene un poder curativo para aquellos que la frecuentan asiduamente”31. Desde esta perspectiva vale la pena citar a Swantee Hunt quien propone, en este sentido, la recuperación de la conciencia espiritual del ser humano: “Debemos darnos un espacio para meditar qué es lo que cada uno de nosotros sostiene con mayor pasión, y hasta en nuestros momentos del diálogo más íntimo, contribuir en la fuerza universal del bien. Tolerancia, celos, benevolencia, odio, decencia, ¿qué constituye lo definitivo en nuestras vidas? Somos nosotros quien elegimos”32. Por lo tanto, en este ejercicio de sanación de la memoria para el creyente es fundamental la apertura y docilidad a la Palabra de Dios, fuente de inspiración para una renovación interior. Es el caso de la hermana Clara Myriam Libreros33 quien afirma desde su misma experiencia de vida: “Hay que pedirle permanente a Dios la ubicación en la realidad de la fe, vivir esta fe que hemos profesado desde nuestro bautismo. Estoy convencida de que este es un camino de conversión y de permanente liberación de nuestras envidias y resentimientos. Primero uno centra su reflexión en la palabra de Dios que es la guía fundamental y después en la relación con las personas, en las expresiones, en la manera de comportarse y de dirigirse a los otros, buscando siempre 30 Jacques Philippe es un sacerdote español de la comunidad de las Beatitudes, dedicado a predicar retiros en Francia y en el extranjero. 31 PHILIPPE, Jacques. Llamados a la vida. Madrid: RIALP, 2009. p. 67. 32 RANKL. Op. cit., p. 15. Prólogo de Swantee Hunt, Embajadora de EEUU en Austria. 33 La hermana Clara Myriam Libreros es psicóloga, Vicaria General de la Congregación Siervas de Cristo Sacerdote y directora de la casa Judith Jaramillo de Bello Antioquia.

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ser positivos y optimistas, recordando sin dolor, para que la sociedad pueda ir cambiando cada día, pues, yo soy parte de esta sociedad y en la medida en que yo me sane, mi ambiente a mi alrededor estará sano”. Y para la hermana Nardela Zúñiga González34 el objetivo de este itinerario de renovación es precisamente: “concientizarnos cada día más en esa búsqueda permanente de la renovación personal y espiritual para seguir anunciando a Jesucristo en el espíritu de la nueva evangelización a todos los hombres y así ayudar a fortalecer y a transformar sus vidas para que puedan contribuir libremente y con éxito en la misión encomendada”. Como vemos con relación a la memoria ocurre algo muy particular, pues la memoria va unida al pasado y para ello los recuerdos son los que nos permiten traer al presente los sucesos y acontecimientos vividos. Es un ejercicio del cerebro que permite la codificación y decodificación de los sucesos. El ser humano puede interpretar lo sucedido y ante los eventos reaccionar muchas veces con violencia y agresividad, otras veces con sencillez y pasividad. Esa relación de la memoria con el pasado es inherente al mismo hecho de recordar, de evocar, por lo cual la imaginación, el pensamiento y el conocimiento juegan un papel preponderante. De ahí que sea tan complejo reescribir la memoria del pasado, pues no podemos borrar lo sucedido, y cuando se recuerda se proyectan paso a paso los acontecimientos acaecidos, salvo si se sufre de amnesia o de alguna enfermedad mental y física que nos impida recordar el pasado. El tiempo no regresa atrás y lo que pasó, ya pasó y es un hecho, que pertenece al mundo de los recuerdos. Distinto ocurre con el presente que tiene una relación intrínseca con la escritura, pues escribir permite pensar, corregir, borrar, tachar, enmendando los errores. De esta manera, recordar es un ejercicio del pasado, escribir es un ejercicio del presente y soñar es un ejercicio del futuro. Cuando el hombre es consciente de su realidad porque ha sanado su memoria, su pasado y su dolor, puede emprender, reconciliado, el camino hacia el éxito que se construye con los pies en la tierra y con la conciencia de que las metas, ideales y proyectos pueden ser realizables, si su decisión ha sido la de construir la felicidad junto a los demás y con los demás.

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La hermana Nardela Zúñiga González es religiosa de la Congregación Siervas de Cristo Sacerdote. Se desempeña como Secretaria de autenticaciones en la Diócesis de Palmira, Valle. Realizó el taller del 24 al 26 de abril del 2006 en la ciudad de Bogotá, D.C.


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Este camino es un camino de decisiones, que exige mirar siempre para adelante y darse cuenta de que no es bueno retroceder ni estancarse y que es preciso soñar y construir con ilusión un nuevo porvenir. Esto será imposible mientras vivamos volviendo la mirada al pasado con añoranza y nos neguemos la posibilidad maravillosa de vivir con ardor y pasión el presente. Con Jacques Philippe podríamos concluir diciendo que: “los sucesos felices son invitaciones a la acción de gracias. Los sucesos dolorosos son invitaciones a la fe, a la esperanza, a determinadas conversiones, etc.”35. Por lo tanto decidir perdonarse es aprender a vivir sin autoflagelarse; es darse la oportunidad de ver el mundo de manera diferente y sentirse parte de ese mundo, para cumplir con responsabilidad, convicción y amor su misión.

Estructura anatómica de la memoria36 La capacidad de adquirir, almacenar y evocar información, comporta la intervención de diversas áreas cerebrales. Es decir, la memoria se localiza en diferentes lugares en todo el sistema nervioso. Veamos: El cerebelo: estructura esencial en el aprendizaje. Aunque en un principio se le dio un papel limitado en el control motor, más tarde se ha reconocido su implicación en la memoria de trabajo.

El tálamo: área del cerebro que ayuda a procesar la información que le llega desde los sentidos y la transmite a otras partes del cerebro. El tálamo, junto con otras estructuras, se activa ante tareas que requieren el recuerdo de información episódica. Los lóbulos temporales: son regiones pertenecientes al telencéfalo. Se ha observado que el lóbulo temporal medial se activa con el recuerdo de las memorias declarativas, lo cual parece que se correlaciona con mayor 35 PHILIPPE. Op. cit., p. 27. 36 Este texto ha sido extraído de varios documentos, referencias bibliográficas y electrónicas: AGUADO 1999; SOTO, 2008; DAVIDOFF, 1997; NAVARRO, 1978

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exactitud en la información; su activación también se refleja en el aprendizaje procedimental que está mediado por el cuerpo estriado y que es esencial para el comienzo del aprendizaje de habilidades y para la memoria declarativa reciente Además, las nuevas memorias son almacenadas en las estructuras del lóbulo temporal medial a corto plazo, pero que luego se reorganizan y consolidan en la neocorteza hasta consolidarse a largo plazo. Neocorteza o corteza cerebral: es una capa de tejido muy complejo, de aproximadamente 3 milímetros de grosor, que rodea al resto del cerebro. Se ha podido establecer claramente que es la capa evolutiva más reciente. La neocorteza es primordialmente el depósito de la mayoría de las funciones cognoscitivas características del ser humano. Divide al cerebro en dos hemisferios, izquierdo y derecho, y cada uno de ellos se divide en términos de cuatro regiones mayores, llamadas lóbulos, que son: frontales, parietales, occipitales y temporales. El hipocampo: es una parte del cerebro situado en el lóbulo temporal (los seres humanos y otros mamíferos tienen dos hipocampos, justo en medio de cada hemisferio cerebral). Forma una parte del sistema límbico y participa en la memoria y la orientación espacial. El “hipocampo” es crítico para el aprendizaje y la memoria al establecer extensas y recíprocas conexiones con la neocorteza. Es esencial para la memoria declarativa en humanos, tanto semántica como episódica media el recuerdo de la secuencia y el contexto de la información de los eventos que componen la memoria episódica, identificando los rasgos comunes entre episodios para unirlos, gracias a lo cual se puede generalizar e inferir soluciones para nuevos problemas. El hipocampo no es solo esencial para las primeras fases de la memoria, sino además para el recuerdo, en el que se generan nuevas codificaciones que también lo implican. La amígdala: es un conjunto de núcleos de neuronas localizadas en la profundidad de los lóbulos temporales de los vertebrados complejos, incluidos los humanos. Forma parte del sistema límbico (término últimamente en desuso por su imprecisión), su papel principal es el procesamiento y almacenamiento de reacciones emocionales. La amígdala es vital para la memoria y guarda sobe todo una estrecha relación con la 70


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memoria emocional. También está relacionada con el almacenamiento de memorias afectivas, por lo que posibilitaría la formación de asociaciones entre estímulos y recompensas que ayudarían a establecer el significado emocional de diferentes situaciones, tanto en animales como en seres humanos. Tipos de memoria Muchos autores han establecido criterios de clasificación de la memoria basados en las teorías existentes sobre la misma. Se advierte entonces que la memoria tiene diversos grados de retención temporal de la información. De esta manera, la memoria tiene que ver con el almacenamiento de la información, retención de eventos y sucesos, selección de la información y recuerdos. Memoria sensorial: llamada también memoria inmediata. Mediante los sentidos (sobre todo la vista y el oído) se capta la información, que es almacenada, recoge copias exactas de estímulos externos. La información no sufre ningún tipo de procesamiento y desaparece con la entrada de estímulos nuevos. Se destacan: la memoria icónica que almacena copias visuales (iconos), y dura entre 0 y 1 segundo; y la memoria ecoica que almacena copias auditivas (ecos), con una duración entre 2 y 4 segundos. Memoria a corto plazo u operacional: nos permite mantener la información durante un máximo de 30 segundos; se utiliza para retener la información según nos va llegando, con el fin de realizar con ella actividades cognitivas básicas e inmediatas (comprensión, razonamiento, cálculo). Su capacidad es limitada pero ha de ser fácilmente accesible para que el razonamiento y el pensamiento sean fluidos. La información es interpretada y organizada para poder acceder a la memoria a largo plazo o decaer paulatinamente; es decir, es una memoria frágil y transitoria que enseguida se desvanece y que resulta muy vulnerable a cualquier interferencia. Un tipo peculiar de memoria a corto plazo es la memoria de trabajo, pero en ocasiones se utiliza como sinónimo de ésta. Este término se aplica al almacenamiento temporal de información que necesita mantenerse accesible mientras está siendo objeto de un procesamiento. Se trata de un tipo de memoria particularmente empleada durante el aprendizaje de destrezas complejas que requieren la representación simultánea de distintos tipos de información para su procesamiento cognitivo. 71


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Memoria a largo plazo o de referencia: es un sistema para almacenar una gran cantidad de información durante un tiempo ilimitado. Es una memoria estable y duradera. Se puede ver como un depósito de todas las cosas que no se utilizan en el momento, pero que potencialmente pueden recuperarse. Permite recuperar el pasado y utilizar esa información para el presente; permite vivir de manera simultánea en el pasado y en el presente. La información puede mantenerse desde unos cuantos minutos hasta varios años. La memoria a largo plazo suele presentar grados crecientes de estabilidad a medida que pasa el tiempo y con la repetida evocación de la información almacenada, siendo dicho periodo de evocación de la memoria variable y con diversidad de opiniones. Memoria declarativa o explícita: se refiere a la capacidad de mantener en la memoria los acontecimientos relacionados con el aprendizaje, que también se puede llamar relacional. Podemos tener conciencia de la tarea aprendida, además codificar información sobre acontecimientos autobiográficos, así como sobre conocimientos de hechos. Su formación depende de procesos cognitivos tales como evaluación, comparación e interferencia. Se puede clasificar en: Memoria episódica (memoria para episodios particulares o acontecimientos vividos) y Memoria semántica (memoria para los datos concretos aprendidos). Memoria semántica: se refiere a nuestro archivo general de conocimiento conceptual y fáctico. Es un sistema eminentemente declarativo y explícito, pero claramente distinto de la memoria episódica, porque de hecho se puede perder memoria de acontecimientos y mantener la memoria de conceptos. Muestra nuestro conocimiento del mundo, los nombres de las personas, de las cosas y su significado. Memoria episódica: se utiliza para recordar experiencias personales enmarcadas en nuestro propio contexto, como es un breve relato o lo que teníamos ayer para comer. Es memoria autobiográfica. Algunos consideran que esta memoria es indispensable para la memoria semántica, mientras que para otros se pone en duda. La memoria episódica está sujeta a parámetros espacio-temporales, es decir, que los eventos que se recuerdan representan los momentos y lugares en que se presentaron. Memoria procedimental: puede considerarse como un sistema de ejecución, implicado en el aprendizaje de distintos tipos de habilidades que no están representadas como información explícita sobre el mundo. El aprendizaje de estas habilidades se adquiere de modo gradual. El grado de adquisición de estas habilidades depende de la cantidad de 72


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tiempo empleado en practicarlas, así como del tipo de entrenamiento que se lleve a cabo. Relación y diferencias entre memoria y aprendizaje Podemos decir que no existen diferencias complejas entre estos dos procesos psicológicos que coexisten, se puede afirmar lo siguiente: • Aprendizaje y memoria están íntimamente unidos, son complementarios. •

Aprendizaje: cualquier cambio de comportamiento que puede originarse en la práctica o en la experiencia. Memoria: proceso de almacenamiento de información, selección y recuerdo. La memoria es una parte importante y vital en el proceso de aprendizaje.

Sin la memoria, los aprendizajes del ser humano se perderían en el tiempo. Con ella es posible recordar eventos, acontecimientos y sucesos del pasado. Y sin los aprendizajes, no habría sucesos importantes qué retener en el tiempo.

La memoria se produce mediante la percepción y almacenamiento de la información. Por la memoria, puede evocarse acontecimientos pasados, por el aprendizaje se adquiere la información.

Almacenamos información por contenido, y recordamos por el uso de asociación de ideas. El proceso de evocación mental o remembranza consiste en un proceso de relajamiento, regido por las leyes de la física, en el cual el estado del cerebro evoluciona hacia estados de “energía libre” cada vez menor.

Científicos aclaran que hay diferentes mecanismos de aprendizaje entre hombres y mujeres. (Psicólogos de la Universidad de Oviedo, en España).

El aprendizaje es un proceso de cambio en el estado de conocimiento del sujeto y, por consecuencia, en sus capacidades conductuales y, como tal, es siempre un proceso de “adquisición”, por él se incorporan nuevos conocimientos y/o nuevas conductas y formas de reaccionar al ambiente. Puesto que el aprendizaje implica siempre alguna forma de adquisición de información y, por lo tanto, una modificación del estado de la memoria del sujeto, puede decirse que aprendizaje y memoria son fenómenos interdependientes.

La capacidad del cerebro para aprender implica la capacidad del cerebro para recordar y ambas pueden resumirse en la capacidad del cerebro para adquirir información. La distinción que se hace en psicología entre aprendizaje y memoria es, más que nada, una forma conveniente de organizar nuestros conocimientos sobre los procesos biológicos de adquisición de información. 73


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G. Mi aprendizaje Cada participante escribe en su cuaderno de notas el aprendizaje de este segundo módulo. Una frase o una palabra que resuma la experiencia vivida durante la jornada. Luego, comparte con sus compañeros este aprendizaje. Al terminar, el facilitador debe recoger algunas ideas importantes.

H. Trabajo de campo Cada participante recibe una copia del siguiente ejercicio para desarrollarlo en la casa. Para ello vamos a usar como recurso pedagógico la nemotecnia que consiste en una serie de ayudas que permiten apoyar el manejo de la memoria, se trata de desarrollar una capacidad que tienen los seres humanos para recordar cualquier suceso, acción, actividad, rostros, detalles y situaciones que se presentan en los diferentes ámbitos de nuestra vida37. La prueba consiste en leer una sola vez la reseña histórica que presentamos a continuación, al ritmo que considere pertinente y responder unas preguntas relativas a la información presentada. Registre el tiempo que se toma para leerlo y después conteste las preguntas.

Historia de caso Argemiro y Silvana son una pareja de esposos desde hace 24 años. Tienen 5 hijos: Hugo de tres meses de nacido, Albeiro de 8 años, Tomás de 21 años, Carolina de 15 años y Matilde de 31 años. Aunque se casaron muy jóvenes: Argemiro tenía 21 años y Silvana 19, habían tenido su primera hija antes de casarse. Silvana entonces contaba con 15 años de edad. Este acontecimiento había causado mucho dolor en la familia de Silvana: una humilde familia conformada por Ana Josefina y Raúl con tres hijos: Julián, José Fernando y Silvana. Tenían su esperanza puesta en Silvana que estudiaba en el colegio en X grado de bachillerato. Una niña consentida, que empezó con su rebeldía cuando conoció a Argemiro, de quien se enamoró. En ese momento su vida cambió definitivamente, pues no llevaban dos meses de noviazgo, cuando ella quedó embarazada. Ana Josefina y Raúl, una pareja casada por la Iglesia católica, se habían preocupado por educar a sus hijos en los principios de la fe. Era una familia unida, de misa los domingos, de oración en familia, pero todo 37 RUEDA R., Camilo. Gimnasia mental: técnicas y ejercicios para desarrollar su memoria. Bogotá: Intermedio, 2000. p. 21.

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empezó a cambiar cuando Silvana quedó embarazada a sus quince años. Sus padres, que eran de clase media, estaban preparando una fiesta para celebrar sus quince años. Todo se derrumbó cuando Silvana llegó una noche llorando, asustada y se encerró en su cuarto sin cruzar palabra con sus papás. Ana Josefina y Raúl se extrañaron de la actitud de Silvana que siempre había sido muy juiciosa, conversadora y alegre. Como Silvana no quería hablar con nadie, su papá la llamaba insistentemente para que abriera la puerta. Finalmente ella abrió la puerta de su habitación y se sentó sin mirar esta vez a los ojos de su mamá y de su papá. Ana Josefina preguntó a Silvana qué le había pasado y ella seguía en silencio. Su padre insistió en que confiara en ellos, que recordara que estaban preparando la celebración de sus quince primaveras y que ella era lo más importante para ellos. Silvana lloró fuertemente y entre sollozos balbuceó algunas palabras: “no creo que tengamos fiesta”. Raúl preguntó: ¿Qué pasó? Silvana se incorporó y entre lágrimas y suspiros dijo a sus papás: “papá, mamá los he defraudado. Me siento mal por lo que tengo que contarles”. Sus papás se miraban extrañados sin pronunciar palabra. Silvana lloró más intensamente y continuó: “estoy embarazada”. Raúl dio un salto desde la cama donde se encontraba, se puso las manos en su cara, empezó a caminar como loco y dirigiéndose a Josefina le decía: “es culpa tuya. Te dije que no consintieras tanto a esta desagradecida”. Josefina, trataba de calmar a Raúl y le decía: “mi amor, no te enojes, cálmate, esperemos que la niña termine de hablar”. Raúl interrumpió a Josefina y le dijo a Silvana: “aquí no hay nada más que hablar. Te vas de la casa, no voy a permitir que mancilles el honor de esta familia”. Josefina comenzó a llorar y a implorarle a Raúl: “mi amor no hagas eso. ¿Para dónde se va a ir nuestra hija?, mientras Silvana lloraba más fuerte y pedía perdón: “papá perdóneme, yo sé que lo defraudé. Perdóneme”. Raúl nuevamente gritó con más fuerza: “no me importa. Te vas de la casa, desagradecida. Te vas ya”. La tomó del brazo y la empujó, mientras Josefina gritaba e imploraba compasión a Raúl: “no hagas eso, mira que está embarazada, no la golpees”. Raúl entonces le dio una bofetada a Josefina, a quien nunca había tratado mal y Josefina salió del cuarto de la mano con su hija sin decir ni una sola palabra. Esa noche Raúl se fue de la casa a una taberna que estaba cerca del lugar y allí pasó la noche. Tomó hasta embriagarse, cosa que no había hecho nunca. Cuando regresó a su casa, en la madrugada, Silvana ya se había marchado, pues con la complicidad de su madre habían llamado donde Julia, una tía por parte de su mamá que quería a Silvana y la 75


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apoyaba en todo. Cuando Raúl entró a la casa insultaba a Josefina y lanzaba improperios contra Silvana a quien llamaba “desagradecida”. Josefina no pronunciaba palabra alguna porque la bofetada que había recibido se había convertido para ella en la peor ofensa, sólo quería descansar y no deseaba cerca a su esposo. Se fue a otra habitación, mientras Raúl le reclamaba diciéndole: “tu obligación está aquí conmigo. Tu obligación es atenderme, soy tu esposo”. Las cosas no volvieron a ser como antes en la casa de Ana Josefina y Raúl, los niños se volvieron rebeldes, no volvieron a la misa dominical, se alejaron de Dios y empezaron las peleas interminables entre Raúl que se quedaba con frecuencia con sus amigos en las tabernas y llegaba borracho a su casa haciendo escándalo y Josefina que seguía muy herida por la bofetada que recibió de su esposo y por haber expulsado a su hija Silvana de la casa. Pasaron los nueve meses del embarazo de Silvana que siempre recibió apoyo de su tía Julia y con los cuidados a distancia de su mamá que nunca la desamparó. Raúl se volvió una persona muy dura y brusca para tratar a Josefina. Argemiro, apoyó siempre a Silvana y le pidió que se fueran a vivir juntos, pero Silvana prefirió esperar al nacimiento de su hija, a quien llamó Dolores, recordando el dolor que les había causado a sus papás y el sufrimiento que había tenido que padecer durante estos nueve meses. Silvana y Josefina habían hablado en varias ocasiones sobre la necesidad de perdonar a Raúl, de olvidar ese pasado tormentoso y seguir adelante, pero sabían que debían tomar un tiempo para sanar las heridas. Nueve meses duró también la tortura para Josefina que en este lapso dejó de hablarle a Raúl. Cierto día, Josefina que también se había alejado de la Iglesia y de la oración sintió la necesidad de ir a una iglesia, buscó el templo del barrio y entró a la iglesia a orar. Allí se encontró con un texto que decía: “espera de tus hijos lo que has hecho con tus padres”. Esa frase la conmovió enormemente y recordó que Raúl había sido incomprendido en su casa y su papá le había tratado siempre con dureza. Cuando Raúl cumplió la mayoría de edad, su padre, un humilde campesino, rudo e iletrado le había echado de la casa porque consideraba que él no tenía por qué mantener a un hombre hecho y derecho. Josefina rezó durante unos instantes. Luego, tomó una hoja que estaba abandonada en una de las bancas y allí leyó una frase bíblica: “Hijos obedezcan a sus padres como es justo que lo hagan los creyentes. Honra a tu padre y a tu madre; tal es el primer mandamiento que lleva consigo una promesa, a saber: para que seas feliz y goces de larga vida 76


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en la tierra (Ex. 20, 12; Dt. 5, 16). Y ustedes, padres no irriten a sus hijos, sino edúquenlos, corríjanlos y enséñenles tal como lo haría el Señor”38. Josefina se conmovió y lloró amargamente. Luego salió apresuradamente hacia su casa y buscó a Raúl que estaba en la casa organizándose para salir a trabajar. Josefina se postró ante su esposo y le pidió perdón entre lágrimas y suspiros. Raúl seguía indiferente, erguido y hacía como quien no escuchaba. Josefina empezó a leer el texto de la carta de San Pablo a los Efesios que había encontrado en el templo y él volteó, mirándola con ternura, se acercó la abrazó y ambos se fundieron en llanto y consolación. Raúl dijo: “perdóname mi amor. Han sido muchos los meses de sufrimiento, de dolor y cómo te he extrañado, pero ha podido más la soberbia que la humildad. Cómo me duele saber el tiempo que hemos perdido aferrados a un pasado tormentoso que nos ha hecho daño. Yo cometí el error de expulsar a mi hija de la casa y tú estabas disgustada conmigo por la bofetada que te di. Perdóname, mi amor”. Josefina no dijo ni una sola palabra, solo miró fijamente con ternura a Raúl y después lo abrazó y lo besó. Cuando pudieron calmarse, vieron entrar a sus dos hijos gritando y aplaudiendo que los abrazaron llorando de alegría. Todos se tomaron de las manos y rezaron la oración del Padre nuestro. Luego, Raúl miró a Josefina y le preguntó: ¿Crees que Silvana pueda perdonarme? Josefina asintió moviendo la cabeza y dijo: “sí mi amor, ella te va a perdonar. Ya hemos hablado y ella está arrepentida. Ya está en los días del alumbramiento”. Raúl contó a Josefina que durante este tiempo de silencio, indiferencia y soberbia, él había tenido la oportunidad de recapacitar. Le dijo: ¿sabes, mi amor? Me di cuenta de que en verdad te amo, que el amor nos ayuda a superar las heridas y aunque deseaba acercarme para pedirte perdón podía más la soberbia. Empecé a pensar en momentos muy alegres de nuestra vida y aquellos momentos que nos causaron tanto dolor, descubrí que es importante desaferrarnos del pasado y soñar, sembrando en el corazón la ilusión de vivir en armonía y en paz. Estos días he ido sanando mi memoria, pensando más positivamente y deseando renovar mi vida. Ahora quiero proponerte que sanemos nuestros labios y que de nuestra boca no salgan palabras desedificantes, sino bendiciones; sanemos nuestro corazón para que todo sentimiento adverso podamos superarlos con la ayuda de Dios. Por eso, nuevamente te pido perdón. Josefina, estaba emocionada, escuchando a su esposo y lo único que atinó a decir fue: tienes razón viejo, ya no somos unos niños y no podemos 38

Efesios 6, 1-4.

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seguir haciéndonos daño, cuando podemos intentar recuperar a nuestra familia y tratar de vivir en paz. Que Dios nos ayude mijo. Gracias por ser tan especial. Te amo Raúl. Josefina se acercó y le dio un beso, mientras él sin pronunciar palabra, acariciaba la mejilla en la que le había dado la bofetada hacía nueve meses. Raúl y Josefina con sus dos hijos salieron a casa de la tía Julia. Ese día Raúl, que tenía su propio negocio de comidas, no fue a trabajar, llamó a su empleada de confianza y le pidió que se encargara del restaurante. Ellos se fueron a buscar a Silvana. Cuando tocaron a la puerta, Silvana abrió sin percatarse de quiénes la buscaban, al encontrarse frente a frente con su padre, las miradas se fundieron en el amor de padre e hija, ella corrió a los brazos de Raúl, lloraron y se abrazaron, ya en casa, Raúl pidió perdón a su hija: “Silvana, perdóname. No sé qué me pasó, sé que cometí un error”. Silvana también le dijo a su padre: “Perdóname, papá. Yo sé que los defraudé, perdóname”. Dos días después Silvana tuvo a Dolores, y la familia preparó una bienvenida a su casa, donde habían organizado el cuarto de la niña con su madre. Argemiro vino a casa de Raúl y Josefina, les pidió perdón y aprovechó para pedirle a Silvana que se fueran a vivir juntos, aunque estaban muy jóvenes. Se casaron cuatro años después y hoy todos se encuentran con frecuencia para compartir y disfrutar en familia. Hoy Silvana y Argemiro están preparando sus bodas de plata matrimoniales. Cuestionario Es importante que responda a las preguntas sin mirar el texto, haciendo el esfuerzo de recordar lo que ha leído. 1. En pocas palabras, ¿cuál es la esencia de la historia? 2. ¿Cómo llaman los personajes de la historia y cuáles son sus roles? 3. ¿Qué edad tienen Argemiro y Silvana? 4. ¿Cuántos años y en qué grado escolar estaba Silvana cuando quedó embarazada? 5. ¿Cómo se llaman los hijos de Argemiro y Silvana? 6. ¿Cómo se llaman los hijos de Raúl y Ana Josefina? 7. Cuántos años de casados llevan Argemiro y Silvana? 8. ¿Qué religión profesa la familia de Raúl y Ana Josefina? 9. ¿Cuál fue el evento detonante que hizo que Raúl expulsara a su hija de la casa? 78


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10. ¿Cuál fue la causa de las heridas causadas a Ana Josefina por parte de su esposo? 11. ¿Cuáles fueron las actitudes asumidas por Ana Josefina, Raúl y Silvana, durante el tiempo que duró el conflicto? 12. ¿Qué frases conmovieron e inspiraron en Ana Josefina para buscar a Raúl y pedir perdón? 13. ¿Qué gestos se pueden destacar del texto leído que expresan agresión, violencia, injuria? 14. ¿Qué gestos se pueden destacar del texto, que expresan perdón, reconciliación y sanación de la memoria? 15. Cuando Raúl pensó en su pasado, en sus momentos de alegría y en lo que debía sanar descubrió que debía trabajar fuertemente la sanación en tres dimensiones ¿cuáles son estas tres áreas o dimensiones para sanar? 16. ¿Qué se sana cuando se purifican la memoria, la palabra y el corazón?

I. Celebración: “Cadena de sentimientos” Los participantes reciben la siguiente historia de Narciso, de origen griego, que casi todo el mundo conoce: “Un bello joven que todos los días iba a contemplar su rostro en el lago, estaba tan encantado consigo mismo que, cierta mañana, mientras trataba de admirarse más de cerca, cayó al agua y terminó por morir ahogado. En el lugar donde cayó nació una flor, que a partir de entonces se llamó narciso”. Luego, el facilitador, lee la segunda parte de esta historia escrita por Oscar Wilde y que Paulo Coelho trae en su obra El Alquimista39. Él dice que cuando Narciso murió, vinieron las Oréades –ninfas del bosque– y vieron que el agua dulce del lago se había transformado en lágrimas saladas. —¿Por qué lloras?— Preguntaron las Oréades. —Lloro por Narciso. —Ah, no nos preocupa que llores por Narciso—, continuaron ellas. —Al final de cuentas, a pesar de que todas nosotras siempre corrimos detrás de él por el bosque, tú fuiste el único que tuvo la oportunidad de contemplar de cerca su belleza. —¿Pero Narciso era bello?, quiso saber el lago. —¿Quién mejor que tú podría saberlo?, respondieron sorprendidas las 39

COELHO, Paulo. El alquimista. Brasil, 1988. p. 13.

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Oréades. —Al final de cuentas era en tus márgenes donde él se inclinaba todos los días. El lago se quedó quieto un momento. Finalmente, dijo: —Lloro por Narciso, pero jamás había notado que Narciso fuera bello. —“Lloro por él porque cada vez que él se recostaba en mis márgenes yo podía ver, en el fondo de sus ojos, mi propia belleza reflejada”. Como podemos observar, Narciso deseaba contemplar su belleza en el lago, pero el lago no se había percatado de la belleza de este joven, deseando igualmente contemplar su belleza reflejada en los ojos de éste. Una historia que puede muy bien reflejar nuestra propia vida. A la luz de este relato podemos preguntarnos: ¿cómo nos consideramos ante los demás? ¿Cuáles son nuestras actitudes y comportamientos frente a nuestros compañeros de estudio, de trabajo, con nuestros amigos, en nuestra familia? ¿Hemos sido narcisistas en nuestra vida? Luego, se ubican por parejas y cada uno va a tratar de ver su rostro en los ojos del otro. Se da un tiempo límite y luego el facilitador agrega: “¡Qué difícil! ¿Verdad? En el intento por hacerlo te duelen las cuencas de los ojos, terminas por contemplar sólo el rostro de quien está al frente y algunos rasgos de tu rostro. ¡Qué difícil no parpadear para que el otro pueda contemplarse! Pues bien, sanar la memoria, perdonarse a sí mismo, implica dejar de lado nuestro narcisismo para centrar la atención en quienes nos rodean, para valorar y apreciar a las personas que están a nuestro lado”. A continuación los participantes reciben un trozo de papel y marcador, cada uno debe escribir un sentimiento que esté experimentando; se da un tiempo suficiente. Cuando todos han terminado de escribir sus emociones y sentimientos, cada uno pronuncia en voz alta lo que ha escrito, y se van uniendo los trozos de papel hasta formar una cadena que se pone en el centro del grupo. El facilitador invita a todos los participantes a darse un abrazo de paz. Al finalizar recuerda a los presentes que deben hacer el ejercicio −trabajo de campo− para la próxima sesión.

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2. Sanación de la palabra

Módulo 3:

“Escucho, hago silencio, me comunico”

A. Aprender haciendo. Actividad de relajación: “Relajo mi cuerpo” El facilitador debe propiciar un lugar tranquilo para realizar y orientar esta actividad. Todos los participantes se acuestan boca arriba cómodamente. Con una voz pausada instruye a los participantes (puede usar música de fondo). Así como estamos, acostados, tomo conciencia de mi entorno, de las personas que hay alrededor de mí, cierro los ojos y hago un recorrido a través de mi cuerpo. Respiro suavemente, siento la respiración. Inhalo y exhalo lentamente. Vamos a repetir este ejercicio tres veces. Ahora, respiro normalmente y voy recorriendo cada una de las partes de mi cuerpo: mi cabeza, me detengo un instante a recorrer el 81


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cuero cabelludo, mi frente, mis ojos, mi nariz, mi boca, mis oídos, mi cuello. Respiro profundamente y trato de descansar mi cuello. Tensiono los músculos por un instante, respiro suave y normalmente, relajo los músculos, sigo respirando normalmente. Continúo el recorrido por mi hombro derecho, el brazo, el codo, la muñeca, mi mano, mis dedos, hasta llegar a las uñas. Cierro mis manos y tensiono los músculos de la mano, desde el hombro hasta los dedos, respiro profundamente y luego relajo los músculos del brazo derecho. Respiro normalmente. Hago lo mismo con mi brazo izquierdo: recorro mi brazo, el codo, la muñeca, mi mano, mis dedos, hasta llegar a las uñas. Cierro mis manos y tensiono los músculos de la mano, desde el hombro hasta los dedos, respiro profundamente y relajo el brazo izquierdo. Ahora recorro el pecho, mis costillas, la caja torácica, el ombligo, el abdomen, la cintura, la cadera, la pelvis, los genitales y tensiono por un instante la musculatura. Respiro profundamente y luego poco a poco voy relajando los músculos, siento que la calma llega a mi cuerpo. Sigo recorriendo mi espalda, los pulmones, mi columna vertebral, el coxis, los glúteos y tensiono por un instante los músculos. Respiro profundamente y luego los relajo, siento que la calma llega a mi cuerpo. Continúo el recorrido a través de las piernas, las rodillas, el pie, el talón de Aquiles, los dedos de los pies. Tensiono los músculos por un instante, respiro profundamente y luego, exhalo suavemente. Respiro normalmente. Ahora imagínate la playa, el mar, el océano. Siente el fresco del día o la calma de la noche, respira normalmente. De nuevo, respira lentamente: inhala, exhala suavemente. Otra vez: inhala y exhala suavemente. Una vez más: inhala, exhala suavemente. Se deja un espacio de silencio para la relajación. Luego el facilitador continúa: vamos a incorporarnos lentamente. Abre los ojos lentamente, mira a tu alrededor, respira suavemente y siéntate despacio. A continuación, en una palabra cada participante expresa cómo se sintió.

B. Motivación El facilitador hace la respectiva motivación para introducir a los participantes en el ambiente de este taller. Bienvenidos amigos a esta jornada en la que profundizaremos sobre la necesidad de sanar nuestras palabras. No hay duda de que “de la abundancia

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del corazón hablan nuestros labios”40. Sabemos y reconocemos que somos seres parlantes por naturaleza, que en sus orígenes el ser humano se comunicó a través de los gestos, la pintura, el arte, los jeroglíficos, el teatro, la danza, pero también constatamos a lo largo de la historia que el lenguaje se convirtió en el medio de comunicación cara a cara y que la voz fue el instrumento. El hombre sintió la necesidad de comunicarse; a través de la comunicación creció en las relaciones interpersonales y la palabra tomó vida. Durante esta jornada vamos a pensar en las palabras y frases que pronunciamos, con las que podemos construir o destruir, palabras que reflejan y expresan nuestro pensamiento. En nuestra sociedad hemos escuchado algunas afirmaciones como: “las palabras se las lleva el viento”, “no hable tanto, actúe”, “más vale callar, que locamente hablar”, “una imagen vale más que mil palabras”. Cuando se pronuncian palabras sin pensar en sus consecuencias, cuando se dicen expresiones sin contemplar la magnitud de lo que se dice, cuánto daño podemos causar o cuánto bien podríamos hacer. Las palabras nos permiten identificar a los demagogos, a los charlatanes y también a los sabios. Las palabras revelan la superficialidad y mediocridad o a la profundidad y el conocimiento. Las palabras tienen fuerza cuando las acciones revelan la inmensidad de lo que se quiere decir, así la comunicación se hace más efectiva. De esta manera las palabras y las acciones son inseparables, pues podemos decirle a nuestra esposa o esposo, novia o novio que lo amamos, pero con las actitudes de descortesía, indiferencia y agresividad, demostrar que nos importan poco. Digamos con Bogdan Piotrowski que: La palabra es el lugar de nuestro pensamiento y del conocimiento del mundo en que vivimos. La palabra nos permite desplegar la imaginación, evocar el pasado y soñar nuestro futuro. La palabra despierta nuestra conciencia. Pero, la palabra no se limita a nuestra vida interior, sino también, o si se prefiere sobre, todo nos facilita la comunicación con los demás. Nos permite disfrutar de la experiencia, con frecuencia acumulada, durante largo tiempo, a lo largo de generaciones enteras o hasta de milenios. Nos conviene detenernos un momento en medio de las actividades de todos los días y reflexionar sobre el papel del Verbo en nuestra existencia41.

Bíblicamente el valor de la palabra es innegable. En el libro de Proverbios leemos: “la palabra verdadera permanece para siempre, el discurso 40 Mt 12, 34b. 41 PIOTROWSKI, Bogdan. El valor de la palabra: unas anotaciones desde la filosofía del lenguaje. En: El valor de la palabra en la expresión y la comunicación. Bogotá: Universidad de La Sabana, 2001, p. 3.

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mentiroso un instante tan sólo”42, y en el prólogo de San Juan se nos presenta a Jesús como el Verbo hecho Carne, como la palabra de Dios que puso su morada entre nosotros43. Esta palabra llena de sentido el alma del creyente, le inspira consuelo, paz, serenidad. En este sentido sanar la palabra para el creyente es recuperar el sentido del verbo, su significado más profundo, encarnar la palabra en su propia vida y dejarse iluminar por el tesoro espiritual de la Palabra de Dios que le orienta y le anima a cambiar de conducta. Así lo entiende el padre Jacques Philippe para quien: “el hecho de encontrar consuelo, paz y luz en la palabra de Dios no es algo reservado a algunos privilegiados, o una experiencia rara o excepcional, sino que ha de llegar a ser una realidad común a todos los creyentes”44. Para Philippe, se puede constatar cómo un versículo de la Biblia puede responder a la necesidad de luz, de estímulo y de conversión en el creyente. Por eso decimos que si nuestro corazón está lleno de amor, de bondad, de generosidad, de dulzura y de ternura, de eso hablaremos a nuestros semejantes. Si nuestro corazón está colmado de odios, rencores y resentimientos, de eso hablaremos a los demás. Esta realidad la podemos corroborar trayendo a feliz memoria a Jaime Bernal Leongómez del Instituto Caro y Cuervo en Colombia quien en el exordio a la obra El valor de las palabras, afirma: “con el lenguaje pensamos; con él engañamos, mentimos, medramos, manipulamos; mediante él amamos, enamoramos, nos comunicamos, marcamos, ofendemos”45. Las palabras pueden ser un suave bálsamo para las demás personas, cuando son palabras tiernas, dulces y serenas. Al brindar consuelo al otro con palabras dulces se suaviza el dolor de quienes sufren; se vuelven mágicas. Las palabras por lo tanto deben ser expresión de la verdad y deben revelar el dinamismo de nuestra existencia. Cuando las palabras son frías, calculadoras, que no reflejan la verdad, obstaculizan la armonía de la sociedad y se convierten en vinagre que hace arder las heridas del alma. “Las palabras se desvirtúan, se fatigan y, de tanto usarlas, los parlantes las vamos desgastando en los oídos porque no hay palabras sin escuchas, ni oídos sin hablantes, y así desvirtuadas, las palabras se devalúan hasta en la inteligencia y la conciencia, que hoy son impensables sin ellas”46. 42 43 44 45

Prov. 12, 19. Jn. 1, 1-18. PHILIPPE. Op. cit., p. 46. QUIMBAYA, Edilberto. Exordio. En: El valor de la palabra en la expresión y la comunicación. Bogotá: Universidad de La Sabana, 2001. p. XVIII. 46 QUIMBAYA, Edilberto. Abrapalabra: consideraciones en torno a la oralidad y su presencia en la escritura. En: El valor de la palabra en la expresión y la comunicación. Bogotá: Universidad de la Sabana, 2001. p. 128.

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Ahora bien, no podemos ignorar que las palabras inducen al comportamiento, ejercen fuerte influencia sobre las demás personas. Jacques Philippe afirma en este sentido que: El hombre vive las palabras que le habitan. Nuestra memoria consciente o inconsciente es como un almacén de palabras, que inducen nuestras conductas y modelan nuestra identidad. Todos llevamos en nuestro interior un discurso más o menos consciente, que tiene un papel determinante en nuestras relaciones con el mundo, con nuestros semejantes y con nosotros mismos. Esas palabras se han injertado en nuestras vidas por caminos muy distintos: las palabras que nos han dicho cuando éramos pequeños y que quedaron grabadas en nosotros; la serie de creencias o de convicciones que nos hemos formulado en reacción a acontecimientos que han marcado nuestra historia personal; palabras que provienen de nuestra educación, de nuestro ambiente cultural; son también fragmentos de ese raudal continuo de frases que vehiculan la vida social y los medios de comunicación y que han conseguido alojarse en nuestra memoria más profunda47.

En esta jornada vamos a pensar en las palabras y expresiones que hemos pronunciado, aquellas palabras y expresiones que hemos escuchado, que nos han causado impacto, con las que hemos hecho daño a otras personas, o con las que nos han hecho daño. Al pensar en estas palabras con las que herimos o matamos moralmente a alguien, manifestamos nuestro deseo de sanar la palabra, con la intención de transformar nuestra manera de hablar, pasando de las expresiones negativas a expresiones positivas, de expresiones que revelan fracaso y pesimismo, a expresiones de triunfo, que nos permitan soñar, que expresen la recuperación de la autoestima y nuestro deseo de crecer como personas. El facilitador concluye su motivación con la siguiente lectura: La Palabra, misterio que conjuga la belleza del lenguaje, los signos y la sabiduría de los pueblos La Palabra es un misterio que conjuga la belleza del lenguaje, el significado de los signos y la sabiduría de los pueblos. Esta palabra produce un efecto de armonía cuando se trata de palabras suaves, dulces y serenas. Por el contrario una palabra dura, estridente y agresiva produce violencia, genera conflictos, rompe la armonía y traza líneas marcadas de diferencias entre los seres humanos. De hecho “el hombre vive de las palabras que le 47

PHILIPPE. Op. cit. p. 68-69.

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habitan: una vida empobrecida y disminuida cuando se trata de palabras negativas grabadas en nuestra memoria superficial, o una vida rica y libre grabadas en nuestra memoria espiritual (y corporal) profunda”48. La palabra puede producir un efecto sanador y restaurador cuando es palabra de vida, palabra de consuelo y palabra de amor. Cuando la palabra se acompaña de pequeños detalles de amor engendra en el corazón del otro la felicidad, despierta la gratitud y desemboca en la alegría. Una palabra de amor, de perdón, de consuelo, pronunciada desde el corazón hace vibrar el alma y une a los interlocutores, los acerca, acorta la distancia, trasciende fronteras y construye lazos de amistad sólidos. Una palabra pronunciada con sencillez, con humildad, con un tono de voz suave y amoroso, acompañada de una sonrisa, una mirada tranquila, un apretón de manos, un abrazo, un guiño, una caricia es el mejor bálsamo para las heridas producidas por la agresión, la violencia y las ofensas. Muchas personas se niegan la posibilidad de sanar la palabra porque prefieren el insulto, las palabras necias y altaneras, la grosería, la dureza. Algunos piensan que pueden perder autoridad si mejoran su tono de voz, su modo de hablar, su manera de dirigirse a los otros. Por estas acciones, inspiran miedo; muchos no se atreven a acercarse por temor a ser agredidos o a ser heridos emocional y espiritualmente. Otros consideran que si acompañan sus palabras con gestos de dureza como mover las manos, señalar con agresividad, mirar con altivez, caminar pisando firme o golpeando fuerte con sus manos, van ser respetados y obedecidos. Desafortunadamente cuando asumimos estas actitudes sufren siempre los más débiles. Todos hemos atravesado por el umbral de la dureza alguna vez, y cuando ha sucedido, al recapacitar, quizás hemos reconocido que nuestras actitudes en vez de acercarnos, nos distancian; y cuando hemos optado por la posibilidad de pedir perdón o reconciliarnos, seguramente hemos sentido un alivio y hemos emprendido de nuevo el retorno a la concordia y a la amistad. Más aún, cuando hemos ofendido a otros, nos hemos percatado en algún momento de la vida, de su fragilidad, de su timidez para reaccionar ante nuestros actos de agresión, muchas veces de su sumisión o servilismo. Pero también hemos advertido que hay otros que de igual manera nos tratan con dureza y frente a ellos bajamos la cabeza. De ahí el gran desafío de tratar a los demás como queremos que nos traten49. 48 49

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Ibíd., p. 72. Mt 7, 12.


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En el proceso evolutivo del ser humano, desde el nacimiento hasta la edad adulta aprendemos por imitación, por repetición de actos, aprendemos del testimonio de los mayores y naturalmente aprendemos de nuestros propios errores. Desde la concepción misma y el desarrollo en el vientre de la madre asumimos actitudes y comportamientos que nos son transmitidos. Cuando el niño nace se sumerge en un ambiente que le es hostil, en un mundo que le es extraño, vive una transición del vientre de la madre donde ha estado durante nueve meses, recibiendo cariño, caricias, calor humano, al mundo frío saturado de ruidos y de complejidad. Ahora el niño para enfrentarse a ese nuevo mundo debe aferrarse a las personas con las que vive, primero reconoce a su madre, la identifica, juega con su mirada, sonríe ante sus mimos y gestos, llora cuando se siente solo y desprotegido y nuevamente vuelve a la búsqueda de su madre. Ese primer reconocimiento –objeto de relaciones– es fundamental, el niño aprende a reconocer con la ayuda de su madre los objetos del exterior, su mirada, sus manos, sus pies, su olfato, su gusto. Cuando el niño siente hambre llora, cuando alguien extraño a su madre se acerca se siente en peligro. El niño aprende primero a balbucear, trata de emular las palabras que escucha en labios de su madre. De hecho la primera palabra que aprende a decir es “ma” porque una y otra vez aprieta sus labios y produce sonidos. El recién nacido se comunica con sus gestos, con el movimiento de sus manos, de sus pies, con su llanto, y cuando balbucea, tratando de pronunciar palabras, su eco produce emoción y alegría en el hogar. Su relación con el objeto exterior es ahora una realidad, luego empieza a reconocer otros sujetos como su padre, sus seres queridos que lo rodean y que pronto querrán que crezca y se haga un adulto. Aquí encontramos un serio problema: los adultos sentimos felicidad ante la llegada de un nuevo ser a nuestros hogares, pero cuando empieza su desarrollo quisiéramos que fueran ya adultos, por lo mismo las actitudes de reprensión, de exigencia y de reclamos revelan que tratamos a los niños como si fueran ya personas adultas. Baste recordar que nos enfada cuando los niños se suben a los muebles de la casa, cuando estropean la belleza de un adorno navideño, cuando corren por toda la casa derribando cada cosa a su paso, cuando salen a la calle sin mirar quién viene porque no reconocen la magnitud de los peligros; cuando lloran e intentamos callarlos con gritos o con la aspereza de nuestras palabras; cuando rayan las paredes con sus crayolas o cuando, en el aprendizaje de controlar los esfínteres, hacen sus necesidades en la sala o en el cuarto de los papás, etc. Estos son algunos ejemplos de la manera de vivir naturalmente la 87


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niñez, con la exigencia de los adultos de tratar a los niños como si ya fueran mayores de edad. Cuando el niño empieza a pronunciar sus primeras palabras ¡Cuánta felicidad!, todos en la familia quieren enseñar a los niños a hablar. Incluso algunos aprovechan para enseñar palabras descorteses y de grueso calibre, haciendo fiesta cada vez que el niño pronuncia una palabra desatinada. Cuando los niños empiezan a hablar no coordinan bien, no conjugan bien los verbos, pero el aprendizaje por imitación se convierte en su escenario. Unen las palabras con dificultad y ciertas letras se hacen complejas para pronunciarlas; primero aprende los sonidos, los fonemas y luego al unir las letras, pronuncia palabras, construye frases aunque gramaticalmente no sean perfectas. La escritura vendrá luego, además del aprendizaje de la lectura. Cuando el niño va creciendo se produce un fuerte impacto en su vida, al entrar en contacto con otros niños, en la escuela y con otras personas adultas. Emprende un nuevo viaje y su aprendizaje se produce ahora con mayor velocidad, pues su relación con el mundo exterior y con los objetos que ve a su alrededor acrecienta la posibilidad de su aprendizaje. De ahí que cuando un niño presenta dificultades en el habla, el aprendizaje se torna más lento. Hay niños que tardan en hablar es verdad, pero otros con el tiempo revelan sus problemas del habla, incluso muchas personas piensan que los niños no hablan porque los papás los han consentido tanto que los han vuelto seres tímidos y socialmente distantes de los otros niños. Indudablemente estos niños deberán ser sometidos a un tratamiento médico y muchas veces psicológico. Estas consideraciones reflejan la realidad que va más allá del mero hecho de pronunciar palabras, es decir, cuando se presentan problemas del lenguaje se debe revisar también las dificultades en el aprendizaje. Volviendo al desarrollo evolutivo del ser humano, cuando ya se ha tenido relación con la familia, con la escuela, con los pares y los amigos, el lenguaje se va forjando más fino, suave y rico en palabras. Sin embargo, no podemos olvidar que desde el vientre de la madre se va forjando el temperamento del niño, así que en una conjugación sabia de gestos y palabras los niños expresan lo que son y lo que sienten. Los balbuceos ahora se tornan en palabras muchas veces agresivas; las palabras duras y expresiones fuertes rompen con la dificultad de unir las letras, las palabras y los gestos suaves y delicados se vuelven gestos bruscos y perturbadores. No significa que siempre suceda así y que se produzca en todos los seres humanos, pero la realidad nos permite visualizar cómo la 88


Sanación de la memoria, de la palabra y del corazón: un ejercicio de autoperdón

memoria del pasado nos impulsa a actuar y a comportarnos socialmente dependiendo de nuestros aprendizajes. Cuando se es adulto las palabras pronunciadas pueden ser palabras de misericordia y compasión o pueden reflejar violencia y agresión, pero no es gratuito, ya que hay una historia, detrás de cada rostro hay un drama humano, una memoria no siempre grata, pues como hemos dicho todo depende de nuestros aprendizajes y también de la cultura, del hábitat, del hogar en que crecimos, del impacto de los agentes socializadores primarios: la familia, la escuela, los amigos y los medios de comunicación. De todo esto surgen nuevos desafíos ¿cómo transformar nuestro modo de hablar? ¿De qué manera podemos cambiar las palabras de pesimismo por palabras de optimismo? ¿Qué hacer para transformar nuestras palabras descorteses y agresivas en palabras de consuelo, de sabiduría y de comprensión? ¿Cómo mejorar incluso el tono de la voz y nuestros gestos para que no parezcan amenazantes? ¿Cómo darle fuerza a nuestra palabra convirtiéndola en palabra sabia, prudente, sincera, comprensiva? ¿Cómo incluir en nuestro vocabulario palabras de amor y no palabras de discordia, de desunión, de desdichas? ¿Cuándo aprender a callar, a hacer silencio y expresar nuestros sentimientos tan solo con una mirada cargada de amor, con un abrazo lleno de felicidad, con un apretón de manos signo de fraternidad, con un beso y una caricia que revelen nuestro afecto y nuestra sencillez? ¿Cómo hacer de nuestra palabra fuente de vida y de esperanza? ¿Cómo sanar mis labios para poder aprender a perdonarme a mí mismo y a mis hermanos? Se puede dar un tiempo suficiente para que los participantes formulen comentarios sobre la lectura.

C. Historia: “El mago de las palabras” 50 Reunidos en pequeños grupos leen la siguiente historia: “El abuelo de Daniel es muy aventurero y este año le ha enviado desde un país sin nombre, por su cumpleaños, un regalo muy extraño: una caja llena de letras brillantes. En una carta, su abuelo le dice que esas letras forman palabras amables que, si las regalas a los demás, pueden conseguir que las personas hagan muchas cosas: hacer reír al que está triste, llorar de alegría, entender cuando no entendemos, abrir el corazón a los demás, enseñarnos a escuchar sin hablar. 50 ARJONA BORREGO, Susanna. Cuento [en línea]. España. Disponible en internet: http://www. guiainfantil.com/1228/cuento-sobre-la-amabilidad-daniel-y-las-palabras-magicas.html.

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Daniel juega muy contento en su habitación, monta y desmonta palabras sin cesar. Hay veces que las letras se unen solas para formar palabras fantásticas, imaginarias, y es que Daniel es mágico, es un mago de las palabras. Lleva unos días preparando un regalo muy especial para aquellos que más quiere. Es muy divertido ver la cara de mamá cuando descubre por la mañana un ¡buenos días preciosa! debajo de la almohada; o cuando papá encuentra en su coche un ¡te quiero! de color azul. Sus palabras son amables y bonitas, cortas, largas, que suenan bien y hacen sentir bien: gracias, te quiero, buenos días, por favor, lo siento, me gustas. Daniel sabe que las palabras son poderosas y a él le gusta jugar con ellas y ver la cara de felicidad de la gente cuando las oye. Sabe bien que las palabras amables son mágicas, son como llaves que te abren la puerta de los demás. Porque si tú eres amable, todo es amable contigo. Y Daniel te pregunta: ¿quieres intentarlo tú y ser un mago de las palabras amables?”. Luego se responden las siguientes preguntas: 1. ¿Qué mensaje nos deja esta historia? 2. ¿Por qué es importante darle valor a nuestras palabras? 3. ¿Cómo puedo perdonarme a mí mismo, transformando mi modo de hablar y mis expresiones?

D. Reflexión personal y reflexión compartida El facilitador explica a los participantes la manera de proceder en el siguiente ejercicio. Esta actividad tiene dos momentos: el primero se dedica a la reflexión personal a la que se destinan de 30 a 45 minutos. Luego se reúnen en los pequeños grupos en donde comparte el segundo momento sobre las percepciones e impresiones acerca de la actividad. Un elemento importante a tener en cuenta es que en el grupo se debe aplicar la escucha activa, mientras una persona habla los demás la escuchan sin interrumpir y sin preguntar. Cada participante comparte sus emociones y sentimientos sin revelar nombres de personas. Sólo comparte en torno a los acontecimientos de dolor o de gozo que han marcado su vida. Es pertinente recordar los acuerdos y compromisos adquiridos el primer día del encuentro. 90


Sanación de la memoria, de la palabra y del corazón: un ejercicio de autoperdón

Primer momento 1. Hacer un elenco de Palabras que usted pronuncia y que cierran la posibilidad de comunicación con sus semejantes. 2. Sentimientos después de pronunciarlas. 3. Actitudes que asumo cuando hiero al otro con la dureza de mis palabras. Palabras y frases mías que hieren y ofenden

Sentimientos después de pronunciarlas

Actitudes que asumo cuando hiero al otro con la dureza de mis palabras

Ej. “A usted qué le importa”; “Yo no la quiero”.

Ej. Remordimiento, tristeza, inseguridad.

Ej. Me olvido fácilmente de la ofensa que he hecho; sigo normalmente la vida como si nada hubiera pasado, pienso que soy yo quien tiene la razón.

Vuelva a repasar cada palabra y cada frase escrita, los sentimientos y las actitudes

Responda las siguientes preguntas: 1. ¿Cómo puedo cambiar hoy esta realidad? 2. Actitudes que podría asumir a partir de hoy 3. ¿Por qué quiero sanar mi palabra? ¿Cómo puedo cambiar hoy esta realidad?

Actitudes que podría asumir a partir de hoy

¿Por qué quiero sanar mi palabra?

Ej. Aceptando que yo también me equivoco y respetando las diferencias.

Ej. Pensar antes de actuar, cuidar de ofender con mis palabras, pedir perdón.

Ej. Porque siento que cuando he ofendido he hecho mucho daño y he sufrido yo también.

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Segundo momento Se reúnen en pequeños grupos (los grupos han sido ya conformados, no se cambian de integrantes), comparten sólo en torno a estas preguntas: a. ¿Cuáles son las palabras que pronuncio y que hieren o matan? b. ¿Qué sentimientos han producido? c. ¿Por qué quiero sanar mi palabra?

E. Profundización En los pequeños grupos concluyen la reflexión con la siguiente lectura: Silencio, escucha, palabra Aprendimos de chicos que los elementos básicos de la comunicación interpersonal son el transmisor, el receptor y el mensaje. Y aprendimos que cuando el emisor habla y pronuncia un mensaje, el interlocutor escucha. Este proceso demuestra claramente que hay una íntima unidad entre la palabra, el silencio y la capacidad de escuchar. Cuando este trinomio inseparable se fortalece, el diálogo se hace más fluido, porque se aprende a mirar al otro, se reconoce al otro como distinto de mí, se acepta al otro y en la escucha atenta, se aprende a respetar los pensamientos, emociones y sentimientos del otro. De este modo, quien dialoga lo debe hacer en un clima de confianza, respeto y acogida. El que dialoga aprende a conversar con fluidez y desarrolla la habilidad de escuchar y guardar silencio, pero no puede confundir diálogo con una mera conversación. El diálogo implica la conversación amena, práctica y asertiva; la conversación no siempre incluye el dialogo, porque podemos hablar, hablar y hablar y no saber escuchar; decir muchas palabras y terminar por imponer nuestras razones. La conversación usa como vehículo la palabra, el lenguaje, pero no siempre con la intención de recibir una respuesta. El diálogo siempre pasa por una respuesta. Aunque el vehículo también sea la palabra y el lenguaje, se requiere de una disposición interior, que brota del corazón y que nos hace ser sensibles frente al hecho mismo de que estoy frente a otra persona. Así, cuando se da el diálogo, se requiere de un despojarse de las investiduras de títulos, ostentación de poderes, cargos y oficios, para asumir que quien está frente a mí, es un ser humano con cualidades y carismas, defectos y limitaciones como yo los poseo. Jacques Philippe nos aporta acerca de esta realidad: “Nos podemos cerrar a la escucha de los demás por temor, por pereza o por egoísmo, privándonos así de unas ocasiones espléndidas para crecer y para vivir más intensamente. 92


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Hemos de ser conscientes de que el hombre no puede realizarse en absoluto sin construir lazos, contraer compromisos, aliarse con los demás y decidir ser fiel. En ocasiones esta fidelidad puede ser costosa, pero es el único camino que permite al hombre salvarse de su egocentrismo”51. Alguna vez en una conferencia escuché a alguien que habló cerca de una hora sin parar, al terminar su exposición dijo: bien, amigos, entonces mañana los espero para que sigamos dialogando. Nada más lejos de la realidad. Aquel conferenciante todo el tiempo lanzó palabras, jamás permitió la participación y no se abrió al diálogo. Igual sucede cuando usted se sienta supuestamente a dialogar con sus hijos, o con su esposo o esposa o con su empleado, si no se despoja de sus títulos terminará por decir: “aquí el que manda soy yo”; “es lo que yo pienso y basta”. Conversación concluida. ¿Ya ves? Entonces conversar no es dialogar. Si quieres dialogar, tienes que aprender a escuchar, desarmar tu corazón, despojarte de los títulos, aprender a hacer silencio y cuidar tus palabras para no herir. De hecho lo más complejo del diálogo, es aprender a escuchar y aceptar las diferencias para llegar a un consenso. El diálogo es apertura, es un don, un regalo de sí al otro; en el diálogo yo me convierto en don, hay una entrega y naturalmente un sacrificio. Entrega porque doy todo de mí, mi corazón, mi mente, mi pensamiento. Sacrificio, porque debo aplicar la paciencia, debo ceñirme de valentía para darle tiempo al otro, para disponerme a escuchar, sin interrupción. Este itinerario nos ayuda a comprender la necesidad de sanar las palabras para recuperar la credibilidad y la sensatez. En los grupos pequeños se responde a las siguientes preguntas: 1. ¿Por qué es importante el silencio, la escucha y la palabra? 2. ¿Cómo podemos mejorar nuestras relaciones interpersonales a través de este trinomio?

F. Aprender haciendo. Construcción de saberes: “Psicodrama” Se conforman cuatro grupos que van a representar la realidad que se vive diariamente en diversos escenarios. Se trata de una representación en cinco minutos que debe revelar en primer lugar, la manera como se vive actualmente, con sus percepciones e impresiones y la segunda, la manera como debería vivirse, expresando cambios y modificando conductas. Los tres temas que deben desarrollarse son: 1. La forma de relacionarse, de tratar a las personas con las que vivimos en nuestra familia (palabras comunes). 51 PHILIPPE. Op. cit., p. 122.

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2. La forma de relacionarse, de tratar a las personas con las que trabajamos (palabras, expresiones, gestos que utilizamos). 3. La forma de relacionarse, de tratar a las personas que entran en contacto con nosotros diariamente (amigos, vecinos, personas en el bus, en la calle, etc.). Luego se hace la respectiva plenaria, el facilitador con los integrantes del grupo hace un análisis de los roles asumidos en el psicodrama y un análisis de los gestos y actitudes de los actores.

G. Mi aprendizaje Cada participante escribe en su cuaderno de notas el aprendizaje de este tercer módulo. Una frase o una palabra que resuma la experiencia vivida durante la jornada. Luego comparte con sus compañeros este aprendizaje. Al finalizar, el facilitador debe recoger algunas ideas importantes.

H. Celebración: “Sano mi palabra” El facilitador prepara una vasija de barro que debe ubicar en el centro del salón o del patio con un cirio encendido. Entrega a cada participante papel y marcador. Los participantes reunidos en sus pequeños grupos en distintos espacios del salón, escriben algunas expresiones que quisieran cambiar, que desearían no volver a pronunciar porque les causan daño o generan violencia en el entorno. Una vez se han escrito estas palabras, se pone en la boca con cintilla a manera de mordaza, cuidando de no ir a maltratar la piel. Luego, cada uno en silencio lee lo que sus compañeros han escrito y seguidamente intenta pronunciar las palabras que han escrito en su trozo de papel, cuidando de no ir a romperlo. Al terminar, en silencio, toma en sus manos el trozo de papel y se acerca a donde está la vasija de barro para quemarlo. Reunidos formando un gran círculo, el facilitador pide a los participantes que expresen en una palabra o imagen lo que sintieron y experimentaron con este ejercicio. Luego pide a todos que vuelvan a compartir en una frase por qué quieren sanar la palabra. Se concluye regalando a cada persona ubicada al lado derecho e izquierdo nuestro, un valor, acompañado de la siguiente frase: “(nombre) yo te obsequio el valor de la amistad”.

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Sanación de la memoria, de la palabra y del corazón: un ejercicio de autoperdón

2. Sanación de la palabra

Módulo 4:

“Sano mis palabras: quiero perdonarme” A. Aprender haciendo. “Comunicándonos”

Construcción

de

saberes:

Uno de los aspectos más importantes de las relaciones interpersonales es la comunicación. En este proceso de relaciones es fundamental el diálogo, el uso de las palabras y de los gestos, así como aprender a comunicarnos con respeto, sinceridad y confianza. Desafortunadamente no siempre sabemos comunicarnos y, en ocasiones, viviendo de los llamados “supuestos”, terminamos por construir monstruos en nuestras relaciones. El ejercicio que viviremos a continuación lo hemos denominado “comunicándonos” ya que es importante aprender a comunicarnos, 95


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valorar la comunicación con los demás y reconocer, desde la fe, el valor de la comunicación con Dios. El facilitador ofrece a los participantes las siguientes recomendaciones: •

El trabajo será realizado en grupos de seis integrantes.

Los grupos forman un círculo.

En tres grupos, los integrantes se ubican dándose la espalda, no pueden hablar, ni pueden mirar lo que los otros compañeros están haciendo. No pueden ayudarse.

En los otros tres grupos, los integrantes se ubican de frente, viendo lo que hacen sus compañeros, pueden interactuar, pueden conversar y ayudarse.

Los integrantes del grupo se enumeran de uno a seis (si hay más integrantes se les asigna otra función). Todos reciben un trozo de arcilla y un papel, se les explica lo que deben hacer, sin advertir a todo el grupo que se trata de elaborar un cuerpo.

Los número 1 de cada grupo deben formar una cabeza (con ojos, boca, nariz, oídos); los número dos, la mano izquierda y la mano derecha (hombro, codo, mano, dedos); los número tres, deben hacer el pie derecho (pierna, rodilla, pie, dedos); los número cuatro deben hacer el pie izquierdo; los números cinco, el cuello y el tronco, y los número seis un corazón.

No debe sobrar arcilla ni usarse ningún otro tipo de elementos o herramientas de trabajo. Sólo pueden usar las manos.

La actividad dura quince minutos. Cada grupo arma el cuerpo en orden, poniendo una a una las piezas elaboradas. Al terminar todos los participantes hacen una ronda para ver lo que los compañeros han construido.

Todos se ubican en sus sillas y el facilitador motiva a todos los participantes para que compartan sus percepciones y lo que sintieron.

El facilitador concluye sobre la importancia de la comunicación y la necesidad de apoyarnos y sentirnos corresponsables de los demás.

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B. Motivación El facilitador se dirige a los participantes con las siguientes palabras: Bienvenidos amigos a este cuarto módulo sobre sanación de la palabra en donde queremos expresar nuestro deseo de perdonarnos y purificar nuestros labios. El trabajo que hemos realizado nos inspira un deseo profundo de modificar nuestros comportamientos. Esto significa que podemos cambiar nuestra manera de hablar, dejando de lado las expresiones rudas, descorteses, groseras y altaneras, revistiendo nuestro lenguaje de belleza, dignidad, estética, dulzura, ternura. Nuestras palabras deben reflejar la esperanza de una vida armónica y en paz. Para lograrlo es necesario tomar una decisión: sanar la palabra.

Este aprendizaje pasa por el escenario de la comunicación como proceso de relaciones, pues si deseamos sanar la palabra debemos ser conscientes de que al hacerlo nos beneficiamos nosotros mismos y mejora nuestra relación con los demás, ya que se afianza la empatía y, de esta manera, las palabras adquieren fuerza de integración, cooperación, colaboración y solidaridad. Para comprender esta realidad pongamos de manifiesto la historia relatada por Paul Watzlawick en su obra El lenguaje del cambio: El padre Salimbene de Parma, cronista de Federico II, nos informa de un experimento llevado a cabo por orden del personal del emperador, con la

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intención de hallar una respuesta a la pregunta de cuál sería el lenguaje primitivo y natural de los hombres. Con este fin, ordenó que se pusiera un cierto número de recién nacidos bajo los cuidados de nodrizas a las que se dio la orden estricta de atender con esmero a los niños, de modo que nada les faltara, pero cuidando mucho de no dirigirles nunca la palabra ni hablar con otros en su presencia. Mediante la creación de este vacío lingüístico esperaba Federico poder comprobar si los niños comenzaban a hablar espontáneamente griego, latín o hebreo. Lamentablemente el experimento no llevó a ninguna conclusión. En palabras de Salimbene, “fue un esfuerzo inútil, porque todos los niños murieron”52.

El anterior relato nos revela el valor de las palabras al comunicarnos, el valor del lenguaje como el medio que acerca y construye, entre los seres humanos, relaciones sólidas que fomentan el crecimiento de una comunidad. Por lo mismo se nos revela que la comunicación es inherente a la existencia humana.

C. Orientación Luego de la motivación, el facilitador hace la respectiva orientación de la jornada. La realidad compleja del ser humano pasa por la dimensión de la palabra. Ella es vínculo inseparable de los seres humanos. La palabra es la expresión simple y a la vez compleja que une a los seres humanos y también puede distanciarlos. En el origen de la humanidad todo era caos y oscuridad en el abismo, pero la palabra fue pronunciada y todo brotó, se hizo, surgió de la nada, como lo relata el libro del Génesis: “al principio Dios creó el cielo y la tierra. La tierra era algo informe y vacío y las tinieblas cubrían el abismo y el soplo de Dios se cernía sobre las aguas”53. Después de cada día de la creación podemos contemplar la fecundidad de esa Palabra: “Dios vio que esto era bueno”54. Desde sus orígenes el hombre ha sentido la necesidad de comunicarse, es un ser social por naturaleza que necesita comprender su misión en el mundo y reconocer que no está sólo, que a su lado hay otros seres humanos como él. En este entramado de relaciones el lenguaje surgió precisamente como medio e instrumento para que el hombre pudiera comunicarse. 52 WATZLAWICK, Paul. El lenguaje del cambio: nueva técnica de la comunicación terapéutica. España: Herder, 2007. p. 10. 53 Gen 1, 1ss. El libro del pueblo de Dios: la Biblia. 3 ed. Madrid - Buenos Aires: Paulinas, 1987. p. 34. 54 Ibíd., Génesis 1,10, p. 34.

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El hombre de las cavernas se comunicaba; fue la riqueza de los símbolos lo que permitió el encuentro con otros seres humanos. Él sabía que necesitaba de sus semejantes. Empezó a formar agrupaciones, se asentó en lugares fijos y formó comunidades, viviendo en pequeñas aldeas. Con el surgimiento de los conflictos fue necesaria la norma, el hombre debió aprender a vivir pacíficamente. La norma se convirtió en la pedagogía para su convivencia y el lenguaje el medio de comunicación más efectivo. La relación cara a cara permitió al ser humano conocer a sus semejantes, reconocer sus sentimientos, descubrir sus comportamientos y convivir con ellos. Es esta relación horizontal la que permite que el hombre, al agruparse, lo haga pensando no en sus intereses personales, sino en el bien común, compartiendo sus pensamientos, sentimientos y emociones. En otras palabras, “los seres humanos nos comunicamos de innumerables maneras valiéndonos de todos los sentidos: el tacto, el gusto, el olfato y especialmente la vista. La comunicación no verbal es muy rica. Sin embargo, en sentido profundo, el lenguaje, sonido articulado, es vital”55. Gracias al proceso evolutivo de la humanidad, la inteligencia humana se fue desarrollando y el hombre aportó con sus inventos, al progreso de las civilizaciones. El automóvil se convirtió en la prolongación de sus pies, la televisión en la prolongación de sus ojos, la radio la prolongación de sus oídos. Sin embargo, con los avances técnicos y tecnológicos el hombre ha podido descubrir sus potencialidades y apreciar las bondades y los peligros, ha podido aprovechar estos inventos al máximo y ha logrado reconocer el riesgo de perderse en el ciberespacio, en el mundo mediático, en la tecnología que puede debilitar la posibilidad de comunicarse. Al sumergirse en el ambiente tecnológico, el ser humano puede convertirse en una máquina, cayendo en una concepción instrumentalista de los medios. Ahora bien, en una visión holística de la comunicación, podemos aceptar que ésta es esencial en la vida de todo ser humano, es decir, el hombre no puede vivir sin comunicación. Puede vivir desinformado más no incomunicado. No obstante, a pesar de los avances científicos y tecnológicos, hoy constatamos una paradoja: en antaño había más comunicación y menos información, mientras hoy tristemente estamos 55 QUIMBAYA, Edilberto. Abrapalabra: consideraciones en torno a la oralidad y su presencia en la escritura. En: El valor de la palabra. Bogotá: Universidad de la Sabana, 2001. p. 120.

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saturados de información pero menos comunicados, se ha ido perdiendo la vincularidad entre los seres humanos, lo que plantea nuevas relaciones, una nueva manera de concebir el mundo, la historia, y naturalmente una nueva forma de ser y de estar. A través del lenguaje los seres humanos se comunican, las relaciones interpersonales pasan necesariamente por este estadio. El lenguaje abre las posibilidades de conocer los códigos, poder entrar en sintonía con otros y comprender lo que dicen o piensan. En la comunicación, el lenguaje verbal significa expresión del ser, capacidad del ser humano de conocerse a sí mismo y de darse a conocer, entrar en relación con otros seres humanos reconociendo que el otro es un interlocutor válido. El lenguaje verbal es expresión, simbolismo, riqueza del ser humano, es un tesoro que hay que apreciar y valorar por cuanto destruye barreras y crea nexos. A esta forma de comunicarse se suma el lenguaje no verbal, la riqueza de los gestos y de la expresión corporal. Hoy en los estudios modernos sobre la neurolingüística y la neurociencia, los sentimientos y los gestos ocupan un lugar significativo en la vida de las personas. Incluso, la manera como actuamos, lo que hacemos en nuestro diario vivir tiene que ver con comportamientos aprehendidos, y la relación con otros seres humanos. En este sentido, Daniel Goleman, autor de La inteligencia social, advierte que la neurociencia ha dado lugar a fantásticos descubrimientos como las llamadas neuronas espejo56, que permiten la reproducción de actitudes, formas de ser y comportarse, que se copian de los seres humanos. Todo lo que tiene que ver con la empatía, la atención, la bondad, etc., hace parte de nuestras relaciones y se expresa en el lenguaje gestual. Para la socióloga Dora Inés Munévar, profesora de la Universidad Nacional de Colombia, el lenguaje es el instrumento más útil en la vida humana para adquirir y elaborar conocimientos. Ella advierte que “desde la temprana infancia los niños y las niñas se hallan socialmente expuestos al lenguaje, con el fin de provocar la interiorización de las experiencias y formas culturales de vivir”57. Esto significa que el lenguaje crea y recrea relaciones con el mundo social y natural, incrementa la capacidad de percibir el entorno, aumenta el 56 GOLEMAN, Daniel. Inteligencia social: la nueva ciencia de las relaciones humanas. Barcelona: Kairós, 2006. p. 14. 57 MÚNEVAR, Dora Inés. Comunicación y trabajo académico en la Escuela: ideas para reflexionar. En: La Tarea: Revista de Educación y Cultura (Sección 47 del SNTE) [en línea]. 1998, no. 10. Disponible en internet: http://www.latarea.com.mx/articu/articu10/dimune10.htm

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procesamiento cognitivo y la posibilidad de resolver problemas, trasciende el espacio, el tiempo y las personas; permite dirigir las acciones propias y ajenas. He ahí por qué los problemas del lenguaje afectan las relaciones sociales y generan barreras y distanciamientos profundos entre los seres humanos. Un gran desafío en este itinerario de renovación consiste precisamente en transformar nuestro vocabulario, en darle a la palabra la fuerza que debe tener y en sellar nuestra palabra con el respeto por las diferencias y la confianza en los demás. Sanar la palabra comporta el ejercicio de transformar nuestro modo de hablar, aprendiendo a dirigirnos con delicadeza a los demás, sin violencia ni agresiones. Podemos así ratificar que la palabra del ser humano refleja la esencia de su corazón.

D. Aprender haciendo. Construcción de saberes: “Actitudes, expresiones y gestos que abren o cierran la posibilidad de comunicarnos” A continuación se reúnen por grupos para compartir acerca de las actitudes, expresiones y gestos que abren o cierran la posibilidad de comunicarnos. Se trata de hacer el ejercicio pensando en nuestro entorno, en nuestra realidad, en nuestras familias y en nuestros amigos. Es importante clarificar que cuando hablamos de actitudes nos estamos refiriendo a comportamientos, a la manera de ser frente a los demás, actitudes que asumimos ante la vida y frente a los problemas o momentos de gozo. Cuando hablamos de expresiones nos estamos refiriendo a las palabras que pronunciamos, nuestro modo de hablar y de decir las cosas, son las verbalizaciones que expresan emociones y sentimientos y, cuando hablamos de gestos nos estamos refiriendo a la comunicación no verbal, a la comunicación expresada en guiños, en señas, en los movimientos de los músculos del cuerpo, en los ademanes y en el lenguaje corporal. Ejemplos Actitudes, expresiones y gestos que abren la posibilidad de comunicarnos: la amabilidad, “con mucho gusto”, una sonrisa. Actitudes, expresiones y gestos que cierran la posibilidad de comunicarnos: la indiferencia, “a usted que le importa”, dar la espalda.

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ACTITUDES, EXPRESIONES Y GESTOS QUE ABREN O CIERRAN LA POSIBILIDAD DE COMUNICARNOS ABREN

CIERRAN

Ej. Amabilidad, disponibilidad, acogida.

Ej. Descortesía, indiferencia, apatía.

EXPRESIONES

Ej. “¿En qué puedo servirle?”; “Con mucho gusto”; “bienvenido”.

Ej. “Quítese de ahí”; “Ábrase”; “No se meta en mi vida”.

GESTOS

Ej. Una sonrisa, un apretón de manos, un abrazo.

Ej. Torcer la boca, alzar los hombros, dar la espalda.

ACTITUDES

Seguidamente, se hace la plenaria compartiendo cada uno de estos aspectos aquí mencionados y el facilitador concluye con la siguiente exhortación: No se puede ignorar que la comunicación es nuestra gran aliada a la hora de afianzar relaciones de amistad, compromiso, confianza, respeto y fraternidad. Como hemos dicho: una buena comunicación implica “poner en común”. Esto exige tener en cuenta uno de los elementos fundamentales de la buena comunicación: la escucha activa. Saber hablar, es saber callar, reza el refrán popular. Desafortunadamente no sabemos escuchar, pues tenemos respuestas automáticas, recurrimos permanentemente a un diálogo interno y cuando los otros están hablando podemos estar pensando en otras cosas muy distintas a lo que se nos está compartiendo. Si escucháramos entenderíamos al otro con sus limitaciones y capacidades y abriríamos las puertas al diálogo para solucionar los conflictos. Para comprenderlo mejor, vamos a leer un texto que nos habla sobre la fuerza de la palabra, con algunas recomendaciones prácticas.

E. Profundización: “La fuerza de la palabra” Hemos oído decir que somos seres parlantes por naturaleza, y en este ejercicio de hablar, la palabra cobra fuerza sólo cuando es coherente, cuando hay una armonía entre el pensamiento y la acción. De hecho puede ser muy fácil hablar de perdón y no ser capaces de perdonar, es fácil hablar de paz, manteniendo actitudes violentas, impulsivas y agresivas con los demás; es fácil hablar de justicia, de solidaridad, de coherencia y en la práctica estar muy lejos de asumir este compromiso de vida. 102


Sanación de la memoria, de la palabra y del corazón: un ejercicio de autoperdón

Un hecho interesante que nos puede ayudar a entender esta realidad es lo que nos enseñaron nuestros abuelos y padres sobre el valor de la palabra. Ellos hablaban de “empeñar la palabra”. Para ellos era sagrado el respeto a la palabra. Eran hombres de palabra y no dudaban en cumplirla o en hacerla cumplir. Hoy podemos observar que la palabra ha ido perdiendo su fuerza, pues fácilmente cambiamos nuestro discurso y faltamos a la palabra, haciendo promesas que no podemos cumplir. Quizás usted ha escuchado o ha pronunciado las siguientes expresiones: • “Yo no he dicho nada”. • “Usted está diciendo cosas que jamás yo he dicho” (cuando sí las dijo). • “Si tuviera una grabadora, le grabaría lo que dice, para que no se retracte”. • “No diga que no lo dijo”. Hoy para dar garantía y confiabilidad a la palabra se tiene que recurrir a la firma ante notaría pública. Algunos ejemplos pueden constatarlos: cuando alguien le ha dado la palabra para arrendar un inmueble, usted organiza todo para su traslado y luego, el propietario le dice: “qué pena con usted pero es que el inmueble ya estaba arrendado”. Tal vez porque averiguó qué tan buena paga era usted o alguien le ofreció más dinero. Es lo mismo que ocurre con el voto, cuando alguien vende su conciencia. Cuántas veces los jefes advierten que ellos jamás han dicho nada de lo que se les imputa. O cuando alguien culpable se declara inocente aun sabiendo que es culpable o cuando alguien dice “te amo” pero sus actitudes son de indiferencia o de agresividad. La fuerza de la palabra exige aceptar los propios errores, aprender a ceder frente a los demás, ser prudentes, apostarle a los consensos. En este sentido la palabra debe ir muy unida a la verdad. Pero, ¿qué se necesita para ser hombres y mujeres de palabra? Ser honestos, reconocer que la palabra por sí misma debiera tener fuerza. Evangélicamente la Palabra tiene fuerza y fecundidad; el mismo Jesús fue el hombre de la Palabra. Su Palabra era fecunda por sí sola. Él se presenta ante el mundo como el Verbo encarnado, como la Palabra que da vida. Así podemos comprender mejor que la palabra va unida intrínsecamente a la verdad y que debiéramos ser proclamadores de la Palabra, encarnándola en nuestra vida y ser defensores de la verdad reconociendo que es la “verdad la que nos hace libres”58.

58

Jn 8,32.

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La palabra es un patrimonio de la humanidad que hay que cuidar, implica la armonía y la coherencia, la verdad, la lealtad en las relaciones y la libertad de los seres humanos. La palabra debe ser sincera, transparente, cargada de sentido y plenitud de vida. Recomendaciones prácticas Después de este itinerario quisiera concluir con unas recomendaciones prácticas que recogen las ideas fuerza de esta reflexión. El único objetivo es que a partir de una reflexión profunda, puedas darte cuenta del valor del silencio y lo asumas como valor fundamental en tu vida. La palabra se hace más fuerte y fecunda cuando en la vida se asume el silencio como pedagogía del encuentro, del reconocimiento, de la amistad. Algunas recomendaciones podrían ayudarnos a crecer en estas relaciones y a darle a nuestra palabra fuerza y plenitud: •

Tome la decisión de hacer silencio en su vida.

Ejercítese en la escucha activa.

Piense antes de hablar. Cuando hable no diga aquello de lo que después tenga que arrepentirse.

Organice su tiempo, valore el tiempo de los demás.

Recuerde que los medios de comunicación no son fines, aprenda a usarlos para su provecho y el de la comunidad.

Aprenda de los sabios, de los maestros del silencio y ejercítese en la contemplación como camino hacia la comunión plena con Dios.

Aléjese de cuando en vez del mundanal ruido y entre en el cuarto de su corazón, haciendo silencio para revisar su vida.

Trabaje fuertemente por sanar su memoria, sus labios y su corazón.

Sea fiel a su palabra, no falte a las promesas.

Aprenda a hacer lo que tiene que hacer en el momento que debe ser

Sea prudente, no todo es para decirlo.

Diga siempre la verdad, ella lo hará libre.

F. Reflexión personal y reflexión compartida Cada participante tiene 30 minutos de reflexión personal. Para ello volverá a revisar las memorias de la primera jornada, centrando la atención en el acontecimiento escogido que le causa dolor. Luego, aunque deba traer a 104


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su memoria la imagen de quien le ha ofendido o a quien ha ofendido va a hacer un listado de palabras que ha escuchado o que ha pronunciado contra esa persona, dejándose llevar de la crítica, de la agresividad e impulsividad. Al hacer la lista, usted va a pensar en los sentimientos que le han producido esas palabras (remordimiento, satisfacción, dolor, rabia, etc.). Luego considere si desea sanar la palabra. Responda ¿Cómo lo haría? ¿Qué palabras desearía ahora utilizar para con esa persona que la ha ofendido o a quien usted ha ofendido? Palabras que he escuchado y me han causado dolor

Palabras que he pronunciado y han causado dolor

Sentimientos y emociones que me han producido

Ej. “Usted no es bienvenido a esta casa”.

Ej. “Haga con su vida lo que se le dé la gana”.

Ej. Tristeza, desconcierto, temor a perder a quienes amo.

¿Qué palabras desearía ahora utilizar para con esa persona que la ha ofendido o a quien usted ha ofendido? Ej. Palabras suaves como:

perdóname, quiero enmendar el daño que te he hecho, no deseo lastimarte.

Seguidamente, se reúnen los pequeños grupos y allí comparten las expresiones, sentimientos y emociones sin decir nombres de personas. Sólo mencionamos el acontecimiento, las palabras hirientes, los sentimientos y las decisiones.

G. Mi aprendizaje Cada participante escribe en su cuaderno de notas el aprendizaje de este módulo. Una frase o una palabra que resuma la experiencia vivida durante la jornada. Luego, comparte con sus compañeros este aprendizaje. Al finalizar, el facilitador debe recoger algunas ideas importantes.

H. Trabajo de campo Responda sinceramente, tómese un tiempo suficiente para la reflexión y recuerde que no está respondiendo un cuestionario cualquiera, se trata de aspectos de su propia vida, camino al perdón y a la reconciliación, sanando su memoria, la palabra y el corazón.

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1. Vuelva a revisar la pregunta inicial de nuestro itinerario formativo: ¿Quién soy yo? Defínalo de un modo práctico: “Este soy yo”, escriba en primera persona. 2. Haga un listado de personas a las que usted debería perdonar, porque le han ofendido y han causado heridas que aún no han podido cicatrizar. Luego, haga un listado de las personas a las que usted ha ofendido, con las que se ha dado una ruptura en las relaciones. 3. Construya un listado de palabras que usted desearía quitar de su vocabulario y un listado de palabras que a usted le gustaría incluir en su vocabulario. Recuerde que el camino es hacerlo consciente.

I. Celebración: “Parábola de los talentos” Todos reunidos en el salón principal hacen reconocimiento de las personas que están a su lado (hablarán sin adulaciones de las cosas buenas de esas personas que conocen). Si no conocen a la persona pueden expresarle un sentimiento de gratitud por compartir con ella. El facilitador da las siguientes instrucciones: •

Todos los que estamos reunidos vamos a decirle a una persona lo que admiramos de ella. Lo hacemos de la siguiente manera: yo (...) reconozco en (...), la virtud, el valor o el talento de la solidaridad. Yo (...) reconozco en (...), que es una persona dulce, tierna, amable.

Es importante que todos escuchemos con atención.

Recuerden que cuando alguien está hablando debe mirar a los ojos de su interlocutor.

Al concluir la ronda, nos ponemos de pie y buscamos a una persona con la que deseemos compartir un mensaje de fe y de esperanza.

Cuando se trata de personas que no se conocen muy bien, entonces se cambia la actividad por mensajes y palabras de vida, se escribe a los compañeros y se entrega en una sesión como esta. En este caso no se hace alusión a valores o virtudes, sino que se lee el mensaje: Yo (...), te deseo a ti (...)…

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3. Sanación del corazón

Módulo 5:

“Volviendo a vivir” A. Aprender haciendo. Actividad de relajación: “El jardín”

El facilitador debe prever un lugar tranquilo para la realización de esta actividad y orientar a los participantes para que puedan desarrollar este ejercicio de relajación con éxito. Extiende tu cuerpo boca arriba, descansa tus manos en el suelo, cierra tus ojos. Respira normalmente. Vamos a hacer consciente nuestra respiración; piensa en tu respiración, sólo hazla consciente. Respira lentamente, hazla consciente: inhala, exhala. Una vez más: pon tus manos por un instante en el abdomen, siente el movimiento del abdomen cuando inhalas, sostén un momento la respiración y luego exhala. Hazlo más profundamente: inhala, sostén la respiración, exhala. Experimenta la tranquilidad de este sitio, haz consciente el silencio, trata de descubrir los sonidos. Ahora vas a tratar de hacer un recorrido 107


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mental de las cosas que has hecho desde anoche cuando llegaste a casa hasta este momento, cada sitio recorrido, cada lugar y rincón de la casa, el encuentro con otras personas, la sala de televisión, tu cuarto, el descanso de la noche; al despertar y contemplar un nuevo amanecer, recuerda tus primeros pensamientos. Te levantaste, te bañaste, te arreglaste, tomaste el desayuno y luego, de camino hasta este lugar, te encontraste con otras personas a las que saludaste. Ahora estás aquí, en este salón. Nuevamente respira profundamente: inhala, exhala; otra vez: inhala, exhala; una vez más: inhala, exhala. Respira lentamente y de nuevo haz consciente tu respiración. Imagínate en este momento un hermoso jardín en el campo, es de madrugada, sientes la brisa de la mañana, el trinar de las aves, puedes ver el jardín lleno de rosas, de girasoles, de orquídeas. Siente la fragancia: respira: inhala, exhala suavemente. Una vez más: inhala, siente la fragancia, exhala suavemente. Siente la calma, el silencio, la brisa, escucha el sonido de las aves, del viento que golpea los árboles. Cerca hay una fuente natural. Camina hasta allí, contempla este hermoso lugar, mira a tu alrededor. Te sientas en un lugar tranquilo para observar cómo el agua corre a través de las piedras y riega el jardín. Respira suavemente: inhala, exhala. Ahora fíjate cómo los pájaros reposan en los árboles, los colibrís absorben la miel de las rosas, el agua fluye por entre las piedras y las ramas. Contempla el agua cristalina, muy blanca, si te inclinas puedes reflejarte en ella, ahí está tu imagen, tu rostro que se revela en la pureza del agua. Contémplate por un instante, siente la calma, la serenidad. Ahora, descansa: respira suavemente: inhala, exhala. Tómate un instante de silencio y siente la paz y tranquilidad de aquel lugar. Después de un silencio prolongado, el facilitador continúa: vamos a regresar de nuestro viaje. Trata de caminar, sin perder la calma y sintiendo la tranquilidad del campo, contemplando la belleza del paisaje y la hermosura del jardín. Sal del jardín, y de nuevo respira suavemente: inhala, exhala. Ahora respira profundamente: inhala, sostén la respiración por un instante, exhala; otra vez: inhala, sostén la respiración, exhala. Una vez más: inhala, sostén la respiración, exhala. Sigue respirando suavemente. Lentamente vas abriendo tus ojos, sigue en el suelo, con tu cuerpo boca arriba y tus manos relajadas. Lentamente te vas levantando y te quedas sentado junto a tus compañeros. Cada participante comparte con sus compañeros: ¿Qué sintió? ¿Qué aprendió?

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B. Motivación El facilitador motiva a los participantes con estas palabras u otras semejantes: Bienvenidos amigos a esta tercera jornada en la que reflexionaremos sobre la sanación del corazón. Hemos vivido una experiencia significativa pensando en la necesidad de sanar la memoria y la palabra, hemos hecho un interesante recorrido a través de nuestra historia personal, familiar, laboral, cultural y social; hemos descubierto nuestras fortalezas y debilidades, luces y sombras. Lo más significativo es que hemos podido asumir un compromiso: querer sanar. No olvidemos que aunque estamos hablando de sanación de la memoria, de la palabra y del corazón por separado, éstas deben entenderse de modo integral. Durante esta jornada les invito a pensar en la necesidad de sanar el corazón. Cuántos rencores, resentimientos, deseos de venganza, soberbia y desconfianza dejamos anidar en nuestro corazón, que muchas veces es como un cuarto de San Alejo en donde depositamos todos nuestros sentimientos y emociones. Darnos cuenta de los sentimientos adversos nos permitirá hacer un ejercicio de purificación, para poder transformar nuestros sentimientos irracionales, por la lógica del amor y de la paz. ¿Esto será posible? Indudablemente tenemos que hacer consciente los sentimientos y emociones que nos causan dolor y daño para poder tomar la decisión de sanar el corazón. Todo esto pasa siempre por la decisión libre y voluntaria de querer purificar y sanar la memoria, la palabra y el corazón. Para la hermana Clara Myriam Libreros este proceso es fundamental ya que sanando la mente y la palabra, el corazón se sana también de sentimientos negativos que hacen daño a nivel personal, comunitario y emocional. Un corazón sano nos mantiene en la alegría, en la paz, en la trascendencia y saber trascender y sobrenaturalizar cada momento es fundamental59. También para la hermana Nardela Zúñiga González60, esta experiencia vivida ha sido significativa para su vida: “Hoy he podido dar fin al gran sueño de mi vida: la necesidad de reconocer acontecimientos dolorosos, traumas, heridas del pasado, y aceptar mi propia historia. He podido darle un nuevo rumbo a mi vida, mirar con ojos nuevos, cambiar esa realidad dolorosa. De ahí la necesidad que 59 La hermana Clara Myriam es Vicaria General de la Congregación Siervas de Cristo Sacerdote y Directora del Hogar Judith Jaramillo en Bello, Antioquia. 60 La hermana Nardela Zúñiga González es religiosa de la Congregación Siervas de Cristo Sacerdote. Se desempeña como Secretaria de autenticaciones en la Diócesis de Palmira, Valle. Realizó el taller del 24 al 26 de abril del 2006 en la ciudad de Bogotá.

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tuve de sanar mi corazón. Soy consciente de mis limitaciones, pero las ganas y la buena voluntad me han permitido derrumbar un pasado que lastimaba mi vida y la de mi familia”. Por su parte, la hermana Ana J. Chautá Chautá61, después de haber vivido esta experiencia anotó: Siento que este itinerario de renovación ha sido un medio para crecer cada día como persona, como religiosa y sobre todo para ser una sierva que busque amar y servir con calidad, no con mediocridad. Y en cuanto a la proyección social, siento que he buscado espacios de diálogo y de escucha con las niñas con las que trabajo y con mis hermanas. Evaluándome he tratado de controlar el genio y no ser tan impulsiva. A partir de estas experiencias de vida podemos reafirmar que el corazón –para muchos– sigue siendo la sede de los sentimientos. Siempre hemos identificado este órgano vital como una fuente de donde emana el amor, el odio, la generosidad, la solidaridad, la caridad, el deseo de venganza. De esta manera muchos coinciden en afirmar que la razón es la sede del pensamiento y el corazón la sede de los sentimientos. En la práctica no sucede así, ya que nuestro cerebro es el que guarda los recuerdos y cuando vienen algunos estímulos sensoriales a través de la evocación y los recuerdos despiertan diversas reacciones, algunas veces violentas y agresivas, otras veces calma y serenidad. Todo esto depende naturalmente de los estados de ánimo, de las emociones y de la manera como las personas aprenden a manejar y controlar estas emociones. Lo anterior significa que al hablar de los sentimientos es importante explicitar las emociones, ya que son dos aspectos que van íntimamente unidos. Los sentimientos de los seres humanos son intangibles, no se pueden tocar, no se pueden palpar; una persona no puede tocar el amor o el odio, no puede palpar la generosidad o el resentimiento, ni la indulgencia o el deseo de venganza, los percibe por las reacciones del cuerpo que se manifiesta en el comportamiento y la conducta de los seres humanos. Cuando uno siente amor u odio esas sensaciones se transforman en emociones –alegría, tristeza, ira–, por lo mismo, los sentimientos se exteriorizan y se hacen visibles. De esta forma el ser humano al aprender a conocer sus sentimientos y a reconocer sus emociones tiene la posibilidad de controlarlas. Así, puede superar cualquier conflicto y potenciar la capacidad de pensar y reflexionar antes de actuar. Si una persona no es capaz de manejar las emociones estará siempre al borde 61 La hermana Ana J. Chautá Chautá es religiosa de la Congregación Siervas de Cristo Sacerdote. Tiene 34 años, es promotora vocacional en el Huila y acompaña a las menores en el Hogar de Niñas de Garzón.

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de explotar, actuando primariamente y respondiendo instintivamente. He ahí la necesidad de aprender a conocerse. Al respecto podemos concluir entonces que: Para conocer nuestras emociones, es importante adquirir la costumbre de prestar atención a las señales fisiológicas y emocionales de nuestro cuerpo. El reto es lograr descubrir la emoción que nos invade y aceptarla sin juzgarla, pues las emociones no son ni buenas ni malas, simplemente son informaciones sobre nosotros mismos, reflejan nuestros estados de ánimo. De hecho las emociones son decodificadas por el cerebro que interpreta las sensaciones, lo que percibe nuestro cerebro se expresa en diversas emociones y éstas se exteriorizan en diferentes sentimientos62. Las emociones pueden ser definidas como “estados de ánimo producidos por impresiones de los sentidos, que están dentro de nosotros y que afectan nuestros pensamientos, sentimientos, decisiones y de manera fundamental, la voluntad de acción; son una especie de motor interior que mueve nuestra vida, que nos impulsa a actuar, que nos dicta planes instantáneos para enfrentarnos a las situaciones, pues en toda emoción hay implícita una tendencia a actuar”63. Por lo tanto hay que aprender a interpretar el lenguaje de las emociones. Según el investigador norteamericano Paul Ekman, existen cuatro emociones básicas: “la ira o cólera, la tristeza o dolor, el miedo o temor, la felicidad o alegría. De éstas se desprenden infinidad de combinaciones que son matices de las emociones primarias”64. De la misma manera Oliver Nunge y Simone Mortera, psicoterapeutas y formadores en el ámbito de las relaciones humanas, advierten que las emociones son múltiples y variadas, coincidiendo con Ekman en afirmar que existen estas clasificaciones de las emociones: “Podemos experimentar la ansiedad, el temor, la confusión, la culpabilidad, el pánico, el malestar, la angustia, la ira, la contrariedad, la amargura, el furor, el rencor, la frustración, la vergüenza, la desesperación, la repugnancia, la aflicción, la pena, la decepción, el abatimiento, la soledad, el abandono, el amor, el afecto, el aprecio, la gratitud, la curiosidad, el entusiasmo, la pasión, la determinación”65. Más adelante volveremos sobre las emociones y las reacciones o el impacto que producen en los seres humanos. 62 DE BELTRÁN, María Mercedes P. Desarrolle su inteligencia emocional y tendrá éxito en la vida. Bogotá: AunoA. p. 35. 63 Ibíd., p. 16. 64 Ibíd., p. 17. 65 NUNGE, Oliver y MORTERA, Simonne. Administra tus emociones: reacciones indispensables. Santander, España: Sal Tarrae, 2007, p. 20.

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Es importante insistir que cuando nos referimos a la sanación de la memoria de la palabra y del corazón estamos advirtiendo la posibilidad de purificar la vida misma del ser humano. Es decir, no se puede disgregar una cosa de otra, no se puede pretender sanar la memoria sin que ocurran cambios en la manera de pensar, de hablar y de actuar. No se puede pretender cambiar la manera de hablar si nuestros pensamientos y acciones son incoherentes y trasgreden la norma, no se puede pretender sanar el corazón, si nuestra forma de hablar y de pensar no se orienta hacia la consolidación de la verdad. Debe haber una plena concordancia entre el pensamiento, la palabra y la acción. No hay de qué preocuparse porque este proceso, aunque no es mágico porque requiere de tiempo, de catarsis, de terapia, es como una cadena, en donde cada elemento es un eslabón importante, si se rompe el eslabón se fractura el proceso. Así que vivamos con intensidad esta experiencia que hemos denominado “volviendo a vivir”. Es importante esforzarnos por sanar las heridas que han dejado las ofensas. Para ello es indispensable compartir nuestros sentimientos con las personas que amamos sin temor para expresar lo que sentimos. También es importante buscar compañía, estar con los otros pues las heridas supuran y se abren más cuando no tenemos en donde colocar nuestra cabeza para llorar nuestro dolor; se necesitan los amigos leales y sinceros que nos escuchen y que nos tiendan su mano protectora. También es fundamental realizar diversas actividades, de modo que, ante situaciones de sufrimiento y recuerdo doloroso del pasado lo mejor es cambiar de actividad no para evadir la responsabilidad sino para evitar tomar decisiones en medio de la tempestad. Necesitamos tomarnos un tiempo prudencial para sanar las heridas. Sin embargo, es necesario asumir actitudes en el tiempo, de confianza en sí mismo, silencio interior, revisión de la vida, toma de decisiones. Y algo muy importante para quienes tienen fe, acercarse a Dios, fortalecer su espiritualidad y alimentar la propia vida con la Palabra de Dios, saber que es esencial perdonar y perdonarse, como lo afirma la hermana Ana J. Chautá Chautá66, desde su experiencia: “es importante saber perdonar, no es fácil pero si soy misericordiosa seguro que se logrará. Tener un corazón de carne y dejar ese corazón duro. Amar de verdad sin hipocresía”. No olvidemos que para poder perdonar a los demás primero debemos hacer el ejercicio de perdonarnos a nosotros mismos. 66 La hermana Ana J. Chautá Chautá es religiosa de la Congregación Siervas de Cristo Sacerdote. Tiene 34 años, es promotora vocacional en el Huila y acompaña a las menores en el Hogar de Niñas de Garzón.

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C. Historia: El verdadero amor67 Uno de los participantes lee en voz alta la siguiente historia: “Sábado por la mañana comenzando la jornada de trabajo. Mi primer cliente, un señor de avanzada edad se acerca al mostrador… hace su pedido y me hace la observación: señorita sería tan amable de despacharme enseguida, tengo prisa. Yo respondí: claro que sí, enseguida lo traen…mientras llegaba mi compañero, me atreví a preguntarle qué era eso urgente que tenía que hacer. Me respondió que tenía que ir a una residencia de ancianos para desayunar con su mujer que vivía allí. Me tomó confianza y comenzó a contarme que su esposa padecía Alzheimer muy avanzado. Mientras preparaba su cuenta, le escuchaba atentamente. Le pregunté si ella se alarmaría si no lo viese llegar: –No, me dijo. –Ella ya no sabe quién soy. Hace muchos años que no me reconoce. –Y si ya no sabe quién es usted, ¿Por qué esa necesidad y urgencia de estar con ella todas las mañanas? Sus ojitos enternecedores me miraron fijamente, pude notar cómo su vista se nublaba por sus lágrimas y me respondió: –Ella no sabe quién soy, pero yo todavía sé muy bien quién es ella. Tuve que contener las lágrimas mientras se retiraba, lo seguí con la mirada hasta que se perdió en el camino, y pensé: –Esta es la clase de amor que quiero para mi vida...” El verdadero amor no se reduce a lo físico ni a lo romántico. El verdadero amor es la aceptación de todo lo que el otro es, de lo que ha sido, de lo que será y de lo que ya es. Se comparten las siguientes preguntas: 1. ¿Qué mensaje podemos extraer de esta historia? 2. ¿Por qué es importante sanar el corazón? 3. ¿cómo podemos aprender a controlar nuestras emociones?

D. Reflexión personal y reflexión compartida Esta actividad tiene dos momentos: un primer momento se dedica a la reflexión personal a la que se destina de 30 a 45 minutos. Luego se reúnen en los grupos pequeños para compartir el segundo momento sobre las percepciones e impresiones acerca del ejercicio. 67 Anónimo. Con corazón. [en línea]. Disponible en internet http://corazon.blogia.com/2004/061301una-linda-historia....php.

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No olvidemos ejercitarnos en la escucha activa, mientras una persona habla los demás la escuchan sin interrumpir y sin preguntar. Cada participante comparte sus emociones y sentimientos sin revelar nombres de personas. Sólo comparte en torno a los acontecimientos de dolor o de gozo que han marcado su vida. Primer momento Escriba los sentimientos adversos que invaden su vida hoy y que le han quitado la paz interior: 1. Sentimientos adversos en mi corazón. 2. ¿Qué produce estos sentimientos en mi vida? 3. Actitudes que asumo al reconocer estos sentimientos.

Sentimientos adversos en mi corazón

¿Qué producen estos sentimientos en mi vida?

Actitudes que asumo al reconocer estos sentimientos

Ej. Odio, envidia, celos.

Ej. Inseguridad, miedo, rabia.

Ej. Pienso que no soy culpable; me justifico, pero también surgen deseos de cambiar.

Vuelva a repasar cada sentimiento, lo que produce en su vida y cada actitud. Responda las siguientes preguntas: 1. ¿Cómo puedo cambiar hoy esta realidad? 2. Actitudes que podría asumir a partir de hoy 3. ¿Por qué quiero sanar mi corazón?

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¿Cómo puedo cambiar hoy esta realidad?

Actitudes que podría asumir a partir de hoy

¿Por qué quiero sanar mi corazón?

Ej. Aceptando que me equivoco; reconociendo mis limitaciones.

Ej. Humildad, aceptación y asimilación de la realidad, cambio.

Ej. Porque puedo modificar mi conducta, mi manera de ser y de vivir junto a las personas con las que comparto mi vida. Deseo estar bien física y mentalmente.

Segundo momento En los pequeños grupos vamos a compartir: 1. Los sentimientos que se han despertado en mi vida por ofensas, agresiones y actitudes asumidas. 2. ¿Por qué quiero sanar mi Corazón?

E. Profundización: esperanza?”68

“Sanar

un

corazón

roto.

¿Hay

¿Hay esperanza para sanar un corazón roto? Algo o alguien acaba de romper tu corazón. Estabas desprevenido ante una traición, un comportamiento horrible o la pérdida de un ser amado. De repente sientes como si hubieses perdido toda esperanza. Puedes sentir un dolor físico en tu pecho que te deja herido y asustado. ¿Qué esperanza tienes de recuperarte o de descubrir qué terminará con este sufrimiento? Todos sabemos que las emociones son parte vital de lo que somos. A pesar de ello, no podemos entender por qué se necesita tanto tiempo 68 Este texto circula por internet en varios sitios web, pero no aparece ninguna autoría. Sanar un corazón roto. [en línea]. En: Los desafíos de vida. Disponible en: http://www.allaboutlifechallenges. org/spanish/sanar-un-corazon-roto.htm

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para sanar las heridas emocionales. Nunca sacaríamos el yeso de un hueso roto o retiraríamos las suturas de una herida en la piel hasta que estuviesen completamente curados. Debemos entender que una sanación emocional completa requiere tiempo. El libro de Salmos ofrece gran consuelo cuando se está viviendo un largo período emocional de tristeza, miedo y dolor. “Él sana a los que tienen roto el corazón, y les venda las heridas” (Salmos 147:3). ¿Hay algunas circunstancias que sobrepasen la sanación? ¿Qué hay de las siguientes situaciones? •

Al principio, el matrimonio de Dawn y Leo parecía muy seguro. Pero entonces, el alcohol y las insinuaciones de Leo a su cuñada, Lori, terminaron en un amargo divorcio.

Louise lloraba descontroladamente cuando su hija le contó del abuso sexual que sufrió siendo niña.

Luego del segundo aborto espontáneo sufrido por Dave e Yvonne, ellos cortaron todas las relaciones que les recordaban a sus dos hijos perdidos.

Sanar un corazón roto. La clave es la confianza Nuestra tendencia humana es evitar situaciones dolorosas. Las enterramos. ¿Podemos alguna vez confiar de nuevo en aquellos que nos hirieron tan profundamente? Hay pasos a seguir para sanar un corazón roto: Liberación: “…si tienen algo contra alguien, perdónenlo…” (Marcos 11:25). Lori eligió dejar atrás las heridas del pasado. Años más tarde, su sobrino, el hijo de Leo y Dawn, se casó. Lori recuerda: “Mi mala experiencia había estropeado la relación entre dos familias. Milagrosamente, cuando perdoné a Leo, la boda nos reunió a todos y se crearon relaciones saludables”. •

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Reenfoque: “Al que puede hacer muchísimo más que todo lo que podamos imaginarnos o pedir, por el poder (de Dios) que obra eficazmente en nosotros” (Efesios 3:20). Inicialmente, Louise se culpaba por no haber sido más protectora. Trataba de ocultar a todos su corazón herido. Ella nos cuenta: “La culpa y la vergüenza nublaron mi perspectiva. Cuando mi hija y yo conversamos abiertamente del incidente, ayudamos a otras víctimas y en la actualidad vemos resultados positivos en sus vidas”.


Sanación de la memoria, de la palabra y del corazón: un ejercicio de autoperdón

Recibir: “… quien nos consuela en todas nuestras tribulaciones para que con el mismo consuelo que de Dios hemos recibido, también nosotros podamos consolar a todos los que sufren” (2 Corintios 1:4). El año pasado, Yvonne dio a luz a un hermoso niño varón. “Es posible que nunca podamos comprender la razón por la que tuvimos que soportar tanto dolor. Gradualmente, el vacío está ahora siendo llenado con las travesuras del pequeño Daniel”. David e Yvonne recibirán sus diplomas de enfermeros este año. “Queremos ayudar a otros durante los tiempos difíciles”.

Sanar un corazón roto. Existe una razón Había una vez un joven que proclamó tener el más hermoso e intachable corazón. Un viejo le desafió. La multitud miró al corazón del anciano. El corazón le latía fuertemente, pero estaba lleno de cicatrices. Algunas partes le habían sido retiradas y otras le habían sido puestas, pero no quedaban del todo bien. El anciano miró al joven: “Nunca cambiaría mi corazón por el tuyo”. Cada cicatriz representa una persona a la que le he dado mi amor. Me he sacado un pedazo y se lo he entregado a ellos. A veces me daban una pieza de su roto corazón, la cual añadía al mío. Cuando la persona no correspondía a mi amor, quedaba un doloroso agujero. Esos agujeros permanecen abiertos, recordándome que yo amé a esas personas. Es posible que algún día ellos regresen y llenen ese espacio”. Nadie escogería tener un corazón roto. La agonía y el tiempo de restauración son insoportables. Sin embargo, hay alguien que tiene un corazón intachable y ha elegido tenerlo roto. Médicamente, cuando un corazón se rompe, brota agua de él (Juan 19:33-34). De todas las formas posibles, Jesús experimentó un corazón roto. Él entiende la traición, la tentación y la pérdida (Isaías 53:3; Lucas 22:33-34; Mateo 14:10-13). Él es nuestro consolador, consejero y compañero, que llena los espacios vacíos de nuestro corazón.

F. Mi aprendizaje Cada participante escribe en su cuaderno de notas el aprendizaje de este primer módulo. Una frase o una palabra que resuma la experiencia vivida durante la jornada. Luego comparte con sus compañeros este aprendizaje. Al finalizar, el facilitador debe recoger algunas ideas importantes.

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G. Celebración: “Volviendo a vivir” Todos se reúnen en el salón principal. Cada uno dibuja una silueta de mujer o de hombre según el sexo al que pertenece y luego con las indicaciones del facilitador van realizando el ejercicio. Para cada fase se da un tiempo prudencial para pensar y escribir. •

Vamos a dibujar una flecha que sale desde nuestra cabeza y escribimos tres pensamientos positivos o negativos que hemos tenido a lo largo de nuestra vida y han generado un fuerte impacto en nosotros. Aquello en lo que hemos pensado –mal o bien– sueños, metas, ideales o fracasos.

Otra flecha sale desde nuestros ojos. Escribimos entonces tres hechos o acontecimientos que hayamos observado –positivos o negativos– que hayan generado un fuerte impacto en nuestras vidas. Por ejemplo: un accidente, ver morir a un ser querido, un asesinato, al amor de mi vida, una película.

Ahora dibujamos una flecha desde nuestra nariz. Escribimos tres olores –agradables o desagradables– que recordemos a lo largo de nuestra vida y que hayan generado un fuerte impacto en nosotros. Por ejemplo: el olor a basura, el olor de un perfume, de las aceitunas, etc. Y pensar en lo que esos olores nos recuerdan.

Otra flecha sale desde los oídos. Escribimos tres frases o palabras que hayamos escuchado de nuestros semejantes –positivas o negativas– que nos hayan causado un fuerte impacto en la vida.

Una flecha sale desde nuestros labios. Escribimos tres frases o palabras que hayamos pronunciado –positivas o negativas– y que hayan generado un fuerte impacto en nuestra vida. Por ejemplo: “Te quiero”; “ya no te amo”.

Dos flechas salen desde nuestras manos. Vamos a escribir tres acciones que hayamos hecho con nuestras manos –positivas o negativas– que hayan generado un fuerte impacto en nuestra vida. Por ejemplo: pegarle a un hijo, una bofetada al novio, las caricias de una madre.

Dos flechas salen desde nuestros pies. Escribimos tres sitios que hayamos visitado o que nos gustaría visitar y tres acciones que hayamos hecho con nuestros pies –positivas o negativas– y que nos

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Sanación de la memoria, de la palabra y del corazón: un ejercicio de autoperdón

ha generado un fuerte impacto. Por ejemplo: dar unos traspiés a otra persona, escondernos de alguien que nos necesita, ir a una playa. •

Una flecha sale del corazón. Escribimos tres sentimientos o emociones que hayamos experimentado en nuestro diario vivir y que nos han generado un fuerte impacto. Por ejemplo: la ira, el amor, la tristeza.

Cuando ha concluido esta parte, el facilitador pide a los participantes que deseen compartir lo que han escrito. Luego se hace una ronda para todos preguntado: ¿cómo se sintieron? ¿qué enseñanza nos deja este ejercicio?

El facilitador concluye invitando a los participantes a ponerse de pie, entrelazar las manos y cantar la canción “Amigos” de Juanes o “Quiero tener un millón de amigos” de Roberto Carlos.

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Sanación de la memoria, de la palabra y del corazón: un ejercicio de autoperdón

3. Sanación del corazón

Módulo 6:

“Sanar el corazón: quiero perdonarme”

A. Aprender haciendo. Construcción de saberes: “Mi equipaje” El facilitador invita a los participantes a realizar el siguiente ejercicio: Es hora de sentarnos a escribir ¿Qué equipaje me llevo después de haber participado de estos encuentros y de haber vivido esta serie de ejercicios en torno a la memoria, la palabra y el corazón? Como referencia tomemos la figura del escalador. En la parte de atrás escribamos el equipaje que trajimos cuando llegamos a vivir este itinerario. Se trata del equipaje emocional, los sentimientos, los bienes, los aprendizajes, las sombras y debilidades etc. Seguramente muchas de esas cosas que trajimos no las necesitamos, las vamos a desechar, no las queremos seguir llevando porque nos pesan y nos causan mucho dolor. 121


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En la parte de adelante podemos poner el equipaje que nos llevamos a partir de hoy, los valores y virtudes que deseamos cultivar, nuestro deseo de renovación, de cambio de actitudes y de comportamientos, y nuestro deseo de ser mejores. Los participantes tienen 30 minutos para realizar este ejercicio.

B. Motivación Luego, el facilitador hace la respectiva motivación para vivir esta jornada. En la primera parte de este taller cerramos nuestra reflexión con la actividad: “Volviendo a vivir” y reconocimos el deseo de sanar el corazón. Ahora, los invito a intensificar nuestro deseo de vivir tranquila y serenamente. Expresemos con nuestros actos que deseamos superar todo sentimiento adverso con quienes nos rodean para aprender a convivir. Este sexto módulo lo hemos llamado: “Sanar el corazón: quiero perdonarme”. No hay duda de que el perdón es la puerta de entrada a la reconciliación, que es indispensable recorrer este camino del perdón para aliviar nuestro dolor y sufrimiento; el perdón es un bálsamo que alivia el dolor y reconforta el alma. Decidiéndonos a perdonar podremos recuperar la transparencia en nuestras relaciones, sin embargo es necesario reparar el daño que hemos causado a los demás. No podemos pretender construir la paz y la armonía en nuestras relaciones con la injusticia, la indiferencia y la insensatez. La paz sólo se puede construir desde el perdón y la justicia. En este sentido vale la pena recordar los cuatro pilares para construir la paz, que el Papa Juan XXIII proclamaba en su encíclica Pacem in terris: “la verdad, la justicia, la libertad y el amor son fundamentos de la convivencia humana”69. Durante esta jornada vamos a pensar en algo más: la necesidad de quitar nuestras máscaras, la urgencia de la sinceridad para construir relaciones de amistad, de respeto y de diálogo. Al terminar esta jornada sintamos el deseo de una renovación total; que nuestros comportamientos, actitudes, pensamientos y sentimientos revelen una transformación en nuestra propia vida.

C. Orientación Siempre hemos oído decir que el corazón es la sede del amor. Incluso en la antigüedad se consideraba el corazón como la sede de la vida, por lo que se pensaba que cuando una persona moría era porque su 69

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Juan XXIII. Pacem in terris, n. 35.


Sanación de la memoria, de la palabra y del corazón: un ejercicio de autoperdón

corazón había dejado de latir. Hoy sabemos científicamente que no es el corazón, sino el cerebro el que nos permite determinar el deceso de una persona. Sin embargo, el corazón para muchos sigue siendo la sede de los sentimientos. Cuando pensamos en las emociones pensamos en el corazón. En él se albergan las más variadas emociones que se revelan en nuestro comportamiento, que se revelan en las palabras que pronunciamos. Hoy más que nunca cuidamos nuestro corazón dado que hay riesgos que pueden apagar sus latidos como consecuencia de una alimentación desbalanceada, el estrés, la fatiga, etc. Los factores de riesgo aumentan la posibilidad de desarrollar una enfermedad. Por lo mismo, es importante conocer estos factores de riesgo como son: el tabaquismo, la obesidad, la presión alta, la diabetes, la falta de actividad física, el historial familiar médico y una dieta alta en grasas saturadas. Para disminuir los factores de riesgo se sugiere realizar ejercicio, caminar, relajarse y alimentarse saludablemente. Si aplicamos estos conceptos a nuestra realidad emocional y a nuestros sentimientos podríamos intentar un cambio de actitudes y de comportamiento para mejorar nuestro estilo de vida. Valdría la pena dedicar tiempo suficiente a respirar conscientemente y a relajarnos para superar el estrés y el cansancio, que desafortunadamente nos lleva muchas veces a debilitar nuestras relaciones interpersonales. Hay que tomar la decisión de sanar nuestro corazón ya que esto puede traer consigo bienestar y tranquilidad para la vida. Con facilidad nuestro corazón se llena de resentimientos, de rabias y de rencores ante las ofensas de otras personas. Se abren heridas difíciles de sanar cuando ofendemos o nos ofenden. Es verdad que cuando esto ocurre, muchas veces somatizamos nuestro dolor, y aparece la enfermedad. Los rencores y los odios afean el alma y destruyen la belleza de las relaciones. Es por esto que el ser humano al experimentar la ira “se siente en peligro inminente contra su propio cuerpo, su dignidad, su autoestima, etc. Por lo tanto se produce una carga hormonal y el cerebro crea un estímulo generalizado que puede durar horas e incluso días, lo que mantiene el centro emocional en disposición para la excitación. Este estado puede desencadenar acciones violentas”70. De ahí la necesidad de intentar contemplar los acontecimientos de otra manera, ver con nuevos ojos al agresor, esperar a que la ira se enfríe, es decir, retrasar cualquier actuación hasta que pase la descarga hormonal y emocional, para lo cual 70

DE BELTRÁN. Op. Cit., p. 20.

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se puede recurrir al ejercicio físico, caminar, respirar lentamente, trotar, cambiar de actividad y naturalmente alejarse del peligro o de la agresión que le inspira una actitud violenta. Todo esto ayuda a la oxigenación, a la serenidad y a la recuperación de la tranquilidad. Es el sentido de estos talleres como lo testifica la hermana Clara Myriam Libreros quien a partir de su experiencia de renovación argumenta que “Mientras que el ser humano vaya sanando sus emociones, sus relaciones con los demás son más positivas. Estos talleres por lo tanto ayudan muchísimo porque toman estos tres aspectos del ser: la memoria, la palabra y el corazón. Es en el corazón donde se gestan los malos y los buenos sentimientos. Esto es importante en la relación con el otro porque en la medida en que se da la trascendencia, el reconocimiento del otro, la superación y el control de las emociones negativas −esquemas que a veces se van fortaleciendo−, surge la visión de una nueva manera de ser y de vivir; la sanación va dando elementos fundamentales para que el ser humano vaya mejorando y se vaya superando cada día”71. Cuando se logran superar los odios, las iras los resentimientos a través del perdón y la indulgencia, se recuperan el equilibrio y el bienestar. “Muchas personas actúan como autómatas, caen fácilmente en la rutina de la vida, no conocen su realidad interior, sus necesidades reales, sus verdaderos sentimientos, aspiraciones y motivaciones”72. Ante esta realidad es importante volver sobre nuestras motivaciones iniciales para realizar cualquier obra, preguntándose qué fue lo que motivó a actuar equivocadamente, qué fue lo que instó a actuar con rudeza y qué fue lo que inspiró asumir el perdón y la reconciliación. Asimismo, es importante revisar las motivaciones que tuvimos al comenzar este ejercicio de autoperdón, para poder expresar nuestros sentimientos sin temor. De hecho podemos comprobar cómo a muchos nos cuesta entrar en contacto con los demás. Tener incluso contacto físico con otras personas a algunos les incomoda. Todo depende de la formación, de la cultura, del contexto en el que hemos crecido, pero significativamente hoy hemos aprendido a conocer mejor la complejidad de los seres humanos. Por lo mismo, es necesario aprender a expresar los sentimientos evitando todo tipo de represión. Las represiones, las cohibiciones, hacen que los seres humanos se replieguen hacia sí mismos, llevando a un bloqueo emocional y la manifestación de las actitudes negativas frente a la vida. 71 La hermana Clara Myriam Libreros es Vicaria General de la Congregación Siervas de Cristo Sacerdote y directora del hogar Judith Jaramillo, en Bello Antioquia. 72 DE BELTRÁN. Op. cit., p. 29.

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Sanación de la memoria, de la palabra y del corazón: un ejercicio de autoperdón

Aparecen el miedo, el temor y el dolor que produce el no poder expresar lo que se siente. Cuando se desbloquean la mente y el corazón, y los sentimientos se expresan con espontaneidad, éstos causan emoción, alegría; producen empatía y posibilidad de crecimiento en las relaciones interpersonales. Se madura en la afectividad y se fortalecen los lazos de amistad, aprendemos a conocer nuestros sentimientos y a aceptarlos, así como conocer los sentimientos de los demás y aceptarlos. Cuando una persona decide perdonar siente que el mundo se vuelve más liviano, experimenta una descarga inmensa en su corazón; sus palabras se transforman en palabras de bondad y de consuelo. La decisión de perdonar le abre horizontes insospechados, como por ejemplo la imperiosa necesidad de reconciliarse consigo mismo. De esta manera el perdón primero debe darse a nivel personal. Nadie puede perdonar si no se ha perdonado a sí mismo. Cuando se ha recuperado la armonía y el equilibrio perdidos, en su historia personal, es más fácil emprender el perdón hacia los otros. Perdonar a los que nos han ofendido es parte de este proceso, que alivia el dolor y cura el sufrimiento, es bálsamo y fragancia. Bálsamo porque suaviza el dolor y fragancia porque esparce un aroma de paz y serenidad. Naturalmente la reconciliación sigue su camino hacia la naturaleza, pues nuestras rabias y rencores se reflejan en el ambiente. Así como el medio ambiente tiene su influencia en nuestro comportamiento; en nuestras actitudes, sentimientos y emociones también hay una fuerte influencia en el ambiente, en el entorno y en las personas que nos rodean. El perdón es el camino hacia la reconciliación y necesariamente se produce desde el corazón y la razón, es decir, debo comprender por qué y para qué es necesario perdonar y luego expresarlo a través de los sentimientos de generosidad, apertura, confianza, perdón y reconciliación. El proceso lo hemos mencionado en la introducción de esta obra: la reconciliación con nosotros mismos, que exige aprender a perdonarnos; la reconciliación con los demás, que pasa por la revisión de vida para reconocer las ofensas; la reconciliación con la naturaleza, aprendiendo a cuidar del ecosistema, evitando la destrucción y la contaminación. Y para los creyentes, después de la reconciliación con la naturaleza, la reconciliación con Dios como elemento indispensable para recuperar el paraíso del que fuimos expulsados, para volver a vivir, para volver a nacer. Para lograrlo, un elemento esencial es aprender a quitarnos las máscaras; esa es la condición necesaria para vivir en plena libertad. De hecho, cuando una persona se acerca a sí misma, “comienza a abandonar las falsas fachadas, máscaras o roles con que ha encarado la 125


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vida hasta ese momento. Parece tratar de descubrir algo más profundo, más propio de sí mismo y empieza por despojarse de las máscaras que usaba conscientemente”73. Así llegamos a comprender –como lo hemos afirmado en reiteradas oportunidades– que la sanación de la memoria, de la palabra y del corazón, pasan necesariamente por un proceso de perdón y reconciliación que implica una decisión voluntaria y libre de la persona.

D. Reflexión personal y reflexión compartida El facilitador pide a los participantes realizar el ejercicio, primero individualmente y luego en pequeños grupos. Cada participante tendrá 30 minutos para reflexionar sobre el acontecimiento que escogió desde el primer día, los sentimientos y emociones que le han despertado, las palabras que ha escuchado o proferido a su ofensor u ofendido (volver a revisar el ejercicio del módulo cuatro), y los sentimientos adversos que se han dado. Luego, si desea tomar la decisión de perdonar de corazón, entonces debe construir una guía de ruta respondiendo a la pregunta: ¿Qué voy a hacer a partir de hoy? Se trata de pensar en unas bases fundamentales para construir su proyecto de vida. Sentimientos y emociones a partir de la ofensa

Palabras que he escuchado o proferido a mi ofensor u ofendido

¿Qué voy a hacer a partir de hoy?

Ej: rabia, deseos de hacerle daño a esa persona, malos pensamientos.

Ej. “Jamás le voy a perdonar”; “No se siga metiendo en mi vida porque no respondo”; “Aquí el que manda soy yo”.

Ej. Decidirme a dar el paso del perdón. Purificar mi memoria y tratar de modificar mi comportamiento.

Luego, se reúnen en los pequeños grupos y comparten sus compromisos, los sentimientos y actitudes que asumirán a partir de hoy con relación a su vida y los acontecimientos de gozo o de dolor que surjan. 73

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ROGERS. Op. cit., p. 104.


Sanación de la memoria, de la palabra y del corazón: un ejercicio de autoperdón

E. Aprender haciendo. Construcción de saberes: “Quítate las máscaras” A continuación el facilitador entrega a cada participante un trozo de cartulina, unas tijeras, resorte y marcador. En silencio deben elaborar una máscara y decorarla como ellos quieran. Esta actividad se hace en absoluto silencio, tratando de evocar acontecimientos del pasado o sentimientos y emociones.

F. Mi aprendizaje Cada participante escribe en su cuaderno de notas el aprendizaje de este módulo. Una frase o una palabra que resuma la experiencia vivida durante la jornada. Luego, comparte con sus compañeros este aprendizaje. Al finalizar, el facilitador debe recoger algunas ideas importantes.

G. Celebración: “Quítate las máscaras” Para esta celebración se necesitan las máscaras. Todos se ubican con sus pequeños grupos en el mismo salón, en donde el facilitador va dando las orientaciones de cada paso que se va dando. • A cada participante se le entrega un globo que debe inflar con su propio esfuerzo. Si no puede hacerlo recibe ayuda de sus compañeros de grupo. Al inflar el globo, escribe legiblemente para él los antivalores, limitaciones o defectos que le dominan y que desearía superar. Revisa detenidamente lo que ha escrito y luego, asumiendo el compromiso de comenzar una nueva vida y renovar su interior, hace explotar el globo. • Seguidamente toma la máscara, en la parte interior escribe sus defectos, limitaciones y antivalores que pueden coincidir con los que escribieron en los globos. Esta parte nadie la ve, es algo secreto, oculto, que solo ven las personas cuando decidimos mostrarnos tal como somos. Se da el tiempo suficiente para escribirlas. • Luego, en la parte exterior de las máscaras −que seguramente se ha decorado− se escriben los 127


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• •

• •

valores, las virtudes y talentos, con letra legible para que los demás puedan leer. Se hace en absoluto silencio. Cuando todos han terminado, si alguien falta debe sentir el apoyo de sus compañeros de grupo. No se hacen comentarios. Todos se ponen de pie y se ubican con sus compañeros de grupo; el facilitador pide que se pongan la máscara, haciendo alusión a los valores que se ven. Los defectos y limitaciones los hemos escrito sin que se vean, mientras que deseamos que se lean los valores porque queremos hacer reconocimiento a nuestros semejantes de las virtudes que poseen. Durante un instante, en silencio todos en el grupo se miran a los ojos y tratan de leer las virtudes y valores que escribieron. Luego se quitan las máscaras e intentan recordar los valores que sus compañeros tenían escritos en sus máscaras. Comparten unos instantes. Vuelven a ponerse la máscara y el facilitador lee la siguiente oración, mientras se van quitando las máscaras: “Quítame la máscara, Señor. La de la sordera, para que pueda escuchar con nitidez tu voz. La del odio, para que pueda amar sin distinción. La de la maldición, para que pueda desear siempre el bien. La de los malos modales, y sea así delicado con mis hermanos. La de la maldad, para que disfrute sembrando semillas del bien. La del usurero, para que no busque más beneficios que el ser feliz dando. Quítame la máscara, Señor. La de la debilidad, para que presente mi mejilla donde sea necesario. La del egoísmo, para que nunca mire lo que doy ni a quién doy. La de la conformidad, para que no exija lo que no me pertenece. La de la dureza, para que brote en mí la comprensión. La de la severidad, para que sepa entender y comprender los defectos de los demás. La de la discordia, para que vea amigos y no adversarios”74.

Todos terminan con un abrazo fraternal y se comparte una copa de vino.

H. Trabajo de campo Cada participante en su casa busca un lugar tranquilo –puede ser su cuarto– en donde pueda reflexionar profundamente sobre algunos aspectos de la vida que debe revaluar. Si es una persona creyente puede hacerlo desde la fe, intentando responder a las preguntas existenciales que aparecen a continuación y abriéndose a la gracia iluminadora de Dios. El facilitador entrega a los participantes una hoja con el cuestionario que debe responder. 74 Esta oración ha sido extraída de unas diapositivas de internet. No aparece autoría, por lo que aquí hacemos uso de ella para efectos educativos.

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Sanación de la memoria, de la palabra y del corazón: un ejercicio de autoperdón

Lea cuidadosamente el siguiente cuestionario y responda con sinceridad. Al final simplemente haga un balance de las respuestas positivas y negativas, y anímese a tomar decisiones que pueden renovar su vida. SANACIÓN DE LA MEMORIA, DE LA PALABRA Y DEL CORAZÓN Responda con sinceridad las siguientes preguntas, que permitirán medir su nivel de aceptación o resistencia al proceso vivido de sanación de la memoria, de la palabra y del corazón. No.

Preguntas

1.

¿Soy consciente del significado de la palabra, de la memoria y del corazón?

2.

¿Valoro el significado del perdón y la reconciliación, pero aún me cuesta dar el paso del perdón?

3.

¿Reconozco que ha cambiado mi forma de pensar, de recordar el pasado y vivir el presente?

4.

¿Aún he vivido aferrado al pasado, me atormentan los problemas y conflictos que he vivido, no he sanado totalmente mi memoria?

5.

Recuerdo con enfado y rabia los acontecimientos que me hieren. No he podido aceptar que mi hermano me haya ofendido.

6.

He asumido el camino de la renovación espiritual en mi vida tomando la decisión de sanar mi memoria para reescribir mi historia y mi proyecto de vida.

7.

¿He tenido avances significativos en este camino pedagógico?

8.

¿He tenido altibajos y preocupaciones por no saber asumir el perdón de corazón?

9.

Sigo sufriendo pensando en mis ofensores, no ha sido fácil este itinerario de sanación.

10.

El perdón y la reconciliación ¿son una prioridad en mi vida?

11.

¿Con frecuencia utilizo expresiones duras y exigentes con mis hermanos, con mis compañeros de trabajo o con las personas que buscan algún servicio?

No

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12.

¿Me ha costado moderar mi palabra, mi tono de voz y me cuesta aún hablar con serenidad y prudencia?

13.

¿Hablo demasiado, me distraigo, no tengo la capacidad de escuchar a mis hermanos o a las personas con quienes me encuentro en mi vida cotidiana?

14.

¿He aprendido a escuchar, a decir una palabra de consuelo, a servir con alegría sin juzgar y sin criticar a los otros?

15.

¿He gritado a algunas personas, las he herido y no he pedido perdón?

16.

¿Le he dejado de hablar a algunas personas, a mis familiares con quienes comparten mi vida diariamente, porque no comparto sus comportamientos o me ofusca su estilo de vida, de trabajar y de hacer las cosas?

17.

¿Me he acercado a las personas que he ofendido de palabra y he sabido pedir perdón sin justificar mis actos?

18.

¿He trabajado la sanación de la palabra? ¿Mis expresiones están llenas de optimismo, consuelo, alegría, generosidad? ¿Son palabras que inspiran vida?

19.

¿He trabajado la sanación de la palabra, pero mis expresiones aún son de pesimismo, quejas y reclamos incluso al mismo Dios?

20.

¿He estado o estoy disgustado(a) con un familiar o amigo porque ha herido profundamente mis sentimientos?

21.

¿He buscado caminos de acercamiento para reconciliarme, a través del diálogo, de la escucha activa y del perdón?

22.

¿He herido los sentimientos de alguna persona con mis actitudes y mi comportamiento indiferente o negligente?

23.

¿Siento que ha ido cambiando mi manera de ser y de vivir y que ahora soy una persona más tranquila y prudente?

24.

¿He trabajado la sanación del corazón y ahora no temo expresar mis sentimientos y mi alegría con actitudes de caridad y fraternidad?

25.

¿He trabajado la sanación del corazón, pero aún siento que me cuesta aceptar a las demás personas como son y las juzgo con severidad y sin contemplaciones?

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Sanación de la memoria, de la palabra y del corazón: un ejercicio de autoperdón

26.

¿Anido en mi corazón odios, resentimientos, deseos de venganza y por más que intento no he podido tomar la decisión de cambiar?

27.

¿He tenido diferencias, pleitos, disgustos, con otras personas? ¿Han persistido sin que yo haya buscado un camino de perdón y de reconciliación?

28.

¿Es para mí difícil perdonar?

29.

¿Es para mí difícil reconciliarme?

30.

¿Considero que el perdón y la reconciliación no es un proceso para mí por todos los males y agresiones que he sufrido? ¿Pienso que quien debe perdonar es Dios?

31.

¿Quiero afianzar una renovación interior, perdonando de corazón, reconciliándome para vivir una experiencia profunda de sanación?

32.

No tengo nada qué perdonar.

33.

Con frecuencia hablo del perdón y de la reconciliación, como experiencia de vida.

34.

Me esfuerzo cada día por no ofender a mis semejantes. Tampoco me he sentido ofendido por mis hermanos.

35.

No soy ofensivo (a) en el trato con las personas; las trato con delicadeza y las valoro.

36.

Hablo con las personas que me rodean y con quienes comparto mi vida. Me siento aceptado (a) y querido (a). Yo acojo a los demás y les recibo con alegría y generosidad.

37.

Soy intransigente y tengo dificultades para ceder frente a los demás.

38.

Me siento tranquilo (a). Las dificultades que he tenido las he solucionado mediante el diálogo, la cercanía, el diálogo y el perdón.

39.

Para mí es muy fácil perdonar.

40.

Para mí es muy fácil reconciliarme. Es un encuentro de camino y de comunión.

41.

El perdón y la reconciliación son un patrimonio de la humanidad.

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42.

El perdón es sanador, me devuelve la tranquilidad perdida, me acerca más a Dios, a mis hermanos, por esta razón valoro el perdón como algo esencial en mi vida.

43.

Me siento feliz al haber vivido este proceso de sanación de la memoria, de la palabra y del corazón. Siento que he ido asumiendo un camino hacia el cambio.

44.

Siento que este proceso no tiene sentido alguno. Mi vida no ha cambiado, sigo siendo infeliz y espiritualmente me siento frío(a), triste y desconcertado(a).

45.

Aún no soy capaz de recordar el pasado con gratitud. Me domina mi pasado.

46.

Vivo el presente con mucha amargura y el futuro sigue siendo incierto.

47.

Este camino de renovación tiene muchos obstáculos; no me siento con las fuerzas necesarias para seguir luchando.

48.

No he podido decidirme a emprender este camino de perdón.

49.

No estoy dispuesto(a) a sacrificarme sufriendo y amargándome la vida. Quiero emprender este camino de sanación interior.

50.

He aprendido o estoy aprendiendo a recordar con gratitud el pasado, vivir con ardor el presente y abrirme con esperanza al futuro. Total

Puedes escribir el total de las respuestas afirmativas y las respuestas negativas ponerlas sobre una balanza y tomar decisiones para cambiar de actitudes ante la vida y de comportamiento ante los demás. Ahora invito a las personas que profesan su fe en Dios creador de la vida, a realizar el siguiente ejercicio de sanación de la memoria, de la palabra y del corazón. He denominado esta actividad: “Terapia del perdón”. Vamos a vivir, desde la fe, una experiencia de perdón. Esta terapia la puede hacer cualquier persona que desee sanarse.

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Sanación de la memoria, de la palabra y del corazón: un ejercicio de autoperdón

Oración de preparación Señor, hoy quiero reconciliarme contigo de verdad. Abrir el corazón a tu gracia, llenarme de tu amor. Fortaléceme con tu Espíritu Santo, penetra en mi ser y transfórmame. Devuelve, Señor, la calma a mi vida, dame tu paz. Dame la gracia de desapegarme del pasado, quiero sanar mi memoria, recordar con gratitud mi pasado. Quiero sanar mis palabras y purificar mis sentimientos y emociones. Que perdonando a mi hermano y reconciliándome con él, alcance de ti la gracia del perdón. Primero, piensa en la ofensa que has recibido. No en la persona. O piensa en la ofensa que has prodigado. Piensa en los sentimientos y emociones que te ha producido: decepción, desconsuelo, ira, etc. Mira a Jesús, él te mira con amor y misericordia. Recuerda todo lo que hizo para salvarte y darte nueva vida.

Piensa ahora, en la persona que te ha ofendido o la ofensa que tú has hecho. Mira a esa persona con la mirada de Jesús. Pregúntate: ¿Qué haría Jesús ante esta situación? Mira a esa persona con sentimientos de compasión, sin odios, sin dolor, sin resentimientos. De nuevo, mira hacia Jesús que te perdona y te ama. Contempla su rostro de amor y de misericordia. Ahora, recuerda a la persona que te ofendió y lo que te hizo, pero no te enfades, no te disgustes, no pierdas el control. Piensa con calma, con serenidad. Ahora, fíjate en Jesús y de nuevo trae a la memoria a la persona que te ha ofendido o a quien tú has ofendido. Dile a esa persona con la mirada de Jesús: (nombre) en el nombre del Señor Jesús, yo te perdono todo el mal que has hecho en mí. Vuelve a mirar a esa persona y repite: (nombre) en el nombre del Señor Jesús, yo te perdono todo el mal que has hecho en mí. Si al salir, te encuentras con la persona que has traído a la memoria y te descontrolas, es porque aún no has perdonado de corazón. Tendrás que repetir esta terapia una y otra vez. Si en cambio, sientes una calma cuando veas a esa persona y no experimentas ira, soberbia, ni te descompensas, es porque ya estás empezando a perdonar de corazón. Repite esta terapia cada vez que lo necesites. Piensa en una sola persona o en varias que te han ofendido.

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Sanación de la memoria, de la palabra y del corazón: un ejercicio de autoperdón

ANEXO A Testimonios Nombre: Sor Clara Myriam Libreros Cargo:

Vicaria General y Directora del Hogar Judith Jaramillo en Bello Antioquia

Con relación a la sanación de la memoria “La sanación de la memoria me ha permitido, a través de la introspección, darme cuenta de que hay muchas cosas en las que uno pierde mucho tiempo dándole la importancia y el sentido que no tienen. Todas las personas estamos en permanente cambio, las situaciones cambian, la ciencia avanza y no podemos quedarnos apegados a lo que ayer pasó, sino vivir el hoy con una proyección hacia el futuro. Sanar la memoria nos ayuda a pensar más en los aspectos positivos de la vida que en los negativos que hacen más daño que bien. No quiere decir esto que no se recuerden cosas, sino que se vuelve al pasado con una mente sana, y si hay una mente sana hay un cuerpo sano”. Con relación a la sanación de la palabra “Hay que pedirle permanentemente a Dios la ubicación en la realidad de la fe, vivir esta fe que hemos profesado desde nuestro bautismo. Estoy convencida que este es un camino de conversión y de permanente liberación de nuestras envidias y resentimientos. Primero uno centra su reflexión en la palabra de Dios que es la guía fundamental y después en la relación con las personas, en las expresiones, en la manera de comportarse y de dirigirse a los otros, buscando siempre ser positivos y optimistas, recordando sin dolor, para que la sociedad pueda ir cambiando cada día, pues, yo soy parte de esta sociedad y en la medida en que yo me sane, el ambiente a mi alrededor estará sano”. Con relación a la sanación del corazón “Sanando la mente y la palabra, el corazón se sana también de sentimientos negativos que hacen daño a nivel personal, comunitario y emocional. Un corazón sano nos mantiene en la alegría, en la paz, en la trascendencia, y saber trascender y sobrenaturalizar cada momento es fundamental. A partir de esta experiencia uno tiene una manera de mirar muy diferente, ya no es con gestos, ni confundiendo o reclamando a los otros ni buscando lastimar, sino despertando la capacidad de escucha y 135


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de diálogo, primero está el ser humano que lo demás. A veces se exige a los otros que cumplan con sus deberes y es necesario revisar hasta qué punto yo propicio un ambiente favorable, pues un trabajo se realiza en comunidad”. Para la hermana Clara Myriam Libreros la realización de estos talleres ha sido una bendición para lo cual se necesita “disponibilidad del corazón y apertura a la gracia para dejar que la moción del espíritu haga su obra en nosotros, pues en la medida en que van sanando la memoria, la palabra y el corazón, el ambiente alrededor cambia”. Estos talleres, agrega la religiosa: “han sido extraordinarios porque nos han llevado a una reflexión y profundización personal, a partir de un encuentro conmigo misma, ya que pocas veces dedicamos estos espacios de tiempo a interiorizar sobre nuestro ser para descubrir cuántas cosas tengo que cambiar y para mejorar. Sobre todo ser conscientes de una realidad que a veces no se puede cambiar y que es necesario asumirla y redimirla. También es una ayuda enorme para la relación y el trato con las personas porque en la medida en que yo me conozco y supero mis propias realidades puedo ayudar a comprender a los demás, sus propias realidades y ayudarles a asumir sus dificultades como debe ser”. Desde su experiencia como psicóloga Su experiencia como psicóloga al servicio de las niñas y familias en Bello le ha permitido buscar caminos que favorezca en sus colaboradores y beneficiarios la formación permanente y la posibilidad de asumir el perdón y la reconciliación, sanando la memoria, la palabra y el corazón. Al respecto afirma: “mientras que el ser humano vaya sanando sus emociones, sus relaciones con los demás son más positivas. Estos talleres por lo tanto ayudan muchísimo, porque toman estos tres aspectos del ser: la memoria, la palabra y el corazón. Es en el corazón donde se gestan los malos y los buenos sentimientos. Esto es importante en la relación con el otro porque en la medida en que se da la trascendencia, el reconocimiento del otro, la superación y el control de las emociones negativas −esquemas que a veces se van fortaleciendo−, surge la visión de una nueva manera de ser y de vivir; la sanación va dando elementos fundamentales para que el ser humano vaya mejorando y se vaya superando cada día. En esta relación día a día, en el Hogar hay un equipo de trabajo que se reúne diariamente diez minutos para evaluar y compartir. Es importante esta comunicación asertiva que nos permite ir sanando o mejorando aspectos que nos hacen daño, y quizás no nos hemos dado cuenta. En equipo hemos adelantado mucho. Naturalmente esto repercute mucho en las niñas y en la comunidad local”. 136


Sanación de la memoria, de la palabra y del corazón: un ejercicio de autoperdón

Nombre:

María Belén Romero Cifuentes

Edad:

66 años

Cargo:

Formadora en el Hogar de la Niña de Garzón

Deseo resaltar algunos aspectos sobre la experiencia vivida de “Sanación de la memoria, de la palabra y del corazón”. “No es posible separar este trinomio, porque la palabra que se dice o se escucha va a la memoria y pasa al corazón. Al asumir este ejercicio de sanación lo he hecho en forma simultánea, como resultado de aprendizaje del taller. Así lo he entendido y así lo he seguido haciendo”. “El impacto que generó en mí fue el constatar que una situación ocurrida hace 23 años que yo ya había perdonado, volvió a ser revivida en forma tan cruel, dañina y sin respeto alguno de parte de mi ofensor. Me sentí muy mal, porque fue un continuo recordar la situación. Sentía que no se podía ofrecer una terapia más constructiva y con resultados más positivos sin la voluntad”. “Como proyección social, y además personal, me quedé con este ejercicio visualizando a la persona –mi ofensor− y visualizándome a mí misma. Siento lo que pasó, la perdono y la amo. Gracias a Dios constato que con relación a mi ofensor, en la distancia, pero haciendo este ejercicio de sanación de la memoria, de la palabra y del corazón, en la presencia de Dios y con mucho amor, he mejorado muchísimo las relaciones con mis hermanas”. Nombre: Sor Nardela Zúñiga González Cargo:

Secretaria de Autenticaciones. Diócesis de Palmira Valle

Para la hermana Nardela es claro el objetivo de este itinerario de renovación: “concientizarnos cada día más en esa búsqueda permanente de la renovación personal y espiritual para seguir anunciando a Jesucristo en el espíritu de la nueva evangelización a todos los hombres y así ayudar a fortalecer y a transformar sus vidas para que puedan contribuir libremente y con éxito en la misión encomendada. En la vida del hombre siempre encontramos quién nos rescate en el momento indicado. Y en este caso para mi vida como religiosa, para mi vida personal y cotidiana, han sido muchas las personas que han contribuido a mi bienestar, desafíos, seguridad, confianza, estímulo y sueños. 137


P. Carlos Arturo Quintero Gómez

Para mí el éxito de este seminario taller que desarrollé con una gran disponibilidad y apertura, radica en haber podido dar fin al gran sueño de mi vida: la necesidad de reconocer acontecimientos dolorosos, traumas, heridas del pasado y aceptar mi propia historia. Fue de gran importancia, de mucho valor, lo aproveché enormemente. De ahí la necesidad que tuve de sanar mi corazón. Soy consciente de mis limitaciones, pero las ganas y la buena voluntad me han permitido derrumbar un pasado que lastimaba mi vida y la de mi familia. Sé que una sanación no se da de la noche a la mañana, ésta requiere de un proceso continuo, permanente. Para una sanación completa se requiere tiempo. Al Padre Carlos Quintero, por la gracia recibida del Espíritu Santo: a través de esta propuesta pedagógica pude elaborar duelos, penetrar en mi vida y profundizar en mi pasado. Siento cómo Dios me ha rescatado para liberarme de un pasado que me mortificaba. Mis agradecimientos por la excelente metodología utilizada, el derroche de creatividad, el buen manejo del tema, la utilización de las nuevas tecnologías, el habernos suministrado el material. Ante todo le doy gracias a Dios, al grupo de mis hermanas que han vivido este seminario taller, que también fueron ese puente en esta tarea. Quisiera resaltar algunos aspectos de cada una de las fases vividas, aunque hacen parte de un todo: Con relación a la sanación de la memoria •

Me aferré en ardiente silencio interior en el momento en que se nos compartía la oración de sanación de los recuerdos, y de inmediato entré en sintonía y me apropié de este taller.

Capacidad para mirar atrás, para contemplar los acontecimientos traumáticos y dolorosos de mi propia historia.

Confianza adquirida a través de los ejercicios para recordar y elaborar el inventario de las cosas perdidas. También, el tomar un solo caso me dio mayor amplitud para asumirlo con profundidad.

Asumí como desafío el tomar el suficiente tiempo para pensar y escucharnos, entrar y pensar sólo en nosotros mismos, ya que muy poco lo había hecho. El trabajo personal fue muy positivo.

Con relación a la sanación de la palabra •

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La fuerza de la palabra fue un ejercicio que me causó un impacto muy fuerte, entrando en el profundo y absoluto silencio de nuestro corazón. Soledad, recogimiento y silencio total fueron los ingredientes del éxito de este proceso.


Sanación de la memoria, de la palabra y del corazón: un ejercicio de autoperdón

Los testimonios vividos y el ejercicio «claro que se puede pero entre todos», para mí fue una palabra de alerta y preocupación. Cómo las personas supuestamente pueden estar llenas de grandes sueños y mucha felicidad.

La dinámica realizada en el grupo, comunicándonos por medio de señas −psicodramas−, aunque nos costó muchísimo, fue interesante porque se iban rompiendo las reglas de la dinámica.

Valentía y responsabilidad para decir: sí quiero sanar aquellas palabras que matan y hieren a los otros.

Con relación a la sanación del corazón •

Entendí que la mejor forma para vivir en libertad y comunión con el otro es liberarme y sanar el corazón de todo aquello que nos represente dolor, ataduras y sufrimientos.

La clave para decidirme a perdonar fue escuchar la siguiente frase ¿A quién no has podido perdonar?

Vi la necesidad de desarmarme, arrojar fuera toda clase de caretas o máscaras para sentirme libre y abrir la puerta de mi corazón.

Una pregunta que me hice fue, ¿cómo me siento cuando me ofenden, y cuando ofendo qué hago con el ofendido? El confrontarme yo misma me llevó a tomar conciencia de salir al encuentro del otro.

El impacto que este itinerario de renovación ha tenido en mi vida ha sido muy fuerte, de asombro y de apertura total con el deseo de perdonarme y sentir la necesidad de perdonar. Resultados muy positivos entre los que puedo destacar el más grande y espectacular: haber perdonado a mi madre. Como proyección social después de vivir este proceso de sanación de la memoria, de la palabra y del corazón sigo aprovechando todo lo aprendido en mi apostolado, en la catequesis, con los sacerdotes a quienes sirvo con alegría. He apoyado a una joven con una problemática difícil, he podido ayudar a corazones enfermos por las heridas y el maltrato. Podría decir que entre un 90 y 98% siento que este camino espiritual fue una ganancia porque me enseñó a valorar más mi vida, mi consagración religiosa, lo que tengo, con quienes comparto en mi apostolado. Quisiera concluir con un refrán: cuando se quiere se puede y logramos alcanzar lo que anhelamos”.

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P. Carlos Arturo Quintero Gómez

Nombre: Ana J. Chautá Chautá Edad:

34 años

Cargo:

Acompaña niñas en el Hogar de la Niña Garzón y es Promotora Vocacional en el Sur del Huila

Con relación a la sanación de la memoria “Reconocer mis limitaciones, realizar el inventario de las cosas bonitas que he perdido y buscar una paz mental y espiritual. Con relación a la sanación de la palabra Muy importante lo de ejercitarse en la escucha activa, en pensar antes de hablar. Hablar con caridad no con dureza; es preocupante cuando se escucha a una persona o hermana dirigiendo al estilo militar, y eso duele en el alma. Con relación a la sanación del corazón Es importante saber perdonar, no es fácil, pero si soy misericordiosa seguro que se logrará. Tener un corazón de carne y dejar ese corazón duro. Amar de verdad sin hipocresía. Impacto que ha generado en mi vida Siento que este itinerario de renovación ha sido un medio para crecer cada día como persona, como religiosa y sobre todo para ser una sierva que busque amar y servir con calidad, no con mediocridad. Y en cuanto a la proyección social, siento que he buscado espacios de diálogo y de escucha con las niñas y hermanas. Evaluándome he tratado de controlar el genio y no ser tan impulsiva. Quisiera terminar con una frase: el mundo necesita de nuestra cruz porque tiene necesidad de nuestra alegría y esperanza”.

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Sanación de la memoria, de la palabra y del corazón: un ejercicio de autoperdón

ANEXO B ORACIÓN PARA SANAR LOS RECUERDOS75 Como todos estamos enfermos por heridas en nuestro pasado, a continuación hacemos una oración de curación interior para que el Señor sane el corazón de los que reconozcan necesitarlo. Padre de bondad, Padre de amor, te bendigo, te alabo y te doy gracias porque por amor nos diste a Jesús. Gracias Padre porque a la luz de tu Espíritu comprendemos que Él es la luz, la verdad y el buen pastor, que ha venido para que tengamos vida y la tengamos en abundancia. Hoy, Padre, quiero presentarte a este hijo(a). Tú lo conoces por su nombre. Te lo presento, Señor, para que Tú pongas tus ojos de Padre amoroso en su vida. Tú conoces su corazón y conoces las heridas de su historia. Tú conoces todo lo que él ha querido hacer y no ha hecho. Conoces también lo que hizo o le hicieron lastimándolo. Tú conoces sus limitaciones, errores y su pecado. Conoces los traumas y complejos de su vida. Hoy, Padre, te pedimos que por el amor que le tienes a tu Hijo, Jesucristo, derrames tu Santo Espíritu sobre este hermano(a) para que el calor de tu amor sanador penetre en lo más íntimo de su corazón. Tú 75 Padre EMILIANO TARDIF. Murió el 8 de junio de 1979. Nacido y formado en Canadá, con 43 años de intensa vida misionera en el país, el padre Emiliano Tardif murió cerca de Córdoba, Argentina.

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que Sanas los corazones destrozados y vendas las heridas, sana a este hermano, Padre. Entra en ese corazón, Señor Jesús, como entraste en aquella casa donde estaban tus discípulos llenos de miedo. Tú te apareciste en medio de ellos y les dijiste: “paz a vosotros”. Entra en este corazón y dale tu paz. Llénalo de amor. Sabemos que el amor echa fuera el temor. Pasa por su vida y sana su corazón. Sabemos, Señor, que Tú lo haces siempre que te lo pedimos, y te lo estamos pidiendo con María, nuestra madre, la que estaba en las bodas de Caná cuando no había vino y Tú respondiste a su deseo, transformando el agua en vino. Cambia su corazón y dale un corazón generoso, un corazón afable, un corazón bondadoso, dale un corazón nuevo. Haz brotar, Señor, en este hermano(a) los frutos de tu presencia. Dale el fruto de tu Espíritu que es el amor, la paz y la alegría. Haz que venga sobre él el Espíritu de las bienaventuranzas, para que él pueda saborear y buscar a Dios cada día, viviendo sin complejos ni traumas junto a su esposo(a), junto a su familia, junto a sus hermanos. Te doy gracias, Padre, por lo que estás haciendo hoy en su vida. Te damos gracias de todo corazón porque Tú nos sanas, porque tú nos liberas, porque Tú rompes las cadenas y nos das la libertad. Gracias, Señor, porque somos templos de tu Espíritu, y ese templo no se puede destruir porque es la Casa de Dios. Te damos gracias, Señor, por la fe. Gracias por el amor que has puesto en nuestros corazones. ¡Qué grande eres Señor! Bendito y alabado seas, Señor.

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Sanación de la memoria, de la palabra y del corazón: un ejercicio de autoperdón

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