Como parte del gran fenómeno americano que se traduce en el progreso agigantado de todos los órdenes, la ciudad de Buenos Aires, capital de la República Argentina, ofrece a quien no la conozca aún o al que la haya visitado muchos años atrás, el espec táculo nuevo de su crecimiento edilicio, de su febril movimiento co mercial, de su ritmo cultural amplio y fecundo... Pero este desarrollo concretado en lo material no le ha impedido conservar los rasgos de su pasado o munirse de nuevas muestras de belleza urbanística, que sirven para definir en cualquier lugar de la tierra el alma de una ciudad o de un pueblo y le prestan los fuertes lineamientos de su personalidad. En Buenos Aires, la historia de su crecimiento se halla docu mentada en las apretadas calles de la época colonial, en los bronces moldeados por los artistas que enriquecieron con su arte los sitios pú blicos, en las intrépidas moles de cemento surgidas al empuje de su savia de pueblo nuevo, frente a las cuales desfila infatigable una mul titud de ser