Periodo De La Violencia El Mundo De La Posguerra Guerra Fría
La Segunda Guerra Mundial apenas había acabado cuando la humanidad se precipitó en lo que sería razonable considerar una tercera guerra mundial, aunque muy singular; y es que, tal como dijo el gran filósofo Thomas Hobbes, “La guerra no consiste sólo en batallas, o en la acción de luchar, sino que es un lapso de tiempo durante el cual la voluntad de entrar en combate es Suficientemente conocida” (Hobbes, capítulo 13). La Guerra Fría entre los dos bandos de Estados Unidos y la URSS, con sus respectivos aliados, que dominó por completo el escenario internacional de la segunda mitad del siglo XX, fue sin lugar a dudas un lapso de tiempo así. Generaciones enteras crecieron bajo la amenaza de un conflicto nuclear global que, tal como creían muchos, podía estallar en cualquier momento y arrasar a la humanidad. En realidad, aun a los que no creían que cualquiera de los dos bandos tuviera intención de atacar al otro les resultaba difícil no caer en el pesimismo, ya que la ley de Murphy es una de las generalizaciones que mejor cuadran al ser humano (“Si algo puede ir mal, irá mal”). Con el correr del tiempo, cada vez había más cosas que podían ir mal, tanto política como tecnológicamente, en un enfrentamiento nuclear permanente basado en la premisa de que sólo el miedo a la “destrucción mutua asegurada” (acertadamente
resumida en inglés con el acrónimo MAD, “loco”) impediría a cualquiera de los dos bandos dar la señal, siempre a punto, de la destrucción planificada de la civilización. No llegó a suceder, pero durante cuarenta años fue una posibilidad cotidiana. La singularidad de la Guerra Fría estribaba en que, objetivamente hablando, no había ningún peligro inminente de guerra mundial. Más aún: Pese a la retórica apocalíptica de ambos bandos, sobre Todo del lado norteamericano, los gobiernos de ambas Superpotencias aceptaron el reparto global de fuerzas Establecido al final de la Segunda Guerra Mundial, lo Que suponía un equilibrio de poderes muy desigual pero indiscutido. La URSS dominaba o ejercía una influencia preponderante en una parte del globo: la zona ocupada por el ejército rojo y otras fuerzas armadas comunistas al final de la guerra, sin intentar extender más allá su esfera de influencia por la fuerza de las armas. Estados Unidos controlaba y dominaba el resto del mundo capitalista, además del hemisferio occidental y los océanos, asumiendo los restos de la vieja hegemonía imperial de las antiguas potencias coloniales.
En contrapartida, no intervenía en la zona aceptada como de hegemonía soviética. En Europa las líneas de demarcación se habían trazado en 1943-1945, tanto por los acuerdos alcanzados en las cumbres en que participaron Roosevelt, Churchill y Stalin, como en virtud del hecho de que sólo el ejército rojo era realmente capaz de derrotar a Alemania. Hubo vacilaciones, sobre todo de Alemania y Austria, que se resolvieron con la partición de Alemania de acuerdo con las líneas de las fuerzas de ocupación del Este y del Oeste, y la retirada de todos los ex contendientes de Austria, que se convirtió en una especie de segunda Suiza: un país pequeño con vocación de neutralidad, envidiado por su constante
prosperidad y, en consecuencia, descrito (correctamente) como “aburrido”. La URSS aceptó a regañadientes el Berlín Oeste como un enclave occidental en la parte del territorio alemán que controlaba, pero no estaba dispuesta a discutir el tema con las armas. El Mundo De La Posguerra
Al terminar la guerra se tiene una sensación de euforia, de equilibrio y triunfo perpetuo. La economía conoce una etapa de expansión. Las economías de los países que han estado en guerra se reconstruye rápidamente, gracias a las nuevas demandas que se crean (sobre todo de productos de bienes de consumo), aumenta el producto interior bruto, gracias al incremento de la demanda interna y el consumo privado. Sin embargo, no todos los conflictos internacionales quedaron resueltos en 1920, con las conferencias de París. Las fronteras siguen siendo discutidas, sobre todo en Europa oriental, donde los guerrilleros alemanes de Silesia tienen cierta actividad, así como en los países bálticos. Turquía pretende reconstruir su imperio. Alemania se siente agraviada por las numerosas pérdidas territoriales. Estalla una guerra entre Polonia y la Unión Soviética, al mismo tiempo que en la URSS se da una guerra civil, entre 1918 y 1920. Los conflictos entre Italia y la recién nacida Yugoslavia son graves. Irlanda se independiza después de una guerra contra Inglaterra, entre 1919 y 1923. Y mientras tanto, EE UU se desentiende y continúa con su política de aislacionismo. Francia quiere hacer cumplir a Alemania las condiciones del Tratado de Versalles en sus términos más estrictos, mientras que Gran Bretaña es más suave; por
temor a que Francia se convierta en una gran potencia en Europa. Francia ocupa, en 1923, la región del Ruhr para asegurarse el pago de la deuda de la guerra. La revolución soviética se convierte en una guerra civil, con implicaciones de otros países, que pretenden hacer fracasar la revolución, ante el peligro de difusión, sobre todo en las naciones jóvenes. Existe un peligro real de subversión popular, que se plasma en la Revolución alemana (Berlín, 1920). En Italia también hay una extensa agitación revolucionaria, lo mismo que en España (1934). Son agitaciones revolucionarias crónicas, y continuas huelgas. En 1919 en Hungría triunfa, durante cinco meses, la revolución de Bela Kun. Pero en 1925 todas las revoluciones están aplastadas, y la situación se estabiliza bajo la democracia parlamentaria. Sin embargo, la gran burguesía tiene miedo, y apoya a los grupos anti obreros violentos, que terminan formando el fascismo. En muchos de los países se instalan dictaduras militares y de corte fascista durante los años veinte: Hungría (1920), Italia (1922), Bulgaria (1923), Albania (1925), Polonia (1926), Lituania (1926), Portugal (1926), Yugoslavia (1929), Alemania (1933), Austria (1933), Letonia (1934), Estonia (1934), Grecia (1936), Rumania (1938) y España (1923 y 1936), esta es la Europa de las dictaduras, a la que hay que añadir la URSS (dictadura socialista, 1917). La sociedad se radicaliza entre el fascismo y el comunismo interior, con apoyo exterior. Las instituciones democráticas funcionan con torpeza ante este fenómeno, y se generaliza la corrupción. La crisis económica acentuará el problema durante los años 30. La Sociedad de Naciones es el gran foro de discusión internacional, el nuevo parlamento, pero no posee una fuerza capaz de hacer cumplir los compromisos, para ello es necesario crear un sistema de alianzas internas y de apoyo entre Estados, lo que hace ineficaz el sistema.