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Libro del Centenario

Proyecto de Investigación declarado de Interés Municipal (032/04) – Aprobación de la Investigación en Dirección de Nivel Medio del Ministerio de Educación de Río Negro (1728/06) – Declaración de Interés Municipal del Libro del Centenario (012/07) – Declaración del Proyecto de Interés Cultural, Educativo y Social Legislatura de Río Negro (55-08) - Derecho de Autor Obra Inédita (158461/08) – Acuerdo con Dirección de Nivel Medio del Ministerio de Educación para Difundir el Proyecto en las Escuelas Secundarias (1908/09) - Declaración de Interés en Cámara de Diputados de la Nación del Proyecto, Libro del Centenario y Archivo de la Memoria Virtual (754/09).



Coordinación General del Proyecto Graciela Vega Investigación y Textos María Langa y Graciela Vega Corrección y Asistencia Marta Tenebérculo, María Langa y Javier Almeyra Diseño de Tapa e interiores Leonardo Stickel Digitalización de imágenes/Restauración Digital. Javier Almeyra Historietas Chelo Candia Dibujos/Pinturas Mauro Tapia – Nito Vega – María Langa – Chelo Candia

Mitos y Leyendas: Marta Tenebérculo Colaboración Entrevistas: Florencia Barrera – Leonardo Stickel – Javier Almeyra – Ignacio Rodríguez – Carlos Nicolás Britos - Graciela Vega Intermedio La Música: Gerardo del Brío – Ignacio Rodríguez – Javier Almeyra Dossier Las escuelas cuentan su historia: Vanesa Szumsky y Maria Marchesi Agradecemos por su colaboración y apoyo: Ketty Vega, Alicia Retamal, Daniel Martínez, Sergio Brun, Mónica Skop, Héctor San Segundo, Rubén E. Cabo, Ramón Minieri, María Victoria Martín, Julián De Bonis, Leonardo Espinoza, Gustavo y Rosa Vega, Raúl Rodriguez, Marcela y Facundo García, Ethel Di Leo, Rebeca Pajón y sus compañeros del Archivo Histórico de Viedma, Susana Gurtubay, José “Punchi” Zenker, Bernardo Matínez, Renée Lasarte de Iribarne, Concejo Deliberante de Allen, Armando Gentili, Ministerio de Familia, Lilia Rial, Rodolfo Villanueva, Romina Perozzi, Mary Lombi y a muchos otros que aportaron datos, información y buena onda.



Prologo Sólo quisiera ser un aceptable lector de historia, para autorizarme a este comentario. Y sólo soy capaz de hacerlo como lector interesado. Interesado hasta el apasionamiento, en un tema que desborda lo anecdótico para adquirir dimensión política y social urgente: el tema del origen de nuestros pueblos a la sombra del colonialismo y la oligarquía. Este es el tema nuclear al que se remiten las historias locales pero no localistas. Historias que alzan la mirada por sobre el parroquialismo y los fictos próceres o pioneros, para insertar la localidad en el drama regional y nacional, remarcando sus diferencias específicas, sus tiempos discordantes con aquellos de los otros niveles. Estas historias son locales, pero como en la metáfora de Morisoli, la localización es una punta del compás. Aquella que se clava en un sitio, para que la otra gire y abarque la universalidad. En esta clase de historias incluyo, y con privilegiada ubicación, a la que van ustedes a leer. Aquí la localidad, la región y la nacionalidad están atravesadas por vasos comunicantes que permiten el recíproco y mejor entendimiento. Esto brinda particular densidad a lo “local”, para que no caiga en el mero pintoresquismo o en la recitación complaciente de los fastos de la gente distinguida de un pueblo. No sé si existe algo así como lo que llaman “verdad histórica”. Más bien me inclino a pensar en una inacabable serie de aproximaciones reconstructivas, cuyo final es imposible por definición. Este constructivismo no es relativismo: antes que justificar cualquier versión o relato, más bien se trata de exigirle que supere, contenga y profundice los relatos anteriores. Pero más allá de que no haya una verdad histórica como cosa alcanzada, por cierto hay libros que no mienten. Y este es uno. Se puede mentir a sabiendas; pero también se puede mentir por inadvertencia, por complicidad inconciente en la trama simbólica de la dominación, que ha pretendido hacer nuestras mentes. Tras la lectura de estas páginas, observo que antes bien, este libro devela y rompe esa trama. Devela, por apelación a la herramienta crítica de la contextualización. Se ha dicho que el padre de la crítica se llama contexto. El ir y venir de esta obra, entre acontecimiento y contorno, entre coyuntura y estructura, entre evento y proceso, entre tiempo corto y largo, entre cronos y kairos, ejemplifica ese principio crítico. Genera una ruptura conceptual, porque pone entre comillas los tópicos aceptados, a partir de “conquista del desierto” y siguiendo con “progreso”, “colonización”, “integración al mundo”… “civilización”. ¿Hay en estas páginas una visión superadora y reveladora? Sí. Porque según entiendo, no encontraremos en ellas una historia “neutral” – no hay, no podría haberla. Pero sí una incansable búsqueda de una historia plural, polifónica, donde las voces que no aparecen en los fastos oficiales vienen a decir lo suyo. Mujeres, trabajadores, agitadores sociales, incorporan su presencia en el coro de Clío. Todo esto me hace sentir afinidades con este libro. Y diré, compañerismo, en cuanto me parece que entendemos que la función, el servicio de la historia a la sociedad, es lo que Agamben llama profanación. Bueno es para un pueblo tener quien se ocupe de este modo de su historia, con sentido local pero sin localismo, con aspiración a decir más verdades que las heredadas, a contraponer discursos y sopesar versiones. Como sostuve más arriba, quisiera autorizar estas líneas diciendo que intento ser un lector. Como tal, siento que este libro respeta y promueve mi deseo de conocer. No sé si hay mejor modo de invitar a que muchas otras personas lo lean. Ramón Minieri Río Colorado, marzo de 2010.



Otros Pasa otro río sobre el río esta mañana: garañones de niebla cubren las ancas del agua Pasa otro pueblo envuelto en ponchos de humareda sobre los techos de las casas Y otros, los venideros como si fuéramos sus sombras pronuncian nuestras próximas palabras. Nadie me diga entonces el pueblo el río la voz mitades nada más de lo que pasa. Ramón Minieri


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